viernes, 20 de abril de 2018

9ª de Abril, decepcionante


Fíjense, que todo apuntaba a otra tarde triunfal, el cartel era de lujo, Antonio ferrera, Julián López "El Juli" y Andrés Roca Rey, ¡casi nada!. Tarde espléndida, una más con esa luz maravillosa y cautivadora que Sevilla tiene, con ese color especial que decían Los del Río, con ese aroma a azahar inigualable que inunda todos sus rincones. Una ganadería de campanillas, la de Jandilla (casi un pareado), afamada y avalada por grandes triunfos, una de las predilectas de las figuras. Todos los ingredientes necesarios para elaborar un plato de estrella Michelín bien presentado, que entre por los ojos y que sacie el hambre de toros de una afición que de nuevo a venido a llenar los tendidos maestrantes. Las dos primeras premisas se han cumplido. Corrida muy bien presentada, extraordinaria, muy seria y en tipo, de buenas y bonitas hechuras, toros de lámina preciosa que han entrado por los ojos, digna de premio en esos apartados. Pero el sabor de tan magnífica presentación no ha sido el que se esperaba, equilibrado y elegante, sino que el plato ha resultado graso y difícil de digerir y no ha saciado el hambre de toros, el hambre de arte, el hambre de toreo con aromas agradables y sabor profundo  que la afición pedía tras los banquetes de días pasados. Corrida bruta, bronca, a la defensiva, sin raza ni clase, sin fuerzas, sin recorrido, deslucida y con escasas opciones de triunfo a pesar de tener enfrente unos master chefs de órdago. Decepcionante tarde que ha dejado a todo el mundo con hambre para lo que queda de feria. Una auténtica pena, porque los comensales, los aficionados que abarrotaban La Maestranza, venían con plena disposición a disfrutar y echar de nuevo a volar sus sentimientos. Solo hay que recordar la atronadora, sentida, cariñosa y reverencial ovación le han dedicado a Juli al romperse el paseíllo por su antológica faena y el indulto a Orgullito  el pasado lunes. Una vez más lección de sensibilidad de esta gran afición que sigue paladeando ese manjar de dioses que vio, vivió y sintió hace tres días.  Solo hay que ver cómo han vibrado con cada detalle de gusto, de clase, de torería, siempre con disposición para degustar con pasión todo cuanto surgiera de los capotes y las muletas de los maestros. De verdad que ha supuesto una gran decepción ver como salía un toro, y otro, y otro, y otro, así hasta seis y nada mejoraba en el comportamiento de los toros, pero así es la Fiesta, el hombre propone, Dios dispone, sale el toro...y lo descompone. 
Que se lo digan a Antonio Ferrera con su lote. Tan solo tres verónicas de saludo al primero realmente monumentales y el recibo capotero también por verónicas templadas, lentas, cadenciosas, jugando las muñecas con armonía, acompañando el viaje con la cintura, bellísimas, es todo cuanto ha podido sacar el balear. En la muleta ni la mínima opción. Tanto que el primero se ha echado él solito a mitad de faena, lamentable imagen. Dos toros preciosos de hechura, de lámina imponente pero vacíos sin raza, sin clase y sin fuerza a los que solo ha podido sacar algunos muletazos sueltos con cierto sabor. 
O que se lo digan a Roca Rey que ha tenido en su primero un toro a la defensiva, bronco, pegando arreones, y en su segundo un manso que buscaba la puerta de toriles desesperadamente. Puso toda la carne en el asador el peruano, atacó de principio a fin fiel a su estilo, lo intentó todo, buscó el lucimiento de  todas las maneras posibles, pero las malas condiciones de sus oponentes deslucía cualquier intento. No se le pede reprochar nada a Roca Rey, ese huracán que llegó del otro lado del Atlántico y que cada tarde amenaza con llevarse por delante todo lo que se le ponga por delante. Como muestra un botón, las dos largas cambiadas con las que recibe al tercero, una a  porta gayola y otra en paralelo a las tablas y el sensacional quite por gaoneras en el sexto, ceñidísimas, una vez más cortando la respiración. Dejó