Se cierra la que para mi ha sido una feria de abril de notable alto con tres nombres que marcan el fin de semana y que han puesto broche de oro a estos días de toros, de fiesta y de alegría en Sevilla: Antonio Ferrera, Pepe Moral y Miura.
No sé quién será nombrado triunfador de la feria por los diferentes jurados y premios que hay repartidos por la capital andaluza. Probablemente Roca Rey se lleve los galardones y sin duda lo merece por su tremenda actuación del pasado viernes con toros de Victoriano del Río, tarde en la que cortó dos orejas al tercero y a punto estuvo de cortar otra al sexto de no fallar por la espada. Pero para mi hay un hombre que sale como triunfador de esta feria de abril por lo compacta de su actuación en las dos tardes en las que hizo el paseíllo, Antonio Ferrera. Cortó una oreja, que bien pudieron ser dos y que a mi juicio se mereció, a un victorino la tarde del sábado 29 de abril, pero estuvo magistral con el capote y se fajó como un jabato ante sus dos toros, demostrando valor, arrestos, técnica y temple en una tarde en la que se ganó a Sevilla. Una semana después volvía a pisar el albero sevillano, este sábado 6 de mayo, para vérselas con toros de El Pilar. De nuevo dio una lección de toreo, de madurez y reposo, de conocimiento de los terrenos, de temple, de colocación, de clase y de gusto, en definitiva, de maestría. Si una semana antes se había ganado a La Maestranza este sábado la conquistó definitivamente. Lo hizo primero con el capote, su toreo de capa al quinto (una pena que se partiera una mano y hubiera de ser cambiado) probablemente sea el mejor que se ha visto en esta feria de abril y de lo mejor que hemos visto y veremos en tiempo. Las verónicas despaciosas, a cámara lenta, meciendo al toro, cadenciosas, con ritmo, sublimes, nacidas del sentimiento, ganado terreno a cada lance para llevarse al toro a los medios y rematar con dos medias verónicas de escándalo, de auténtico cartel, hicieron sonar la música, y el quite por caleserinas, bellísimo y con mucha personalidad y sabor, templado, acompañando la embestida, marcaron la cumbre del toreo de Ferrera. Y siguió posteriormente con la muleta en dos faenas de corte muy distinto y que no finalizaron en oreja una por mezquindad presidencial y otra por culpa de la maldita espada. El segundo de la tarde fue un toro complicado y exigente, igual que los de Victorino, de los que pedían el carnet y ante el que había que estar muy bien, aguantar mucho y tragar una barbaridad. Toro que medía y sabía perfectamente lo que había ante el que Ferrera se plantó como un tío y lo pudo, vaya si lo pudo. Dándole la distancia precisa, primero a media altura para no obligarle para ir bajándole la mano y sacar muletazos de enorme mérito, especialmente cinco naturales hondos de muchísimo empaque. Faena presidida por el temple y la colocación, en la que además manejó magistralmente los tiempos, faena digna de una figura del toreo, de alguien que está en plenitud artística y que además desborda ganas, entrega y fe. Estocada entera desprendida fulminante, petición abrumadora de oreja que no atiende el usía haciendo una vez más caso omiso al reglamento ganándose una bronca monumental y merecida. Clamorosa vuelta al ruedo del balear-extremeño entre el delirio de los tendidos. Igual que fue la apoteósica vuelta al ruedo tras la muerte del quinto bis, un toro al que no cortó las orejas por fallar en la suerte suprema. El que hacía quinto se partió la mano durante el tercio de banderillas pero había permitido a Ferrera cuajar el mejor toreo de capote que se ha visto en mucho tiempo, digno de premio si es que lo hay en este apartado, y si no que hagan una mención especial o un premio extra, se lo merece. Por tanto, la faena de muleta se la hace al sobre, también perteneciente al hierro titular, El Pilar. Si la anterior faena estuvo presidida por el poder, el temple y el saber estar y mandar la de este sobrero lo estuvo por la emoción y la maestría, la que puso Ferrera ante un toro que si bien era noble le costaba mover sus mucho kilos y le faltaba empuje. Templadísimo, cuidando al toro, llevándolo con gran suavidad, redondos de enorme despaciosidad, naturales parsimoniosos con un gusto exquisito y un sabor fuera de serie. Muy torero, es la mejor manera de definir la manera como estuvo ante este quinto bis, con enorme clase y calidad, desgranado lances que resultaban a cada cual más bello. Nada ayudó el toro a la hora de entrar a matar, amorcillado, de ahí que Ferrera pinchara en varios intentos. Aunque perdió la oreja la vuelta al ruedo fue el reconocimiento que este pedazo de torero se merecía y su actuación en esta feria sevillana ha dejado un poso de torería en la memoria de los aficionados difícilmente olvidable y que al menos ha obtenido reconocimiento en los primeros premios que he conocido ya que ayer mismo por la noche el equipo médico de La Maestranza hizo público sus veredictos y designó a Antonio Ferrera triunfador de la feria de abril sevillana, un reflejo y una muestra más de cómo se vive y se siente la Fiesta en esa bendita tierra, más allá de los números, más allá de las matemáticas, más allá de los trofeos se valora el arte, la emoción y los sentimientos, al fin y al cabo lo que algunos entendemos por toreo.
