sábado, 2 de junio de 2018

25ª de San isidro: Cayetano, valor de estirpe


Lleno de "no hay billetes" para ver otro de los carteles estrellas de la feria: toros de Victoriano del Río muy serios, para mi gusto prefectos de presencia y presentación, de buenas y bonitas hechuras, en tipo, para Sebastián Castella, Jose Mª Manzanares y Cayetano. Preciosa tarde, soleada, magnífica de temperatura, por esta vez el cielo se ha aliado con los toros y los malos augurios de lluvia se han disipado por completo. Parece mentira que hayamos tenido que esperar a que sea 1 de junio para disfrutar de una tarde auténticamente primaveral, todo llega. 
Una tarde que comenzaba con una tímida ovación a un auténtico héroe que tan solo 48 horas antes había sufrido una tremenda paliza de un toro de Garcigrande  al que le cortó las dos orejas en una faena épica plena de pasión, pundonor y, por qué negarlo, clase y torería. Ese hombre, Sebastián Castella, renqueante, aún convaleciente, con una herida en su rostro y otra en su pie que lógicamente no han cicatrizado, ha tenido la gallardía y la hombría de volver a vestirse de luces y presentarse en Las Ventas para cumplir el compromiso que tenía contraído con la afición madrileña. Ovación que me ha parecido tímida, realmente escasa, muy pobre, triste reacción de una plaza que ha demostrado que, o no se ha enterado del por qué de la ovación, o si se ha enterado ha demostrado nula sensibilidad y cero de afición. En la Fiesta detalles como estos hay que mirarlos, medirlos y cuidarlos más que unos milímetros de caída de la espada. 
Recibe Castella al primero, un toro muy serio y entipado, templando a la verónica, con suavidad, ganando pasos, con gusto y clase. El toro no va muy sobrado de fuerzas, echa las manos por delante, empuja en el caballo con codicia en un sensacional primer puyazo de José Doblado, bien agarrado, delantero, midiendo mucho el castigo en el segundo encuentro. Lo prueba Castella en un quite por chicuelinas y revolera de remate a la salida del peto, todo muy suave, sin poder obligarle. José Chacón y Vicente Herrera - ¡vaya elenco de toreros de plata en las tres cuadrillas de hoy! - destacaron en banderillas, con gran facilidad y clase resuelven los pares ante un toro que echa constantemente la cara arriba. El inicio por estatuarios al que siguen unos atados por bajo cargados de sabor y torería hacen albergar esperanzas, pero ha sido un simple espejismo. El de Victoriano del Río no ha tenido más, untoso sin fondo, sin raza, parado, a la defensiva, soltando la cara, de embestida descompuesta. La única faena posible era quitárselo de en medio y espera mejor suerte en el cuarto. Voluntad y dignidad en el francés. Solo el hecho de comparecer esta tarde en Madrid merece elogio, mi admiración y, ante todo, respeto. El cuarto, veleto, musculoso, de magníficas hechuras y bellísima lámina no  se entrega en el saludo capotero, suelto, con poca fijeza, idéntico comportamiento en varas, no se emplea. Por cierto, Sebastián Castella toreó descalzo porque las zapatillas le estaban machacando el talón, pero ni un gesto d dolor, ni una mueca exagerada, sin estridencias ni victimismo, ¡olé su compromiso!. Decía de los toreros de plata, en este toro ha sido Rafael Viotti el que ha saludado montera en mano tras dejar los garapullos con verdad, de poder a poder, saliendo con torería del embroque, acompañado d una extraordinaria brega de José Chacón, con suavidad, ni un capotazo de más. El de Beziers brinda al público de Madrid su último toro en este San Isidro. El de Victoriano es pronto, se arranca en largo y en plena boca de riego le pega un cambiado por la espalda marca de la casa, ajustado, en un inicio d faena que tantas veces le hemos visto. El toro galopa, se desplaza con alegría en la primera serie por el pitón derecho , humilla, repite, muy templado Castella , cn la mano baja, ligando con gusto, perfecto de colocación. Le da distancia, le da tiempos, le administra las pausas para que recupere el aliento, lo lleva muy templado, conduce la embestida con mimo, era del toro con suavidad, acompasado, acompañando el viaje con la cintura enorme es el cambio de mano con el que culmina una serie en redondo, largo, eterno, tanto como eld e pecho que remata otra, infinito. Por el pitón izquierdo le saca una extraordinaria serie de naturales templados, hondos, ligados por bajo, manejando los vuelos con soltura, encajado, metiendo los riñones, para rematar la tanda con uno de pecho monumental. Han sido tres o cuatro series lo que ha durado el de Victoriano, una pena porque tenía clase, pero ahí se ha vaciado. El toro acorta el viaje y Castella las distancias, torea en las cercanías, ene sos terrenos comprometidos que el galo pisa con confianza, incluso con comodidad, un arrimón de verdad, metido entre los pitones, todo entrega, compromiso y valor una vez más. Quizás haya alargado el metraje del trasteo, es posible, algunos se lo recriminan, pero estoy seguro que también lo hubieran hecho si toma la espada a las primeras de cambio. ¡Qué difícil es contentar a los que no quieren contentarse con nada!. Se atasca con la espada pero eso no es obstáculo para que reciba una fuerte, cariñosa y merecida obvación en su despedida de San Isidro. Entrega, valor y compromiso con el toreo, con la Fiesta, dignidad profesional, vergüenza torera y una Puerta Grande de oro son el balance de este maestro en este ciclo isidril.
