lunes, 23 de abril de 2018

12ª de Abril: Miura, encastado punto final


Miura, ganadería mítica, legendaria, la de mayor antigüedad, encaste propio mantenido desde hace 175 años por una familia que vive por y para el toro. Toros inconfundibles que arrastran tras de sí una leyenda de bravura, dureza tragedia labrada a lo largo de cientos, miles de tardes plagadas de triunfos y tragedias, incluso una leyenda negra en la que hay dos nombres que sobresalen por encima de todos y que han marcado a esta ganadería hasta el fin de los tiempos: Islero y Manolete. Prueben a nombrarlo y cualquiera se echa a temblar. Toro de morfología personalísima y que les hace reconocibles ante cualquier otro encaste. Toro altos, zancudos, aspecto equino, con mucha caja, largos, que a pesar de su peso dan sensación de escurridos, con muy poco morrillo o nada en algunos casos, muy abiertos de cara, con mazorcas anchas y muy astifinos, cara muy seria, avacada y con mucho cuello. Pero si sus hechuras son únicas su comportamiento no se queda atrás. Toros complicados, inciertos, que no dejan ni el mínimo respiro al matador, que humillan poco, con mucha movilidad, que desarrollan sentido al mínimo error, que se vuelven con un giro de cuello y una rapidez insospechada, duros y peligrosos. Al menos ese es el estereotipo que cualquiera guarda en la memoria cuando piensa en uno de los ejemplares de Zahariche, la también mítica finca sevillana. 
Como es tradición en Sevilla es Miura la encargada de echar el cierre a la Feria de Abril y hoy no ha defraudado a las expectativas que siempre genera. Toros en tipo, Miuras puros, abiertos de cara, imponentes de pitones, altos y largos, con caja y un comportamiento típico de la casa, encastados, con movilidad y peligro, sin humillar, con las complicaciones propias de su sangre. Frente a ellos dos matadores sevillanos en un mano a mano de máxima expectación: Manuel Escribano y Pepe Moral, que han estado francamente bien, con dispar suerte en el sorteo puesto que al de Gerena le ha tocado el peor lote, tres toros con escasa opciones de lucimiento,  mientras el de Los Palacios se ha llevado al mejor del encierro, el cuarto, y un buen segundo para cortar una oreja a cada uno. No es de extrañar por tanto que la plaza sevillana haya registrado una magnífica entrada, casi lleno, para ver esta corrida de la ganadería sevillana en un mano a mano entre dos matadores sevillanos. Fantástico punto final para la Feria de Abril sevillana de 2018. 
Como ya he comentado, muy mala suerte la de Manuel Escribano en el sorteo, tres toros sin opciones, cuatro realmente si tenemos en cuenta que ha tenido que lidiar el sobrero como quinto bis. Pero más entrega, más disposición para hacer bien las cosas y más capacidad lidiadora no se le puede pedir. Yo creo que ha estado francamente bien, desde luego por encima del juego de su lote, y así se lo ha reconocido el público maestrante.
El primero es un toro imponente, alto, abierto de cara, muy Miura, fuertemente ovacionado de salida por su seriedad y tremenda presencia, incierto en el capote, algo muy frecuente en este encaste, con movilidad, buen galopar  pero con poca fijeza, sin permitir a Escribano lucirse en el saludo. Mete bien la cara en el caballo, buena pelea, empuja con clase, empleándose, y en banderillas sigue mostrando esa movilidad, esa velocidad endiablada que caracteriza a estos toros. Vibrante tercio de banderillas ejecutado por el propio matador a velocidad de vértigo aprovechando la inercia aunque me ha parecido que los dos primeros pares han sido un poco a toro pasado, mucho mejor el tercero, de dentro a fuera y más reunido en la cara. En cualquier caso un muy buen tercio de banderillas, lleno de emoción. Estar en su turno de quites Pepe Moral, algo que ha sido la nota dominante toda la tarde, la rivalidad en quites, tan bonita y tanto de agradecer, en uno por chicuelinas de buen trazo. Inicia la faena en los medios con un cambiado por la espalda de infarto y un molinete al que sucede un aparatoso desarme por las bestial acometida del Miura en un derrote. Es un toro con mucha movilidad y también con mucha brusquedad en su embestida, se acuesta un tanto por ambos pitones y suelta la cara, complicado, va y viene por oleadas, pegando arreones, algo que tantas veces hemos visto en esta ganadería. Lo prueba el sevillano en distintas distancias, si alarga se acentúa la brusquedad, si acorta se revuelve y corta el viaje con peligro, siempre soltando derrotes, más acusado aún por el pitón izquierdo. Mucho mérito de Escribano en aguantar y tragar los constantes tornillazos, un esfuerzo tremendo pero que no encuentra recompensa en el lucimiento ante este Miura que no permite el mínimo despiste. Mata de una entera con mucha habilidad y recibe una cariñosa ovación saludada desde el tercio. Al tercero, un toro muy ofensivo y con volumen va a recibirlo el de Gerena a porta gayola, algo frecuente en su tauromaquia pero con el añadido de que lo ha hecho con un Miura y en Sevilla, con la amplitud de la puerta de toriles que tiene, lo que hace aún más peligrosa esa suerte. Una larga cambiada espeluznante a la que siguen otras dos más al hilo de las tablas ponen La Maestranza en ebullición, más aún con el toreo a la verónica, templadas y acompasadas a un toro con ritmo y nobleza que hacen resonar los olés para rematar con una media de gran gusto. Gran ovación para el emocionante saludo a este Miura al que lleva hacia el caballo con chicuelinas al paso, bellísimas, con una suavidad exquisita. Empuja en el peto, mete bien los riñones, con bravura, apunta buenas condiciones, refrendadas en el quite suave y templado de Pepe Moral por verónicas con el toro manteniendo ritmo y calidad en la embestida. De nuevo banderillea Escribano con velocidad y emoción aprovechando la movilidad y la inercia del Miura, comprometidos pares, con un tercer par increíble, al quiebro y al violín,  pegado a las tablas, exponiendo y arriesgando al máximo entre los acordes del pasodoble "Eduardo Dávila Miura". El momento vivido es de enorme intensidad y emoción, con toda la plaza en pie ovacionando a un Manuel Escribano portentoso con le capote y los garapullos. El Miura se desplaza bien en los primeros compases, lo trata con máxima suavidad para sacarlo a los medios con gusto, despacio, sin tirones. Logra un serie templada y ligada por el pitón derecho, midiendo la altura para no someterle demasiado, ya se sabe que estos toros no humillan y como se sientan obligados y podidos enseguida sueltan la cara y se tornan complicados. Por el pitón izquierdo va pero, los naturales surgen de uno en uno, bien, pero sin ligazón. Y en un visto y no visto el toro va a menos, corta el recorrido y se defiende, diluyéndose como un azucarillo. Pisa Manuel Escribano terrenos muy comprometidos en las cercanías, se la juega pero no hay posibilidad de lucimiento. Una la´estima la poca duración de este tercero porque tenía más calidad que el resto de su lote. Está visto que todo no puede ser. Mata de entera arriba algo tendida y dos descabello y saluda otra fuerte ovación. El quinto, también se va a recibirlo a porta gayola, es devuelto a los corrales por inválido. En su lugar sale un sobrero de Miura muy abierto de pitones, una barbaridad al que también recibe a porta gayola con una larga cambiada espectacular. De nuevo resuenan los olés en el saludo capotero a la verónica, templadas, suaves, acompasadas, con clase. No humilla nada este quinto bis, asoma la cara por encima del burladero, barbea en tablas, pero sin embargo pelea con celo en el caballo. Toro con brío y movilidad al que también banderillea Escribano con enorme entrega, sobre todo el tercer par, aún más escalofriante que el anterior, sentado en el estribo, al quiebro, con la espalda apoyada en las tablas, sin espacio material para salir del encuentro, ¡pero salió!, espectacular, un milagro. De nuevo toda La Maestranza en pie ovacionando al de Gerena. No da ninguna facilidad en la muleta, echa la cara arriba, con derrotes secos al final del lance, lo intenta templar Escribano pero no obedece por ninguno de los dos pitones, se abre, descompuesto, violento, sin clase alguna. Firme, seguro y valiente Escribano, muy por encima del toro. Mata de media en buen sitio y un descabello y recibe otra cariñosa ovación en reconocimiento al tremendo esfuerzo y la disposición, además de demostrar sus dotes lidiadoras a loa largo de esta complicada tarde en la que lo ha dado todo.
La otra cara de la moneda ha sido el lote de Pepe Moral. Con el segundo, muy en Miura, abierto de cara, alto, se luce en verónicas templadas tras una larga cambiada en el tercio y una revolera como remate a los lances de recibo. Toro con movilidad y que mete bien la cara y que toma dos varas con cierta clase, empujando, hundiendo la cara bajo el peto. Sale del caballo con buen tranco y entra Escribano a su turno de quites en uno por chicuelinas bajas y suaves que el Miura toma humillando. Toro que sigue mostrando calidad y buen son al que se cuida en estos primeros tercios y que llega a la muleta con buenos augurios. Inicio d faena con torería, por bajo, muy suave para sacarlo a los medios  y empezar a torera con la diestra en buenas tandas en redondo a media altura, sin obligarle, con temple. El toro saca casta y derrota al final del muletazo por lo que Moral lo cambia de pitón y comienza a torear al natural a media altura, consintiéndole, logrando buenas tandas de naturales templados y ligados coreados con olés, y dos trincherillas de remate de auténtico cartel, gustándose. Vuelve al derecho peor el toro sigue protestando, derrota y sale suelto, apagándose poco a poco antes de una última tanda al natural con mucho sabor, muy lenta, antes de perfilarse para matar y pasaportar al Miura de un estoconazo monumental que vale una oreja de mucho mérito. El cuarto ha sido un gran toro, el mejor del encierro sin duda alguna. Se va recibirlo a porta gayola con una larga cambiada de quitar el hipo y otra junto a las tablas para torera arrebatado a la verónica a un toro impresionante de lámina y con mucha emoción en su embestida. enorme torería y facilita de Pepe Moral llevándolo al caballo, toma dos buenas varas, especialmente la segunda, magnífica de colocación, delantera, enorme Juan Antonio Carbonell, gran ovación. En banderillas no para de trotar, andarín , gazapón, incómodo, pone en complicaciones a Curro Robles y Manuel Pérez Valcarce que resuelven la papeleta con oficio, muy seguros y solventes. Se gusta Pepe Moral en el inicio de faena, por bajo, doblones suaves y templados. El toro rompe en la muleta, es pronto, humilla y saca clase, todo ello probablemente por el excelente manejo de las telas que hace gala el de Los Palacios. Le deja la muleta muerta en la cara y tira del Miura con suavidad para sacar una extraordinaria tanda en redondo con despaciosidad, gusto y calidad, adornándose en los remates por bajo, con torería. Inmensos los naturales, templadísimos, hondos y unos de pecho enormes. Gran toreo de Pepe Moral que pone la plaza patas arriba en tandas por ambos pitones con emoción, trincehrillas de ensueño e inmenso pases de pecho de pitón a rabo. Los adornos finales por bajo, muy sevillanos, destilan aromas a toreo caro y son la antesala de un estoconazo extraordinario que fulmina al toro. Fuerte petición de las dos orejas que al final se quedó en una. Y aquí puede venir cierta polémica o diversidad de pareceres. De antemano, para mi era de dos orejas, se las hubiera pedido de estar en la plaza y las hubiera concedido de ser el presidente. Ahora bien, Dª Anabel Moreno Muela que ejercía de presidente, consideró que una oreja era lo justo. Es su criterio y lo hizo conforme a los que dicta el reglamento; la primera oreja la da el público y a partir de ahí es potestad de la presidencia según su gusto o criterio. Así que lo hizo bien, no como el del sábado con Padilla o como la misma Dª Anabel hizo el pasado año con Antonio Ferrera. Otra cosa es que yo le hubiera dado una oreja por la faena y otra por la estocada, pero es opinable, por supuesto. Los motivo que se aducen para no haber concedido la segunda oreja es que al toro le faltó una tanda más para rematar la faena. Y digo yo, ¿qué culpa tuvo Pepe Moral de que esas fueran las reservas del toro si lo cuidó durante toda la lidia y lo llevó en la muleta de manera soberana?, ¿acaso las orejas se conceden al toro o al torero por cómo entiende y saca lo mejor del animal que tiene enfrente?, ¿que tardó en doblar aún teniendo un espadazo arriba y tragándose la muerte durante dos minutos?. Respeto todas las opiniones, pero sigo pensando que para mi era de dos orejas, las que le hubieran abierto la Puerta del Príncipe. El sexto la dio nulas opciones a Pepe Moral. Un toro que de salida echaba las manos por delante al que el sevillano lidió por bajo para someter las brusquedades y arreones del Miura. Echa la cara muy  arriba, tanto que llega al muslo del picador y al cuello del caballo en el tercio de varas en una fea pelea, haciendo sonar el estribo, sin emplearse. José Chacón y Valcarce cuajan un brillante tercio d banderillas ante un toro con complicaciones evidentes, cuadrando y clavando en la cara, enormes, con gran riesgo, especialmente el tercer par de Chacón, superlativo, candidato a premio, asomándose al balcón, ¡y menudo balcón, madre mía!. Tuvo que desmonterarse para responder a la atronadora ovación d una plaza puesta en pie. En la muleta no tuvo absolutamente nada este Miura. Sin recorrido, echa la cara arriba, derrota, repone, no se deja hacer, mucho peligro. Lo intenta Pepe Moral, le pone la muleta en la cara, muy bien, le tapa, pero nada de nada, el Miura a lo suyo, a soltar la cara y tratar de herir. Muy valiente y voluntarioso jugándosela de verdad ante un toro que traga más mondos el primer muletazo, al segundo se revuelve y al tercero solo piensa en coger al matador con ese giro de cuello brusco característico de este encaste. Un pinchazo y una entera acaban con el último toro de este precioso abril sevillano que cada año se espera con ansiedad porque es una auténtica delicia saborear el toreo como se hace en La Maestranza. 
Tiempo habrá de hacer balances más allá de Juli y Orgullito, máximos triunfadores del ciclo, pero creo que ha sido una feria de sobresaliente. Al menos a mi me lo ha parecido.

