sábado, 9 de junio de 2018

32ª de San Isidro: Pepe Moral y un gran Adolfo


No hay duda que los albaserradas siempre tiene tirón en Madrid. Algo más de tres cuartos de plaza para ver la corrida de Adolfo Martín en una tarde que se presentaba incierta por la lluvia amenazante que con intermitencia había caído durante toda la jornada y que, siguiendo la constante de lo que ha sido este San Isidro, hizo su aparición durante los tres primeros toros. Sin duda que ha habido muchas cosas que recordar de esa cinco isidril pero si va a haber algo que quedará para siempre en la memoria va a ser el horroroso tiempo que ha hecho. Calor ni un día, lluvia no exagero si digo que unos veinte días de los treinta y cuatro programados y a lo mejor me quedo corto, cuento con los dedos de una mano los que he dejado en el maletero de la moto las prendas de agua. Un asco, de verdad, pero ayer no fue impedimento para que la gente fuera a la plaza. Cartel que traía la única alternativa de la feria, la del madrileño Ángel Sánchez con los sevillanos Jesús Manuel "El Cid" como padrino y Pepe Moral de testigo. Lo comentaba con mi amigo Luis Felipe Utrera-Molina antes de comenzar la corrida, hay que tenerlos bien puestos para tomar la alternativa en Madrid, en pleno San Isidro y encima con toros de Adolfo Martín. El reto es importante y a mi modo de ver el toricantano solventó el trance con notable. 
Una corrida para mi gusto perfectamente presentada, muy seria, los tres últimos imponentes  de asustar, de buenas y bonitas hechuras, entipada, con trapío, que tuvo su lado amargo en la cogida de El Cid en los primeros compases de la faena de muleta con el segundo del encierro, un toro que de salida anuncia complicaciones, con la cara alta, echando las manos por delante, poco recorrido, revolviéndose, con brusquedad en sus acometidas, que no permitió lucir al de Salteras su toreo de capote, que no cumplió en el caballo y que en banderillas esperaba, reservón, mirando y midiendo en un buen tercio protagonizado por José Luis López "Lipi" y Rafael Limón que aguantaron dejándose ver para llegar a la cara del Adolfo y clavar con oficio y seguridad. Lo venía anunciando el albaserrada y a las primeras de cambio se desentendió de los engaños e hizo por el sevillano. Fue al segundo muletazo tras un par de doblones de tanteo para ahormar la descompuesta embestida del toro, le cornea en el muslo, le lanza por los aires y tanto al caer como en el suelo a merced del animal no le hace más destrozos, un auténtico milagro. Cornada seria que envía a El Cid a la enfermería. Pepe Moral se encarga de hacer lo propio a ese toro, un machete por bajo y enviarlo al otro barrio con prontitud y eficacia. Así que la tarde de ayer quedó en un mano a mano entre Pepe moral y Ángel Sánchez en la que tan solo dos toros, el quinto, realmente bueno, un gran toro, y el de la alternativa que tuvo clase y nobleza aunque le faltó empuje y chispa, destacaron por su juego.
Ángel Sánchez tomó la alternativa con un toro de tremenda seriedad, veleto, con enorme trapío y eso que en la tablilla marcada 485 kg, un ejemplo evidente de que el peso en un toro no es lo más relevante. Sale con buen tranco, se mueve con alegría y repite con emoción en un ramillete de verónicas templadas del madrileño en las que la Adolfo humilla denotando clase. Entra con prontitud al caballo, buen galope, empuja de inicia aunque luego se duerme un tanto en el peto. En la muleta humilla y toma la tela con nobleza, muestra fijeza y repite, aunque le cueste responder a los toques, algo tardo y le falte un punto de empuje y chispa para generar más emoción. Muy templado Sánchez, seguro, tranquilo, toreando con gusto por el pitón derecho, bajándole la mano, rematando con buenos de pecho. Por el pitón izquierdo le cuesta mucho, parado, protesta más y tiene menos recorrido pese a lo cual el madrileño consigue sacar tres naturales sueltos con hondura, demostrando y firmeza y buena maneras en el manejo de la muleta. El toro se apaga pronto, una pena su falta de fuerzas y su limitada duración que hizo que la faena entrara en una fase un tanto sosa en la que Sánchez trató de provocar la arrancada y las embestidas del albaserrada. Mayor entrega y disposición no se le puede pedir ante el toro de su alternativa, con aplomo y firmeza, francamente buena la sensación que ha dejado, y así se lo reconoció el público con una merecida ovación saludada desde el tercio. Con los otros dos toros que tuvo que lidiar por la cogida de El Cid