El que hacía segundo era un toro de casi seis años, nacido en julio de 2012, le faltaba un mes para no poder ser lidiado en una plaza de toros, un auténtico veterano. Suelto de, estas fijeza, como sus hermanos, lo lidia por bajo Manzanares, andándole hacia atrás para fijarlo y recogerlo, ganado terrenos, hacia los medios, gran técnica y conocimiento del toro y los terrenos, dándose cuenta de la práctica imposibilidad de torearlo a la verónica con el gusto que el maestro impregna a sus lances. De igual manera lo conduce al caballo de Paco María, todo con torería, echando el capote abajo, con naturalidad, todo en el alicantino fluye de esa manera, nada es forzado, la clase y la elegancia es innata, la lleva en las venas. Nada más sentir el puyazo sale rebrincado el de Victoriano, huye hacia tablas y al volver le tapa la salida el buen varilarguero aprovechando ese recurso que, en mi opinión, es lo que debe hacerse a un toro que se muestra claramente manso y con la querencia de este segundo. Tras el primer puyazo sale huido hacia terrenos de chiquero y allí, también con muy bien criterio, le pica el que guardaba puerta, Pedro Morales "Chocolate". de esta manera se le han dado los dos puyazos reglamentarios y se nos ha ahorrado un tiempo estéril en le que lo habitual es que el toro vaya sin rumbo de un lado a otro, capotazo tras capotazo para nada. Le consiente Manzanares en la primera tanda en redondo, perdiéndole pasos entre cada muletazo, lo lleva suave, todo a favor del toro, cuidando mucho la altura para que no pierda las manos, muy templado. Las segunda tanda de derechazos la toma bien el de Victoriano, humilla, igual de templado el alicantino, le baja la mano, mucho, tanto que clava los pitones en la arena y ahí se caba el toro, escasa duración, un visto y no visto, se raja y busca la querencia, no será que no lo había anunciado. Toro imposible ya al que solo quedaba matar, y lo hace Manzanares con una casi entera arriba muy efectiva. El quinto, un toro estrecho de sienes, engatillado de pitones salta con más fijeza y celo que sus hermanos, mete bien la cara en el capote del alicantino y empuja metiendo los riñones, con codicia y clase, en el caballo de "Chocolate", al que había derribado en la primera vara de manera aparatosa al partirse la vara. Toma la muleta Jose Mª y en los primeros muletazos de tanteo parece que el toro humilla. Derechazos templados, suaves, tirando del toro, con la mano baja, pleno dominio de Manzanares. Le da pausa, que respire, le da distancia, todo con torería, pero el de Victoriano claudica ante el mando y el poder del alicantino. Por el pitón izquierdo se desplaza peor, los naturales solo pueden surgir sueltos, de uno en uno, algunos con gran hondura, jugando magníficamente la muñeca, mimando al toro, suavidad exquisita, pero el toro se ha apagado, no transmite y no le queda más remedio a Manzanares que tomar la espada y pasaportar a este quinto como un auténtico cañón, un estoconazo en todo lo alto que fulmina al de Victoriano.
