domingo, 12 de agosto de 2018

¡Llega Bilbao!


A estas alturas del verano llevamos ya consumida más de media temporada, así, sin apenas darnos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos. Mucho y bueno ha sido cuanto hemos visto en estos meses, ha sido un no parar en España y Francia, con la llama del toreo más encendida y ardiente que nunca en una temporada que me atrevería a calificar de excelente hasta el momento, con muchos y sonados triunfos. Probablemente esa sucesión ininterrumpida de grandes faenas en todas las plazas haya sido la que nos haya mantenido en vilo durante este tiempo, sin poder perder detalle cada día, atentos a las noticias que llegaban en aluvión desde cualquier punto de nuestra España. 
En el último número del mes de julio de la revista 6 Toros 6 aparecía publicado un reportaje y un detallado análisis numérico de lo que ha sido esta primera mitad de temporada a la que hago referencia. Recogían datos de los festejos celebrados hasta mediados de julio en plazas de primera y segunda, valorando con un coeficiente distinto las orejas cortadas y las puertas grandes logradas en Valencia, Sevilla, Madrid y Pamplona -las cuatro grandes que hasta la fecha habían celebrado sus seriales- que las restantes de segunda. El análisis y los resultados que mostraba el reportaje eran concluyentes, con un podio ocupado en su lugar más alto por Enrique Ponce, a escasa distancia Julián López "El Juli" y en tercer lugar Andrés Roca Rey. Por supuesto que en la siguientes posiciones los nombres son los esperados, Talavante, Cayetano, Manzanares, Castella, Perera, Padilla... algo que a nadie le debe extrañar y que es de pura lógica; son los que más torean, y torean tanto porque triunfan en todo tipo de plazas y de ferias, ante todas las aficiones, desde las más duras y exigentes hasta las más distendidas y festivales por decirlo de alguna manera. Personalmente estoy encantado de ver a Ponce y Juli encaramados a lo más alto del escalafón, mandando un año más, sin que parezca que el tiempo pase, entregándose cada tarde como si fuera la última o la primera para ganarse contratos, demostrando un compromiso con la Fiesta de auténtico elogio, sabiendo que son figuras y respondiendo a esa responsabilidad. Todos ustedes saben mi debilidad extrema por Enrique Ponce y su toreo, como también conocen mi adoración por la tauromaquia de Juli, algo que he repetido muchas veces y seguiré repitiendo durante mucho tiempo, porque no parece que el final de su carrera esté cercano. Más allá de su técnica, de su mando, de su poderío, de su capacidad lidiadora, del conocimiento supremo del toro y de los terrenos que les lleva a hacerse con todo tipo de hierros y encastes, a hacer del toro malo algo aceptable, del medio bueno un toro más que bueno y con el que ya es bueno crear maravillosas obras de arte con un capote y una muleta, está su naturalidad, su elegancia y su dedicación dentro y fuera de la plaza. Llevan décadas de alternativa y a ambos se les ve tan frescos como el primer día, con el añadido del reposo que da la experiencia y la veteranía, y eso es un lujo que no sé si veremos repetido. Carreras tan longevas, con esa calidad y esa intensidad creo que jamás se habían visto en la historia de la tauromaquia, en una sana competencia, creo que es más acertado llamarlo así que rivalidad, que les lleva a que si uno torea sublime el otro lo hace excelso, si una cuaja una faena divina el otro la hace celestial, si uno nos lleva al cielo el otro lo alarga hasta el paraíso.
Pero todo eso es pasado. Aún queda media temporada en la que no tengo ninguna duda que el punto más alto, el Everest de este mes de agosto desde luego, es Bilbao. En el recuerdo que Santander y su Feria De Santiago en la que de nuevo Ponce hizo soñar el toreo a orillas del cantábrico con una faena a un toro que tendía a huir al que le consintió y le dio todas las ventajas de inicio, haciéndole creer que era quien mandaba, cediéndole los terrenos, enseñándole a embestir para acabar diciendo hasta aquí hemos llegado y someterlo en su muleta con la magia poncista que hipnotiza al animal y le hace humillar y repetir al dictado del maestro, demostrando quien era el que realmente mandaba. Una faena que cautivó al público santanderino, una faena a los acordes de "La Misión" en la que Ponce acabó abandonado a la inspiración y el arte, una faena cuyos ecos aún resuenan en ese mar Cantábrico, olés que la brisa trae cada tarde a orillas del Sardinero. Y Juli, ¡cómo toreó Juli!. Mando, pureza y torería divina, supremo Juli, torero Juli, aromas de gloria, a hombros juntos, la imagen más repetida de la temporada, ¡los viejos rockeros nunca mueren!. Pero también eso es pasado, dulce pasado que no estaba incluido en la estadística a la que hacía mención y que apuntala más si cabe el puesto de honor del maestro de Chiva y al de Velilla, ¡vaya dúo!. 
El presente pasa a otras orillas, las del Mediterráneo, lo dicta Málaga en su semana de feria.  En La Malagueta estarán Ponce, Juli, Roca Rey, Manzanares, Padilla, Cayetano....No sé si se repetirá el éxtasis de la corrida Crisol del año pasado, no me extrañaría. Es más, tengo la corazonada que en la feria malagueña se van a ver grandes triunfos, con los matices que se le puedan poner a una plaza peculiar que siempre he pensado que debe cuidar un poco más la presencia del ganado, en mi opinión su punto más débil, con toros que muchas tardes he visto sin el trapío acorde a la categoría de la plaza y de la feria. Luego está su famoso y polémico palco, algo ya tradicional y fuente de discusión y controversia constante, pero ese es un mal endémico que extiende como la peste por todas las plazas, si bien es cierto que Málaga siempre ha destacado por los caprichos de su palco.
Y el futuro inmediato está también a orillas de una ría que desemboca en el Cantábrico, en Bilbao, sus Corridas Generales, una plaza de máxima seriedad, una afición muy entendida y que siempre ha cuidado al máximo la presentación y la presencia del toro. El toro de Bilbao es único, es el toro-toro, imponente de trapío, serio y de buenas hechuras. Eso es algo que toda la vida se ha llevado a rajatabla en Vista Alegre y de lo que su afición presume orgullosa. ¡Ya sabemos cómo son en Bilbao!. Bromas aparte, es así, allí el toro manda y todo se juzga a partir de él, como debe ser dicho sea de paso. Por la grisácea arena bilbaína también harán el paseíllo todas las figuras que ya he nombrado y que no voy a repetir para no resultar cansino y raro será que no veamos otra maravilla de Enrique Ponce en la que es "su" plaza y ante una afición que le adora y le tiene como "su" torero. La lista de triunfos rotundos, incluso históricos, de Enrique en Bilbao es extensísima, el último el pasado año. Vista Alegre siempre se prepara de manera especial para recibir al valenciano, este año no va ser menos en sus dos tardes, las mismas que Juli y Roca Rey, por lo que de nuevo este trío de ases estoy convencido que seguirá computando al alza en el escalafón. 
Pasado, presente y futuro de una temporada que aún nos va hacer sentir y soñar el toreo muchas tardes, con Bilbao a punto de abrir su puertas. Si he hablado de un podio de figuras también hay para mi un podio de plazas; Madrid, Sevilla y Bilbao están por encima del resto cada una por sus razones. Si Madrid es exigencia, Sevilla es arte y sentimiento y Bilbao es seriedad, cada una con sus matices, cada una con su peculiaridades para bien y para mal. La que llega es Bilbao, y eso es mucho.

Antonio Vallejo

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