lunes, 1 de junio de 2015

Vigésimoquinta de San Isidro: ¡Menudo plomazo!


Segunda de las tardes toristas, con ganadería de esas que dicen duras. Nada más y nada menos que Partido de Resina, nada más y nada menos que los Pablo Romero, mítico encaste, cuyo nombre, con solo pronunciarlo, hacía temblar al más pintado. La terna anunciada era la formada por Eduardo Gallo, Sebastián Ritter y Rafael Cerro. Sobre el papel todo apuntaba a.... petardazo. Sí, así lo he pensado a lo largo de todo el día y así ha sido. Sé que mi opinión sobre este tipo de encastes no es muy popular, sobre todo si se agolpan en una misma semana. No defiendo el monoencaste, pero de ahí al empacho de carnes y cornamenta hay un trecho. Mantengo mi opinión que este tipo de encastes pueden exhibir una estampa preciosa, digna de un cuadro, pero su juego es habitualmente decepcionante, o yo tengo muy mala suerte y llevo años sin ver nada bueno en este tipo de corridas. Una vez más la terna se ha estrellado contra una corrida infumable, mala, sin fuerzas, sin clase, sin casta, mansa en general, que encima no ha brillado por su presentación, desigual de hechuras, alguno con una arboladura exagerada, otros terciados en mi opinión y otros en tipo, serios y preciosos. Por tanto irregular. Esto ya no es lo que era. Así que no me extraña que la plaza haya registrado poco más de media entrada, pobre, pobrísima entrada para la última semana de San Isidro. ¡Qué bien han hecho los que se han quedado en casa!. Se han ahorrado dos horas de aburrimiento que se han hecho eternas, un auténtico plomazo. Siempre se ha dicho que este tipo de encastes llevan a mucha gente a la plaza. Pues hoy ni eso, no me extraña, ya no cuela.

¿Qué se puede comentar tras una tarde como esta? Hombre, si pretendo aburrir al personal  me pondría a describir uno a uno cada uno de los no saludos con el capote, de los no tercios de varas, de los no tercios de banderillas, de las no faenas de muleta, de las no suertes supremas bien ejecutadas. Y es que así ha sido la tarde. Por desgracia no ha habido nada. Por no haber no ha habido ni las protestas habituales del grupo purista del 7. Hoy no tocaba, digo yo. ¡Ay si hubieran sido de otros hierros!, menuda bronca se hubiera montado. Ninguno de los seis pablorromeros han salido con fijeza, es más, al menos cuatro han manseado claramente, sueltos, con clara querencia de mansos, a chiqueros, uno de ellos barbeando el anillo entero ajeno a los capotes y a cualquier amago de lucha. No han permitido lucimiento con el capote, si exceptuamos la lidia de Cerro al tercero, que le ha apretado en tablas y al que ha sacado a los medios lidiándolo por bajo como se hacía antiguamente. El resto, nada de nada en el capote. ¿Y en varas?. Se supone que en estas corridas lo interesante es ver la pelea en el caballo. Sí, ha habido un par de arrancadas más en largo, es lo mínimo, digo yo. Pero el tercio de varas ha pasado inadvertido por lo justo de las fuerzas de los pablorromeros, a los que ha habido que medir muy mucho el castigo, y por la mansedumbre general de la corrida, escandalosa en el sexto, que nada más sentir el puyazo salía rebtrincado, soltando coces, huyendo del caballo en busca de la puerta de chiqueros. Mismo guión para resumir los tercios de banderillas. Deslucidos en general, con bastante desorden en la lidia, mal colocados, caóticos, sobre todo en el sexto, una auténtica capea. Ni una ovación a pares colocados, algunos con oficio y cierto riesgo, pero de mero trámite, para cumplir el expediente, en la mayoría de los casos. Con eso queda todo dicho. Si pensamos, como pienso yo, que la lidia y los tercios están para que el toro llegue en las mejores condiciones para desarrollar una brillante faena de muleta, visto lo visto esta tarde  han salido como han salido. Poca clase en la embestida, la mayoría ha habido que llevarlos a media altura por poco fondo, pegaban cabezazos y derrotaban para defenderse, cortando el viaje, descastados, desenrazados. Bastante han hecho los tres matadores con poner voluntad e intentar llevar en la muleta a unos animales que no tenían ni medio pase. Intentar lo han intentado, incluso han llegado a sacar algún muletazo de cierta clase a estos toros, lo que me parece de mucho mérito, sinceramente. De verdad, creánme que poco o nada hay para resaltar en la muleta, y lo que no voy a hacer es lo que siempre he criticado cuando no hay nada que rascar, en este caso contar; alargar innecesariamente para nada.
Solo añadir que la espada no ha desentonado con el resto de la tarde. Un recital de pinchazos, bajonazos, mala ejecución de la suerte suprema y que el resumen perfecto de la corrida han sido seis silencios. Con eso queda dicho todo. Petardazo en toda regla, dos de dos.

Y mañana Cuadri. Esperemos que la ganadería onubense nos levante un poco el ánimo tras estas dos tardes seguidas de aburrimiento. Aunque, si soy sincero, no tengo muchas esperanzas. ¡Ojalá me equivoque!

Antonio Vallejo

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