Lo otros dos nombres del fin de semana son Pepe Moral y Miura, ambos de la mano, ambos de la tierra. La mítica ganadería de Zahariche, la más antigua, 175 años de historia y leyenda, cerraba esta feria de abril. Corrida a mi gusto muy en tipo en cuanto a presentación y hechuras, en la línea de toros largos y altos de agujas y con la cornamenta característica de este encaste propio que gracias a Dios y al enorme esfuerzo y dedicación de la familias se mantiene con sus propias señas de identidad a pesar del paso de los años. Eso es amar a una animal eso es amar a una especie, eso es ecologismo puro y de verdad, el que lucha por salvar una especie en extinción, no el falso de los anti taurinos que no saben ni la patas que tiene un toro ni siquiera si tiene cuernos. Y también creo que se ha comportado como suele esperarse de este encaste, sobre todo el segundo, con movilidad y emoción y al que no se le podía perder la cara ni un segundo, complicados, exigentes y con peligro el tercero y cuarto, más noble el quinto y manejable el sexto, defendiéndose y con riesgo el primero. Corrida buena a mi juicio, muy interesante, en la que no ha habido ocasión para el aburrimiento, con emoción, peligro en algunos momentos por la movilidad y la manera particular de revolverse de esos torazos y que me deja sensaciones de alegría por comprobar que este encaste mítico sigue vivo y esperanza por verlo de nuevo en Madrid el 11 de junio. Así que me parece de ley destacar el nombre de Miura.
Ganadería sevillana, al igual que la terna. Tres toreros sevillanos, Antonio Nazaré, Pepe Moral y Esaú Fernández, tres toreros necesitados de oportunidades y triunfos que no dudaron un instante en venir a matar esta corrida siendo debutantes con este hierro, un gran reto y algo que dice mucho de sus ganas y de su necesidad, porque apuntarse a matar una de Miura en Sevilla y en feria no lo hace cualquiera. Más que dignos han estado Nazaré y Esaú ante la papeleta, pasando lo suyo y dando muestras de valor ante sus oponentes. Muy bien Antonio Nazaré en el cuarto, complicado, exigente y con el peligro acechando en cada lance, tardo, revolviéndose como una lagartija buscando lo que se dejaba atrás. Firme el sevillano que lo somete por bajo, excelente el trincherazo flexionando la rodilla al inicio de faena, comprometido, sin perderle la cara, valiente y decidido, poniéndole la muleta en la cara para sacra pase de mucho mérito y acabar entre los pitones del Miura, que es mucho. Lo mismo que Esaú, que fue volteado por el tercero al recibirlo a porta gayola y que sufrió una conmoción que le pesó toda la tarde. Enrabietado toma la muleta y se planta ante un peligroso miura, de comportamiento típico en este hierro, ante el que estar ya era un mérito, al que hay que olvidarse de redondos y naturales y precisa otra lidia y otro toreo para someterlo y con el que estuvo digno y aseado en esa labor. Mejor en el sexto, un toro más manejable y con menos mala leche que el tercero, más templado, sacando buenos redondos aprovechando que el toro se movía y generaba emoción y transmisión. Mucho mérito el de ambos teniendo en cuenta su total falta de experiencia ante toros de estas características. Pero el nombre propio es el de Pepe Moral, que ha rozado la Puerta del Príncipe con la yema de los dedos. Oreja de peso la que cortó ayer al segundo al que recibió con buenas verónicas y una media de remate extraordinaria. En la muleta había que buscarle la distancia y perderle algún pasito para ligar los muletazos, lo entiende muy bien Moral y poco a poco se va acoplando el sevillano para sacar derechazos con enjundia , largos y bajando la mano, pero sobre todo una tanda al natural de gran clase y calidad, templada, con hondura y mucho gusto que pone en pie a la plaza. Trincherillas y adornos finales para matar con un estoconazo que hace rodar al toro y cobrar así una oreja de ley. La faena al quinto es otra historia. Toro noble, pronto y repetidor al que le faltó humillar algo más pero ante el que Moral puso temple y despaciosidad. Tandas templadas y ligadas por ambos pitones, llevando en largo al de Miura, gustándose, especialmente por el pitón