Antonio Vallejo

domingo, 22 de abril de 2018

11ª de Abril: ¡Gracias, Padilla!


Tarde de sábado de farolillos, siempre especial en la Feria de Abril tras la intensa semana de mañanas de cante, baile, comida y bebida en el Real y maravillosas tardes de toros en La Maestranza. Pero este año aún más especial si cabe porque se despedía de esta Feria de Abril sevillana un torero singular y un hombre excepcional que me merece la máxima admiración y el máximo respeto por su ejemplar historia de superación y sacrificio tras la terrible cogida de Zaragoza en octubre de 2001. Ese hombre es Juan José Padilla, que debiera servir de ejemplo, como otros muchos maestros, a esta juventud acomodaticia, conformista y relativista que solo vive para lo inmediato y que la palabra entrega y sacrificio no asoma por su vocabulario ni se encuentra en su diccionario. Juan José Padilla, 19 Ferias de Abril consecutivas, nada más y nada menos que once de ellas también de manera consecutiva matando la corrida de Miura en el tradicional cierre de ciclo sevillano, se despedía del abril sevillano, que no de Sevilla porque volverá en Sam Miguel, allá por septiembre. Era sin duda el nombre de la tarde de ayer sábado, el mayor reclamo para los tres cuartos de plaza que registró La Maestranza, y no defraudó. Como tampoco defraudaron sus compañeros de terna, Manuel Jesús "El Cid" y David Fandila "Fandi" ni los toros de Fuente Ymbro, procedencia Jandilla, en una corrida para mi gusto magníficamente presentada, extraordinaria de hechuras, muy seria, en tipo, astifina pero agradable d cara, sin estridencias ni exageraciones fuera de lugar. Una corrida con mucha presencia que tuvo dos toros realmente buenos, con clase y calidad, que fueron primero y sexto, otro con genio, exigente y complicado, el segundo, deslucidos tercero y cuarto y con peligro el quinto. Y tampoco defraudó la afición sevillana una tarde más. Calurosa y cariñosa ovación dedicada al maestro jerezano al romperse el paseíllo en un nuevo gesto de la sensibilidad y categoría de esta plaza y esta afición y que el Ciclón de Jerez recogió desde el tercio con visible emoción. Tan solo hubo un elemento que ayer desentonó. Se llama Gabriel Fernández Rey. Ayer calentaba el asiento del palco presidencial y no sé por qué motivo le salió de sus mismísimos saltarse el reglamento, mejor dicho, pasárselo por el forro de sus...caprichos y robarle una oreja a padilla en su primer toro. Una oreja más que merecida, una oreja pedida por unanimidad en una plaza en la que lo difícil era encontrar a alguien en los tendidos que no agitara su pañuelo blanco. Pues a este notas le dio por decir que no y se negó a sacar el pañuelo. Sin comentarios, porque como siga...me detienen. Ahora bien , frente a este personaje la categoría y el señorío de Juan José padilla cuando es preguntado por las cámaras de Canal Toros acerca de su opinión sobre lo que había pasado. Respuesta de auténtico señor: "Yo sé como he toreado y lo que he sentido. He disfrutado y eso es lo que importa y con lo que me quedo". ¡Olé, maestro!.
Y es que nos ha hecho disfrutar y sentir mucho también a los espectadores en su primer toro, al que ha ido a recibirle a porta gayola con una larga cambiada a la que ha sumado otra en el tercio para incorporarse y torear de lujo con verónicas templadas y acompasadas en los medios rematando con una revolera a este toro con ritmo y compás que metía bien la cara en el capote, con clase. Toma dos varas medidas en el castigo y aprovecha El Cid su turno de quites en uno por verónicas también lentas y templadas. Es el propio matador el que toma los palos y ejecuta un tercio de banderillas con suma facilidad en una línea clásica y ortodoxa, sin alardes, reuniendo y clavando con pureza, por lo que recibe una atronadora ovación. Tras brindar al público inicia la faena de rodillas en paralelo a las tablas llegando a los tendidos. Toro bravo, noble y repetidor, con clase, fijeza y duración al que instrumenta una buena primera serie en redondo, templada y ligada, bien colocado, para rematar con un gran pase de pecho. Sigue toreando por el mismo pitón entre los olés de los aficionados, otra serie en redondo de enorme calidad rematad por un circular lentísimo y otro de pecho eterno a este muy buen toro que por el pitón izquierdo va aún mejor: dulce, suave, noble, humillando, con excelente ritmo y fijeza. De la muleta de Padilla  surgen naturales largos, con hondura, muy templados, soberbias tandas de naturales rematadas con tres de pecho literalmente cosidos uno a otro, enormes, lentísimos, una maravilla. Los adornos finales genuflexo cargados de torería ponen en pie a los tendidos antes de matar de una entera trasera pero que acaba con el fuenteymbro. Petición unánime de oreja y el tal Gabriel que dice que no. Allá él. Lo que va a quedar es el toreo con sentimiento y emoción de Padilla y la apoteósica vuelta al ruedo que dio. Eso lo recordaremos, al del palco a lo mejor le esperan en su casa, quien sabe. El cuarto es un toro muy ofensivo y abierto de cara, alto  pero propiciando y de buenas hechuras. Echa las manos por delante en el capote del Pirata y sale suelto de la suerte, se queda algo corto en su viaje y tiene un andar descompasado, un tanto descompuesto, soltando la cara. Fea pelea en el caballo, cabecea y pierde las manos al salir del peto en clara muestra de  blandura y justeza de fuerzas. Sensacional en este toro Daniel Duarte en la brega, por bajo, sin un capotazo para tratar de hacer humillar al fuenteymbro. A la vista de las complicaciones del toro, que va rubricado como los de los rodeos americanos, deja los pares a su cuadrilla que bastante hacen Manuel Rodríguez "Mambrú" y Miguel Piña "Miguelete" en colocar los garapullos con oficio y solvencia. Inicia la faena por bajo, mucho, para someter las acometidas del toro, misteriosamente, responde con mucha más entrega que en los tercios anteriores. Le pone la muleta Padilla, lo lleva muy templado, poco a poco lo va metiendo en los vuelos, enorme mérito, tragando, aguantando los gañanes que suelta el fuenteymbro. Enorme la entrega y disposición del Ciclón de Jerez que, visto lo visto, lidia a la antigua, sobre los pies, por bajo, de manera acertadísima a mi modo de ver y toma la espada para colocar un sensacional espadazo hundiendo el acero hasta la empuñadura. Justa y gran ovación en el toro de su despedida del abril sevillano.
Recibe El Cid al segundo de la tarde, un toro precioso, con cuello, entipado y muy serio, con verónicas templadas, suaves y cadenciosas rematadas con una gran media. El fuenteymbro humilla con clase, tiene fijeza y repite. Lo lleva al caballo por delantales cargados de sabor  y lo deja colocado con un recorte torerísimo para que toro tome dos varas empujando abajo, con celo, metiendo los riñones con bravura, buena pelea. Este segundo es un toro encastado, con movilidad, repetidor, exigente y con emoción, un toro que pide mando y temple para someter sus acometidas. Lo lleva bien Cid con la diestra, templado, sin que toque las telas, para sacar dos buenas series en redondo dándole distancia y largura. Baja un punto por el pitón izquierdo, embestida más incierta, hay menos reunión y colocación, Cid se desconfía un tanto y pierde esa distancia inicial que pedía el toro y los naturales tienen poco lucimiento. El toro desarrolla sentido y al volver el sevillano a torera en redondo se viene abajo y se acaba la faena. Creo que, aunque exigente y con complicaciones, era un toro al que se le podía haber sacado algo más a base de temple y distancia, quizás el de Salteras se ha desconfiado un tanto pronto y ha perdido ese sitio del as dos primeras series. No sé, desde el sofá y por la tele es muy fácil decir de todo, hay que otra ahí abajo, frente a esos pitones para saber lo que hay que hacer, lo demás son especulaciones. En el quinto, sin embargo, creo que se ha visto a un Cid pleno de ganas y disposición. Este de Fuente Ymbro era un auténtico tío, con volumen y cuajo, proporcionado, muy serio. Magníficas las verónicas de saludo de Cid, encajadísimo, muy templado, jugando las muñecas con clase para rematar el ramillete de verónicas con gusto y torería abrochándose el capote a la cintura. El toro echa las manos por delante pero se mueve y repite. En el caballo empuja si demasiada entrega, se deja pegar. Por cierto, magnífico Manuel Jesús Ruiz en este tercio, renunciando a colocar el segundo puyazo cuando el toro ha entrado de casualidad al peto por encontrárselo en su camino y espera a que se colocara como es debido y entonces sí, entonces colocar la vara. Sí señor, así debe ser, cuando lo fácil hubiera sido aprovechar el encuentro y acabar pronto con el tercio . El picador sabía que estaba en Sevilla y que ahí hay que hacer bien las cosas. Gran ovación la que se llevó Ruiz al retirarse por el callejón. Complicado en banderillas, espera, corta y echa la cara arriba pero Curro Robles y Rafa Limón resuelven el tercio con profesionalidad y oficio, que tienen mucho. Emotivo, sentido y cariños brindis de Cid a Padilla, precioso detalle que da muestra de la madera que están hechos estos hombres. Con mucha técnica El Cid en la faena, perdiéndole el paso necesario en cada lance para quedarse bien colocado y ponerle la muleta en la cara, llevándolo en largo y or bajo para someter al fuenteymbro y sacar redondos de calidad y mucha clase a un toro que se desentiende al final del muletazo pero al que El Cid no le deja irse en una faena plena de técnica pero sobre todo de entrega y disposición, sin desfallecer ante la falta de fijeza y lo deslucido del animal. Por el pitón izquierdo los defectos del toro se agudizan pero Manuel Jesús sigue planta´índole la muleta planchada y lo intenta levar siempre por bajo a pesar que el animal suelta la cara constantemente. Macheteo final por bajo ante la imposibilidad de sacar más antes de matar con una media en muy buen sitio y un descabello. Para mi El Cid ha estado por encima de este quinto, enormemente voluntarioso y haciendo todo bien, pero se ha topado con un animal deslucido y con mínimas opciones para el triunfo.
De David Fandila "Fandi" poco vamos a descubrir a estas alturas de su carrera. Un torero con un estilo muy definido y una tauromaquia particular que lleva allá donde torea, sin engañar a nadie, fiel a su concepto del toreo, que puede gustar o no, pero que no engaña  a nadie. Recibe al imponente tercero, un torazo, con verónicas cargadas de clase, suaves, sedosas, encajado, acompañando el viaje con el cuerpo. Sensacional Fandi con el capote. Se le pica mal y creo que este toro que se había mostrado bravo y repetidor lo ha acusado. Banderillas a cargo de Fandi en un tercio portentoso, vibrante y arrollador, un despliegue brutal de facultades físicas, con dos pares más cercanos a la ortodoxia y el clasicismo bien ejecutados y un tercero al violín que es un clásico en su repertorio para poner a La Maestranza en pie. Primeros muletazos de tanteo, a media altura, en el tercio, el toro se cuela por el pitón derecho. No sé si habrá sido por los puyazos pero el toro ha perdido la clase que mostraba en el capote y ha tornado a geniudo y bronco, midiendo y reponiendo complicado, soltando la cara aunque Fandi intente templar y bajar la mano en una misión casi imposible. Por el izquierdo peor, mira, mide, busca, se queda muy corto. Faena a menos, deslucida, sin ritmo ni emoción por las condiciones del fuenteymbro, pases suelto a un toro que va y viene sin clase y sin argumento. Mata de entera con enorme facilidad. El sexto es un toro imponente, enseñando las puntas, fuerte y serio. Toma bien el capote de Fandi en las verónicas de saludo y en las vistosas caleserinas con la que lo conduce al caballo, algo embarulladas pero muy en Fandi. En su turno de quites se luce Padilla en uno por chicuelinas a manos bajas cargadas de sabor al que replica Fandi con otro por lopecinas o zapopinas, según estemos en España o México, rematado con una media de rodillas cosida a una revolera en un recital de toreo de capa que entusiasma a los tendidos. Protagoniza d renuevo el tercio de banderillas desplegando todo su repertorio. No falta el de la moviola, uno por dentro con exposición y riesgo con su clásico recorte de adorno y un tercer par magnífico arrancando desde el estribo, de dentro a fuera cuadrando en la cara y ejecutando la suerte con pureza. Todo el público loco con este Fandi exuberante en banderillas, pleno d facultades físicas, jugando con el toro con una facilidad increíble. Inicia la faena en los medios, de rodillas, con intención de incendiar La Maestranza en unos redondos largos, con los pitones del toro cosidos a las telas, sin quitársela de la cara, para rematar de pie con uno de pecho larguísimo. Magnífico Fandi con la diestra, conduciendo muy bien al toro, cada vez más acoplado, templado, con suavidad, grandes tandas en redondo, con largura y por bajo. Por el pitón izquierdo también responde el fuenteymbro, los naturales son largos y templados, le baja la mano y lo lleva muy toreado en series con mucha calidad, sobre todo una de ellas, poderosa, sometiendo al toro. Vuelve de nuevo al pitón derecho y torea más vertical y relajado, muy a gusto, metiendo los riñones, francamente bien, con mucha calidad y belleza. Me ha gustado Fandi, creo que ha estado muy torero, templado y relajado, ha mostrado mando y temple y ha tenido un manejo de la muleta que otras veces no le hemos visto y que es algo que se le echa en cara muchas tardes sobre todo en algunas plazas. Pero sobre todo me ha gustado porque no se ha apartado de su estilo, ha sido fiel a su tauromaquia, y eso es algo que, al menos yo, agradezco. Valoro mucho la fidelidad a los principios de cada uno, más aún en estos tiempos de lo políticamente correcto y del chaqueteo continuo para no dejar de chupar del bote, y Fandi ha sido fiel a los suyos, no ha intentado forzar un toreo que no es el suyo y le ha salido una gran faena. Me alegro, de verdad. Dicen que el mejor aficionado es aquel al que más toreros le entran en su gusto. Sí, lo comparto, y añado lo que siempre digo cuando me preguntan por mi torero favorito (que los tengo, por supuesto); aquel que me haga disfrutar y sentir la emoción del toreo cada tarde que voy a los toros. El epilogo de la faena estuvo cargado de torería en los ayudados por alto para culminar su obra con una estocada monumental hasta la bola volea´adose sobre sobre el morrillo que fulmina al fuenteymbro. Oreja de mucho valor, oreja de peso, oreja a la fidelidad a un estilo para el granadino pedida por mayoría absolutísima. Esta vez el calentador de asiento del palco no se la negó. ¿Por qué?. Ni idea, ni me importa. Nos acordaremos de Juan José Padilla, de su toreo, su dignidad y su valía humana pero jamás recordaremos el nombre del indigno personaje que ayer hizo de okupa. Llamarle presidente me parece un insulto a la Fiesta.
¡Gracias por tanto, Padilla!

Antonio Vallejo

viernes, 20 de abril de 2018

10ª de Abril: El oasis Manzanares


Nuevo lleno de "no hay billetes" en La Maestranza, otra tarde de máxima expectación que como la de ayer -y van dos seguidas- se ha convertido en decepción. Toros de Juan Pedro Domecq, ganadería de postín, la favorita de las figuras, la que todos quieren torear por su enorme clase, pero la que tantas veces acaba en juampedrada. Así ha sido también en la tarde de hoy. Una corrida muy buen presentada, preciosa de hechuras, lámina imponente, muy seria, en tipo, pero vacía, vacía, vacía, sin nada dentro, sin contenido alguno (por si quedan dudas), sin fondo, sin raza, sin casta, sosa y deslucida. Prácticamente cero posibilidades de triunfo para Enrique Ponce y Ginés Marín, me imagino que desesperados ante las nulas condiciones de sus lotes. Dos toros iguales los de Ponce, sosos y descastados, que no han valido para nada, y eso que Enrique lo ha intentado con voluntad encomiable, intentando que pasaran de alguna manera, pero era imposible. Tan solo algunos muletazos sueltos en el cuarto robados de uno en uno a un animal con nobleza pero nulo de fuerzas y casta. Me duele y mucho que tan solo esto es lo que se pueda restar de la actuación de un maestro de leyenda como Enrique, pero es que no ha habido nada de nada. Para cabrearse, de verdad. El tercero parecía tener buenas condiciones de salida, tomó bien el capote de Ginés Marín en verónicas con gusto y clase, derribó en el caballo, buena pelea, empleándose pero que llegó desfondado a la muleta, soso y deslucido, ¿lo había dicho ya?. Lo mimó el sevillano, dándole pausas, todo muy suave, algunos pases de pecho realmente buenos, tan solo un espejismo. Toro parado sin emoción alguna. Como el sexto, devuelto por inválido, como el sexto bis, devuelto por inválido (no, no es copia y pega), como el sexto tris, soso, descastado, sin fuerzas, ¿lo había dicho ya?, sin recorrido, sin raza, sin nada. Ante lo que me descubro es la voluntad, el empeño y lo inasequibles al desaliento que se han mostrado Ponce y Marín ante los toros que han saltado al albero sevillano en una tarde que  prometía mucho y que ha quedado en nada. Y mérito el de los aficionados que han aguantado pacientemente el desfile de toros sin fondo alguno sin montar la de San Quintín hasta el arrastre, pitando a los cuatro. Lección de comportamiento y saber estar de una gran afición.
Manzanares lidió un quinto soso, descastado y sin fuerzas, ¿les suena de algo?, sin recorrido en la muleta, me repito más que el ajo. Otro imposible al que el alicantino lo tuvo que llevar a media altura o más para que no perdiera las manos y sacar algún pase suelto. Menos mal que la corrida tuvo un oasis en el segundo de la tarde, un toro de magnificas hechuras, como toda la corrida, pero que a diferencia de sus hermanos ha tenido clase, nobleza y ¡duración!. Sale con buen tranco, con ritmo, galopando alegre. Lo recibe Manzanares a la verónica, sensacional, con la prestancia y la elegancia innata que derrama su toreo, rematando con una media antológica. Pelea bien el caballo, toma dos varas empujando con fijeza y sale del encuentro con alegría. Magnífico quite a la verónica de Ginés Marín, templadísimas, acompasadas, jugando las manos con gran suavidad, acunando al toro, grandísimo quite que pone en pie a los tendidos. Faena del alicantino presidida por la elegancia, la clase, el gusto, la belleza, la profundidad y la emoción que el maestro lleva en sus sangre. Siempre lo he dicho, Jose Mª llena la plaza con su sola presencia, y si a eso le suma su toreo celestial el escenario se convierte en el Edén. Rotundo e importante Manzanares desde el primer muletazo en redondo, poniédloe la muleta plancha, llevándolo tapado, conduciendo la embestida con temple  largura, bajando la mano, arrastrando una muleta que persigue con fijeza Manzanilla, casualidad de nombre. El toro es pronto, tiene ritmo, una clase descomunal, humilla y repite con nobleza por ambos pitones, quizás aún mejor por el izquierdo por donde sea una tanda de naturales de auténtica locura, hondos, rematados con uno de pecho sensacional de pitón a rabo. La plaza se viene abajo con un cambio de mano divino, eterno por su despaciosidad, al final de una de las tandas en redondo para rematar con otro de pecho marca de la casa, larguísimo, kilométrico, hacia el hombro contrario, tanto que por momentos parece casi un circular. Sigue toreando por el pitón derecho como los ángeles y dibuja una última tanda en redondo apoteósica, ligando muy por abajo, encajado, una bellísima estampa, con una clase única para rematar con dos de pecho cosidos uno a otro que revientan la plaza antes de finalizar la faena con unos ayudados por alto que son un canto a la hermosura, ¡que naturalidad!, ¡qué sabor!, ¡qué aromas de dinastía!, plasticidad y armonía entre un auténtico maestro y un gran toro. Mata de un estoconazo también marca de la casa que hace rodar al juampedro sin puntilla y pasea una pareja que a mi me ha sabido a dos y que me hubiera parecido el premio justo a una faena extarordianri y una estocada monumental. Así lo pienso y así los digo, una por la faena mas otra por la estocada suman dos. Soy muy malo para las matemáticas, pero esa cuenta la entiendo así.
Un oasis, Manzanares y Manzanilla, en un desierto insoportable que ha sido la corrida de Juan Pedro Domecq. Sin excusas, sosa y deslucida, mala de solemnidad y lo pero que se puede decir de una tarde de toros: aburrida. No merece la pena dedicarle ni media línea más a este petardazo infumable.

Antonio Vallejo

9ª de Abril, decepcionante


Fíjense, que todo apuntaba a otra tarde triunfal, el cartel era de lujo, Antonio ferrera, Julián López "El Juli" y Andrés Roca Rey, ¡casi nada!. Tarde espléndida, una más con esa luz maravillosa y cautivadora que Sevilla tiene, con ese color especial que decían Los del Río, con ese aroma a azahar inigualable que inunda todos sus rincones. Una ganadería de campanillas, la de Jandilla (casi un pareado), afamada y avalada por grandes triunfos, una de las predilectas de las figuras. Todos los ingredientes necesarios para elaborar un plato de estrella Michelín bien presentado, que entre por los ojos y que sacie el hambre de toros de una afición que de nuevo a venido a llenar los tendidos maestrantes. Las dos primeras premisas se han cumplido. Corrida muy bien presentada, extraordinaria, muy seria y en tipo, de buenas y bonitas hechuras, toros de lámina preciosa que han entrado por los ojos, digna de premio en esos apartados. Pero el sabor de tan magnífica presentación no ha sido el que se esperaba, equilibrado y elegante, sino que el plato ha resultado graso y difícil de digerir y no ha saciado el hambre de toros, el hambre de arte, el hambre de toreo con aromas agradables y sabor profundo  que la afición pedía tras los banquetes de días pasados. Corrida bruta, bronca, a la defensiva, sin raza ni clase, sin fuerzas, sin recorrido, deslucida y con escasas opciones de triunfo a pesar de tener enfrente unos master chefs de órdago. Decepcionante tarde que ha dejado a todo el mundo con hambre para lo que queda de feria. Una auténtica pena, porque los comensales, los aficionados que abarrotaban La Maestranza, venían con plena disposición a disfrutar y echar de nuevo a volar sus sentimientos. Solo hay que recordar la atronadora, sentida, cariñosa y reverencial ovación le han dedicado a Juli al romperse el paseíllo por su antológica faena y el indulto a Orgullito  el pasado lunes. Una vez más lección de sensibilidad de esta gran afición que sigue paladeando ese manjar de dioses que vio, vivió y sintió hace tres días.  Solo hay que ver cómo han vibrado con cada detalle de gusto, de clase, de torería, siempre con disposición para degustar con pasión todo cuanto surgiera de los capotes y las muletas de los maestros. De verdad que ha supuesto una gran decepción ver como salía un toro, y otro, y otro, y otro, así hasta seis y nada mejoraba en el comportamiento de los toros, pero así es la Fiesta, el hombre propone, Dios dispone, sale el toro...y lo descompone. 
Que se lo digan a Antonio Ferrera con su lote. Tan solo tres verónicas de saludo al primero realmente monumentales y el recibo capotero también por verónicas templadas, lentas, cadenciosas, jugando las muñecas con armonía, acompañando el viaje con la cintura, bellísimas, es todo cuanto ha podido sacar el balear. En la muleta ni la mínima opción. Tanto que el primero se ha echado él solito a mitad de faena, lamentable imagen. Dos toros preciosos de hechura, de lámina imponente pero vacíos sin raza, sin clase y sin fuerza a los que solo ha podido sacar algunos muletazos sueltos con cierto sabor. 
O que se lo digan a Roca Rey que ha tenido en su primero un toro a la defensiva, bronco, pegando arreones, y en su segundo un manso que buscaba la puerta de toriles desesperadamente. Puso toda la carne en el asador el peruano, atacó de principio a fin fiel a su estilo, lo intentó todo, buscó el lucimiento de  todas las maneras posibles, pero las malas condiciones de sus oponentes deslucía cualquier intento. No se le pede reprochar nada a Roca Rey, ese huracán que llegó del otro lado del Atlántico y que cada tarde amenaza con llevarse por delante todo lo que se le ponga por delante. Como muestra un botón, las dos largas cambiadas con las que recibe al tercero, una a  porta gayola y otra en paralelo a las tablas y el sensacional quite por gaoneras en el sexto, ceñidísimas, una vez más cortando la respiración. Dejó muy crudo en el caballo al tercero, algo que se está convirtiendo en demasiado habitual con el limeño, y se le atragantó en la muleta, difícil de masticar y tragar por su violencia y sus acometidas más que embestidas. Se la jugó iniciando la faena de rodillas en redondo intercalando una arrucina pero el jandilla comenzó a defenderse pegando arreones y soltando la cara, se frenaba y no permitió el mínimo lucimiento. Al sexto, manso de libro, le plantó cara en terrenos de chiqueros. Dominador y poderoso Roca Rey con la derecha en una tanda rotunda en redondo cosida a un cambio de mano y un antológico pase de pecho que acabó en circular y que puso a toda la Maestranza en pie. Poco más porque el manso fue a menos aunque el peruano se metió en esos terrenos de cercanías en los que no tiene problema alguno de pisar. Entrega y voluntad máxima en esta tarde desilusionante.
O que se lo digan a Juli, todas las miradas puestas en él, suspiros de admiración al rememorar su antológica faena a Orgullito, que tuvo en el segundo de la tarde al de mejores condiciones del encierro y que tuvo que soportar una vez más a un presidente inepto que se pasó el reglamento por el forro y le robó una oreja que el público pidió por mayoría absoluta. Un presidente que no entendía que estaba de jurado para valorar exquisiteces, pero se ve que su paladar no pasa de un triste plato combinado recalentado de cualquier bar de paso. Por si faltaba algo para arruinar la tarde vino este personaje inmundo a poner la guinda podrida al pastel. Ha sido precioso ver la rivalidad en quites entre Juli y Roca Rey durante la lidia del segundo. Por chicuelinas el madrileño, por chicuelinas y caleserinas el limeño. ¡Qué bonita y que olvidada está esa tradición del pique en quites!. Juli tuvo que bregar con un toro que no humillaba y que cabeceaba de manera muy molesta y contra un viento que no dejó de flamear su muleta. Pero la capacidad lidiadora del de Velilla, el mando, el poderío y el don de someter a los toros que tiene Juli se sobrepone a cualquier impedimento. Así lo ha hecho por el pitón izquierdo, templando y bajando la mano, naturales con hondura que ponen a la plaza en pie. Enorme Juli, dominador Juli, maestro Juli, leyenda Juli, ¡cómo ha sido capaz de someter a ese bicho!. Ayudados por alto para finalizar el trasteo y una estocada caída y atravesada tirándose por derecho termina con el jandilla. A los aficionados sevillanos les ha importado un bledo la colocación de la espada, a mi también. Se quedan con la lección magistral de mando y sometimiento de Juli, yo también. Y han pedido la oreja por mayoría absoluta y con fuerza, yo también lo hubiera hecho de estar allí y no en Madrid viendo la corrida en Canal Toros. Lo que ha hecho Juli vale una oreja, el TOREO con mayúsculas no se mide en centímetros, da igual. Esa magnífica afición ha sabido, una vez más, degustar el arte que le ha servido el maestro, ha vibrado con emoción máxima ante el poderío de Juli, en definitiva, ha demostrado una vez más que el toreo es y debe ser arte, sentimiento y sensibilidad más allá de geometría o aritmética. El sexto fue una auténtica bestia, bruto, bronco, una alimaña indomable que iba como un trolebús sin control. ¡Cómo sería que ni Juli ha podido someterlo!. Imposible. Lo mejor que ha podido hacer el madrileño ha sido quitárselo de en medio antes que el jandilla le quitara él con una magnífica estocada que ha mandado a la joyita al desolladero.
Una pena que una tarde que se presentaba tan bonita, un auténtico menú de degustación, resultara tan desilusionaste, decepcionante y se atragantara de tal manera. Pero así es la Fiesta, del cielo al purgatorio o al infierno en cuestión de horas o minutos. Sin ir más lejos para mañana se prepara otro menú de categoría con los toros de Juan Pedro Domecq para Enrique Ponce, Jose Mª Manzanares y Ginés Marín, auténticos manjares.

Antonio Vallejo

jueves, 19 de abril de 2018

8ª de Abril: José Garrido, querer y poder


Jornada de miércoles de feria, preciosa, soleada, radiante. Día ideal para ir a la feria, para, entre copa y copa de manzanilla, entre cervecita y cervecita fría, entre platitos de jamón, lomo, gambas, adobito..., en definitiva, todos los elementos necesarios para nutrirse e hidratarse correctamente en las duras jornadas de feria, comentar la locura, la apoteosis, el éxtasis taurómaco de los dos días anteriores. A nadie de los por allí presentes se les olvida lo de Juli, lo de Orgullito, lo de Manzanares, lo de Talavante. Esas imágenes siguen vivas en la retina de todos los aficionados, todos y cada uno de los capotazos, de los derechazos y de los naturales, las estocadas y las embestidas, imborrables, indemnes al paso de las horas, frescas como si estuvieran pasando en ese momento. Comentarios a buen seguro llenos de pasión y emoción, como es esa afición, pasional y que vive los toros con un sentimiento único. Jornada de miércoles de resaca, pero resaca buena, agradable, de las que nos gustaría tener día sí y día también. 
Supongo que esa "resaca" habrá pesado para que en esta tarde la Real Maestranza haya presentado una entrada cercana a los 2/3 de aforo para ver la corrida de El Pilar, ganadería salmantina de procedencia actual Aldeanueva, encaste Juan Pedro Domecq Díez, para la terna compuesta por Juan Bautista, Alberto López Simón y José Garrido. Una corrida que, al menos para mi gusto, ha estado un tanto justa de presentación. Es de esas corridas que a mi parecer hay que ver en la plaza para apreciar bien el trapío y las hechuras de los toros. Por televisión se ven muchos detalles, pero la imagen del toro en la plaza es distinta y ahí es donde se muestra la auténtica presencia del animal. Lo dicho, me ha parecido una corrida alta y grande, características propias de este hierro, zancuda en la mayoría de los toros, toros largos, pero algo vareada, en algunos casos escurridita y alguno de los toros lidiados un pelón justos de trapío, agradable de cara en general y con un juego, eso sí, decepcionante. Es cierto queda habido nobleza, que se han dejado, pero creo que le ha faltado raza y empuje, además de una muy evidente blandura y falta d fuerzas en líneas generales, si bien tercero y sexto han estado por encima del resto de sus hermanos. La nota dominante ha sido la sosería y cierto aburrimiento en algunas fases, rota por un José Garrido que, es cierto que ha lidiado el mejor lote, también ha dado ese paso adelante para atacar al toro y sacar el máximo de lo que llevaba. Para mí tarde importante de Garrido con una oreja cortada al sexto que ya había merecido en el tercero y que no es nada más que la continuidad de lo que el extremeño viene apuntando tiempo atrás.
Abría plaza un toro alto, zancudo, largo, grandón en definitiva, poco lucido en el capote, tan solo un par de verónicas en el saludo y un quite por chicuelinas de Juan Bautista al probarlo tras el primer puyazo y otro por verónicas templadas de López Simón en su turno han tenido algo de emoción. Toro de embestida descompuesta que además apunta justeza de fuerzas y al que se le mide mucho el castigo en el caballo sin que tampoco empuje mucho que se diga. Soso y deslucido en la muleta, lo esperado a la vista de su escaso empuje, noblote, sí, pero sin emoción ni transmisión. Bien el francés, pulcro, técnico, muy solvente, tratando con mucha suavidad al de El Pilar, llevándolo a media altura, sin obligarle salvo en una tanda en redondo y otra al natural con algo más de ritmo y la mano más baja y algunos muletazos sueltos con cierta calidad. Pero el resto del trasteo no ha llegado a transmitir ni conectar con los tendidos por las escasas condiciones del animal y quizás el trasteo de Bautista haya sido un tanto largo visto lo visto. Lo que está claro que al galo no se le puede negar disposición y, sobre todo, una técnica y una facilidad en la cara del toro tremenda. Tampoco el cuarto ha ayudado mucho a Juan Bautista. Toro algo más bajo que el anterior, hecho cuesta arriba, serio, que echa las manos por delante de salida, que se revuelve y aprieta hacia las tablas en el recibo con el capote, apuntando evidente falta de fuerzas. Se le cuida y mide mucho el castigo en el caballo pero pierde las manos ostensiblemente a la salida del peto y es devuelto a corrales. En su ligar salta un sombrero del mismo hierro titular, alto, largo, con mucha caja, agradable de cara que, igual que su hermano aprieta hacia las tablas en el saludo capotero y echa las manos por delante. Embestida descompuesta, deslucido en definitiva. Es cierto que se arranca pronto y con buen tranco al caballo, pero empuja cabeceando, sin emplearse, fea pelea. No mejora en la muleta, soso, deslucido, sin clase, con la cara a media altura, vamos, un auténtico tostón. Igual que en su primer toro enorme de colocación y técnica Bautista, haciendo todo bien, pulcro y aseado, paro la faena carece de emoción y transmisión. Una lástima para este buen torero francés que ha abierto ya muchas puertas grandes, entre ellas Madrid pero sigue, tras ya casi 20 años de alternativa, sin tocar pelo en Sevilla. Hoy no se le puede echar en cara nada porque bastante ha hecho con lo que tenía enfrente.
El que hacía segundo ha sido un toro suelto de carnes, ensillado, hecho cuesta arriba y que me ha parecido justito de trapío para Sevilla. Repite con brío y humillando en el capote pero se frena y echa las manitas por delante evidenciando falta de fuerzas. Se deja pegar en le caballo que monta Tito Sandoval sin emplearse en dos puyazos traseritos y muy medidos en el castigo, tan solo señalados, algo que no gusta en los tendidos y levanta alguna protesta en los tendidos. Entra al quite José garrido en su turno reglamentario y deja claro la disposición con la que ha venido a Sevilla. Precioso quite a la verónica, con gusto y templanza, rematando con una soberbia media de auténtico cartel. Sabedor de lo justo de fuerzas que va el de Pilar plantea López Simón un inicio d faena suave, probándolo por ambos  pitones, sacándoselo a los medios con gusto, tratando de llevarlo por bajo pero sin obligarle en demasía. Bien el madrileño toreando por el pitón derecho con temple, bajando la mano, el toro humilla y repite aunque tiene cierta brusquedad en su embestida. Dándole distancia atempera ese ímpetu del de El Pilar y consigue ligar series cortas con cierta profundidad. Por el pitón izquierdo echa la cara arriba y puntea la tela, se queda corto y repone, en definitiva, no va. A partir de ahí va a menos, soso y vulgar, pasando pero sin más, deslucido y sin emoción. Abrevia el de Barajas y lo pasaporta con un pinchazo y una entera. Alto, vareado, escurrido de atrás y lavado de cara el quinto, justo de fuerzas como toda la corrida, perdiendo las manos ya en los lances decaía y por eso es devuelto a corrales. Salta el segundo sombrero, también del hierro titular, el más ofensivo de la corrida y para mi gusto el más cuajado. Embiste en el capote de manera bronca, sin clase, deslucido, echando las manos por delante, defendiéndose. No se emplea en el caballo, sale suelto, sin fijeza, huye de los capotes  y corta en banderillas comprometiendo a Vicente Osuna que es prendido afortunadamente sin consecuencias. Con todo esto no es difícil adivinar su comportamiento en la muleta de López Simón. Sin clase, descompuesto, saliendo suelto al final del muletazo, va y viene pero sin ritmo, soltando la cara. Mucho mérito el del madrileño tratando de ponerle la muleta en la cara y taparle para lograr una serie en redondo ligada pero con escasa emoción, al igual que ocurre por el pitón izquierdo, naturales sueltos, sin continuidad ni ritmo. Faena enormemente voluntariosa de López Simón pero intrascendente y quizás un poco pasada de metraje. tampoco está fino con la espada y la cosa acaba en silencio. 
El extremeño José Garrido es uno de los jóvenes matadores exponente de esta generación llamada a relevar a las grandes figuras de la actualidad. Condiciones y capacidad tiene, ya lo ha demostrado en muchas plazas, y lo de este miércoles en Sevilla creo que no hace sino confirmar las esperanzas que en él se tienen. Ha ido a La Maestranza con el esporteen lleno de ganas y entrega  y ha salido con una oreja de mucho peso y valor que ha cortado ante el sexto, aunque para mi gusto ya se la había merecido con el tercero que es con el que le he visto pletórico. Era este un toro un poco basto, con poco cuello y, al menos por televisión me lo ha parecido, justo de cara y de presencia. Muy buenas las verónicas de saludo, templadas, acompasadas, acompañadas con el cuerpo,  preciosas. El toro repite y humilla, tiene clase y lo aprovecha Garrido en un garboso galleo por chicuelinas extraordinario rematado con una revolera excelente con el que lleva a toro al caballo, lo mismo que para sacarlo del encuentro con el peto, chicuelinas bellísimas a manos bajas con la que se gana una fuerte ovación. Toma la muleta con decisión, seguro de lo que quiere hacer, sin probaturas, y se pone a torera con la mano derecha en una tanda en redondo templada, bajando la mano, con largura y ligazón, rematando por bajo con una clase y un gusto tremendo. Muy acoplado el extremeño, administrando las pausas  con maestría y dando la distancia que pide el de El Pilar para recitar series en redondo de muy buena factura, con el compás abierto, alargando el viaje, arrebatado, sometiendo al toro y con remates cargados de sabor, trincherazos preciosos que ponen al público en pie. Por le pitón izquierdo le cuesta más pasar, repone el de El Pilar pero a base de colocación , paciencia y temple consigue sacar una serie de naturales  con hondura, muy por abajo que remata con uno de pecho descomunal. El epílogo de faena por el pitón derecho con redondos largos y templados, remates y detalles con gran torería y unos ayudados por alto dejan todo en manos de la espada. Se vuelca en la suerte y deja una entera algo trasera y tendida. El toro tarda en doblar y quizás eso haya enfriado algo la petición de trofeos, aunque sinceramente me parece que había mayoría de pañuelos, pero eso solo se puede apreciar bien en la plaza. En cualquier caso, la vuelta al rueda pedida por unanimidad vale mucho, como siempre lo ha sido, en una costumbre que por desgracia se está perdiendo y devaluando incomprensiblemente. Un tanto desproporcionado el sexto, muy ofensivo, demasiado quizás en proporción a su caja, un tanto escurrido y lavadito de cara. No luce mucho en los primeros tercios, sin darle posibilidad de estirarse con el capote, sin emplearse en el caballo y sin clase en banderillas, siempre echando la cara arriba. Pobre argumentos a priori para soñar con un triunfo. Inicio de faena incierto, con una embestida desconcertante, sin poder adivinar hacia donde podía romper. Trata de someterlo Garrido con paciencia, perdiéndole un paso, poniéndole la muleta, llevándolo muy toreado, poco a poco lo va ahormando para sacar un par de tandas al natural templadas y con hondura de enorme mérito. Entregado y dispuesto a más no poder el extremeño, bien colocado, poderoso y mandón con la diestra para dibujar una buena serie en redondo templada, ligada y baja de mucho valor, dominando las brusquedades del animal. Incluso se permite unos molinetes d rodillas cosidos a una tanda de derechazos con largura y profundidad y unos naturales finales rematados con una una trincherilla que hace crujir a los tendidos maestrantes para rematar la que en mi opinión ha sido una tarde de mucha importancia del pacense. Mata de entera trasera y también tendida que esta vez hace doblar con rapidez al toro y le vale una oreja pedida por aclamación. En mi opinión sale muy reforzado de Sevilla tras una tarde importante y rotunda  de un torero que, aparte de sus indiscutibles cualidades técnicas y artísticas, ha ido a La Maestranza a por todas, un José Garrido que ha querido triunfar y que ha podido con sus toros. Querer es poder, está claro.

Antonio Vallejo

miércoles, 18 de abril de 2018

7ª de Abril: Suma y sigue, Sevilla, Manzanares, Talavante, ¡el Arte!


No se han apagado los ecos ni se apagarán tras la monumental e histórica de Juli al ya famoso Orgullito, estoy seguro que ayer los aficionados salieron de La Maestranza toreando al aire, felices, alegres, con la cabeza alta contando a todo el mundo lo que habían visto. Estoy seguro que ayer en las casetas del Real no había otro tema de conversación, la emoción no abandonaba a los que volvían de la plaza y los que lo escuchaban se contagiaban de la misma emoción, estoy seguro que en las sevillanas que ayer se bailaron quien más quien menos compuso la figura, adelantó la mano y en la primera llevó a su pareja con temple, lento, bajando la mano, gustándose, sintiendo el arte que en Sevilla es gloria. Si lo he sentido y vivido con inmensa pasión yo en Madrid, ¡imaginénse lo que ha tenido que ser allí!. Llevo el día entero contándolo a todos los amigos que me he encontrado por la calle, a todos en el trabajo, no he parado de twitear ni facebookear hora tras hora para poner mi granito de arena y que todo el mundo se entere de lo grande que es nuestra Fiesta. Estoy seguro que en el ánimo de los aficionados  que hoy han ido a La Real Maestranza estaba el deseo de volver a ver algo grande, de experimentar de nuevo esa catarata de sentimientos que solo el toreo puede despertar, de ver a más toreros saliendo a hombros y más toros tan bravos y con tanta clase que se ganen el honor de volver al campo con vida. Y por momentos ese anhelo, ese sueño casi imposible parecía que podía repetirse con las dos orejas que Jose Mª Manzanares había cortado al segundo. 
Estoy seguro que con ese ánimo y esa ilusión han ido todos cuantos han abarrotado una tarde más los tendidos  de ese verdadero teatro de los sueños que es La Maestranza en una preciosa y radiante tarde primaveral para ver otra de las corridas de claveles anunciadas en el ciclo, la de Nuñez del Cuvillo para los espadas Sebastián Castella, Jose Mª Manzanares y Alejandro Talavante. Una corrida para mi gusto bien presentada, también muy de Sevilla, seria y  astifina, con buenas hechuras, bajos, con el peso adecuado, pareja, con cara y trapío pero sin estridencias, que tuvo en los lidiados segundo y tercer turno dos magníficos toros, sobre todo el segundo, de vuelta al ruedo, saliendo los otros cuatro desiguales de juego y comportamiento. 

Lancea a la verónica con tremendo gusto y torería Sebastián Castella al primero, primero flexionándo la rodilla, alargando el viaje, ganando pasos para rematar en los medios templando con el capote las embestidas con la cara a media altura del toro para rematar con una media con gusto, el mismo que ha dejado el quite por chicuelinas que el propio galo  ha hecho al finalizar el tercio de varas. José Chacón se ha llevado la primera gran ovación de la tarde tras dos sensacionales pares de banderillas colocados en la misma cara del toro, de poder a poder, saliendo con una torería extraordinaria. Inicia la faena con gusto, ayudados por alto seguidos de pase por bajo con torería. Toro incómodo en la muleta, no humilla, protesta y echa la cara arriba, toca las telas y desluce los muletazos. Trata de darle distancia Castella porque si acorta que  protesta aún más, va y viene pero sin clase en una faena que no llega a tomar vuelo por la falta de raza del de Cuvillo. Por encima un Castella que  falló con la espada y escuchó silencio. Ofensivo por delante el cuarto, otro toro bien hecho, que toma con nobleza el capote de Castella en las verónicas de saludo. Toma una primera vara empujando con bravura, metiendo los riñones, sale suelto tras el segundo encuentro con el peto tras meter también riñones en un muy breve puyazo. Arriesgados pares de Rafael Viotti que recibe una gran ovación, otra más en la que los de plata han estado a una grandísima altura. Faena marca de la casa, cambiados por la espalda de inicio dándole mucha distancia, ajustadísimos, impasible el galo, como si nada, para enlazar con el toreo en redondo en una buena serie ligada con temple. Distancia y pausas son las recetas de Castella para tratar de exprimir las escasa condiciones del toro, y creo  ha estado muy firme y dispuesto, primero en largo y por ambos pitones, bajando la mano para posteriormente ir acortando las distancias a medida que el de Cuvillo se iba apagando y viniendo abajo para acabar pisando esos terrenos en las cercanías de los pitones en los que el de Bèziers se encuentra tan cómodo. Dispuesto, entregado y solvente Castella, por encima claramente de las condiciones de un animal sin emoción ni transmisión. Una vez más se atasca con la espada, algo que no es obstáculo para que el entendido aficionado sevillano haya sabido reconocer las ganas y el buen hacer de Castella con una cariñosa ovación de despedida saludada desde el tercio a mi modo de ver justa y merecida. Una vez más, y van muchas, lección de sensibilidad de esta buena afición.

