Ambiente de grandes ocasiones en esta calurosa tarde en Madrid. Cartel de "no hay billetes", lleno a reventar, máxima expectación, sobre todo tras el fiasco de la corrida de Valdefresno y Hermanos Fraile Mazas lidiada ayer. Necesitaba este San Isidro 2017 algo que cambiara el rumbo en el que se había sumido, algo que hiciera pensar a los aficionados que lo visto hasta ayer ha sido un accidente y que las cosas iban a mejorar, algo que generara ilusión y tornara el runrún de cada día, los murmullos de desaprobación y las protestas de desesperación ante el pobre espectáculo al que estábamos asistiendo en olés y ovaciones. Y eso lo ha conseguido la corrida de Nuñez del Cuvillo lidiada en la tarde de hoy, seria, astifina, a mi gusto bien presentada, de buenas hechuras, toros proporcionados, muy bien armados pero sin estridencias, acordes a su cara y su caja que además ha tenido cuatro de ellos con posibilidades, nobles y con calidad en general; bueno el cuarto, bravo, encastado y exigente el quinto, el tercero con clase pero se fue abajo muy rápido, el primero noble y con cierta calidad pero bajo de fuerzas. El encierro más completo en lo que va de feria, por tipo y juego, algo por otro lado nada complicado de conseguir tras estos trece días de travesía por el desierto en cuanto a ganado se refiere.
Y para una ganadería de lujo, mezcla de sangre Osborne Domecq y Nuñez, de la que se dice es de las predilectas para las figuras, tres matadores también de categoría. El francés Juan Bautista, quien en dos ocasiones ha salido a hombros por la Puerta Grande madrileña, el extremeño Alejandro Talavante, tres Puertas Grandes y una carrera plagada de triunfos y grandes actuaciones, la última sin ir más lejos el pasado viernes en la Corrida de la Prensa, y el peruano Andrés Roca Rey, el huracán que viene a arrasar con todo y que en su presentación en Madrid descerrajó la puerta de los sueños asombrando todos con su toreo y su valor. No han defraudado, cada uno en su estilo, proporcionándonos una tarde de toros que por fin ha roto con las malas sensaciones despertadas hasta ayer y que, al menos a mi, me ha hecho salir de la plaza con cierta alegría y moderado optimismo de cara a lo que todavía está por llegar, que es mucho.
Alejandro Talavante, ¡qué torero!, ha dejado patente que está en la cumbre de su carrera. Bueno, o eso pensamos ahora, igual que lo dijimos el pasado año en que toreó tres tardes y estuvo extraordinario, sobre todo con un toro de Fuente Ymbro, un manso al que nadie excepto el extremeño vio, al que toreó de manera extraordinaria por ambos pitones y al que cortó una oreja de mucho peso. Parecía que era entonces cuando había alcanzado la cumbre, pero no era así. Este pasado viernes, sin ir más lejos, creó una obra de arte ante un sobrero de Conde de Mayalde, una faena de temple, reposo y el toreo más lento que hayamos visto en mucho tiempo. Fue una oreja, pero valía dos, y podía pensarse que su toreo había tocado techo. Error, aún estaba por ver su actuación en la tarde de hoy. No sé que calificativo emplear, pero hablando con mi buen amigo Raúl sobre el estado de gracia en el que lleva ya tiempo el pacense, el que creo que mejor resume su espléndido momento es rotundo, aunando todas las cualidades que gustan de un torero y que le llevan a ser figura: Firmeza, reposo, serenidad, temple, mando, gusto y valor. Todo eso lo ha integrado en el capote y la muleta en dos faenas en las que la emoción ha estado a flor de piel y que han aunado las dos caras del toreo, el triunfo con la oreja cortada y el dolor de la cornada ante el quinto, algo que no le ha impedido continuar con la faena y rematar su obra de arte al natural y con sangre. Al segundo lo recibe a la verónica, el toro repite, mete la cara con cierta clase y en el caballo toma una primera vara buena, metiendo los riñones, aunque sale suelto. Quite por chicuelinas de Talavante, ceñidas, se cuela