domingo, 18 de junio de 2017

Luto en la Cultura, D.E.P Iván Fandiño


La noticia me ha llegado como un mazazo, como siempre ocurre en estos casos, cuando el drama y la desgracia toman el mando de la escena, inesperada, esta vez en forma de llamada telefónica de un gran amigo, Santiago Llamas, mientras subía en el ascensor de mi casa tras regresar de ver la Corrida de la Cultura. Pensaba que, conociéndole y sabiendo que aún estaba en la plaza de toros y como no nos habíamos visto era para despedirse tras este intenso mes de toros que hoy se cerraba con un broche de oro, algo lógico porque difícilmente olvida un detalle. Jamás olvidaré su tono de voz al preguntarme si estaba enterado la terrible noticia. Lógicamente no sabía nada, volvía de los toros con mi hija e íbamos comentando la raza de Cayetano, un faenón de dimensiones enormes  y la torería de Marín y los destellos de Morante con el capote parando el tiempo en las verónicas, que para mí valían una tarde. Todo era alegría y felicidad al sentir cómo había disfrutado una hija mía y comprobar que la afición calaba en ella, enorme satisfacción por mi parte. Cuando me lo ha dicho no he sabido cómo reaccionar, me he venido abajo y una ola de inmensa tristeza y de profundo dolor me ha recorrido de arriba a abajo: Un toro había matado a Iván Fandiño en Francia. No me lo podía creer, no, imposible, no podía ser verdad, otra vez no, casi un año después de la tragedia de Víctor Barrio y casi de idéntica manera. 
En cuanto he podido he puesto Canal Toros en la televisión y me han bastado unos segundos, escuchar la voz entrecortada de Germán Estela, ver las lágrimas de Fernández Román, el abatimiento de un hombre como Luis Francisco Esplá y la incapacidad para articular palabras de Rubén Amón, para confirmar que la noticia era cierta, me resistía a creerlo, y romper a llorar sin consuelo.
Como comprenderán todos ustedes hoy ya nada vale, las notas tomadas en mi cuadernito para tratar de componer el comentario de la Corrida de la Cultura celebrada hoy no sirven de nada,  no las quiero, hoy no, son papel mojado por las lágrimas de la tragedia. Hoy no,  hoy soy incapaz de ponerme a hablar de hechuras, de lances, de varas, de banderillas, de redondos,  de naturales, de estocadas, ¿de qué vale eso cuando la muerte se adueña de la Fiesta?. Sería una miseria por mi parte, hoy solo puedo llorar la muerte de un torero.  De un torero al que he visto desde el día que confirmó alternativa en Madrid allá por mayo de 2009 hasta hace unos días, al que he visto triunfar y abrir la Puerta Grande de las Ventas, al que he visto cómo y cuanto se le ha querido en Madrid, plaza que le protegió y encumbró, la misma plaza que un buen día y por uno de esos caprichos absurdos que tiene y que le llevan decidir quién vale y quién no fue cruel y decidió que ya no era "su" torero y le hizo pasar un calvario que duró varias temporadas, la misma plaza que hace tan solo un mes, los días 18 y 29 de mayo, le vio entregado, dispuesto, digno y valiente, demostrando carácter, personalidad y mucha vergüenza torera, callando muchas bocas, la misma plaza que  tuvo que reconocer su error y su injusticia para con el de Orduña.   
Ese torero ha muerto hoy en el hospital de Mont de Marsan tras ser corneado por un toro de Baltasar Iván en la plaza de Aire Sur l'Adour. Una vez más hay que repetirlo, la Fiesta es así, la verdad del toreo es esta, aquí nada es simulado, aquí se muere de verdad, no existe crueldad ni maltrato animal, es una lucha a vida o muerte entre el hombre y el toro, el toro y el hombre, de igual a igual, la fiereza contra la inteligencia y el valor. Eso lo saben bien estos héroes que son los toreros, hombres que cada tarde crean arte peleando contra un animal al que respetan y aman por encima de todo. Sí, así es. Esta afición que tenemos se basa en el amor y el respeto al toro bravo, sabiendo que precisamente es el toro el que te puede dar todo y quitártelo todo, hasta la vida. Cada tarde, cuando estos hombres se visten de luces, saben que van a a mirar a la muerte cara a cara, sin ventajas, y lo hacen, repito, para crear arte y belleza. Solo eso merece un respeto por sí solo, un respeto que desgraciadamente no se guarda ni se va a guardar por los desalmados que ya sabemos y que solo merecen el desprecio del no aprecio, pero un respeto que tristemente muchas veces no se les tiene por parte de quienes van a la plaza de toros. ¡Qué fácil es decir "miau" cómodamente sentado en un tendido cuando un toro no tiene un peso y unos pitones descomunales!, ¡qué fácil ha sido para muchos machacar a Iván Fandiño durante varias temporadas solo porque había llegado arriba y eso ya no les gustaba a algunos!, ¡qué fácil es burlarse y despreciar a un hombre que se juega la vida ante un toro, como tantas veces ocurre, incluso con mofa!. Al enemigo de fuera lo conocemos y sabemos de su bajeza, pero el enemigo de dentro puede ser más dañino y peligroso precisamente por esa falta de respeto hacia los toreros y que tantas tardes hay que soportar.  Hoy, sin ir más lejos, hemos tenido un claro ejemplo de ello. Corría el cuarto de la tarde, un toro imposible al que Morante ha recetado unas verónicas de auténtico ensueño, deteniendo el tiempo, metiendo la barbilla en el pecho como él hace, acompasadas, eternas, pero que en la muleta no tenía ni recorrido, ni clase, ni nada. En los altos del 5 se ha montado una discusión porque al parecer alguien ha llamado sinvergüenza a Morante y otro le ha contestado. La cosa ha ido subiendo de tono y ha acabado en pelea que se ha propagado como un reguero de pólvora por otras localidades de ese tendido, siendo necesaria la intervención policial. ¿Qué se creen que ha hecho la gran mayoría de la plaza?. Sí, exacto, ponerse a mirar hacia el 5 y empezar a tomárselo a cachondeo, unos a aplaudir, otros a gritar, otros riéndose y haciendo bromas ¡mientras en el ruedo un hombre, Morante de la Puebla, estaba intentando perfilarse para entra a matar!. Vergonzoso comportamiento de la plaza de Madrid, y no de los que se han peleado, allá ellos y los litros de alcohol que llevaran dentro, sino del resto de la plaza, más interesada en una pelea barriobajera que en lo que estaba sucediendo en el ruedo, montando un escándalo precisamente en el momento más delicado de la lidia, la suerte suprema, el momento de entrar a matar y que exige el máximo silencio. ¿Eso es afición?, ¿para qué demonios van a la plaza?. Repito, de vergüenza como se ha comportado la plaza, faltando gravemente al respeto a un hombre que, les podía gustar más o menos lo que hacía, se estaba jugando la vida ante un toro y que podía haber corrido la misma desgracia que el torero vizcaíno. No sé si esos espectadores o calienta-asientos estarán enterados de la terrible noticia del fallecimiento de Iván Fandiño, supongo que no porque han demostrado lo poco que les importa y respetan a la Fiesta, pero si lo saben me imagino que se les caerá la cara de vergüenza de haberse comportado de esa manera.
Lo que estaba llamado a ser una tarde histórica, reclamando la dimensión cultural de la Fiesta, se ha visto tristemente teñida de luto por la muerte de un torero, Iván Fandiño. Sabemos lo que nos espera de los de fuera, insultos, barbaridades, amenazas y agresiones. Por favor, que desde dentro no se le pierda el respeto al toro ni a los toreros. Iván Fandiño ha entregado su vida a este noble arte que es la tauromaquia y eso es algo que jamás debemos olvidar. Que su sangre y su vida, como la de todos los maestros, sirva para hacer que se respete como se merecen estos superhombres que se juegan la vida para que seamos felices viéndoles torear y creando belleza, así de sencillo pero así de serio. Esta es la dureza del toreo, que es a la vez su verdad, esa que muchos ignoran y que otros olvidan fácilmente.
Descanse en paz Iván Fandiño, descanse en paz ¡TORERO!.