Encendido se llamaba el que saltó segundo, 525 Kg, bajo, precioso de hechuras, con cuello, galopando ágil de salida, humilla, mete la cara con tremenda clase en el capote de Manzanares, verónicas con un gusto exquisito, templadas, cadenciosas, acompasadas, lentas, una de ellas monumental, parando el tiempo, eterna. Medido el castigo en el caballo, se le cuida mucho porque no parece ir muy sobrado de fuerzas. Extraordinario quite por delantales de Talavante en su turno reglamentario. Previamente había intentado otro por chicuelinas el propio Manzanares pero tan solo pudo dar una a manos bajas, curvando la figura, rememorando una vez más a su padre,¡pero qué chicuelina! de las que valen toda una tarde, solo había que escuchar el pedazo olé que salió del alma de los aficionados, eso es Sevilla, ¡sí señor!, que de nuevo obligó a desmonterarse a Rafael Rosa tras dos extraordinarios pares ejecutados con pureza y torería. La elegancia, la clase, el empaque, el sabor que ha impregnado el toreo de Manzanares durante toda la faena ha sido para volver a soñar con otro triunfo histórico. Inicio de faena con torería, templadísimo, conduciendo la embestida con una naturalidad y una suavidad portentosa. Series en redondo templadas, alargando el viaje, toreando largo, la mano baja, rematando la series con esos pases pecho monumentales que solo el alicantino sabe dar, de pitón a rabo. Los naturales salen hondos, templados, largos, bajos, ligados con una calidad infinita, una auténtica maravilla, encajado, una oda a la belleza con un toro que ha ido a más, que ha humillado, que ha repetido con fijeza, un gran toro. Otra borrachera de toreo del maestro Manzanares, un cambio de mano que dura una eternidad pone en pie a los tendidos, otro más de pecho que parecía que no iba a terminar nunca desencadena la locura, la última serie en redondo, lentísima, barriendo el albero con la muleta lleva a una hipnosis de la que todos los aficionados despiertan con un estoconazo monumental en la suerte de recibir con el que hace rodar sin puntilla a este grandísimo toro que es despedido con una vuelta al ruedo. Dos orejas sin discusión en una faena rotunda culminada con una de las mejores estocadas que recuerdo en toda mi vida. Manzanares ha bordado el toreo, una vez más nos ha elevado al paraíso de la tauromaquia, todo en el marco de la naturalidad y la elegancia innata, de la torería que corre por su sangre, una obra maestra, un triunfo rotundo de una grandísima figura del toreo. ¡Dios mío, que grande es esta Fiesta! ¡Saluda con una larga cambiada de rodillas al quinto!, increíble, para incorporarse y lancear a la verónica con su clase y elegancia habitual, coreadas con olés roncos. Fea pelea en el caballo, sin emplearse, dos puyazos solo señalados ante la evidente falta de fuerzas del Cuvillo. Toro a la defensiva por su blandura, echando la cara arriba, incómodo y deslucido, trata de someterlo por abajo Manzanares, le pone la muleta y conduce la embestida con suavidad, con mano de seda, cuidándole, en una demostración de técnica y capacidad torera sacando una tanda en redondo que parecía imposible, ligada, con temple, cierta largura y bajando la mano. Descompuesta embestida por el pitón izquierdo, acorta el recorrido, echa la cara arriba, naturales sueltos, sin continuidad y sin emoción, lo que lleva a Manzanares a volver al pitón derecho y de nuevo elevar algo el vuelo de la faena en una serie de derechazos con temple y ligazón acompañada por los olés de unos aficionados que estaban deseosos de haber visto otra faena de ensueño, de esas mágicas con las que el alicantino tantas veces nos ha hecho sentir emociones máximas. Una media arriba y un golpe de verduguillo liquidan al de Cuvillo y Manzanares se despide con dos orejas cortadas en su primero y una calurosa y cariñosa ovación en su segundo con cierta sensación d pena por no haber culminado su gran actuación con una nueva Puerta del Príncipe, algo que quién sabe si está esperando en la corrida de Juan Pedro Domecq. ¡Ojalá!.

Se ha desquitado Talavante de su desangelada actuación el día anterior con el tercero de la tarde, otro toro de magníficas hechuras, precioso de lámina, bajo, serio, armónico, con celo en el capote y movilidad, pero sin demasiado lucimiento. No se emplea en el caballo pero en banderillas mantiene su movilidad y prontitud, si bien no humilla en demasía y permite a Juan José Trujillo cuajar un muy buen tercio. Inicio de faena con doblones por bajo, largos, sometiendo al toro, con torería, arrancando los olés. Muy buenas tandas en redondo, templadísima, bajando la mano, con largura, encajado, metiendo los riñones, ligando los muletazos para rematar con grandes de pecho y trincherazos con aromas a ese toreo que hace vibra a Sevilla. Extraordinaria serie al natural, con hondura, templada, sometiendo mucho al de Cuvillo, alargando los muletazos, perdiendo un pasito para darle la distancia que pide el toro, de nuevo rematando las series con trincherillas cargadas de aromas a Romero. Otro muy buen toro que ha repetido con bravura y clase y que ha durado en la muleta de un talavante que ha puesto un broche de toro a su faena con una última serie en redondo monumental por larga, baja y despaciosa y una manoletinas ajustadas que preceden a otro estoconazo fulminante volcándose sobre el morrillo, tirándose recto, a triunfar o morir recibiendo un fuerte impacto en las costillas que gracias a Dios ha quedado en eso, un golpazo y un susto. Oreja de mucho peso y valor, sobre todo por su actitud, su inteligencia a la hora de componer una faena redonda y el mérito de volver a torear tan solo 24 horas después de la decepción del día anterior. ¡Este sí es el Talavante figura que estamos acostumbrados a ver! Lo dije ayer y lo repito, ese vestido negro y azabache que eligió para la corrida de Garcigrande... no sé, no sé, me da mal fario. El sexto ha sido el más feo de hechuras de la corrida, el menos rematado, suelto de carnes y, casualmente, el de peor juego y peores condiciones. Sin clase, sin raza, pasa sin pena ni gloria por los romeros tercios, sin emplearse, sin lucimiento. En la muleta no humilla, se frena, se defiende, Talavante le pone la muleta pero no va, embestida descompuesta, incierta, echando la cara arriba. Imposible, nada que sacar, con buen criterio decide acortar el extremeño y ahorramos un montón de pases o intentos de pases sin sentido, algo que personalmente siempre aplaudo. Si no hay, no hay, y ya está, haciendo buena una vez más la máxima del maestro Emilio Muñoz, que las buenas hechuras no garantizan que el toro embista, pero los que embisten siempre tienen buenas hechuras.
Sevilla y todos los aficionados seguimos bajo el embrujo, el hechizo de Juli y Orgullito. Manzanares ha bordado el toreo una vez más, dos orejas que suponen un triunfo extraordinario y Talavante se ha llevado una oreja de mucho peso. Y es que esto sigue y no para, ni va a parar mientras haya un toro, un torero y un aficionado. 

Antonio Vallejo



martes, 17 de abril de 2018

6ª de Abril: Juli, 4 orejas, "Orgullito", indultado, ¡grandeza y verdad del toreo!



Un toro, Orgullito, de Garcigrande, nacido en diciembre de 2013, herrado con el nº 35, negro listón, 528 Kg -¿para qué más?-, un ganadero, Justo Hernández, actual propietario del hierro Garcigrande-Domingo Hernández tras la muerte de su padre Domingo el pasado 2 de febrero, un torero, Julián López "El Juli", un maestro, un figurón del toreo, un torero de leyenda, un torero de época, reconocido por todo el mundo, en todas las plazas y por todas las aficiones excepto por un minúsculo sector, un tendido en concreto, el 7, de una plaza concreta, Las Ventas, cuyo único objetivo y fin es masacrarle, insultarle, cada tarde que torea, igual que intentan hacer con todas las figuras, y una afición, la sevillana, que ha visto una auténtica obra de arte, que ha vibrado, que ha sentido una emoción inmensa en esta tarde de abril, en su Feria, y que ha pedido por unanimidad que este grandísimo toro vuelva al campo para criar. Ganadero, toro, torero y una buena afición, las cuatro patas de la mesa del toreo, esa mesa a la que todos los aficionados nos queremos sentar cada día para degustar este Arte, esta afición, esta bendita locura que son los toros. Ganadero, toro, torero y una buena afición, la verdad del toreo, una lucha entre una fiera brava criada por el hombre para enfrentarse a otro hombre que armado de un trozo de tela es capaz de crear arte y belleza para generar emoción en los aficionados. Una lucha de igual a igual, una lucha en la que uno tiene que morir -que nadie olvide a Víctor Barrio, a Fandiño, a El Pana, a Paquirri, a Yiyo, a Manolete, a Sánchez Mejías, a tantos y tantos en la historia-, pero también una lucha en la que, cuando el toro es bravo, noble, encastado, con raza, tiene fuerza y clase recibe la recompensa de volver al campo para procrear y dar una  descendencia que en cuatro o cinco años salte a una plaza de toros con la capacidad de volver con vida al campo como lo hizo su padre. Hoy se ha vuelto a vivir, a sentir, a vibrar con la pureza y la verdad de la Fiesta, la auténtica verdad del toreo por mucho que algunos se empeñen en tacharnos de bárbaros y sangrientos. Nada más lejos de la realidad. La mayor grandeza del toreo se ha vivido de nuevo esta tarde en La Maestranza con Orgullito regresando con vida al campo salmantino, el sueño de todos los que amamos a este animal único y maravilloso que es el toro bravo, el sueño de todos los que amamos esta Fiesta inmortal, por mucho que quieran acabar con ella. Pero mientras haya un ganadero, un toro, un toreo y un aficionado que quiera soñar con este Arte jamás morirá.
El marco no ha podido ser mejor. La Real Maestranza llena, una tarde de cielo azul, de una luz y un color sevillano que es único e inigualable, la feria en plena ebullición y un cartel de lujo. Toros de Garcigrande-Domingo Hernández que han lucido divisa negra en lógica señal de luto como harán toda la temporada, ganadería de máximo prestigio, procedencia Juan Pedro Domecq Solís, y un terna de lujo: Enrique Ponce, Julián López "El Juli" y Alejandro Talavante. Corrida agradable de cara, bastante pareja de hechuras, bajos, alguno de los toros quizás un poco justito de presentación y trapío, manejable en general, flojos y de pobre juego primero y tercero, noble y con cierta clase el cuarto, complicado el sexto, bueno y con clase el segundo y un grandísimo toro, bravo, enrazado, encastado y enclasado que ha sido el quinto. 
No me resulta fácil pasar de puntillas sobre la actuación de Enrique Ponce en la tarde de hoy. De todos es sabido mi devoción por el que considero el más grande de todos los tiempos. No voy a repetir de nuevo el por qué de tal afirmación, pero debo decir que para mí hoy ha dado una nueva lección de sacar de donde no hay. El primero no le dio ninguna opción. Un toro que no se empleó en el capote ni en el caballo y que en la muleta no tuvo recorrido. Le recetó temple Ponce, trató de llevarlo pero tan solo pudo sacar algunos muletazos sueltos de buen trazo, sin continuidad, sin posibilidad de ligar los muletazos por las protestas del animal. El cuarto fue noble, pero nada más. Le faltaba raza y casta, no se empleó en los primeros tercios y llegó a la muleta sin decir nada. Ahí surgió la imperial figura de Enrique Ponce. Doblones de inicio para someter al toro, con mando para meter al de Garcigrande en su muleta a base de esa técnica y esa torería que el maestro de Chiva lleva dentro e instrumentar series en redondo templadas, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela, enseñándole el camino y con ese desmayo poncista que fascina, ligando los muletazos con una clase y un gusto exquisito. Por el pitón izquierdo le costaba mucho más al garcigrande, los naturales surgieron suelto, alguno con hondura, pero por ahí faltó ligazón, pero lo que no faltó fue la compostura, la clase y el gusto del de Chiva. Sobre todo al final de faena, con el toro rajado y Ponce toreando por bajo, dos manos, con la rodilla flexionada, pura plasticidad, torerísimo,  con esa naturalidad  y esa elegancia innata que posee. Una entera caída no fue impedimento para cortar una oreja de una maestranza rendida a la lección de técnica, inteligencia y gusto de Enrique Ponce.
Talavante no tuvo toros y, a decir verdad, tampoco tenía su tarde. No sé si ha sido impresión mía pero no me ha parecido verle muy metido en las faenas, como tampoco sé si el vestido negro y azabache elegido por el extremeño para esta tarde de primaveral luz  sevillana suponía algún tipo de presagio. Al tercero tan solo le ha sacado una tanda con calidad por cada pitón, le ha faltado acoplamiento a la embestida y, al menos así me ha parecido, ha tirado pronto por la calle de en medio y ha abreviado con al espada. Igual que en en el sexto, un toro rajado y sin opciones ante el que tampoco ha querido alargar una faena que, sinceramente, tampoco parecía conducir a nada provechoso. Inédito en su segundo paseíllo en el ciclo, aún le queda un tercero para dejarnos su magnífica tauromaquia.
Pero la tarde ha sido de Juli, su nombre resuena hoy por todas las latitudes del planeta toros. Es más, su nombre resuena en el Olimpo del toreo donde, si le faltaba algo para tener un espacio reservado, ya lo tiene. Como resuena en el Paraíso  de la tauromaquia el nombre de Orgullito, un toro al que en ese cielo donde pastan por toda la eternidad tantos toros buenos van a tener que esperar unos cuantos años porque se va a quedar  en ese paraíso terrenal que es el campo salmantino al que mañana volverá.
El que hacía segundo tomó con fijeza y humillando el capote de Juli con verónicas lucidas bajando la mano, templadas, cadenciosas, jugando bien las muñecas, acompasadas con el cuerpo entre los olés de los aficionados. Buena pelea en el caballo de José Antonio Barroso que ha protagonizado un gran tercio de varas, muy bien agarrados los dos puyazos con el toro empujando con celo y bravura, midiendo el castigo a la perfección. Ha recibido una calurosa ovación al retirarse por el callejón, muestra una vez más de lo mucho que sabe, entiende y sabe apreciar cualquier matiz esta plaza. Como magníficas han sido las chicueilinas a pies juntos y manos bajas con las que Juli ha probado al de Domingo Hernández a la salida del primer encuentro con el caballo, preludio de un muy buen tercio de banderillas en el que el toro ha mostrado un galope y un son de categoría. Toma la muleta con la diestra tras brindar a Justo Hernández, el ganadero, en un gesto de caballerosidad y sensibilidad tras la pérdida de su padre y se dispone a iniciar la faena por el pitón derecho citando al toro con la pierna flexionada. Una de las patas del animal barre  literalmente a Juli que, en un alarde de improvisación aprovecha la circunstancia para recetar una magnífica tanda de redondos de rodillas con largura poniendo al público en pie. Magistral toreo del madrileño en redondo, poderoso, alargando el viaje, tapándole la cara, templadísimo, con la mano muy baja y el compás abierto entre los olés sentidos de la Maestranza que se vuelven locos con los de pecho que remataban la series.  Los naturales también han surgido templadísimos, cosidos unos a otros, crujiendo al toro por bajo, con una belleza y una despaciosidad excelsa. Más series en redondo, templadas y ligadas, con el toro embebido en las telas, humillando con gran clase, cambios de mano superlativos para enlazar con otra al natural antológica, y todo en un palmo de terreno. Enorme dimensión de Juli en este toro aunando técnica, mando, clase y gusto para acabar con adornos y remates por bajo con un sabor y un aroma a toreo artista que genera el delirio en los tendidos. Tal obra de arte tenía que tener un final como el que ha tenido, un estoconazo tirándose por derecho,  volcándose sobre el morrillo, hundiendo el acero hasta la empuñadura y que ha hecho rodar a este bravo Chumbo y que ha valido dos orejas sin discusión, pedidas por unanimidad, dos orejas de enorme peso. 
Parecía difícil mejorar lo visto en ese segundo, pero en los corrales esperaba su turno un toro de nombre Orgullito, negro listón, muy serio, de magnificas hechuras, bajo, muy se Sevilla, proporcionado y armónico acapachado de cuerna, ¡y con 528 Kg!, no hace falta más para que un toro tenga trapío y embista. Un toro que desde salida ha mostrado grandes cualidades: fijeza, movilidad, repetición, humillación, todo ello en el capote de un portentoso Juli a la verónica y en el galleo por chicuelinas con el que le ha llevado al caballo. En el caballo de Salvador Núñez ha mostrado bravura, empujando con celo y codicia, metiendo los riñones en dos buenos puyazos. Sublimes, divinas han sido las verónicas con las que Juli lo ha probado a la salida del caballo, templadísimas, cadenciosas, acompañando el viaje con la cintura, con una gracia y un garbo que pone en pie de nuevo a esta plaza que tan bien sabe disfrutar del toreo bueno. En banderillas sigue mostrando grandes cualidades, sigue con fijeza el capote con el que José María Soler le leva en largo y acude con prontitud y buen tranco al cite de Álvaro Montes y Fernando Pérez, galopa con alegría y permite cuajar un buen tercio de banderillas. Pero en la muleta es donde se ha estado la tempestad. Brinda aun público entregado que se rompe a aplaudir al madrileño, quien comienza la faena por bajo, con torería, temple, largura, rematando por bajo con una clase y una belleza superior. A partir de ahí borrachera de toreo por ambos pitones. Yo no sé cual era mejor, los redondos surgían templados, largos, cosidos unos a otros, sin pausa, Juli encajado, con una naturalidad y una suavidad  exquisitas, la mano baja, relajados los brazos, rematando por bajo con trincherillas de volverse loco, los naturales aún más bellos, con hondura, el toreo abandonándose, templadísimos, con un ritmo y una cadencia fuera de serie. rematado con unos de pecho monumentales. Y Orgullito acudía con prontitud a cada toque, repetía y repetía, sin cansarse, humillando, siguiendo la muleta con una fijeza y un celo que despedía bravura y nobleza por los cuatro costados. No sé cuantas series  habrán surgido de la mágica muleta, no tengo ni idea de cuantos muletazos habrá dado Juli, era un sin fin, uno tras otro, ahora pr el derecho, cambio de mano y ahora por el izquierdo, ahora no mueve las zapatillas del suelo y se lo pasa por ambos pitones, ahora por bajo, ahora y siempre templado y largo. Lo que se sentía no era emoción, no era un sueño, no era locura, no era delirio, no era éxtasis, era mucho más que todo eso junto, algo indescriptible, la gente en pie, la música imposible de escuchar entre los olés y las palmas. Algo que quienes han estado en la plaza jamás olvidarán y contarán a sus nietos, al igual que quienes lo hemos visto por televisión aunque nunca será como haberlo vivido allí. Y Juli seguía, y Orgullito seguía, y seguía, y seguía, incansable, con la misma frescura, humillando al máximo, olisqueando el albero, persiguiendo una y otra vez la muleta que Juli le ponía a ras de suelo, a cada lance más baja, a cada serie barría más el albero, todo a más, el torero, el toro, el arte y la cascada de sentimientos que era La Maestranza. El runrún empezaba a fluir por los aficionados, Juli no paraba de torear y Orgullito de embestir, con la misma fijeza, la misma prontitud y humillación que al principio. Clavando los pies el madrileño, sin moverse un milímetro, pasándoselo en largo por ambos pitones para engarzar un triple circular que acaba por poner en pie a todos los aficionados que ya agitaban sus pañuelos blancos en petición del indulto, un clamor absoluto. Y como el pañuelo naranja no surgía del palco Juli seguía toreando y Orgullito seguía embistiendo, humillando y repitiendo, diciendo ¿es que no ves lo que soy y lo que merezco?, hasta que unos ayudados por alto y un remate  por bajo auténticamente celestial han hecho que D. José Luque Teruel, curiosamente el mismo presidente que indultó a Cobradiezmos, sacara el pañuelo naranja. Dos orejas, que para mí tenían que haber ido acompañadas del rabo, son la imagen de la verdad de la tauromaquia, el triunfo del torero y del toro tras una faena inolvidable a un toro inolvidable en una vuelta al ruedo casi tan emocionante como la faena con Juli acompañado de Justo Hernández, roto a llorar por el recuerdo de su padre, un padre que hoy será feliz en ese cielo taurino donde tantos grandes ganaderos tienen un burladero especial desde el que cada tarde ven los toros. A ese cielo, a ese paraíso nos han llevado a todos los aficionados Julián López "El Juli" y un toro de Garcigrande, de nombre Orgullito en una tarde histórica que nunca olvidaremos todos aquellos cuantos amamos esta Fiesta, esta afición única e inexplicable que nos invade e inunda de alegría y felicidad.
¡Viva el toreo!

Antonio Vallejo



domingo, 15 de abril de 2018

4º de Abril: Sevilla en todo su esplendor


Se fue el agua, se fue el frío, salió el sol y Sevilla se mostró radiante para recibir a su feria que a las doce de esta noche arrancará con el alumbrado del Real. Sevilla ciudad en todo su esplendor, su cielo azul y esa luz, ese color y ese aroma a azahar único que tiene, que enamora a todo aquel que pise sus calles y que a buen seguro ha contribuido para ver de nuevo una Real Maestranza con los tendidos abarrotados ante la corrida de Victorino. Sevilla en todo su esplendor con los toros. Hoy sí que hemos visto al toro de Sevilla, hoy sí que Victorino ha traído una corrida al gusto de los aficionados hispalenses, hoy sí que los toros han estado en tipo, armónicos y proporcionados, de buenas hechuras, con el primero y el cuarto fuertemente ovacionados de salida por su presencia, muy serios, con trapío. Otra cosa ha sido el juego, pobre, escasa de fondo en general pero con muchos matices y mucho que ver, con las dificultades propias del encaste, con el peligro natural de la parte de sangre Saltillo que llevan dentro, pero también con notas de clase y humillación aunque fallaran las fuerzas en general y haya faltado algo de casta, empuje y chispa para generar más emoción. Pero lo primero que hay que exigir al ganadero que es la presentación, ¡olé! Y Sevilla en todo su esplendor con los aficionados maestrantes, una tarde más dando una lección de saber estar, de conocimiento de toros, de degustar cada detalle, de sensibilidad y de saber valorar con justicia a toros y toreros, sin fobias ni juicios preconcebidos, sin histrionismos ni falso purismo, sin modas ni modismos pasajeros dictados por unos pocos. El toreo es sentimiento y arte. Sevilla es sentimiento y vive por el arte.  ¡Olé a esa afición que ha estado a la altura de la categoría de la plaza, de primera! ¿Por qué digo esto?. Porque a lo largo de toda la tarde han aplaudido lo que había que aplaudir, han protestado lo que se podía protestar y cuando debía hacerse, han vibrado cuando la emoción ha asomado al albero y han sabido reconocer el mérito de lo mucho que los matadores han hecho en función de las condiciones de sus oponentes. En otras plazas, al menos en una muy concreta, una tarde como la de hoy hubiera sido por momentos un auténtico infierno, con protestas continuas, descalificaciones sin razón y ondear de sábanas verdes sin otro motivo que dar la nota y quiere convertirse en protagonistas. Pero en Sevilla se ve y se siente la Fiesta de una manera especial y el respeto y la educación es la nota dominante, o al menos así me lo ha parecido siempre que he ido allí a ver toros. Da gusto ver como esa plaza es capaz de vibrar con un lance suelto cargado de torería y sabor en medio de una faena insulsa, da gusto ver como esa plaza respeta y reconoce a un torero como Daniel Luque que se ha jugado la vida a cara de perro ante un muy peligroso tercero sin estar toda la faena protestando que no se cruce (a la porra ya con tanto cruzarse y tanta tontería), da gusto ver como esa plaza se pone en pie a las primeras de cambio con Antonio Ferrera lidiando a la antigua en el saludo capotero al primero de la tarde, da gusto como se valora el riesgo asumido y el valor demostrado por Manuel Escribano al recibir a sus dos toros a porta gayola y en el quinto banderillear al quiebro pegado a las tablas sin prácticamente espacio para salir de la suerte en un par que encogía el alma y cortaba la respiración y le ha premiado con una vuelta al ruedo tras estoquear a ese quinto. Todo eso ha sido la tarde de los Victorinos, Sevilla en su máximo esplendor, aunque hubiera sido maravilloso que el juego de los albaserradas hubiera permitido el triunfo porque la entrega y la disposición de afición y matadores para lograrlo ha estado fuera de toda duda. Como tampoco hay duda que la sombra de Cobradiezmos es alargada y, se quiera o no, es inevitable el recuerdo y la esperanza de que salga otro igual, algo casi imposible. Pero de soñar se vive y el toreo, como arte que es, tiene mucho de sueños.
Extraordinario el saludo capotero de Antonio Ferrera al primero de la tarde. Lidia a la antigua, sobre los pies, bajando el capote, a ras del suelo, poniéndoselo en la cara, andándole hacia atrás al victorino para sacarlo a los medios, todo con torería suprema, aromas y sabor de toreo añejo. Eso, solo eso, ha bastado para que la Maestranza se rompiera a aplaudir ante la portentosa capacidad lidiadora de Ferrera. Lección de apreciar lo bueno por parte de los aficionados, lección de lo que es degustar el toreo y sentir al arte, una maravilla. Igual que la torería del balear-extremeño llevando a ese precios de hechuras primero al caballo, rematando con un gusto y una clase tremenda para dejarlo perfectamente colocado para recibir un primer puyazo al que acudió con buen son y que tomó con bravura. Pero en el segundo encuentro con el caballo acusó su escasez de fuerzas,  se desfondó y su comportamiento en la muleta bajó muchos enteros. Toro noble y con cierta clase pero que por su debilidad se puso a la defensiva, echando la cara arriba, cortando el viaje con peligro, revolviéndose con ese giro de cuello tan de los alabaserradas. Tuvo que someterlo Ferrera tirando de técnica y experiencia. Le puso la muleta algo atrasada para aprovechar mejor el corto recorrido del toro y tiró de él con suavidad hasta medio muletazo, momento en el que había que andar despierto porque reponía y buscaba los tobillos, algo habitual en este encaste. Por encima Ferrera, seguro, profesional y solvente pero sin opciones algunas para el lucimiento. Tampoco colaboró el también precios de hechuras cuarto. Desde salida dejó patente su falta de fuerzas, tan solo l permitió a Ferrera dibujar alguna verónica suelta y en la muleta resultó deslucido, sin recorrido, derrumbándose en cuanto le bajaba la mano, soso y deslucido por su debilidad. Ganas y voluntad a miles por parte de Ferrera pero nada había que sacar. Eso sí, su torería y capacidad lidiadora han quedado patentes y así se lo ha reconocido la afición sevillana.
Manuel Escribano, Sevilla, Victorino y Cobradiezmos quedarán unidos por siempre en la historia del toreo y quien más, quien menos, tiene la esperanza de volver a ver otro toro como aquel. Y por un momento ese sueño parecía que podía hacerse realidad en el quinto. Un toro muy en tipo al que ha recibido el de Gerena a porta gayola con una espeluznante larga cambiada en la que casi es arrollado, al que ha recetado otras dos largas cambiadas de rodillas al hilo de las tablas y al que ha pegado unas verónicas de escándalo, templadas, acompasadas y muy emocionantes que han hecho sonar la música y han puesto en pie a todos los tendidos en otra lección de los que es  apreciar y disfrutar con el toreo. Un toro con movilidad y fijeza que desde salida ha humillado una barbaridad al que ha cuidado mucho en el caballo porque evidenciaba justeza de fuerzas. Extraordinario y vibrante ha sido el tercio de banderillas protagonizado por el mismo matador y con la música acompañando la suerte.  Pares de poder a poder, llegando a la cara en los dos primeros, reuniendo y clavando a la perfección, con un  tercer par escalofriante, citando al toro sentado en el estribo, dejándole llegar y esperando al último segundo para ponerse en pie y con la espalda apoyada sobre las tablas colocar los palos al quiebro en un espacio imposible. Tremendo par que de nuevo ha puesto en pie a toda la plaza en una lección de sensibilidad obligando a Escribano a saludar desde los medios la atronadora ovación. Toro con mucha clase, que ha tomado dos varas con bravura, con humillación y repetidor pero que ha llegado a la muleta muy justo de fuerzas y es posible que mermado en sus facultades por un segundo puyazo muy trasero que ha podido hacer mucho daño al Victorino y condicionar su embestida. Muy templado Escribano, llevando al toro con una suavidad exquisita, con una despaciosidad pasmosa que por momentos nos rememoraba el toreo mexicano, al ralentí, dibujando algunos muletazos en redondo de enorme belleza, bajando la mano, con el toro llevando el hocico por el albero. Pero la falta de fuerzas ha hecho que la faena no tuviera continuidad y tomara vuelo, pero en la memoria quedarán redondos y naturales sueltos de enorme belleza. Mató de una estocada entera y la entendida afición sevillana le recompensó con una merecida vuelta al ruedo en reconocimiento a su labor con el capote, al arriesgadísimo tercio de banderillas en el que se jugó la vida y a su toreo templado en una nueva lección de sensibilidad. Una vuelta al ruedo  que supo a gloria a Manuel Escribano y que al menos a mi, que estaba viendo la corrida por televisión a 500 Km de Sevilla, me produjo una emoción tremenda pero sobre todo una envidia sana de una afición que ha dado ejemplo de señorío y de lo que es saber estar en una plaza de toros. ¡Ay que falta haría esa educación y ese respeto en otros tendidos!. No hay que olvidar que Escribano venía de haber recibido también al segundo de la tarde a porta gayola y que asimismo lo toreó de capote con unas verónicas arrebatadas que encendieron a los aficionados. Protagonizó, de igual manera, un gran tercio de banderillas, de poder a poder, cuadrando en la cara y colocando los pares de fuera a dentro con enorme calidad y mérito. En la muleta se encontró un toro a la defensiva, con la cara alta y escaso recorrido que tan solo permitió al de Gerena sacar un par de tandas con cierto lucimiento por un pitón derecho complicado por el que se acostaba. Mejoró por el izquierdo en una tanda de naturales templados y más largos, metiendo mejor la cara, pero un inoportuno desarme echó por tierra las pocas opciones de triunfo. Cambió el comportamiento del animal, echó mal cara arriba, no se dejó hacer y la faena fue a menos a pesar de la disposición del sevillano. Pero tras lo visto hoy no hay duda que al Manuel escribano se le espera con entusiasmo el próximo día 22 con la corrida de Miura en el mano a mano con Pepe Moral que cerrará esta Feria de Abril.
Otro sevillano, Daniel Luque, también nacido en Gerena, completaba el cartel de este sábado. Grandísimo capotero desde siempre. Aún recuerdo el tremendo tercio de quites que protagonizó en Las Ventas  junto a Morante de la Puebla en 2010. Réplicas y contrarréplicas por verónicas, por chicuelinas,  a cual más bella,  en una tarde para la historia. No recuerdo los que fueron, pero si digo que cada uno entró cuatro veces a hacer quites no creo que me equivoque mucho. Fue una locura, algo antológico. Hoy sus dos toros no le han permitido lucir con el capote como nos tiene acostumbrados. Tan solo alguna verónica con su sello de clase particular pero se ha topado con dos toros que no han colaborado nada, con la cara alta y con mucho peligro. Que se lo digan si no a Juan Contreras que ha salvado la vida de milagro al parear al tercero, dejándose ver, llegando hasta la cara, tanto que al clavar el toro le ha rebañado la taleguilla con el pitón en el costado a la altura de la cintura. Gracias a Dios no ha llegado a clavar el pitón porque en esa región una cornada hubiera resultado gravísima. ¡Ah! y sin olvidar como ha echado su capote Francisco Javier Sánchez Araujo en un quite milagroso cuando Contreras estaba tendido sobre el albero a merced del de Victorino. Toro con mucho peligro este tercero, sin recorrido, que cortaba el viaje, que reponía, se revolvía y buscaba con saña los tobillos. Comportamiento muy típico de este encastre Albaserrada, un toro que no permitía la mínima duda ni el mínimo despiste, ante el que Luque ha demostrado una firmeza, una serenidad y una seguridad tremenda, algo que desde la pasada temporada ya viene mostrando allá donde torea, dejando clara su evolución y el extraordinario momento que atraviesa, acercándose a pasos agigantados hacia una madurez como torero que se vislumbra cercana. Se la ha jugado a pecho descubierto, de verdad, con pureza, sin esconderse ni dejarse nada, dando una lección de profesionalidad. Ha expuesto y a base de mando, de consentir y tragar lo indecible ha llegado a someter las brusquedades del toro e incluso ha llegado a estirarse en redondos de enorme mérito y a cuajar una par de tandas con ligazón. Faena de mucho valor en todos los sentidos que, de no haber faltado de manera tan clamorosa con la espada, creo que hubiera merecido una oreja. Repito, lo que ha hecho Daniel Luque a este tercero ha sido una lección de firmeza y mando, además de responsabilidad y valentía descomunal. La gran ovación con la que los aficionados le han premiado así lo reconoce. Otra vez más lección de saber y sensibilidad por su parte. El sexto fue un toro con más nobleza y corta clase pero muy justo de fuerzas y que fue a menos. Lo mejor de este sexto fue sin duda el magnífico tercio de varas protagonizado por Juan de Dios Quinta y los sensacionales pares de banderillas a cargo de Raúl Caricol y Alfredo Cervantes que saludaron desmonterados al finalizar el tercio. En la muleta poco o nada pudo lucirse Luque ante un toro de escaso recorrido que se defendía por su falta de fuerzas, deslucido. Tan solo algunos muletazos sueltos con temple y calidad pero sin continuidad ni emoción. Un pinchazo y una estocada fueron el epílogo a una actuación más que digna de un Daniel Luque que en mi opinión sale reforzado de la tarde de hoy.
Y para acabar dejo reservadas unas líneas para un nombre que en La Maestranza es especial. Antes ha hablado de Escribano, Victorino y Cobradiezmos, pero esta tarde de sábado pisaba el albero sevillano un hombre de dinastía, José Manuel Montoliú, hijo de aquel gran torero de plata que fue  Manolo Montoliú y que perdió la vida el 1 de mayo de 1992 al banderillear en esta misma plaza a un toro de Atanasio Fernández. Lo he contado muchas veces, aquella corrida la retransmitía en directo TVE con Fernando Fernández Román como comentarista. Recuerdo perfectamente las imágenes del cuerpo inerte de Montoliú colgado del pitón del toro, recuerdo la voz entrecortada de Fernández Román, recuerdo a Jose Mª Manzanares padre, en cuya cuadrilla formaba Montoliú, roto de dolor, llorando sin consuelo, recuerdo las imágenes del público sevillano con las cabezas hundidas entre las manos, jamás lo olvidaré. Hoy no he podido evitar que se me vinieran d renuevo aquellas imágenes al ver como José Manuel Montoliú, hoy a las órdenes de Antonio Ferrera,  tomaba los palos y caminaba por los mismos terrenos que aquel triste día pisó su padre con la misma forma de andar hacia el toro, con brazos bajos para sacar el par de abajo a arriba y colocarlo en la cara del toro. Grande hoy también José Manuel Montoliú y grande también la acción sevillana que en la ovación que le ha dedicado seguro que llevaba el recuerdo a su padre.
Por todo esto es por lo que creo que hoy hemos visto a Sevilla en todo su esplendor, aunque nos hubiera gustado que el juego de los toros de Victorino hubiera sido mejor para redondear la tarde.

Antonio Vallejo