izquierdo. Es al natural donde surgen lances superiores, con el toro metido en los vuelos de la muleta y la plaza entusiasmada con olés secos y rompiéndose las manos a aplaudir. Una pena la colocación de la espada, baja, claramente baja, que deja el premio en una oreja a pesar de la fortísima petición de la segunda. Y creo que la señora presidenta, la misma que la otra tarde estuvo francamente desafortunada al negar orejas a Padilla y Fandi, ayer tenía razón. En una plaza de primera, sobre todo si es Sevilla, un bajonazo no puede premiarse con oreja. Hasta ahí bien, pero lo estropeó de nuevo con sus gesticulaciones, sobraban. El presidente debe cumplir y hacer cumplir el reglamento y cuidar del orden en la plaza, pero en ningún momento tiene que expresar al público sus razones o, lo que me pareció peor de ayer, sus gustos, porque daba la impresión que estaba encantada de mostrar a todo el mundo que no tenía intención de conceder el segundo trofeo, sobraba. una oreja y dos apoteósicas vueltas al ruedo de Pepe Moral son justo premio para su rotunda actuación en este quinto. Hablaba de la necesidad de oportunidades y contratos de la terna. Creo que ayer Pepe Moral salió muy reforzado de la Maestranza, al menos lo espero porque es un torero que incomprensiblemente torea poco, menos de lo que vale, como también creo que Antonio Nazaré y Esaú Fernández han demostrado que tienen un sitio, a ver si la fortuna les sonríe y gozan de más tardes para demostrarlo.
Broche de oro, como decía, para una feria que a mi modo de ver merece un notable alto y que tiempo habrá de valorar, pero que a mi me ha divertido y en la que se han vivido grandes momentos y otros de integrísima emoción y emotividad, como no podía ser de otra manera en una tierra que es ante todo arte y sentimiento.
Antonio Vallejo
No sé quién será nombrado triunfador de la feria por los diferentes jurados y premios que hay repartidos por la capital andaluza. Probablemente Roca Rey se lleve los galardones y sin duda lo merece por su tremenda actuación del pasado viernes con toros de Victoriano del Río, tarde en la que cortó dos orejas al tercero y a punto estuvo de cortar otra al sexto de no fallar por la espada. Pero para mi hay un hombre que sale como triunfador de esta feria de abril por lo compacta de su actuación en las dos tardes en las que hizo el paseíllo, Antonio Ferrera. Cortó una oreja, que bien pudieron ser dos y que a mi juicio se mereció, a un victorino la tarde del sábado 29 de abril, pero estuvo magistral con el capote y se fajó como un jabato ante sus dos toros, demostrando valor, arrestos, técnica y temple en una tarde en la que se ganó a Sevilla. Una semana después volvía a pisar el albero sevillano, este sábado 6 de mayo, para vérselas con toros de El Pilar. De nuevo dio una lección de toreo, de madurez y reposo, de conocimiento de los terrenos, de temple, de colocación, de clase y de gusto, en definitiva, de maestría. Si una semana antes se había ganado a La Maestranza este sábado la conquistó definitivamente. Lo hizo primero con el capote, su toreo de capa al quinto (una pena que se partiera una mano y hubiera de ser cambiado) probablemente sea el mejor que se ha visto en esta feria de abril y de lo mejor que hemos visto y veremos en tiempo. Las verónicas despaciosas, a cámara lenta, meciendo al toro, cadenciosas, con ritmo, sublimes, nacidas del sentimiento, ganado terreno a cada lance para llevarse al toro a los medios y rematar con dos medias verónicas de escándalo, de auténtico cartel, hicieron sonar la música, y el quite por caleserinas, bellísimo y con mucha personalidad y sabor, templado, acompañando la embestida, marcaron la cumbre del toreo de Ferrera. Y siguió posteriormente con la muleta en dos faenas de corte muy distinto y que no finalizaron en oreja una por mezquindad presidencial y otra por culpa de la maldita espada. El segundo de la tarde fue un toro complicado y exigente, igual que los de Victorino, de los que pedían el carnet y ante el que había que estar muy bien, aguantar mucho y tragar una barbaridad. Toro que medía y sabía perfectamente lo que había ante el que Ferrera se plantó como un tío y lo pudo, vaya