sábado, 14 de abril de 2018

3ª de Abril: Talavante, una oreja frente al desastre


Por fin olía a primavera, por fin salía el sol tras dos días de frío y lluvia y lucía en todo su esplendor sobre la Maestranza, por fin los tendidos han estado llenos de aficionados, Sevilla se pone  a punto, Sevilla alegre, Sevilla festiva, Sevilla en feria. Daba gusto ver el aspecto abarrotado de la plaza sevillana para ver una corrida de Olga Jiménez y Hermanos García Jiménez, hierros salmantinos de procedencia Domecq diez, para los espadas Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey. Una terna de las que llaman la atención no solo de los aficionados sino del gran público, ese que ayer, aparte de la horrible climatología sufrida, no encontraba argumento de peso para gastar un dinero y dos horas de su tiempo para ir a los toros aunque se anunciaran nombres de la talla de Joselito Adame, Luis Bolívar o el sevillano Rafa Serna. Por si aún quedan dudas sobre quienes atraen al público a las plazas ahí hay una muestra claramente ilustrativa. Dejémonos de mirar al ombligo y abramos la mete y las puertas de las plazas a nuevos espectadores de los que saldrán buenos aficionados. Y la llave para abrir esa puerta, desengañémonos, tiene nombre y apellidos de figuras. Lo demás es endogamia pura y así se muere la Fiesta. Me imagino que habrá muchos que consideren una auténtica barbaridad, una aberración, una prostitución del toreo esto que digo, muchos en mi opinión que se apoderan de la bandera de un falso purismo. pero estoy seguro que también alguno estará de acuerdo que la supervivencia de los toros pasa por despertar la afición de nuevos espectadores llevándolos a la plaza con carteles de renombre. Luego saldrá el toro y, como suele decirse, el hombre propone, Dios dispone y luego sale el toro y lo descompone.
Algo así ha ocurrido en esta tarde de viernes en Sevilla. Plaza llena, luce el sol, buena temperatura, cartel de figuras, todo sobre el papel invitaba a disfrutar de una gran tarde de toros. Pero, ¡ay amigo!, los toros no han estado a la altura de lo esperado y, lo que es peor, lo exigido para Sevilla. Una corrida dominada por la mansedumbre, varios de los ejemplares lidiados con clara querencia, rajándose a las primeras de cambio, una corrida sosa y deslucida, sin raza, descastada y sin clase alguna en la que creo que solo se ha salvado el quinto y algo del tercero. Lo demás ha valido para muy poco. El lote de Perera ha sido infumable, Roca Rey ha visto como sus dos toros han sido devueltos a los corrales y ha tenido que lidiar un sobrero de Olga Jiménez y otro de Torrestrella mientras que Talavante se ha encontrado con lo menos malo del encierro mostrando una vez más su enorme dimensión como figura del toreo y el momento dulce que atraviesa. Pero si el juego de los toros ha sido decepcionante peor ha sido, en mi opinión, la presencia y la presentación de la corrida. Hechuras impropias de Sevilla,  toros bastos, desproporcionados, sin armonía, astifinos y muy ofensivos por delante, eso sí, pero en mi opinión demasiado en proporción a la cara y la caja, a o que sumar dos de ellos sin el trapío mínimo para una plaza de primerísima categoría que es la Real Maestranza. Ayer comentaba que cada plaza y cada afición tiene su estilo y "su toro". Todo lo que se aparte de los gustos de cada plaza y cada afición es ir a contraestilo y me parece que lo visto ayer tarde sobre el alero sevillano ha sido eso. Y cuando se va a la contra y fallan las hechuras es difícil que las cosas salgan bien. Del toro de Sevilla no se han tenido noticias, o al menos es la impresión que a mi me ha dado a través de la televisión. Ya sé que en la plaza la visión es muy distinta, pero por los comentarios de David Casas, Maxi Pérez y el maestro Emilio Muñoz durante la retransmisión de Canal Toros parece evidente que así era. Es necesario, primordial, cuidar al toro puesto que es el personaje principal de esta bella obra artística que es el toreo, y elegir lo que cada afición, cada plaza y cada feria demanda es el primer paso para desarrollar este arte en todo su esplendor.
