domingo, 17 de abril de 2016
La canción del Pirata
En Sevilla, tan cerca de su natal Jerez, en sábado de farolillos, con la Feria en todo su apogeo, ha compuesto Juan José Padilla, el Ciclón de Jerez, el Pirata, una hermosa canción, posiblemente la mejor que se le haya visto componer jamás. Quizás su obra de ayer fuera un homenaje a Vicente Fernández, padre de Alejandro Fernández, maestro de las rancheras, al que brindó su primer toro. No sé si por sevillanas, rumbas, bulerías, coplas o fandanguillos de su tierra gaditana, le habrán llegado los ecos de su gran triunfo en la Maestranza, pero seguro que aún le resuenan en los oídos los olés sentidos y las palmas atronadoras que acompañaron a su canción, la canción del Pirata, la que quizás ayer Espronceda se planteó reescribir: "Con diez capotes por banda, palos al viento y una muleta, no corta el mar sino torea, un maestro de Jerez, bajel torero que llaman, por su bravura el Ciclón…". Fiel a su estilo, su toreo alegre y bullanguero, de movilidad, pero no exento de valor y arte, cortó el jerezano tres orejas que le sirvieron para abrir la Puerta del Príncipe, de cumplir un sueño tras veintidós años de alternativa. Y me alegro por él, un ejemplo de superación, de amor al toreo, que ha sufrido, y sufre aún, mucho tras aquella terrible cogida en Zaragoza que le marcará para siempre, que contra todo pronóstico ha vuelto a ponerse delante de la cara del toro. En estos tiempos de conformismo, de buenismo, de comodidades, de la inmediatez de lo fácil, de una juventud que no soporta la mínima contrariedad, el pundonor, el esfuerzo y el sacrificio de Juan José padilla debieran ser ejemplo para muchos, sobre todo para aquellos tildados por sí mismos como "animalistas" y antitaurinos que no tienen ni idea de lo que es, significa y supone la Tauromaquia y lo que son y sienten estos hombres que tanto aman esta Fiesta: ¡Olé, Torero!.
Corrida de Fuente Ymbro, procedencia Domecq Díez, muy seria y bien presentada, sobre todo cuarto, quinto y sexto, de magníficas hechuras, ejemplo perfecto de lo que es trapío, en tarde lluviosa que afortunadamente cesó y que hizo que se tuviera que retrasar el inicio de la corrida para tener el albero sevillano preparado para la lidia y que posiblemente influyó para que al final no se registrara otro lleno en La Maestranza, con más de tres cuartos de entrada. Terna andaluza con Juan Serrano "Finito de Córdoba" (aunque es nacido en Sabadell es y se siente cordobés), el jerezano Juan José Padilla y el granadino David Fandila "El Fandi" mientras en el Real las últimas sevillanas, los últimos bailes, los últimos tragos de manzanilla y la patas de jamón que se apuran de cara al fin de la Feria.
Mala suerte para Finito de Córdoba en su lote. No tuvo toros por la falta de fuerza de sus dos oponentes, si bien el cuarto, segundo de su lote, tenía cierta calidad, pero entre lo justo de motor que iba y el fuerte castigo en varas que se llevó, llegó absolutamente desfondado a la muleta de Serrano. Toros sosos, con poca movilidad y escaso recorrido, que no rompieron en ningún momento, amén de la falta de fuerzas ya referida y que no permitieron a Finito desplegar su arte. Bueno, eso y que además tampoco se vio al mejor Finito, un tanto gris, como la tarde, sin que tampoco él acabara de romper, muletazos sueltos, de uno en uno, sin ritmo, sin ligazón, sin transmisión, en ocasiones más preocupado de componer la figura para las fotos que de otra cosa. Lo dicho, todo muy frío, sin emoción. Mató mal a los dos fuenteymbros y escuchó silencio en ambos.
David Fandila "Fandi" es un caso peculiar en este mundo de los toros. Procedente del deporte, del esquí que practicaba en su Granada natal, en las pistas de Sierra Nevada, llegando incluso a ser campeón de España de esquí, cambió de manera radical y con quince años las tablas y los bastones por el capote, la muleta y las banderillas. Sobre todo esto último, las banderillas, han marcado su carrera. Torero atlético, un portento físico, bullidor con los palos (aunque a mi modo de entender coloca los garapullos con cierta ventaja en la mayoría de los casos, a toro pasado), que atrae a un numeroso público muy fiel a su estilo y que llena las plazas allá donde se anuncia. Solo hay que rebuscar en las estadísticas para ver que lideró el escalafón de matadores a lo largo de siete temporadas, las de 2005, 2006, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012, toreando más de 100 corridas al año. Por algo será. No soy yo muy de ese estilo de toreo, aunque debo decir que le he visto cuajar algunos toros y torear con mucho gusto y reposado, pero tampoco me encuadro en el sector de la afición que le menosprecia. Para empezar, quien se viste de luces y se planta frente a un toro de más de 500Kg merece todo mi respeto. Y si además arrastra al gran público a las plazas y genera afición, menos aún que reprochar a su estilo. Se nos llena la boca de hablar de libertad para ir a los toros, y en ocasiones los propios aficionados pecamos de lo contrario. Nadie me obliga a pagar una entrada para ver a Fandi, es más, si en San Isidro se anunciara en solitario frente a seis toros, posiblemente cediera mis abonos a alguien que le gusten los toros o que quisiera conocerlos, pero no criticaría ni despreciaría a quien le gusta ver a Fandi. El toreo es un arte, y como cualquier arte tiene estilos. ¿Es mejor Velázquez, Goya, Picasso o Miró?. Todos son genios, maestros del arte de la pintura, cada uno con su estilo y peculiaridades. Yo tengo claro que me gusta más ver las Meninas o la serie de Tauromaquia de Goya que obras de Miró, pero es solo cuestión de gusto, sin infravalorar nada. Pues en el arte del toreo, lo mismo, aunque sé que mi opinión no gusta entre algunos aficionados. Fiel a su estilo, lo intentó Fandi todo con su primero. Sin fijeza en el capote, lo recibió con dos largas cambiadas, verónicas un tanto aceleradas, chicuelinas y revoleras para rematar. No se empleó en el caballo, bien manejado por Juan de Dios Quinta y llegó al tercio de banderillas galopando, lo que permitió al granadino colocar tres variados pares, con el clásico de la "moviola" y el del violín, derrochando facultades físicas. Como es fácil de imaginar, la plaza puesta en pie, con sus admiradores en estado de cuasi locura. Poco juego en la muleta, llegó desfondado el fuenteymbro, le puso la muleta el granadino pero no respondía al toque. Deslucida faena que fue a menos sin que llegara a los tendidos. Mató de entera caída. Silencio. El sexto, segundo de su lote, fue sin duda el toro de mejores hechuras y cualidades del encierro. Toro con movilidad y emoción, que metía la cara con clase y que permitió a Fandi torear con gusto a la verónica. En banderillas el recital atlético habitual, jugando con el buen fuenteymbro, de nuevo atronadora ovación (aunque insisto, clavando con cierta ventaja). En la muleta tuvo transmisión el animal, encastado y noble, repitiendo, permitiendo al granadino componer redondos y naturales con temple y ligazón, por momentos toreando despacio, que calaron en los tendidos. La estocada resultó defectuosa, caída, pese a lo cual se pidió la oreja con mucha fuerza y la presidencia, como manda el reglamento, la concedió. No sé que hubiera ocurrido de matar arriba, la petición de la segunda habría sido tremenda, y el dilema del palco aún más. En cualquier caso, bien concedida, la pide el público y hay que darla, por que así es la Fiesta y así debe ser.
La disposición de Juan José Padilla ante esta su tarde en la Feria de Abril de Sevilla quedó patente a las primeras de cambio. A porta gayola se fue el jerezano a recibir a sus dos toros. Segundos eternos, angustiosos los transcurridos desde que asomó el toro por la puerta de chiqueros hasta que tomó el capote de Padilla, que aguantó como un jabato para dar una larga cambiada a la que siguió otra en los medios, una chicuelina y una larga a un toro alto de agujas y que desde salida apuntó mansedumbre. Aspecto éste más acusado en el caballo, rehuyendo de la pelea en varas. Fue esa mansedumbre y el carácter tardo del de Fuente Ymbro lo que hizo que el jerezano se las viera y deseara para colocar los pares. El toro esperaba muchísimo, cortaba, gran mérito y valor de Padilla, colocando sendos pares al violín, uno junto a tablas y otro en los medios, con una fortísima ovación del público premio a su buen hacer en este tercio. En la muleta se comportó como ya había apuntado. Tardo, le costaba responder al toque, pegando arreones por su mansedumbre que le hacía rechazar la pelea. Inicia la faena Padilla de rodillas por alto para continuar con la diestra, en redondo, tragando mucho ante un toro que cortaba el viaje, realmente complicado pero al que el jerezano le plantó cara y dominó al final. Firme y valiente Padilla, colocándose al natural con riesgo, por ahí el toro no pasaba, pero en ningún momento le perdió la cara el jerezano. Mató de estocada entera volcándose que cayó trasera porque en el instante del encuentro el toro perdió las manos. Oreja de valor para Juan José Padilla, anticipo de lo que vendría con el quinto, de nombre "Seductor", precioso castaño, estrecho de sienes, montado, magnificas hechuras, serio, rematado, todo trapío. Como en su primero se va a porta gayola a esperar su salida. Larga cambiada y lances a la verónica con limpieza, con rectitud y mucho gusto. Al contrario que su hermano, "Seductor" respondía con prontitud al toque, lo que aprovechó Padilla en banderillas. Tercio vibrante y brillante, con derroche de facultades y conocimiento de los terrenos por el que en esos momentos era un auténtico ciclón sobre el albero, haciendo honor a su sobrenombre, El Ciclón de Jerez. Tremenda la ovación al final de este tercio, presagio de lo que faltaba por llegar. Inicio de faena de rodillas, en los medios, desafiando al riesgo. El toro repite, tiene bravura y nobleza, cualidades que el maestro de Jerez ha sabido aprovechar al máximo. Toreo en redondo largo, ligado y con la mano baja, derechazos interminables a los que el toro acudía galopando alegre y metiendo la cara, aunque le costaba humillar, hasta el final del muletazo, con lo que eso supone de emoción y transmisión. Y con mucho que torear, puesto que ese pequeño defecto que tenía el de Fuente Ymbro, la falta de humillación, hacía que Juan José no pudiera confiarse lo más mínimo. Muy bien, muy firme y poderoso Padilla ante ello, que por el pitón izquierdo era más acusado, con el toro echando la cara arriba, sacando el maestro naturales limpios de mucho valor. Repito, aunque bravo y noble, no era fácil estar en la cara de este toro, y el Pirata lo ha estado y muy bien. Mata de estocada entera arriba, con petición abrumadora de dos orejas por parte del público. La primera estaba claro que el palco debía concederla, la segunda era ya cuestión de la presidencia quien, con buen criterio a mi modo de ver y ante la mayoría no absoluta, sino total de pañuelos en los tendidos, otorgó. Y me da igual que algún purista discuta la segunda oreja, lo que cuenta es la imagen de un torero convertido en héroe saliendo a hombros de una masa entusiasta. Llevamos una Feria de Abril en la que, especialmente durante los últimos días, hemos asistido a triunfos y acontecimientos históricos. Desde la rotundidad de López Simón, la técnica, profesionalidad y vergüenza torera de El Juli, el magisterio de Ponce, la elegancia de Manzanares, el duende de Morante y su antología del toreo, el poderío de Roca Rey, la verdad de Garrido, la entrega y el valor de Paco Ureña, el histórico indulto de "Cobradiezmos" y Manuel Escribano hasta la Puerta del Príncipe de ayer para Padilla, la Fiesta ha sido noticia día tras día por el arte y los triunfos, precisamente en el momento que más lo necesita, precisamente en la temporada que debe marcar el futuro, la que debe enseñar al mundo qué es, qué significa, cómo se siente y se vive nuestra Fiesta, para callar los insultos y las amenazas constantes que sufrimos por parte de los integristas antitaurinos, rayanos en el terrorismo, puesto que solo de terrorista se puede calificar a quien pretende asesinar una tradición popular y cultural ancestral.
Dos oreja para el Pirata, Puerta del Príncipe por la que salió a hombros al compás de las palmas y los gritos de "torero, torero, torero" que acompasaban la bella canción compuesta ayer por el gaditano sobre el albero sevillano, la canción del Pirata.
Antonio Vallejo
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