domingo, 17 de abril de 2016

La canción del Pirata


En Sevilla, tan cerca de su natal Jerez, en sábado de farolillos, con la Feria en todo su apogeo, ha compuesto Juan José Padilla, el Ciclón de Jerez, el Pirata, una hermosa canción, posiblemente la mejor que se le haya visto componer jamás. Quizás su obra de ayer fuera un homenaje a Vicente Fernández, padre de Alejandro Fernández, maestro de las rancheras, al que brindó su primer toro. No sé si por sevillanas, rumbas, bulerías, coplas o fandanguillos de su tierra gaditana, le habrán llegado los ecos de su gran triunfo en la Maestranza, pero seguro que aún le resuenan en los oídos los olés sentidos y las palmas atronadoras que acompañaron a su canción, la canción del Pirata, la que quizás ayer Espronceda se planteó reescribir: "Con diez capotes por banda, palos al viento y una muleta, no corta el mar sino torea, un maestro de Jerez, bajel torero que llaman, por su bravura el Ciclón…". Fiel a su estilo, su toreo alegre y bullanguero, de movilidad, pero no exento de valor y arte, cortó el jerezano tres orejas que le sirvieron para abrir la Puerta del Príncipe, de cumplir un sueño tras veintidós años de alternativa. Y me alegro por él, un ejemplo de superación, de amor al toreo, que ha sufrido, y sufre aún, mucho tras aquella terrible cogida en Zaragoza que le marcará para siempre, que contra todo pronóstico ha vuelto a ponerse delante de la cara del toro. En estos tiempos de conformismo, de buenismo, de comodidades, de la inmediatez de lo fácil, de una juventud que no soporta la mínima contrariedad, el pundonor, el esfuerzo y el sacrificio de Juan José padilla debieran ser ejemplo para muchos, sobre todo para aquellos tildados por sí mismos como "animalistas" y antitaurinos que no tienen ni idea de lo que es, significa y supone la Tauromaquia y lo que son y sienten estos hombres que tanto aman esta Fiesta: ¡Olé, Torero!.

Corrida de Fuente Ymbro, procedencia Domecq Díez, muy seria y bien presentada, sobre todo cuarto, quinto y sexto, de magníficas hechuras, ejemplo perfecto de lo que es trapío, en tarde lluviosa que afortunadamente cesó y que hizo que se tuviera que retrasar el inicio de la corrida para tener el albero sevillano preparado para la lidia  y que posiblemente influyó para que al final no se registrara otro lleno en La Maestranza, con más de tres cuartos de entrada. Terna andaluza con Juan Serrano "Finito de Córdoba" (aunque es nacido en Sabadell es y se siente cordobés), el jerezano Juan José Padilla y el granadino David Fandila "El Fandi" mientras en el Real las últimas sevillanas, los últimos bailes, los últimos tragos de manzanilla y la patas de jamón que se apuran de cara al fin de la Feria.

Mala suerte para Finito de Córdoba en su lote. No tuvo toros por la falta de fuerza de sus dos oponentes, si bien el cuarto, segundo de su lote, tenía cierta calidad, pero entre lo justo de motor que iba y el fuerte castigo en varas que se llevó, llegó absolutamente desfondado a la muleta de Serrano. Toros sosos, con poca movilidad y escaso recorrido, que no rompieron en ningún momento, amén de la falta de fuerzas ya referida y que no permitieron a Finito desplegar su arte. Bueno, eso y que además tampoco se vio al mejor Finito, un tanto gris, como la tarde, sin que tampoco él acabara de romper, muletazos sueltos, de uno en uno, sin ritmo, sin ligazón, sin transmisión, en ocasiones más preocupado de componer la figura para las fotos que de otra cosa. Lo dicho, todo muy frío, sin emoción. Mató mal a los dos fuenteymbros y escuchó silencio en ambos.

David Fandila "Fandi" es un caso peculiar en este mundo de los toros. Procedente del deporte, del esquí que practicaba en su Granada natal, en las pistas de Sierra Nevada, llegando incluso a ser campeón de España de esquí, cambió de manera radical y con quince años las tablas y los bastones por el capote, la muleta y las banderillas. Sobre todo esto último, las banderillas, han marcado su carrera. Torero atlético, un portento físico, bullidor con los palos (aunque a mi modo de entender coloca los garapullos con cierta ventaja en la mayoría de los casos, a toro pasado), que atrae a un numeroso público muy fiel a su estilo y que llena las plazas allá donde se anuncia. Solo hay que rebuscar en las estadísticas para ver que lideró el escalafón de matadores a lo largo de siete temporadas, las de 2005, 2006, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012, toreando más de 100 corridas al año. Por algo será. No soy yo muy de ese estilo de toreo, aunque debo decir que le he visto cuajar algunos toros y torear con mucho gusto y reposado, pero tampoco me encuadro en el sector de la afición que le menosprecia. Para empezar, quien se viste de luces y se planta frente a un toro de más de 500Kg merece todo mi respeto. Y si además arrastra al gran público a las plazas y genera afición, menos aún que reprochar a su estilo. Se nos llena la boca de hablar de libertad para ir a los toros, y en ocasiones los propios aficionados pecamos de lo contrario. Nadie me obliga a pagar una entrada para ver a Fandi, es más, si en San Isidro se anunciara en solitario frente a seis toros, posiblemente cediera mis abonos a alguien que le gusten los toros o que quisiera conocerlos, pero no criticaría ni despreciaría a quien le gusta ver a Fandi. El toreo es un arte, y como cualquier arte tiene estilos. ¿Es mejor Velázquez, Goya, Picasso o Miró?. Todos son genios, maestros del arte de la pintura, cada uno con su estilo y peculiaridades. Yo tengo claro que me gusta más ver las Meninas o la serie de Tauromaquia de Goya que obras de Miró, pero es solo cuestión de gusto, sin infravalorar nada. Pues en el arte del toreo, lo mismo, aunque sé que mi opinión no gusta entre algunos aficionados. Fiel a su estilo, lo intentó Fandi todo con su primero. Sin fijeza en el capote, lo recibió con  dos largas cambiadas, verónicas un tanto aceleradas, chicuelinas y revoleras para rematar.  No se empleó en el caballo, bien manejado por Juan de Dios Quinta y llegó al tercio de banderillas galopando, lo que permitió al granadino colocar tres variados pares, con el clásico de la "moviola" y el del violín, derrochando facultades físicas. Como es fácil de imaginar, la plaza puesta en pie, con sus admiradores en estado de cuasi locura. Poco juego en la muleta, llegó desfondado el fuenteymbro, le puso la  muleta el granadino pero no respondía al toque. Deslucida faena que fue a menos sin que llegara a los tendidos. Mató de entera caída. Silencio. El sexto, segundo de su lote, fue sin duda el toro de mejores hechuras y cualidades del encierro. Toro con movilidad y emoción, que metía la cara con clase y que permitió a Fandi torear con gusto a la verónica. En banderillas el recital atlético habitual, jugando con el buen fuenteymbro, de nuevo atronadora ovación (aunque insisto, clavando con cierta ventaja). En la muleta tuvo transmisión el animal, encastado y noble, repitiendo, permitiendo al granadino componer redondos y naturales con temple y ligazón, por momentos toreando despacio, que calaron en los tendidos. La estocada resultó defectuosa, caída, pese a lo cual se pidió la oreja con mucha fuerza y la presidencia, como manda el reglamento, la concedió. No sé que hubiera ocurrido de matar arriba, la petición de la segunda habría sido tremenda, y el dilema del palco aún más. En cualquier caso, bien concedida, la pide el público y hay que darla, por que así es la Fiesta y así debe ser.

La disposición de Juan José Padilla ante esta su tarde en la Feria de Abril de Sevilla quedó patente a las primeras de cambio. A porta gayola se fue el jerezano a recibir a sus dos toros.  Segundos eternos, angustiosos los transcurridos desde que asomó el toro por la puerta de chiqueros hasta que tomó el capote de Padilla, que aguantó como un jabato para dar una larga cambiada a la que siguió otra en los medios, una chicuelina y una larga a un toro alto de agujas y que desde salida apuntó mansedumbre. Aspecto éste más acusado en el caballo, rehuyendo de la pelea en varas. Fue esa mansedumbre y el carácter tardo del de Fuente Ymbro lo que hizo que el jerezano se las viera y deseara para colocar los pares. El toro esperaba muchísimo, cortaba, gran mérito y valor de Padilla, colocando sendos pares al violín, uno junto a tablas y otro en los medios, con una fortísima ovación del público premio a su buen hacer en este tercio. En la muleta se comportó como ya había apuntado. Tardo, le costaba responder al toque, pegando arreones por su mansedumbre que le hacía rechazar la pelea. Inicia la faena Padilla de rodillas por alto para continuar con la diestra, en redondo, tragando mucho ante un toro que cortaba el viaje, realmente complicado pero al que el jerezano le plantó cara y dominó al final. Firme y valiente Padilla, colocándose al natural con riesgo, por ahí el toro no pasaba, pero en ningún momento le perdió la cara el jerezano. Mató de estocada entera volcándose que cayó trasera porque en el instante del encuentro el toro perdió las manos. Oreja de valor para Juan José Padilla, anticipo de lo que vendría con el quinto, de nombre "Seductor", precioso castaño, estrecho de sienes, montado, magnificas hechuras, serio, rematado, todo trapío. Como en su primero se va a porta gayola a esperar su salida. Larga cambiada y lances a la verónica con limpieza, con rectitud y mucho gusto. Al contrario que su hermano, "Seductor" respondía con prontitud al toque, lo que aprovechó Padilla en banderillas. Tercio vibrante y brillante, con derroche de facultades y conocimiento de los terrenos por el que en esos  momentos era un auténtico ciclón sobre el albero, haciendo honor a su sobrenombre, El Ciclón de Jerez. Tremenda la ovación al final de este tercio, presagio de lo que faltaba por llegar. Inicio de faena de rodillas, en los medios, desafiando al riesgo. El toro repite, tiene bravura y nobleza, cualidades que el maestro de Jerez ha sabido aprovechar al máximo. Toreo en redondo largo, ligado y con la mano baja, derechazos interminables a los que el toro acudía galopando alegre y metiendo la cara, aunque le costaba humillar, hasta el final del muletazo, con lo que eso supone de emoción y transmisión. Y con mucho que torear, puesto que ese pequeño defecto que tenía el de Fuente Ymbro, la falta de humillación, hacía que Juan José no pudiera confiarse lo más mínimo. Muy bien, muy firme y poderoso Padilla ante ello, que por el pitón izquierdo era más acusado, con el toro echando la cara arriba, sacando el maestro naturales limpios de mucho valor. Repito, aunque bravo y noble, no era fácil estar en la cara de este toro, y el Pirata lo ha estado y muy bien. Mata de estocada entera arriba, con petición abrumadora de dos orejas por parte del público. La primera estaba claro que el palco debía concederla, la segunda era ya cuestión de la presidencia quien, con buen criterio a mi modo de ver y ante la mayoría no absoluta, sino total de pañuelos en los tendidos, otorgó. Y me da igual que algún purista discuta la segunda oreja, lo que cuenta es la imagen de un torero convertido en héroe saliendo a hombros de una masa entusiasta. Llevamos una Feria de Abril en la que, especialmente durante los últimos días, hemos asistido a triunfos y acontecimientos históricos. Desde la rotundidad de López Simón, la técnica, profesionalidad y vergüenza torera de El Juli, el magisterio de Ponce, la elegancia de Manzanares, el duende de Morante y su antología del toreo, el poderío de Roca Rey, la verdad de Garrido, la entrega y el valor de Paco Ureña, el histórico indulto de "Cobradiezmos" y Manuel Escribano hasta la Puerta del Príncipe de ayer para Padilla, la Fiesta ha sido noticia día tras día por el arte y los triunfos, precisamente en el momento que más lo necesita, precisamente en la temporada que debe marcar el futuro, la que debe enseñar al mundo qué es, qué significa, cómo se siente y se vive nuestra Fiesta, para callar los insultos y las amenazas constantes que sufrimos por parte de los integristas antitaurinos, rayanos en el terrorismo, puesto que solo de terrorista se puede calificar a quien pretende asesinar una tradición popular y cultural ancestral.  
Dos oreja para el Pirata, Puerta del Príncipe por la que salió a hombros al compás de las palmas y los gritos de "torero, torero, torero" que acompasaban la bella canción compuesta ayer por el gaditano sobre el albero sevillano, la canción del Pirata.

Antonio Vallejo

sábado, 16 de abril de 2016

¡Y Morante paró el tiempo!


Segunda consecutiva de Núñez del Cuvillo. En el recuerdo inmediato las dos orejas cortadas por Manzanares y el valor, la pureza y la verdad del toreo de José Garrido. El cartel de hoy, difícilmente mejorable: Morante de la Puebla, qué decir del Duende, y más en Sevilla, Julián López El Juli, tras su rotunda actuación del pasado viernes, y Andrés Roca Rey, uno de los emergentes, de la nueva camada que viene arreando fuerte, quietud y poder en su toreo. No hace falta ser adivino para suponer el lleno de "no hay billetes" en la Real Maestranza de Sevilla, hoy también luminosa y bella como siempre en otra preciosa tarde primaveral, pero con el inconveniente del fuerte viento que durante casi toda la tarde ha soplado  con fuerza, incomodando la labor de los matadores. Y digo bien, casi toda la tarde, porque Eolo no se ha querido perder la antología de toreo que ha derramado esta tarde Morante de la Puebla sobre el albero maestrante. Durante el cuarto se ha ido a su localidad y ha visto una de las faenas, una de las obras de arte más bellas que jamás se hayan visto en una plaza de toros. Faena de genio, de inspiración, de gusto, de sabor, de figura de antaño. Paró el viento, paró el reloj, detuvo el tiempo en su muleta, despacio, largo, muletazos eternos que no se acababan nunca. Volvía el Duende, volvía el arte, volvía el mejor Morante.
Seis de Nuñez del Cuvillo magníficos de presentación. Corrida más pareja que la de ayer, de preciosas hechuras, muy seria por delante, toros armónicos sin excesos de kilos. Corrida a la postre muy del gusto de Sevilla, que además ha tenido un comportamiento noble, con calidad y clase en general, si bien le ha faltado un poco de fondo y chispa en algunos toros para redondear las faenas. Ante ellos, y cada uno en su estilo, magnífica la terna. De Morante ya lo he dicho casi todo. Importante, valiente y entregada actuación de Julián López El Juli, que no cortó orejas, pero que al tener que abandonar el coso camino de la enfermería por la cogida en el glúteo durante la faena al quinto, fue despedido con una atronadora ovación en reconocimiento a su extraordinario estar y torear durante toda la tarde. Y Roca Rey a un pasito de abrir la Puerta del Príncipe. Oreja en el tercero y, si no falla con la espada en el sexto, otra segura, y quién sabe si la segunda también. Impresiona el peruano por su actitud y cualidades de torero veterano con tan solo unos meses de alternativa. Otra tarde de triunfos, de disfrutar con nuestra Fiesta, y van ya tres consecutivas que engrandecen nuestra afición; la inolvidable de Victorino, con "Cobradiezmos" y Escribano, la de ayer con Manzanares y Garrido y la de hoy, que retoman la linea de buen toreo del fin de semana pasado, con el magisterio de Ponce (a persa de la blanda corrida de Juan Pedro Domecq) y el triunfo rotundo de López Simón con los toros de El Pilar,  que nos sacan del pequeño paréntesis del lunes y el martes con la corrida de Daniel Ruiz y la de Jandilla que bajaron un tanto el nivel general.

Cuarto paseíllo de José Antonio Morante de la Puebla tras el del Domingo de Resurrección, día en  que rozó la gloria y el fallo con la espada le devolvió vivo el toro a los corrales tras escuchar los tres avisos, y los dos anteriores en esta Feria de Abril. Máxima expectación y máximas ganas de la afición sevillana por ver triunfar a su torero. ¡Y de veras que lo han visto!. El primero es un precioso melocotón de capa, de magníficas hechuras, fino, armónico, que de salida mete bien la cara. Lancea a la verónica durmiendo al toro en el capote. ¡Siete verónicas con una cadencia y un compás sin igual! Y de remate una media a la antigua, plena de sabor. No es mi pasión morantista ni un tópico, pero el sevillano es único en esta suerte del toreo de capa. Tercio de varas medido a cargo de Aurelio Cruz del que sale el Cuvillo defendiéndose, escaso de fuerzas. Tercio de banderillas con oficio a cargo de Antonio Jiménez "El Lili" y Francisco Javier Sánchez Araujo. Toma la muleta José Antonio con la diestra al abrigo de las tablas para resguardarse del molesto viento que sopla esta tarde en Sevilla. Muletazos de tanteo suaves, muy seguro el sevillano, con gusto, pero el Cuvillo se revuelve. Toro noblote, tiene buen principio pero no acaba la embestida, algo rebrincado y falto de recorrido. Le da sitio Morante y saca dos redondos largos con la mano baja que arrancan los olés del público. Muy firme y decidido Morante. Por el izquierdo la embestida es similar, la falta gracia y echa la cara arriba al final del muletazo. Templados naturales, sobre todo uno de ellos, más largo, bellísimo. El toro pasa, sí, pero sin gota de emoción, que la está poniendo el de La Puebla, tirando del toro, tratando de sacar lo que le queda al de Núñez del Cuvillo. Poco más hay, muy por encima Morante. Mata de dos pinchazos, media y descabello. Silencio para Morante. ¡Pero quedaba el cuarto!.
Y el cuarto salió de toriles. Precioso colorado, de nombre "Dudosito", otro de magníficas hechuras, bonito de cara, serio. ¡Dios santo cómo maneja el capote Morante!, si cada verónica es de una belleza sin igual, la media de remate es un cartel de toros. Como lo ha sido la revolera con la que ha dejado colocado al toro para entrar al caballo de Cristóbal Cruz. Chicuelinas del Maestro, molestadas por el viento,  para probar al toro, le gusta, le ve la clase que lleva dentro. Tercio de banderillas aseado a cargo de José Antonio Carretero y Francisco Sánchez Araujo. Y es en este momento donde aparece la magia. De repente, sin explicación, el viento cesa en cuanto José Antonio toma la  muleta. El reloj de la maestranza se detiene y el tiempo se para. El duende, el pellizco que se siente cuando Morante está en la plaza revolotea por los tendidos, por la elipse de albero, anunciando que algo grande está por llegar. ¡Qué figura la de Morante!, ¡qué estampa de TORERO!, con el cartucho de pescao en su mano izquierda, junto a las tablas. Cita al toro, abre la muleta y se lo pasa de pecho, enlazando con unos ayudados por alto repletos de sabor y unos naturales con la muleta a ras de suelo de antología. Se va a los medios, el viento ahora no sopla. La muleta montada en la diestra. ¡Uno, dos, tres, cuatro redondos y el de pecho con el reloj parado y el tiempo congelado, eternos!. Se puede torear despacio, pero detener el tiempo sólo lo hace Morante, ¡que maravilla!. Temple, temple, temple, impresionante. Otra serie más en redondo ligando derechazos eternos, perfectamente colocado, la mano baja ¡qué sabor!. Naturales inmensos, templados y ligados que ni sé lo que duran, ¡qué torería!. Se pueden imaginar como se puso la Maestranza…y muchos que lo veíamos por televisión, ¡la locura!. Por momentos no sé si he puesto en cámara lenta la retransmisión, es increíble. Como increíble es que, al bajarle la mano en un derechazo, el Cuvillo pisa la muleta de Morante y le rompe el estaquillador. Cualquiera se hubiera ido a prisa, contrariado, en bizca de una muleta nueva. ¡José Antonio Morante de la Puebla no!. Coge la muleta caída sobre el albero y ¡le pega una media verónica de órdago!. Señores, ese es el pellizco, eso es el arte, la personalidad del maestro, eso no se trae ensayado de casa, eso es el duende, ¡por eso soy morantista!. El delirio en los tendidos, toda la plaza en pie. La última serie de naturales es todavía mejor y más lenta si cabe. vamos, la eternidad es un rayo al lado de cada muletazo de Morante, que se va de la cara del toro al estilo de las figuras de otros siglos. Se vuelca sobre el morrillo y coloca un estoconazo en todo lo alto que liquida al buen toro de Cuvillo, premiado con una gran ovación en el arrastre. Dos orejas y apoteósica vuelta al ruedo del sevillano. ¡Olé mi Morante!, ¡que grande es el toreo!. Y en Madrid no lo vamos a ver, que desgracia. Por cierto, el reloj de la Maestranza vuelve a marcar el tiempo.

El segundo, más abierto de pitones, bonito de cara, serio, armónico, bonitas hechuras. Molesta mucho el viento al saludo de capote a la verónica de Julián López El Juli. Derriba aparatosamente el caballo que monta Diego Ruiz, atrapado bajo el cuerpo del equino, que resulta corneado en una pata por el Cuvillo. Se tiene que retira tanto picador como cabalgadura, teniendo que colocar la segunda puya Salvador Núñez, que guardaba puerta. Lucido quite de Roca Rey combinando tafalleras, gaoneras, un farol y media de remate. Réplica de Juli, que quiere dejar claro quien es el maestro. hay que reconocer la valentía de Roca Rey al hacer un quite a un toro de una figura. Pero este chico es así, viene apretando. Sensacional Juli en  la réplica, volviendo loco al público con el pique, recetando unas chicuelinas ceñidas a manos bajas, dos medias y una revolera de remate. ¡Qué bonita es la competencia entre toreros!.  Solvencia con los palos José María Soler y Fernando Pérez, buenos pares. Inicio de faena muy torero, con la rodilla en tierra, llevando al de Cuvillo por bajo, rematando con un pase desmayado, dejando caer la muleta y uno bueno de pecho. Ovación fuerte para Juli. El toro tiene clase y repite, aunque se queda un poco corto. Buena serie en redondo del madrileño, con el poderío habitual en él. Por el izquierdo le cuesta más, se está quedando sin gasolina, pero Julián le baja la  mano y saca dos naturales coreados con olés. Vuelve a la diestra, por ahí va mejor el toro, pero está prácticamente apagado ya el de Cuvillo, al que Juli le baja la mano en una nueva tanda por el pitón izquierdo. Muy por encima del toro el  madrileño, derrochando técnica y mando, pudiendo en todo momento al de Cuvillo. Más no se le puede pedir a Juli, entregado, exprimiendo al toro como si fuera una naranja recién cogida de uno de los árboles del Patio de los Naranjos de la catedral sevillana para sacar todo su jugo. Lástima que el toro no haya tenido un punto más de empuje y emoción. Estocada entera volcándose, algo trasera, pero que revienta al de Núñez del Cuvillo. Fuerte y merecida ovación para Juli.
El quinto, negro mulato, un torazo, muy armado, dos puñales, rematado hacia dentro. Poco lucido en los lances de recibo de Juli, molestado de nuevo por el viento que se había tomado un descanso para ver la faena de Morante. Deslucido tercio de varas. Quite de Roca Rey por tafalleras, que no perdona ni una. Buenos pares de Alvaro Montes y Fernando Pérez, con suma facilidad. Poco recorrido tiene el toro en la muleta que le ofrece Juli, que tira de él para alargar el viaje. Pleno de técnica el madrileño ante este toro falto de raza y casta, poniéndole la muleta en la cara, llevándolo despacio, enseñándole a embestir. ¡Qué poderío el del madrileño!. Es increible el dominio y la técnica de Juli, consiguiendo sacar redondos y naturales con paciencia, mimando al toro, tremendo el mérito de lo que está haciendo, y así se lo reconoce la afición. Impresionante la entrega de Juli ante este toro que se para, al que le cuesta un mundo tomar el engaño, al que Juli le ha mostrado el camino. Gran exposición, tanta que en un muletazo con la diestra el Cuvillo corta el viaje y prende a Julián, cornada en el glúteo que tras la corrida sabemos que es nada menos que de 15 cm, y que gracias a Dios no ha pasado a mayores, durante unos segundos ha estado a merced del toro, con los pitones golpeándole el pecho y a milímetros de la cara A pesar de eso le pega otra tanda más y mata al toro. Lo de menos es que haya pinchado al entrar a matar, da igual. Lo que cuenta es lo que ha hecho a este mal toro, el pundonor, la profesionalidad, el compromiso y la vergüenza torera de una figura del toreo. ¡Qué grande Julián!. El gesto del maestro en los medios, golpeándose el corazón en respuesta a la atronadora ovación de la Maestranza, toda puesta en pie, lo dicen todo. No todo son orejas para salir triunfador. Hoy Juli ha demostrado orgullo y torería, ¡y eso es un triunfo!.

El primero de Andrés Roca Rey, colorado, también de muy buenas hechuras, serio, cerradito de cara, preciosa lámina. Lances de recibo con una larga cambiada de rodillas y verónicas, casi delantales, ganado terrenos toro. Presenta sus credenciales y sus intenciones el peruano. Pica Manuel Molina. Bueno, mejor dicho, señala dos puyazos el varilarguero a un toro que se arranca de largo. Bien agarrados, delanteros, eso sí, pero dos simulacros de varas. Ovación de los tendidos. Sinceramente no la comparto; se ha aplaudido el no picar, con lo importante que es la suerte de varas y el valor que cada día se le resta. Y me da igual que al matador le guste dejar a sus toros muy enteros en el caballo. El tercio de varas está para lo que está y hay que ejecutarlo con verdad, como todo en el toreo. No me ha gustado la ovación al picador al retirarse por señalar delantero, lo siento. Quite del propio Roca Rey por gaoneras. La verdad es que el toro tiene buen tranco y ha tomado bien los capotes. Juan José Dominguez y Francisco Gómez "Paquito Algaba" colocan los palos con suma facilidad. Arrecia el viento cuando el limeño brinda al público. Se dirige a la primera raya a iniciar la faena de muleta. A pies juntos, las zapatillas clavadas en el albero, se lo pasa por la espalda, por delante en redondo, sin moverse un milímetro, rematando con el de pecho. Firme y poderos, además de valiente. Primera serie en redondo templada, muletazos largos, bajos, hondos. Magnífico, ¡y qué sereno se le ve!. Le arrastra la muleta en una nueva tanda en redondo de mucha clase, con un sensacional cambio de mano y uno de pecho de pitón a rabo. Nueva ovación. Lo del viento es tremendo, la muleta parece un pañuelo, pero le da igual al peruano, que lo torea en las rayas por ambos pitones, cambiándose la mano, con mucha exposición y riesgo. Está pletórico, no parece para nada un torero que no cumple ni un año de alternativa. Acorta la distancia, le pone la muleta en la cara y tira del toro, sin moverse, perfectamente colocado, derrochando valor, pasándose al toro a milímetros  de la barriga en unas bernardinas que parecían imposibles que el toro pasara. Toda la plaza en pie, un clamor. Mata de entera caída volcándose sobre el toro que pasaporta al Cuvillo sin puntilla. Oreja para Roca Rey, que podían haber sido dos si la espada no hubiera caído defectuosa. 
El último de la tarde, negro mulato, otro bellísimo de lámina, magnífica presencia, serio, no toma con claridad el capote de Roca Rey. Bien picado por Sergio Molina, que agarra delantero. Pierde las manos al salir del caballo, blandea y surgen las protestas de los tendidos. Deslucido tercio de banderillas a cargo de Francisco Durán "Viruta" y Paquito Algaba. Se va al centro el limeño a brindar al público, caminando como torea, despacio. Deja la montera a sus pies, juntos, clavados al suelo. Lo llama pero no reponed, le lanza la montera. Por fin se decide el Cuvillo, se arranca, ¡se lo pasa a por la espalda, uno de pecho, otro más por la espalda!, y todo sin mover los pies, ¡qué valor!. Torea en redondo en los mismos medios, templado, ligando los muletazos largos. Si continúa a este nivle durante toda la temporada es uno de los que, a buen seguro, va a reventar el escalafón. El toro se va parando, pero le da igual a Roca Rey. Acorta las distancias, pleno dominador de la situación, poniéndole la muleta en la cara, llevándolo toreado por ambos pitones, aguantando sin moverse los parones del de Cuvillo. Hay que tenerlos muy bien puestos para hacer lo que está haciendo, a centímetros de la taleguilla los pitones, se lo pasa por ambas manos, como el que estuviera abanicándose, por delante, por la espalda, le da igual, todo le vale, increíble. Lástima el fallo con la espada. Le ha privado de una oreja seguro, y quizás dos, puesto que la plaza estaba entregada al peruano. Pero lo que nos ha dejado hoy en Sevilla ha sido una imagen y unas sensaciones de torero. Gran ovación de despedida recogida desde los medios.

De nuevo una buena tarde de toros, donde Morante ha parado el tiempo, Juli ha estado TORERO y Roca Rey ha dejado claro a qué ha venido. Tarde de las que hacen afición. 
¡Ah! y por si a alguien aún le quedan dudas, ¡soy morantista!

Antonio Vallejo



viernes, 15 de abril de 2016

Manzanares, la elegancia. José Garrido, la verdad del toreo



Tarde de resaca la de ayer en la Maestranza, tarde en la que aún resonaban el los tendidos los ecos de lo vivido 24 horas antes  con “Cubrediezmos” y Manuel Escribano, ecos en el cielo del toreo. Cielo que lucía un azul limpio, con esa luz y ese color que sólo Sevilla tiene. Cielo desde el que José Mari Manzanares padre se disponía, seguro, a ver torear a su hijo en esta plaza en la que tan querido es y en la que tantos triunfos ha logrado. Es José María Manzanares, sin duda alguna, torre o de Sevilla. Mucho habrá disfrutado el Maestro viendo la elegancia y el temple del toreo de su hijo, ¡menuda herencia!. Y no ha estado solo el Maestro Manzanares en su barrera celestial, de eso también estoy seguro. Ayer estaba acompañado de todos los Maestros que desde el cielo ven los toros cada tarde, quienes  echaron un capote e hicieron un quite providencial a José Garrido en el brutal enganchón y el  consiguiente palizón que el tercero le propinó al entra a matar. No es posible entender de otra manera que saliera por su pie de la violenta cogida al matar el tercero. Gracias a Dios y a esos capotes echados desde el cielo la cosa quedó en un monumental susto. Las imágenes de televisión son espeluznantes. De milagro salvó la vida el extremeño, menos mal que el pitón rasgó la taleguilla de arriba abajo y que fue la pala del pitón y no la punta la que levantó a Garrido por el vientre. De haber sido empitonado, bien en la ingle o en el vientre, la cogida hubiera sido gravísima, quien sabe si desgraciada. Pero nuestro Dios y la Virgen, a quienes los toreros se encomiendan cada día, han obrado el  milagro, ordenando a los Maestros hacer el quite.

Seis toros de Nuñez del Cuvillo para Sebastián Castella, José María Manzanares y José Garrido. Dos toreros veteranos, consagrados, el francés y el alicantino, junto a otro de los que viene arreando fuerte. Un año de alternativa, nada más, para el extremeño Garrido, un torero de esta nueva hornada de matadores que tomaron la alternativa la pasada temporada y que están dando muestras de una madurez y unas hechuras de toreros cuajados. Seis toros correctos de presentación, buena presencia, aunque desiguales de hechuras. Tampoco debe sorprender esto en Nuñez del Cuvillo. Recordemos que esta ganadería gaditana procede de sangre Domecq, Nuñez y Osborne, por lo que los cruces dan una gran variedad en cuanto a capa, hechuras y pitones. De igual manera, desiguales de comportamiento, con distinto juego. Noblote pero soso y blando el primero, muy buen toro el segundo, con fondo, clase y transmisión, duro, complicado y con mucho peligro el tercero, deslucido y rajado el cuarto, importante toro el quinto, con clase y bravura, y malo, sin nada, ni casta ni fuerzas ni nada, el sexto.

Mala suerte ha tenido Sebastián Castella con sus lotes en esta Feria de Abril. Salvando uno de los tres de El Pilar que lidió en el mano a mano con López Simón, sus otros cuatro toros poco juego y pocas opciones de triunfo le han dado al francés. Los dos de esta tarde de jueves de feria tampoco han sido una excepción.  El primero sale con bríos, humillando y tomando bien el capote de Castella, buenas verónicas de saludo, ovacionadas. Buen comportamiento en varas y banderillas, tiene clase y mete la cara, pero no va sobrado de fuerzas. En la  muleta es noble, pasa y repite, pero le falta chispa, lo hace al tran-tran, le falta ese punto de emoción para transmitir a los tendidos. Maneja muy bien la muleta Castella, se la pone en la cara, le lleva bien, pero todo resulta deslucido por lo soso del animal. Se acaba pronto el de Nuñez del Cuvillo, las pocas fuerzas anunciadas se hicieron una realidad. Mata con solvencia. Silencio. El cuarto es bonito, serio, muy fino de pitones. Poco lucido en los primeros tercios, sin pena ni gloria. Animal noble, pero como su hermano, soso y justito de fuerzas. Brinda Castella este su último toro de la feria a toda la afición sevillana y, por extensión, a todos los que vemos la corrida por televisión. Inicio de faena rodilla en tierra, por bajo, con gusto, con el toro metiendo la cara, con buen tranco. Toreo en redondo de calidad de Castella en la primera serie….y la última. Porque a partir de ahí el toro se viene abajo, y con él la faena y las esperanzas de triunfo, que definitivamente se esfuman. Silencio para despedir la actuación de Castella en esta Feria de Abril. Confiemos que en el futuro le salgan mejores toros al francés. Valor lo ha demostrado durante años a raudales, torería también, y, desde la pasada temporada, una madurez y un reposo en su toreo de figura de la tauromaquia. Aún queda mucho por delante y le veremos cortar orejas, seguro.

Yo sé que Manzanares es una de mis debilidades. Soy consciente que estoy en las antípodas de la objetividad cuando le veo torear y cuando cuento lo que le veo hacer delante de la cara de un toro. Vaya eso por delante. A partir de aquí, ¡qué voy  a decir! Dos orejas ha cortado el alicantino, una a cada toro de su lote. Dos orejas premio a un toreo sensacional, el paradigma de la elegancia torera. Bellísimas verónicas de saludo, ¡cómo maneja el capote!, a sus dos buenos toros, todo hay que decirlo. Dos toros con clase, con nobleza, con casta y fondo, que han transmitido. Pero, ojo, que hay que torearlos. Y eso ha hecho Manzanares bajo la atenta mirada de su padre desde su barrera del cielo. Toreo elegante, clase infinita la de José María, a quien con solo verle andar delante de la cara del toro basta para comprender su arte. Templado, ligando los muletazos, en deliciosas series con la diestra culminadas con antológicos cambios de mano de belleza infinita, todo despacioso, disfrutando del toreo, paladeando el sabor de cada muletazo. Igual por el pitón izquierdo, naturales con empaque, largos, ligados, bajos. Más complicado el segundo de su lote, con más bravura que su primero, al que había que llevar muy toreado, y así lo ha hecho Manzanares. Repito, toreo de mucha altura, rematado con la elegancia innata del maestro, herencia directa de su padre. Y si además culmina la obra con dos espadazos en todo lo alto, hundiendo la espada hasta la yema, a nadie le debe extrañar que cada toro se haya ido al desolladero sin una de sus orejas. Para mi, y desde mi admiración y debilidad declarada por Manzanares, gran tarde del alicantino y triunfo de peso.

José Garrido es uno de los grandes atractivos de la temporada. Quizás, junto al limeño Andrés Roca Rey, las puntas de lanza de esta nueva hornada de matadores que tiene que tomar el relevo de las figuras consagradas y constituir el futuro de la Fiesta. Importantísima la actuación de José Garrido en el tercero de la tarde, primero de su lote. Del sexto no merece la pena mencionar nada no aburrir al personal. Toro sin nada, ni clase ni fondo, que no valía y ante el que Garrido ha estado más que digno y dispuesto, pero al que era imposible sacar un solo muletazo. El tercero de la tarde era un toro con peligro, un toro con muchísimas complicaciones, al que había mucho que torear. Extraordinario el saludo capotero del extremeño, verónicas de lujo, algunas casi parecían delantales, culminadas con una media a manos bajas con mucho gusto y sabor a toreo del bueno. Igual que las chicuelinas al paso, galleando, con sabor a toreo antiguo, para llevar al de Núñez del Cuvillo al caballo. Sensacional manejo del capote el de Garrido, fuertemente ovacionado. Inicia la faena genuflexo, por bajo. El toro se queda corto, revolviéndose, vamos, una joya, un auténtico regalo. No se acobarda Garrido, le planta cara. Toma la muleta con la izquierda y saca una serie de naturales de peso, templados y largos, limpios, aprovechando el mayor recorrido del toro por ese pitón izquierdo. Despiertan los tendidos con olés. Por el pitón derecho presenta muchas complicaciones, el viaje es corto y busca con mala intenciones, pese a lo cual Garrido le pone la muleta y conduce la embestida con mucha verdad y tremendo riesgo. Faena que quizás no haya tenido el eco que debería, faena de mucho valor en la que me da la impresión que mucha gente no ha visto las tremendas dificultades del toro y el peligro sordo que encerraba. Peligro que se ha manifestado al entra a matar. Brutal cogida que ha quedado en palizón gracias a Dios. Desgraciadamente, esos momentos de angustia se han tenido que vivir para que mucha gente despertara. El toreo no son solo verónicas, derechazos y naturales. El toreo es poder a un toro y someterlo, el toreo es vaciarse en la cara del toro. Y eso es lo que José Garrido ha hecho en esta importante tarde de jueves de feria de Sevilla. Olé por el extremeño. En Madrid, en San Isidro, le esperamos con enorme expectación. Esta tarde, en Sevilla, se ha ganado el respeto y la admiración de muchos aficionados. Por lo menos el mío sí.


Antonio Vallejo

jueves, 14 de abril de 2016

"Cobradiezmos" y Escribano: Indulto y éxtasis en Sevilla. ¡Viva la Fiesta de los toros!


Eran alrededor de las ocho y veinte de la tarde. La Maestranza sevillana era un clamor de pañuelos blancos pidiendo lo que hacía muchos años que no ocurría. Concretamente cinco, desde aquel 2011 que José María Manzanares indultó a "Arrojado", de Nuñez del Cuvillo. Y se cumplió el sueño de un torero, Manuel Escribano, el de un ganadero, Victorino Martín, el de los miles de aficionados que casi llenaban los tendidos de la plaza, el de los cientos de miles que a través de la magnífica retransmisión de Canal Plus Toros, y en todo el mundo, veíamos la corrida por televisión o a través de Internet en multitud de dispositivos móviles, como se lleva en estos tiempos; Apareció el pañuelo naranja en el palco presidencial: INDULTO para “Cobradiezmos”, un precioso cárdeno de 562 Kg de la ganadería de Victorino Martín. Un nombre que ya ha pasado a la historia de la tauromaquia con letras de oro, una fecha y una plaza, 13 de abril de 2016 en la Real Maestranza de Caballería, que ya ocupa un lugar de privilegio en esa historia. Este toro bravo, noble, con casta, con raza, con fuerza, con una clase infinita, volverá al campo como semental, vivo en premio a su lucha y sus condiciones. Esta es la grandeza de nuestra Fiesta, totalmente alejada de la crueldad que la ignorancia antitaurina nos achaca. Esta es la verdad de nuestra Fiesta, el amor a este bello animal que es el toro bravo, que crece en el campo con los mejores cuidados que ningún otro animal pueda tener, que vive para pelear, lo que lleva en sus genes, que se enfrenta de igual a igual a un hombre y que cada día, en cada plaza, en cada corrida de toros, tiene la oportunidad de regresar a ese campo para vivir aún mejor cuidado y ser padre de nuevas camadas que seguirán haciendo grande nuestra Fiesta. Señores antitaurinos, señores integristas de la prohibición por puro odio, ¡esta es nuestra Fiesta!, entérense. Sinceramente, la emoción de lo que he visto esta tarde es indescriptible. Lo reconozco y lo cuento como lo he sentido y vivido; no he podido contener esa emoción, con los pelos de punta en el salón de mi casa, y no he sido capaz de contener las lágrimas, he llorado, lágrimas de inmensa felicidad. Lágrimas que realmente son de agradecimiento. De agradecimiento a Dios por haberme hecho nacer en España y sentirme español, por haberme dado a un abuelo, mi abuelo paterno Antonio, grandísimo aficionado, que siendo yo un niño de tan solo cuatro años me llevó a ver mis primeras corridas de toros, becerradas, novilladas, lo que fuera, por las plazas de la Costa del Sol, en la que pasaba amplias temporadas de primavera y verano, que me inculcó el amor al toro y me hizo aficionado a esta Fiesta que es única. Días como hoy son los que tantas y tantas veces he repetido que necesitamos, días de gloria, días de triunfo, días para enseñar al mundo la verdad del toreo.
El ganadero de Galapagar ha traído a Sevilla una corrida en tipo de lo que es el encaste Albaserrada, bien presentada en general aunque un tanto desigual, de juego variado, para la terna formada por  Manuel Escribano, Morenito de Aranda y Paco Ureña. Casi lleno en La Maestranza, tarde soleada de primavera, preciosa para disfrutar de los toros, aunque ventosa, como está siendo nota habitual en toda la feria.

Poca suerte para Morenito de Aranda en su lote. Toro con mucho que hacer el segundo, primero de su lote, interesante, al que había que darle su sitio y al que había que encontrar la distancia. Le costó al burgalés acoplarse, la faena fue de menos a más, consiguiendo en las últimas series buenos muletazos por ambos pitones. Toro con las dificultades propias de este encaste y esta ganadería pero que exhibía cierta dosis de nobleza, al que había que llevar muy toreado, con la muleta en la cara y la mano baja. Ya digo, solo al final del trasteo ha logrado sacar lo mejor del Victorino. El sexto, su segundo, un toro duro, complicado, al que se ha ido a recibir a porta gayola y al que ha lanceado a la verónica con mucho gusto, sobreponiéndose a la voltereta que le ha propinado el Victorino. Comportamiento típico de este encaste ante el que el burgalés no se arrugó, dio la cara y trató de llevar bien conducida la embestida del animal,  pero la faena no tomó vuelo en ningún momento. Silencio en ambos fue el veredicto de la afición sevillana para la presentación del de Aranda de Duero en Sevilla.

Paco Ureña es un toreo cuajado en multitud de batallas. Su historial de corridas “duras“ a lo largo de su carrera es amplísimo. Pero es un torero que, aunque fajado en estas lides, sabe torear y muy bien, y cuando le sale un toro que embiste ha demostrado con creces su arte. Me remito al pasado San Isidro, sin ir más lejos y su Puerta Grande. El quinto de la tarde fue un toro de poco recorrido, sin fuerzas, que no se entregaba, que no obedecía al toque, ante el que era imposible dar ni medio pase. Digno anduvo Ureña, poniéndose, incluso se llevó un susto cuando toreaba por el pitón derecho. Mató de estocada al segundo viaje y dos golpes de verduguillo. Pero venía el murciano de cortar las dos orejas a “Galapagueño”, el segundo de la corrida, un sensacional toro que tomó de maravilla el capote del murciano, metiendo la cara, con fijeza en los engaños. Tomó dos muy buenas varas arrancándose largo, pelea de bravo en el caballo. Alegre en banderillas, muy buen tercio. Y en la muleta de Ureña su comportamiento fue sobresaliente. Humillaba, metía la cara, obedecía al toque, con nobleza y mucha calidad. Extraordinario el manejo de las telas por el matador. Lo toreó despacio, dándole distancia, largo y templado, muletazos con hondura por ambos pitones. Muy seguro Ureña, con tremenda despaciosidad, disfrutando del magnífico Victorino que estaba toreando. Más no se puede decir. Para remate, culminó con un estoconazo que hace rodar sin puntilla al toro. Dos orejas de mucho peso para Ureña, que sale catapultado de Sevilla para lo que viene por delante. Le esperamos con ilusión en Madrid.

Para el final tengo que dejar al cuarto de la tarde, el ya histórico “Cobradiezmos”. Precioso de hechuras, muy serio, entipado, cárdeno de capa, un auténtico Albaserrada. Desde salida ha mostrado una cualidades excelentes, fuera de serie. ¡Qué manera de meter la cara en el capote!. Pronto, con fijeza, siguiendo el capote de Escribano, que lo torea  a la verónica a las  mil maravillas. ¡Y cómo ha ido al caballo!. En largo, galopando, empujando con celo, metiendo los riñones, sin dolerse, pelea de bravo bravísimo. Y  no baja en el tercio de banderillas. Alegre y ágil, permitiendo al propio matador (es costumbre habitual del sevillano banderillear a sus toros) colocar tres magníficos pares. Visto lo visto, brinda al público. La faena de muleta es una apoteosis del toreo, el éxtasis. El de Victorino humilla como nunca he visto, arrastrando la cara, con el hocico lleno de arena, haciendo lo que llamamos “el avión”, respondiendo al toque sin dudar. Además va largo, no se escapa de salida, vuelve a la pelea, con una clase excepcional, con una nobleza de órdago. Y da lo mismo el pitón, porque toma el vuelo de la muleta de igual manera por el derecho que por el izquierdo. Todo bravura, todo nobleza, todo casta, todo raza. Pero la obra no es completa si la otra parte fundamental de la misma no está a la misma altura. ¡Cómo ha toreado Manuel Escribano!. Todos, absolutamente todos los muletazos templados, ni un solo toque a la tela de la muleta, perfectamente colocado para ligar los muletazos, que son largos y profundos, con la mano baja, bajísima. Parece que con la muleta está barriendo la arena, alisando el terreno por el que iba a pasar el extraordinario “Cobradiezmos”. No sé las series que habrá dado el sevillano por ambos pitones. Diez, quince, veinte, vientitantas… ¡yo qué sé!. Pero es que el toro repetía y repetía, sin cambiar ni un ápice su embestida, como si acabara de salir de los corrales. Ante esta borrachera de toro y torero, ante esta borrachera de toreo, sólo existía una posibilidad. La locura en los tendidos, inundados de pañuelos pidiendo el indulto del bravo toro. Y al final el sueño se hizo realidad. Lágrimas en los ojos del matador y del ganadero, ambos abrazados junto al mayoral, dando una apoteósica vuelta al ruedo, lágrimas en los ojos de los aficionados, que aún no sabían si todo era un sueño, y lágrimas en los de muchos de quienes estábamos en casa viendo la corrida por televisión.

Pero no ha sido un sueño, ha sido una realidad, una maravillosa realidad, el final que todos deseamos cada tarde de toros, la máxima belleza del toreo, la verdad de nuestra Fiesta. La imagen del toro regresando vivo a los corrales es un revulsivo para nuestra Fiesta, para mostrar al mundo cómo se vive la tauromaquia de verdad. Y precisamente en esta temporada, tan importante, en la que tanto nos jugamos anta los ataques, los insultos y la barbarie antitaurina,  en la que imágenes como la de hoy en Sevilla traerán a muchos nuevos aficionados a las plazas de toda España. Hoy ha sido un día grande, un día de los de salir de la plaza toreando al aire, con la cara alta, alegres, gritando al  mundo: ¡VIVA LA FIESTA DE LOS TOROS!

Antonio Vallejo

miércoles, 13 de abril de 2016

La decepción tenía un nombre: Jandilla



Nuestra Fiesta es conocida como la fiesta de los toros. Alguien nos pregunta dónde vamos, ¿qué contestamos?, a los toros. ¿Y por qué?, porque nuestra Fiesta tiene un protagonista, un actor principal sobre el que gira toda la trama de la obra en ese escenario por el que van apareciendo los diferentes actores secundarios. ¿Cuál es la trama?, la corrida , ¿cuál es el escenario?, la plaza de toros, ¿quiénes los actores secundarios?, los matadores, subalternos, picadores, alguacilillos, monosabios, areneros, mulilleros, presidencia y aficionados, ¿y quién es el actor principal?, uno solo, el toro. Ese es el eje sobre el que gira este arte. Por tanto, resulta evidente que si no hay toro, no hay Fiesta. Esa frase tan sencilla en apariencia tiene una doble interpretación. Por una lado es un argumento demoledor que calla a los antitaurinos: Si no hay corridas de toros, la especie, el toro de lidia, está condenado a la extinción. Pero por otro lado, debemos interpretarlo también como tantas veces lo hemos oído decir: Si no hay toros, si por la puerta de toriles no saltan animales bravos, no hay espectáculo. Y eso es lo que ha ocurrido esta tarde en La Maestranza  sevillana. Algo muy sencillo, no ha habido toros. Bueno, ha habido uno, el tercero, lo demás, ná de ná. Y si el personaje principal de la obra no está, todo se viene abajo.
Una Real Maestranza de nuevo llena, los tendidos a rebosar, ni un hueco libre. Estaba claro que la presencia de Morante de la Puebla, por sí sola, era motivo más que suficiente para atraer a los aficionados. Todo eso después de una mañana desagradable en la que, por lo que me cuentan, ha caído agua para llenar varios pantanos. Menos mal que a la hora de la corrida el cielo lucía primaveral, con predominio del azul sobre las nubes. Menos mal, porque si además hubiera llovido, habría sido el colmo de los males, ya que de nuevo el viento, el maldito Eolo, ha vuelto a hacer acto de presencia en la Real Maestranza.
Seis toros de Jandilla-Vegahermosa, procedencia Juan Pedro Domecq Díez bien  presentados, serios, bien rematados por delante, agradables de cara, aunque quizás un tanto atacados de kilos, pero de juego y comportamiento pésimo, sin raza ni casta, sin fuerzas, salvo el tercero, con algo más de clase y nobleza, para Morante de la Puebla, Diego Urdiales, a quien se esperaba con gran expectación, y Alberto López Simón, la figura del momento.

Morante de la Puebla, que hoy estrenaba un vestido azul muy oscuro elegantísimo con unos bordados en oro preciosos, uno de los vestidos de torear más bellos que he visto jamás, ha tenido que lidiar con un lote infumable. Para empezar, el primero de Jandilla fue devuelto a los corrales por su notable blandura y sus falta de fuerzas. Lo único que el de la Puebla pudo hacer con este primero fueron unos lances de saludo a la verónica con su particular manera de jugar las manos, meciendo la embestida del animal. El sobrero es un castaño de Albarreal, procedencia Marqués de Domecq, bonitas hechuras, bajo, serio, cornidelantero, pero que no ha servido para nada. Ni movilidad, ni fuerzas, ni casta, ni raza, ni, ni, ni….Destacar tan solo la tremenda ovación al picador Cristóbal Cruz, quien coloca dos magníficos puyazos,  delanteros y bien agarrados, y la paciencia, el comportamiento, la educación y el saber estar de la afición sevillana, resignada ante la evidencia de lo que veía, un toro que no valía para nada y ante el que Morante ha hecho lo único posible, matarlo de manera habilidosa, puesto que ni siquiera existía la posibilidad de intentar ni un esbozo de faena. ¡La que se hubiera montado en mi querida plaza de Las Ventas ante la misma situación!, no quiero ni imaginarlo, lo que le hubieran llamado a Morante. ¿Y qué culpa tiene él de que el sobrero no haya servido para nada?, ni idea, pero así son las cosas por Madrid con algunas figuras a las que tiene señaladas cierto sector del público venteño.
El cuarto de la tarde, segundo del lote de Morante, del hierro de Vegahermosa, castaño, más alto, buena presencia, en tipo a esta ganadería, ha tenido el privilegio de ser toreado en el capote del maestro de la Puebla del Río. Verónicas inmensas, acompasadas con el cuerpo, ¡una maravilla!, especialmente una eterna, con el tiempo parado en el capote de Morante, una verónica que por sí sola ya compensa toda una tarde. Y poco más ha tenido este de Vegahermosa. Un buen puyazo de Aurelio Cruz y pares de banderillas aseados de Antonio Jiménez “Lili” y Francisco Javier Sánchez Araujo. Nada, absolutamente nada en la  muleta del sevillano, totalmente imposible dar ni un pase a este marmolillo que se defiende y busca con malas intenciones. A mi modo de ver hace lo correcto, abreviar y liquidar al animal, y así también parece que lo entienden los aficionados sevillanos. En el recuerdo siempre estará la verónica de esta tarde.

El primero del lote del riojano Diego Urdiales es un toro negro de Vegahermosa, de buenas y bonitas hechuras, también serio, bien presentado. No luce en el capote, en el caballo no se emplea, va rebrincado, sin clase, echando la cara arriba por el pitón izquierdo, algo mejor por el derecho, pero nada para echar cohetes, ni mucho menos. Es por ese pitón derecho por donde Urdiales ha tejido lo mejor de su faena, con un par de tandas en redondo acoplado, ligando los muletazos, con cierta hondura y con la mano más baja. Pero el vegahermosa ha durado lo que ha durado, un suspiro. Se ha quedado sin gasolina en un abrir y cerrar de ojos. Un natural a pies juntos con mucho sabor y el tremendo estoconazo que pasaporta al animal son los únicos detalles destacables, además de las mencionadas series en redondo. Muy por encima del toro el riojano. Ovación de reconocimiento a su actitud.
El quinto, de Jandilla, buenas hechuras y presentación, negro, serio, no permite lucimiento en el capote, con las manos por delante y echando la cara arriba. Se le mide mucho en el caballo, puyazos poco más que señalados, ante la aparente escasez de fuerzas del toro. Pocas esperanzas de ver una faena de muleta lucida a la vista de las condiciones del de Jandilla. Por encima de las condiciones del toro de nuevo el de Arnedo. Buena serie en redondo templando las acometidas del de Jandilla, bajándole la mano, tratando de alargar la corta embestida del animal, que se defiende pegando tornillazos al final del  muletazo, sin clase alguna. A pesar de esas malas condiciones y lo  molesto del viento que descubre a Urdiales una y otra vez le busca la distancia y trata de llevarlo en el vuelo de la muleta. Bastante está haciendo el riojano para la joyita que tiene que lidiar. Mata de nuevo de extraordinaria estocada que pasaporta al de Jandilla.

El tercero, primero del lote de López Simón es quizás el de menos presencia de la corrida, más fino de cara, serio como sus hermanos, abrochadito, bien armado. Se desplaza echando las manos por delante. Lances a la verónica en el saludo capotero de López Simón al de Jandilla, sin demasiado lucimiento, con algunos enganchones. Dos puyazos señalados, con el mínimo castigo, a cargo de Ángel Rivas. Bien resuelto el tercio de banderillas por Vicente Osuna y Jesús Arruga, con oficio y limpieza, y es que Alberto López Simón cuenta esta temporada con una magnífica cuadrilla, donde además de los reseñados están Tito Sandoval como picador y Domingo Siro en la brega y banderillas, canela fina. Es la faena al tercero de Jandilla lo mejor, sin duda, de la tarde. Es pasmosa la seguridad y la firmeza que tiene López Simón en la cara del toro. Da sensación de torero cuajado, con años de alternativa a sus espaldas. Entiende a los toros y se coloca donde hay que hacerlo. Además tiene gusto y calidad para dar unos redondos templados y ligados, citando adelante, alargando la muleta y corriendo la mano baja, con quietud, siempre colocado. Cuenta además con unas dosis de valor superlativas, lo que le lleva a poder con la gran mayoría de los toros que le tocan en suerte, dominador absoluto de la situación. A este tercero de Jandilla le ha sacado cuanto tenía y lo ha entendido a la perfección, dándole la distancia que requería y toreando con temple, además de matarlo de extraordinaria estocada arriba. No me extraña que la entendida afición sevillana se lo haya reconocido con una fortísima ovación y una petición que tengo mis dudas que no haya sido mayoritaria. Desde luego, si le hubiera concedido la oreja creo que a nadie le hubiera extrañado, pero yo lo he visto por televisión y no puedo juzgar la cuantía de la petición. Eso sí, la vuelta al ruedo, más que merecida, le ha tenido que saber a gloria al madrileño.
El sexto, el de más peso de la corrida, bajo de agujas, serio como todos sus hermanos, tan bueno de presentación como malo de juego. Buenas verónicas de saludo, rematada con una media con mucho sabor del madrileño. Lo cuida y lo  mima en el caballo que monta Tito Sandoval, pero el de Jandilla pierde las manos…y el público la paciencia cuando el toro pierde las manos al salir del peto del caballo. De verdad, ¡santa paciencia aguantar hasta el sexto con lo que han visto y no protestar con palmas de tango hasta el final!. Dice mucho y bueno de esta afición. Gran tercio de banderillas a cargo de Domingo Siro y Jesús Arruga, que reciben una atronadora ovación a la que ambos banderilleros responden saludando montera en mano desde la boca del burladero. Y ahí se acabó la corrida,  a pesar de las ganas y la disposición del de Barajas, la faena de muleta no ha existido porque el de Jandilla no tenía ni medio pase. Imposible, absolutamente imposible sacar nada de este toro, malo y con peligro, defendiéndose y buscando donde herir. Espadazo y a otra cosa, lo único que López Simón podía y debía hacer.

Decepcionante corrida esta tan esperada de Jandilla-Vegahermosa  en la que el toro bravo no ha asomado por la puerta de toriles, y, aunque los toreros pongan todo de su parte por el lucimiento, la emoción es imposible de transmitir a los tendidos. Confiemos que mañana cambien las tornas y veamos una gran tarde de toros. Pero la Fiesta es así: El hombre propone, Dios dispone, sale el toro…y lo descompone.

Antonio Vallejo