domingo, 31 de julio de 2016

Madroñito: Tras los pasos de Cobradiezmos


Así es el toreo, así es la Fiesta, dolor y triunfo , la muerte y la gloria cara a cara. Aún no nos hemos recuperado de la tragedia de Víctor Barrio, y costará mucho hacerlo, aún resuenan los ecos de las palabras de esa gran mujer que es Raquel Sanz hace escasas 48 horas en la madrileña iglesia de San Antón. Palabras de recuerdo, palabras de dolor ante la pérdida de, como ella dijo, su torero, palabras también de agradecimiento a cuantos quisimos estar allí para acompañar a la familia no sólo de Víctor, sino a toda la familia del toreo que está ahora más unida que nunca, y palabras de ánimo para seguir adelante con la defensa de esta afición tan maravillosa que son los toros. Fue una tarde intensa en emociones, en la que por momentos fue difícil contener los sentimientos y que se escapara alguna lágrima. No vamos a cesar en la defensa de una profesión y una afición por la que Víctor dio su vida. Seguro que desde el cielo ha ayudado a que hoy volvamos a vivir la grandeza del toreoen su máxima expresión. El pasado mes de abril, en Sevilla, un toro de nombre Cobradiezmos, volvió al campo con vida. Esta tarde otro toro, de nombre Madroñito, ha querido seguir sus pasos. Casualidades de la vida, el primero correspondía a la ganadería de Victorino Martín y el de hoy en Santander a la de Adolfo Martín, es decir, ambos del mismo encaste, Albaserrada. Pero las casualidades no acaban ahí. Si en Sevilla fue el sevillano Manuel Escribano quien bordó el toreo con Cobradiezmos, ha sido otro sevillano, Manuel Jesús El Cid, quien ha logrado el indulto para Madroñito. Es más, resulta que El Cid estaba hoy en Santander en sustitución precisamente de Escribano. ¿Es o no un capricho del destino?. ¿O es que desde allí arriba han movido los hilos para que tanto indeseable como ha aparecido en los últimos días vea y se entere de la verdad, la pureza y la grandeza de la Fiesta? Estoy convencido que en esa barrera del cielo desde la que los maestros que allí están ven cada tarde los toros han hecho algo para que esa conjunción de aparentes casualidades haya cuajado como lo ha hecho hoy en el coso de Cuatro Caminos. Y también estoy convencido de que están hartos ya de oír y leer barbaridades, insultos, injurias, como lo estoy de que sabían que en la plaza santanderina se habían colado un par de antitaurinos que iban a montar su patético numerito a la muerte del tercer toro, que le correspondía a Alejandro Talavante, haciendo una vez más el más soberano ridículo, mayor si cabe porque han tenido que ver minutos antes, en directo, cómo es esta Fiesta, como se respeta y se quiere al toro, cómo un animal Madroñito ha vuelto al campo por su casta, su bravura y su nobleza. Pero no entienden nada, no ven más allá de su sinrazón, han sido incapaces de tener la gallardía de retirarse rendidos a la evidencia, tenían preparado el numerito y han hecho el ridículo, han elegido el día menos adecuado porque…¿habrá sido el basta ya de los maestros del cielo, entre los que ya se encuentra Víctor Barrio, cansados ya de la falta de respeto?, ¿habrán sido ellos los que con torería y elegancia les han dado una lección a ese par de bobos?. Seguro que algo han tenido que ver para que todo salga redondo.
Ese par de antis de pacotilla han asistido a una faena de antología y han salido de la plaza con el rabo entre las piernas, amén de unos cuantos golpes más que ganados, y que seguro han sido menos de los que merecían. Han visto a un torazo, noble, bravo, encastado, repetidor, que metía la cara con codicia y humillando, sin cansarse de pelear, haciendo gala de su naturaleza y de sus genes. Eso es un toro bravo, un toro de lidia, a ver si se enteran los antis, un animal, una especie que ya se habría extinguido si no fuera porque hay hombres como Adolfo Martín que entregan su vida y sus esfuerzos para criar a este bello animal. Y porque hay hombres como El Cid que cada día se ponen delante de la cara de ese animal que es el toro bravo y que se juegan la vida, ¿o no?. Pues a eso han asistido esos dos auténticos tontos antitaurinos. Han visto como lo recibía de capote con verónicas y delantales de ensueño, rematando con tres medias belmontinas con un sabor y un regusto exquisito. También han visto como el toro humillaba y repetía, con fijeza, volviendo una y otra vez al capote del sevillano, sin cansarse. Y han visto torear por ambos pitones con profundidad, largura, temple, redondos y naturales inmensos, uno tras otro, sin parar, con la mano baja, arrastrando la  muleta, adornando la series con un pase de las flores, con trincherazos  de gran belleza, doblones de una plasticidad y una hondura de gran altura, y unos pases de pecho vaciándose, de pitón a rabo, extraordinarios. ¡Y es que cómo ha toreado El Cid!. Todo eso han visto el par de antis bobos de solemnidad, además de un público entregado, una afición entusiasmada, es decir, han vivido en sus carnes y han visto con sus ojos la verdad, la pureza y la grandeza del toreo. Pero como no hay mayor ciego que el que no quiere ver no les habrá servido de nada, de donde no hay no se puede sacar. La imagen de El Cid frente a Madroñito, despidiéndole cuando volvía hacia los corrales ilustra a las mil maravillas la nobleza de este arte que es la Tauromaquia. Hoy hemos tenido otra tarde de las que tanto se necesitan, con la imagen del triunfo de un torero saliendo a hombros y un toro saliendo de vuelta hacia el campo bravo, para callar tantas bocas que solo saben escupir bilis. Seguro que en el cielo de los toreros hoy lo celebran como un día grande. A los que estamos aquí abajo solo nos queda honrar su memoria, presumir de afición y volver a gritar para que todo el  mundo se entere: ¡Viva la fiesta de los toros!

Antonio Vallejo

miércoles, 27 de julio de 2016

Enrique Ponce: Maestro, Antología, Leyenda


Enrique Ponce, leyenda del toreo. No, no es una frase hecha, no es un elogio ni un calificativo de admiración, es una realidad. Por supuesto que desconocía el dato concreto, no tenía ni idea del registro que el de Chiva iba a superar en la tarde de ayer en el coso de Cuatro Caminos. Enrique Ponce se convertía en el matador que más toros ha estoqueado en la larga historia del toreo. Hasta ayer ese “récord”, término tan poco taurino pero tan de moda en esta sociedad actual cuantificadora que atiende más a números que a valores y esencias, estaba en manos de Lagartijo, nada más y nada menos. Y creo que el maestro Ponce tampoco estaba muy a la orden de dicho dato numérico, al menos esa impresión me dio cuando, tras finalizar su antológica faena al cuarto de la tarde y cortarle las dos orejas, le fue transmitida la noticia durante la entrevista que las cámaras de Canal Plus Toros realizan en el callejón. Gesto de sorpresa y de lógica alegría en el maestro, quien recibió la noticia con la naturalidad y elegancia que le caracteriza, reconociendo que ni él lo sabía. Pero eso es una dato, un récord que quedará para la historia, de enorme valor, sin duda, pero que, al menos a mi modo de ver y entender la Fiesta, no se puede comparar a lo que Enrique Ponce ha hecho a lo largo de su cuarto de siglo de alternativa y lo que hizo ayer en Santander. Lagartijo, 1632 corridas lidiadas y 4687 toros estoqueados. Enrique Ponce, ni sé las corridas lidiadas pero, desde ayer, 4688 toros estoqueados, ¡y lo que le queda!, ¡y lo que nos queda por verle!.

