viernes, 13 de abril de 2018

Despega Abril: Sevillanía, orejas y otras cosas


Abril huele a primavera, suena a toros y sabe a Sevilla. Escuchas abril y la mente solo puede viajar a un lugar, la Real Maestranza de Caballería. Escuchas abril y la imaginación echa a volar entre mañanas de feria y tardes de toros, entre compases de sevillanas y olés de los tendidos. Abril ya está aquí. Las puertas de la Real Maestranza que se abrieron el Domingo de Resurrección dan paso al que, junto a San Isidro, constituye el ciclo más importante de la temporada, el primer gran test para las figuras y el primer escaparate de lujo para todos que quiera serlo. Una plaza especial, con un carácter, una personalidad, un estilo, un gusto y un amor por el arte y la belleza único, una plaza seria y respetuosa, una plaza que siente el toreo como ninguna y que sabe valorar con justicia al mismo tiempo que saborea cada matiz y cada detalle de lo que ve, una plaza exigente pero en las antípodas de un purismo integrista e histriónico, en definitiva, una plaza en la que la emoción y la pasión te llena nada más traspasar sus puertas y en cuyos tendidos todo aficionado debe sentarse al menos una vez en su vida. 
Dos corridas de toros, la de Torrestrella de ayer miércoles y la de La Palmosilla de hoy jueves han dado el pistoletazo de salida en esta Feria de Abril. Dos tardes con los tendidos a medio gas reservando energías en espera de lo que vendrá a partir del sábado por la noche con el alumbrado del Real y la cena del pescaíto que darán paso a la semana de farolillos en la que seguramente la entrada será, si no lleno a diario, casi. 
Abrió el ciclo la corrida de Torrestrella, la gaditana ganadería que siempre será la de D. Álvaro Domecq para un cartel formado por tres matadores sevillanos: Javier Jiménez, Lama de Góngora y Pablo Aguado. Una ganadería muy del estilo de la Maestranza, con toros serios, bien presentados, muy del gusto de la afición sevillana, algo desigual de hechuras pero agradables de cara, con trapío pero sin exageraciones ni estridencias a lo que sumar una terna en la que destacó Pablo Aguado con su sevillanía torera. El sevillano tomó la alternativa el pasado mes de septiembre en la Feria de San Miguel de manos de Enrique Ponce, ayer realizaba su segundo paseíllo como matador de toros y la imagen y sensaciones que dejó distó mucho de esa supuesta bisoñez y falta de experiencia. Se mostró seguro y acoplado, firme, con temple y una clase y un gusto en su toreo más propio de un matador consagrado que de uno que está dando su primer paso en esa profesión. Perfecto de colocación y de distancias, con un temple exquisito, toreo despacioso  profundo y ligado por ambos pitones, redondos armoniosos, naturales de ensueño, siempre con la mano baja, rematando las series con detalles por bajo, trincherillas y adornos que rezumaban torería por los cuatro costados y que hacían vibrar a los tendidos en olés sentidos nacidos del alma, arte y belleza en las manos y la muleta de Aguado, todo muy de Sevilla, todo muy del gusto de esa afición, sevillanía pura, como el brindis al gran Curro Romero, y una oreja de peso en el sexto a la que hubiera sumado otra del tercero de no fallar con la espada. Sevillanía y oreja en la primera del ciclo en una tarde en la que ni Javier Jiménez ni Lama de Góngora tuvieron opciones con sus lotes a pesar de sus ganas y entrega.
Hoy jueves, en una tarde fría, lluviosa y desapacible al máximo, se presentaba en Sevilla el hierro de La Palmosilla, ganadería también gaditana de procedencia Juan Pedro Domecq y Nuñez del Cuvillo, que ha llevado una corrida seria,  y dispar de hechuras, con dos toros hechos muy cuesta arriba y otros dos, quinto y sexto que a mi modo de ver se salen de lo que es el gusto de Sevilla. Constantemente hablamos del tipo, de si un toro está entipado o fuera de tipo en función de su encaste, y también muchísimas veces hablamos del toro de Madrid, del de Bilbao, del de Pamplona, del de México y, cómo no, del de Sevilla. Cada plaza y cada afición tiene también "su" toro, que responde a unos gustos y una forma de entender el toreo y que no son ni mejor ni peor, puesto que en todas las plazas salen toros buenos y malos. Pero creo que en cada plaza las hechuras y la cara de los toros deben responder a lo que cada afición demanda. Luego estará el gusto personal por cada tipo de toro y de toreo, pero estando en Sevilla y en la Feria de Abril creo que debe pedirse que los toros elegidos respondan a lo que se considera el toro de Sevilla, serio, bien hecho, proporcionado, astifinos pero sin excesos ni arboladuras exageradas, abrochaditos de pitones, lo que generalmente suele llamarse agradable de cara. Hoy el quinto y sexto toro han estado muy lejos de lo que es el toro de Sevilla, dos ejemplares muy grandes, exageradamente ofensivos por delante y que además han dado un juego muy pobre. Por el contrario los cuatro primeros han estado más en la línea de lo que es el gusto de la Maestranza, han tenido clase, bravura y nobleza, especialmente segundo y cuarto, aunque tenían las fuerzas muy justitas, sobre todo primero y tercero. Casualidad o no, pero lo cierto es que una vez más se ha cumplido esa máxima de que curiosamente los toros que embisten siempre tienen buenas hechuras y están en tipo, en esta ocasión en lo que respecta a lo que se conoce como el toro de Sevilla. Esos dos toros que han destacado en le encierro de La Palmosilla los han aprovechado Joselito Adame y Luis Bolívar que, junto a Rafa Serna, conformaban la terna de este jueves. Bravo y encastado el segundo al que Adame ha sometido a base de mando y temple, demostrando un domino de la técnica descomunal acorde a su condición de máxima figura del toreo mexicano. No era nada fácil ese segundo, tenía prontitud y movilidad, iba y venía sin parar, repetía y seguía la muleta con fijeza, pero lo hacía sin excesiva clase, con una embestida un tanto descompuesta, entrando bien pero sin rematar la salida. Lección de técnica y sometimiento a base de temple y mano baja a cargo del mexicano que ha acabado por meter al toro en su muleta sacando series de mucho gusto por ambos pitones, detalles de torería en los remates y pases por bajo que han gustado mucho. Pero ha sido el colombiano Luis Bolívar el único que ha podido tocar pelo y cortar una oreja al muy buen cuarto, un toro noble y enclasado al que Bolívar ha toreado con un temple y una despaciosidad extraordinaria. Series ligadas con gusto, redondos profundos, naturales hondos, encajado, relajado, disfrutando del toreo y culminando su obra con un estoconazo que vale una oreja de ley que puede valer mucho de cara a la temporada. Le veremos dos tardes en Madrid donde tendrá oportunidad de confirmar el gran sabor que ha dejado hoy en Sevilla. 
La Feria de Abril ya está en marcha. Orejas ya ha habido, dos de momento, Pablo Aguado ha derramado sevillanía con su arte y otras cosas que deben mejorar; véase el aspecto deslucido de los tendidos, que lo hará, la climatología desagradable, que cambiará y lucirá ese radiante sol hispalense, y los toros, que sean "de Sevilla", en tipo y en juego. 

Antonio Vallejo


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