Podrá gustar más o menos, pero no hay duda que Cayetano tiene un imán especial que atrae a muchísimos espectadores a la plaza, y no solo mujeres. Hoy ha destrozado en Madrid, ya lo había hecho en muchas otras plazas con anterioridad, la totalidad de tópicos con que algunos pretenden menospreciar al  madrileño. Sabíamos de su toreo, de su clase, de su corazón y de su raza, por su sangre corre sangre torera, sangre de dinastías, sangre Rivera y sangre Ordoñez. Sabíamos de su compromiso y de su verdad, también. Hoy ha sumado a todo ello su personalidad, la que ha demostrado a la muerte del tercero e ir a recoger la oreja que el público había pedido y el presidente, reglamentariamente, le ha concedido. Este tercero pertenecía la segundo hierro de Victoriano, Toros de Cortés, un toro estrecho de sienes pero con mucha seriedad que ha salido sin fijeza en las verónicas de saludo de Cayetano que además plantea una fea pelea en el caballo, mansea, se duele, hace sonar el estribo. Extraordinario tercio de banderillas el de Iván García, sobre todo el tercer par, extraordinario, a valorar por los jurados al final de feria. No lo duda Cayetano, brinda al público e inicia la faena sentado en el estribo, imagen que nos transporta a otras épocas del toreo, imagen de extraordinaria belleza, toreo añejo, a dos manos, cargado de torería que fluye de su sangre Ordoñez. Se incorpora, los ayudados por alto son sublimes, la trincherilla te cruje el alma y el remate por bajo levanta a los tendidos, los olés son rotundos, todo es precioso. Torea en redondo con temple, tapándole la cara al de Cortés, muy toreado, liga los muletazos con la mano baja, más olés, encajado, pasándose al toro muy cerca, soberbio el de pecho que remata la tanda, con su sello personal. Perfecto d colocación, siempre al pitón contrario, templando y mandando, entregado, metiendo los riñones. Los olés resuenan y la plaza es un clamor, toreo de muchos quilates. Por el pitón izquierdo va pero, le cuesta meter la cara, menos recorrido, los naturales surgen sueltos, decae la ligazón y con ello la emoción. El toro se raja, se va a tablas, allí le busca el madrileño, le planta la muleta en la cara, no se la quita e instrumenta una serie en redondo magnífica, algo que parecía imposible, mandando, imponiéndose al de Cortés, citando de frente, firme y seguro, exprimiendo al toro. Importante faena de Cayetano  que además mata de un espadazo monumental volcándose sobre el toro,  sin dejarse nada. la petición va a más y al final la plaza es una mayoría d pañuelos blancos. Oreja y a partir de ahí una lección d personalidad y de ser TORERO por parte de Cayetano, pero eso prefiero dejarlo para luego, creo que merece la pena tratarlo por si solo. Al sexto va a recibirlo a porta gayola con una larga cambiada, muestra de las intenciones de un Cayetano todo raza y entrega que tenía ya medio abierta la Puerta Grande. El toro es muy serio, velero, hondo, cuajado, magníficas hechuras. Impresionante con el capote, torería pura en el galleo por chicuelinas para conducir al toro al caballo de Luis Miguel Leiro, ¡qué sabor!, ¡qué aromas del sur!, y dejar al victoriano perfectamente colocado con una revolera garbosa y con gracia. Acto seguido nos traslada a la casa de su abuelo, el gran Antonio Ordoñez, el quite de Ronda enloquece a los tendidos, no es para menos, Lanza la montera al toro, le llama, se pasa el capote por encima con una revolera, lo toma por la espalda com ambas manos, una gaonera, dos verónica acompasadas y templadísimas y una media de auténtico cartel para hacer enloquecer aún más a los aficionados. Aromas de Ronda en Madrid, sabor Ordoñez que a algunos nos hacen soñar con estar algún día en la goyesca de septiembre. Extarordinaria de nuevo la cuadrilla de Cayetano en el tercio de banderillas, grandes pares de Joselito Rus y Alberto Zayas con Iván García antológico en la brega. Si había dado patente su personalidad y su testosterona al recibir la oreja del tercero ahora lo hace aún más claro. Se va a terrenos del 7, Cayetano tiene muchos más kilos de testosterona que los que allí se sientan a proferir barbaridades cada tarde, se planta de rodillas cita la toro en largo, va por todas, está claro. Inicia el toreo con ayudados por alto, un par de trincherazos que arrancan olés secos y rotundos  y el suyo de pecho, gran comienzo, muy torero. Cambia d pitón, se va directamente al izquierdo, primer natural templado, el toro se va hacia fuera en la salida, como es lógico descompone todo y el torero queda descolocado, lo que les pone a algunos que empiezan a protestar la colocación. Ni se inmuta Cayeta, gira la cara, les ira y con su mano derecha les hace un gesto pidiéndoles un mínimo de calma, algo de paciencia  y seguro que el mínimo respeto y saber estar. La verdad es que les ha dejado descolocados, ya está bien de imposiciones caprichosas, ya era hora de que alguien les parara los pies. El toro no se entrega, le falta clase y ritmo, embiste a media altura, descompuesto, por encima el madrileño. Se raja el toro, a tablas, se va buscarlo Cayetano, le pone la muleta planchada, en la cara, tapándole la salida para así sacar muletazos aislados de enorme mérito, pero no hay más que hacer. No tiene enemigo, se pierde el sueño de salir hombros aunque mata de un estoconazo aún más monumental si cabe que el anterior, también a tener en cuenta por los distintos jurados. La grandísima ovación con la que es despedido reconoce la importancia y enorme dimensión del toreo de Cayetano, clase, raza y personalidad, Rivera y Ordoñez, ¡casi nada!.
