Así titulaba una de las entradas de la pasada feria de abril sevillana tras ver a Antonio Ferrera torear en estado de gracia, demostrando una madurez y una torería superlativa, una clase y un temple fuera de serie, un auténtico maestro en toda su plenitud. Hoy no me queda más remedio que repetir el título y rendirme ante el arte, el sentimiento y el valor de este balear de nacimiento pero extremeño como torero.
La verdad es que esta tarde me asaltaban muchas dudas mientras bajaba por la Avenida de los Toreros camino de Las Ventas. La primera venía del cielo, toda la jornada de un gris plomizo y con sensación de bochorno que bien podía haber desembocado en una tormenta, algo que no me apetecía absolutamente nada. Al final ni una gota, incluso una agradable brisa que ha refrescado el ambiente. La otra duda era el aspecto que presentaría la plaza. No hay que olvidar que a las ocho de la tarde comenzaban los partidos decisivos para el título de Liga y el Real Madrid, mi Madrid, se la jugaba en Málaga. Sabemos del poder del fútbol para concentrar masas y no sabía en qué manera podría repercutir en la afluencia a los toros. Duda despejada y con un resultado que me ha dejado muy tranquilo y contento, la verdad. Plaza casi llena, quizás faltaran unas mil localidades para llenar los tendidos, magnífico aspecto para ver la que a mi al menos me parecía una corrida muy atractiva: Toros de Las Ramblas, procedencia Domecq Díez, para los espadas Juan José Padilla, Antonio Ferrera y Manuel Escribano. Bien por la afición que ha sido fiel, algo satisfactorio y necesario en estos tiempos tan antitaurinos en los que demostrar lo que somos y cuantos somos es primordial. La tercera duda venía derivada de la reacción del sector más crítico ante lo que saliera por toriles y lo que hicieran los toreros, a los que esta seguro que no le sigan a pasar ni una y a los que les iban a medir al milímetro. No olvidemos que no son precisamente de sus protegidos y a la mínima, o incluso sin tener argumentos, tratan de contrariar y reventar cuanto hagan. Duda también despejada pero esta vez gracias a lo bien, lo magníficamente que han estado los tres matadores, pero sobre todo gracias a la majestuosa torería de Ferrera que ha callado voces y ha puesto a cada cual en su sitio. Así que con todo esto y el Madrid con el título de campeón de Liga bajo el brazo la tarde ha salido redonda.
Como decía, una corrida de Las Ramblas que para mi gusto ha estado bien presentada, muy seria, reunida de pitones, de buenas hechuras para mi gusto, sin ir cargada de kilos, noble en general pero baja de raza, con dos toros que han destacado sobre los demás, el quinto, un toro pronto, con clase, repetidor y noble, y el sexto, con movilidad y más empuje, para tres toreros, Padilla, Ferrera y Escribano que han demostrado un valor, una entrega, unas ganas, una dignidad, una profesionalidad y, como no, un arte de muchos quilates, cada uno con su estilo y en función del toro que han tenido delante, pero todo con verdad.
Juan José Padilla no precisa presentación. Su estilo y su manera de entender el toreo es de sobra conocido, puede gustar más o menos, pero hay algo que es innegable e indudable, su fuerza física y mental y su enorme capacidad para luchar y vencer a las adversidades, lo que sin duda se ha trasladado a su toreo, dando lo máximo de sí cada tarde, sin guardarse ni un gramo de su toreo, pureza y verdad la del jerezano. Lo ha demostrado en sus dos toros. El primero sale suelto, con escasa fijeza, lo lancea padilla a la verónica con una media de remate aseada. Blandea de salida y pierde las manos en el caballo y a la salida del peto, y eso que se le castiga muy poco. Las protestas iniciales ante la presencia - algo que no entiendo ante este toro abierto de pitones, muy serio, astifino, bien hecho, musculado y proporcionado - y las condiciones del de Las Ramblas van en aumento, sobre todo al cambiar el tercio el presidente. Comparte los pares con Ferrera y Escribano y los tres ejecutan un buen tercio de banderillas, con facilidad, demostrando sus facultades, haciendo bien la suerte, llegando a la cara del toro, reuniendo y clavando con limpieza. El toro es noble y tiene cierta calidad, pero sus fuerzas van más que juntitas. Lo cuida, lo mima Padilla en la muleta, todo muy suave, media altura, pero no hay nada que hacer. Una vez más tengo que pararme a analizar el comportamiento de ciertos aficionados del 7. desde la salida de este primer toro han pedido a gritos que los inválidos se devuelvan, que queremos toros íntegros, con toda la razón, porque es la única manera de mantener la pureza de la Fiesta. Bien dicho y bien hecho por su parte, totalmente de acuerdo. Pero por desgracia les han vuelto a fallar las formas porque lo que no es para nada admisible es que coreen con olés irónicos, de cachondeo, realmente de desprecio y falta de respeto hacia el que está delante del toro los pases que esté intentando, aunque sea a todas luces evidente que no había nada que hacer y que el toro tenía que haber sido devuelto a los corrales como pidieron al principio. El momento para criticar lo que ha pasado es al final de la faena, una vez muerto el toro, ahí sí tienen el momento para expresar con toda la carga sonora, irónica y de improperios que quieran. Por cierto, que padilla ha liquidado a este primero de una estocada entera colocada con suma facilidad. El cuarto es un toro reunido, abrochado de pitones, astifino, engatillado al que recibe Juan José haciendo honor a su sobrenombre, el "Ciclón de Jerez" , con ¡seis! largas cambiadas de rodillas que han puesto la mecha en los tendidos y una cordobesa de remate que ha levantado los ánimos y al público de sus asientos. Cabecea en el peto, no se emplea, fea pelea. En badenrillas creo que ha estado realmente brillante, colocando los dos primeros pares llegando hasta la cara del toro, cuadrando y haciendo la suerte con pureza, de poder a poder, clavando arriba, para salir con torería. El tercer par, muy ajustado y al violín, pone de nuevo en pie a los aficionados. Inicia la faena de rodillas junto a las tablas del 7 calentando aún más el ya caldeado ambiente. Toma la muleta con la diestra y ejecuta una primera tanda en redondo en la que el de Las ramblas se raja, se va tras cada muletazo, huye. Ejemplo de pundonor de Padilla que le sigue tras cada lance, le intenta tapar la cara poniéndole la muleta, creo que la única manera a que había de intentar sacar algo del animal, pero es imposible, no hay donde rascar. Mata de nuevo con un sensacional espolonazo que liquida al toro. Recibe una calurosa y merecida ovación en reconocimiento a su entrega y profesionalidad en esta tarde.
Manuel Escribano tiene sin duda un antes y un después de Cobradiezmos, el victorino indultado aquella mágica tarde sevillana del pasado año. Hoy ha demostrado ante sus dos toros que aquello no fue casualidad y que el de Gerena lleva dentro mucho toreo. El tercero es un ejemplar imponente por delante, tremendas defensas, veleto, quizás algo escurrido por detrás, pero un toro muy serio. Las protestas contra los veterinarios que venían ya desde el primer toro arrecian en este y van subiendo de nivel, generando un clima enrarecido en esta primera parte de la corrida y que hace temer lo peor ante lo que restaba por salir. Lo recibe a la verónica templado para rematar con una media ralentizada con sabor. Huye del caballo en cuanto nota el acero, no empuja y se le castiga muy poco. Brillante tercio de banderillas que comparte con sus compañeros de terna, Padilla colocando su par con mucho riesgo, entre los pitones, asomándose al balcón que suele decirse, y Escribano colocando el suyo al quiebro, por dentro, en terrenos del 1, también muy arriesgado, de los que quitan el hipo. Toro parado y justo de fuerzas al que saca a los medios con suavidad, a media altura, sin obligarle, rematando con un molinete saleroso que arranca los aplausos. Lo torea en redondo con temple, derechazos profundos por bajo, el toro humilla y repite con cierta clase pero le falta emoción ante la sosería del toro. Va y viene, cierto, pero lo hace sin gracia alguna. Por el pitón izquierdo se queda muy corto y protesta, la faena va a menos y resulta deslucida a pesar del tesón del sevillano por sacar aunque fuera un solo muletazo limpio. Mata de certeza entera algo trasera, desprendida y atravesada. Al sexto se va recibirlo a porta gayola, dejando bien claro que viene de verdad, a por todas, sin dejarse nada. Una larga cambiada que corta la respiración al pararse el de Las Ramblas precede a unas verónicas para tratar de fijar al toro que sale suelto. Se duerme en el peto, dejándose pegar pero sin emplearse. El tercio de banderillas que protagoniza Escribano es sensacional, los dos primeros pares ejecutados con pureza, en la misma cara del toro, el tercero sencillamente estremecedor, sentado en el estribo, cita al toro, se incorpora cuando los pitones prácticamente le rozan y coloca un par al quiebro con la espalda pegada a las tablas, en un espacio que parecía virtual pero que el de Gerena ha hecho real. Enorme. Está claro que no quería dejar ni un segundo de sosiego, toma la muleta y se coloca en El Centro del ruedo para pasarse al toro a milímetros de la chaquetilla en dos cambiados por la espalda que cortan la respiración, escalofriante, con tremenda emoción. Buena la primera serie por el pitón derecho, templada, en largo, ligando por bajo. El toro responde, humilla, mete la cara con clase y repite. Aprovecha cada embestida mientras tiene fuerzas, se cambia a la mano izquierda pero por ese pitón no tiene recorrido. No duda en acortar distancias y meterse en terrenos comprometidos, entre los pitones, templado, sacando una serie en redondo de mucho peso, por bajo, ni un toque a las telas. Máxima entrega y valor del de Gerena ante este sexto, dando una lección de temple y emoción, llegando a los tendidos. Fue una pena que emborronara una muy buena faena con un metesaca a los bajos, pero eso no resta mérito a lo que nos ha dejado en la memoria.
Antonio Ferrera llegaba como triunfador en Sevilla, y eso sin cortar ni una oreja, lo que dice mucho del toreo desarrollado por el balear-extremeño. Y lo ha refrendado en la tarde de hoy dejando impronta de torero en plenitud, en una madurez dorada, con las ideas claras, sereno, firme, rotundo. El segundo es un toro de buenas hechuras, veleto, muy serio y astifino que repite con brío en el capote de Ferrera a las verónicas templadas, ganado pasos para sacarlo a los medios y rematar con dos medias, especialmente la última, de auténtico cartel. El de las Ramblas empuja y se emplea en una primera vara en la que se le pega con fuerza, cumple en el caballo. Como es habitual en estas corridas de matadores-banderilleros comparte los rehiletes en su primer toro para completar otro brillante tercio con Padilla y Escribano clavando con extraordinaria verdad, en la cara, y Ferrera en un par impresionante por dentro en terrenos del 10. Como a lo largo d toda la tarde la ovación al finalizar el tercio ha sido clamorosa. El inicio de faena destila torería, por bajo, templado, máxima suavidad, con una trincherilla y unos cambios de manos supremos, cargados de gusto. La primera serie por el pitón derecho la ejecuta templada, cadenciosa, lenta, la mano baja, ligada, para rematar con un soberbio pase de pecho largo, de gran belleza. El toro es noble pero aguanta tan solo dos tandas y se viene abajo. Por el pitón izquierdo se queda corto, se revuelve y la faena decae en emoción, pese a lo cual lo sigue intentando Ferrera con tesón y voluntad infinita. Cuando se perfila para entra a matar un auténtico hijo de ha buscado su segundo d gloria y no se le ha ocurrido cosa mejor que gritar "gol del Madrid", y eso que el partido aún no había comenzado, eran las ocho menos cuarto, so imbécil. un energúmeno, un ser despreciable al que había que haber localizado y sacado de las orejas de la plaza y que no pise jamás ni Las Ventas ni cualquier otra, miserable, canalla. Es lo que decía al principio, algunos animales d los tendidos no saben comportarse, y este estaba por el tres o el cuatro. No ha desconcertado a Ferrera que ha matado entrando por derecho dejando un espadazo que ha pasaportado al de Las Ramblas. La culminación de su obra ha llegado en el quinto, un toro precioso, hondo, estrecho de sienes, cornidelantero, no luce en le capote, echa la cara arriba y las manos por delante. tampoco en le caballo demuestra grandes cosas, al revés, no se emplea y cabecea. Coloca los pares de banderillas con gran pureza, en la cara del toro los dos primeros y al quiebro por los adentros el tercero siguiendo la tónica de la tarde en este tercio. Si el inicio a su anterior toro destilaba torería el comienzo de faena a este quinto inunda de esa torería a todo Madrid. Desde la primera raya a los medios andándole al de Las ramblas como si nada, con gran suavidad, con pasmosa naturalidad, pasándoselo por ambos pitones con trincherillas y ayudados por alto de gran belleza y gusto extraordinario para dejar al toro colocado e iniciar el toreo al natural tras un cambio de mano supremo, cargado de sabor y sentimiento torero. Por el pitón izquierdo lo torea como los arcángeles, naturales hondos, templados, largos, ligados, con cadencia, acompañando el viaje con la cintura, una auténtica maravilla. Toreo al natural de gran altura, sabor a toreo eterno, el que nos emociona y enamora a todos, templado, largo y por bajo, culminado con otro cambio d mano superlativo, eterno. Por el pitón derecho saca una serie rotunda y templada sin quitarle la muleta de la cara, una sucesión de derechazos sin solución de continuidad que pone en pie a los tendidos. Bueno, siempre hay alguien disconforme que protesta, lo que aún no acabo de entender es qué protestaba. relajadísimo, disfrutando del toreo, gustándose, dejándose ante la cara del toro con unos naturales finales de gran sabor y enorme carga de sentimiento. No me extraña que haya disfrutado con este toro de Las Ramblas, noble y con clase, acostumbrado como ha estado durante tantos años a verse las caras con las ganaderías y las corridas más duras, a fajarse con auténticas alimañas, en un ejemplo de profesionalidad y de agallas. Se vuelca sobre el morrillo para colocar un estoconazo que hace rodar al toro sin puntilla. Petición unánime de las dos orejas, pero el presidente ha decidido que una era suficiente. ¡Qué más da!, si así se queda contento y es feliz demostrando lo que manda, allá él, pero sinceramente creo que la faena valía una oreja y la estocada otra, por lo que uno más uno, si mis cuentas no fallan, son dos. Al final ha recibido una bronca monumental de todos los espectadores, excepto catorce que he llegado a contar en los altos del siete. En serio, no es un número figurado, son los que he llegado a identificar aplaudiendo la decisión del presidente, una multitud.
Una tarde que si bien en su primera mitad mantuvo un tono gris como el cielo y discurrió entre protestas y un ambiente enrarecido, en la segunda parte remontó el vuelo y nos dejó ver a tres toreros que por encima de todo han demostrado enorme entrega pundonor, amor y respeto a esta profesión, además de valor, arte y torería. Una tarde en la que el público ha respondido y que además ha tenido al Madrid campeón, ¿que más puedo pedir?.
Antonio Vallejo
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