domingo, 7 de octubre de 2018

5ª de Otoño: Diego Ventura, amo y señor de Madrid a lomos de un Sueño



El amo y señor de la plaza de Madrid, 17 Puertas Grandes le coronan, 17 tardes en las que ha ido gestando su leyenda, haciendo historia una y otra vez, batiendo todos los registros conocidos y por conocer, engrandeciendo con su Arte no solo al rejoneo sino a todo el toreo, porque Diego Ventura es, no lo olvidemos, TORERO, a caballo, como nació este Arte que es la Tauromaquia.Entre gritos de "torero, torero" fue sacado a hombros por la puerta más deseada del toreo, la que ya ha cruzado en 17 ocasiones ¡y las que nos quedan por ver!.
Una vez más la plaza de Las Ventas se llenó porque la ocasión lo merecía, porque nadie quería perderse lo que se presumía una tarde para la historia. Como es habitual en los festejos de rejones cantidad de niños en los tendidos, el germen del futuro, la semilla que hará crecer y mantener la afición por siempre, la que nos transmitieron nuestros mayores, la que les transmitimos a nuestros hijos y la que espero ellos continúen transmitiendo. Pero ayer me llamó la atención que, al menos en mi tendido, gran parte de los abonados habituales estábamos allí, como cualquier otra tarde, demostrando que lo que nos apasiona es el toreo en toda su integridad y en toda su expresión, sin distinguir, y aún menos despreciar, cualquiera de sus expresiones. Y debió ser así en casi toda la plaza porque se vivió un ambiente que, si bien estaba dominado por la alegría y la ilusión, en ningún momento se dejo llevar por el triunfalismo y la euforia desmedida, se valora y se midió cada faena, cada encuentro, cada suerte, cada rejón, con verdadero rigor, calibrando los méritos,  las ovaciones y los premios de igual manera que criticó lo que había que censurar y cuando hubo que hacerlo, lo que pone aún más valor a la gesta de Ventura en la tarde de ayer. 
La tarde comenzó de una manera bellísima y emotiva, un paseíllo único y especial, algo que jamás había visto y que recordaré por siempre, con los 19 caballos que el maestro montó en la tarde de ayer haciéndole pasillo, con toda la plaza en pie y una de las ovaciones más grandes que recuerdo en esta plaza, y cuidado que he visto romperse a Las Ventas en muchas ocasiones, pero lo de ayer fue algo mágico. Cada caballo una lámina, de una belleza superlativa, elegantes, Bombón, Toronjo, Jaguar, Fino, Gitano, Morante, Dólar, Lío, Bronce, Remate, Nazarí....nombres para la historia, nombres de caballos toreros entre los que ayer hubo uno que hizo realidad los deseos del maestro y de todos los aficionados, uno que nos hizo soñar el toreo más puro, uno que no podía tener otro nombre más que Sueño y que en el sexto llevó a Ventura a la gloria.
Una tarde que fue a más, que comenzó con un toro noble  tardo y parado de Ángel Sánchez colaboró poco, una faena de mucho mérito de Ventura, haciendo todo bien, con pureza, faena muy torera, parando al toro con Bombón y templando en banderillas con Lío, pero faltó ritmo y emoción por la poca transmisión del toro. Con Toronjo colocó tres rosetas un tanto deslucidas por las escasa condiciones del toro para matar de un rejonazo y descabello y escuchar ovación con muy leve petición de oreja.
El segundo de la tarde lucía el hierro de Miura. Se fue a recibirlo con la garrocha a la boca de la puerta de toriles en una estampa campera que me encanta ver en estar tardes de rejones. La verdad es que me llamó la atención cuando vi anunciado en los carteles dos de Miura para esta corrida, y como era de esperar el comportamiento del toro fue el esperado. Toro con mucha complicaciones para el caballo, también tardo, midiendo, y cuando se arrancaba lo hacía soltando la cara, muy exigente para el caballo y el caballero, pero a lomos de Nazarí cualquier cosa e posible, como las banderillas que colocó ventura, ajustadas, con máxima exposición, toreo de enorme valor por las dificultades del toro en una faena que si bien no tuvo el brillo y la espectacularidad de lo que nos tiene acostumbrados encerraba muchísima maestría y Lara muestra del domingo que Diego Ventura tiene de todas las suertes. La ovación con la que se le premió a la muerte de este toro así lo confirma.