nada pudo hacer,  nulas opciones de lucimiento. El cuarto era un torazo, precioso, cornipaso, astifino hasta extremos máximos al que recibe a la verónica, templado, con firmeza. El toro avisa, se acuesta por el derecho, muestra querencia en tablas, amaga con saltar, no cumple en el caballo en el primer encuentro pero agarra Juan Bernal  un magnífico segundo puyazo al que el toro se arrancó con fuerza pronto, un brutal topetazo que aguanta el varilarguero picando delantero. Toro reservón en banderillas ante el que Curro Robles expone mucho dejando dos muy buenos pares y que en la muleta resultó de todos modos imposible, repone, la cara siempre alta, cero de humillación, mira, espera, mide, busca el cuerpo del torero, arreones por ambos lados. Toro al que el madrileño se lo quita de en medio sin más miramientos, bien hecho. La lidia del sexto es un copia y pega del cuarto, con la única diferencia que ni siquiera tomó un puyazo con mñinima entrega. Un toro sin fondo alguno que pasó por los primeros tercios sin fijeza ni entrega y que en la muleta solo tuvo peligro, nada más. Lo mató de un pinchazo hondo efectivo y así puso fin a una tarde en la Europa, repito, me ha dejado muy buen sabor de boca por su aplomo, su seguridad y su disposición.
Pepe Moral, tras encargarse de pasaportar al que hirió a El Cid, tuvo que lidiar al tercero, un toro muy abierto de cara que se frenaba en el capote, echaba las manos por delante y no humillaba absolutamente nada, sin emplearse tampoco en el caballo y que en la muleta no le permitió ni lo mínimo al de Los Palacios a pesar de sus intento por sacar algo, probándolo por ambos pitones, poniéndole la muleta,  tratando de conducir su embestida. Pero nada de nada, imposible, toro sin recorrido, que soltaba la cara, además rajado, saliendo suelto del muletazo, siempre buscando las tablas. Abrevia con acierto Moral, algo que en estos casos agradezco mucho al evitarnos minutos intrascendentes de tedio que. o llevan más que a cabrear al personal. En chiqueros esperaba su salida en quinto lugar Chaparrito, un ejemplar de gran presencia y seriedad, abierto de cara y vuelto de pitones, u auténtico tío. Templadas, sensacionales las verónicas de recibo del sevillano, el toro humilla, repite, toma los vuelos con clase infinita. Se arranca muy largo al caballo de Juan Antonio Carbonell, entra con fuerza en dos puyazos que el picador agarra delanteros, el Adolfo mete la cara abajo y empuja con celo, buena pelea, de bravo. En banderillas mantiene sus buenas cualidades, movilidad, fijeza y humillación  en un muy buen tercio a cargo de Vicente Varela y Manuel Pérez Valcarce que saludan desmonterados una fuerte ovación del respetable. El inicio de faena desprende torería por todas partes, genuflexo, por bajo, bellísimos doblones, llevando al toro en largo, ganado pasos a cada lance hasta sacarlo a los medios. Allí comienza a componer una faena cargada de temple y gusto, en redondo y al natural, series ligadas por bajo, mucho, arrastrando la muleta, con inmensa suavidad, acariciando la cara del toro, torea encajado, perfectamente acoplado, estampas de cartel, redondo sprofundos, naturales con hondura, un cambio de mano que pone a la plaza en pie, pases de pecho larguísimos y trincherazos para rematar las tandas que son una auténtica locura. Todo lo hace con un gusto y una torería exquisita, ahora por le derecho, ahora por el izquierdo, siempre mandando y templado entre los olés desatados de una afición entregada . Y el de Adolfo Martín un gran toro, extraordinario, noble, bravo, con clase, humilla y repite y encima tiene duración. Esa es la magia del toreo, toro bravo y torero con arte. El final rezuma aromas de Sevilla, enormes ayudados por bajo de una clase y una torería suprema. De nada importa que matara de una entera fulminante tras pincha en le primer encuentro, la plaza se inunda de pañuelos, sensibilidad y criterio en Madrid. Oreja de ley, oreja a la clase y el arte del sevillano que ya lleva demostrando lo gran torero que es ante hierros que no son precisamente sencillos. Lo ha hecho con Miura tantas tardes en Sevilla, en Pamplona, en Madrid sin ir más lejos este paso domingo, con Victorinos, con encastes de los duros, siempre dando la cara y ayer tuvo su recompensa, merecida, ganada a base de temple, de clase, de gusto, de torería ante un sensacional toro de Adolfo Martín que se llevó una de las ovaciones más atronadoras que se hayan dado en los últimos tiempos.

Antonio Vallejo

1 comentario: