viernes, 5 de junio de 2015

Vigésimoctava de San Isidro: Oreja de valor para Escribano



Oreja de peso, de valor y valentía, de disposición máxima, de arte y de verdadera justicia la que ha cortado el sevillano Manuel Escribano esta tarde al sexto Adolfo. Oreja ganada a pulso, irreprochable, de principio a fin, tremenda disposición la del de Gerena desde que ha pisado la arena de Las Ventas hasta que se ha despedido en medio de una calurosa ovación. Así se viene a Madrid, y así se sale de Madrid catapultado hacia el resto de temporada. Madrid, siempre se ha dicho, da y quita. Hoy, sin duda, ha dado, y con mucha justicia, a Escribano. ¡Enhorabuena, torero!.

Corrida de máxima expectación, lleno de "no hay billetes" por segunda tarde consecutiva para ver a los de Adolfo Martín, los Albaserradas, sinónimo de emoción , casta y bravura, además de muchas dificultades. Seis toros de Adolfo que han pasado el reconocimiento, tres cinqueños y solo uno, el tercero, por encima de los 500 Kg. No necesitan más estos toros para estar en tipo, sus hechuras soportan esos kilos, así que no extraña ver esos pesos en el programa de mano. Correctos de presentación , muy en Albaserrada, aunque un tanto desiguales de remate. Buenos el primero, noble y con un pitón derecho tremendamente exigente, y el sexto, encastado, exigente y peligroso. Válido para la muleta el cuarto, pero con muy poco fondo. Los demás, peligrosos y descastados, dando pocas o nulas opciones.

La terna anunciada era la formada por Diego Urdiales, Sebastián Castella y Manuel Escribano. Gran expectación también por cuanto se anuncia el francés Castella tras su Puerta Grande del pasado 27 al desorejar a un alcurrucén y la oreja cortada el día 21 al sobrero de El Torero. Junto a él un torero cuajado, con paso firme en esta temporada, el riojano Diego Urdiales, y el sevillano Manuel Escribano, lanzado tras el paso por Sevilla en su Feria de Abril. Magníficos ingredientes los del cóctel elegido para esta importante tarde del Corpus Christi, uno de los jueves que antes relucían más que el sol pero que, desgraciadamente, en estos tiempos que nos toca sufrir, poca gente recuerda y, de las nuevas generaciones, ni siquiera conocen su significado. Renunciando a nuestras esencias estamos perdidos, no solo en la Fiesta de los toros.

El primero de la tarde, "Mulillero II", representa el prototipo de este encaste. Albaserrada puro, de pitón a rabo. Muy serio, magníficas hechuras, perfectamente rematado, astifino y abierto, con 494 Kg de peso, ¿para qué más?. Puro trapío. Buenas verónicas de saludo en el capote de Urdiales, ganando terreno para llevar el toro hacia fuera. Primera ovación para el riojano. De momento el de Adolfo muestra movilidad y repetición. Toma un  primer puyazo defectuoso de colocación y un segundo en el que no se emplea demasiado. Buenos pares de banderillas a cargo de Víctor Hugo "Pirri". No parece tener mucho fondo el albaserrada, le cuesta arrancarse al toque pero mete la cara con nobleza. Inicia Urdiales el toreo en redondo con una serie poderosa, por bajo, ligada, y eso que el toro se cuela en un par de ocasiones. Está firme y valiente el de Arnedo, aguanta los avisos y logra sacar redondos de uno en uno de muy buen trazo y mucho mérito ante un toro que se está volviendo reservón. Por el pitón izquierdo corta el viaje, tiene peligro sordo, traga una barbaridad Urdiales hasta llegar a pegar dos naturales de gran altura, bellísimos. Finaliza con una última serie en redondo, firme, de mucha exposición, con valor y valentía, que levanta los olés del público. No sería descabellado pensar en trofeo si hubiera matado bien, pero la tizona le ha jugado una mala pasada, con media arriba y dos descabellos. No obstante, recibe una merecida ovación que recoge desde el tercio.
El cuarto de la tarde, segundo del lote de Diego Urdiales, "Aviador", correcto de presentación, abrochado de pitones, acabado en puntas hacia arriba, sale haciendo cosas feas que no apuntan buenas maneras, sin fijeza en los capotes y con una pelea deslucida en el caballo, cabeceando, sin emplearse. Dobla las manos en la salida, lo que sube el nivel de las protestas ante la escasez de fuerzas del toro. Pares de banderillas con oficio por parte de "El Víctor". Brinda al público. Primera serie por el derecho templada, con regusto, aún mejor en la segunda, relajado, con la mano baja, pasándose al toro por la barriga, con cierto desmayo que aporta grandes dosis de belleza, con un molinete de adorno quedándose perfectamente colocado para enlazar el siguiente derechazo, y un trincherazo final de olé. Tiene clase el de Adolfo, pero sus fuerzas son mínimas. Se viene abajo. Por el izquierdo corta el viaje, se defiende, se ha quedado sin fuerzas, lo que complica muy mucho el toreo al natural. Vuelve al derecho, el mejor pitón, para rematar la faena con una tanda vertical, templada, sin un solo enganchón de la muleta, trincheras y adornos finales por bajo. Mata de un volapié espectacular que hace rodar al toro sin puntilla. ¡Ay si hubiera matado así al primero!. Leve petición y fuerte ovación saludada desde los medios. Digna, valiente y torera actuación de Diego Urdiales, que puede irse con la cabeza bien alta tras su paso por este San Isidro.

Infumable, solo así puedo definir el lote que ha tenido que lidiar Sebastián Castella. De donde no hay no se puede sacar, y eso que el de Beziers lo ha intentado de todas las maneras. El primero de su lote, "Repollito", es protestado de salida por escasa presencia. Buenas verónicas de Castella a un toro que se  arranca largo y que muestra movilidad y recorrido, al menos lo parece. En varas se emplea con cierta fijeza, mete los riñones y empuja. Pero es un espejismo. A partir de ahí cambia su comportamiento, tanto que al entrar a tomar el segundo puyazo hace un regate al caballo de "Josele" digno de un jugador de primera división, atacando al caballo por el lateral más desprotegido por el peto, cogiendo al picador a la contra, sin poder colocar la puya en condiciones. La segunda vara resulta mejor, aunque medida en el castigo. El tercio de banderillas se presenta sumamente complicado porque el toro mide mucho, busca,  tiene una trayectoria desconcertante y con peligro para los rehileteros, que clavan como pueden, de una en una,  feas maneras, entre una gran bronca. En la muleta pienso que era un toro para someterlo por bajo, dominarlo y poderle, una lidia a la antigua, porque no demostraba cualidad ni calidad alguna para el lucimiento. Una vez sometido quizás probarlo en redondo o al natural y, si no va, matarlo. Comienza Castella por el derecho, pero resulta imposible. El toro se defiende, echa la cara arriba, corta el viaje, se revuelve, busca descaradamente al torero, desarrolla mucho sentido. Lo intenta al natural. El mismo resultado, embestida deslucida, sin emoción pero con peligro. Expone el francés, a mi modo de entender sin necesidad. Tremenda disposición y valentía de Castella, aunque no necesita ya demostrarla, es de sobra conocida. Mata de pinchazo y entera recibiendo silencio a su actuación.
El segundo del lote de Castella, "Buscador", es un precioso animal, cuajado, imponentes hechuras, abierto de pitones, un auténtico puñal el derecho. Lidia bien el francés sacando al toro de los adentros. Poco juego en el tercio de varas, sin emplearse. Sin embargo, buen tercio de banderillas, sobre todo el primer par de José Chacón, muy bien ejecutado. Brinda Sebastián al público en su toro de despedida en este San Isidro. Se dirige a terrenos del 5 y el 6, entre la rayas del tercio. El toro se arranca y lo lleva por bajo, sometiéndole mucho, con un cambio de mano precioso que exige mucho al de Adolfo. Puntea con la cara arriba al final del muletazo, deslucida embestida, poquísima clase. Se viene abajo a las primeras de cambio, quizás se haya vaciado en esa primera tanda tan baja, nunca lo sabremos. A partir de ahí no hay nada, nulo recorrido por ambos pitones, no hay manera de sacarle un pase. Se mete el francés entre los pitones, con  limpieza, de verdad, exponiendo, con peligro, y con nulo eco en los tendidos. Es más, se le recrimina hasta el extremo de no callarse cuando cuadra al toro y se dispone a matar. He tenido el inmenso placer de estar acompañado esta tarde por mi hija María, quien cada día disfruta más de esta Fiesta. Pues bien, en ese preciso  momento, con el torero perfilado para entrar a matar, algunos energúmenos han comenzado a gritar. Me pregunta por qué no se callan de una vez, que en ese instante hay que estar en silencio, que si no lo saben. No puedo expresar lo que he sentido, una mezcla de alegría, felicidad y orgullo, está creciendo una nueva aficionada, buena aficionada con seguridad. Solo así puede ser cuando hace tal aseveración, no como los otros. Mata de pinchazo y media trasera caída. Silencio a su actuación.

