lunes, 11 de junio de 2018

34ª de San Isidro, Corrida de la Prensa: Firmeza de Emilio de Justo en la despedida


Adios a San Isidro 2018, adios a un mes largo de toros que aunque parecía eterno se ha esfumado en un abrir y cerrar de ojos. Echamos la vista atrás y, además del frío y la lluvia casi permanente durante este mes quedan en la retina muchas imágenes para el recuerdo. Mañana, si no es ya a estas horas, se darán a conocer los premios de los diferentes jurados y habrá tiempo de hacer balance y sacar conclusiones sobre lo que ha sido y ha significado este ciclo isidril. Para hoy estaba programado otro de los platos fuertes, oficialmente fuera del abono pero que todos lo contamos como parte de este San Isidro. ¿Acaso algún abonado, salvo causa de fuerza mayor, ha dejado de renovar esta corrida?. Pues no, a ninguno se le ocurre renunciar a los Victorinos. Lleno en Las Ventas, extraordinario aspecto, por lo menos que nos llevemos el recuerdo final de una plaza hasta la bandera, no esa imagen desangelada de tendidos semivacíos e incluso vacíos que tantas tardes hemos visto. Este creo que es uno de los aspectos a analizar muy en serio a partir de mañana. Un lleno que se ha visto realzado con la presencia de S.M el Rey Felipe VI en una barrera del 9, un hecho que dota de especial relevancia a la tarde de hoy y que es necesario ene estos tiempos. El apoyo de la Familia Real a la Fiesta es algo básico, fundamental, por eso se agradece tanto cuando un miembro de esa familia se deja ver por Las Ventas. Nos hubiera encantado ver muchos días más al Rey de España en los toros, ocupando una barrera o el palco, pero hay que entender que su agenda y obligaciones le impiden acercarse a la plaza más tardes. O a lo mejor es porque en casa tiene lo que tiene y como vaya mucho a los toros....
Una corrida de Victorino Martín para mi gusto muy bien presentada y en tipo, muy seria, con diferentes hechuras pero todos con un denominador común, la seriedad, muy astifinos, veletos los seis, alguno cornipaso como dicen en México, y con un juego y comportamiento variado. Sin opciones primero y cuarto, parados, sin recorrido, sosos a más no poder, un toro con clase, humillación y repetidor, el segundo, exigente y complicado el tercero, con nobleza y buenas condiciones el quinto pero muy justo de depósito y peligroso el sexto. Una corrida que ha tenido un comportamiento muy en la línea de lo que suele ser este encaste Albaserrada, que humillan, cuando lo hacen son una delicia, pero no permiten el mínimo descuido, hay que llevarlos muy templados y toreados porque el mínimo tirón les hace cambiar inmediatamente su embestida, siempre volviéndose como un resorte, sabiendo lo que dejan por detrás, complicados, exigentes y con peligro sordo.
Manuel Escribano, fiel a su costumbre, se va a recibir a porta gayola al primero. El toro sale distraído, ni se fija en el sevillano y si lo hace pasa totalmente de él, toma las de Villadiego y se va hacia las tablas del 4. Se va Escribano a por él y lo fija por verónicas en las que el toro se frena, echa las manos por delante, corto de recorrido, cabecea, muy deslucido. Poca fijeza en el caballo, empuja dejándose pegar, sin demasiada entrega. De igual manera, siguiendo su costumbre, pone las banderillas el propio matador. Tes pares dentro de un concepto clásico y basado en la ortodoxia, el mejor el tercero, de fuera a dentro, cuadrando en la cara, con mucha facilidad. Inicia la faena por bajo, doblones en los que se ven las escasas cualidades del victorino. Toro parado, soso, deslucido, con la cara a media altura, sin recorrido alguno, no llega ni a mitad del muletazo, se frena y se vuelve soltando la cara. Absolutamente imposible. Tras el fiasco del primero repite Escribano a porta gayola con el cuarto, que sale, se frena, mide, calcula, una larga cambiada escalofriante que casi arrolla al de Gerena. Se incorpora y receta al victorino un ramillete de verónicas arrebatadas que arrancan olés del público, aunque desluce el conjunto al salir suelto del lance. De esa manera se va él solo al caballo de turno, a su aire, sin hacer caso d los capotes que se le ofrecen. Primer puyazo sin emplearse, mejor el segundo, con más fijeza, metiendo la cara abajo, empujando con más codicia. De nuevo banderillea el sevillano, el primer par un tanto a toro pasado, mejor el segundo, con más pureza, y un tercero par clásico en su repertorio, sentado en el estribo para levantarse en le último instante y dejar los palos al quiebro junto a las tablas con enorme riesgo. Inicia la faena con dos cambiados por la espalda y se acabó, ya no hay nada más. Toro como el anterior, parado, sin recorrido, sin fuerza, soso a más no poder, cero de emoción. Se justifica el sevillano ante la imposibilidad, es lo único que puede hacer. Eso y matar con prontitud, no se le puede pedir más con el lote que ha tenido.
Paco Ureña ha recibido una cariñosa ovación nada más romperse el paseíllo en reconocimiento a su esfuerzo para recuperarse y así cumplir con este compromiso tras la cogida del pasado 15 de mayo. El segundo de la tarde sale con muchos bríos, se mueve, aprieta hacia dentro, cabecea y en uno de los hachazos desarma al murciano. Se arranca en largo al caballo de Pedro Iturralde, mete bien la cara, empuja con fijeza en el primer puyazo, se emplea algo menos en el segundo, cabecea. En banderillas muestra buena movilidad pero mide y corta, tiene sus complicaciones que resuelven Curro Vivas y Álvaro López "Azuquita" con oficio, especialmente el primero, dos muy buenos pares ganado la cara y clavando de poder a poder. En la muleta el victorino ha demostrado su clase y nobleza y ha roto a embestir con una gran calidad, humillando, el hocico barriendo la arena, con fijeza, repetidor, un gran toro que se ha entregado con bravura. Por el pitón derecho han surgido las series con un temple y una profundidad suprema, siempre con la mano baja, conduciendo la embestida con suma suavidad, muy lento, a la mexicana, ni un tirón, temple y más temple, series ligadas, perfectamente colocado, encajado, rematando con uno de desprecio repleto de gusto y unos de pecho largos que han redoblado los olés que han acompañado a toda la faena. Por el pitón izquierdo el mismo registro, naturales con hondura, la mano baja, ligando en el sitio, manejando los vuelos con una suavidad exquisita, grandísimo toreo al natural. Lo ayudados finales por bajo hacía soñar con una oreja, pero todas las esperanzas se han desvanecido tras una entera caída y varios descabellos. Una ovación con saludos reconoce el exquisito toreo de Paco Ureña a este muy buen victorino que es despedido con una cerrada ovación en el arrastre. El quinto se frena en el capote y echa las manos por delante, como su anterior toro desarma a Ureña y le aprieta hacia dentro obligándole a tomar el olivo y librarse de un buen susto o algo más. No se emplea en el peto del caballo que monta Vicente González y no luce en banderillas, pares aseados a cargo de Víctor Hugo cargar "Pirri" y "Azuquita". Toma la muleta con la diestra y comienza el trasteo sin probaturas, una serie templada en redondo, bajando la mano, alargando el viaje, muletazos ligados con calidad. El toro embiste muy despacio, al ralentí, con la cara muy abajo, enorme humillación, lo que permite al murciano pegar dos redondos profundos y lentísimos que nos llevan directamente a La México, a ese toreo tan sumamente espacioso que allí arrebata. Por el pitón izquierdo tiene menos recorrido y suelta la cara, se deja menos a pesar del buen temple de Ureña. Al toro se le acaba el depósito, va a menos y la faena se va diluyendo como un azucarillo hasta caer en un trasteo con poca transcendencia que algunos recriminan por su excesivo metraje. Mata de una casi entera algo caída que pasaporta al victorino y la cosa no pasa de silencio en la despedida del murciano.
Emilio de Justo se las ha visto en esta tarde con un lote de máxima exigencia, que encerraba, al menos así me la ha parecido, mucho peligro y ante el que ha estado con una firmeza y una valentía fuera de toda duda. El tercero sale con movilidad y repite en le capote del cacereño aunque echa las manos por delante. Verónicas genuflexo, con temple, tratando de frenar los ímpetus del victorino. No se emplea en el caballo, se duerme bajo el peto, empuja sin demasido celo y con un solo pitón. Espera en banderillas, Morenito de Arles y Pérez Valcarce cuajan un sensacional tercio de banderillas de poder a poder, asomándose al balcón, dejándose llegar la punta del pitón a la barriga, gran exposición, mejor colocación de los palos. Por todo ello responden desmonterados la gran ovación del público. En la muleta ha desarrollado muchas de las características de estos albaserradas. Toma bien de inicio la muleta que le presenta el cacereño, entra humillando, pero a medio viaje repone y suelta la cara. En uno de esos primeros hachazos desarma a de Justo que no se inmuta, sigue plantándole cara, la muleta muy puesta, la mano baja y saca redondos de enorme mérito a un toro que mantiene su carácter bronco. Por el izquierdo también entra humillando pero repone una barbaridad, busca constantemente los tobillos, muy exigente, obliga a perderle pasos y así consigue robar naturales sueltos, siempre muy colocado, cruzándose, de mucho valor por su hondura. A final d faena saca una tanda en redondo realmente buena,  muy templada, con la mano muy baja, ligando sin quitarle la muleta de la cara. Tremendamente firme y seguro el cacereño durante toda la lidia, total entrega, faena de mucha importancia por la exigencia y las muchas complicaciones de este victorino que ha resuelto con superioridad y mando, además de un par. Lo mismo que ante el muy peligroso sexto, al que me da la impresión que muchos no han visto el riesgo que llevaba dentro. Lo recibe con verónicas templadas y acompasadas, en las que el toro mete bien la cara y tiene movilidad. Entra con mucha fuerza al caballo en el primer encuentro, cabecea y hace sonar el estribo, en el segundo encuentro con el peto mete la cara abajo pero se duerme dejándose pegar. Muy parado en banderillas, espera y mide, corta mucho obligando a Ángel Gómez y Pérez Valacarce a dejar los palos con gran exposición y una muestra de oficio y profesionalidad fuera de toda duda. El comportamiento en la muleta tiene mucha guasa, un peligro sordo que ha sobrevolado el ruedo venteño durante toda la faena y ante el que se ha plantado Emilio de Justo con una firmeza y una claridad de ideas propias de alguien que torea muchas más tardes de lo que lo ha podido hacer hasta la fecha. Toro de embestida incierta al inicio, que no se sabe hacia donde va a romper, suelta la cara, se acuesta por el pitón derecho, con escaso recorrido. Algunos que saben mucho le piden que le baje la mano, lo hace, nada de nada, el victorino no humilla, repone, sabe perfectamente lo que se deja atrás, mucho peligro. Por el pitón izquierdo parece que tiene algo más de claridad, un par de naturales cruzándose mucho tiene hondura, pero no se deja más, vuelve a buscar los tobillos reponiendo en cada muletazo. De nuevo grandiosa firmeza y seguridad del cacereño, que ha tragado lo indecible y que en ningún momento ha vuelto la cara ni ha hecho un gesto de más, él a lo suyo, a plantar batalla al toro poniéndole la muleta, tratando de llevarlo toreado, mucho mérito, hasta el arrimón final de verdad, totalmente entregado, compromiso y disposición a dosis escandalosas, y todavía alguno de los que tanto saben ha soltado su grito oficial: "¡hay que torear!. Con perdón, hace falta ser imbécil. Menos mal que finalmente la práctica totalidad de la plaza ha respondido con una clamorosa ovación que ha hecho justicia a la firmeza de Emilio de Justo y que ha tenido continuación tras matar de una entera desprendida con otra cariñosa ovación que reconoce la importante tarde del cacereño.
y así nos vamos a casa, con otro San Isidro más a nuestras espaldas, con los buenos recuerdos en la memoria, dejando de lado los momentos amargos y tantas cosas que nos han disgustado o nos han hecho cabrear algunos días, que de todo tiene que haber. Mañana será otro día, pero un día raro, un día sin toros, ¿qué haremos?.

Antonio Vallejo 

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