Día del Santo Patrón, San Isidro, día grande en Madrid, cartel rematado con tres toreros del gusto de la afición, Curro Díaz, Paco Ureña y Alberto López Simón, plaza llena, Las Ventas presentando un aspecto magnifico, temperatura primaveral, viento en calma, y en los corrales seis toros de Montalvo, procedencia Domecq Díez, todo a favor, al menos en apariencia. Hay un dicho que reza algo así como "el hombre propone, Dios dispone, sale el toro.... y lo descompone". Llevamos cinco de San Isidro, cuatro de toros y una de rejones, y la nota dominante de cada día ha sido hablar de falta de raza, descastados, sin empuje, escasez de fuerzas, mansedumbre y tantos calificativos que aplicamos cada día para definir el comportamiento de los toros y que la final un día y otro acabamos englobando en ese concepto tan usado y manoseado que es "deslucidos". Realmente, ¿que queremos decir con este eufemismo?. Pues algo tan sencillo como que la corrida ha sido mala. Es cierto que también recurrimos una coletilla que dice "se salvan tal y tal toro", que traducido quiere decir que dentro de la malo han sido tan solo regulares. Si hablamos de las cuatro corridas de a pie se han lidiado 24 toros, y creo que buenos se han destacado 2 ó 3, pobre bagaje, un porcentaje mínimo. Desde luego que todo puede cambiar, que es pronto y queda mucho y muy bueno por llegar, pero se nos había anunciado una feria distinta, ilusionante, que iba a eliminar muchos defectos anteriores, donde los carteles iban a ser de máximo atractivo, donde la variedad de encastes iba a llegar de verdad, y muchas más cosas que llegaron a calificar este San Isidro como el de la revolución. Pero lo cierto es que hasta el momento es un San Isidro muy similar a los de años atrás. Los primeros festejos no han tenido el tirón esperado, la confección de los carteles no ha diferido mucho de la de cualquier otro año y el comportamiento de los toros, con las dos o tres excepciones, ha sido decepcionante. Insisto que aún es pronto y queda mucha feria por delante, pero el inicio no es muy esperanzador. Espero y deseo que cambie, seguro que lo hará.
Como decía, seis toros de Montalvo a los que hoy también se les pueden aplicar muchos términos que suenan a tópico. Serios, astifinos, buenas defensas, es lo mínimo que se exige en Madrid, variados de hechuras y de presentación, en mi opinión la mayoría algo por encima del peso y el volumen de este encaste, muchos kilos para mover, y que en cuanto a comportamiento han resultado deslucidos, salvando al tercero y cuarto con matices. Vamos, que podría ser un corta y pega de cualquier otra tarde. Siguiendo aplicando tópicos y frases que parecen hechas podríamos decir lo mismo de la terna, que se han estrellado contra este muro, que han tenido escasas opciones de lucimiento a pesar de su disposición y entrega y que de toda la tarde sólo se salvan detalles de torería de Curro Díaz en sus dos toros, el buen hacer de Paco Ureña que intentó lo imposible con su lote y que dejó algunos muletazos sueltos de buen trazo y la corrección de López Simón en el tercero, sin nada que hacer ante el sexto. Pobre, decepcionante balance para lo que se esperaba de una tarde como la de hoy. Por cierto, hablando de López Simón, torero encumbrado precisamente por esta plaza creo que hoy ha visto como las cañas se pueden tornar lanzas y me da la impresión que se le va a empezar a medir con lupa cada movimiento que haga y cada milímetro que se salga de la perfección por parte de cierto sector de Las Ventas y se le critica, se le reprocha y se le reprueba todo o casi todo de lo que antes se alababa. Es solo una impresión, pero creo que el nivel de exigencia y de intransigencia mostrado esta tarde por ese sector que decide quien les vale y quien no en cada momento es sospechoso, y no es la primera vez que lo vemos, que se lo digan a Fandiño, por poner un ejemplo. y si no, al tiempo.
Decía que Curro Díaz ha dejado detalles en este día de San Isidro. Así ha sido, con el capote en el primero, unas verónicas de saludo templadas y relajadas, lentas, suaves, con el gusto que el jienense impregna a su toreo, al igual que las chicuelinas al paso para llevar al toro al caballo, con una clase extraordinaria y repletas de sabor. Torea templado con la muleta, con el gusto y la clase que tiene, componiendo la figura, incluso desmayado en algunos lances, una buena serie en redondo, una tricherilla y un cambio de mano elegante, pero todo a media altura porque el de Montalvo no aguantaba bajarle mucho la mano, lo que hace que la faena no tome el vuelo deseado. Y solo por el pitón derecho, porque el izquierdo no permitió ni un natural. Justo lo opuesto al cuarto, un toro que desde salida se coló por el pitón derecho y que solo sirvió por el izquierdo. Eso sí, ese pitón izquierdo fue realmente bueno, metía la cara con nobleza y calidad y repetía, pero también es cierto que el animal se abría y embestía un poco por fuera. Por ahí ha compuesto una faena al natural que ha tenido pasajes de mucha belleza con naturales hondos, ligados, bajando la mano y pases de desdén exquisitos, aunque la tendencia a abrirse hizo que para algunos pareciera que citaba fuera de sitio y se le censurara desde algunas localidades. Quizás faltó continuidad a la faena y ello deslució el resultado final. Bueno, eso y el mal manejo de la espada en sus dos toros, a los que ha matado mal, con bajonazos que no han gustado nada, como es lógico. Lo dicho, detalles, destellos, eso sí, muy buenos, pero esperábamos y deseábamos algo más.
Paco Ureña se las ha visto con un lote cercano a lo imposible. El segundo, de corto recorrido, se defendía, cabeceaba, lo ha tratado de someter por bajo para intentar corregir esos defectos y tan solo una serie por el pitón derecho ha tenido cierto ritmo y son con un par de muletazos en redondo templados, ligados y bajando la mano. Del resto del trasteo solo se puede destacar el esfuerzo del murciano por sacar algo del toro, pero no había fondo en el que buscar. Con el quinto ha pasado un momento dramático cuando de salida se ha ido a por él y literalmente le ha empotrado contra las tablas. Afortunadamente era un toro muy abierto de pitones y el tremendo impacto ha sido con la cara, porque de llegar a empitonar a Ureña no sé las consecuencias que hubiera tenido. Por lo que he leído es probable que tenga una lesión de ligamentos, a la espera de pruebas médicas. Inicia por estatuarios pero el toro no va, le cuesta un mundo mover sus 573 Kg y el de Lorca tan solo logra orquestar una buena tanda por el pitón derecho con temple y ligazón bajando la mano. No ha habido más, el de Montalvo era un marmolillo al que Ureña ha intentado sacarle aunque fuera un pase suelto pero ná de ná. Más disposición y esfuerzo no se le puede pedir, teniendo en cuenta que toreó lesionado, algo que quizá influyera en el fallo con la espada, una fea estocada entera atravesada desprendida y que hizo guardia. Pero una vez más Ureña ha dejado patente su profesionalidad y su dignidad torera.
López Simón ha tenido en el tercero un toro que en los primeros tercios ha apuntado cosas de bravo, como su pelea en el caballo de Pedro Iturralde metiendo los riñones y su comportamiento en banderillas, con movilidad y fijeza, permitiendo a Domingo Siro y Jesús Arruga protagonizar un extraordinario tercio, cuadrando en la cara del toro y clavando los seis palos a la perfección. Gran ovación a la que responden desmonterados. Inicia la faena doblándose por bajo, sometiéndole mucho, llevándolo largo, mete la cara con clase y repite con movilidad, pero el de Montalvo pierde la manos al tercer muletazo. Quizás le haya faltado algo de acople a López Simón, buscar y encontrar la distancia y es posible que eso le haya hecho alternar muletazos largos y templados con otros menos limpios, sin ritmo ni continuidad, lo que se traduce en falta de transmisión y emoción a medida que avanza la faena. Cuando lo lleva a media altura y le obliga menos el toro responde mejor y es entonces cuando saca la mejor serie por el pitón derecho, ligada y con calidad. Pero hasta ahí llega la gasolina del toro, se para y la faena va a menos, sobre todo por el pitón izquierdo por donde pasa sin gracia ninguna, sin emoción, soso y deslucido, naturales sueltos que no transmiten. Lo mejor la habilidosa y certera estocada con la que fulmina este tercero. Y ahí se ha acabado la actuación de López Simón, inédito ante un imposible sexto que lo único que ha hecho ha sido apretar en tablas al madrileño en el saludo capotero, porque en la muleta no ha tenido nada, de fea y descoordinada embestida, con la cara alta, revolviéndose y punteando las telas. Se ha puesto López Simón, se ha justificado de sobra y cualquiera ha podido ver que era imposible hacer algo, más no se le puede ni debe pedir.
Con tópicos o sin ellos, con frases hechas se puede resumir esta tarde de la que tanto esperábamos: deslucida. Aún quedan muchas por delante y seguro que la suerte cambiará, nos queda mucho por disfrutar, o al menos eso espero. ¿Será mañana?.
Antonio Vallejo
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