Buena, interesante e
lusionante la novillada de El Parralejo, procedencia Jandilla (Domecq Díez) que
ha abierto los sanfermines 2017. Buena tanto por su presentación, seria en
general, con tres novillos de magníficas hechuras, cuarto, quinto y sexto,
especialmente el precioso colorado ojo de perdiz que se lidió en cuarto lugar,
como por su juego, también con tres novillos de nota alta, tercero, quinto y
sexto, con clase, calidad y nobleza, repetidores y que humillaban, primero y
cuarto nobles pero faltos de empuje y emoción, y tan solo uno, el segundo, que
se vino abajo estrepitosamente nada más iniciarse la faena de muleta.
Interesante tanto por estas buenas condiciones de los novillos como por lo
demostrado por la terna de jóvenes novilleros, el navarro Javier Marín, el
venezolano Jesús Enrique Colombo y el madrileño Antonio Catalán Palazón “Toñete”,
que han mostrado tres vertientes diferentes a cada cual y que han dejado un
buen sabor de boca en los aficionados, tanto por sus maneras como por sus
ganas, entrega y disposición. E ilusionante porque, un día antes del chupinazo,
antes de comenzar la auténtica fiesta sanferminera en todo su esplendor, se ha
visto una magnífica entrada en la plaza pamplonesa, cubierta en más de tres
cuartos, algo importantísimo para el futuro de la Fiesta que reside en el
escalafón novilleril y que cada día tiene menos hueco y presencia en las plazas
y ferias de España, además de escaso interés para el público, basta con ver las
pobres entradas que habitualmente registran estos festejos. Hay que cuidar y
mimar a los novilleros, hay que darles oportunidades porque ellos serán los
matadores del futuro, no hay que olvidarlo.
A estos calificativos de la
novillada del miércoles añadiría los de sensible, emotiva y elegante por el
impresionante minuto de silencio guardado al finalizar el paseíllo en memoria
de Iván Fandiño. Estremece ver a una plaza como Pamplona, habitualmente un
desparrame de ruido, algarabía, desorden e incluso caos, sumida en un silencio
sepulcral, respetuoso y emocionado tan solo roto por una ovación desgarradora y
sentida por parte de todos y cada uno de los aficionados que poblaban los
tendidos. ¡Olé por la afición pamplonesa!.
Javier Marín ha estado, como
suele decirse, en novillero, totalmente entregado y lleno de ganas por mostrar
todo cuanto lleva dentro. Buen toreo de capote el del navarro, variado y
vistoso, que recibió al primero con dos largas afaroladas de rodillas rematadas
con una revolera muy vistosa y que en el cuarto dejó un garboso galleo por
rogerinas y un quite por saltilleras muy aplaudido por la afición de su tierra.
Con la muleta me ha parecido un torero muy firme y templado, con un concepto
clásico y ortodoxo del toreo, pero sin olvidar que es novillero y sus ganas de
triunfar, lo que le ha llevado a arrancar la faena de muleta al primero
toreando en largo por el pitón derecho con ambas rodillas en tierra. En sus dos
faenas ha buscado el toreo templado y largo, bajando la mano hasta donde le
permitía la justeza de fuerzas de sus dos novillos, dos faenas limpias ,
mostrando solvencia y seguridad, rematadas con manoletinas y bernardinas ceñidas
para calentar los ánimos de los tendidos. Mata de media arriba suficiente para
pasaportar al de El Parralejo que sirve una oreja un tanto generosa en el
primero y falla con el estoque en el cuarto perdiendo la segunda posible oreja
y con ello la puerta grande.
Puerta grande que sí ha
abierto el que venía con la carta de presentación de triunfador de San Isidro,
¡ahí es nada!. Le ha bastado a Jesús Enrique Colombo el quinto para cortar dos
orejas y demostrar que es un nombre que está llamado a grandes cosas en esto
del toreo. Ya lo demostró en Madrid y lo ha refrendado en otra plaza de primera.
Nada ha podido hacer ante el segundo, un novillo sin fondo alguno que se echó
el solo sobre la arena al poco de iniciarse la faena de muleta. Bueno, nada en
la muleta, porque de capote le recibió
con verónicas templadas manejando sensacionalmente las manos, con clase y
gusto, y banderilleó con una facilidad pasmosa, demostrando unas facultades
físicas portentosas, reuniendo y ejecutando los pares de manera sensacional,
cuadrando en la cara y saliendo con torería de la cara del novillo. Es lo único que pudo hacer, ni siquiera matar porque, como ya he dicho, el novillo se vino
abajo y hubo que apuntillarlo en el ruedo. También toreó de maravilla a la
verónica al quinto, lanceando con temple y compás, con mucho sabor, tanto como
un lucido quite por caleserinas al que respondió Toñete con otro por gaoneras.