El tercero lucía El Hierro de Guiomar Cortes de Moura, un Murube en toda regla, hondo, bajo, cuajado, al que paró y templó con Jaguar en una exhibición de toreo a dos pistas, recorriendo el anillo de costado, con los pitones del toro cosidos al lomo del caballo, recortes por dentro para acabar bailando delante del toro a lomos de Fino con el que  pasó la grupa de un pitón a otro como si nada y dibujar en banderillas quiebros ajustadísimos dándole toda ventaja al toro, especialmente en dos invertidos, cambiado d pitón en le último segundo y colocar las banderillas al violín montando a Gitano. De no haber fallado con el rejón de muerte habría caído la primera oreja, pero el ambiente empezaba a caldearse y se olía ya algo grande a poco que embistieran los tres que quedaban. 
En cuarto turno saltó otro de Ángel Sánchez que apuntó querencia desde salida, huidizo a tablas, sin fijeza. Enorme el esfuerzo de Ventura para fijarlo, demostración del saber y el conocimiento de los terrenos, así como de elegancia y caballerosidad, como el detalle de concederle al sobresaliente  de la corrida, Juan Manuel Munera, compartir con él la faena. Con ambos jinetes sobre el ruedo se vivieron los mejores momentos en banderillas, colocando los palos al quiebro, teniendo que hacer prácticamente todo porque el toro no respondía, teniendo que llegara hasta misma cara para realizar la suerte. Por cierto, sensacional el joven sobresaliente, extraordinaria doma y monta y verdad a la hora de colocar las banderillas. Sí señor, así se comporta un maestro, sin olvidar que él también empezó un día y pedía oportunidades. De nuevo problemas a la hora de matar y. nueva ovación tanto para Diego como para Munera.
Otro Miura hacía quinto, no hay quinto malo se dice. Toro con la complicaciones propias de su encaste, muy exigente, pero ante el que Diego Ventura destapó el tarro de las esencias y bordó el toreo. Lección magistral de toreo para la que reservó a tres de las joyas de la corona: Nazarí, Lío y Bronce. Antológica y bellísima la manar de parar al Miura de salida, dejándose llegar los pitones a la grupa, exponiendo al máximo, por fuera y por dentro, templando con el costado como si fuera una muleta y recortando por los adentros por terrenos inverosímiles, verdad en su toreo, sobrio, sin alardes ni estridencias, con una pureza brutal, poniendo al público en pie por lo ajustado de los encuentros y la materia a la hora de colocar los rejones y las banderillas, emoción a raudales y admiración desbordada ante lo que estábamos viendo. Por fin enterró el rejón de muerte a la primera con Remate y la oreja fue inapelable. Se pidió la segunda, no con demasiada fuerza aunque había bastante parte de los tendidos que lo hicieron, y creo que el palco acertó al no concederla, igual que el público reaccionó sin un solo reproche  a esa decisión, lo que demuestra que ayer nadie se dejó llevar por triunfalismos o sentimentalismos, añadiendo más valor a lo conseguido por Ventura.
Queda el sexto, de Guiomar Cortes de Moura, que a la postre fue un sensacional toro, bravo, noble, con fijeza y duración. Lo recibió con la garrocha y pronto se vieron las extraordinarias condiciones del murube, se olía lago gordo. Y llegó, ¡de qué manera!, una faena antológica, plena, rotunda, a lomos de Dólar, Morante un caballo que le llevó a la gloria, Sueño, que nos hizo soñar el toreo más bello haciendo gala a su nombre. Todo perfecto de principio a fin, con temple y torería, desde los dos soberbios rejones de castigo, de poder a poder, hasta los quiebros y reuniones en banderillas, embroques ajustadísimos, con enorme pureza, ejecutados en una baldosa, una locura, delirio taurino, pasando por los "bocados" de Morante que pusieron a la plaza en pie y acabando con un par de banderillas a dos manos a lomos de Dólar ejecutado en largo, a velocidad de vértigo y con una verdad absoluta. Rejonazo fulminante algo caido y dos orejas sin discusión, más una merecidísima vuelta al ruedo para este magnífico toro. Aquí también hubo petición de rabo, pero de igual manera pienso que dos orejas son justo premio y aumentan el valor del triunfo por su rigor.
Disfruté mucho, soñé al toreo otra tarde más gracias al amo y señor de Madrid, Diego Ventura, y su Sueño.

Antonio Vallejo

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