Los números son estratosféricos, posiblemente insuperables, pero Enrique Ponce es mucho más que números, es un torero de época, que posiblemente ocupa el  mismo lugar en la historia de la Tauromaquia que el propio Lagartijo, Frascuelo, su rival de aquel entonces, Belmonte, Pepe Hillo, Joselito El Gallo, Rafael Ortega “Gallito”, Domingo Ortega, Manolete, Dominguín, Bienvenida y otros cuantos que marcaron épocas del toreo. Una leyenda del toreo pero con la diferencia, para una generación como la mía, la de 1967, que constituye una leyenda viva a la que hemos visto tomar la alternativa, crecer, madurar y llegar a la cima. No nos lo han contado, no lo hemos leído, no lo hemos visto en películas, lo hemos visto en persona y lo hemos disfrutado durante años. Ya lo he dicho más veces, admiro a todos cuantos se visten de luces y se ponen delante de la cara de un toro, pero tengo mis preferencias, mis gustos,  mis debilidades y una de ellas es Enrique Ponce, torero al que me rendí hace ya 26 años cuando lo vi por vez primera a través de la televisión, en aquellos locos años 90 en los que día sí y día también se retransmitían innumerables corridas de toros y la primera vez que le vi torear en vivo, en la plaza de Vista Alegre de Bilbao, en el mes de agosto de 1991, en plenas Corridas Generales, día en el que cortó dos orejas y salió a hombros, y un año después en la Corrida de la Prensa de Bilbao, con el mismo resultado triunfal. Desde entonces le he visto torear en muchas plazas, le he visto en innumerables ocasiones a través de la televisión, en España, en Francia y en América, lugares donde es un auténtico ídolo para la afición. Durante todos estos años he defendido y mantenido que nos encontrábamos ante un hombre que iba a marcar una época, siempre en lo más alto, compartiendo carteles con las figuras de cada momento, alternado con todas ellas, sin trabas ni prejuicios, matando todo tipo de corridas, encastes y ganaderías.
Y, por fortuna, no me equivocaba. Lo certifiqué este mismo mes de mayo en Las Ventas, plaza en la que siempre ha tenido que enfrentarse a los toros que le correspondían y a un sector de la afición, un tendido en concreto, el 7, que por no sé que motivos o razones siempre ha tratado de reventarle y minusvalorar su torería. Fue el 19 de mayo ante un toro de Puerto de San Lorenzo. Aquella tarde se mostró en la más excelsa madurez como torero, poniendo a sus pies a la plaza de Madrid, rendida ante la evidencia, poseída por su Arte. Ni un reproche, ni un murmullo, ni un grito disonante, tan solo los olés profundos y sentidos que Madrid sabe dar cuando reconoce el mejor de los toreos que pueda haber visto. Un Ponce sublime, relajado, dejándose llevar, disfrutando del toreo, entregado, mostrando que está en el Olimpo de la Tauromaquia. Ayer le vi por televisión, ante un grandísimo toro de la ganadería jienense de Miranda y Moreno, puro Juan Pedro Domecq. Un torazo, las cosas como son, noble, bravo, con casta, con fijeza, repetidor y que humillaba, una delicia de animal que gracias a Dios cayó en sus manos y al que Ponce se entregó para componer una bellísima sinfonía al compás de los acordes de La Misión. Magia pura sobre la arena santanderina, echando los sentidos a volar hasta el cielo del toreo, envolviendo la plaza en una atmósfera que embriagó a todos y cada uno de los que llenaban los tendidos y a quienes lo estábamos viendo por televisión. Toreo extraterrenal, sutil, despacioso, belleza, naturalidad, elegancia y otra vez más belleza, con el capote y con la  muleta. Verónicas, delantales, con un gusto y un aroma infinito, los doblones de inicio, largos, profundos, bajos, las poncinas, los redondos y los naturales rezumando aún más elegancia y clase por los cuatro costados, toreando como de salón, abstraído, toreo roto, desmayado, natural y elegante, fluyendo de sus manos el elixir del toreo, antología poncista junto a la preciosa bahía donde tantas tardes compartió agradables momentos con otro gran genio, Severiano Ballesteros, cuya hija Carmen, Carmencita le llaman, estaba presente en una barrera y recibió el cariñoso brindis de ese cuarto toro, “Bendecidito” de nombre, bendición del cielo, de manos no del torero, sino del amigo Ponce. Una muestra de la dimensión de este hombre, íntegro dentro y fuera de la plaza, amigo de sus amigos, así es Ponce. Acababa de cortar dos orejas, acababa de culminar la más bella composición torera que posiblemente le hayamos visto en estos 26 años y sus primeras palabras ante las cámaras de Canal Plus Toros son para “su” Carmencita, emocionado, agradeciéndole que haya venido a verle, sin importarle récords ni reconocimientos personales, sin poses ni gestos forzados, sin falsa humildad y modestia, de verdad, como su toreo. Ese es Enrique Ponce, el maestro y el hombre, dentro y fuera de los ruedos, siempre respetuoso con sus compañeros, amante de los toros a los que siempre ha cuidado y respetado con devoción, jamás un mal gesto, siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitaba, sean de la profesión o no, colaborador y mecenas de infinidad de causas benéficas, un ejemplo a seguir.
Esta mañana recibía un tuit de un gran aficionado, gran amigo y por el que tengo enorme cariño y admiración. Dicho tuit iba dirigido al maestro Ponce, de quien es muy amigo, y decía lo siguiente: “se torea como se es, un caballero, un señor, pura elegancia, grande Enrique, gracias”. Creo que ese mensaje resume a la perfección la dimensión de gran figura de uno de los más grandes de la historia de esta Fiesta que tanto amamos, que aún nos va a deleitar con muchas más tardes para soñar con eso que tanto amamos, los toros.


Antonio Vallejo

viernes, 15 de julio de 2016

Última de San Fermín: De Miura a Miura


Tras una intensa semana de toros, una semana exitosa de público, lleno tras lleno, con el  mismo ambiente de desenfreno cada tarde, una semana exitosa de toreo, con puertas grandes y muchas orejas cortadas, llegaba la corrida que debía echar el cierre de estos sanfermines 2016. Como ya es tradicional la decana de las ganaderías, Miura, que cuenta con una antigüedad de 30 de abril de 1849, es la encargada de lidiar la última de San Fermín, coincidiendo en esta edición con la celebración de las 50 actuaciones de la ganadería sevillana en Pamplona. Nuevo lleno en los tendidos para ver a los míticos toros, encaste propio, de leyenda, con una historia sembrada de triunfos y de tragedias, sin duda la más famosa y cargada de simbolismo la muerte de Manolete en la plaza de Linares el 29 de agosto de 1947 al entra a matar a Islero, el mítico Miura, nombre que desde ese día asusta y se adopta para definir todo aquello que es complicado o peligroso. Complicada y peligrosa, así ha sido la corrida que han tenido que estoquear el  murciano Rafael Rubio "Rafaelillo", el sevillano Eduardo Dávila Miura y el salmantino Javier Castaño, que se han topado con un encierro en el que solo dos toros, el segundo y quizás el quinto, han servido, al menos para el concepto actual del toreo. Es posible que para una lidia al estilo de 1920 hubieran sido más que válidos, pero hoy en día se pide otra cosa. Tiene mucho mérito lo que la familia Miura lleva haciendo desde 1849, mantener este encaste puro tantos años y con fidelidad a un tipo de toro anacrónico hoy en día. Es cierto que sus hechuras impactan, toros grandes, muy altos, aspecto equino en algunos casos, con cuello muy largo, muy armados, pitones abiertos, acapachados o veletos  con una mazorca ancha, lámina muy peculiar, aunque no es la fisonomía de toro que a mi más me gusta, la verdad. Así ha sido la corrida de hoy, con algunos matices, alguno escurrido y aspecto anovillado,  los seis cortados por el mismo patrón. Pero las hechuras y la presencia no lo son todo. Es más, no me vale de nada si no van acompañadas de buen juego y condiciones. Para ver la belleza del toro como animal es suficiente con ir a una ganadería y verlos en el campo, en la plaza se necesita algo más que estampa. Así ha sido la corrida de hoy, muy Miura, pero sin fondo, como un edificio con mucha fachada pero por dentro un solar vacío. Además con peligro, un peligro sordo que alguno, como el presidente de la corrida, ese personaje disfrazado con su chistera, no ha sabido o no ha querido ver. Solo así puedo explicarme que le haya birlado una oreja a Javier Castaño en el tercero y otra a Rafaelillo en el cuarto, que han estado hechos unos auténticos titanes frente a los arreones y tornillazos constantes de sus toros, jugándose la vida en cada muletazo, en una demostración de entrega y valor descomunal, sacando pases imposibles, siempre por encima de los toros y matando a la primera. La plaza poblada de pañuelos y este ridículo personaje con chistera se ha pasado el reglamento por el forro de los caprichos y no ha concedido la oreja. No sé si sabe que el primer trofeo lo concede el público, le guste o no al señor presidente, y el público la ha pedido de forma mayoritaria. Al menos el aspecto de los tendidos a través de la televisión no ofrecía dudas, mayoría de pañuelos.  Ni conocimiento ni sensibilidad lo que ha demostrado el presidente. Más que lógico el enfado de Rafaelillo con el usía, al que le ha recriminado con gestos claros su error y que no se ha cortado un pelo al explicarlo a las cámaras de Canal Plus Toros, con toda la razón del mundo en mi opinión.

Rafaelillo se las ha visto con dos Miuras que no han servido para nada. Sin fuerzas, sin casta, sin emplearse en el caballo, echando las manos por delante, cortando el viaje, la cara arriba, sin humillar, con peligro, buscando al torero, pegando arreones, es decir, todo lo que no queremos de un toro bravo lo tenían los dos del lote de Rafaelillo. Se ha puesto el murciano, ha tratado de llevarlos por bajo, templado, pero es imposible. No se ha escondido en ningún momento, ha dado la cara y se la ha jugado de verdad, con una entrega y una disposición fuera de toda duda. Enorme el esfuerzo que ha hecho Rafaelillo durante toda la tarde. Encima mata a sus dos toros al primer encuentro, con lo difícil que era entrar entre los pitones descomunales de los Miuras, con gran habilidad. Al presidente no le ha dado la gana de conceder la oreja que el público ha pedido, pero los aficionados sí que han sabido reconocer lo que ha hecho Rafaelillo con una clamorosa vuelta al ruedo en el cuarto y una atronadora pitada al de la chistera.
Lo mismo podría decirse de Javier Castaño, el bravo torero leonés-salmantino que ha vuelto a torear tras superar un cáncer y que ha estado también muy por encima de su lote. Sin fuerzas, defendiéndose, la cara arriba, deslucido el tercero, al que castaño ha llevado templado pero sin poder obligarle lo más mínimo porque se viene abajo. Enorme disposición y entrega de Castaño, robando pases que parecían imposibles por ambos pitones, tragando los arreones y el corto viaje del toro, hecho un valiente. Se tira a matar entre los pitones, volcándose sobre la cara del toro para colocar un espadazo arriba que hace rodar al Miura sin puntilla. Mayoría de pañuelos en los tendidos y el de la chistera dice que no y le niega la oreja por su santo capricho. ¡Vaya personaje!. Otro tanto de lo mismo para describir el comportamiento del sexto, que no tenía ni un pase. Deslucido, sin fuerzas, derrotando con la cara alta, con un peligro sordo, un toro que solo valía para una lidia a la antigua, doblándose, por bajo, macheteando para dominarlo, someterlo y poderle. Eso y deshacerse de él cuanto antes. Coloca una estocada entera trasera y tendida que precisa del descabello para pasaportar a esta joyita.
El mejor lote se la ha llevado el Miura que toreaba, el sevillano Eduardo Dávila Miura, ya retirado pero que hoy se ha vestido de luces como homenaje a los 50 festejos de la ganadería de Zaheriche en Pamplona, en un bonito y arriesgado gesto. El segundo toro ha tenido nobleza y bondad, aunque iba con lo justo de fuerzas. Lo ha entendido a las mil maravillas, dándole la distancia, el ritmo y las pausas que pedáis el toro. Como los ángeles ha toreado el sevillano, con un temple exquisito, muletazos largos, con la mano baja, conduciendo con gran suavidad y despaciosidad la embestida con la cara baja del animal. Relajado, disfrutando del toreo, con el poso de la madurez que goza Dávila y sin la presión del que torea cada día o debe ganarse los contratos, sin que diera la impresión de ser un matador que no están activo, parecía que venía de cortar las orejas a cualquier otro toro en cualquier otra plaza el día anterior. Mata de un espadazo fulminante en todo lo alto. Oreja de ley que pasea con una alegría inmensa, no es para menos. El quinto, segundo de su lote también ha sido noble y embestía con bondad, obedeciendo a los engaños, pero carente de fuerzas desde su salida. Lo cuida Eduardo, lo lleva suave, doblones por bajo, redondos templados, el toro mete la cara bien pero le falta chispa y gracia, todo resulta muy soso y deslucido, poniéndolo todo el matador. Otro toro que precisamente por su falta de fuerzas presenta peligro sordo al defenderse y echar la cara arriba. Es en uno de esos arreones cuando le pasa el pitón por el muslo a Dávila Miura, no le hiere pero la punta del pitón llega al pecho del sevillano y le engancha del chalequillo, desagarrándolo, sin herirle, un auténtico milagro. No se echa atrás Dávila Miura, toma la muleta con la mano izquierda y le saca naturales sueltos de buena factura, alguno profundo, de gran mérito. Mata mal y escucha dos avisos. Menos mal que finalmente acertó con el descabello, hubiera sido una injusticia que se fuera el toro al corral, no se lo merecía el sevillano después de su buena actuación en esta tarde y después del valiente gesto de anunciarse en sanfermines con los Miuras, todo un reto.
Como ya he hecho en otras ocasiones voy a aprovechar un aparte para los toreros de plata. Esta tarde hemos disfrutado de momentos de gran calidad y enorme torería con el capote de brega y los garapullos (¿lo echabas de menos, Raúl?, va por ti, maestro). Es lo mínimo que podía hacer en esta entrada, sobre todo tras enterarme que el maestro Molés ha atendido las peticiones de algún buen aficionado quien se quejaba con razón del insufrible ruido que se colaba por los micrófonos de ambiente durante las retransmisiones de las corridas y ha disminuido ese ruido ambiental, algo que no sabes cómo he agradecido. Por cierto, ¿no sabrás quien ha sido el que le ha transmitido la queja?, es un auténtico crack. 
Lo dicho, toreros como Javier Ambel, sensacional en la lidia del segundo y solvente y seguro en banderillas del cuarto, Joselito Rus y Alberto Zayas cumpliendo un magnífico tercio de banderillas en el segundo, Fernando Sánchez pareando con su clase y  efectividad habitual al tercero y al sexto, saliendo andando del encuentro, derramando torería y aromas de otras épocas, desmonterado para responder a la cerrada ovación recibida. Toreros de plata que hoy también han sufrido los arreones de los toros de Miura y que han dado la cara haciendo las cosa muy bien. Es de justicia reconocerles su magnífica labor, tan importante y necesaria para que la lidia se desarrolle correctamente y el toro llegue en las mejores condiciones posibles a al faena de muleta. ¡Olé por los buenos toreros!.

Y con la miurada se cierran unos nuevos sanfermines, que creo han estado a un gran nivel, con triunfos sonados, con la soberbia respuesta de la afición llenando la plaza cada día, dando color y sonido, mucho sonido, demasiado sonido, a esta Feria del Toro, con nombres que han marcado esta semana; un Juli en figura, grande el madrileño; asentado, maduro y completo Talavante; seguro, firme y decido López Simón; poderoso y rotundo Perera; sin palabras al pundonor y el arte de Curro Díaz en los días más duros y amargos de su carrera y que nos dio un ejemplo de profesionalidad y valía humana. Pero que sobre todo, estos sanfermines han estado marcados por dos nombres. Uno es el del triunfo, se llama Andrés Roca Rey, dos puertas grandes y cinco orejas, casi nada, triunfador indiscutible. El otro es el de la tragedia, Víctor Barrio, fallecido a 350 Km, en la plaza de Teruel el pasado sábado 9 de julio, presente cada día en la plaza pamplonesa, hoy ha sido igual, brindis al cielo de todos los alternantes, sobrecogidos, sumidos en la pena, en el dolor y en la rabia tras los insultos y las infamias vomitadas por auténticos criminales en las redes sociales. La muerte del joven torero segoviano nos ha marcado a todos y ha conseguido lo que nadie había hecho hasta ahora, unir a todo el mundo del toro y despertarnos del letargo para alzar la voz y actuar de una vez por todas en defensa de la Fiesta. Desde el cielo se sentirá orgulloso de que su muerte no haya sido en vano y marque el inicio de una etapa en la que nada ni nadie va a acabar con la Fiesta. ¡Gloria siempre a Víctor Barrio! 

Antonio Vallejo


jueves, 14 de julio de 2016

9ª de San Fermín: Imparable Roca Rey


El pasado 8 de julio me preguntaba quién o qué podía parar a Roca Rey en su meteórica carrera hacia la cima del toreo. Aquella tarde había cortado tres orejas a dos toros de Fuente Ymbro abriendo de par en par la puerta grande de Pamplona en su presentación como matador en dicha plaza, al igual que un año antes lo había hecho como novillero. Después de verle torear esta tarde tengo la respuesta a mi pregunta: tan solo una cogida seria puede frenarle. Ya no hay duda que estamos ante uno de esos fenómenos que cada cierto tiempo salen en la tauromaquia y que son llamados a marcar un estilo y una época, ya nadie puede pensar que sus triunfos allá por donde pisa sean fruto de la casualidad, de la novedad o una moda pasajera. Su toreo emociona, conecta con todo tipo de aficiones y tiene los conceptos y las ideas muy claras, con un estilo propio y definido que conjuga enormes dosis de valor para ponerse en terrenos casi imposibles con el temple y el mando para someter a los toros. Hoy no ha sido distinto. Dos orejas cortadas al tercero de la corrida de Nuñez del Cuvillo le han permitido cruzar de nuevo la puerta grande pamplonesa, a hombros, rodeado de una afición enloquecida que no cesaba de gritarle "torero, torero". Una afición que un día más ha llenado hasta la bandera los tendidos para ver uno de los carteles estrellas de estos sanfermines, el integrado por el galo Sebastián Castella, el extremeño Miguel Angel Perera y el peruano Andrés Roca Rey para matar seis toros de Nuñez del Cuvillo muy serios, como corresponde a esta plaza de primera y a su Feria del Toro, bien presentados, de variadas hechuras y láminas, alguno quizás atacao de kilos y fuera de tipo a lo que es este hierro gaditano formado con mezcla de sangres Nuñez, Domecq y Osborne. Corrida descarada de pitones, cornidelantera y muy astifina con tres toros buenos, los lidiados en segundo, cuarto y quinto turno, noble el primero, con movilidad y peligro el tercero y muy deslucido el sexto, imposible para la lidia. 

Sebastián Castella es un toreo con amplio y buen curriculum en esta Feria del Toro. Querido y respetado por esta afición, hoy ha dejado patente una vez más su maestría y su poderío ante los toros, amén de una entrega infinita. Su primer toro, muy cuajado, quizás algo pasado de kilos, bien rematado por delante, cornidelantero, con mucha seriedad y dos puntas hacia arriba desafiantes, se mueve en el capote del francés, va y viene, pero lo hace sin excesiva clase y sin humillar. Se arranca con prontitud al caballo que monta José Manuel Moreno "Josele" quien pica trasero a este toro que no se emplea en el peto, dejándose pegar. Quita por chicuelinas del galo para probar al toro a la salida de varas, sigue demostrando prontitud y movilidad, sus mejores cualidades. Banderillas bien clavadas, con facilidad, por Isaac Mesa y Vicente Herrera con la colaboración de José Chacón en una buena brega. Como era de esperar, Sebastián Castella brinda al cielo, a la memoria de Víctor Barrio, algo que en esta temporada va a ser una norma, lógica y de agradecer a mi modo de ver, que el paso del tiempo no enfríe la reacción ejemplar del mundo del toro. Estataurios a pies juntos en la segunda raya para iniciar la faena. Le gana terreno a cada muletazo y saca al de Cuvillo hacia los medios, para rematar con un buen pase de pecho y otro de desdén con mucho gusto, recibiendo las primeras ovaciones. Se arranca pronto a la muleta adelantada que le ofrece Castella, pero su embestida carece de clase, con la cara arriba y protestando a cada lance. Mucho mérito el del francés al bajarle la mano para dominar la embestida de este complicado primero. Dos  molinetes para ligar una tanda en redondo templada y con la mano baja, sin que el animal toque la tela ni una vez, elevan el nivel de la faena por la emoción que imprime a su toreo, firme y con mando. La misma tónica al natural, temple en las manos de Castella ante la embestida deslucida del de Cuvillo, con enrome mérito y valor, especialmente en el final de faena, acortando las distancias para acabar entre los pitones, circulares y pases con enorme quietud del diestro, sin mover las zapatillas del suelo, máxima entrega y valor. Estocada entera, trasera y atravesada que pasaporta al toro. Ovación para la buena actuación de Castella.
El cuarto, segundo del lote del galo es un animal de preciosas hechuras, muy serio, cornidelantero, muy armónico y proporcionado. Se mueve, mete la cara en el capote aunque no humilla con exceso, pero apunta buenas cualidades. Cada tarde es un alivio para los oídos que llegue el cuarto toro y se abran las viandas de la merienda, al menos unos minutos de paz sin las canciones de las peñas, ¡qué respiro!, ¡podían merendar en más toros!. Se le castiga muy poco en el caballo, dos puyazos traseros muy medidos a cargo de José Doblado. Esta vez quien está fantástico en la brega es Isaac Mesa y quienes realizan un notable tercio de banderillas son José Chacón y Vicente Herrera, dejándose ver, llegando a la cara del toro y reuniendo muy bien, gran tercio. El inicio de faena por estatuarios y dos cambiados por la espalda en el centro del ruedo corta la respiración. Toma la muleta con la diestra y comienza el toreo por el pitón derecho con magníficas series tanto por colocación como por ejecución. Redondos templados, adelantando la muleta, largos, con la mano baja, extraordinarios, toreando lento, relajado, gustándose, siempre en el sitio. Por el izquierdo el toro va igual, humilla, entregado al poderío de Castella, aunque echa un poquito las manos por delante y complica algo los muletazos, pero está inmenso Castella sometiendo al de Cuvillo en unos naturales bellísimos. Finaliza dejándose llegar los pitones a la taleguilla, acortando las distancias, sin moverse, alarde de quietud y valor en un palmo de terreno. Mata de entera fulminante que le vale una oreja de mucho peso. Gran dimensión torera la de Castella en esta su única tarde en Pamplona.

De buenas hechuras, entipado, armónico, serio pero sin exageraciones el segundo. Humilla en el capote de Miguel Angel Perera aunque sale suelto sin permitir mucho lucimiento al extremeño. Se le  mide mucho en el caballo de Francisco Doblado, no se emplea, cabecea, pelea fea. La cuadrilla de Perera es algo excepcional, tres toreros de plata de primera línea: Javier Ambel, extraordinario en la brega, Curro Javier y Guillermo Barbero, excelentes en banderillas, ante un toro con complicaciones que les pone los pitones a la altura de los hombros. Por supuesto, brinda al cielo. Muletazos de tanteo suaves, probando al toro por el pitón derecho. Repite y humilla el de Cuvillo. Sensacional Perera, adelantando la muleta, poniéndosela en la cara, lo lleva muy metido y tapado, templado, en largo y por bajo en magníficas series de derechazos siempre colocado en el sitio para ligar los muletazos, con excelente ritmo. Por el pitón izquierdo le cuesta más tomar la muleta, pero el poderío y el temple del extremeño resuelven la papeleta y somete al Cuvillo en naturales lentos de gran belleza. Al retomar el toreo por el lado derecho le voltea de muy mala manera, susto tremendo afortunadamente sin consecuencias, de milagro ha salido ileso, con la cara ensangrentada, aliviados al comprobar que era sangre del toro. La tanda por el pitón derecho que cierra la faena, lentísima, por bajo, muletazos rotundos, deja todo merced de los aceros para conseguir trofeos. Lástima de espada y descabello, se esfuman quizás dos orejas de este gran toro de Cuvillo. Enorme la ovación para el extremeño por su magnífica labor.
El quinto es un toro grandote, bajo, hondo, nada más y nada menos que con 620 Kg en la romana, excesivo para este hierro, fuera de tipo y con hechuras que recuerdan a otras ganaderías, no a Cuvillo. Comenta el maestro Emilio Muñoz que le recuerda a Cuadri. Realmente sí, tiene hechuras más propias de ese encaste. No luce en el capote de Perera, aprieta hacia dentro, con clara querencia a tablas. Se va directo al caballo que monta Ignacio Rodríguez, quien agarra dos sensacionales puyazos delanteros que perfectamente pueden llevarse el premio al mejor tercio de varas de la feria. Al igual que en el primer toro del lote del extremeño se luce la cuadrilla en el tercio de banderillas, Curro Javier en la lidia y Javier Ambel y Guillermo Barbero con los palos, con gran facilidad y limpieza. Brinda al público y, cumpliendo con su ritual, coloca con mimo la montera en la segunda raya. Enorme la dimensión del toreo de Perera en este quinto ante un toro que de inicio no humilla, que pasa sin demasiada clase, al que, con paciencia y un dominio abrumador le coge la distancia para llevarlo muy templado sometido en la muleta. Mucho mérito el del extremeño, poderoso y rotundo. Por el pitón izquierdo le saca unas  series de naturales sublimes, templadas, largas, bajas, ligando los naturales sin moverse del terreno, perfecta su colocación al final del lance. Olés en los tendidos a cada muletazo. Finaliza la faena en esos terrenos que tanto le gusta pisar, en la cercanía, con los pitones llegándole a la barriga, toreo vertical, hierático, impasible, clavando las zapatillas en una baldosa, enroscándose al toro a la cintura por ambos pitones, con gran emoción y los tendidos puestos en pie. Importante la tarde de Miguel Angel Perera, al que solo la espada ha privado de posiblemente tres orejas, pero que ha dejado en el aire un aroma a toreo poderoso y con mando propio de lo que es, una figura del toreo. La cerrada ovación con la que el público pamplonica le despide es reflejo de lo que ha hecho frente a sus dos toros. 

Andrés Roca Rey, el nombre que toda la afición pronuncia a todas horas y en todas partes, la revolución del toreo, el que está poniendo la Fiesta patas arriba, uno de los que lidera esta maravillosa hornada de jóvenes matadores que desde hace una temporada está rompiendo todos los registros. Roca Rey, Alberto López Simón, José Garrido, Joselito Adame, nombres de esta generación llamada a ser el futuro de oro de la Fiesta, a los que habrá que sumar el de Luis David Adame que ha anunciado oficialmente que tomará la alternativa en Nimes durante la próxima Feria de la Vendimia, con tan solo un año de novillero con caballos. Otro portento del toreo que vendrá a animar la temporada junto a sus compañeros.
Tremendo, brutal de pitones el tercero, dos leños, muy abierto, veleto, desproporcionado para su peso, 510 Kg, y su caja. Lo recibe el peruano echándose el capote a la espalda, sin guardarse nada, por gaoneras, un farol y una larga a una mano con mucho sabor. Suelto de salida el de Cuvillo, le avisa por el pitón derecho en una colada, sin fijeza, no quiere ir al caballo. Prácticamente no se le castiga en varas, algo por cierto muy habitual en este torero al que le gusta dejar cruditos los toros de cara a la muleta. Quita por tafalleras en el centro del ruedo el propio matador, le arrolla en el primer lance y nos pega un susto de muerte. Se levanta como si nada, ni se mira y continúa con sus tafalleras como si aquí no hubiera pasado nada, rematando con otra larga a una mano echando el capote por los suelos. Se pueden imaginar la reacción del público, en pie, gran ovación. Tercio de banderillas en el que sigue demostrando falta de fijeza. Colocan los palos Francisco Gómez "Paquito Algaba" y Juan José Domínguez con oficio. Brinda al público. Se planta en los medios e inicia la faena por estatuarios  que liga con un cambiado por la espalda arriesgadísimo, que pone el "uy" en las gargantas. Buena serie por el pitón derecho en la que el limeño lo hace todo, con la muleta adelantada, tapándole la cara para evitar que se vaya suelto al final del pase, con un mérito enorme todo lo que hace. Por este pitón el toro es reservón, se frena a mitad del muletazo, busca al torero y le prende primero por la rodilla y luego echa la cara arriba rozándole el cuello. ¡Otro susto!. ¿Cómo responde?, impávido, sigue toreando en redondo como si tal cual, pegándole una serie con la mano baja, templadísimo, pasándose los pitones a milímetros de los muslos, enorme, inmenso Roca Rey, por ahí y por el otro pitón, naturales templados, largos y bajos, aunque el de Cuvillo echa la cara arriba y traga lo indecible el peruano. Son increíbles las maneras y la madurez de este torero que tan solo tiene 19 años y lleva un año escaso de alternativa, alucinante. Pone a plaza en pie con otro cambiado por la espalda agónico, las manoletinas finales de rodillas y un pase de desprecio mirando la tendido que generan el éxtasis, la locura colectiva, el delirio en los tendidos. Lo revienta de un estoconazo en el sitio que hace rodar al de Cuvillo sin puntilla. Dos orejas y segunda puerta grande para  Andrés Roca Rey en estos sanfermines, en los que ha cortado nada menos que cinco orejas, ¡qué bestia!.
Toro sin historia el sexto. Una pena porque era un animal de preciosas hechuras, muy serio, cornidelantero y muy astifino. Desde salida echa la cara arriba y las manos por delante, no humilla, poco lucido el recibo con el capote de Roca Rey. No se emplea en el caballo, se deja pegar dormido en el peto. Resuelven con oficio y mucho mérito los Franciscos, "Paquito Algaba" y  "Viruta", el tercio de banderillas, complicado por cómo lleva de alta la cara este de Cuvillo, del que iba a decir que ha resultado deslucido en la muleta, pero mentiría, porque ha sido imposible, nulo para la lidia. No embiste, lo que hace es echar las manos por delante, pegar un salto y llevar la cara ya no arriba, en el hiperespacio. Derrota por ambos pitones, pega tornillazos a diestra y siniestra, corta el viaje. Lo dicho, imposible para la lidia. A pesar de todo Roca Rey está muy valiente, se pone, le deja la muleta en la cara ¡e intenta llevarlo por bajo!. Lo de este joven es impresionante, no se arruga ante nada, admirable su valor y su entrega ante un toro al que lo mejor que se podía hacer era pasaportarlo lo antes posible para no recibir una cornada. Está claro que el desgarro de escroto del pasado 8 de julio no le ha afectado lo más mínimo, ¡los sigue teniendo igual de bien puestos!. Perdonénme la grosería pero es que me sale del alma. Mata de más de media en el sitio y varios golpes de verduguillo para abandonar el coso pamplonés a hombros camino del Paseo de Ernest Hemingway erigido en el triunfador de los sanfermines 2016, a falta de la corrida de la corrida de Miura que cerrará esta Feria del Toro que queda marcada con el nombre y la figura de un limeño de 19 años, Andrés Roca Rey, imparable.

Antonio Vallejo

miércoles, 13 de julio de 2016

El toreo es arte, el arte es sentimiento


Desde el pasado sábado vivimos inmersos en un mar de tristeza, de dolor, de rabia ante los insultos, en definitiva, de emociones, de sentimientos. Días muy complicados para todos cuantos amamos la Fiesta, aún más por la ola de insultos a la figura de Víctor Barrio, en la que los profesionales están dando una muestra de hombría, de gallardía, de valentía, de rectitud inigualable, demostrando cuales son los valores del toreo, aquellos que desde muy niños aprenden en la escuelas taurinas, el respeto y la verdad, lo que englobamos en ese concepto tan bonito y que solo quien lo siente sabe qué significa: torería. La templanza de ánimo que el mundo del toro está mostrando al mundo en estos momentos tan difíciles son un ejemplo de cara al mundo. Pero  templanza y saber estar no van reñidos con firmeza y rotundidad en la respuesta y en la acción contra los ataques. 
Reconforta escuchar las palabras de Sebastián Castella, presente ayer en un burladero del callejón, ante las cámaras de Canal Plus Toros. Con mucha emoción recuerda a Víctor Barrio, como dice el galo, la ausencia más dura de estos sanfermines y, con enorme serenidad pero con tremenda contundencia responde a los insultos vertidos en estos días. Dice el maestro que "le hierve la sangre", que el cuerpo le pide responderles de igual manera, pero deja una reflexión acertadísima. Dice Castella que entrar en el insulto fácil no es la manera de defender la Fiesta, que ese no es el estilo de los toreros, que los valores del toreo son otros y que la respuesta debe hacerse con la máxima dureza pero por los cauces que se debe, sin perder ni un minuto más, todos remando en la misma dirección y aportando cada uno nuestro granito de arena en defensa de la Fiesta. Totalmente de acuerdo con Sebastián Castella, todo un torero y un caballero.
Igual que reconforta ver a un actor británico, James Cosmo, célebre por su papel en la serie Juego de Tronos, así como por su actuación en películas como Braveheart, Las Crónicas de Narnia o Troya, emocionarse y llorar en una barrera cuando Juan José Padilla le brinda un toro. Demuestra que el toreo es arte, que genera sentimientos y emoción y que llega atoro aquel que quiera acercarse a él, sea de donde sea, porque el arte y la belleza es eso mismo, sencilla expresión de sentimientos y emociones. Eso es el toreo, que no conoce fronteras, ni barreras sociales, ni políticas, como el arte, que gusta o no, pero que jamás puede ser prohibido por oscuros interese políticos siempre ligados a la misma ideología marxista totalitaria.
Y como también reconforta ver y escuchar a otro maestro, Julián López El Juli, no solo por su portentosa faena al quinto, sino por sus palabras al terminar la triunfal vuelta al ruedo con las dos orejas del toro en sus manos. Emocinadas y cargadas de sentimiento sus palabras que reproduzco textualmente, dedicando el triunfo a Víctor Barrio y a su familia"Me siento hasta mal de estar tan feliz porque hay un compañero que no está con nosotros. Esto va por él, por su familia y su mujer por demostrar unos valores y una categoría que no existen en otro mundo que no sea el del toro. El mejor homenaje que los toreros podemos hacer a Víctor Barrio es torear bien. Va para él y para su familia". ¿Se puede ser más sincero?, ¿se puede ser más hombre?, ¿se puede ser más íntegro?. Son superhombres, se juegan la vida por crear arte y gozan de unos valores que debieran ser ejemplo para gran parte de la juventud acomodaticia y conformista que no conoce ni quiere conocer términos como superación, entrega, sacrificio.

Son tan solo  tres ejemplos. En estos días hemos escuchado y visto cientos de ellos más, pero son tres ejemplos que reconfortan y reafirman nuestra afición y nuestro amor hacia esta bella Fiesta que son los toros, expresado y vivido desde la emoción y los sentimientos, porque el toreo es arte y el arte es sentimiento.

Antonio Vallejo

8ª de San Fermín: Juli honra a Víctor Barrio, Juli honra al toreo


Aunque puede parecer repetitivo, no es posible apartar de la mente lo que sufrimos el pasado sábado, va a ser muy complicado superarlo, pero la muerte de Víctor Barrio en la plaza de toros de Teruel no ha sido en vano, por dura que parezca esta afirmación. El dolor de su viuda y sus padres, de toda su familia y de toda la familia del toreo lo ha convertido en una especie de mártir, un referente, un símbolo de nuestra Fiesta, tal ha sido la catarata de insultos, ofensas y barbaridades vertidas en las redes sociales tras la trágica muerte del joven torero segoviano. La figura injuriada de un hombre que entregó su vida por crear arte y belleza ha servido para despertar al mundo del toro y crear un sentimiento de unión que jamás se había visto. Lo ha levantado, lo ha puesto en pie de guerra  y me da la impresión que ya no va a haber quien nos pare. Una de las puntas de lanza a la hora de responder en estos días a los canallas que vomitaron basura en sus mensajes de Twitter y Facebook  ha sido Julián López El Juli, sin pelos en la lengua, sin miedo, llamándoles por su nombre, dando la cara, de frente y por derecho, como el toreo, el mismo toreo que ha desplegado en esta tarde de sanfermines frente al quinto, un buen toro de Victoriano del Río al que ha cortado las dos orejas. Su figura en el centro del ruedo, con las orejas del toro en sus manos alzadas, mirando al cielo, ofreciéndoselas a Víctor Barrio, quien a buen seguro las ha recogido en su barrera del cielo, resume el sentir de toda la profesión y la afición taurina. El mejor homenaje que Juli le podía hacer, la mejor manera de honrar su figura y su memoria, la mejor manera de honrar al toreo, Julián López, un maestro dentro y fuera de la plaza, poderoso y con mando delante de los toros y frente a los otros animales a los que va a poder y someter, estoy convencido de ello.

Corrida muy completa la que Victoriano del Río ha mandado a Pamplona. Seria, bien presentad, de buenas y variadas hechuras, encastada, enrazada, con movilidad, nobleza, clase y calidad, siendo el segundo el único que ha desentonado  por su aspereza, sin entregarse, derrotando por ambos pitones. Para lidiarla tres nombres de mucho cartel: el ídolo de Pamplona Juan José Padilla, "ílla, illa, lila Padilla maravilla" le gritan sus seguidores que aquí son legión, todo corazón y entrega el Ciclón de Jerez, el Pirata, Julián López El Juli, puro magisterio, poderío, saber y mando, y Alberto López Simón, la quietud y la impasibilidad hechas torero. Solo Juli ha salido a hombros, pero una tarde más bien podían haberlo hecho los tres matadores, puesto que Padilla y López Simón han perdido un posible trofeo frente al cuarto y al tercero respectivamente al fallar con la espada. 

El quinto de la tarde, Desgarbado, de 550 Kg ha sido el toro de la corrida, en el que Juli ha demostrado toda su sabiduría y su tremenda técnica, entendiendo a la perfección, desde el primer muletazo, la lidia que requería el de Victoriano. Inicio de faena por bajo, flexionado la rodilla, en largo, obligándole a humillar, sometiendo su embestida. Toro con fijeza y bravura, acude pronto al toque, mete la cara con clase, repite en la muleta que el de Velilla de San Antonio le ofrece adelantada. Redondos templados, largos, ligados, la mano baja, dándole la distancia y las pausas que necesita. Dominador absoluto Juli, inmenso. Por el pitón izquierdo somete al toro por bajo, rotundo Juli, poderoso, con la  muleta baja, barriendo la arena, naturales largos citando muy delante y llevando muy largo el viaje del toro, naturales profundos de una calidad y una clase fuera de categoría. Termina la faena totalmente entregado el madrileño, relajado, templadísimo, disfrutando del toreo, auténtica lección de mando la que ha impartido hoy en Pamplona. Estocada entera y un golpe con el estoque de cruceta terminan con este buen toro de Victoriano del Río, premiado con la vuelta al ruedo, quizás excesivo premio, pero me parece bien, máxime en esta temporada y en estos días en los que necesitamos remontar el vuelo anímico. Dos orejas que Juli entrega al cielo, dirigidas a Víctor Barrio, en una imagen cargada de simbolismo. ¡Olé, maestro!.
Ya había brindado Juli al cielo el primero de su lote, un toro complicado que ha metido la cara abajo en el caballo empujando con celo en el peto. En banderillas aprieta y pone en apuros a la cuadrilla del madrileño. Difícil en la  muleta, sin entregarse, cortando el viaje, se frena a mitad del muletazo, se revuelve, echa la cara arriba derrotando por ambos pitones. Todo apunta a faena imposible, pero eso no entra en la cabeza de Julián. Sigue poniédose por ambos pitones, no pierde un paso, ¡qué poderío!, y logra someter por bajo al de Victoriano del Río, le saca dos naturales excelentes que preceden a una serie al natural excelente, para volver a tomar la muleta con la mano derecha y pegarle una serie por bajo que acaba por hacer que el toro se rinda a la maestría de Juli, a su mando, y se entregue definitivamente. faena de enorme mérito y de gran dimensión para el aficionado en la que Juli ha dejado patente una vez más su tremenda capacidad y aparente facilidad para dominar a cualquier tipo de toro. De haber acertado con la espada a la primera hubiera acortado una oreja de enorme valor. Tarde rotunda de Juli, magistral una vez más en Pamplona ¡y ya son once las veces que ha salido a hombros por la puerta grande de esta plaza!.

El idilio de Juan José Padilla con esta afición viene de mucho tiempo atrás. La entrega y el inmenso corazón del Pirata hechizaron desde su primera actuación sanferminera a esta plaza. Siempre fiel a su estilo, sin engañar a nadie, dándolo todo en cada tarde que ha toreado, ha sabido conectar a las mil maravillas con los tendidos, rendidos a los pies del jerezano, quien también es un enamorado de Pamplona, que vive los sanfermines desde las ocho de la mañana siendo habitual verle en los encierros mezclado con los mozos, incluso haciendo alguna carrera. Recibe al primero con una larga cambiada rodillas en tierra que enloquece a los tendidos de sol. Torea a la verónica con pasión, bonitos los lances, acompasados, el toro va y mete la cara. No se emplea en el caballo, cabecea, se deja pegar. Le vale a Padilla en banderillas, tercio en el que demuestra unas  facultades físicas tremendas haciendo las delicias de los aficionados con dos buenos pares bien reunidos y un tercero al violín marca de la casa. Como es lógico brinda este primero al cielo,  seguro que con la emoción de quien vio tan de cerca la muerte  aquella tarde de octubre en Zaragoza. Comienza de rodillas, junto a las tablas, arriesgado. El toro protesta, lo saca hacia los medios y toma la muleta con la mano izquierda. Por ese pitón se desplaza bien, lo lleva templado y largo el Pirata, mete bien la cara y permite a Padilla sacar naturales bajos y profundos, olés en los tendidos. Por el pitón derecho no va con tanta calidad, derrota, pero ese defecto lo cubre el jerezano con enormes dosis de entrega, recursos y guiños a los tendidos para calentar los ánimos, si es que no lo estaban ya, exponiendo, tanto que en uno de esos derrotes le pone el pitón a la altura del pecho rasgándole el chaleco. No da pausa Padilla, en un abrir y cerrar de ojos cuadra al toro y coloca una estocada entera recibiendo otro varetazo en el pecho. Oreja con petición de la segunda en una clamorosa vuelta al ruedo con la bandera pirata al aire entre el clamor de la afición.
También recibe de rodillas al cuarto, con dos largas cambiadas, en su línea. precioso el galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo. No se emplea el de Victoriano en varas pero tiene movilidad y permite al Ciclón ejecutar un vibrante tercio de banderillas que levanta al público de sus asientos. Como en el primero inicia la faena de rodillas, el toro no se arranca, segundos de dudas y de angustia ante la arrancada del animal. Por fin lo hace y toma la muleta que le ofrece Padilla adelantando la mano, llevando largo al toro en redondos por bajo ligados. Molesta el viento, el toro mete la cara muy abajo, repite con calidad y pide que se le torre por bajo. Muy entregado Padilla, poniéndolo todo, faena de mucho oficio en la que buscó la oreja por todos los medios, premio que se le esfumó por fallar con la espada, una pena.

Alberto López Simón regresaba tras su sensacional actuación en la tarde de ayer ante los toros de Jandilla, con el ánimo intacto, con las mismas ganas de abrir la puerta grande que tuvo a un paso y que rozó con la yema de los dedos. No cumple el tercero en los primeros tercios. Algunos lances sueltos a la verónica pero no se entrega.  Tampoco lo hace en el caballo, se le pega poco. Parado en banderillas, reservón, mide mucho, espera y pone en apuros a la cuadrilla del madrileño, que resuelven con oficio. El toro está crudito, se le ha castigado poco, se desplaza sin excesiva clase pero con emoción. Lo entiende bien López Simón por el pitón derecho, lo lleva por bajo, sometiéndole, pasándoselo muy cerca, llegando a los tendidos. Toro complicado con mucho que torear, embestida incierta, a distinta velocidad según el lance, siguiendo la muleta en los finales de cada pase, haciendo que el torero tenga que perder un pasito para no ser prendido y colocarse para tratar de ligar los muletazos. En un redondo es prendido de la rodilla, afortunadamente sin consecuencias. Muy firme López Simón, dando una dimensión de torero entregado y con hambre de triunfo sea cuales sean las condiciones de sus enemigos. Mata de entera certera recibiendo una merecida ovación en reconocimiento a su entrega y valor.
El sexto es un animal de bellísima lámina, astifino, serio, armónico, precioso. Se desplaza en el capote del madrileño, mete bien la cara. Se le castiga poco en varas, algo que empieza a ser habitual en toreros del corte de López Simón y Roca Rey que quieren a sus toros muy enteros en la muleta. Faena de muleta que inicia junto a las tablas a pies juntos, ganando terreno al toro a cada pase, para llevarlo a los medios y torear por el pitón derecho con muletazos de buen trazo, limpios pero a los que le falta un punto de emoción. Hace de la quietud y la impasibilidad un arte, toreo vertical, pasándose al toro por la barriga, poniéndolo todo para enganchar con los tendidos, pero el que es enganchado es el propio matador al intentar un pase por el pitón derecho. Voltereta sin consecuencias que envalentona aún más a López Simón. Acaba metido entre los pitones, junto a las tablas, pasándoselo por ambos pitones a centímetros de la taleguilla. Mata de pinchazo y estocada entera cortando una oreja como premio a su entrega y disposición toda la tarde. 

Por undécima vez ha abierto la puerta grande de Pamplona Julián López El Juli en una tarde magistral de mando y poderío, demostrando una vez más una capacidad para someter a los toros única. Tarde importante no solo para el maestro madrileño, más importante aún por lo que significa para la Fiesta en estos días de sentimientos a flor de piel. Con su toreo, con su triunfo, con su salida a hombros Julián López El Juli toma el mando en la plaza y fuera de ella en defensa de los toros, honrando la memoria de Víctor Barrio y honrando al toreo. 

Antonio Vallejo 

martes, 12 de julio de 2016

7ª de San Fermín: Obra cumbre de Alejandro Talavante





La vida sigue, no queda otra. El mundo del toreo sigue aturdido tras la trágica muerte de Víctor Barrio el pasado sábado en Teruel. Esta misma mañana se ha celebrado el multitudinario funeral en Sepúlveda con la presencia de una lista interminable de nombres de toreros, banderilleros, picadores, ganaderos, gente del toro que han querido arropar con su presencia a una familia rota y que también ha querido dar un puñetazo sobre la mesa y decir basta a la ola de insultos y agresiones que los taurinos llevamos soportando desde hace un tiempo y que en estos días ha alcanzado un nivel de degradación moral insoportable. Son inadmisibles las barbaridades que se han volcado en las redes sociales en las últimas 48 horas. Gracias a Dios la reacción ha sido inmediata y uniforme, todos a una, contra las injurias de personajes repugnantes que en cuanto se han visto respondidos y acosados han borrado sus perfiles de Facebook y Twitter, ¡qué valientes!, y han tomado la huida como refugio. Miseria, escoria, despojos de la sociedad, que no merecen perder un segundo más con ellos, ya tendrán lo suyo en los tribunales tras las denuncias presentadas hoy mismo contra ellos por la Asociación del Toro de Lidia. 
La vida sigue y tiene que seguir, es la mejor manera de honrar a Víctor Barrio y de seguir haciendo grande nuestra Fiesta.
Así ha sido esta tarde en la plaza de toros de Pamplona, que poco a poco va recobrando la normalidad. Lleno absoluto, cartel de "no hay billetes" para la corrida de Jandilla con los diestros Diego Urdiales, Alejandro Talavante y Alberto López Simón, cartel rematado, de máxima expectación. Y si no hubiera sido por el fallo con la espada hoy habríamos asistido a la imagen triunfal de la Fiesta, con Talavante y López Simón saliendo a hombros camino de las calles pamplonesas, en contraposición a la imagen del dolor de estos días. La imagen que tanto necesita la Fiesta, y más en estos momentos, para dejar patente que nada ni nadie nos va a detener ni va a prohibir nuestra afición y que no nos arrugamos ante nadie ni ante sus insultos, sus amenazas o sus agresiones. Una lástima que al extremeño y al madrileño se les escaparan con los aceros dos orejas del quinto y una del sexto respectivamente que les habrían abierto de par en par la puerta grande del coso del Paseo de Hemingway. 
Seis toros de Jandilla, afamada ganadería extremeña de origen Domecq Díez que tantos triunfos ha cosechado en esta plaza de la capital navarra, bien presentados, serios, como es norma en Pamplona, por algo se denomina la Feria del Toro, de variadas hechuras y de comportamiento y juego desigual, con un tercero y sobre todo el quinto muy buenos , nulos primero y cuarto y manejable el segundo, complicado el sexto. Nobles en general aunque mantenido tendencia a irse sueltos, no se han empleado en el caballo y han mostrado querencia hacia la puerta por la que enfilan el camino a los corrales en el encierro matinal. Ante estos animales han estado los matadores por encima, con una entrega y una disposición encomiables, haciendo las cosas muy bien, siempre adelantado la  muleta y tratando de llevar toreados a los jandillas, templados, firmes, muy toreros los tres. Estoy seguro que desde el cielo Víctor Barrio les ha aplaudido y ha disfrutado con la torería que han mostrado en esta tarde sanferminera en la que, como decía, la "normalidad" de esta plaza regresaba a los tendidos, con el bullicio y el ruido infernal, toreando al son de acordes de piezas tan taurinas como la "chica ye-ye", "mi gran noche", "a quién le importa", la ranchera "El Rey" y otras del repertorio habitual que "ameniza" las faenas de muleta.

El primero es un toro bajo, corto de cuello, serio, velero, astifino. Sale suelto, sin fijeza en los capotes, no humilla, embiste un tanto descompuesto, sin clase, siempre la cara arriba, no permite lucimiento alguno a Diego Urdiales en su saludo de capa. No se emplea en le caballo, se le castiga poco, dos puyazos poco más que señalados. El toro espera y corta en banderillas, no ayuda nada a Víctor García "El Víctor" y a Juan Carlos Tirado, que resuelven con oficio el tercio, con Víctor Hugo Saugar "Pirri" en la brega. Brinda el riojano al cielo, a su compañero fallecido, se le nota la emoción, aún está muy fresco en el recuerdo el drama. Nula calidad en la embestida del de Jandilla, a la defensiva, echando la cara arriba, pegando constantes tornillazos. Enorme suavidad la que aplica Urdiales en los primeros muletazos, templados, tratando de corregir el defecto del toro, pero la falta de casta y fuerzas del animal lo impiden, y eso que ni una sola vez ha dejado el de Arnedo que el toro le toque la muleta, lección de temple en sus manos. Máxima entrega del riojano, firme por ambos pitones, muy por encima de las condiciones del toro que deslucen cualquier intento de toreo. En estas circunstancias solo queda pasaportar al animal, lo demás resulta imposible. Mata de entera caída fulminante.
No es mejor el cuarto, segundo del lote de Diego Urdiales. Un toro de buenas y bonitas hechuras, musculado, muy serio, veleto, dos enormes defensas. Echa las manos por delante y lleva la cara arriba sin humillar, sin opciones para el lucimiento en el capote. Fea la pelea en varas, cabecea, hace sonar el estribo, sin empujar. Tampoco se emplea en banderillas, siempre la cara arriba, pares de sobaquillo a cargo de "Pirri" y Juan Carlos Tirado, con "El Víctor" tratando de cuidar al toro en la brega. Los augurios de cara a la faena de muleta no son precisamente optimistas. Embestida rebrincada, de viaje corto, con la cara arriba, sin descolgar, no humilla, derrotando en cada muletazo, muy deslucido a pesar del buen hacer de Urdiales que le pone la muleta alante, le baja la mano, muy templado, evitando en todo momento que el jandilla toque los engaños, pero las condiciones del toro son nulas para el lucimiento. Enorme el esfuerzo de Diego Urdiales en la tarde de hoy poniéndose por ambos pitones, más que justificándose, intentando sacar de donde no hay a este toro sin clase, sin casta, sin gracia y sin emoción. Mata de entera arriba con suma facilidad y escucha una cariñosa y merecida ovación de la afición pamplonica en reconocimiento a su entrega, disposición y buen hacer en su lote. Muy bien la afición en esta tarde, olé por ella, demostrando que sabe mucho de esto.

El extremeño Alejandro Talavante cumple en esta temporada diez años de alternativa. Diez años en los que se ha consagrado en figura del toreo, diez años en los que ha triunfado en todas las plazas, de primera, de segunda y de tercera, diez años en los que su toreo ha evolucionado y se ha perfeccionado y que en la tarde de hoy ha alcanzado su mayor nivel y su máxima expresión. La faena al quinto de la tarde es cumbre, completísima, rotunda, redonda, mil calificativos podría aplicarle y me dejaría alguno en el tintero. Faena de al menos dos orejas si no hubiera sido por el fallo con la espada. He leído "faena emborronada por la espada". No estoy de acuerdo, la faena que a mi me ha dejado en la memoria Alejandro Talavante no está emborronada por nada, el toreo al natural que ha bordado no lo emborrona nada, los redondos profundos tampoco y la variedad de suertes, recursos y adornos tanto con el capote como con la muleta ni mucho menos quedan emborronados. Aferá la estadística, que dirá que ha cortado una oreja y ha dado una vuelta al ruedo, pero el Arte no son números, el Arte no se mide con cifras, el Arte es sentimiento, el Arte es belleza, y eso es lo que me ha dejado Talavante, Arte, emoción, sentimiento y belleza en una obra cumbre. Toro muy bien hecho este quinto, armónico, serio pero sin excesos. Sensacional el recibo capotero de Talavante con una cadencia, un compás y un juego de manos a la verónica con una profundidad y una belleza inmensas, tanta como las dos medias y revolera de remate. Deslucido tercio de varas. No perdona López Simón su turno de quites a la verónica aprovechando la bondad del jandilla, que mete la cara abajo, humilla con clase y calidad. Lo cuida, lo mima Juan José Trujillo en la brega, excelente, ni un capotazo, como debe hacerse. Banderillas limpias haciendo bien la suerte a cargo de Vicente Luján y Julio López. Inicia la faena de muleta sin preámbulos, directamente por el excelente pitón izquierdo del de Jandilla, relajadísimo, templado, naturales largos, bajos, profundos, ligados, con una despaciosidad insuperable. El toro repite, con fijeza, humilla, tiene clase y cálida, noble y bravo, un muy buen toro. Por el pitón derecho la embestida del animal es igual. Series en redondo templadas, con largura, bajando la mano, inmensas, como Talavante, firme y seguro por ambos pitones, conduciendo con enorme suavidad al toro, con profundidad y pureza, saliendo de la cara del toro con garbo y una torería infinita. faena de mucha altura, faena redonda, obra suprema del toreo, tanto en el fondo como en los adornos y remates. Si con el capote había demostrado gran variedad y vistosidad, con la muleta también lo ha hecho, siempre con el argumento del toreo de verdad como hilo conductor. Trincherazos, molinetes, cambios de mano, arrucinas, pase de las flores, los de pecho para rematar la series largos, de pitón a rabo. Rotundo y completo el toreo del extremeño, dejando patente su enorme capacidad técnica y artística. Lo que ha hecho Talavante queda para el recuerdo de los aficionados, una faena de las que no se olvidarán, quizás la mejor de esta Feria, en pugna con la de Roca Rey del pasado día 7 a un toro de Fuente Ymbro. Un pinchazo, media arriba y dos descabellos hacen que las dos orejas, y quizás algo más, se esfumen. Da una clamorosa y merecida vuelta al ruedo de mucho valor y que vale más que muchas orejas. Obra cumbre de Alejandro Talavante en esta tarde en la que aún intentamos recuperarnos de tanta pena en el alma taurina.
Antes había cortado una oreja al segundo, toro de preciosas hechuras, musculado, muy serio, astifino. Lo recibe con lances a la verónica a pies juntos ligados con dos tafalleras, una chicuelina y una media a manos bajas relajando la figura, con inmenso sabor. Suelto y sin fijeza el de Jandilla, buscando su querencia, le cuesta entrar al caballo y recibe dos puyazos en los que empuja metiendo la cara abajo. Buen tercio de banderillas con Juan José Trujillo y Julio López clavando los palos con gran facilidad, acorde a la calidad de estos magníficos banderilleros, asistidos por un sensacional Vicente Luján en la brega. Al ser este su primer toro brinda al cielo, en recuerdo y homenaje a Víctor Barrio. El inicio de faena deja claro cómo ha venido Talavante en esta tarde. De rodillas, en el centro del ruedo, citando al toro que se arranca desde las tablas para pasárselo con una arrucina con la muleta a la espalda de enorme riesgo, para proseguir con una serie en redondo y otra al natural con muletazos templados, largos, ligados, bajando la mano, aunque se desplaza mejor por el pitón derecho, protestando más por el izquierdo. Magnífico el extremeño, firme, templado, asentado, con una seguridad y una soltura  fruto de su madurez torera, conduciendo larga la embestida del toro, tan solo deslucido al final de los muletazos por la tendencia del jandilla a irse suelto. Lo pone todo Talavante, lo que no hace el toro lo hace él, si falta emoción en la embestida él se echa al suelo, se planta de rodillas y termina la faena con una serie en redondo con ambas rodillas sobre la arena del coso pamplonés. Una estocada entera traserita y un descabello liquidan al toro y valen una oreja justa y merecida porque lo ha hecho todo el extremeño, muy por encima de las cualidades del jandilla.

El caso de Alberto López Simón es digno de estudio. Hasta el pasado San Isidro era uno más de los muchos matadores que tiene que pelear por uno o dos contratos en la temporada, era un torero desconocido que llevaba tiempo sin torear. Se anunció en un domingo de San Isidro, una de esas tardes que muchos abonados desestiman por poco atractivas y en las que regalan el abono a familiares o amigos. Aquella tarde de mayo de 2015 abrió la Puerta Grande de Las Ventas y ahí comenzó una carrera fulgurante, una carrera triunfal en todas las plazas de España y América, solo Sevilla se le ha resistido. Sin ir más lejos ni salir de Pamplona, en los pasados sanfermines abrió la puerta grande pamplonesa al cortar tres orejas precisamente a toros de Jandilla, el mismo hierro con el que se anunciaba hoy. El tercero, primero de su lote es alto, serio, proporcionado, sin excesos. Suelto de salida, sin mostrar excesiva fijeza, echando las manos por delante, sin lucimiento en el capote. Casi derriba a Tito Sandoval en el primer encuentro con el caballo. Se le mide el castigo a la vista de las aparentes faltas de fuerza del animal. Quite de Diego Urdiales por verónicas, casi delantales, sin excesivo lucimiento. Brega Miguel Ángel Sánchez y colocan los pares Domingo Siro y Jesús Arruga con oficio a este toro parado que espera y aprieta en banderillas. Brinidis emotivo al cielo, a su amigo, más que compañero de profesión, con el que tantas tardes ha compartido siendo novilleros, brindis emocionado en el que gracias a la magnífica realización de Canal Plus Toros se lee perfectamente en sus labios "va por ti, amigo". Inicio de faena a pies juntos en el tercio, sin moverse, terminando la tanda con una trinchera mirando al tendido. Toro algo tardo al que le cuesta humillar y que no demuestra excesiva clase, aunque se desplaza y tiene movilidad por ambos pitones. Extraordinario el madrileño, con enorme entrega y disposición, poderoso, dominador, muy firme, templado, redondos y naturales largos, ligados, con profundidad, exprimiendo al toro, sacándole todo lo que lleva dentro, basando todo en su concepto vertical del toreo. Más entrega imposible, como muestra el final de faena toreando en redondo y ¡manoletinas! con ambas rodillas en tierra, en un alarde de valor y disposición. Pincha al entrar a matar en los medios en la suerte de recibir, para enterrar la espada al segundo viaje. Oreja más que justa y merecida tanto por entrega como por valor artístico, en mi opinión. 
Media puerta grande abierta para el de Barajas. Le quedaba el sexto para rematar la obra, un toro alto, abierto de cara, ancho de pitones, suelto de salida. Lo recibe López Simón a la verónica, mejor el torero que la embestida del de Jandilla, descompuesta, sin entregarse, echando las manos por delante. Mínimo castigo en el caballo a la vista de las condiciones del toro. Buenos los pares colocados por Miguel Ángel Sánchez y Jesús Arruga, realizando la suerte con limpieza. Va a por todas el madrileño, de rodillas en los medios, redondos coreados con olés. El jandilla no mete la cara, no humilla, derrota arriba, sin clase, se queda corto, embestida descompuesta, deslucida, sin calidad, por ambos pitones. Enorme López Simón, muy por encima del toro, pleno de disposición y entrega, haciéndolo todo, adelantando la muleta, tratando de llevarlo templado y por bajo, sin que le toque la tela a pesar de los derrotes y la embestida con la cara arriba, defendiéndose más que embistiendo. Mucho mérito lo que ha hecho el madrileño en la tarde de hoy, demostrando que su situación actual en lo más alto del escalafón no es una casualidad. Pinchazo y entera desprendida para pasaportar al de Jandilla. Petición insuficiente que cierra la puerta grande pero con una vuelta al ruedo que vale mucho.

La vida, por tanto, ha seguido, no como nos hubiera gustad, con la terna a hombros pero en un caso, el de Diego Urdiales, las nulas condiciones de los toros y en otros, los de Talavante y López Simón, la espada, han dado al traste con nuestra esperanzas, quizás más, con la necesidad de ver otra vez la imagen triunfal de la Fiesta que nos alivie tras tanto dolor.  

Antonio Vallejo