Antonio Vallejo

P.D: ¿Ahora comprenden por qué JAMÁS critico a un torero? Porque ponen su vida al servicio del Arte y la Cultura y me merecen la máxima admiración y un total respeto.

sábado, 17 de junio de 2017

Corrida Extraordinaria de Beneficencia: Juli, mando y poderío



Daba igual el calor sofocante que esta tarde hacía en Madrid, 40º a la hora de la corrida, daba igual, a nadie le ha importado, la cita era obligada en Las Ventas, corrida de Beneficencia, acontecimiento taurino y social para ver y dejarse ver, para muchos la corrida más importante del año. Rebuscando en sus orígenes me he encontrado que este festejo data de hace más de 200 años, allá por 1749, cuando el Rey Fernando VI consiguió convencer al Papa Benedicto XIV para que autorizara un "espectáculo profano" como era una corrida de toros, con la excusa de que lo recaudado en el festejo fuera destinado a fines benéficos, concretamente al Hospital de Beneficencia, que atendía a los más desfavorecidos y sin ningún tipo de recursos. Con esa finalidad benéfica se construyó la primera plaza de toros de Madrid, junto a la Puerta de Alcalá, promovida y sufragada por la Corona y regida por la Junta de Beneficencia. Desde aquel entonces la Corona ha estado íntimamente ligada a este tradicional festejo de Beneficencia y año tras año lo ha presidido, tal y como ha sido en la tarde de hoy, dándole un esplendor y una transcendencia que han hecho de la tarde de Beneficencia una cita obligada para todas las figuras de la historia del toreo. En el Patio de Caballos de Las Ventas hay un azulejo en el que se recogen los nombres de todos los grandes toreros que han matado esta corrida desinteresadamente. La nómina es deslumbrante, no en vano la ilusión de cualquier figura de cualquier época siempre ha sido verse anunciado al menos una vez en su vida en este tradicional y transcendental festejo. 
Hoy no ha sido una excepción y no se ha fallado a la tradición, reuniendo a tres grandes figuras del toreo actual, Julián López "El Juli", Jose Mª Manzanares y Alejandro Talavante con toros de Victoriano del Río. Tampoco ha faltado ni ha fallado a la tradición S.M el Rey FelipeVI, quien ha presidido desde el Palco Real en un gesto que los aficionados agradecemos enormemente en estos tiempos que vivimos y padecemos en los que todo aquello que suene a España, a español o a tradición corre grave peligro, tiempos en los que se quiere asesinar una tradición cultural y popular ancestral como son las corridas de toros por motivaciones únicamente políticas, tiempos en los que la Unidad de España, de su Reino, Majestad, está también seriamente amenaza por las mismas motivaciones políticas. Por eso considero tan importante su presencia esta tarde en Las Ventas, porque supone un respaldo a España y sus tradiciones, a España y su cultura, a España y sus señas de identidad, y por el mismo motivo le pediría que su presencia en los toros fuera más frecuente, no sólo un día al año, porque aunque parezca una banalidad y un tema nimio, detrás de la persecución a la Fiesta y los intentos por suprimirla está un encendido odio a España y una manera más de destruir nuestra Patria. 
Así que solo por el significado de la tarde y la presencia del Rey presidiendo la corrida ha merecido la pena soportar el agobiante y sofocante calor de esta tarde madrileña que en lo puramente taurino no ha resultado como nos hubiera gustado. Una vez más hay que hablar de decepción, de desilusión ante el pobre juego que han dado los toros de Victoriano del Río-Toros de Cortés, bien presentados, en mi opinión en tipo y en peso a lo que es este hierro, de buenas hechuras, armónicos y proporcionados en general, serios y astifinos, nobles, con cierta clase pero faltos de raza y empuje, blandos, justos de fuerzas y que en la muleta han ido a menos imposibilitando el lucimiento de los toreros quienes, a mi modo de ver, han estado por encima de la corrida. De salvar a uno sería el cuarto, un toro con clase y nobleza, repetidor y que ha sido el que más fondo ha tenido, o al menos así me lo ha parecido, y quizás la clase, la humillación y la calidad en la embestida que parecía demostrar el segundo, pero que ha tenido que ser devuelto a corrales por inválido.
Ha sido precisamente en este cuarto en el que hemos visto lo mejor de la tarde en el capote de Julián López "El Juli". Portentosa demostración de mando y poderío del madrileño una vez más toreando con una autoridad insultante, con un temple descomunal, pisando terrenos comprometidos, además haciendo todo como si nada, con naturalidad, tal es la técnica y la calidad del maestro de Velilla. Almirante se llamaba el toro, precioso, veleto tirando a cornipaso, muy serio y astifino, todo un tío como suele decirse. Aunque obedece al cite se va suelto en el capote. Lo lleva Juli por verónicas templadas hacia los medios. Empuja y mete los riñones en el caballo, lo prueba Juli a la salida del peto en un lucido quite por chiquilinas a manos bajas rematado por una cordobina y una media que desprende torería, dejando patentes sus excepcionales dotes para el toreo de capa. El inicio de faena doblándose por bajo sigue inspirando torería, despacio, templado, con mucho gusto,  sobre todo en un pase relajado, desmayado, abandonándose, que arranca los olés, bellísimo prólogo. A partir de ahí liga una serie por el pitón derecho sin mover un milímetro los pies de su posición en una lección de mando y poderío. Somete al toro, lo lleva como quiere, por donde quiere y cuando quiere, otra serie rotunda por ese pitón derecho culminada con un cambio de mano extraordinario, largo y lento, eterno. Por el pitón izquierdo continua con la misma firmeza, seguridad y autoridad, pasándose al toro rozando la taleguilla, naturales templados, sobre todo uno con la figura desmayada que ha sido de perder el sentido. Perfectamente colocado, de uno en uno van surgiendo naturales hondos a cámara lenta, preciosos, en una clase magistral de poder. A medida que se apaga el de Victoriano se mete en terrenos del toro, entre los pitones, en un arrimón de verdad que, incomprensiblemente para mi, hay un sector que no entiende o no quiere entender. Aún no acierto a comprender los pitidos y las protestas porque se ha jugado los muslos sin trampa ni cartón, de verdad, haciendo pasar a este toro parado por donde parecía imposible, asumiendo un enorme riesgo que algunos no han debido ver, quizás porque es tal la suficiencia y la autoridad de Juli que tapa muchas cosas que en otras manos parecerían incluso forzadas. Repito, nueva lección magistral de Juli sobre lo que es mandar y poder a un toro, sumando un gusto, una clase y un valor artístico superlativo. El estoconazo con el que hace rodar sin puntilla al animal vale una oreja de peso, una oreja de figura del toreo. 
