martes, 11 de julio de 2017

Puerto de San Lorenzo y Fuente Ymbro, se esperaba más


Sigue y no para, los sanfermines no dan respiro, como los encierros de Puerto de San Lorenzo, que debutaba en Pamplona, y Fuente Ymbro, hierro jalonado de triunfos en esta plaza. Dos encierros muy rápidos y limpios, sin cornadas aunque con los inevitables traumatismos que lógicamente se producen con la aglomeración de mozos corriendo delante de los toros, sobre todo el domingo, que parecía imposible que la manada pasara entre la multitud, menos Huracán, de Puerto de San Lorenzo, que hizo todo el recorrido él solito y a su paso la gente se abría para dejar paso al rey de la calle. La expectativas en ambas corridas eran muchas, se esperaba más y, a decir verdad, han resultado decepcionantes. Lo que sigue sin decepcionar es la afición pamplonica que no desfallece y persiste con la misma alegría, la misma algarabía y el mismo estruendo de cada tarde, las charangas sin parar un segundo, eso sin olvidar las pantagruélicas meriendas, algo fundamental para pasar la tarde aunque en el ruedo no haya poco que emocione y, dicho sea también, para empapar los litros y litro de calimocho, vino, cerveza y demás aderezos líquidos que elevan el ánimo y las ganas de juerga de los mozos.
Ayer domingo se cumplía el primer aniversario de la trágica muerte de Víctor Barrio en Teruel, motivo por el cual Paco Ureña y José Garrido hicieron el paseíllo envueltos en un capote de paseo negro en señal de luto, y respeto por el torero segoviano. Por desgracia ese fue el único recuerdo para tal desgraciado aniversario, porque la Casa de Misericordia, propietaria de la plaza, no tuvo a bien guardar un minuto de silencio en memoria de Víctor Barrio. Me imagino que tendría sus razones, pero yo no alcanzo a comprenderlas y me parece increíble que una plaza de la categoría de Pamplona no se sumara al homenaje. En la novillada de las Ventas sí se guardó ese minuto de silencio de manera ejemplar. Una auténtica lástima, una decisión indigna de Pamplona. 

Estos dos matadores, Ureña y Garrido, eran parte de la terna que, junto a Curro Díaz, estaban anunciados para matar la corrida de Puerto de San Lorenzo, una corrida muy grande, con mucha caja, con mucha alzada, con mucho pecho, toros elefantiásicos, algunos como un bisonte y con una arboladura descomunal, muy abiertos de pitones, astifina, por supuesto.  Es cierto que los Atanasios de Puerto de San Lorenzo son grandes de por sí y que para Pamplona se eligen los más...¡pero tanto!. Desde luego que no se puede negar  que fuera seria e imponente de presencia, pero al final de lo que se trata es de que embista, y si salvamos al segundo y algo al sexto, la corrida fue infumable, un auténtico desastre, sin clase, sin raza, sin casta, manseando y encima con genio y peligro sordo. Y voy a lo de siempre, trapío no son kilos y kilos de carne y pitones descomunales, trapío son buenas hechuras, armonía y proporción para darnos un conjunto que conforma el toro que definimos como de bien hecho y entipado, que al final es el que embiste y genera emoción.
Pocas, muy pocas las opciones que le ha dado al jienense Curro Díaz su lote. El primero mansea de salida, se defiende con la cara arriba y echa las manos por delante. No había dado casi tiempo a sentarse cuando es cogido Pablo Saugar "Pirri" de manera feísima por el abdomen, en unos segundos dramáticos en los que queda prendido del pitón izquierdo y que hacen temer lo peor. La cogida es tremenda y los destrozos más, es operado durante más de dos horas en la misma plaza y gracias a Dios a estas horas ya ha salido de la UVI y descansa en planta, pero su recuperación va a ser larga y compleja. Ojalá pronto le veamos de nuevo vestido de luces. Se tiene que sobreponer Curro Díaz a este grave percance, algo que no creo que le resultara fácil precisamente en estos días tan cargados de tristes recuerdos, la muerte de Víctor Barrio, él recogió del suelo el cuerpo ya sin vida del segoviano, la de Iván Fandiño, amigo y con el que compartía cartel en Pamplona un día después de la tragedia de Teruel, demasiadas cosas para ponerse delante de la cara del toro, pero estos superhombres son de otra pasta, seres admirables en sus valores de sacrificio, pundonor y entrega. El de Puerto de San Lorenzo se defiende con la cara siempre por alto, pega derrotes y embiste a arreones, sin clase. Pese a estas malas condiciones la clase, el gusto y la torería inmensa de Curro Díaz permiten sacar algunos redondos largos y por bajo en dos tandas de mucho mérito, que es lo único posible, porque por el pitón izquierdo no tiene ni medio pase y es imposible templar las acometidas en forma de tornillazos del animal. Muy por encima el jienense, haciéndolo todo bien, incluso finalizando la faena con detalles por bajo plenos de sabor y torería que merecen la recompensa de la ovación que saluda desde el tercio tras pasaportar el toro. No es mejor el cuarto, abanto de salida, sin fijeza y que desde el segundo uno marca querencia. Toma el capote de Díaz con embestida descompuesta, soltando la cara, defendiéndose. El inicio de faena destila de nuevo torería con el sello particular de este jienense que compone la figura con enorme plasticidad, pero el del Puerto no responde y embiste soltando hachazos por ambos pitones. No obstante logra el jienense sacar un par de naturales hondos de categoría, bellísimos, largos y templados arrastrando la muleta. Otro toro imposible al que lo único y lo mejor que pudo hacer fue quitárselo de en medio sin contemplaciones, no había más. Muy por encima de su lote Curro Díaz, con clase, gusto, torería y mucha profesionalidad.
El murciano Paco Ureña se ha llevado el mejor toro de la corrida, el segundo, curiosamente un toro no cargado de kilos, más armónico y proporcionado, muy serio pero sin exageraciones, para mi gusto con mejores y más bonitas hechuras, muy en tipo Atanasio. Lo recibe con verónicas templadas y una media con gracia y gusto. Ya en el capote apuntaba buenas maneras el del Puerto, algo confirmado en banderillas, tercio al que acude pronto y con ritmo alegre. Inicia la faena por estatuarios en los medios sin moverse ni rectificar para encadenar posteriormente varias tandas por el pitón derecho templadas, con largura y la mano baja, redondos profundos vaciando el muletazo por debajo de la pala del pitón a un buen toro, enclasado, encastado, con recorrido, que humilla y repite con fijeza. Un toro que, me dio la impresión, pedía distancia para lucir todas sus cualidades, ya que en cuanto el murciano acortó distancias se defendía y bajaba la calidad y la emoción de los muletazos. Igual que por el pitón izquierdo, de menos clase y claridad, con naturales menos limpios  en series quizás faltas de continuidad que finalmente han llevado a una faena con altibajos y algo carente de ritmo. Un espadazo  en el hoyo de las agujas que hace rodar al toro sin puntilla culmina una faena que vale una oreja mientras el toro de Puerto de San Lorenzo es despedido con una fuerte ovación por parte de los aficionados, sobre todo por la muerte de bravo que tuvo. El quinto, segundo del lote de Ureña es deslucido en el capote, no se entrega y derriba al caballo en los dos encuentros más por inercia que por verdadero empuje y pelea de bravo. En la muleta embiste también a arreones, la nota dominante de la corrida, sin clase alguna, otro ejemplar descastado que espera, mide, se defiende soltando la cara y repone a medio muletazo. No hay más que la entrega y disposición de Paco Ureña ante un toro imposible que además lleva dentro mucha mala leche y un peligro que me dio la impresión que gran parte del público no percibió, atento en esa fase de la corrida a terminar de devorar la merienda de cada día más que a lo que ocurría en el ruedo.
Dos largas de rodillas son la tarjeta de visita con la que el extremeño José Garrido se presentaba en Pamplona dejando bien claras sus intenciones. Curiosamente Garrido no había toreado en esta plaza ni en su etapa de novillero, tan solo actuó una vez como becerrista en un festival. Verónicas de saludo a las que el del Puerto responde sin fijeza, rematando con media garbosa. Manso, muestra querencia a chiqueros desde los primeros compases, un toro que pide mando y poderío, un toro al que hay que someter y luego torear si se puede. Y así lo entiende el pacense al inicio de faena doblándose por bajo para dominarle. El del Puerto se defiende, no se entrega, andarín, soltando la cara con violencia, un manso de libro que no quiere pelea, que corta el viaje y busca con peligro, ante el que Garrido se muestra firme y decidido, plantándole cara, poniéndole la muleta y tragando lo indecible. Mucho mérito el del torero, por encima de su enemigo. El sexto, segundo de su lote pertenece a La Ventana del Puerto, segundo hierro de Lorenzo Fraile, de procedencia Domecq. De buenas hechuras y más agradable de cara, toma bien el capote en un primer ramillete de verónicas a pies juntos, pero sin razón alguna y de buenas a primeras cambia su comportamiento y se hace un tanto desconcertante. Mejora en un quite a la verónica que el propio matador ejecuta tras la suerte de varas con ese estilo capotero barroco tan suyo. Inicia la faena arrebatado, con ambas rodillas en tierra despertando y calentando a un público que estaba bastante desconectado, distraído y desentendido de la tarde. Sin duda Garrido ha puesto la raza que le ha faltado a la corrida y ha sabido llegar a los tendidos mezclando con maestría e inteligencia pasajes de toreo ortodoxo en la primera mitad de la faena, redondos corriendo bien la mano y alargando el viaje, por bajo, ligados, con clase y profundidad, junto a molinetes, circulares invertidos y otros recursos más efectistas con los que se ha metido al público en el bolsillo sobre todo en la segunda mitad de la faena, acortando las distancias cuando el toro iba a menos, metiéndose entre los pitones, para rematar la obra con manoletinas ceñidas que ponen a los tendidos en pie. Intenso y entregado José Garrido que arranca una oreja ganada a pulso a un buen toro que ha tenido movilidad, entrega, clase y que ha humillado, si bien ha sido un tanto discontinuo y falto de algo más de ritmo en su embestida para redondear la faena, aparte de no ir sobrado de fuerzas,  pero un buen toro en líneas generales, sobre todo si se compara con el resto del encierro.

La de Fuente Ymbro ha sido una corrida muy seria, para mi gusto impecable de presentación, con trapío, toros proporcionados, armónicos, muy ofensivos por delante, descarados de pitones, abiertos de cara y muy astifinos, auténticos puñales, pero también decepcionante en cuanto a juego y comportamiento con dos toros con calidad y posibilidades, el tercero, bravo, con clase, movilidad y repetidor y el quinto, noble y manejable. Corrida anunciada para una terna de toreros-banderilleros compuesta por Juan José Padilla, todo un ídolo en Pamplona, David Fandila "Fandi" y Manuel Escribano que, curiosamente, no ha destacado precisamente por los tercios de banderillas. Como es habitual los tres matadores han compartido pares en sus respectivos primeros toros y ha habido de todo, al violín, a la moviola, al quiebro, algunos de corte clásico, casi todos vistosos y muy del gusto de la afición snaferminera y, para ser sinceros, tres pares realmente mediocres y deslucidos en el segundo toro. Sin embargo, cuando han banderilleado en solitario a sus respectivos segundos toros han brillado más. Bueno, realmente solo Fandi y Escribano porque Padilla no ha colocado los palos al cuarto al ver las nulas condiciones del astado, con pares más comprometidos y arriesgados, mejores de reunión y ejecución.
Juan José Padilla, el ciclón de Jerez, el Pirata, es un auténtico ídolo en Pamplona, y el idilio es recíproco. Siempre ha afirmado el jerezano que es una de las plazas en la que más cómodo se siente. Desde su primera actuación, y son con la ayer 25 las ocasiones en las que ha hecho el paseíllo en sanfermines, la conexión con la afición pamplonesa ha sido total. Brutal, bestial de arboladura el primero del Pirata, con un pitón izquierdo tremendo, larguísimo, que se parte nada más saltar al ruedo y derrotar con tremenda fuerza en burladero. No solo se parte el pitón sino que también se daña la médula y tiene que ser devuelto a los corrales. Como primero bis salta un sobrero también del hierro titular al que recibe Padilla con una larga cambiada de rodillas que vuelve locos los tendidos. No se emplea en el capote ni en el caballo y no apunta buenas cosas en banderillas de cara a la muleta. Entre que el toro no era  precisamente una maravilla, gazapón, andarín, incómodo y con complicaciones, un tanto reservón, sin entrega, que suelta la cara y arremete contra las telas, midiendo y probando, y que tampoco se ha visto al jerezano especialmente confiado la faena de muleta ha transcurrido en un suspiro, ha sido un visto y no visto y Padilla no ha dudado en cortar por lo sano sin porfiar lo más mínimo ante un animal con tan pocas opciones. Tampoco es mejor el cuarto, otro que tampoco se emplea en los capotes, con una embestida incierta y sin humillar, a lo que hay que añadir la desconfianza de Padilla que tuerce el gesto tras los primeros lances. ¡Cómo vería el Pirata al toro para no banderillear y dejar que sea su cuadrilla quien ejecute el tercio de banderillas!. la faena no ha existido, tres o cuatro machetazos por bajo y estocada al segundo intento ante los arreones y brusquedades del fuenteymbro. Inédito Padilla en su paso por Pamplona.
Con una larga cambiada de rodillas y un ramillete de verónicas vistosas y con garbo recibe Fandi al segundo. El toro repite y mete la cara abajo. Chicuelinas al paso con gusto para llevar al toro al caballo dejando patente lo buen capotero que es el granadino. El fuenteymbro se cuela por el pitón derecho en los primeros muletazos y también se defiende soltando la cara y embistiendo bronco y con genio, mostrando su falta de casta y su punto de mansedumbre. tampoco hay faena, toma la espada ante las complicaciones manifiestas del animal y a por otro, es lo que ha debido pensar el granadino. Al menos lo ha pasaportado de un espadazo fulminante a la primera. Ese otro a por el que iba era el quinto, al que ha recibido con cuatro largas cambiadas de rodillas en el tercio volviendo loca a la parroquia pamplonesa. y y despertando del letargo a los tendidos. Buenas verónicas que el fuenteymbro toma con clase, humillando y con fijeza. Bonitas también las chiquilinas al paso con las que lo lleva al caballo y lucido quite por lopecinas que intenta y que le propina un susto de aúpa al ser casi empitonado en el abdomen tras quedarse el capote enredado en uno de los complicados lances. Vibrante tercio de banderillas el que protagoniza Fandi con el despliegue físico habitual en él y su amplio y variado repertorio de suertes. Inicio de faena de rodillas calentando el ambiente para proseguir el toreo por el pitón derecho en series irregulares en las que se alternan redondos templados, con largura y por bajo con otros muletazos menos limpios. Por el izquierdo le cuesta más al toro tomar la muleta y las series bajan un punto la emoción, momento que con habilidad e inteligencia aprovecha el granadino para tirar de recursos y oficio y completar una faena muy fiel a su estilo, más efectista que profunda, pero que llega a los tendidos. A Fandi se le puede criticar lo que uno quiera, pero lo que es indudable es que es fiel a su manera de concebir e interpretar el toreo y no engaña a nadie, torea con honradez y quien vaya a la plaza cuando se anuncia ya sabe lo que hay. Recibe una fuerte y cariñosa ovación tras una faena que él solito se inventó.
Otro que tampoco esconde nada es Manuel Escribano. Luego pueden salirle mejor o peor las cosas pero siempre sale con plena disposición, como en la tarde de ayer al irse a recibir a sus dos toros a porta gayola con sendas largas cambiadas, más lucida la del tercero. Toma bien el capote del de Gerena este tercero e interpreta un bonito galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo que también nos pega otros susto al tropezar con su propio capote y perder los pies quedando tendido en el suelo a merced del fuenteymbro. Sensacional, oprtunísimo quite de Antonio Manuel Punta que libró a Escribano de una más que posible cornada. Inicia la faena en los medios con cambiados por la espalda y estatuarios ajustados cargados de emoción. Toro con clase, que humilla y mete bien la cara ligando buenas series en redondo templadas y por bajo. Aún mejor es el comportamiento del fuenteymbro por el pitón izquierdo, de dulce, por el que toma los vuelos con clase y nobleza enorme. naturales lentos, templados, bajos, con hondura, magnífica serie. Es un toro que, a mi modo de ver, lucía más dándole distancia, sin atosigarle y en series cortas y medidas porque no era un dechado de fuerza, uno toro de 20 ó 25 muletazos para mantener el ritmo. Es posible que el sevillano alargara quizás en demasía la faena y el final bajara en emoción e intensidad, pero a ver quien es el que, estando en una plaza de primera y ante un toro que va con mucha clase se resiste a exprimirlo hasta la última gota, como las manoletinas finales con el toro ya extenuado. Quizás ese exceso de metraje y el mal manejo de la espada han privado a Escribano de un más que posible trofeo. Gran ovación en cualquier caso que saluda desde el tercio. Lógicamente se queda con las ganas y sale de nuevo a por todas ante el sexto otra vez a porta gayola, siendo casi arrollado a la salida del toro. Poco lucimiento en el capote y buena pelea en varas, metiendo los riñones con celo, como bueno  ha sido el tercio d banderillas a cargo del propio matador, sobre todo en un tercer par quebrando por los adentros y clavando al violín, arriesgadísimo. Faena sin embargo intrascendente que se diluye entre muletazos sin ritmo, sin continuidad, carente de emoción ante un toro de poco recorrido que va a media altura sin entregarse y al que Escribano no tiene posibilidad de sacar algo en claro.

Así que, al menos yo, esperaba algo más de dos hierros con renombre y mucho cartel en cualquier feria que han decepcionado. Creo que a estas ganaderías hay que pedirles mucho más que presencia y hechuras, mucho más que detalles sueltos o algún toro aislado con bravura, raza y casta, igual que se exige a las figuras. Lo dicho, se esperaba más.

Antonio Vallejo

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