Una oreja de peso, una oreja de ley, una oreja pagada con el precio de la sangre la que ha cortado Román en la apertura de la Feria de Fallas. Ha sido en la corrida de Jandilla, seria, para mi gusto bien presentada aunque algo desigual de hechuras y también dispar de juego y comportamiento, en la que el valenciano ha hecho el paseíllo junto a Juan José Padilla y David Fandila "Fandi" en una tarde presidida por el viento y que ha marcado mucho el devenir de la lidia, o al menos esa impresión me ha dado por televisión y los comentarios del maestro Emilio Muñoz, Germán Estela y Maxi Pérez.
Una corrida en la que, en mi opinión, los tres actuantes han estado muy de verdad, cada uno fiel a su estilo, sin engañar a nadie, mostrando su tauromaquia y su forma de entender el toreo, pero en estado puro, sin engañifas ni postureos, haciendo su toreo, que puede gustar más o menos, pero es el que es y quien paga una entrada ya sabe lo que va a ver. Y eso es algo que, al menos para mi, se agradece, la verdad, esa de la que hablaba Simón Casas en la presentación de San Isidro y cuyos carteles siguen dando mucho que hablar y opinar.
A Juan José Padilla nadie le va a descubrir a estas alturas, más aún cuando pienso que en esta temporada de su despedida de los ruedos debe ser tarde tras tarde tratado con respeto y cariño, con independencia de que tenga más o menos suerte. Creo que se ha ganado ese respeto y ese cariño por su manera de torear y por su persona, dando una lección de pundonor, valor, hombría y profesionalidad al vencer a la adversidad, al dolor y me atrevería decir que a una muerte que vio cara a cara aquella tarde de octubre en Zaragoza. Solo él confiaba en volver a torear, nadie daba un duro por ello, pero s recuperó y volvió como se fue, toreando igual, con su verdad, sin taparse ni refugiarse en las secuelas de la terrible cornada, como siempre lo había hecho, puro y sin engaños. Ahí su leyenda de Ciclón de Jerez se convirtió en Pirata y su figura se agrandó. De hecho, desde su reaparición se le ha valorado con mucha más justicia de lo que se había hecho antes porque cuando alguien da muestras de su integridad pocos pueden echarle nada en cara. Ayer en Valencia mostró una vez más su toreo, con sus virtudes y sus limitaciones, como todos tenemos, Padilla en estado puro. Lo hizo con el capote, vibrante a la verónica, rematando con revoleras, atacando a los toros, banderilleó con pureza, clasicismo y verdad, cuadrando en la cara, dejándose ver, asomándose al balcón que suele decirse y reuniendo muy bien los pares, incluso uno al violín por el pitón derecho con lo complicado que resulta entrar por ese pitón teniendo en cuenta que perdió el ojo izquierdo y por ahí tiene una importante limitación de su campo visual. Con la muleta también se mantuvo fiel a su estilo, especialmente en la faena ante el sexto, toro que tuvo que matar por la cogida de Román. Destacó con una serie de naturales extraordinaria al primero, un buen toro noble y manejable al que El Pirata llevó templado y ligado, poniéndole la muleta en la cara y conduciendo la embestida con ritmo y gusto. Lástima que el viento molestara tanto y obligara a Padilla tomar la tela con la diestra y torear en redondo, por ahí no iba igual el jandilla aunque el jerezano lo llevó con igual temple, pero sin la emoción de los naturales. Arrebatado comenzó la faena al cuarto, de rodillas junto a las tablas, aguantando la bronca embestida del animal, llevándolo en doblones por bajo, largo, sometiéndolo con clase y mando. Y le pudo, vaya si le pudo, tanto que el jandilla se rajó y tomó el camino de las tablas abrumado por el poderío de Padilla. Como ya he dicho tuvo que matar al sexto que correspondía a Román, y ahí emergió el Pirata más Pirata. Toro de embestida brusca y algo descompuesta al que presentó batalla sin tregua, se fue a por él, Der rodillas primero, luego en pie y por ambos pitones, poniéndole la muleta, bajándole la mano y diciendo aquí estoy yo. Por ambos pitones estuvo valiente y firme Padilla, entregado, arrancando los pases y dominando al toro. Una oreja merecida, para nada sensiblera, se llevó el Pirata jerezano de su despedida de Valencia. Ojalá en cada ruedo que pise por última vez le veamos como ayer, como es él, sin tapujos, y sea despedido con el respeto y el cariño que merece. Y si a alguien no le gusta su estilo, ya sea, con no comprar la entrada es suficiente.
Fandi es otro que tampoco engaña a nadie. Ya sabemos de su repertorio y digo lo mismo, quien no quiera verle no es obligado. Eso lo lleva con su rectitud habitual y ecuanimidad propia en él mi amigo Raúl. No le gusta Fandi, no va a la plaza y ya está, pero no se dedica a ir, empezar a insultarle y llamarle de todo como he visto bastantes veces. Nunca olvidemos que se juegan la vida delante de un toro. No tuvo suerte ayer el granadino. Dos toros sin opciones, deslucidos, sin chispa ni la mínima emoción, que pasaban sin decir nada, sin clase, sin ritmo. Con el capote estuvo como siempre, recibiendo con largas cambiadas d rodillas, buenas las verónicas y bonito la manera de llevar al toro al caballo galleando por delantales, o el quite por navarras. También banderilleó con pureza, llegando hasta la cara del toro, sin clavar a toro pasado, algo que muchas veces se le ha criticado, pero ayer cuajó dos tercios de banderillas buenos en los que desplegó todo su repertorio, al violín, la moviola, desde el estribo, por dentro. En definitiva, Fandi también en estado puro, sin engañar a nadie.
El valenciano Román es uno de esos toreros de la nueva generación que viene arreando fuerte.Yo le descubría hace dos años y precisamente en Fallas en una tarde de agua y viento en que se la jugó a cara de perro y salió por la puerta grande del coso de la calle Játiva. Torero emergente con el descaro propio de su edad, con esa perenne sonrisa dibujada en su rostro, un carácter que engancha y atrae, que tuvo una temporada 2017 realmente espectacular y que desde el miércoles pasado, tras la presentación oficial de los carteles de San Isidro, está en boca de todos por ser uno de los que comparecerá tres tardes en Madrid. No sé si es justo o no que Román cuente con tres tardes, la del 10 de mayo con toros de Fuente Ymbro, la del 17 de mayo con toros de Juan Pedro Domecq y la del 3 de junio con los de Miura. Una apuesta muy fuerte del matador y de la empresa y que ha levantado gran número de comentarios. Yo no soy quien para juzgar si esas tres tardes son merecidas o no, pero si que tengo mi opinión y esa es que creo que lidiar tres tardes en Madrid es algo que debiera estar reservado a las figuras. Al menos siempre lo ha sido así y a lo largo de la historia han sido las figuras las que se anunciaban tres y hasta cuatro tardes en el ciclo isidril. No quiero demerecer a Román ni a ninguno de los anunciados tres tardes, pero me hubiera gustado que al menos una de esas tardes hubiera sido para Juli, o para Ponce, o para Talavante, por ejemplo. Pero esa es mi opinión y mis gustos. Muchas veces se ha dicho que San Isidro son los mundiales del toreo, o los Juegos Olímpicos, estableciendo un símil con el fútbol y el deporte. ¿Quiénes están en los mundiales de fútbol?. Pues los mejores, sin duda, aunque a veces se cuelen equipos de dudosa categoría y puedan quedarse fuera selecciones de tanto peso y tanta tradición como Italia. Eso se ha criticado mucho, se ha dicho que en la actualidad se busca que entren todos los países por eso de la globalización y que los más pequeños tengan también oportunidad de jugar un mundial. Y así es posible ver que cada cuatro años aumenta el número de equipos y s hacen campeonatos de una duración enorme solo porque tienen que clasificarse países de Asia, Oceanía o África que no sabemos ni colocar en el mapa. Y ocurre que hay cantidad de partidos que carecen de interés y se ve le estadio medios vacío, ¿o alguien piensa en ver un España contra "nosequékistán" una tarde de junio y cambia sus planes o su trabajo?. El interés vendrá con un España contra Inglaterra, o Brasil contra Alemania. Para eso países más modestos están las fases de clasificación, ese es su escaparate al mundo y de ahí saldrá quien realmente merezca codearse con los más grandes. Pues si me permiten seguir con ese simil algo parecido puede decirse de este San Isidro, del que la opinión más unánime que he escuchado leído es que resulta muy largo, demasiado, por la razón de que "tienen que entrar todos", algo que va llevar a tardes que suscitan poco interés y en los que veremos mucho cemento en las Ventas. Ojalá me equivoque, pero me temo que no y lo veremos. Como he dicho es cierto que todos esos países tienen el derecho a estar en un mundial y se lo pueden ganar en esas fases de clasificación, pero nunca deben servir para quitar del camino a un país con más potencial, más tradición y, en definitiva, más interés. Como en los toros en Madrid, en los que toda la vida las "fases de clasificación" han sido las corridas de los domingos, o las de verano, o las ferias que precedían a San Isidro y cuyos triunfadores tenían plaza asegurada en Madrid junto a las figuras, pero que nunca significaba que ocuparan el lugar de privilegio reservado para quienes, en mi opinión, generan el mayor atractivo y el máximo interés para el público general y el aficionado en particular que son las grandes figuras. No tengo duda ninguna que Román se ha ganado por derecho propio estar en San Isidro. Lleva tiempo demostrando lo torero que es y ayer nos dio de nuevo muestras de lo que lleva dentro. Hace pocos día leí una entrevista al joven matador valenciano en la que decía que había pasado una época un tanto dispersa, más pendiente del Kite surf, las fiestas y la diversión que del toro y que había recapacitado y ahora estaba completamente centrado en el toro y en su profesión, y se nota. Sin abandonar su desparpajo, su sonrisa y su alegría se le ve metido de lleno en su profesión, firme y concentrado, de ahí los triunfos y la sensación de buen torero que lleva dejando desde hace un par de años. Su actuación en la tarde de ayer frente al tercero de Jandilla es una buena muestra de su excelente estado de forma en una faena en la que estética y épica viajaron de la mano y los engaños de Román. Salió a ganar, apostó todo desde el principio, no quiso guardarse nada y se entregó desde el primer lance de capa, ganado terreno a un toro complicado y de embestida un tanto bronca y poco definida, que arreaba y exigía. Iba decidido a brindar al respetable cuando el jandilla se arranca y el valenciano, impasible, como quien ve venir el 27 por la Castellana, se queda plantado y le pega 4 o cinco estatuarios que levantan los olés y enloquecen a los tendidos. Hala, ya está, lo ha parado y tranquilamente se va al centro del anillo y sigue con lo que tenía pensado, que era brindar al público. Solo alguien que está muy seguro de lo que va a hacer es capaz de mostrar esa serenidad y ese valor. A partir de ahí una faena vibrante, electrizante, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela, ligando la series por bajo, mandando, pasándose al toro por la cintura a milímetros de la taleguilla, escalofriante y bello a la vez, emoción y transmisión de un hombre entregado. Derechazos y naturales templados, luquecinas finales extraordinarias, todo bien colocado, todo por bajo, todo con temple, una faena de muchos quilates. No podía ser de otra manera, no se le podía escapar el triunfo y por eso se tiró a matar como si no hubiera nada más después. en ningún momento pensó que le quedaba otro toro, ni otra tarde en Fallas, ni otras después, no podía engañar a nadie ni engañarse a sí mismo. Como Padilla y Fandi fue sincero consigo mismo y honesto con su profesión, se tiró a matar de frente y por derecho, sin dudarlo, sin esconder nada. Tanto se volcó sobre el morrillo que el de Jandilla lo prendió del muslo, ¡uff, por suerte solo de la taleguilla!. parecía que no llevaba cornada, solo la tela rasgada, el toro dobló y una oreja de ley cayó en las manos de Román. Y cuando David Casas le pone el micrófono para preguntarle cómo se encuentra ¡resulta que Román, como si nada, le dice "anda, si tengo una cornada aquí"!. Increíble, ni se había mirado antes, ni dejó de dar la vuelta al ruedo con la oreja cortada en la mano, ni tuvo que ser llevado en volandas a la enfermería. Lo hizo por su propio pie, con claras muestras de dolor pero sin que la sonrisa desapareciera de su cara. Luego supimos que llevaba una cornada de 15 cm en ala axila derecha y que iba a ser intervenido en la propia enfermería de la plaza. Y con todo ello tuvieron que frenarle porque pretendía salir a matar el sexto, menos mal. ¡Olé sus...!.
Román ha presentado sus credenciales y lo ha hecho de manera rotunda. Su puesto en San Isidro es indudable, de auténtica justicia, pero aún con todo creo que dos tardes ganadas por su arte y su valor son un justo premio para alguien como el valenciano. lo que sí está claro es que los aficionados iremos a Las Ventas el próximo 10 de mayo con mucha ilusión de verle torear, y como esté igual que ayer puede montar el lío gordo.