No oculto, nunca lo he hecho ni pienso dejar de hacerlo, las ganas y la enorme ilusión que despierta en mi Jose Mª Manzanares cada tarde que le veo torear, una de mis debilidades, uno de mis torero predilectos, una figura que hace un año y en esta misma Corrida de Beneficencia dejó una faena a otro toro de Victoriano del Río, Dalia, que ya ha quedado entre las más grandes de la historia de Las Ventas. Manzanares es un torero que desprende elegancia, porte y clase, cuya solo presencia, su manera de andar y de moverse llenan la plaza. Un torero que lleva el Arte en sus genes, un torero por cuyas venas corre sangre con la más pura torería que pueda existir, un hombre que hace grande su apellido y que sabe honrar a quien le trajo al mundo y le puso en el mundo del toro. Lo ha demostrado una vez más con el capote en dos ramilletes de verónicas templadísimas, despaciosas, acompasadas, acompañando la embestida con la cadera, moviendo las manos con suavidad, con una dulzura que invitaba al toro a tomar los vuelos y hacernos soñar con el mejor toreo que uno pueda imaginar,  con el compás abierto en el segundo y a pies juntos en el quinto, para rematar con dos medias verónicas de auténtico cartel. Y hoy también nos ha traído a su padre hasta la arena venteña en unas chicuelinas al paso por bajo tras un vistoso farol a una mano que han sabido a Manzanares por los cuatro costados y que han sido jaleadas con sonoros olés por el público. Pocas, mínimas opciones las que ha tenido en la muleta, tanto con el sobrero de Domingo Hernández que ha hecho segundo bis como en el cuarto de Victoriano del Río. Templados y limpios muletazos, haciéndolo todo bien, con técnica superlativa pero sin emoción y sin llegar a conectar con los tendidos por las escasas condiciones de los toros. Lo mejor, sin duda, el inicio cargado de buen gusto y sabor, pleno de torería, al segundo, por bajo, trincherazos preciosos, despaciosos, andándole al toro hacia los medios. Pero no ha habido más, a pesar de los intentos en vano del alicantino que los ha probado por ambos pitones, pero la falta de recorrido y de empuje de ambos toros ha deslucido el resultado final. Faena a media altura, sin poder obligarles lo mínimo porque se venían abajo y que han durado poquísimo al rajarse pronto. Dos magníficas estocadas marca de la casa han sido suficientes para deshacerse de ellos. Para mi, y sin ocultar mi predilección por Manzanares, ha estado muy por encima de los dos toros, por lo que tampoco entiendo bien el motivo por el que algunos le han pitado al abandonar el ruedo. La única explicación que encuentro es que, al igual que a mi me llena el toreo del alicantino, a otros no les guste, lo cual, sinceramente, aún lo entiendo menos, pero gente rara hay en todas partes. 
Del tercero en liza en esta Beneficencia poco se puede comentar. Ni una opción ha tenido Alejandro Talavante  ante un tercero manso y con genio que en la primera tanda al natural parecía más por su movilidad y repetición pero que ha durado precisamente eso, una tanda, porque desde ese momento se ha dedicado a echar la cara arriba en una sucesión de arreones y tornillazos que han hecho imposible cualquier atisbo de toreo. Aún menos opciones ante el sexto, un toro sin recorrido, que no humilla, aplomado, un auténtico marmolillo al que no se le podía dar ni un pase. En ambos casos ha optado por lo más lógico y lo mejor para ahorrarnos minutos tediosos y sin sentido en medio del horno que era hoy la plaza de Las Ventas. Sinceramente se lo he agradecido. Siempre lo he dicho y lo mantengo, si no hay opciones o el torero no las ve, que abrevie y nos evite el aburrimiento, ya habrá tiempo para recriminarle si se lo merece o para el silencio, como ha sido en el caso de hoy.
Antes de acabar no quiero hacerlo sin dedicar unas líneas a dos hombres que hoy han brillado sobremanera en su labor. El primero el picador Pedro Morales "Chocolate", quien ha picado de manera sensacional al sobrero de Domingo Henández agarrando dos puyazos arriba y sin rectificar, parando y aguantando extraordinariamente el empuje del toro y midiendo a la perfección el castigo. Con justicia ha recibido una gran ovación durante su recorrido por el callejón para abandonar el ruedo tras su turno. El otro nombre propio es el de Juan José Trujillo, extraordinario torero de plata durante muchos años a las órdenes de Manzanares y actualmente integrado en la cuadrilla de Alejandro Talavante, que hoy ha ejecutado un magnífico tercio de banderillas al sexto, con dos pares reunidos y clavados en la cara, con pureza y verdad, además de bregar con maestría al tercero. No hay que olvidar jamás la importancia de los toreros de plata, aunque los varilargueros conserven el oro en sus chaquetillas en recuerdo del origen del toreo, que fue a caballo.
Así ha transcurrido esta tórrida tarde extraordinaria de Beneficencia en la que hemos pasado un calor horrible y hemos sudado la gota gorda pero que ha merecido la pena por ver una vez más la lección de mando de Juli, por disfrutar con el eterno toreo de capa de Manzanares y por la importantísima presencia de S.M Felipe VI en el Palco Real en un gesto que significa un respaldo y un apoyo a la Fiesta, a la cultura, a nuestras tradiciones, en definitiva, a España. 

Antonio Vallejo

lunes, 12 de junio de 2017

San Isidro 2017: Premios y balance final


Con los Miuras de ayer domingo se echó el cierre al San Isidro 2017 propiamente dicho. Quedan dos corridas extraordinarias programadas para el próximo viernes 16 y sábado 17, Beneficencia y Cultura, fuera del abono y por tanto excluidas del ciclo isidril, aunque para todos sean una continuación del mismo. Como manda la tradición empiezan a salir los primeros premios de los distintos jurados, aparecen los triunfadores en los distintos apartados y con ello las discrepancias y las distintas opiniones. También, como suele ser norma, los primeros premios que se hacen públicos son los de la empresa adjudicataria de la plaza de toros madrileña, en este caso Plaza 1, que debutaba en esta temporada. Pocas sorpresas, como cada año, pero que quien más quien menos se olía por donde iban los tiros. Los premiados por el jurado de Plaza 1 han sido:
  • Triunfador de la feria:  Ginés Marín
  • Mejor novillero:  Jesús Enrique Colombo
  • Mejor rejoneador:  Diego Ventura
  • Torero revelación: Ginés Marín
  • Mejor estocada:  Gonzalo Caballero
  • Mejor picador: Tito Sandoval
  • Mejor brega: Iván García
  • Mejor banderillero: Angel Otero
  • Mejor ganadería: Garcigrande-Domingo Hernández
  • Mejor toro: Hebrea, de Jandilla
Me imagino que habrá opiniones para todos los gustos, pero no hay duda que son justos. Como también podía haber sido de justicia nombrar como triunfador de la feria a Juan del Álamo, que cortó dos orejas y realmente debieron ser tres si no se hubiera interpuesto en su camino el famoso Trinidad. 
De igual modo, y lo escribí en su día, Angel Otero colocó el mejor par de la feria en la tercera de abono, el sábado 13, a Carapuerco II de El Pilar, extraordinario, cerrado en terrenos del 6, dándole todas las ventajas al toro. Pero no conviene olvidar los de Fernando Sánchez a uno de Cuadri, los de Jarocho, Pascual Mellinas y Javier Ambel, todos ellos sensacionales, un gran abanico de posibilidades. 
Tampoco creo que haya ningún debate sobre Tito Sandoval como mejor picador. El tercio de varas que protagonizó el día 31 de mayo en el quinto de Victoriano del Río, Cojito,  fue antológico, primero agarrando arriba y delantero en dos soberbios puyazos, para luego frenar de manera antológica la acometida de ese pedazo toro de 649 Kg con la vara apoyada en el suelo sin llegar a picar, una auténtica maravilla que le hizo retirarse por el callejón en medio de una atronadora ovación. 
En lo que sí me planteo alguna duda es en la mejor brega. Iván García, a las órdenes de Cayetano, estuvo magistral en la tarde del 1 de junio con el quinto de Juan Pedro Domecq, pero tengo en mi memoria la brega de Marco Galán, a las órdenes de Javier Castaño, la tarde del 4 de junio con el segundo de Cuadri. La verdad es que no sabría decir cual de ambos me pareció mejor, por eso me genera tanta duda. Lo que sí tengo claro es que, en general, ha sido una feria en la que los toreros de plata han rayado a grandísima altura, hemos visto grandes tercios de banderillas y en la brega la nota media me parece de sobresaliente. Creo que hemos visto a los de plata lidiar con una clase tremenda la mayoría de las tardes. La nómina sería interminable, Curro Javier, Juan José Trujillo, Javier Ambel,  David Adalid, José Manuel Montoliu y tantos más, ¡Ole por ellos, grandes toreros!. 
Por último, para no alargar más, el capítulo ganadero. Me parece que no hay discusión con Hebrea, el toro de Jandilla que lidió Sebastián Castella en segundo lugar la tarde del 26 de mayo y que en mi opinión fue de indulto. Pero en cuanto a la mejor ganadería puede haber diferentes opiniones, que no discusión porque puede ir en gustos. Lo primero, me parece justísimo el premio a Garcigrande-Domingo Hernández, pero también me lo hubiera parecido si hubiera recaído en Jandilla, Victoriano del Río, Nuñez del Cuvillo o, sobre todo, Alcurrucén, que lidió dos tardes y posibilitó dos puertas grandes en la misma feria, algo que no había ocurrido en la historia, concretamente la de Ginés Marín el día 25 de mayo al desorejar al sexto, Barberillo, y la de Juan del Álamo la tarde del 8 de junio al cortar una oreja que debieron ser dos a Licenciado, corrido en tercer lugar, y otra a Bocineto, corrido en sexto lugar. Si el premio hubiera recaído en Alcurrucén por sus dos extraordinarias corridas no habría extrañado a nadie.
Esto en lo que a premios se refiere. Repito, a lo largo de estos días aparecerán muchos más de prensa, radios, Telemadrid, asociaciones y círculos taurinos, Casino de Madrid...y habrá para todos los gustos. Queda hacer un breve balance sobre cómo ha resultado este San Isidro en su conjunto. Era un año especial, nueva empresa y nuevas ilusiones, un discurso que invitaba a soñar y una expectativas muy altas, lo cual era un arma de doble filo, sobre todo tras el inicio un tanto dubitativo enmarcado en un tono grisáceo que generó muchas dudas, en mí el primero y así lo escribí. Hubo que esperar a la séptima de abono, la tarde del 17 de mayo para ver la primera corrida más o nos completa. Hasta ese día tan solo detalles, destellos aislados que no eran lo que esperábamos y que nos dejaba un tanto desilusionados y decepcionados, pensando que nada iba cambiar y que lo de todos los años se repetiría con el mismo guión. A partir de ese día comenzó a elevarse el nivel y, en mi opinión, hemos vivido unas segunda parte del ciclo que ha subido muchos enteros. Hemos visto grandes toros, corridas muy completas, Jandilla, Alcurrucén, Nuñez del Cuvillo, Victoriano del Río, Garcigrande-Domingo Hernández, otras con mucho ínterés y mucha miga, Victorino, Dolores Aguirre, Cuadri y Rehuelga, cumpliendo además la promesa de Simón Casas sobre la variedad de encastes. Y una cosa es cierta, a diferencia de años pasados en los que la semana torista era un auténtico suplicio de kilos, carne y falta de movilidad, este año ha permitido ver toros muy interesantes, que han embestido y han tenido mucho que torear. Por tanto, si tengo que hacer un balance final en este aspecto ganadero, creo que ha sido netamente positivo, aunque costara arrancar y calentar motores, pero cuando lo hizo carburó bastante bien. Y en esa marcha ascendente creo que han tenido mucho que ver las figuras, esas a las que tantas veces se les ha acusado de venir a Madrid sin tensión, a las que se le echaba en cara que no tiraban del carro, esas a las que también cierto sector de la plaza ha hecho la vida imposible tantas veces a lo largo de los últimos años. Pues bien, esas figuras han sido las que han levantado la feria y han estado comprometidas y dispuestas como si fuera su confirmación de alternativa. Sensacional Castella, monumental Talavante, imperial Juli pero, valiente Roca Rey, pero sobre todos ellos el Rey Enrique dictando magisterio en una tarde mágica, la del 2 de junio, rebosante de arte, gusto, clase y torería en su primero y mostrando su mando, su poder y su saber al sacar de la nada otra obra de arte frente al segundo de su lote para abrir por cuarta vez en su carrera la Puerta Grande de Las Ventas. Las figuras han estado, a mi modo de ver, decididas, entregadas, firmes, seguras, demostrando su condición de tales para dar brillo y esplendor a este San Isidro. Y tras su estela dos nombres que salen catapultados de Madrid, Ginés Marín, que de momento completará la terna del día 17 junto a Morante y Cayetano, y Juan del Álamo, quien por fin rompió su maleficio y abrió esa puerta que en ocho ocasiones había acariciado.  Junto a estos dos otros nombres que ha dicho aquí estoy yo, véase José Garrido, Gonzalo Caballero, Morenito de Aranda y Joselito Adame, y otros que han ratificado su gran cartel, como Paco Ureña, Iván Fandiño, David Fandila "Fandi", Curro Díaz y, sobre todo, Rafaelillo, certificando que los bien muy bien puestos y sabe lidiar con lo más duro, y un gran Antonio Ferrera que está en el momento más dulce de su carrera, torero con mayúsculas.
 En resumen, buen nivel ganadero en general, sensacionales las figuras, los toreros digamos que del segundo escalón  dando un golpe sobre la mesa y los de plata con extraordinarias actuaciones en la brega y en banderillas. Con todas estas premisas no llamará la atención el dato que hoy he leído. Han sido 29 las orejas cortadas en esta feria, al parecer el mayor número de trofeos desde hace 35 años. He leído algunos comentarios hablando de una feria triunfal, y creo que merece la pena analizar de donde han salido esas orejas. Para empezar, 11 de ellas se han cortado en las corridas de rejones. Diego Ventura, Leonardo Hernández, Sergio Galán y Lea Vicens se han llevado un buen puñado de trofeos en tres tardes, ya que en la primera de rejones no se cortó ninguna oreja. Si descontamos la del novillero Juan Miguel el día 3 de junio nos quedan 17 orejas ganadas por los matadores, que si las repartimos entre 24 corridas de toros el resultado sale a menos de  un trofeo por tarde. Si lo comparamos con otros años es un buen número, pero se había vendido una feria con al menos quince faenas de Puerta Grande, y creo que no las ha habido, y quiero recordar que más de 40 orejas cortadas. Resumir la feria a una fría estadística de trofeos y porcentajes no corresponde a lo que es arte, está muy por encima de ello y no me gusta simplificar de esa manera. Lo que quiero expresar con esto es que tampoco hay que lanzar las campanas al vuelo y sacar pecho porque haya sido el ciclo más "triunfal" desde hace 35 años numéricamente hablando, que me parece más importante haber visto tres salidas a hombros como las de Marín, del Álamo y Ponce, haber visto a Talavante, Castella y Roca Rey cortar las orejas toreando como lo hicieron, haber disfrutado con Gómez del Pilar, Gonzalo Caballero, Miguel Angel Perera, Antonio Ferrera, David Mora, Joselito Adame y Morenito de Aranda sacando lo mejor de sus toros y de sí mismos para tocar pelo, que un número por mucho de record que sea. Pero todo cuenta, que duda cabe, y si con ese dato se redondea un San Isidro de notable para mi modo de ver, bienvenido sea. 
Y que no se olviden los agujeros negros, que los ha habido en la feria, en cuanto a ganaderías, matadores que no cumplen el mínimo exigido para Madrid, que los ha habido, otros en preocupante bajo estado anímico y taurino, sin dar nombres porque se merecen un respeto y no se trata de hacer leña del árbol caído. 
Por último, lo peor con diferencia de toda la feria, el palco, un problema muy serio que necesita se le meta mano y se solucione a la mayor brevedad posible para no tener que soportar el lamentable espectáculo que han brindado los usías tarde tras tarde. Si a la feria le he dado un notable, a cada uno de los presidentes les doy un muy deficiente, un cero absoluto, y porque no hay menos, que si no se lo daba. Por favor, ¡que se vayan del palco!.

Antonio Vallejo

32ª de San Isidro: Tarde para olvidar


De bien nacidos es ser agradecidos, así que lo primero es dar las gracias a Carlos, no solo por sus atenciones y su agradable y magnífico trato a lo largo de estos 31 días de toros, extensible a todos y cada uno de los miembros del servicio de plaza del tendido alto del 1, sino también por haberme puesto en bandeja el título de la entrada de hoy y quitarme así un problema en qué pensar. Me has puesto al toro en suerte y lo he aprovechado, te lo agradezco. Sé que te has ido mosqueado con "tus" miuras, tu ganadería predilecta, la que llevabas esperando desde el día 11 de mayo, porque para nada ha respondido a lo que se esperaba de tan legendario y mítico hierro. Decepcionante, un auténtico fiasco la corrida de Miura. La foto que he tomado con el ruedo llenándose de almohadillas durante el arrastre del último de la tarde refleja el sentir general tras la corrida de hoy y mucho me temo que también por el balance final de este San Isidro que se anunciaba como el de la nueva era, el de la revolución y se ha quedado en el camino. No tengo ni idea de los toros que habrá en Zahariche, la mítica finca sevillana de Lora del Río, pero se me hace difícil pensar que los que se han lidiado esta calurosísima tarde en Madrid fueran lo mejor que se podía traer. No entro de momento en el juego que han dado, bochornoso, como la tarde, sino en su presencia. Todos sabemos que Miura es algo especial, que es un encaste único, mantenido puro desde hace 175 años, historia viva de la Fiesta, el único nombre propio admitido por la R.A.E como adjetivo para calificar todo aquello, persona, situación o cosa, que resulta difícil, complicada, peligrosa, dura de roer, que genera quebraderos de cabeza y que exige todos los sentidos y la pericia para resolverlo. Esas características de dureza, aspereza, complicaciones y peligro que se atribuyen a Miura empiezan por su presencia, su lámina, toros altos, de gran caja, largos, tremendamente ofensivos, que asustan solo con verlos y hay que tener muchos bemoles para plantarse delante de ellos. Pues hoy ni eso. Los tres primeros y el quinto, a mi juicio, no han tenido la presencia que Madrid exige, escurridos, con poca cara. Salvo por presencia al cuarto, muy grandote aunque de hechuras no me ha gustado y al sexto, quizás el de mejores hechuras y trapío y que según mi modo de ver ha sido el más en tipo de toda la corrida. Mucha veces hemos oido esa frase que dice que las hechuras no son garantía de que el toro embista, pero es cierto que los que embisten tienen siempre buenas hechuras. Así ha sido esta tarde, ni buenas hechuras, ni presencia, ni embestidas, ni nada. ¡Con decir que dos miuras han sido devueltos por blandos y flojos!. Corrida blanda, que ha perdido las manos repetidamente, sin fuerza, todos han salido echando las manitas por delante, sin raza, baja de casta, muy deslucida, que ni siquiera ha valido en el caballo y con nulas opciones para el lucimiento. Bueno, imagínense lo que habrá sido la corrida que el mejor toro ha sido un sobrero del Ventorrillo, con eso queda todo dicho.
Sí, no me he equivocado, que ha salido un sobrero de El Ventorrillo, y también otro de Buenavista, ambos de procedencia Juan Pedro Domecq Solís, y para más coña le han tocado ambos a Eduardo Dávila Miura, que tiene narices la cosa. Resulta que el sobrino del ganadero anunció que volvía a vestirse de luces para estoquear la miurada de San Isidro y así celebrar el 175 aniversario del mítico hierro, y se ha quedado con las ganas. Ha visto como se devolvían sus dos toros por blandos e inválidos y en su lugar ha lidiado dos de Domecq. Y digo yo, ¿no sería más lógico que cuando se anuncia una corrida de una ganadería como esta o de un encaste concreto los sobreros fueran del mismo hierro o misma procedencia?. Quizás habría que exigir a las empresas y a los ganaderos el compromiso de firmar la corrida y los sobreros de la misma línea para mantener la integridad y la pureza del festejo anunciado, al menos a mi me lo parece. Así evitaríamos tragos como el de esta tarde en la que el elogiable gesto de Dávila Miura se ha quedado en agua de borrajas. Una auténtica pena para el propio matador, para la propia ganadería y para la Fiesta, porque lo que hemos visto hoy en Las Ventas creo que ha hecho un flaco favor a estos tres estamentos de la tauromaquia que han salido seriamente dañados. Y lo siento de veras, porque Miura merece un respeto absoluto por lo que ha sido en la historia del toreo y por lo que representa hoy en día, y porque los tres toreros que venían con todas su ilusiones depositadas en esta corrida no se merecía esto.
Quizás el que peor parado ha salido de todo este despropósito vivido en las Ventas ha sido el albaceteño Rubén Pinar, quien ha tenido que sortear dos toros que, sinceramente, bien podrían haber sido devueltos a corrales por falta de fuerzas y blandos. Han perdido las manos y se mostraban inútiles para la lidia, pero devolver cuatro de seis hubiera sido escandaloso y no sé por qué pero me da la impresión que el presidente los ha mantenido en el ruedo por ese motivo, a pesar de las protestas continuas y más que justificadas de gran parte del público. Nada ha podido hacer Pinar ante dos miuras parados, sin fuerza alguna, sin raza, que no embestían ni tenían un muletazo. Me imagino lo que habrá pasado por su cabeza al matar al sexto, la rabia contenida de ver como volaba la oportunidad de reconducir una temporada necesitada de contratos. No se merecía esto, ni él ni nadie. 