Con estas premisas no es difícil imaginar que los tres matadores hayan estado muy por encima de los toros, cada uno en su estilo, con firmeza y solventes, seguros, con actitud encomiable, entrega y disposición sin posibilidad alguna de duda. Y por momentos se han visto lances de enorme belleza, tandas compuestas y acopladas, remates y adornos con gusto y detalles con inmenso sabor. Momentos del toreo que tanto se valora en La Maestranza y que por sí solos son capaces de emocionar y hacerme sentir este arte como nada en el mundo.
Poco pudo resolver Miguel Ángel Perera con un primero sin bravura, sin raza, sin casta, sin clase y sin fuerzas. Buenas las verónicas de saludo, acompasadas, pero nada más. un animal que ante todas sus carencias de virtudes no embestía, se defendía, con la cara alta, soltando arreones, además de rajarse a las primeras de cambio, imposible del todo. Bastante hizo Miguel Ángel con intentar ponerle la muleta y salvar el pellejo. Tampoco colaboró el cuarto, quizás el único que por hechuras se acercó un poco a lo que debe ser el toro de Sevilla. Toro soso y deslucido, que iba y venía pero sin emoción ante el que Perera demostró su mando y su poderío. Lo cuidó en los primeros compases de la faena, le puso la muleta planchada, tapándole la cara, conduciendo la sosa embestida con suavidad, sin quitársela. Poco a poco se acopló a la descompuesta embestida del animal y por momentos parecía que el extremeño podría sacar agua de un pozo seco, pero dos desarmes nos devolvieron a la realidad y el animal se rajó y tomó con descaro el camino de las tablas. 
Del peruano Andrés Roca Rey ya sabemos todo, des obra es conocida su valentía, su arrojo y su desprecio al miedo, por momentos temerario me atrevería a decir, pero no hay duda que genera emoción con su toreo, arrebata y no deja ni un segundo de respiro en sus faenas. A todo esto ya de sobra conocido hay que añadirle este año un plus de reposo que ha elevado la calidad de su toreo unos cuantos enteros. Tanto en América como el pasado Domingo de Resurrección sevillano mostró esta nueva faceta de toreo templado, encajado, largo, más allá de su estilo habitual de atacar al toro y buscar ese sitio que muchas veces parece imposible. Ayer bordó el toreo de capa en el saludo al tercero bis, un sobrero de Olga Jiménez  fuera de tipo,  muy voluminoso, enorme, basto al que cuajó unas verónicas de ensueño, citando casi de frente, clavando las zapatillas en el albero, jugando las muñecas con una suavidad  y naturalidad pasmosa, convirtiendo el capote en una vaporosa seda que acarició las arrancadas del toro,  el mentón hundido, los brazos relajados, la cintura grácil, ganado terreno a cada lance para rematar en los medios con una media a pies juntos de cartel que puso en pie a La Maestranza. El inicio de faena por estatuarios, recogiendo al toro a la salida para coserlo al siguiente hace soñar en otra de esas faenas que tantos éxitos han dado a l limeño. Dos extraordinarias series por el pitón derecho templadas, con largura y ligazón, muy encajado, redondos profundos y bajos pusieron en ebullición las calderas maestrantes. Pero fue cambiar a la izquierda y se vino abajo. Fue un instante, quizás un tirón de más en un natural, obligar mucho al basto toro lo que cambió radicalmente el escenario. Se vio podido el de Olga Jiménez y se rajó. se acabó lo que se daba, una lástima, pero el toreo de capote de Roca Rey va a ser difícil de olvidar por mucho tiempo. Con el sexto bis, esta vez un sobrero de Torrestrella que se pegó una tremenda voltereta en los primeros tercios y que le dejó sin las pocas fuerzas que traía de casa, no tuvo ni la mínima opción. Toro soso, deslucido, cansino, aburrido, sin clase ni raza. Pero el saludo capotero al tercero no se nos va olvidar en mucho tiempo...