por el pitón derecho, o al menos me lo parece. Remata con una revolera y el toro hace hilo con él viviéndose segundos de angustia hasta que ha podido tomar la tronera del burladero sin un capote que le hiciera el quite, incomprensible. En banderillas sigue mostrando movilidad y permite a Valentín Luján y Julio López colocar los pares con clase y emoción. Inicia la faena sin probaturas, por el pitón izquierdo, seis o siete templando las embestidas del Cuvillo, un toro encastado y con cierto genio. Por el pitón derecho es por donde mejor va, y eso que en el capote parecía lo contrario. Dos tandas en redondo templadas, profundas, ligadas, bajando la mano, a lo que añade detalles de gusto como un molinete garboso para quedarse perfectamente colocado y recetar dos pase de pecho hilvanados de mucha categoría. El final de faena es pletórico, con enorme gusto, arrucinas y muletazos por bajo cargados de clase, a los que suma un valor fuera de toda duda al aguantar un patrón del toro con los pitones rozando la taleguilla. Olía a oreja y estoy seguro que así hubiera sido de no haber pinchado al primer viaje. Estocada entera arriba que hace rodar sin puntilla al de Cuvillo. Ovación para el toro en el arrastre y ovación recogida desde el tercio para el extremeño. El quinto es también muy serio, cornidelantero, proporcionado y armónico a mi gusto, la cara y la caja acorde a la encornadura. Sin fijeza en el capote, nuestra cierta falta de fuerzas y se le mima en el caballo, dos varas señaladas, mínimo castigo. Roca Rey no deja pasar ni una y en su turno de quites ejecuta uno por caleserinas sin excesivo lucimiento. Peligroso en banderillas, pone en apuros a Juan José Trujillo pero esta vez el capote De Francisco Durán "Viruta", segundo de Roca Rey, resulta salvador. La faena de muleta se puede resumir en un canto a la belleza toreando al natural. Por ahí ha empezado a templar las embestidas del Cuvillo, toro encastado y exigente que tenía muchas cosas que hacerle y al que había que hacérsela muy bien. Enorme Talavante, firme, mandón, rotundo, en definitiva. Naturales de enorme categoría, templados, hondos, la mano baja, rematando con trincherazos de muchísima clase, con pureza y verdad. Se cambia la muleta a la mano derecha y en el segundo en redondo el toro le engancha por encima d ella rodilla izquierda. Lleva cornada pero se niega a irse. al enfermería. Y ahí revienta este San Isidro, con un toreo al natural salpicado por la sangre, la sangre que lleva dentro y que le ha hecho plantar cara a este toro aún estando herido, sangre de torero valiente, y la que sale de su herida, sangre de pundonor y raza torera. Lo ha reventado al natural, como ha toreado, con naturalidad y una superioridad inmensa, firme, seguro, mandando, dando la sensación de hacer lo que quería con los toros, llevándolos por donde quería, marcando el ritmo, la cadencia y las pausas, sometiendo a sus oponentes que han acabado entregados al poderío de Talavante, sencillamente rotundo. El final de faena con dos series de naturales templadísimos, largos, ligados a la perfección, hondos, siempre colocado en el sitio, ha puesto en pie a todos los aficionados, ¡cómo han sonado los olés! esos olés que cuando suenan en Las Ventas son mejor que cualquier música, ¡y cómo nos hemos roto las manos a aplaudir!. La entera en la suerte d recibir que hace rodar al Cuvillo sin puntilla vale una oreja que no sé por qué razón el presidente ha demorado tanto su concesión. Es absurda esa moda de esperar y apurar al máximo mientras la plaza está repleta de pañuelos por "miedo" a que se pueda pedir un segundo trofeo. Una oreja de mucho peso y de mucho valor ante un buen toro pero nada fácil, encastado, con complicaciones y exigente. La imagen de Talavante cruzando el ruedo herido en la pierna y con la oreja del toro en su mano camino de la enfermería representa los valores máximos del toreo, el triunfo y el dolor.
Juan Bautista ha dejado una magnifica sensación tras su primera comparecencia en este San Isidro. Aún le queda otra tarde, la del 9 de junio con toros de Adolfo Martín, y promete emociones fuertes. Abría plaza un toro muy serio, terminado en puntas, bonito de capa, salinero, que mete bien la cara en el capote y repite, si bien en el caballo cabecea y empuja con un solo pitón. Buen quite de Talavante por chicuelinas y un tercio de banderillas con oficio dan paso a la faena de muleta, dominada por el temple, sobre todo al natural. Toro con movilidad y que repite, aunque no humille y lleve la cara a media altura, lo que resta emoción al buen hacer del francés. Dos buenas series en redondo templadas y con profundidad dan paso a un toreo al natural de mucho nivel, muletazos lentos, hondos, con mucho sabor, toreo de muchos quilates que pasa un tanto desapercibido por la sosería del toro. Me ha parecido que Juan Bautista ha estado francamente bien en este primero, firme, seguro, bien colocado y llevando la embestida del Cuvillo como requería, pleno de técnica y conocimiento. Mata de una fea entera desprendida y atravesada que desluce un tanto todo lo bueno anterior. El cuarto me ha parecido un toro de magníficas hechuras, muy serio, cornidelantero, que no ha cumplido ni en el capote ni en el caballo. Donde sí se han lucido ha sido en el turno de quites, recuperando esos "piques" que tantas tardes de gloria nos han dado a los aficionados. Bellísimo el del francés por gallosinas al sacar al toro del caballo, replicado por Talavante en su turno reglamentario con uno por delantales stempladísimos y una cordobesa preciosa como remate, al que también replica Juan Bautista por tafalleras pero el toro pierde las manos y desluce el resultado final. Buentercio d banderillas protagonizado por Raúl Adrada e Ismael González, a los que no se les ha prestado la atención que requerían y a los que no se les ha valorado como merecían por parte de un público más preocupado en protestar las fuerzas del toro que en estar pendiente de lo que ocurría en el ruedo. No lo ha tenido fácil el galo en este toro, con parte de los tendidos a la contra, continúas protestas a las que se ha sobrepuesto con cabeza y técnica. El toro tiene clase pero ciertamente va justo de fuerzas. No le obliga el de Arles, lo lleva a media altura en los primeros compases para ir bajando la mano dejar dos buenas series de naturales templados en los que el toro mete la cara con nobleza y repetición, pero pierde las manos y crecen las protestas. No se deja impresionar Bautista y termina su faena con torería, relajado, con gusto, muletazos por bajo, una trincherilla y uno de desdén bellísimo. Mata de entera caída y hay división de opiniones con un sector ovacionando al francés que saluda desde el tercio y otro sector que se lo recrimina. personalmente creo que su firme y entregada actitud toda la tarde, además de su técnica y su clase como torero, valen más que de sobra esa ovación.
Andrés Roca Rey levanta pasiones con menos de dos años de alternativa y genera máxima expectación allá donde se anuncia. Si sigue la progresión que parece puede estar llamado a liderar el toreo de los próximos años, quizás alguna década. No ha tenido suerte esta tarde con su lote. Ante el sexto, un ejemplar muy serio, alto, con volumen, abierto de pitones, ha intentado lucirse con el capote a la verónica, pero el toro pero sale suelto. No cumple en el caballo ni en banderillas, pero presenta movilidad y recorrido, cualidades que hacen pensar en algo bueno en la muleta del peruano. De hecho el inicio de faena es prometedor con dos cambiados por la espalda espeluznantes clavado en los medios, pero el toro se lesiona y el limeño tan solo puede cuadrado y acabar con él ante la imposibilidad de que casi se tenga en pie. Tampoco había valido para mucho el tercero, un Cuvillo hondo que no ha lucido en los primeros tercios por los que ha pasado sin pena ni gloria. Inicia la faena de muleta con estatuarios en los medios, hasta seis, con las zapatillas ancladas a la arena, sin moverse ni un centímetro para ligarlos con un pase de desdén y uno de pecho largo de categoría. La primera serie por el pitón derecho es sensacional, con temple, suavidad y recorrido que despierta los olés. Aún toma otra más en redondo con calidad este toro con clase pero que aguanta muy poquito, tan solo ese inicio y las dos tandas en redondo, porque a partir de ahí se viene abajo, se hunde literalmente y comienza a cortar el viaje y a defenderse, tocando las telas y desluciendo los intentos del limeño por sacar muletazos limpios. Visto las condiciones del Cuvillo decide acortar distancias y meterse entre los pitones en un nuevo alarde de valor, pero eso es algo que en Madrid no gusta demasiado, salvo en contadas excepciones y cuando el arrimón es muy de verdad. Las manoletinas finales tampoco despiertan emoción en los tendidos y para colmo mata de un bajonazo que es recriminado con razón. No ha tenido suerte Roca Rey, pero seguro que en sus próximas apariciones cambiará las tornas.
Todo esto es lo que ha variado el rumbo de este San Isidro, capitaneado hasta el momento por Alejandro Talavante, un pedazo de torero que está en la cima de su carrera y que ha demostrado su firmeza, su clase, su poderío, su mando, su técnica alcanzando un estado de madurez y claridad de ideas superlativo. Un torero rotundo que hoy ha puesto en pie al público y a San Isidro patas arriba al natural y con su propia sangre.
Antonio Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario