sábado, 6 de junio de 2015

Vigésimonovena de San Isidro: Lo malo si breve....


Si miramos al cartel que se presentaba en el programa de mano de esta tarde encontramos el preludio de lo que luego ha sido. Ilustrativo a más no poder. Un toreo, solo uno, en esta caso Manuel Jesús "El Cid". Podíamos pensar que su mirada baja, quizás pensativa, sea un  reflejo de lo que el diestro sevillano podía sentir minutos antes de hacer el paseíllo esta tarde en Las Ventas, responsabilidad máxima ante su encerrona, nada más y nada menos, con seis victorinos. El reto, desde luego, es para hacerle pensar a uno. Pero también podemos pensar que el cartel es le reflejo de lo que ha pasado. En mi opinión, un torero no tocado, sino hundido. El encierro no ha sido fácil, los toros de Victorino, bien presentados aunque desiguales, han resultado, a mi  modo de ver, descastados, sin raza, faltos de fuerza, peligrosos algunos, complicados, lo son por norma en este encaste. Pero, sinceramente, no he visto a un Cid capaz de hacer frente a las complicaciones que presentaban los animales. Es más, a medida que avanzaba la corrida, me ha dado incluso la impresión que lo único que quería era acabar cuanto antes de pasar ese mal trago y volver entero al hotel. Los toros han sido, en mi opinión, muy difíciles, hasta intoreables algunos, pero eso no me sirve como excusa ante lo que he visto hoy en Las Ventas. Sabíamos que el reto era enorme, el primero en saberlo era el propio matador. Así se lo ha reconocido la plaza al romper el paseíllo con una sentida y generosa ovación. Pero para afrontar un reto como este hay que estar muy preparado, y creo que ElCid no lo estaba. Desde que se anunciaron los carteles, desde que en una fría mañana de abril estaba frente a las taquillas con un buen amigo renovando nuestros abonos, temíamos mucho esta tarde. Hoy mismo, al escuchar la ovación dedicada al de Salteras, le he comentado a esa misma persona que ojalá no fuera esa la única ovación que hoy escuchara Manuel Jesús. Y Dios sabe las ganas que tenía de equivocarme, pero no me ha dado esa satisfacción, y los malos presagios que teníamos ante esta corrida se han cumplido, para desgracia nuestra y de la Fiesta. De sobra saben los que me conocen lo que opino de las encerronas en solitario. Hay que ser no una figura del toreo, sino una superfigura, un torero de época, para ser capaz de mantener la concentración y tener la variedad y los recursos suficientes para soportar seis faenas seguidas y mantener el nivel. Y no solo eso, hay que tener una fortaleza mental tremenda. Pues ni una cosa ni la otra. Nunca he visto al Cid capaz de superar este reto. Por cualidades técnicas y recursos siempre que le he visto he debido tener muy mala suerte, jamás ha sacado a relucir las bondades que de él he oído. Siempre me ha parecido un torero bueno, sí, pero sobrevalorado. Hoy, desde luego, sin variedad, poder, capacidad ni recursos. Repito, habrá sido mala suerte. Y por fortaleza mental hoy no le he visto capacitado, es más, me ha demostrado una fragilidad de ánimo preocupante, hundiéndose moralmente a medida que salían los toros, sin capacidad de reacción y, en los dos últimos, con ganas de quitárselos de en medio y salir de la plaza cuanto antes.  

Con estas premisas, entenderán que no sea capaz de analizar uno a uno los toros y la lidia de cada uno. Bueno, hablo de lidia y me parece un eufemismo, porque toda la tarde ha sido un auténtico desastre en este aspecto. Sin orden ni concierto, sin lidiar los seis toros, un caos absoluto sobre el ruedo, nadie mandando, nadie colocado en su sitio, los toros campando a sus anchas, mal picados, horribles en varios, ni un solo quite, nada o casi nada, si salvamos una verónicas  aisladas al sexto, en el capote. Mención aparte merece lo que hemos visto, atónitos, en el tercio de banderillas del cuarto y quinto. Yo no recuerdo nada igual. De acuerdo que los toros no ayudaban, de acuerdo que ambos toros eran alimañas con enorme peligro, pero el espectáculo vivido ha sido lamentable, indigno para la primera plaza del mundo, indigno en pleno San Isidro, vergonzoso. Banderillas clavadas de una en una, pares en falso, sin colocación, entrando de mala manera para pasar el mal trago y que el presidente cambie el tercio, algo que ha hecho de manera antirreglamentaria en el cuarto que solo llevaba clavados tres palitroques, cuando debe llevar un mínimo de cuatro, con la consiguiente y merecida bronca al palco. Solo puedo salvar de la quema a Tito Sandoval y a Cándido Ruiz en el sexto. Tito Sandoval, ¡gran picador!, ha colocado un segundo puyazo sensacional en cuanto a colocación y castigo en el sexto, reconocido con una gran ovación al retirarse por el callejón. Y Cándido Ruiz ha clavado dos magníficos pares de banderillas también a este sexto, toro complicado y peligroso, pero al que se le podían hacer cosas.Y si Cándido lo ha hecho, ¿por qué otros con toros de igual o menor peligro nos han hecho padecer vergüenza de lo que hemos visto esta tarde?. Seguramente preguntas sin respuesta.

Poco más me queda por añadir a lo ya dicho. No voy a perder tiempo en describir faenas de muleta que no han existido. Algo en el primero, algún redondo y natural suelto con cierto nivel, pero nada más. Descompuesto, sin sitio, fuera de cacho, desconfiado, sin ideas, sin recursos, lidiando mal, incluso muy mal, así he visto a El Cid. Me apunta en el quinto mi buen amigo Raúl que tras lo de esta tarde no estaría de más que durante una temporadita no viéramos de nuevo al Cid. No me parece nada descabellada la idea. Quienes hayan estado hoy en la plaza entenderán mi postura, y quienes no hayan estado, que no pierdan ni un segundo en buscar nada sobre lo de hoy, un fiasco total. No me extraña, aunque no la comparto ni la aplaudo, la lluvia de almohadillas al finalizar el festejo. Muchos años hacía que no veía esto en Las Ventas. Gráfico el balance final para el de Salteras: Silencio, silencio, silencio, silencio, pitos rayando en bronca, silencio. Lejana queda aquella primera y única ovación que refería al principio.

Para terminar solo una última reflexión. Llevamos veintiocho  orejas cortadas en esta feria. De ellas, diez corresponden a rejoneadores y dieciocho  a toreros de a pie. De esas dieciocho, diecisiete han sido cortadas en las tres primeras  semanas y ¡una, solo una! en esta última semana (la de Manuel Escribano jugándose el tipo), en la semana torista, la de las ganaderías duras, las del timo de la estampita, que es lo que son. A los datos me remito. Aburrimiento general, un par de arrancadas al caballo y bonitas hechuras, a veces ni eso. Francamente, busco algo más en la Fiesta.

Decía que lo malo si breve... Lo mejor  de esta tarde es que ha terminado las nueve menos cuarto. Menos mal, porque después de lo visto, si  tenemos que aguantar como ayer hasta casi las nueve y media nos puede dar algo. ¡Qué pena tener que acabar así! pero es lo que ha habido. Y aún nos falta la miurada del domingo. ¡Que Dios nos asista!.

Antonio Vallejo

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