Nuestra Fiesta es conocida
como la fiesta de los toros. Alguien nos pregunta dónde vamos, ¿qué
contestamos?, a los toros. ¿Y por qué?, porque nuestra Fiesta tiene un
protagonista, un actor principal sobre el que gira toda la trama de la obra en
ese escenario por el que van apareciendo los diferentes actores secundarios. ¿Cuál es la trama?, la corrida , ¿cuál es el escenario?, la plaza de toros, ¿quiénes los actores secundarios?,
los matadores, subalternos, picadores, alguacilillos, monosabios, areneros,
mulilleros, presidencia y aficionados, ¿y quién es el actor principal?, uno
solo, el toro. Ese es el eje sobre el que gira este arte. Por tanto, resulta
evidente que si no hay toro, no hay Fiesta. Esa frase tan sencilla en
apariencia tiene una doble interpretación. Por una lado es un argumento demoledor
que calla a los antitaurinos: Si no hay corridas de toros, la especie, el toro
de lidia, está condenado a la extinción. Pero por otro lado, debemos
interpretarlo también como tantas veces lo hemos oído decir: Si no hay toros, si
por la puerta de toriles no saltan animales bravos, no hay espectáculo. Y eso
es lo que ha ocurrido esta tarde en La Maestranza sevillana. Algo muy sencillo, no ha habido
toros. Bueno, ha habido uno, el tercero, lo demás, ná de ná. Y si el personaje
principal de la obra no está, todo se viene abajo.
Una Real Maestranza de nuevo
llena, los tendidos a rebosar, ni un hueco libre. Estaba claro que la presencia
de Morante de la Puebla, por sí sola, era motivo más que suficiente para atraer
a los aficionados. Todo eso después de una mañana desagradable en la que, por
lo que me cuentan, ha caído agua para llenar varios pantanos. Menos mal que a
la hora de la corrida el cielo lucía primaveral, con predominio del azul sobre
las nubes. Menos mal, porque si además hubiera llovido, habría sido el colmo de los males, ya que de
nuevo el viento, el maldito Eolo, ha vuelto a hacer acto de presencia en la
Real Maestranza.
Seis toros de
Jandilla-Vegahermosa, procedencia Juan Pedro Domecq Díez bien presentados, serios, bien rematados por
delante, agradables de cara, aunque quizás un tanto atacados de kilos, pero de
juego y comportamiento pésimo, sin raza ni casta, sin fuerzas, salvo el
tercero, con algo más de clase y nobleza, para Morante de la Puebla, Diego
Urdiales, a quien se esperaba con gran expectación, y Alberto López Simón, la
figura del momento.
Morante de la Puebla, que
hoy estrenaba un vestido azul muy oscuro elegantísimo con unos bordados en oro
preciosos, uno de los vestidos de torear más bellos que he visto jamás, ha
tenido que lidiar con un lote infumable. Para empezar, el primero de Jandilla fue
devuelto a los corrales por su notable blandura y sus falta de fuerzas. Lo
único que el de la Puebla pudo hacer con este primero fueron unos lances de
saludo a la verónica con su particular manera de jugar las manos, meciendo la
embestida del animal. El sobrero es un castaño de Albarreal, procedencia
Marqués de Domecq, bonitas hechuras, bajo, serio, cornidelantero, pero que no
ha servido para nada. Ni movilidad, ni fuerzas, ni casta, ni raza, ni, ni, ni….Destacar
tan solo la tremenda ovación al picador Cristóbal Cruz, quien coloca dos
magníficos puyazos, delanteros y bien
agarrados, y la paciencia, el comportamiento, la educación y el saber estar de
la afición sevillana, resignada ante la evidencia de lo que veía, un toro que
no valía para nada y ante el que Morante ha hecho lo único posible, matarlo de
manera habilidosa, puesto que ni siquiera existía la posibilidad de intentar ni
un esbozo de faena. ¡La que se hubiera montado en mi querida plaza de Las Ventas
ante la misma situación!, no quiero ni imaginarlo, lo que le hubieran llamado a
Morante. ¿Y qué culpa tiene él de que el sobrero no haya servido para nada?, ni
idea, pero así son las cosas por Madrid con algunas figuras a las que tiene
señaladas cierto sector del público venteño.
El cuarto de la tarde,
segundo del lote de Morante, del hierro de Vegahermosa, castaño, más alto,
buena presencia, en tipo a esta ganadería, ha tenido el privilegio de ser
toreado en el capote del maestro de la Puebla del Río. Verónicas inmensas,
acompasadas con el cuerpo, ¡una maravilla!, especialmente una eterna, con el
tiempo parado en el capote de Morante, una verónica que por sí sola ya compensa
toda una tarde. Y poco más ha tenido este de Vegahermosa. Un buen puyazo de Aurelio
Cruz y pares de banderillas aseados de Antonio Jiménez “Lili” y Francisco
Javier Sánchez Araujo. Nada, absolutamente nada en la muleta del sevillano, totalmente imposible
dar ni un pase a este marmolillo que se defiende y busca con malas intenciones.
A mi modo de ver hace lo correcto, abreviar y liquidar al animal, y así también
parece que lo entienden los aficionados sevillanos. En el recuerdo siempre
estará la verónica de esta tarde.
El primero del lote del
riojano Diego Urdiales es un toro negro de Vegahermosa, de buenas y bonitas
hechuras, también serio, bien presentado. No luce en el capote, en el caballo
no se emplea, va rebrincado, sin clase, echando la cara arriba por el pitón
izquierdo, algo mejor por el derecho, pero nada para echar cohetes, ni mucho
menos. Es por ese pitón derecho por donde Urdiales ha tejido lo mejor de su
faena, con un par de tandas en redondo acoplado, ligando los muletazos, con
cierta hondura y con la mano más baja. Pero el vegahermosa ha durado lo que ha
durado, un suspiro. Se ha quedado sin gasolina en un abrir y cerrar de ojos. Un
natural a pies juntos con mucho sabor y el tremendo estoconazo que pasaporta al
animal son los únicos detalles destacables, además de las mencionadas series en
redondo. Muy por encima del toro el riojano. Ovación de reconocimiento a su
actitud.
El quinto, de Jandilla,
buenas hechuras y presentación, negro, serio, no permite lucimiento en el
capote, con las manos por delante y echando la cara arriba. Se le mide mucho en
el caballo, puyazos poco más que señalados, ante la aparente escasez de fuerzas
del toro. Pocas esperanzas de ver una faena de muleta lucida a la vista de las
condiciones del de Jandilla. Por encima de las condiciones del toro de nuevo el
de Arnedo. Buena serie en redondo templando las acometidas del de Jandilla,
bajándole la mano, tratando de alargar la corta embestida del animal, que se
defiende pegando tornillazos al final del
muletazo, sin clase alguna. A pesar de esas malas condiciones y lo molesto del viento que descubre a Urdiales
una y otra vez le busca la distancia y trata de llevarlo en el vuelo de la
muleta. Bastante está haciendo el riojano para la joyita que tiene que lidiar.
Mata de nuevo de extraordinaria estocada que pasaporta al de Jandilla.
El tercero, primero del lote
de López Simón es quizás el de menos presencia de la corrida, más fino de cara,
serio como sus hermanos, abrochadito, bien armado. Se desplaza echando las
manos por delante. Lances a la verónica en el saludo capotero de López Simón al
de Jandilla, sin demasiado lucimiento, con algunos enganchones. Dos puyazos
señalados, con el mínimo castigo, a cargo de Ángel Rivas. Bien resuelto el
tercio de banderillas por Vicente Osuna y Jesús Arruga, con oficio y limpieza, y
es que Alberto López Simón cuenta esta temporada con una magnífica cuadrilla,
donde además de los reseñados están Tito Sandoval como picador y Domingo Siro
en la brega y banderillas, canela fina. Es la faena al tercero de Jandilla lo
mejor, sin duda, de la tarde. Es pasmosa la seguridad y la firmeza que tiene
López Simón en la cara del toro. Da sensación de torero cuajado, con años de
alternativa a sus espaldas. Entiende a los toros y se coloca donde hay que
hacerlo. Además tiene gusto y calidad para dar unos redondos templados y ligados,
citando adelante, alargando la muleta y corriendo la mano baja, con quietud,
siempre colocado. Cuenta además con unas dosis de valor superlativas, lo que le
lleva a poder con la gran mayoría de los toros que le tocan en suerte,
dominador absoluto de la situación. A este tercero de Jandilla le ha sacado
cuanto tenía y lo ha entendido a la perfección, dándole la distancia que
requería y toreando con temple, además de matarlo de extraordinaria estocada
arriba. No me extraña que la entendida afición sevillana se lo haya reconocido
con una fortísima ovación y una petición que tengo mis dudas que no haya sido
mayoritaria. Desde luego, si le hubiera concedido la oreja creo que a nadie le
hubiera extrañado, pero yo lo he visto por televisión y no puedo juzgar la
cuantía de la petición. Eso sí, la vuelta al ruedo, más que merecida, le ha
tenido que saber a gloria al madrileño.
El sexto, el de más peso de
la corrida, bajo de agujas, serio como todos sus hermanos, tan bueno de
presentación como malo de juego. Buenas verónicas de saludo, rematada con una
media con mucho sabor del madrileño. Lo cuida y lo mima en el caballo que monta Tito Sandoval,
pero el de Jandilla pierde las manos…y el público la paciencia cuando el toro pierde
las manos al salir del peto del caballo. De verdad, ¡santa paciencia aguantar
hasta el sexto con lo que han visto y no protestar con palmas de tango hasta el
final!. Dice mucho y bueno de esta afición. Gran tercio de banderillas a cargo de Domingo Siro y Jesús Arruga, que
reciben una atronadora ovación a la que ambos banderilleros responden saludando
montera en mano desde la boca del burladero. Y ahí se acabó la corrida, a pesar de las ganas y la disposición del de Barajas, la faena de muleta no ha
existido porque el de Jandilla no tenía ni medio pase. Imposible, absolutamente
imposible sacar nada de este toro, malo y con peligro, defendiéndose y buscando
donde herir. Espadazo y a otra cosa, lo único que López Simón podía y debía
hacer.
Decepcionante corrida esta tan esperada de Jandilla-Vegahermosa en la
que el toro bravo no ha asomado por la puerta de toriles, y, aunque los toreros pongan todo de su parte por el lucimiento, la emoción es imposible de
transmitir a los tendidos. Confiemos que mañana cambien las tornas y veamos una
gran tarde de toros. Pero la Fiesta es así: El hombre propone, Dios dispone,
sale el toro…y lo descompone.
Antonio Vallejo
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