Alejandro Talavante ocupa, a mi modo de ver, uno de esos lugares reservados a las figuras. Ya lleva varias temporadas con una madurez y un poso torero de mucha dimensión, relajado, firme y seguro. Ayer lo demostró una vez más ante un lote manso y deslucido al que superó por todos lados para cortar una meritoria y merecida oreja al quinto. Alto, zancudo, terciado y de feas hechuras el segundo. Luego me he enterado que ese toro estuvo de segundo sobrero en Valladolid el pasado mes de septiembre, ¡y ayer saltó como parte del encierro aprobado para Sevilla y en feria! Difícil de entender, vamos, digo yo. El de Olga Jiménez no se empleó ni en el capote, ni en el caballo y ni, por supuesto, en la muleta. Toro sin clase, no humillaba, siempre a media altura, cabeceando, al que Talavante le recetó técnica y temple en un trasteo que tuvo muletazos sueltos de buen trazo por el pitón derecho pero que careció de continuidad por las escasa condiciones del animal y que en ningún momento tomó vuelo pero en la que el extremeño anduvo siempre por encima de su oponente. Al quinto le arrancó una oreja de mucho valor en todos los sentidos a base de consentirle y torear a favor del toro en los terrenos que pedía, que era en paralelo a las tablas como correspondía a su condición de manso. Faena inteligente, faena de figura que sabe y conoce muy bien esta profesión. Toreó con temple y mucho gusto por el pitón derecho, redondos ligados por bajo, desmayando la figura, enroscándose al animal, siempre tapándole la cara, siempre a favor del toro, con adornos, detalles y remates por bajo de mucha calidad. Repito, faena de maestro en la que sobresalieron dos series rotundas por el pitón derecho que por fin despertaron del letargo a los aficionados y que hicieron sonar la música creando esa atmósfera mágica que se genera en la plaza sevillana donde los acordes y el toreo se funden en un sentimiento indescriptible. Mató de un estoconazo que hizo rodar al de Hermanos García Jiménez que se fue al desolladero sin una de sus orejas, la que paseó Talavante por la elipse sevillana.
Les he hablado de los toros de ayer y de los toreros de oro, pero hay que hacer justicia y hacer una mención especial a los toreros de plata que ayer estuvieron magistrales. No en vano se reunieron sobre el albero una serie de nombres que constituyen lo más granado de los de plata. Se les puede llamar subalternos, banderilleros, como quieran, para mi son toreros, visten de plata, pero toreros a la postre, y muy buenos. Nombres como Javier Ambel y Guillermo Barbero, ambos a las órdenes de Perera y que cuajaron un extraordinario tercio de banderillas al primero de la tarde teniendo que responder desmonterados a la atronadora ovación que se les brindó y que en caso de Ambel además  lidió y bregó con auténtica maestría al cuarto. Como Curro Javier, el otro componente de la cuadrilla de Perera que escuchó la música tras colocar dos monumentales pares al cuarto, arriesgando, dejándose ver y llegar a la cara, a la mismísima punta del pitón, tanto que fue cogido por la taleguilla, desgarrada por el afilado cuchillo que era ese pitón, volteado y salvado de milagro de una gravísima cogida en la espalda cuando estaba a merced del toro. Ayer una vez más desde el cielo se echó un capote para hacer el quite a este grandísimo torero de plata que es Curro Javier y que también tuvo que desmonterarse para corresponder a la atronadora ovación. Nombres como Juan José Trujillo, a las órdenes de Talavante, sensacional en la brega al segundo y seguro en banderillas ante el quinto. Nombres como Juan José Domínguez y Paco Algaba, a las órdenes de Roca Rey, que brillaron en el tercio de banderillas al tercero de la tarde, que también tuvieron que desmonterarse para corresponder al público y que en el caso de Domínguez bregó por bajo con gran maestría al manso sexto bis. Toreros de plata pero toreros de verdad que sienten este arte como ninguno y que ayer hicieron las delicias de los aficionados.

Antonio Vallejo

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