viernes, 12 de mayo de 2017

1ª de San Isidro: Tarde complicada


Por fin llegaba el día, todo el planeta taurino vuelve sus ojos a Madrid , a La Monumental de Las Ventas, a la primera plaza del mundo, en la que arranca la primera feria del mundo, San Isidro. Un nuevo ciclo, el de 2017, el de la nueva empresa, el de Simón Casas, el anunciado como una nueva era en la historia de la isidrada, el de la tan cacareada "revolución". Muchas son las esperanzas que cada año se depositan en el mayo madrileño, los ganaderos traen lo mejor que tienen en el campo, los jóvenes matadores depositan todas sus ilusiones en un toro que embista y que lance sus carreras, las figuras no pueden fallar. Eso es San Isidro, el gran escaparate de la Fiesta, su imagen de cara al mundo entero. 
Por delante 31 días consecutivos de toros más dos corridas extraordinarias como colofón de lujo, muchas ganas de ver toros, de disfrutar con el arte, de reencontrarnos con los aficionados que año tras año ocupamos el tendido, de volver a encontrarnos con amistades que el paso de los años y nuestra afición ha hecho fuertes, ganas de faenas redondas y triunfos ante magníficos toros pero, sobre todo, muchas ganas de que nos dejen en paz, que nos dejen tranquilos y nos permitan disfrutar de nuestra afición, la que tanto amamos y la que apagamos religiosamente, con IVA e impuestos incluidos. Esto lo digo por el acto de barbarie que esta pasada madrugada han perpetrado los antitaurinos, demostrando una vez más que son unos intolerantes, unos integristas y unos auténticos terroristas al destrozar con pintura roja las estatuas que hay en la explanada de Las Ventas dedicadas a toreros e incluso dejando hecha una auténtica guarrería la pared en la que seis figuras de toros esculpidas adornan la llegada a la plaza de toros. ¡pero que se va a esperar de los antis! Sólo hay que verles, unos auténticos guarros. No merece la pena perder más tiempo con esta escoria de la sociedad.
Lo que importa es que esta tarde, a las siete en punto, arrancaba el primer paseíllo del San Isidro 2017. Y por momentos parecía que no iba a ser posible debido a las malas condiciones meteorológicas que desde ayer por la noche sufrimos en Madrid. Lluvia, aguaceros y tormentas amenazando toda la jornada, sobre todo diez minutos antes de la hora prevista para el inicio de la primera de abono en los que ha caído la mundial, una auténtica cortina de agua que ponía en serias dudas la posibilidad de celebrar el festejo. Gracias a Dios tan solo ha durado diez minutos y, como por mando divino, se ha abierto el cielo y las nubes grises y negras que durante todo el día han estado amenazantes en el cielo han desparecido casi por completo y han permitido que el festejo diera comienzo. Por cierto, la lluvia caída en Madrid ha permitido comprobar que aunque el ruedo de Las Ventas se ha aplanado en esta temporada y ya no tiene el tremendo desnivel que tenía desde el centro hasta las tablas, donde residen los desagües, el drenaje sigue siendo extraordinario y la arena venteña ha aguantado perfectamente el temporal. Un problema menos.
Algo más de media plaza se ha llenado en esta tarde fría y ventosa, desapacible, realmente  desagradable en lo climatológico para ver la corrida de La Quinta, encante Santa Coloma, que ha hecho honor a su procedencia tanto en presentación como en comportamiento. Seis toros de hechuras muy similares, todos ellos en tipo, muy serios, astifinos, abiertos por delante, desafiantes, proporcionados y que han tenido movilidad y han sido exigentes, complicados y con emoción cuarto y quinto, noble pero bajo de raza el primero y un buen quinto, a los que no se les podía perder la cara ni un segundo, cada uno con sus matices, pero que podíamos calificar como interesante en su conjunto, demostrando así que seriedad y trapío no son cualidades directamente proporcionales al peso y que con 500 kg un toro puede estar perfectamente hecho para una plaza de primerísima como Madrid y dar juego durante la lidia. Los elegidos para abrir este San Isidro el madrileño Alberto Aguilar, el gaditano David Galván y el sevillano Javier Jiménez, toreros que tan solo por el hecho de anunciarse con este hierro para abrir San Isidro merecen el máximo respeto y demuestran arrojo y ganas de triunfar. 
Mala suerte la que ha tenido el gaditano David Galván con el segundo, un toro que desde salida apuntaba la querencia, buscando las tablas y terrenos de toriles, suelto de salida, al que Galván lo mete en el capote llevándolo por bajo, pegándoselo al hocico, andándole hacia atrás, el toro responde y humilla, buena lidia a mi modo de ver, la que requería el santacoloma. Tal es la querencia del toro que no hay manera de llevarlo al caballo de Jorge Torre, huye en cuanto se acerca a los terrenos del picador, allá por el 7, y es finalmente picado a favor de querencia por el que guarda puerta en la primera vara y por Torre la segunda. En banderillas pone en apuros a Miguel Ángel Sánchez y Rafael Limón, espera y corta el viaje, complicado tercio. En la muleta no cambia su comportamiento. Reservón, mide, busca, se revuelve sabedor de lo que deja atrás, toro con mucho peligro al que intenta someter Galván con doblones por bajo. Cada pase es una amenaza, se masca el riesgo y al final prende del muslo al de San Fernando y lo voltea cayendo al suelo de fea manera, queda inerte y es llevado a la enfermería inconsciente. Momentos de incertidumbre que se despejan con la noticia que llegan de la enfermería y que hablan de un puntazo en el muslo y fractura de codo. Aguilar mató como pudo a este segundo, era lo único que había que hacer. Por desgracia aquí ha acabado la actuación de David Galván en este San Isidro al que seguramente venía con la maleta llena de ilusiones, pero así es el toreo, un enfrentamiento cara a cara con el dolor, el drama, la tragedia o la muerte. Esperemos que se recupere pronto y regrese a los ruedos en breve. 
Alberto Aguilar necesita poca presentación en Madrid, respetado y querido en Las Ventas  y sabe lo que es tocar pelo en esta plaza y estar a punto de abrir la Puerta Grande. El primero ha sido un animal con cierta nobleza y de lo más manejable del encierro, con movilidad, si bien le ha faltado raza y se ha venido abajo muy pronto. Ha pasado sin pena ni gloria por los primeros tercios, mostrando a las claras que por el pitón derecho se acostaba. Varias coladas por ese lado han hecho que Aguilar basara toda su faena por el pitón izquierdo. Pulcro y templado, sacando naturales limpios, los mejores sin duda aquellos en los que le ha puesto la muleta en la cara y lo ha llevado toreado, sin quitársela, para taparle la salida y evitar la tendencia  a irse al final del muletazo. Faena de más a menos al venirse abajo el de La Quinta que ha carecido de emoción y transmisión a pesar de hacer las cosas bien Aguilar. Tampoco le ha dado demasiadas opciones el cuarto, otro que tenía movilidad a su manera, es decir, andarín, con la cara alta, sin humillar, cortando el viaje, revolviéndose y buscando. Tampoco ha cumplido en los primeros tercios, fea pelea en el caballo, cabeceando, sin emplearse. Tremenda la disposición del madrileño que no se ha escondido, se ha puesto y que ha tratado de sacar lo que tenía el toro. Lo mejor de la faena ha surgido en una tanda de naturales en la que ha conseguido llevar al toro con temple y ligazón gracias a perderle un pasito en cada lance y así quedar perfectamente colocado al finalizar el muletazo. No se le puede pedir más entrega y disposición a Aguilar que ha estado por encima de sus oponentes a mi modo de ver.
Javier Jiménez ha tenido en su lote al mejor toro de la corrida, el sexto, que ha sido corrido en quinto lugar por la cogida de Galván. Un toro que ha campado a sus anchas en los primeros tercios, creando el pánico, con una lidia desordenada, caótica, sin emplearse en el caballo, con un tercio de banderillas en el que el toro apretaba (que se lo digan a Abraham Neiro que ha pasado un momento de apuro del que ha salido por los pelos) y en el que Alejandro Sobrino e Isaac Galván han colocado los pares como han podido, entrando de aquella manera y dejándolos de sobaquillo. ¡Qué importante es la lidia y qué habríamos visto de este toro si se hubiera lidiado correctamente!. Toda la faena la ha llevado Jiménez por el pitón izquierdo, el único por el que se dejaba hacer el de La Quinta. Firme y paciente el sevillano, poco a poco ha ido dominando las brusquedades del toro para someterlo y llevarlo en naturales nada fáciles porque el toro tendía a irse y había que llevarlo muy tapadito. Han surgido tres tandas de naturales de enorme mérito y clase, ligados y con la mano baja que han arrancado los únicos olés de la tarde. Por cierto, un toro que tenía su guasa y ante el que había que estar con los cinco sentidos porque si no podía pegarte un susto al mínimo descuido. Magnífico un cambio de mano al final de una de una serie de tres naturales hondos y ligados. En mi opinión Javier Jiménez tan solo ha cometido un error en este toro, aparte del de la horrible lidia, el pasarse de faena. La verdad es que hay que entenderle. Estar ahí abajo, en Madrid, ante un toro de esta características y con el público coreando con olés los naturales hace que sea difícil aguantarse y no seguir intentando darle pases, pero era un toro para medir la faena y quizás con veinte muletazos habría estado listo para matar y en el momento álgido del trasteo. Mata de una entera tendida y atravesadita y saluda desde el tercio una merecida ovación. Con el tercero había tenido Jiménez escasas opciones de lucimiento, un toro incómodo, siempre con la cara arriba que no rompió en la muleta, a pesar que en los primeros tercios había apuntado cosas interesantes. Por ejemplo, los dos buenos puyazos que agarró Agustín Romero y que le permitieron abandonar el ruedo entre palmas, o el sensacional par de banderillas que puso Abraham Neiro. Tan solo algunos naturales sueltos de calidad y una serie en redondo templadita con la mano baja como mejores pasajes de su faena, y eso que el sevillano estuvo entregadísimo intentando sacar lo máximo del santacoloma. Más o menos lo mismo podríamos decir de su faena al sexto, que en realidad era el quinto y segundo del lote de David Galván y que el gaditano no pudo matar por su cogida. Aunque lo intentó e inició el trasteo con clase y torería el de La Quinta no permitió casi nada. Otro toro reservón y que no humilló absolutamente nada, que se defendía y tiraba tornillazos a diestro y siniestro. Aunque colocó una buena estocada entera el toro no doblaba y pasó un auténtico calvario escuchando dos avisos y a punto de recibir el tercero y ver cómo se devolvía el toro a corrales. Por suerte el animal dobló y los negros nubarrones que se cernían sobre Jiménez se disiparon, igual que los que durante todo el día de ayer amenazaban y descargaban agua en el cielo de Madrid y que  desaparecieron al sonar los clarines y timbales que anunciaban el inicio de este San Isidro. ¡Menos mal!.

Antonio Vallejo



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