Porque ayer en Valencia hubo, sobre todo, verdad, la verdad del toreo de Padilla, Fandi y Román, sin esconderse ni engañar, fieles a su estilo. Ese es la verdad del toreo, a la que supongo que Simón Casas aludía en su discurso del pasado miércoles, ¿o era otra verdad?. Espero que no.
Antonio Vallejo
Una corrida en la que, en mi opinión, los tres actuantes han estado muy de verdad, cada uno fiel a su estilo, sin engañar a nadie, mostrando su tauromaquia y su forma de entender el toreo, pero en estado puro, sin engañifas ni postureos, haciendo su toreo, que puede gustar más o menos, pero es el que es y quien paga una entrada ya sabe lo que va a ver. Y eso es algo que, al menos para mi, se agradece, la verdad, esa de la que hablaba Simón Casas en la presentación de San Isidro y cuyos carteles siguen dando mucho que hablar y opinar.
A Juan José Padilla nadie le va a descubrir a estas alturas, más aún cuando pienso que en esta temporada de su despedida de los ruedos debe ser tarde tras tarde tratado con respeto y cariño, con independencia de que tenga más o menos suerte. Creo que se ha ganado ese respeto y ese cariño por su manera de torear y por su persona, dando una lección de pundonor, valor, hombría y profesionalidad al vencer a la adversidad, al dolor y me atrevería decir que a una muerte que vio cara a cara aquella tarde de octubre en Zaragoza. Solo él confiaba en volver a torear, nadie daba un duro por ello, pero s recuperó y volvió como se fue, toreando igual, con su verdad, sin taparse ni refugiarse en las secuelas de la terrible cornada, como siempre lo había hecho, puro y sin engaños. Ahí su leyenda de Ciclón de Jerez se convirtió en Pirata y su figura se agrandó. De hecho, desde su reaparición se le ha valorado con mucha más justicia de lo que se había hecho antes porque cuando alguien da muestras de su integridad pocos pueden echarle nada en cara. Ayer en Valencia mostró una vez más su toreo, con sus virtudes y sus limitaciones, como todos tenemos, Padilla en estado puro. Lo hizo con el capote, vibrante a la verónica, rematando con revoleras, atacando a los toros, banderilleó con pureza, clasicismo y verdad, cuadrando en la cara, dejándose ver, asomándose al balcón que suele decirse y reuniendo muy bien los pares, incluso uno al violín por el pitón derecho con lo complicado que resulta entrar por ese pitón teniendo en cuenta que perdió el ojo izquierdo y por ahí tiene una importante limitación de su campo visual. Con la muleta también se mantuvo fiel a su estilo, especialmente en la faena ante el sexto, toro que tuvo que matar por la cogida de Román. Destacó con una serie de naturales extraordinaria al primero, un buen toro noble y manejable al que El Pirata llevó templado y ligado, poniéndole la muleta en la cara y conduciendo la embestida con ritmo y gusto. Lástima que el viento molestara tanto y obligara a Padilla tomar la tela con la diestra y torear en redondo, por ahí no iba igual el jandilla aunque el jerezano lo llevó con igual temple, pero sin la emoción de los naturales. Arrebatado comenzó la faena al cuarto, de rodillas junto a las tablas, aguantando la bronca embestida del animal, llevándolo en doblones por bajo, largo, sometiéndolo con clase y mando. Y le pudo, vaya si le pudo, tanto que el jandilla se rajó y tomó el camino de las tablas abrumado por el poderío de Padilla. Como ya he dicho tuvo que matar al sexto que correspondía a Román, y ahí emergió el Pirata más Pirata. Toro de embestida brusca y algo descompuesta al que presentó batalla sin tregua, se fue a por él, Der rodillas primero, luego en pie y por ambos pitones, poniéndole la muleta, bajándole la mano y diciendo aquí estoy yo. Por ambos pitones estuvo valiente y firme Padilla, entregado, arrancando los pases y dominando al toro. Una oreja merecida, para nada sensiblera, se llevó el Pirata jerezano de su despedida de Valencia. Ojalá en cada ruedo que pise por última vez le veamos como ayer, como es él, sin tapujos, y sea despedido con el respeto y el cariño que merece. Y si a alguien no le gusta su estilo, ya sea, con no comprar la entrada es suficiente.