Par el final dejo la que s esa montado con la oreja concedida a Cayetano en el tercero. No voy a discutir si era merecida o no, hay argumentos a favor para ambas opciones y ambas me parecen lógicas. Lo que tengo claro es que es de justicia solo porque la ha pedido la mayoría d ella plaza y el presidente ha cumplido con el reglamento. La petición ha ido a más tras doblar el toro y cuando el tiro de mulillas estaba a punto de engancharlo para arrastrado el presidente ha cumplido el reglamento y ha sacado el pañuelo blanco. Y entiendo perfectamente a los que consideren que no debía haberse pedido la oreja, tiene su razón e incluso puedo compartirla. Ahora bien, les diré que yo sí he agitado mi pañuelo y he pedido la oreja, igual que lo ha hecho alguien de quien hablo muchas veces porque comparto con él todas las tardes de toros, mi gran amigo Raúl Rodriguez, excelente aficionado y mejor persona si cabe, fiel y sincero, algo nada fácil de encontrar hoy en día. Persona cabal, con mesura, educada, siempre correcto, que no se deja arrastrar por pasiones exageradas ni emociones desbordadas, y eso que siente el toreo como nadie, un señor, un autentico caballero, que ¡cómo sería la petición! ha llegado a gritar al palco reclamando la oreja. Es decir, que el premio no ha sido para nada injusto. Pero aún en la caso de que se hubiere concedido la oreja sin petición, el momento para protestar al palco viene cuando el matador ya ha abandonado el ruedo tras pasear el trofeo, igual que siempre, hay un orden de juicios, primero al toro en el arrastre se le pita u ovaciona, después se juzga al torero, silencio, pitos o palmas, y después, ya por último, está el momento reservado para el juicio al palco si se quiere hacer. Ahí es cuando los que opinaban que la oreja era excesiva, y repito que no les puede faltar razón, debieran haber pitado o montar la bronca que montaron, pero nunca cuando el matador está recogiendo la reja de manos del alguacilillo. Si tenían algo de razón ahí la han perdido. una vez más han mostrado una falta de respeto a un torero y con ello a la Fiesta, además de su mala educación habitual. Otra pataleta más, un comportamiento más propio de niños pequeños  caprichosos y rabiosos porque no les ha salido la cosa como querían. 
Y ya para rematar, sí, he pedido la oreja porque sinceramente creo que se la ha ganado. Y se lo voy a explicar con algo que rescato de mi intimidad y que me cuesta un poco mostrar, pero quiero hacerlo. Hoy he ido a los toros con mi hija mayor, María, que poco a poco va haciéndose aficionada y que hoy me ha demostrado que realmente siente el toreo. Tras ver torear a Cayetano, sobra decir que como cualquier niña de su edad está loquita por el madrileño, y con razón, me ha dicho lo siguiente, dándome una lección y haciéndome sentir honrado: "Papá, yo no entiendo mucho ni sé decir si lo ha hecho bien o mal, pero lo que le he visto me ha emocionado y me ha hecho sentir algo distinto". Eso es para mi el toreo, por encima de reglas y medidas, por encima de tecnicismos y normas estrictas, es arte y es sentimiento, por eso la mayoría le ha pedido la oreja, porque ha llegado al alma, porque ha toreado con corazón, porque la pasión transmite y te llena, a una niña de 14 años, a su padre de 50 y  a tantos como hoy estábamos en Las Ventas entusiasmados con la raza y el alma de un torero, Cayetano, valor de estirpe. 

Antonio Vallejo 

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