Tarde complicada en muchos aspectos, que parecía ir destinada al letrado y que se ha librado de ello de milagro gracias a dos toros, los del lote de David Mora. Toros de Parladé, segundo hierro de Juan Pedro Domecq, para Curro Díaz, Iván Fandiño y David Mora. Cartel, en mi opinión, de gran atractivo y que me ha deparado la primera sorpresa allegar a la plaza y que estaba ocupada tan solo en más de tres cuartos, algo que sinceramente no me esperaba. Si en San Isidro, con esta combinación de nombres, no se llena Las Ventas, algo falla y hay que mirarlo con preocupación, buscar y analizar las posibles causas e intentar ponerles remedio lo más rápido posible. Soy incapaz de entender que hoy no hubiera un lleno en La Monumental, pero las cosas son como son y no como nos gustarían que fueran. Como los toros de Parladé, serios, astifinos, bien presentados a mi modo de ver, diversos de hechuras, unos más rematados que otros, sin exceso de kilos, alguno terciadito, que no han dado juego en general, deslucidos (o sea, malos), descastados, el quinto un asesino que se tenía que haber llamado Mr. Magoo porque no veía nada e iba al bulto con una mala leche y unas malas intenciones descomunales, salvándose de la quema los ya referidos tercero y sexto, dos buenos toros nobles y con clase, aunque han durado poco. Como decía, las cosas y los toros son como son, no como nos gustaría que fueran. Que se lo digan si no a los ganaderos, gente que pone todo su esfuerzo, todo su empeño, toda su dedicación en criar lo mejor, que invierte su tiempo y su dinero en sacar adelante toros bravos, que cuida y protege una especie que si no fuera por ellos estaría en vías de extinción, que se enfrenta cada día al reto de elegir lo mejor que tiene en el campo para llevarlo a las plazas de toros, difícil tarea y enorme responsabilidad, especialmente si se trata de una plaza como Madrid. Estoy convencido, no tengo ni un átomo de duda que los ganaderos se rebañan los sesos por traer a Las Ventas, y a cada plaza, lo mejor, viven de ello y no elegir bien o hacerlo a la ligera sería tirar piedras contra su propio tejado, un auténtico suicidio. Por eso me molestan enormemente los gritos e improperios que en tardes como la de hoy se han escuchado desde el tendido que todos sabemos, como me toca las narices el "miau" que sueltan por sus bocas cuando un hombre se está jugando la vida ante un animal de "tan solo" 500 Kg, da igual los pitones que tenga y que demuestra su mala educación y su ignorancia supina. El motivo no ha sido la presentación, la falta de casta, la falta de fuerzas, no, el motivo se llama Domecq. Me juego triple contra sencillo que los toros de hoy con la divisa de otro hierro, alguno de sus favoritos, no hubieran recibido tanto insulto y se hubieran tolerado como las hemorroides, en silencio. Podremos decir que los toros salen mejores o peores, que no han embestido, que no tienen fuerzas, lo que sea, pero vocear sin parar, soltar barbaridades contra el ganadero o el mayoral y pasarse la tarde molestando y protestando todo según el nombre que aparece en la tablilla me parece inadmisible. Y es así año tras año, tarde tras tarde, como con los toreros. ¿Que no es así?. Pues que se lo digan a Iván Fandiño que hoy ha tenido que aguantar doble ración de maltrato e injusticia. El de Orduña ha sido considerado durante varias temporadas "torero de Madrid", respetado y protegido por el sector sabio que vio en él al destronador de las figuras que odian. De la noche a la mañana pasó de ídolo a villano y a sufrir las de Caín cada vez que ha vuelto a Madrid. Ni idea de por qué fue el radical cambio de actitud de ese sector, pero sospecho que es otro de sus caprichos, de sus modas, de sus fobias incomprensibles. Hoy se ha visto clarísimo en el que hizo quinto, un sobrero de El Montecillo que desparramaba la vista, que iba al bulto desde salida, ya con el capote se ha salvado de milagro el vizcaíno. En el caballo se iba al cuello y a los muslos del picador, en banderillas esperaba, cortaba e iba a por los subalternos con intenciones asesinas. No entiendo que el presidente se haya negado a cambiar el tercio con tres palos colocados ante la reiterada petición , casi súplica, del matador ante lo que estábamos viendo y que no ha acabado en tragedia de milagro al ser prendido Víctor Manuel Martínez intentando colocar la puñetera cuarta banderilla. El Ángel de la Guarda de los toreros le ha hecho el quite y gracias a Dios no estamos hablando de una tremenda cornada. Señor presidente, vea la corrida repetida en la tele y piense en la barbaridad que ha estado a punto de permitir, deje a un lado el reglamentismo y dé paso al sentido común. Esta es la primera mitad del doble maltrato que ha sufrido Fandiño, la proveniente del palco. La otra mitad ha venido de ese sector del público que se ha puesto a abuchear, a gritar desaforadamente, histéricamente, cuando han visto que tras dos machetazos ha tomado la espada para liquidar a la alimaña de cualquier manera. Es lo único que había que hacer, lo que se debía hacer, cualquier otra cosa hubiera sido una locura, menos para los que se han puesto como energúmenos. Si les faltaba algo por demostrar hoy lo han hecho y han quedado definitivamente retratados. Esto es arte, no el circo romano, a ver si lo entienden. Muy bien Fandiño, le aplaudo.
También mala suerte la del vizcaíno con el segundo, devuelto por inválido. Corre turno y en su lugar sale un precios colorado chorreado muy serio, de magnífcas hechuras, abrochadito de pitones, muy astifino que pasa sin pena ni gloria por los primeros tercios, se le mide mucho el castigo por su evidente falta de fuerzas y permite un buen tercio de banderillas a cargo de Diego Ramón Jiménez y Víctor Manuel Martínez. Empieza la faena en redondo, el toro repite, muletazos templados pero la falta de empuje del animal le hace carecer de emoción. Pulcro Fandiño, le pone la muleta adelantada, lo intenta llevar en largo y por bajo pero el Parladé corta el viaje y el trasteo resulta insulso, deslucido. Por el pitón izquierdo protesta, se defiende, no va, imposible. No cesa en su empeño y lo intenta de todas las maneras, pero no hay toro. Voluntarioso y firme el vizcaíno que ha tenido que aguantar silbidos y reproches ante cualquier cosa que hiciera. Hoy le tocaba a él aguantar a los sabios, estaba claro.
Curro Díaz ha llevado en su lote similar suerte a la de Fandiño. Dos toros descastados, parados, sin fuerzas. En el primero nos ha dejado unas verónicas caras, lentas, cadenciosas, con el gusto que imprime el jienense a su toreo, rematando con una larga de mucho sabor. Poco más ha dado de sí el Parladé, que cabecea en el caballo, no se emplea y llega parado a la muleta. Por lo menos hemos visto un muy buen tercio de banderillas a cargo de Óscar Castellanos y Pascual Mellinas, con pureza, haciendo la suerte muy bien. Tardo, de corto recorrido, cabecea, se revuelve, se frena, mide y busca en algunos lances con peligro. Nulo lucimiento, abrevia y mata de media en buen sitio. El cuarto, de El Montecillo, sale suelto, sin fijeza, muestra querencia y se va al caballo que guarda puerta. Pelea fea en el caballo que apunta a manso. Inicio de faena en la primera raya, dibuja el jienense bellos trazos en una serie en redondo, suave, con gusto, sobre todo uno desmayado de escándalo. Le va ganando terreno para sacarlo a los medios y ahí se apaga el toro. Echa la cara arriba, puntea las telas, trata de bajarle la mano pero el Montecillo no responde. Estos defectos son más acentuados por el pitón izquierdo, se queda muy corto. Lo mejor de Curro ha sido su disposición y sus ganas intentando sacar aunque sea un muletazo lucido y sentido, pero ha sido imposible.