Fandi es otro que tampoco engaña a nadie. Ya sabemos de su repertorio y digo lo mismo, quien no quiera verle no es obligado. Eso lo lleva con su rectitud habitual y ecuanimidad propia en él mi amigo Raúl. No le gusta Fandi, no va a la plaza y ya está, pero no se dedica a ir, empezar a insultarle y llamarle de todo como he visto bastantes veces. Nunca olvidemos que se juegan la vida delante de un toro. No tuvo suerte ayer el granadino. Dos toros sin opciones, deslucidos, sin chispa ni la mínima emoción, que pasaban sin decir nada, sin clase, sin ritmo. Con el capote estuvo como siempre, recibiendo con largas cambiadas d rodillas, buenas las verónicas y bonito la manera de llevar al toro al caballo galleando por delantales, o el quite por navarras. También banderilleó con pureza, llegando hasta la cara del toro, sin clavar a toro pasado, algo que muchas veces se le ha criticado, pero ayer cuajó dos tercios de banderillas buenos en los que desplegó todo su repertorio, al violín, la moviola, desde el estribo, por dentro. En definitiva, Fandi también en estado puro, sin engañar a nadie.
El valenciano Román es uno de esos toreros de la nueva generación que viene arreando fuerte.Yo le descubría hace dos años y precisamente en Fallas en una tarde de agua y viento en que se la jugó a cara de perro y salió por la puerta grande del coso de la calle Játiva. Torero emergente con el descaro propio de su edad, con esa perenne sonrisa dibujada en su rostro, un carácter que engancha y atrae, que tuvo una temporada 2017 realmente espectacular y que desde el miércoles pasado, tras la presentación oficial de los carteles de San Isidro, está en boca de todos por ser uno de los que comparecerá tres tardes en Madrid. No sé si es justo o no que Román cuente con tres tardes, la del 10 de mayo con toros de Fuente Ymbro, la del 17 de mayo con toros de Juan Pedro Domecq y la del 3 de junio con los de Miura. Una apuesta muy fuerte del matador y de la empresa y que ha levantado gran número de comentarios. Yo no soy quien para juzgar si esas tres tardes son merecidas o no, pero si que tengo mi opinión y esa es que creo que lidiar tres tardes en Madrid es algo que debiera estar reservado a las figuras. Al menos siempre lo ha sido así y a lo largo de la historia han sido las figuras las que se anunciaban tres y hasta cuatro tardes en el ciclo isidril. No quiero demerecer a Román ni a ninguno de los anunciados tres tardes, pero me hubiera gustado que al menos una de esas tardes hubiera sido para Juli, o para Ponce, o para Talavante, por ejemplo. Pero esa es mi opinión y mis gustos. Muchas veces se ha dicho que San Isidro son los mundiales del toreo, o los Juegos Olímpicos, estableciendo un símil con el fútbol y el deporte. ¿Quiénes están en los mundiales de fútbol?. Pues los mejores, sin duda, aunque a veces se cuelen equipos de dudosa categoría y puedan quedarse fuera selecciones de tanto peso y tanta tradición como Italia. Eso se ha criticado mucho, se ha dicho que en la actualidad se busca que entren todos los países por eso de la globalización y que los más pequeños tengan también oportunidad de jugar un mundial. Y así es posible ver que cada cuatro años aumenta el número de equipos y s hacen campeonatos de una duración enorme solo porque tienen que clasificarse países de Asia, Oceanía o África que no sabemos ni colocar en el mapa. Y ocurre que hay cantidad de partidos que carecen de interés y se ve le estadio medios vacío, ¿o alguien piensa en ver un España contra "nosequékistán" una tarde de junio y cambia sus planes o su trabajo?. El interés vendrá con un España contra Inglaterra, o Brasil contra Alemania. Para eso países más modestos están las fases de clasificación, ese es su escaparate al mundo y de ahí saldrá quien realmente merezca codearse con los más grandes. Pues si me permiten seguir con ese simil algo parecido puede decirse de este San Isidro, del que la opinión más unánime que he escuchado leído es que resulta muy largo, demasiado, por la razón de que "tienen que entrar todos", algo que va llevar a tardes que suscitan poco interés y en los que veremos mucho cemento en las Ventas. Ojalá me equivoque, pero me temo que no y lo veremos. Como he dicho es cierto que todos esos países tienen el derecho a estar en un mundial y se lo pueden ganar en esas fases de clasificación, pero nunca deben servir para quitar del camino a un país con más potencial, más tradición y, en definitiva, más interés. Como en los toros en Madrid, en los que toda la vida las "fases de