muy crudo en el caballo al tercero, algo que se está convirtiendo en demasiado habitual con el limeño, y se le atragantó en la muleta, difícil de masticar y tragar por su violencia y sus acometidas más que embestidas. Se la jugó iniciando la faena de rodillas en redondo intercalando una arrucina pero el jandilla comenzó a defenderse pegando arreones y soltando la cara, se frenaba y no permitió el mínimo lucimiento. Al sexto, manso de libro, le plantó cara en terrenos de chiqueros. Dominador y poderoso Roca Rey con la derecha en una tanda rotunda en redondo cosida a un cambio de mano y un antológico pase de pecho que acabó en circular y que puso a toda la Maestranza en pie. Poco más porque el manso fue a menos aunque el peruano se metió en esos terrenos de cercanías en los que no tiene problema alguno de pisar. Entrega y voluntad máxima en esta tarde desilusionante.
O que se lo digan a Juli, todas las miradas puestas en él, suspiros de admiración al rememorar su antológica faena a Orgullito, que tuvo en el segundo de la tarde al de mejores condiciones del encierro y que tuvo que soportar una vez más a un presidente inepto que se pasó el reglamento por el forro y le robó una oreja que el público pidió por mayoría absoluta. Un presidente que no entendía que estaba de jurado para valorar exquisiteces, pero se ve que su paladar no pasa de un triste plato combinado recalentado de cualquier bar de paso. Por si faltaba algo para arruinar la tarde vino este personaje inmundo a poner la guinda podrida al pastel. Ha sido precioso ver la rivalidad en quites entre Juli y Roca Rey durante la lidia del segundo. Por chicuelinas el madrileño, por chicuelinas y caleserinas el limeño. ¡Qué bonita y que olvidada está esa tradición del pique en quites!. Juli tuvo que bregar con un toro que no humillaba y que cabeceaba de manera muy molesta y contra un viento que no dejó de flamear su muleta. Pero la capacidad lidiadora del de Velilla, el mando, el poderío y el don de someter a los toros que tiene Juli se sobrepone a cualquier impedimento. Así lo ha hecho por el pitón izquierdo, templando y bajando la mano, naturales con hondura que ponen a la plaza en pie. Enorme Juli, dominador Juli, maestro Juli, leyenda Juli, ¡cómo ha sido capaz de someter a ese bicho!. Ayudados por alto para finalizar el trasteo y una estocada caída y atravesada tirándose por derecho termina con el jandilla. A los aficionados sevillanos les ha importado un bledo la colocación de la espada, a mi también. Se quedan con la lección magistral de mando y sometimiento de Juli, yo también. Y han pedido la oreja por mayoría absoluta y con fuerza, yo también lo hubiera hecho de estar allí y no en Madrid viendo la corrida en Canal Toros. Lo que ha hecho Juli vale una oreja, el TOREO con mayúsculas no se mide en centímetros, da igual. Esa magnífica afición ha sabido, una vez más, degustar el arte que le ha servido el maestro, ha vibrado con emoción máxima ante el poderío de Juli, en definitiva, ha demostrado una vez más que el toreo es y debe ser arte, sentimiento y sensibilidad más allá de geometría o aritmética. El sexto fue una auténtica bestia, bruto, bronco, una alimaña indomable que iba como un trolebús sin control. ¡Cómo sería que ni Juli ha podido someterlo!. Imposible. Lo mejor que ha podido hacer el madrileño ha sido quitárselo de en medio antes que el jandilla le quitara él con una magnífica estocada que ha mandado a la joyita al desolladero.
Una pena que una tarde que se presentaba tan bonita, un auténtico menú de degustación, resultara tan desilusionaste, decepcionante y se atragantara de tal manera. Pero así es la Fiesta, del cielo al purgatorio o al infierno en cuestión de horas o minutos. Sin ir más lejos para mañana se prepara otro menú de categoría con los toros de Juan Pedro Domecq para Enrique Ponce, Jose Mª Manzanares y Ginés Marín, auténticos manjares.

Antonio Vallejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario