miércoles, 13 de abril de 2016

La decepción tenía un nombre: Jandilla



Nuestra Fiesta es conocida como la fiesta de los toros. Alguien nos pregunta dónde vamos, ¿qué contestamos?, a los toros. ¿Y por qué?, porque nuestra Fiesta tiene un protagonista, un actor principal sobre el que gira toda la trama de la obra en ese escenario por el que van apareciendo los diferentes actores secundarios. ¿Cuál es la trama?, la corrida , ¿cuál es el escenario?, la plaza de toros, ¿quiénes los actores secundarios?, los matadores, subalternos, picadores, alguacilillos, monosabios, areneros, mulilleros, presidencia y aficionados, ¿y quién es el actor principal?, uno solo, el toro. Ese es el eje sobre el que gira este arte. Por tanto, resulta evidente que si no hay toro, no hay Fiesta. Esa frase tan sencilla en apariencia tiene una doble interpretación. Por una lado es un argumento demoledor que calla a los antitaurinos: Si no hay corridas de toros, la especie, el toro de lidia, está condenado a la extinción. Pero por otro lado, debemos interpretarlo también como tantas veces lo hemos oído decir: Si no hay toros, si por la puerta de toriles no saltan animales bravos, no hay espectáculo. Y eso es lo que ha ocurrido esta tarde en La Maestranza  sevillana. Algo muy sencillo, no ha habido toros. Bueno, ha habido uno, el tercero, lo demás, ná de ná. Y si el personaje principal de la obra no está, todo se viene abajo.
Una Real Maestranza de nuevo llena, los tendidos a rebosar, ni un hueco libre. Estaba claro que la presencia de Morante de la Puebla, por sí sola, era motivo más que suficiente para atraer a los aficionados. Todo eso después de una mañana desagradable en la que, por lo que me cuentan, ha caído agua para llenar varios pantanos. Menos mal que a la hora de la corrida el cielo lucía primaveral, con predominio del azul sobre las nubes. Menos mal, porque si además hubiera llovido, habría sido el colmo de los males, ya que de nuevo el viento, el maldito Eolo, ha vuelto a hacer acto de presencia en la Real Maestranza.
Seis toros de Jandilla-Vegahermosa, procedencia Juan Pedro Domecq Díez bien  presentados, serios, bien rematados por delante, agradables de cara, aunque quizás un tanto atacados de kilos, pero de juego y comportamiento pésimo, sin raza ni casta, sin fuerzas, salvo el tercero, con algo más de clase y nobleza, para Morante de la Puebla, Diego Urdiales, a quien se esperaba con gran expectación, y Alberto López Simón, la figura del momento.

Morante de la Puebla, que hoy estrenaba un vestido azul muy oscuro elegantísimo con unos bordados en oro preciosos, uno de los vestidos de torear más bellos que he visto jamás, ha tenido que lidiar con un lote infumable. Para empezar, el primero de Jandilla fue devuelto a los corrales por su notable blandura y sus falta de fuerzas. Lo único que el de la Puebla pudo hacer con este primero fueron unos lances de saludo a la verónica con su particular manera de jugar las manos, meciendo la embestida del animal. El sobrero es un castaño de Albarreal, procedencia Marqués de Domecq, bonitas hechuras, bajo, serio, cornidelantero, pero que no ha servido para nada. Ni movilidad, ni fuerzas, ni casta, ni raza, ni, ni, ni….Destacar tan solo la tremenda ovación al picador Cristóbal Cruz, quien coloca dos magníficos puyazos,  delanteros y bien agarrados, y la paciencia, el comportamiento, la educación y el saber estar de la afición sevillana, resignada ante la evidencia de lo que veía, un toro que no valía para nada y ante el que Morante ha hecho lo único posible, matarlo de manera habilidosa, puesto que ni siquiera existía la posibilidad de intentar ni un esbozo de faena. ¡La que se hubiera montado en mi querida plaza de Las Ventas ante la misma situación!, no quiero ni imaginarlo, lo que le hubieran llamado a Morante. ¿Y qué culpa tiene él de que el sobrero no haya servido para nada?, ni idea, pero así son las cosas por Madrid con algunas figuras a las que tiene señaladas cierto sector del público venteño.
El cuarto de la tarde, segundo del lote de Morante, del hierro de Vegahermosa, castaño, más alto, buena presencia, en tipo a esta ganadería, ha tenido el privilegio de ser toreado en el capote del maestro de la Puebla del Río. Verónicas inmensas, acompasadas con el cuerpo, ¡una maravilla!, especialmente una eterna, con el tiempo parado en el capote de Morante, una verónica que por sí sola ya compensa toda una tarde. Y poco más ha tenido este de Vegahermosa. Un buen puyazo de Aurelio Cruz y pares de banderillas aseados de Antonio Jiménez “Lili” y Francisco Javier Sánchez Araujo. Nada, absolutamente nada en la  muleta del sevillano, totalmente imposible dar ni un pase a este marmolillo que se defiende y busca con malas intenciones. A mi modo de ver hace lo correcto, abreviar y liquidar al animal, y así también parece que lo entienden los aficionados sevillanos. En el recuerdo siempre estará la verónica de esta tarde.

El primero del lote del riojano Diego Urdiales es un toro negro de Vegahermosa, de buenas y bonitas hechuras, también serio, bien presentado. No luce en el capote, en el caballo no se emplea, va rebrincado, sin clase, echando la cara arriba por el pitón izquierdo, algo mejor por el derecho, pero nada para echar cohetes, ni mucho menos. Es por ese pitón derecho por donde Urdiales ha tejido lo mejor de su faena, con un par de tandas en redondo acoplado, ligando los muletazos, con cierta hondura y con la mano más baja. Pero el vegahermosa ha durado lo que ha durado, un suspiro. Se ha quedado sin gasolina en un abrir y cerrar de ojos. Un natural a pies juntos con mucho sabor y el tremendo estoconazo que pasaporta al animal son los únicos detalles destacables, además de las mencionadas series en redondo. Muy por encima del toro el riojano. Ovación de reconocimiento a su actitud.
El quinto, de Jandilla, buenas hechuras y presentación, negro, serio, no permite lucimiento en el capote, con las manos por delante y echando la cara arriba. Se le mide mucho en el caballo, puyazos poco más que señalados, ante la aparente escasez de fuerzas del toro. Pocas esperanzas de ver una faena de muleta lucida a la vista de las condiciones del de Jandilla. Por encima de las condiciones del toro de nuevo el de Arnedo. Buena serie en redondo templando las acometidas del de Jandilla, bajándole la mano, tratando de alargar la corta embestida del animal, que se defiende pegando tornillazos al final del  muletazo, sin clase alguna. A pesar de esas malas condiciones y lo  molesto del viento que descubre a Urdiales una y otra vez le busca la distancia y trata de llevarlo en el vuelo de la muleta. Bastante está haciendo el riojano para la joyita que tiene que lidiar. Mata de nuevo de extraordinaria estocada que pasaporta al de Jandilla.

El tercero, primero del lote de López Simón es quizás el de menos presencia de la corrida, más fino de cara, serio como sus hermanos, abrochadito, bien armado. Se desplaza echando las manos por delante. Lances a la verónica en el saludo capotero de López Simón al de Jandilla, sin demasiado lucimiento, con algunos enganchones. Dos puyazos señalados, con el mínimo castigo, a cargo de Ángel Rivas. Bien resuelto el tercio de banderillas por Vicente Osuna y Jesús Arruga, con oficio y limpieza, y es que Alberto López Simón cuenta esta temporada con una magnífica cuadrilla, donde además de los reseñados están Tito Sandoval como picador y Domingo Siro en la brega y banderillas, canela fina. Es la faena al tercero de Jandilla lo mejor, sin duda, de la tarde. Es pasmosa la seguridad y la firmeza que tiene López Simón en la cara del toro. Da sensación de torero cuajado, con años de alternativa a sus espaldas. Entiende a los toros y se coloca donde hay que hacerlo. Además tiene gusto y calidad para dar unos redondos templados y ligados, citando adelante, alargando la muleta y corriendo la mano baja, con quietud, siempre colocado. Cuenta además con unas dosis de valor superlativas, lo que le lleva a poder con la gran mayoría de los toros que le tocan en suerte, dominador absoluto de la situación. A este tercero de Jandilla le ha sacado cuanto tenía y lo ha entendido a la perfección, dándole la distancia que requería y toreando con temple, además de matarlo de extraordinaria estocada arriba. No me extraña que la entendida afición sevillana se lo haya reconocido con una fortísima ovación y una petición que tengo mis dudas que no haya sido mayoritaria. Desde luego, si le hubiera concedido la oreja creo que a nadie le hubiera extrañado, pero yo lo he visto por televisión y no puedo juzgar la cuantía de la petición. Eso sí, la vuelta al ruedo, más que merecida, le ha tenido que saber a gloria al madrileño.
El sexto, el de más peso de la corrida, bajo de agujas, serio como todos sus hermanos, tan bueno de presentación como malo de juego. Buenas verónicas de saludo, rematada con una media con mucho sabor del madrileño. Lo cuida y lo  mima en el caballo que monta Tito Sandoval, pero el de Jandilla pierde las manos…y el público la paciencia cuando el toro pierde las manos al salir del peto del caballo. De verdad, ¡santa paciencia aguantar hasta el sexto con lo que han visto y no protestar con palmas de tango hasta el final!. Dice mucho y bueno de esta afición. Gran tercio de banderillas a cargo de Domingo Siro y Jesús Arruga, que reciben una atronadora ovación a la que ambos banderilleros responden saludando montera en mano desde la boca del burladero. Y ahí se acabó la corrida,  a pesar de las ganas y la disposición del de Barajas, la faena de muleta no ha existido porque el de Jandilla no tenía ni medio pase. Imposible, absolutamente imposible sacar nada de este toro, malo y con peligro, defendiéndose y buscando donde herir. Espadazo y a otra cosa, lo único que López Simón podía y debía hacer.

Decepcionante corrida esta tan esperada de Jandilla-Vegahermosa  en la que el toro bravo no ha asomado por la puerta de toriles, y, aunque los toreros pongan todo de su parte por el lucimiento, la emoción es imposible de transmitir a los tendidos. Confiemos que mañana cambien las tornas y veamos una gran tarde de toros. Pero la Fiesta es así: El hombre propone, Dios dispone, sale el toro…y lo descompone.

Antonio Vallejo



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