si lo pudo. Dándole la distancia precisa, primero a media altura para no obligarle para ir bajándole la mano y sacar muletazos de enorme mérito, especialmente cinco naturales hondos de muchísimo empaque. Faena presidida por el temple y la colocación, en la que además manejó magistralmente los tiempos, faena digna de una figura del toreo, de alguien que está en plenitud artística y que además desborda ganas, entrega y fe. Estocada entera desprendida fulminante, petición abrumadora de oreja que no atiende el usía haciendo una vez más caso omiso al reglamento ganándose una bronca monumental y merecida. Clamorosa vuelta al ruedo del balear-extremeño entre el delirio de los tendidos. Igual que fue la apoteósica vuelta al ruedo tras la muerte del quinto bis, un toro al que no cortó las orejas por fallar en la suerte suprema. El que hacía quinto se partió la mano durante el tercio de banderillas pero había permitido a Ferrera cuajar el mejor toreo de capote que se ha visto en mucho tiempo, digno de premio si es que lo hay en este apartado, y si no que hagan una mención especial o un premio extra, se lo merece. Por tanto, la faena de muleta se la hace al sobre, también perteneciente al hierro titular, El Pilar. Si la anterior faena estuvo presidida por el poder, el temple y el saber estar y mandar la de este sobrero lo estuvo por la emoción y la maestría, la que puso Ferrera ante un toro que si bien era noble le costaba mover sus mucho kilos y le faltaba empuje. Templadísimo, cuidando al toro, llevándolo con gran suavidad, redondos de enorme despaciosidad, naturales parsimoniosos con un gusto exquisito y un sabor fuera de serie. Muy torero, es la mejor manera de definir la manera como estuvo ante este quinto bis, con enorme clase y calidad, desgranado lances que resultaban a cada cual más bello. Nada ayudó el toro a la hora de entrar a matar, amorcillado, de ahí que Ferrera pinchara en varios intentos. Aunque perdió la oreja la vuelta al ruedo fue el reconocimiento que este pedazo de torero se merecía y su actuación en esta feria sevillana ha dejado un poso de torería en la memoria de los aficionados difícilmente olvidable y que al menos ha obtenido reconocimiento en los primeros premios que he conocido ya que ayer mismo por la noche el equipo médico de La Maestranza hizo público sus veredictos y designó a Antonio Ferrera triunfador de la feria de abril sevillana, un reflejo y una muestra más de cómo se vive y se siente la Fiesta en esa bendita tierra, más allá de los números, más allá de las matemáticas, más allá de los trofeos se valora el arte, la emoción y los sentimientos, al fin y al cabo lo que algunos entendemos por toreo.
Lo otros dos nombres del fin de semana son Pepe Moral y Miura, ambos de la mano, ambos de la tierra. La mítica ganadería de Zahariche, la más antigua, 175 años de historia y leyenda, cerraba esta feria de abril. Corrida a mi gusto muy en tipo en cuanto a presentación y hechuras, en la línea de toros largos y altos de agujas y con la cornamenta característica de este encaste propio que gracias a Dios y al enorme esfuerzo y dedicación de la familias se mantiene con sus propias señas de identidad a pesar del paso de los años. Eso es amar a una animal eso es amar a una especie, eso es ecologismo puro y de verdad, el que lucha por salvar una especie en extinción, no el falso de los anti taurinos que no saben ni la patas que tiene un toro ni siquiera si tiene cuernos. Y también creo que se ha comportado como suele esperarse de este encaste, sobre todo el segundo, con movilidad y emoción y al que no se le podía perder la cara ni un segundo, complicados, exigentes y con peligro el tercero y cuarto, más noble el quinto y manejable el sexto, defendiéndose y con riesgo el primero. Corrida buena a mi juicio, muy interesante, en la que no ha habido ocasión para el aburrimiento, con emoción, peligro en algunos momentos por la movilidad y la manera particular de revolverse de esos torazos y que me deja sensaciones de alegría por comprobar que este encaste mítico sigue vivo y esperanza por verlo de nuevo en Madrid el 11 de junio. Así que me parece de ley destacar el nombre de Miura.
Ganadería sevillana, al igual que la terna. Tres toreros sevillanos, Antonio Nazaré, Pepe Moral y Esaú Fernández, tres toreros necesitados de oportunidades y triunfos que no dudaron un instante en venir a matar esta corrida siendo debutantes con este hierro, un gran reto y algo que dice mucho de sus ganas y de su necesidad, porque apuntarse a matar una de Miura en Sevilla y en feria no lo hace cualquiera. Más que dignos han estado Nazaré y Esaú ante la papeleta, pasando lo suyo y dando muestras de valor ante sus oponentes. Muy bien Antonio Nazaré en el cuarto, complicado, exigente y con el peligro acechando en cada lance, tardo, revolviéndose como una lagartija buscando lo que se dejaba atrás. Firme el sevillano que lo somete por bajo, excelente el trincherazo flexionando la rodilla al inicio de faena, comprometido, sin perderle la cara, valiente y decidido, poniéndole la muleta en la cara para sacra pase de mucho mérito y acabar entre los pitones del Miura, que es mucho. Lo mismo que Esaú, que fue volteado por el tercero al recibirlo a porta gayola y que sufrió una conmoción que le pesó toda la tarde. Enrabietado toma la muleta y se planta ante un peligroso miura, de comportamiento típico en este hierro, ante el que estar ya era un mérito, al que hay que olvidarse de redondos y naturales y precisa otra lidia y otro toreo para someterlo y con el que estuvo digno y aseado en esa labor. Mejor en el sexto, un toro más manejable y con menos mala leche que el tercero, más templado, sacando buenos redondos aprovechando que el toro se movía y generaba emoción y transmisión. Mucho mérito el de ambos teniendo en cuenta su total falta de experiencia ante toros de estas características. Pero el nombre propio es el de Pepe Moral, que ha rozado la Puerta del Príncipe con la yema de los dedos. Oreja de peso la que cortó ayer al segundo al que recibió con buenas verónicas y una media de remate extraordinaria. En la muleta había que buscarle la distancia y perderle algún pasito para ligar los muletazos, lo entiende muy bien Moral y poco a poco se va acoplando el sevillano para sacar derechazos con enjundia , largos y bajando la mano, pero sobre todo una tanda al natural de gran clase y calidad, templada, con hondura y mucho gusto que pone en pie a la plaza. Trincherillas y adornos finales para matar con un estoconazo que hace rodar al toro y cobrar así una oreja de ley. La faena al quinto es otra historia. Toro noble, pronto y repetidor al que le faltó humillar algo más pero ante el que Moral puso temple y despaciosidad. Tandas templadas y ligadas por ambos pitones, llevando en largo al de Miura, gustándose, especialmente por el pitón izquierdo. Es al natural donde surgen lances superiores, con el toro metido en los vuelos de la muleta y la plaza entusiasmada con olés secos y rompiéndose las manos a aplaudir. Una pena la colocación de la espada, baja, claramente baja, que deja el premio en una oreja a pesar de la fortísima petición de la segunda. Y creo que la señora presidenta, la misma que la otra tarde estuvo francamente desafortunada al negar orejas a Padilla y Fandi, ayer tenía razón. En una plaza de primera, sobre todo si es Sevilla, un bajonazo no puede premiarse con oreja. Hasta ahí bien, pero lo estropeó de nuevo con sus gesticulaciones, sobraban. El presidente debe cumplir y hacer cumplir el reglamento y cuidar del orden en la plaza, pero en ningún momento tiene que expresar al público sus razones o, lo que me pareció peor de ayer, sus gustos, porque daba la impresión que estaba encantada de mostrar a todo el mundo que no tenía intención de conceder el segundo trofeo, sobraba. una oreja y dos apoteósicas vueltas al ruedo de Pepe Moral son justo premio para su rotunda actuación en este quinto. Hablaba de la necesidad de oportunidades y contratos de la terna. Creo que ayer Pepe Moral salió muy reforzado de la Maestranza, al menos lo espero porque es un torero que incomprensiblemente torea poco, menos de lo que vale, como también creo que Antonio Nazaré y Esaú Fernández han demostrado que tienen un sitio, a ver si la fortuna les sonríe y gozan de más tardes para demostrarlo.
Broche de oro, como decía, para una feria que a mi modo de ver merece un notable alto y que tiempo habrá de valorar, pero que a mi me ha divertido y en la que se han vivido grandes momentos y otros de integrísima emoción y emotividad, como no podía ser de otra manera en una tierra que es ante todo arte y sentimiento.
Antonio Vallejo
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