jueves, 7 de junio de 2018

30ª de San Isidro, Beneficencia: Dulce madurez Ferrera, gusto y torería Ginés Marín



Lucía preciosa la plaza madrileña en esta tarde tan especial de la corrida con más tradición y posiblemente más peso e importancia de la temporada, la Extraordinaria de Beneficencia, cuyo origen puede buscarse en el siglo XVII cuando el rey Felipe IV decidió donar lo recaudado en las corridas de toros celebradas en la plaza de la Puerta de Alcalá a los hospitales de beneficencia de Madrid pero que en 1856, una donación que se mantuvo hasta el siglo XIX, concretamente el año 1856 en que se acordó celebrar una única corrida al año con ese fin y que tomó el nombre de Corrida de la Beneficencia. Desde entonces y hasta hoy viene celebrándose en la capital y es, si no la más, una de la mayores ilusiones de las figuras el verse anunciado en ese cartel. Las grandes figuras de todas las épocas han hecho el paseíllo en esta tarde tan relevante y viene siendo tradición que este festejo tan especial cuente con la presencia de la familia real en su palco de Las Ventas. Hoy no se ha faltado a la tradición y en tan regio palco hemos visto al Rey Emérito D. Juan Carlos, a la Infanta Dª Pilar y a la Infanta Elena dando mayor realce si cabe a la tarde. Hubiera sido maravilloso que también hubiera acudido el Rey Felipe VI, padre e hijo dando apoyo a la Fiesta Nacional. Desconozco si el protocolo dice algo al respecto que impida la presencia de ambos en el Palco Real, pero aunque así fuera, vale más defender nuestras tradiciones que todos los protocolos juntos.
Decía que la plaza lucía preciosa, engalanada como se merece tan magno festejo. Hoy he tenido el honor de ir acompañado de una de mis hijas que hoy asistía a su primera Beneficencia a la que le llamado mucho la atención este detalle nada más acceder al tendido: "¡Qué bonita está la plaza !" me ha dicho. Bonita porque ya lo es por sí misma, con los adornos aún más, y llena hasta la bandera porque el cartel lo merecía. Una vez más se demuestra quien llena y que no llena, en una tarde en la que el sol finalmente ha lucido dando aún más brillo al escenario.
Cartel de lujo: Toros de Alcurrucén, puro Nuñez, para una terna de lujo acorde a la ocasión, la encabezada por Antonio Ferrera junto a Miguel Ángel Perera y Ginés Marín. Estos son los carteles que llenan, no otros, por muy toristas que sean y que ya sabemos como suelen acabar. Corrida de Alcurrucén para mi gusto muy bien presentada, en tipo, seria, mucho, pero sin excesos de pitones, sin exageraciones ni desproporciones  bien de kilos y que ha tenido un juego y un comportamiento dispar. Un primer toro exigente y con emoción, con gran clase y nobleza el tercero y buen toro el sexto, repetidor, aunque a manos le faltó duración, lo mismo que al noble y humillador quinto. Una pena la falta de final de la mayoría de los toros porque con algo más de empuje creo que hubiera resultado una gran tarde.
Antonio Ferrera ha demostrado de nuevo que atraviesa una madurez torera espléndida. Desde su regreso la temporada pasada tras recuperarse de una lesión el poso de torero hecho, la seguridad, la firmeza y la naturalidad en su toreo han sido la nota dominante. Relajado, dominador absoluto, poderoso, disfrutando del toro y de su profesión, una auténtica delicia verle andar por la plaza, verle torear tan despacio y con tanto gusto. Al primero, un toro distraído de salida y que rehuía los capotes le ha parado y fijado lidiándolo, algo tan sencillo de decir y que parece obvio pero tan difícil de hacer, anda´índole hacia atrás, echando el capote abajo, metiéndole en los velos, enseñando el camino a un toro que apuntaba querencia, tanto que ha habido que picarle primero por el que guardaba puerta, José María González y después por el de turno, Antonio Prieto, en terrenos entre el 5 y el 6. Pelea de manos, doliéndose, cabeceando, haciendo sonar el estribo. Un tercio que, como apunta con acertada ironía mi buen amigo Jesús Marqueta ha sido un claro ejemplo de orden y rigor. Com verás he hecho buen caso de tu consejo. Le pega un buen susto a Montoliú al salir del caballo, hace hilo, ningún capote sale en su socorro y el toro afortunadamente solo le empuja y derriba sin hacer sangre. Complicado en banderillas  reservón, espera y corta, pone en aprietos a Javier Sánchez Araujo y deja un par d mucho mérito, un gran par, Javier Valderoro. El alcurrucén llega a la muleta con fuerza y brío, como un auténtico obús en las primeras acometidas, oleadas bruscas y un tanto descompuestas. En este momento ha aparecido la magia de Ferrera cumpliendo las tres máximas del toreo: parar, templar y mandar. Ha parado esa bronca embestida poniéndole la muleta, consintiéndole al toro, haciéndole tomar los vuelos sin un solo toque a la tela en un par de naturales y uno de pecho enormes. Toro con emoción y transmisión por su movilidad al que el balear-extremeño ha templado con maestría, todo por el pitón izquierdo, encajado, series de naturales con hondura, bajando la mano, perfectamente colocado, ligadas con una suavidad y un gusto exquisito. Sensacional Ferrera al natural. Por el pitón derecho no va igual, corto recorrido, no repite, embestida descompuesta, muy firme Ferrera, aguanta y traga arreones pero al final manda y somete al toro por ese pitón con dos redondos de enorme mérito al final de las tandas. Parar, templar y mandar, eso es el toreo. Las últimas series por el pitón izquierdo ha sido rotundas, el mejor colofón a una faena mágica con un Ferrera relajado y demostrando una suficiencia y un poder superlativo. Los naturales a pies juntos, con hondura, la mano baja, ligando a la perfección eran coreados con olés profundos, los remates por bajo destilaban torera por los cuatro costados, los de pecho largos, de pitón a rabo, cambios de mano que hacen crujir al alcurrucén, trincherillas y un final doblándose por bajo cargado de aromas de toreo de muchos quilates, de toreo añejo, del bueno, ponen a la plaza en pie. Faena plena, de ensueño, con el poso del arte que dan los años, de madurez dorada, de auténtica figura que disfruta de lo que hace y nos hace disfrutar. Una estocada entera algo trasera que hizo que el toro tarara en doblar dejó la cosa en una gran ovación que Ferrera recogió desde el tercio aunque con algunas protestas de los que al parecer no se conforman con nada según el nombre del toro y la ganadería. El cuarto salió abanto, sin fijeza, no se emplea en el capote, solo empuja algo y con un solo pitón en el primer puyazo, el segundo de mero trámite, espera y corta en banderillas, tercio realmente complicado para José Manuel Montoliú y Javier Sánchez Araujo. A la muleta llega con embestida descompuesta, soltando la cara, por la nubes, los pitones le pasan por la cara a Ferrera  sin recorrido, se para, se revuelve y busca, peligroso. Firme y comprometido el balear, le pone la muleta, lo prueba por ambos pitones, imposible a todas luces. Lo único posible es lo que hace, lidiar por bajo, con los pies, a la antigua, macheteo para poder al toro, perfecto a mi modo de entender. A cada toro hay que lidiarlo de una manera y esa era la única posible para este alcurrucén. Sensacional la sensación que me ha dejado Antonio Ferrera en esta tarde, maduro, reposado, con torería y mando, en figura,  da gusto verle torear.
Miguel Ángel Perera no tuvo opciones de lucirse con el capote en el saludo al segundo de la tarde, humilla pero no acaba de entregarse, sale un tanto suelto, en el caballo pelea fea, doliéndose, cabecea, apunta a manso. Buen tercio d banderillas el protagonizado por Javier Ambel, ganado la cara al toro, clavando con facilidad. En la muleta creo que ha sido un toro con mejor inicio que final. Muy poderoso Perera, como siempre, toma bien el primer muletazo de cada serie pero al segundo acorta el viaje, suelta la cara y resulta deslucido. El mismo comportamiento por ambos pitones, parece que empieza bien las tandas pero al segundo pase cambia a peor. Incluso en ese primer muletazo que abre las series y que toma mejor lo hace humillando a la entrada pero saliendo ya con la cara alta. El resultado e una faena en la que Perera está por encima, con mando, pero que no acaba de tomar vuelo, con un toro a menos, sosote y sin transmisión. El quinto es un toro precioso, abrochadito de pitones pero muy serio, engallado y astifino, que sale suelto, sin emplearse en el capote. Lo intenta fijar Perera por bajo pero no responde. En el caballo cumple sin más en la magnífica brega de Javier Ambel empieza a mostrar humillación. Inicia la faena por estatuarios en la segunda raya, sin moverse un milímetro, firme, estático, vertical, con su poderío habitual. El toro muestra movilidad, humilla y repite en las primeras series por el pitón derecho, muy templadas, adelantando la muleta, corriendo la mano, por bajo, con largura, tira muy suave del alcurrucén, magnífico el de pecho que remata la serie. Otra más con los pitones del toro cosidos a la muleta, la mano muy baja, encajado, serie ligada para rematar con un cambio de mano sensacional despegar las zapatillas del suelo, clavado, y uno de pecho enorme aprovechando la buena condición del animal. Por el pitón izquierdo protesta, echa la cara arriba, muy deslucido. Toro con escasa duración, tan solo ha aguantado esas dos tandas en redondo y que se ha derrumbado totalmente, acortando su recorrido y poniéndose a la defensiva. Al final acorta las distancias el extremeño en un trasteo con esa quietud ante los pitones a la que nos tiene acostumbrados sin que se le valore desde los tendidos. Pero la sensación ha sido una vez más la de un torero poderoso y con mando pero su lote ha durado lo que ha durado.
El jerezano Ginés Marín también me ha dejado una gratísima impresión en esta tarde que no viene sino a corroborar lo que desde la pasada temporada le estamos viendo. Torero con un a clase y un gusto tremendo a lo que suma sus ganas, su disposición y dosis nada despreciables de valor. Al tercero lo recibe con verónicas de seda, suaves, templadas, cargadas de gusto, el mismo que impone al llevar al toro al caballo y dejarlo en suerte con un recorte garboso envolviéndose en el capote, o las verónicas templadas en un quite de aromas sevillanos al que responde Ferrera con otro por chicuelinas a manos bajas llenísimas rematado con una media de cartel. El toro se arranca al caballo que monta el padre del matador, Guillermo Marín, que agarra dos grandes puyazos, delanteros, si rectificar, administrando castigo perfectamente, grandísimo y bellísimo tercio de varas con el toro empujando con celo, metiendo los riñones. Dos puyazos serios candidatos a premio al final de la feria que reciben una clamorosa y unánime ovación al despedirse por el callejón. Inicio de faena cargado de torería, muy suave, templado, tres pases a mano cambiada preciosos, con mano de seda rematado con un remate por bajo al más puro estilo maestrante. Torea con máxima expresión, encajado, metiendo los riñones, perfecto acoplamiento, series en redondo reunidas, con la mano baja, derechazos profundos y largos, un cambio de mano en la segunda serie que nos hace ver el cielo del toreo. Los naturales tienen hondura, muy templados, el toro toma los vuelos con una clase tremenda, repite y humilla aunque va a menos, entonces cercen Marín, tira del alcurrucén con suavidad, vistoso y precioso un farol, de locura una trincherilla que remata la serie y que de nuevo nos trae aromas del sur, ecos de Romero o Paula. Las bernardinas finales, ajustadísimas suman a la enorme dimensión artista del jerezano su faceta de valor, que lo tiene y mucho. Mata de una entera al segundo encuentro que hace rodar al alcurrucén. Oreja pedida por una mayoría que creo que ha sido justita pero al fin y al cabo mayoría, con o sin razón, pero pedida. Como era de esperar se le ha protestado la concesión del trofeo por parte del sector habitual, pero a mi me ha encantado el toreo de Ginés y tampoco  me importa que haya enterrado la espada a la segunda ni creo que esa oreja reste integridad a la Fiesta, le quite pureza o le reste verdad. Es más, creo que hace mucho más daño la intransigencia y el valorar con escuadra y cartabón lo que es arte, emoción y sentimiento. Así que estoy encantado con que el jerezano haya sumado otra oreja en Madrid. Le queda bamedia puerta grande por abrir y ha salido dispuesto a hacerlo con el sexto, un toro que enseñaba las puntas, suelto de salida al que recibió con verónicas a pies juntos de mucho gusto. Mansea en el caballo y apunta querencia. De nuevo, para no defraudar a mi amigo Marqueta, debo decir que el tercio de banderillas ha sido lo más caótico que se haya visto en Madrid en mucho tiempo, el toro campando a su anchas, nadie en su sitio, los banderilleros entrando por donde podían, dejando los palos de uno en uno, desastroso. Como verás he cumplido tus dictados. Ginés lo ve muy  claro, lo cita en el mismo centro del anillo, le da distancia,se arranca en largo, con fuerza, templa mucho y frena las acometidas del toro en una primera serie en redondo vibrante, cargada de emoción, serie de mucho poder, bajando la mano. Una segunda tanda por ese mismo pitón también reúne temple y emoción, torea encajado, metiendo los riñones, firme y con mando. Por el pitón izquierdo protesta más pero Ginés  lo va metiendo en los vuelos con mucho mérito a base de temple para sacar una serie de naturales rotunda con los pitones del alcurrucén cosidos a la tela, ligada, sin quitarle la muleta de la cara, muletazos con hondura de un torero entregado y que además ha dejado detalles de extraordinaria torería como los últimos pases a dos manos doblándose. Importante tarde la del jerezano, cargada de transmisión y emoción, que por desgracia no ha podido redondear con la Puerta Grande al pinchar en el primer intento  pero que me ha dejado un sabor a toreo del mejor, de ese que me llena, el toreo sentido, el que nace del alma y no de la geometría, el de verdad.

Antonio Vallejo 

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