Primero de los carteles
“gordos” de la feria….y primera Puerta Grande para Alberto López Simón. Decía
en la entrada de ayer que teníamos por delante varios días de enorme atractivo
para el aficionado y que esperaba la respuesta de la afición. Pues sorpresa la
mía; tres cuartos de entrada en La Maestranza, con mucho cemento a la vista en
los tendidos de sol. Sinceramente, no acabo de entenderlo. No sé que hay que
anunciar para que la afición responda. Si un mano a mano entre dos figuras, una
consagrada, Sebastián Castella, y la otra la revelación de la pasada temporada,
Alberto López Simón, con toros de El Pilar, procedencia Domecq Díez, no es
suficiente, ¿qué es lo que queremos?. He oído comentar que era el de esta tarde
una cartel muy “madrileño” y que se notaba en los tendidos maestrantes la
presencia de aficionados llegados desde la capital de España. No sé si será
así. Es cierto que ambos matadores son muy del gusto de la afición venteña, ¡pero
es que son del gusto de cualquier aficionado!, porque torean muy bien, que son
muy buenos, demonios. Así que no creo que eso sirva de excusa o de explicación
para una entrada como la registrada. Pero una cosa está clara: ¡Lo que se han
perdido los que pudiendo ir a la plaza no lo han hecho!.
Seis toros de El Pilar,
magníficos de presentación, de muy buenas hechuras, entipados, puros Domecq
Díez, serios de cara, astifinos, perfectamente rematados por delante,
cornidelanteros. Lo dicho, bellísimas láminas. Hay que reconocer, nobleza
obliga, la magnífica labor y el esmero con el que Moisés Fraile ha escogido la
corrida de esta tarde. Luego el comportamiento y el juego ha sido dispar, pero
no s epuede poner ni el mínimo reproche a la presentación de la corrida.
¡Bravo, ganadero!. Noble y con clase el primero, justo de fuerzas, tanto como
el tercero y quinto, el lote de Sebastián Castella, que no ha tenido suerte con
el sorteo, la verdad. Más bronco el segundo, y dos toros de gran calidad,
cuarto y sexto, aunque no muy sobrados
de fuerza y a los que el madrileño López Simón ha cortado una oreja a cada uno,
abriendo la Puerta del Príncipe, alcanzando la gloria del toreo una tarde más.
Y van….
¡Cómo ha estado Castella con
el primero!. Desde el saludo capotero a la verónica, suaves y elegantes, al
compás, las chicuelinas al paso, bajas las manos y ceñidas, con sabor, hasta el
toreo con la muleta, llevando al de El
Pilar con temple y largura, bajando la mano, sometiendo la noble y bondadosa
embestida del toro, que metía la cara y tomaba los vuelos de la muleta del francés
con clase, tanta como poca fuerza que tenía. Impresionante la serenidad y el
temple con los que Castella está componiendo su toreo en estas últimas
temporadas, dibujando en el aire obras de arte desde la pasada temporada, lo
que muchos han dado en llamar “el nuevo
Castella”, que es el de siempre, pero con el reposo que da el paso de los años
y la experiencia ganada en tantas plazas. Bellísima faena la que nos ha
regalado sobre el albero sevillano Sebastián Castella, por ambos pitones, con
naturales excelsos y un toreo en redondo de altura, sacando todo lo que llevaba
en el depósito el de El Pilar. De no haber marrado con la espada, algo por otra
parte inhabitual en el francés, gran estoqueador, la oreja habría ido a parar a
sus manos con total seguridad. Pero ahí queda su toreo en esta tarde primaveral
de Sevilla.
El tercero es otro toro de
buenas hechuras, serio y bien rematado, con un punto de clase, aunque bajo de
casta y fuerza. Poco o nada se ha empleado en los primeros tercios, llegando a
la muleta del francés exhausto, sin una gota de combustible en su depósito. Por
encima, muy por encima de su oponente ha estado Castella, con una nueva muestra
de temple, serenidad y saber estar delante de la cara del toro. Pero donde no
hay no se puede sacar. Mata de casi entera algo traserita, suficiente para
pasaportar al animal; ¡Ay si hubiera matado así a su primero!
Largo y buen recibo capotero
a la verónica de Castella al quinto, negro, otro de buenas hechuras, bella
estampa, que mete la cara en los vuelos del capote que le ofrece el torero
francés. A la salida del caballo aprovecha López Simón su turno de quite,
chicuelinas ceñidas rematadas con una garbosa revolera, reflejo del estado de
gracia en el que está este torero. Parecía que el toro metía bien la cara en
los capotes de los subalternos tras los pares de banderillas. Tanto era así que
Sebastián Castella se fue sin dudar la centro de la elipse de La Maestranza
para brindar al público. Inicio de faena al más puro estilo Castella. Clavado
en el centro de la plaza, citando largo, pasándose al toro por la espalda dos
veces para ligarlo con muletazos por el pitón derecho. Pero fue tan solo un
espejismo y ahí acabó todo. El de El Pilar se rajó de manera escandalosa, dijo
basta y fue imposible cualquier labor, llegándose incluso a echarse en un par
de ocasiones, levantándose con genio y peligro a la orden de la muleta de
Castella, quien hizo lo que había que hacer, tomar la espada y acabar con este
su último toro del lote, un mal lote ante el que ha estado tremendamente
dispuesto, templado y sereno, muy por encima de sus tres oponentes.
Bonito el segundo, bien
hecho, serio, de embestida más brusca, con tendencia a echar la cara arriba
desde el principio. Recibe López Simón a la verónica, aprieta el de El Pilar.
Sensacional, sencillamente extraordinario un torero de plata que forma a las
órdenes del madrileño: Domingo Siro. Magníficos los dos pares de banderillas
que ha colocado a este segundo, fuertemente ovacionado, reuniendo y colocando
de poder a poder, saliendo con torería de la cara del toro, tanto como
excelente en la tarea de brega durante toda la tarde. Un gran subalterno, un
gran torero. Por encima del toro ha estado López Simón con la muleta. Ha
sometido la embestida del toro con técnica y poder, sacando redondos y
naturales de valía mientras el de El Pilar ha tenido fuerzas. Pero ha llegado
hasta donde ha llegado, y lo ha entendido a la perfección el de Barajas,
midiendo la duración de la faena, sin alargar artificialmente para nada, con
cabeza y buen criterio, como si supiera que lo mejor estaba por llegar.
Y lo que iba a llegar salió
por la puerta de toriles en cuarto y sexto lugar. Dos toros al nivel de
hechuras, presentación, trapío y seriedad de toda la corrida, sin excesos ni
estridencias, magníficamente rematados. No mostraba en los primeros tercios
buenos síntomas el cuarto. Sin embargo ha roto en el caballo, metiendo los
riñones, con fijeza y celo, buena pelea en varas del de El Pilar. Una vez más
extraordinario Domingo Siro en la brega de este cuarto, corriendo hacia atrás,
llevando al toro cosido a su capote pero sin darle ni un solo capotazo, ¡olé!,
así se lidia, que eso también es toreo bueno. Y con la muleta en la mano de
López Simón empieza el delirio. Enorme toreo en redondo, adelantando la muleta,
bajando la mano, sometiendo la embestida del toro, llevándolo largo, ligando
los muletazos, perfecto de colocación. Y cuando bajó el nivel por ese pitón
derecho por el que se había vaciado el noble cuarto, se echó la muleta a la
zurda y ha trazado naturales templadísimos, lentos e infinitos, de muchos
quilates, hondos, auténticas joyas de la tauromaquia. Los remates finales por
bajo, plenos de gusto, elegancia y torería preceden a una estocada entera
arriba, fulminante, que vale una oreja de mucho peso, la primera para el
madrileño. Aún le quedaba una bala en la recámara a Alberto. Esa bala tenía por
nombre “Canastero”, un toro-toro de 590 Kg, un precioso colorado ojo de perdiz,
de magníficas hechuras, enmorrillado, muy serio, una auténtica belleza. Mete
bien la cara en los primeros lances de capa. Buenas verónicas del madrileño,
rematadas con una media de mucho gusto. Buenas sensaciones las que transmite el
animal, sobre todo por su pitón derecho. Cumple en varas, sin más. Excelente,
extraordinario, sensacional y no sé cuantos calificativos emplear para
calificar el tercio de banderillas protagonizado por Vicente Osuna y Jesús
Arrruga, quienes han tenido que saludar desmonterados en respuesta a la gran
ovación de los aficionados. Menuda cuadrilla la que acompaña a López Simón en
la presente temporada. Todos los subalternos han estado a una altura colosal,
no solo en banderillas, sino en algo básico, fundamental en ele toreo: la
brega, la lidia al fin y ala cabo. Como todos los aficionados sabemos, la lidia
tienen un orden y unas reglas que no son caprichos ni fruto del azar. Todo lo
que se le hace al toro desde el instante que salta al ruedo tiene un fin:
prepararlo para la faena de muleta. Al toro hay que someterle, hay que poderle,
hay que “eneseñarle”a embestir. Y todo eso se resume en un concepto: Lidia. El
tercio de varas es fundamental, la brega capotera de los subalternos
importantísima, el tercio de banderillas tiene una misión muy concreta, y todo
hay que hacerlo bien para que el toro llegue a la muleta en las mejores
condiciones. Y eso es lo que ha hecho esta tarde la cuadrilla de Alberto López
Simón. Por eso han recibido grandes ovaciones en sus tres toros, en
reconocimiento a su toreo. Ya solo quedaba rematar la obra. Inicio de faena de López
Simón en redondo con gusto, tratando con mucha suavidad al toro, sin atacarle
en exceso, extraordinario el cambio de mano. Se para el de El Pilar y traga el
madrileño, vertical, quieto, sin inmutarse, pasándose al toro por la bragueta,
sacando buenos derechazos y dos magníficos pases de pecho que calan en los
tendidos. Quizás no haya excesiva ligazón, pero el temple y la emoción que pone
en su toreo arrancan la ovación y la música en la plaza. Juega con el riesgo,
acorta la distancia y somete al toro por bajo, con cambios de mano despaciosos,
redondos y naturales de mucho valor, faena que va claramente de menos a más.
Manoletinas finales ajustadas. La faena está hecha, la Puerta del príncipe le
espera, lo sabe bien el madrileño, que coloca una estocada entera que fulmina
al animal. Oreja y Puerta Grande. Otra más en su fulgurante carrera.
Sin duda que Alberto López
Simón ha reventado la feria, la ha puesto patas arriba y ha dejado patentes sus
intenciones para lo que resta de temporada. Va sin freno, a ver quien le para.
De momento, en Sevilla, ha dejado el listón alto. Ojalá sirva de aliciente y
espolee a todas las figuras que están por hacer el paseíllo en estos diez días
de toros que aún nos quedan por disfrutar.
Antonio Vallejo
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