David Mora ha sido más afortunado en el sorteo de los toros. El tercero lo protestan por su peso, pero es un toro serio y astifino, armónico y ajustado a su morfología, al menos así me lo ha parecido. No cumple en el capote ni en el caballo. Lucido quite por gaoneras de Mora y buenos pares de Antoñares preludio d ella faena de muleta que inicia clavado en le centro del anillo con un cambiado por la espalda ajustadísimo que cortaba la respiración, seguido de estatuario por alto sin enmendarse, otro más por la espalda y uno de pecho con la elegancia y la clase que el madrileño imprime a su toreo. Por el pitón derecho compone muletazos templados, largos, bajos, desmayando la figura, precioso. Por el izquierdo protesta y baja el nivel, más deslucido, pero traza un natural hondo maravilloso, rotundo. Aunque no ha llegado al nivel de protesta de Fandiño tampoco se ha librado d escuchar constantemente reprobaciones a todo lo que hacía por parte de los intransigentes. Lo que ha tenido el Parladé se lo ha sacado David con gusto y clase, sin renunciar a torear en largo y templado a este toro noble y manejable pero al que le han faltado fuerzas y empuje para transmitir y emocionar. Mata de entera trasera volcándose literalmente sobre el morrillo y recibe una calurosa ovación que saluda desde el tercio.
El sexto también lo protestan algunos de salida por falta de presencia, y eso que es muy serio y astifino. Magníficas verónicas de saludo, templadas, repletas de clase y ritmo, la media de remate es un cartel y la revolera la mecha que enciende a la gran mayoría de los tendidos. Y como no podía ser de otra manera cuando Angel Otero se dispone a banderillear, hay máxima expectación. Extraordinarios, sensacionales, los dos pares que coloca Otero, pletórico, cuadrando en la misma cara, reuniendo a la perfección y dejando clavados arriba los cuatro palos. Entre los del pasado día 13 y los de hoy ha presentado su candidatura al mejor par de la feria. Gran torero de plata. Inicio de faena elegante, flexionando la rodilla, templado, llevándolo largo y sometido por bajo, molinete garboso y uno de pecho de pitón a rabo que despierta los olés y la ovación. Toro pronto, con clase, que va largo con buen tranco y mete la cara. Gran toreo en redondo en dos series templadas y ligadas, bien colocado, bajando la mano, adornando el final con una pase de desdén extraordinario. En la tercera serie empieza a defenderse, pero Mora le da aire y le saca más redondos con la clase habitual en él, sobre todo en el cambio de mano, ¡qué delicia!. Por el izquierdo protesta y s queda más corto. Roba los naturales uno a uno, algunos hondos, otros menos lucidos. La pena es que el Parladé no ha durado más, esas cuatro tandas y se acabó. El mérito que le doy a Mora, además de su clase y su buen toreo a este sexto, es que no ha dado ni un muletazo más y se ha tirado a matar directamente colocando un espolonazo que pasaporta al toro sin puntilla. Siempre decimos que al torero hay que medirle en función del toro. Pues bien, mejor no ha podido entender Mora a este sexto. Ha bordado el toreo cuando ha durado y ha medido la faena a la perfección. Si a eso le sumamos el espadazo, que dicen que en Madrid puede valer una oreja por sí solo, no me parece extraño que haya cortado una oreja. Personalmente creo que había mayoría de pañuelos, algunos pensarán que la petición era injustificada, pero el público se ha manifestado de esa manera y no hay discusión. Personalmente estoy feliz de que haya cortado una oreja, por el conjunto de su actuación en esta tarde, por como ha toreado al sexto y por los dos estoconazos con los que ha matado en ambos toros.¡Ah! y porque nadie olvide mi debilidad por David Mora, por su toreo, por su pundonor y capacidad de sacrificio.
Así se ha salvado esta tarde, por dos toros, y así se ha salvado el banderillero Víctor Manuel Martínez, de milagro. En ambos casos, naufragio y tragedia se han evitado por los pelos.
Antonio Vallejo
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