¡Da gusto ver a novilleros que salen a competir y demostrar lo que llevan
dentro!. En banderillas ha superado su actuación ante el segundo, sobre todo en
el tercer par, ajustadísimo, dejando llegar al novillo, dándole toda la ventaja
para clavar en la cara y salir andándole hacia atrás con suma torería. Si
continúa por este camino va a darnos grandísimas tardes con los garapullos, es
un espectáculo y un derroche de facultades físicas. Con la muleta ha dejado
muestras de torero hecho, con un conocimiento de los terrenos que dice mucho y
un sentido de la distancia y las pausas poco común en un novillero. Toreo
templado y largo por ambos pitones aprovechando las buenas condiciones de
nobleza y clase del de El Parralejo, muletazos profundos en series medidas
perdiendo un paso para no ahogar al novillo, que duró lo justito. Con el animal
ya parado fue Colombo el que dio el paso adelante y acortó distancias para
acabar entre los pitones, demostrando que además de clase no le falta arrojo ni
valor, tanto que en uno de los parones del novillo le prendió de la rodilla
afortunadamente sin consecuencias. Se repuso del trance como si nada y mató de
un estoconazo arriba que fulminó al de El Parralejo. Dos orejas pedidas de manera
aplastante que sirven al venezolano para escribir su nombre en letras de oro
junto a otros novilleros que en los últimos años han descerrajado la puerta
grande pamplonesa, nombres como Gonzalo Caballero, José Garrido, Luis David
Adame, Ginés Marín, Roca Rey… ¿les suenan?. Atentos a Colombo y su trayectoria,
otro que apunta alto de cara al futuro.
El madrileño Toñete ha
malogrado con la espada lo que ha tenido en su mano con la muleta. Curioso caso
el de este joven novillero al que lleva el vallisoletano Manolo Sánchez, un
torero elegante y artista al que recuerdo toreando con una clase
extraordinaria. Tengo la teoría de que el desarrollo de la lidia va de más a
menos de manera proporcional a la experiencia del torero, experiencia que se
mide por el número de corridas que torea por temporada. Me explico. No es raro
que casi cualquier torero del escalafón maneje con soltura el capote y resulte
vistoso. A medida que avanza la lidia van apareciendo ciertas carencias que se
hacen más evidentes con la muleta, donde el manejo de las telas suele bajar
algunos enteros. Y con la espada salen al aire los problemas de quien no está
habituado a matar y es en la suerte suprema cuando las carencias se hacen más
evidentes y se ven las costuras. Pues bien, Toñete destroza esa teoría. Su manejo de la muleta está
muy por encima de su toreo de capa, curioso pero cierto. Maestro tiene donde mirarse y aprender. Manolo Sánchez era un extraordinario torero de capa, con un gusto exquisito,
clásico y elegante, muy en la escuela castellana de maestros como Roberto
Domínguez. Debe aprovechar los consejos del maestro, llegará lejos. Toñete ha toreado a sus dos novillos con temple y clase, en redondo
y al natural, con mucho sabor, gustándose, relajado, componiendo la figura,
adelantando la muleta, llevando al novillo
largo y por bajo, con suavidad, despacio, despacito, como la canción que seguro
que a partir de mañana resonará en los tendidos de sol. Dos series en redondo
al tercero lentísimas y profundas y
cuatro naturales hondos de gran calidad constituyen una magnífica tarjeta de
visita de este madrileño que necesita de contratos para madurar y pulir las
carencias lógicas de cualquier novillero que tiene que hacerse un sitio. En su
caso son el capote y, sobre todo, la espada, con la que ha estado garrafal, entrando
mal, haciendo mal la suerte y estoqueando sin convicción. Esperemos que
disfrute de oportunidades porque su manejo de la muleta y su clase hacen pensar
en que puede llegar lejos en esto del toreo. Lo de la espada es cuestión de
tiempo y práctica.
Y tras la novillada la
corrida de rejones ya con un lleno absoluto de la plaza y los tendidos poblados de camisas
blancas y pañuelos rojos tras la primeras horas de fiesta que siguen al
chupinazo de mediodía. Se acabó la calma, Pamplona se muestra como es, aún más
si se anuncian dos rejoneadores navarros. Uno no necesita presentación, Pablo
Hermoso de Mendoza, un maestro de época. El otro es Roberto Armendáriz, al que
por mi escasísimo conocimiento del rejoneo
casi no conozco, pero que ha cortado cuatro orejas en dos faenas de gran
calidad para salir a hombros junto al extremeño Leonardo Hernández, a quién sí
que conozco bien y al que he visto abrir la Puerta Grande de Madrid unas
cuantas veces. Corrida de rejones con toros de El Capea, encaste Murube, que,
como suele ser habitual en estos festejos a caballo, ha resultado vistosa y
triunfal.
Pablo Hermoso de Mendoza ya
está por encima del bien y del mal en esto del rejoneo. Una oreja más o una
menos creo que le importa realmente poco, pero lo que sí le importa y jamás le
dejará de preocupar es torear a caballo como lo hace. Es una delicia verle
montar, verle llevar a los toros, cómo domina los terrenos, cómo templa y cómo
ejecuta los rejones de castigo, las banderillas largas y cortas, los adornos.
Todo en Pablo Hermoso rezuma clase y elegancia, una cuadra espectacular, una
doma extraordinaria, pulcritud y limpieza en cada encuentro, en cada quiebro,
un dominio absoluto de su montura y del toro. De no haber fallado con el rejón
de muerte a buen seguro que habría cortado algún trofeo, quien sabe si otra
puerta grande. Una vez más ha dejado patente su maestría y su condición de
figura histórica del toreo a caballo.
Leonardo Hernández está
atravesando un momento espectacular que ya dura unos cuantos años, no en vano
ha salido a hombros en prácticamente todas las plazas en las que ha toreado.
Una cuadra excepcional fruto de su enorme trabajo y dedicación en la que hay
dos caballos que sobresalen por encima del resto, Xarope y Picasso, o al menos
a mi me han impactado cada vez que los he visto en Madrid. Espectacularidad y
pureza van de la mano en el toreo de Leonardo. Quiebros y reuniones que parecen
imposibles, en terrenos enormemente comprometidos, con gran riesgo, que el
pacense ejecuta como si nada, además de gran temple a la hora de para al toro y
encelarlo en la grupa, algo nada fácil con el complicado quinto, llevándolo
cosido en una demostración de toreo de altura. Además ha manejado con certeza
los rejones de muerte lo que le ha servido para cortar una oreja a cada uno de
sus toros.
Como ya he dicho el navarro
Roberto Armendáriz ha cortado cuatro orejas ante un público entregado a sus
paisano, y lo ha hecho con dos faenas de gran intensidad y emoción, pisando
terrenos muy comprometidos, sin guardarse nada, ajustando los encuentros,
llegando con su cabalgadura hasta la cara de los toros para dejar banderillas
largas y cortas de enorme belleza y calidad. Su cuadra es también una
maravilla, pero tiene un caballo, Cristal,
que es otra auténtica belleza, además de extraordinario para el toreo, que me
ha dejado impresionado. La verdad es que para alguien como yo que no entiende
mucho que se diga de rejoneo pero que disfruta con el toreo a caballo por su
elegancia y vistosidad, el navarro lo ha hecho todo muy bien y, a mi modo de
ver, con pureza y verdad. Si a eso le sumamos la portentosa doma, los adornos y
las cabriolas con las que ha hecho las
delicias de su parroquia no es nada extraño que se la hayan concedido cuatro
orejas, lo que me parece perfecto, aunque está claro que ha tenido el viento a
favor y no veo ningún pero a su triunfo.
En resumen, que tras una
novillada en la que Colombo ha entrado pisando fuerte (no sé si la canción de
Alejandro Sanz está en el amplio repertorio de los tendidos de sol pero va que
ni pintada) cortando dos orejas, en la que hemos visto a Javier Marín en
auténtico novillero, enorme de disposición y con gusto y clase, junto a un gran
torero con la muleta, Toñete, al que aún hay que pulir muchos defectos de
capote y espada pero que apunta muy buenas maneras, mas una extraordinaria y
triunfal corrida de rejones con Hernández y Armendáriz a hombros, todo invita a
soñar con unos sanfermines repletos de triunfos y de toreo del bueno. En tan
solo ocho horas los toros de Cebada Gago saldrán de los corrales de Santo
Domingo, subirán por la cuesta del mismo nombre, llegarán a la plaza del
ayuntamiento, a la calle Mercaderes, recorrerán la famosa calle Estafeta y llegarán a la plaza de
toros completando el primero de los encierros. A partir de ahí una semana de
toros que espero y deseo sea triunfal y que enseñe al mundo entero la grandeza y la verdad de
nuestra Fiesta, es el mejor escaparate para que millones y millones de personas
lo conozcan. Soñemos con ello, que eso no nos lo pueden prohibir.
¡Viva el toreo!, ¡Viva San
Fermín!
Antonio Vallejo
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