Dándole vueltas a la cabeza sobre la manera de empezar a contar lo que he visto esta tarde en Las Ventas se me iban ocurriendo varias formas de hacerlo, iban y venían ideas, parecían buenas, al verlas plasmadas no lo eran tanto, borrón y a empezar de nuevo, sin darme cuenta que no era tan difícil. Tan solo con poner un nombre, un apellido y un calificativo era suficiente: Joselito Adame, torero. A veces nos complicamos las cosas en adornos barrocos y no nos damos cuenta que lo sobrio es casi siempre lo mejor. Sobrio como el toreo del mexicano ante el sexto, firme como su actitud, valiente como su ánimo, una demostración de verdad, jugándosela a cuerpo limpio ante un toro complicado y con peligro al que no era nada fácil parar y dominar, que exigía mucho, que pedía el carnet. Despertábamos del sueño agradable de estos tres días tan intensos de emociones y volvíamos a la cruda realidad, o mejor dicho, volvíamos al desagradable sueño, al sopor que había presidio la feria hasta el pasado miércoles, con una corrida de El Torero, procedencia Juan Pedro Domecq, para mi gusto mal presentada y fea de hechuras a excepción de cuarto y sexto, fuera de tipo en general, varios ejemplares con una encornadura descomunal, desproporcionada en relación a la cara y al volumen de la res, que además ha tenido un comportamiento realmente pobre, baja de raza y casta, blanda y con un punto de mansedumbre en varios toros. Viendo los toros que han salido esta tarde cada día entiendo menos algunos criterios de esta plaza. Me refiero a los veterinarios, no me explico cómo algunos ejemplares han pasado el reconocimiento. Bueno, sí lo sé, porque les habían puesto los pitones de otro toro, es la única manera de entender cómo toros escurridos y de escaso volumen han podido lucir esta tarde tan exageradas defensas. Bromas aparte, me parece indígno para la primera plaza del mundo que los toros que han saltado hoy a la arena, para hacérselo mirar por parte del equipo veterinario y para exigirles explicaciones y responsabilidades.
Este desastre lo han maquillado Francisco José Espada, que confirmaba alternativa, y Ginés Marín, que regresaba 48 horas después de abrir la Puerta Grande maravillando con su toreo, estando por encima de sus toros gracias a su entrega y buen hacer, pero ha sido Joselito Adame, máximo exponente del toreo mexicano y ya consagrada figura en esta plaza, el que ha salvado in extremis la tarde en un alarde de valor, serenidad, disposición, entrega, temple y poder ante del sexto, un toro que en todo momento ha llevado la cara arriba, punteando las telas, suelto, sin fijeza, con movilidad pero sin clase, que no ha lucido en el capote ni se ha empleado en el caballo, al que en banderillas Fernando Sánchez le ha colocado un extraordinario par porque también él es extraordinario, un maestro, un gran torero de plata que hace de este tercio una auténtica obra de arte, que si hubiera dependido de las facultades del de El Torero aún estaríamos esperando para ver algo lucido. Igual que en la muleta de Adame, todo lo ha puesto y lo ha hecho el mexicano en una faena de entrega, valentía y riesgo, jugándosela sin importarle salir herido y perder la segunda tarde que tiene contratada, un ejemplo de vergüenza torera dando la cara con verdad frente un toro ante el que muchos hubieran arrojado la toalla tras los primeros derrotes del animal y su brusquedad. Inicia la faena por estatuarios junto a las tablas del 8, una trincherilla y uno de desdén que hace que el toro pierda las manos con estrépito en cuanto le ha obligado. Es muy poca la fuerza que tiene este toro, hace que tenga que aguantarle a media altura por el pitón izquierdo, el toro echa la cara arriba y busca las telas, a pesar de lo cual sea dos naturales hondos de enorme mérito, templados y con la mano más baja. Firme, sereno, poniéndole la muleta en la cara roba una tanda al natural excelente por temple y ligazón, bien colocado, dejando patente su mando y su técnica, naturales lentos, largos y con hondura, aparte de un valor a prueba de parones y miradas del toro que sabe lo que buscaba, exigente y peligroso, al que no se le podía perder la cara ni un segundo. Lección de pundonor que incomprensiblemente muchos no han visto o no han querido ver, un toreo al natural de grandísimo mérito y peso ante un animal deslucido y brusco que no colaboraba lo más mínimo, al que era muy difícil para en sus acometidas, que no embestidas, y lo ha conseguido Joselito Adame La serie al final de faena citando de frente a pies juntos ha sido excelente, firme, templada y lenta, exponiendo todo y un poco más, encogiéndonos el corazón con las bernardinas con las que ha cerrado para perfilarse y entrar a matar ¡arrojando la muleta al suelo y tirándose a cuerpo limpio sobre el morrillo para colocar un estoconazo que ha hecho rodar sin puntilla al de El Torero en segundos atrapando a Adame bajo su cuerpo!, algo que no había visto jamás. Oreja de ley pedida por una mayoría aplastante en medio de un mar de pañuelos, incontestable, oreja al valor de un torero, Joselito Adame. Y todavía ha habido algún inconformista, algún sabio de esos que pueblan ciertas localidades de tendidos de sol, algún purista que habrá medido unas micras de caida de la espada o simplemente alguno que no tiene ni idea y que se considera guardián de la pureza del toreo que ha protestado la concesión de la oreja. Cosas veredes.
El resto de la corrida no es merecedora de que se le dedicara ni un renglón, pero por respeto a Francisco José Espada y Ginés Marín que han estado muy por encima del juego de sus lotes no lo haré. Francisco José Espada ha pagado con una cogida espeluznante su entrega y disposición ante el único toro que ha podido lidiar, el de su confirmación de alternativa. Un toro deslucido, suelto, sin fijeza ni codicia, de descompuesta embestida, que ni en el capote ha dicho nada, ni en el caballo se ha empleado y que en banderillas ha cortado y puesto en complicaciones a Agustín Serrano y David Saugar "Pirri", quienes han resuelto la papeleta con oficio y valor. Inicio explosivo de faena del fuenlabreño por estatuarios, un cambiado por la espalda y uno de desprecio con gusto. Toreo en redondo templado, corriendo la mano, alargando el viaje, por bajo, series en las que el toro tiende a irse al final del muletazo, intentando taparle la salida para cerrarle el camino, gran esfuerzo y disposición de Espada que no ha cesado en su empeño de tapar el defecto del animal. Por el pitón izquierdo saca una buena tanda de naturales templados y ligados con empaque, buenas maneras manejando la muleta. La verdad es que le he visto firme y con una entrega máxima, sobre todo en las manoletinas finales, una arrucina y un cambiado por la espalda ajustadísimo de mucho peso y valor, nueva muestra de que venía a dejárselo todo por triunfar. Pincha al primer intento y al entrar a matar por segunda vez es volteado y cae al suelo pisoteado por el toro. Traumatismo craneoencefálico severo dicta el parte médico, sin cornada, pero debe ser trasladado a un centro hospitalario para se explorado y evaluar la gravedad del traumatismo. No se le puede pedir más a Espada que ha hecho todo lo posible ante un toro que no ha colaborado nada, soso y descastado, muy digno confirmante al que deseo una pronta y total recuperación.
Ginés Marín venía de cortar dos orejas el pasado jueves y por ello ha recibido una cariñosa ovación al romperse el paseíllo, ovación que por cierto no recibió ayer Paquirri en el día de su despedida de Madrid, una falta de educación y sensibilidad por parte del público, dicho sea de paso. Nada, absolutamente nada ha tenido enfrente el jerezano. Toros imposibles de lidiar, sin recorrido, sin fuerza, sin raza ni casta, toros que al único que le valen es a Toribio para servirnos esos exquisitos platos de rabo de toro que elabora en su cocina con auténtica maestría culinaria. Más que digno y dispuesto Marín, intentando justificarse incluso más de lo que podía ser exigible y que ha optado, demostrando personalidad, por tomar la espada con prontitud y ahorrarnos minutos tediosos de pases sin sentido alguno. Bastante ha hecho con intentar ponerles la muleta para ver si tomaban aunque solo fuera un pase, pero ni eso.
Y así nos hemos vuelto para casa cuando las manecillas del reloj de la plaza de Las Ventas marcaban las nueve en punto de la noche, agradable noche madrileña, con un viento fresquito que anuncia cambios para los próximos días, no solo climatológicos, espero que también en el juego de los toros, que si no es por Joselito Adame lo de hoy hubiera sido una pesadilla.
Antonio Vallejo
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