La disposición con la que ha venido Manuel Escribano esta tarde a Madrid ha quedado patente nada más pisar la plaza de Las Ventas. A sus dos toros ha ido a recibirlos a porta gayola. El gesto lo dice todo. Sale "Mulillero I" despistado, sin fijeza, con una larga de rodillas del de Gerena. Es un toro serio, entipado, cuajado, que se mete dos topetazos impresionantes contra las tablas. No sé si sus escasas fuerzas y su despiste venían con el toro desde los corrales o los dos golpetazos contra las tablas han influido, pero ambos defectos parecen muy evidentes. En varas no se emplea, se deja pegar sin pelear. Toma las banderillas el propio matador y coloca tres buenos pares, cuadrando en la cara, reuniendo bien. Inicio muy torero por bajo, con suavidad, cuidando la embestida del adolfo, por ambos pitones, con menos recorrido por el izquierdo, cortando el viaje y buscando el cuerpo del torero, con mucho peligro. Deslucido también por el derecho, se defiende, corta la embestida, se revuelve y desarrolla sentido. Escribano está hecho un tío, no se aparta de la cara del toro y le plantea batalla, valiente y con enorme voluntad, irreprochable actuación. A mi modo de ver, por las características del toro, está para doblarse con él, machetear por bajo y poderle. Así lo comentamos en el tendido y así parece entenderlo también el sevillano, que acaba su faena por bajo, macheteando. Palmas de reconocimiento a su esfuerzo y exposición. Mata mal, de cuatro pinchazos saliéndose de la suerte y una entera defectuosa. Silencio.
El último de la tarde, "Baratero", se lo han perdido muchos de los que hoy han ido a la plaza y en el quinto han desfilado camino de su casa o quién sabe donde en este jueves de medio puente. Una pena que no hayan aguantado veinte minutos más para haber visto lo que ha hecho Escribano, un torero de pies a cabeza. A porta gayola se ha ido sin dudarlo para recibir al sexto, impresionante veleto y astifino ejemplar, con una larga cambiada rodillas en tierra de las que paran la respiración, seguida de unas verónicas con gusto. Toma una primera vara con decisión, empujando al caballo, con fijeza, buen puyazo de Jose Manuel Quinta, que mide mucho el segundo. De nuevo toma los palos el matador. Es un toro exigente y con peligro, y así lo demuestra en este tercio, en el que Escribano ha tenido que emplearse a fondo. Pares con mucho riesgo, de poder a poder, en el tercero con el toro que se frena y que por poco engancha a Escribano. Enrabietado toma un nuevo par de banderillas que coloca a la perfección , sin ventajas. Recibe una enorme ovación a la que responde con saludos y muestras de sincero agradecimiento a esta afición. ¡Menudos pares se han perdido los impacientes!. Como ya he dicho, el toro es exigente, complicado, tiene genio y peligro, gazapea y le cuesta al sevillano pararlo y fijarlo en la muleta. Pero lo consigue, ¡vaya si lo consigue!. Inicia la faena en redondo, pitón por el que el adolfo corta y busca, sin clase. Por el izquierdo va mejor, claramente. Templada serie de naturales largos y bajos con el obligado de pecho, tragando mucho Escribano de las embestidas de "Baratero", que se revuelve y desarrolla sentido. A pesar del patente peligro está muy firme el matador, que sigue por el derecho, sacando muletazos uno a uno, exponiendo, muy por encima del toro. Se le reconoce el mérito, el valor y el esfuerzo con una sentida ovación antes de rematar la faena con un ayudado por alto, cuatro naturales enormes, muy de verdad, con gran pureza, dando el pecho, con olés profundos desde los asientos, y un pase de desprecio final bellísimo que pone a la plaza en pie. Coloca al primer encuentro una estocada casi entera que termina con el animal, al que corta una merecidísima oreja. Oreja de ley, oreja de valor, oreja de justicia.

Antonio Vallejo


No hay comentarios:

Publicar un comentario