clasificación" han sido las corridas de los domingos, o las de verano, o las ferias que precedían a San Isidro y cuyos triunfadores tenían plaza asegurada en Madrid junto a las figuras, pero que nunca significaba que ocuparan el lugar de privilegio reservado para quienes, en mi opinión, generan el mayor atractivo y el máximo interés para el público general y el aficionado en particular que son las grandes figuras. No tengo duda ninguna que Román se ha ganado por derecho propio estar en San Isidro. Lleva tiempo demostrando lo torero que es y ayer nos dio de nuevo muestras de lo que lleva dentro. Hace pocos día leí una entrevista al joven matador valenciano en la que decía que había pasado una época un tanto dispersa, más pendiente del Kite surf, las fiestas y la diversión que del toro y que había recapacitado y ahora estaba completamente centrado en el toro y en su profesión, y se nota. Sin abandonar su desparpajo, su sonrisa y su alegría se le ve metido de lleno en su profesión, firme y concentrado, de ahí los triunfos y la sensación de buen torero que lleva dejando desde hace un par de años. Su actuación en la tarde de ayer frente al tercero de Jandilla es una buena muestra de su excelente estado de forma en una faena en la que estética y épica viajaron de la mano y los engaños de Román. Salió a ganar, apostó todo desde el principio, no quiso guardarse nada y se entregó desde el primer lance de capa, ganado terreno a un toro complicado y de embestida un tanto bronca y poco definida, que arreaba y exigía. Iba decidido a brindar al respetable cuando el jandilla se arranca y el valenciano, impasible, como quien ve venir el 27 por la Castellana, se queda plantado y le pega 4 o cinco estatuarios que levantan los olés y enloquecen a los tendidos. Hala, ya está, lo ha parado y tranquilamente se va al centro del anillo y sigue con lo que tenía pensado, que era brindar al público. Solo alguien que está muy seguro de lo que va a hacer es capaz de mostrar esa serenidad y ese valor. A partir de ahí una faena vibrante, electrizante, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela, ligando la series por bajo, mandando, pasándose al toro por la cintura a milímetros de la taleguilla, escalofriante y bello a la vez, emoción y transmisión de un hombre entregado. Derechazos y naturales templados, luquecinas finales extraordinarias, todo bien colocado, todo por bajo, todo con temple, una faena de muchos quilates. No podía ser de otra manera, no se le podía escapar el triunfo y por eso se tiró a matar como si no hubiera nada más después. en ningún momento pensó que le quedaba otro toro, ni otra tarde en Fallas, ni otras después, no podía engañar a nadie ni engañarse a sí mismo. Como Padilla y Fandi fue sincero consigo mismo y honesto con su profesión, se tiró a matar de frente y por derecho, sin dudarlo, sin esconder nada. Tanto se volcó sobre el morrillo que el de Jandilla lo prendió del muslo, ¡uff, por suerte solo de la taleguilla!. parecía que no llevaba cornada, solo la tela rasgada, el toro dobló y una oreja de ley cayó en las manos de Román. Y cuando David Casas le pone el micrófono para preguntarle cómo se encuentra ¡resulta que Román, como si nada, le dice "anda, si tengo una cornada aquí"!. Increíble, ni se había mirado antes, ni dejó de dar la vuelta al ruedo con la oreja cortada en la mano, ni tuvo que ser llevado en volandas a la enfermería. Lo hizo por su propio pie, con claras muestras de dolor pero sin que la sonrisa desapareciera de su cara. Luego supimos que llevaba una cornada de 15 cm en ala axila derecha y que iba a ser intervenido en la propia enfermería de la plaza. Y con todo ello tuvieron que frenarle porque pretendía salir a matar el sexto, menos mal. ¡Olé sus...!.
Román ha presentado sus credenciales y lo ha hecho de manera rotunda. Su puesto en San Isidro es indudable, de auténtica justicia, pero aún con todo creo que dos tardes ganadas por su arte y su valor son un justo premio para alguien como el valenciano. lo que sí está claro es que los aficionados iremos a Las Ventas el próximo 10 de mayo con mucha ilusión de verle torear, y como esté igual que ayer puede montar el lío gordo.
Porque ayer en Valencia hubo, sobre todo, verdad, la verdad del toreo de Padilla, Fandi y Román, sin esconderse ni engañar, fieles a su estilo. Ese es la verdad del toreo, a la que supongo que Simón Casas aludía en su discurso del pasado miércoles, ¿o era otra verdad?. Espero que no.
Antonio Vallejo
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