Tampoco Rafaelillo, curtido en mil batallas ante todo lo que haya en el campo y se considere "duro", un especialista en estas lides. Si repasamos sus 14 años de alternativa encontraremos que ha matado Miura, Albaserrada, Saltillo, Santa Coloma y, a lo mejor algo de Atanasio y Nuñez como ganaderías "artistas". En pocas palabras, ha matado todo lo que nadie o pocos querían. Bastante ha hecho hoy con el manejable y noblote primero al que ha toreado asentado, seguro, templado y con suavidad, lo único que podía hacer ante un animal que iba más que justo de fuerzas y al que ha tenido que llevar siempre a media altura, sin obligarle lo más mínimo para que no se derrumbara con estrépito. Técnico y limpio, pero si llegar a conectar con los tendidos ni generar emoción por la sosura del toro. Ante el cuarto ha mostrado todo la experiencia  adquirida frente a toros como este de Miura. Muy valiente, firme, sin dudar un segundo, algo mortal ante estos bichos, tirando del toro, plantándole batalla, tragando una barbaridad, aguantando parones, derrotes y tornillazos de este toro corto de recorrido y que reponía nada más entrar en la muleta. Enorme esfuerzo y capacidad lidiadora que ha demostrado el murciano ante este complicado y peligroso Miura que ha llegado a prenderle en la fase final de la faena causándole un puntazo en la cara interna de la parte alta del muslo y otro en la axila, según reza el parte médico. En el haber de Rafaelillo también hay que sumar las dos estocadas con las que se ha deshecho de sus enemigos, rápidas, efectivas, por lo que ha escuchado una cariñosa y merecida ovación a la muerte del cuarto respondida con saludos desde el tercio.
Como ya he dicho Eduardo Dávila Miura se anunciaba en esta tarde para matar los toros de su familia, bonito y emotivo gesto. Tras romperse el paseíllo ha escuchado una gran ovación en reconocimiento a tal decisión, pero ni se imaginaba que finalmente acabaría matando un sobrero de Buenavista que no tenía recorrido ni fuerzas, al que ha llevado suave y a media altura sin poder obligarle, templado y con firmeza pero sin emoción alguna, y otro de El Ventorrillo, que a la postre ha sido el mejor de la corrida. Por lo menos le hemos visto un inicio de faena con gusto y torería doblándose por bajo para sacar al toro hacia los medios. Los mejores pasajes han venido en tandas asentadas por el pitón derecho, el mejor del de Ventorrillo, con redondos templados, ligados, por bajo, corriendo bien la mano para alargar el viaje de este toro que repetía con prontitud y fijeza, con clase, un buen toro de Domecq. Por el pitón izquierdo se desplazaba peor y no tomaba la muleta  con la misma claridad, pero he visto realmente bien a Dávila Miura templando los naturales, sacando un par de ellos con hondura, con clase. Yo creo que el sevillano ha entendido francamente bien a este sobrero y lo ha toreado pausado y con gusto. Además lo ha matado de una casi entera arriba que ha fulminado al animal. Por eso no entiendo ni comparto las protestas cuando ha salido al tercio a saludar la calurosa ovación que ha recibido por parte de la gran mayoría de los tendidos. ¿Acaso está prohibido recoger una ovación desde el tercio?. Menos mal que la mayoría no se ha dejado intimidar por el capricho de unos pocos a los que el calor reinante ha debido crear confusión mental.
Y así, con esta decepcionate y desilusionante tarde se ha cerrado el San Isidro 2017. Momento habrá para hacer balances y conocer los diferentes premios que los variados jurados otorgarán desde esta misma noche. De momento me quedo con lo mejor  de hoy que ha sido, una vez más, compartir la corrida con tantos como hemos disfrutado algunos días con el arte y aguantado los más con lo decepcionante. Gracias a todo el personal de plaza, amable y cordial, que nos han hecho cada día las cosas mucho más fáciles y agradables, también a Santiago, gran persona, que aunque este año no estaba en mi tendido se ha pasado varios días vernos, a los amigos de siempre, Raúl a la cabeza, Marqueta, los Iñigos y Jaime, algún día acompañado de su mujer Natalia, Benito y sus prismáticos dando la localización exacta de las estocadas, y  otros a los que he tenido el gusto de conocer esta temporada, como José Luis y su mujer, una auténtica señora, a Vicente Yangüez "El Chano", una delicia escuchar sus comentarios y puntualizaciones, un auténtico maestro, y todos aquellos con los que he compartido una o varias tardes, Jacobo, Javier, Iñigo, Luis Felipe, Daniel, los dos Tomás, mi cuñado Yago... y si me olvido de alguien que me perdone. Mención aparte para mi primo Javier, que en una tarde en la que los toros no han ayudado a hacerla digerible nos ha obsequiado con una estupenda merienda a base sandwichitos e ibéricos que estaban gloriosos. Enhorabuena a David y Carmen, que por lo que me han contado son los propietarios de un ultramarinos de los de siempre, de esos que se repartían por las calles y las esquinas de Madrid y que hoy sucumben ante las grandes cadenas de supermercados que fagocitan el pequeño negocio tradicional, que aún resisten heroicamente en la calle Andrés Mellado y sirven unos ibéricos de primera calidad, primorosamente cortados y que estaban buenísimos. Entre tu vianda, Javier,  y las cervezas bien frías que Antonio nos ha proporcionado se ha llevado mucho mejor el bochorno de los Miuras y el calor asfixiante que hoy ha hecho en Madrid.
Y, finalmente, muchas gracias de corazón a todos cuantos habéis seguido lo que cada día se me ha ido ocurriendo para intentar contar y transmitir las emociones que me genera esta maravillosa afición que son los toros. Espero haberos aburrido poco y haberos hecho disfrutar algo en este mes contando las cosas, como dicen los Siempre Así, a mi manera.

Antonio Vallejo

sábado, 10 de junio de 2017

30ª de San Isidro: Petardo de Adolfo


No ha habido por dónde coger la corrida de Adolfo Martín, se le pueden  buscar cosas por arriba, por abajo, por la derecha, por la izquierda, por activa, por pasiva, por perifrástica, escarbar hasta el fondo, imposible, no sale nada, ni una cosa buena encuentro a  los toros que hoy han salido en Madrid. Un petardazo sin contemplaciones, peor que mala, sin raza, descastada, sin fuerzas, ni siquiera con el genio y la mala leche que suelen tener los adolfos, nada de nada, el cero absoluto, sin excusas ni paños calientes. Es que no ha habido nada, de verdad, no sé cómo decirlo. Quizás siendo muy optimistas la actitud de Escribano, a porta gayola en el tercero para recibirlo con una larga cambiada, las verónicas cadenciosas en el saludo del sevillano al sexto y un enorme par de banderillas de fuera a dentro en este mismo sexto, con muchísimo riesgo, exponiendo una barbaridad, a punto ser empitonado en la tronera del burladero del 1, justo debajo mío, parecía que no llegaba tomar el refugio, qué segundos de angustia. Y nada más, porque en la muleta no ha tenido opción alguna ante animales deslucidos, sosos, sin movilidad ni recorrido, una nulidad, sobre todo el sexto, ante el que se ha expuesto de verdad, sin trucos, trampa ni cartón a una cogida, demostrando valentía, arrojo y vergüenza torera. Tes cuartos de lo mismo Juan Bautista, inédito con el capote y la muleta con dos toros que no decían nada, ante los que ha estado pulcro y técnico, tratando de hacer las cosas bien, pero la emoción brillaba por su ausencia. Embestían a media altura, a trote cochinero, sin clase alguna, y si le bajaba lo mínimo la mano se venían abajo con estrépito por sus escasa fuerzas. Vamos, un despojo de animales. No se le puede valorar al francés ante un ganado tan malo. Si continuo rebuscando también podría encontrar como nota positiva los tercios de banderillas que han compartido en el primer y tercer toro Antonio Ferrera y Manuel Escribano, clavando con suma facilidad y destreza, haciendo bien la suerte, con agilidad, pero sin la brillantez y lo vibrante de otras ocasiones en que hemos visto colocar los garapullos a estos matadores.
Sin duda lo más destacado lo ha hecho Ferrera con el capote en el primero, andándole hacia atrás, a ras de la arena, demostrando su inmensa capacidad lidiadora, y con la muleta en el cuarto, un manso al que a base de paciencia, tesón, técnica y conocimiento ha metido en los vuelos de la muleta allá por terrenos del 4 y el 5, en el tercio, poniéndole la muleta en la cara, tapándole la huida, sacado naturales y derechazos que parecían imposibles, inverosímiles, había que frotarse los ojos para darse cuenta de lo que esta sacando d ella nada, de un toro sobres que yo he hecho el siguiente comentario en los primeros compases de la faena cuando parecía que se iba a quedar en una sucesión más o menos larga de pases inconexos, sin ningún argumento: "para lo que tiene mejor que lo mate cuanto antes". ¡Toma profeta!, menos mal que no me dedico a la adivinación, estaría pidiendo por las esquinas.  Se ha inventado una faena lenta, templada, bajando la mano y llevando al toro más o menos en largo, algo que parecía ciencia ficción y que aún no nos explicamos de que chistera mágica se la ha sacado el balear-extremeño. Algunos muletazos hondos y profundos, redondos y naturales lentísimos y unos de pecho para rematar las series magníficos, de muchísimo mérito por el toro al que se lo ha hecho, confirmando que está en un momento excelente, de plena madurez torera. Lástima que haya matado tan mal porque el trasteo por momentos ha tenido calidad y emoción, y si había, aunque fuera ínfima, alguna opción de oreja, se ha esfumado.
¡Qué cabeza la mía!, casi se me olvidaba. El gran triunfador de la tarde ha sido el presidente quien, como hoy no ha tenido que decidir si echar o no un toro atrás, si dar una oreja pedida por el público o no, si conceder la segunda con petición mayoritaria o hacerse notar en el palco decidiendo lo contrario, no ha metido la pata, no hecho el ridículo, un triunfo para los tiempos que corren en los palcos de España. Lo de Madrid en este San Isidro es de traca, que mal han estado en todos los momentos en que tenían que tomar una decisión ligeramente complicada, casi siempre al revés y varias veces saltándose el reglamento a la torera, nunca mejor dicho. No sólo ha sido en Madrid, lo de Sevilla en abril fue de escándalo, un desastre, y en Málaga, y en Zaragoza, y en muchas plazas más. hay un problema serio en gran parte de los palcos de España donde los presidentes quieren adquirir el protagonismo que no les corresponde. No les entra en la cabeza que los únicos actores de esta obra artística que es la Fiesta son los toros y los toreros y que ellos son personajes secundarios, totalmente accesorios. Pero no, se creen el ombligo del mundo y quieren hacerse notar para que todo el mundo vea que están allí. Decía Ortega y Gasset refiriéndose a España y los toros aquello de "Aquí, el que se sienta en un palco ve a Napoleón como un pigmeo a su lado". ¡Cuanta verdad!, algunos se ven ahí arriba y se creen algo sin darse cuenta del enorme daño que hacen a la Fiesta con su ignorancia, prepotencia y soberbia.
Para el final voy a dejar el principio, lo más grande y bonito que ha tenido la tarde de hoy. Al margen de lo que se vea en el ruedo el mundo del toro se caracteriza, siempre lo he defendido, por su humanidad y su sensibilidad ante cualquier mal o tragedia. Hoy se ha guardado un impresionante, sobrecogido minuto de silencio en memoria de un héroe español, uno más de los que jalona nuestra historia, esa de la que debiéramos estar orgullosos y por no sé qué complejos absurdos algunos olvidan y desprecian. Esta tarde he estado acompañado por mi buen amigo Iñigo Susaeta, un gran tipo, Caballero de Honor de la Legión, hombre de trono del Cristo de la Buena Muerte, Patrono de la misma Fundación de la que yo también soy, además de otras muchas virtudes más, de quien he recibido un mensaje minutos después de despedirnos una vez finalizada la corrida  que con su permiso reproduzco a continuación y que creo refleja lo que todos cuantos estábamos en Las Ventas hemos sentido durante ese minuto de silencio en memoria de Ignacio Echeverría, asesinado por los terrorista musulmanes, por el Islam, en Londres: 
"Orgulloso de ser español...orgulloso de Ignacio Echeverría... Todas la banderas ya a media asta en honor a su gallardía y valentía. Tú sí te mereces una calle con tu nombre en Madrid. Mi corazón enjuga mis lágrimas con el honor de ser tu compatriota porque so sí es dar la vida por amor al prójimo. Un afectuoso abrazo a sus padres y hermanos. Ignacio descansa en paz".
Solo por esto y ese minuto de silencio ha merecido la pena ir esta tarde a Las Ventas.


Antonio Vallejo

viernes, 9 de junio de 2017

29ª de San Isidro: Juan del Álamo, Puerta Grande. Trinidad, miserable


Esta tarde se han dado cita la justicia y la historia en Las Ventas. La justicia y la historia, ambas de la mano, en perfecta armonía para el salmantino Juan del Álamo. La historia cruel, ella sola, ha vuelto a repetir su cita con Manuel Jesús El Cid en una película que ya tiene demasiadas secuelas, todas iguales.
Justicia para Juan del Álamo que ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas al cortar dos orejas, una a cada uno de sus toros, que tenían que haber sido tres  si en el palco no hubiera estado sentado un siniestro personaje, un ser miserable, despreciable, mal aficionado y mala persona, un auténtico ladrón aunque se disfrace de comisario de Policía - ¡Dios mío qué pánico que este individuo represente la ley! - que ha robado con una indecencia indescriptible la segunda oreja que el salmantino se merecía sí o sí en el tercero. Justicia que ha decidido hacerse presente hoy en Madrid, no podía soportar la canallada de Trinidad López-Pastor Expósito, que así se llama el individuo, y le ha puesto en suerte a del Álamo un toro de oreja en el sexto que ni el maligno personaje del palco, el que representa al reverso tenebroso de la Fiesta, le ha podido arrebatar. Pero la justicia no venía sola, hoy estaba acompañada por su amiga la historia, esa que venía jalonada de orejas para el salmantino  durante años, esa historia que decía que cada tarde que toreaba con Madrid cortaba una oreja, ocho veces había ocurrido, la misma que nos enseñaba cómo acariciaba, soñaba, anhelaba abrir la Puerta Grande, tan cerca pero que al final siempre se quedaba tan lejos. Esa historia ha mostrado hoy sus dos caras. Su cara amable rompiéndose a sí misma en pedazos, diciendo que ya estaba bien de dejarle con la miel en los labios al salmantino, que hoy era el día elegido para que por fin rompiera la Puerta Grande y volara a hombros de Madrid al cielo, como digo cada día que esto ocurre. Su otra cara es la cruel, la que se repite en la figura de Manuel Jesús "El Cid", esa que cuenta que cuando torea mal mata bien y a la primera, como en el primero, y que cuando torea tan encajado y templado como en el cuarto mata mal pierde una oreja de ley que tenía ganada. Crueldad, maldición, maleficio, no sé cómo llamarlo, pero una vez más ocurre, parece que hay una fuerza oculta, una espada de Damocles sobrevolando el ruedo decidida a boicotear un esperado triunfo de El Cid, una tarde redonda que el sevillano se merece en Las Ventas. Cara amable y cara cruel, injusticia y justicia, cara y cruz de una moneda que cada tarde se tira al aire cuando sale el toro y que esta tarde se han abrazado en Madrid, en el triunfo y en la mala fortuna.
Buena, muy notable corrida de Alcurrucén, encaste Nuñez, muy bien presentada para mi gusto, muy seria, que de los cinco toros que ha lidiado (el primero era un remiendo de El Cortijillo) ha tenido tres de nota: El enclasado tercero, el bravo cuarto y el encastado y exigente sexto. De los dos restantes alcurrucenes se salva algo el manejable pero sin clase ni empuje quinto, siendo el segundo un toro imposible para el lucimiento por soso y deslucido, vacío por dentro. Si ayer se hablaban maravillas de los de Rehuelga, ¿qué van a a decir hoy?. Yo lo digo, para mi mucho mejor hoy, tres toros de cinco, igual que ayer, bravos y encastados, pero además con clase y calidad. No habrán entrado 20 veces al caballo, ¿y qué?, lo que he vivido hoy me ha llenado más, el arte y la belleza me llegan dentro, la fiereza y el peligro me pueden entretener y mantener en vilo, pero en mi la emoción surge del sentimiento y la torería, lo que esta tarde he visto. Así lo he comentado, y compartimos el mismo gusto, con mi gran amigo Luis Felipe Utrera-Molina, con el que he tenido el placer de compartir otra tarde de toros. Un privilegio su amistad y un privilegio su conocimiento de este Arte, del que siempre aprendo mucho, no solo del toreo, y de su agradable conversación cargada de anécdotas y curiosidades, algo que lleva en los genes, transmitido de su padre, un gran aficionado, un gran hombre, un gran español íntegro, fiel y leal hasta su muerte. De tal padre tal hijo. 
Juan del Álamo ha tenido dos toros idénticos en cuanto a comportamiento en los primeros tercios, reservones de salida, sin rematar, parándose frente al capote, huyendo, manseando, doliéndose en el primer puyazo, saliendo rebrincados en cuanto han sentido el acero, pero metiendo la cara abajo y empujando con clase en el segundo encuentro, humillando, con el hocico olisqueando la arena al entrar de nuevo a los capotes que se le ofrecen, para finalmente romper en la muleta en dos variantes muy distintas, una enorme de clase y nobleza el tercero, Licenciado de nombre, y otra encastada, exigente y complicada en el sexto, Bocineto, ante el que había que atarse muy bien los machos. A los dos los ha toreado de manera prodigiosa el de Ciudad Rodrigo, a los dos los ha entendido a la perfección y a los dos les ha dado la lidia que precisaban en cada caso. Las complicaciones que mostraban de salida, suelto y probón, amagando y parándose, las ha solventado aguantando, perdiendo un paso, esperándole, para poco a poco mostrarle el capote y enseñarle a embestir, sacando unas verónicas de enorme valor, templadas, con ritmo, gran mérito. Ya en el segundo encuentro con el caballo han empezado a demostrar ambos toros que podían romper porque metían la cara y peleaban en el peto, humillaban en los capotes y repetían con fijeza. Y es que desde el principio ya lo había advertido Luis Felipe, "hay que esperar y tener paciencia, que he visto muchos toros así que luego cambian radicalmente y rompen a embestir". Y así ha sido, ¿es o no un privilegio ver los toros a su lado?.
La faena de muleta al tercero puede definirse por el temple, la lentitud, el ritmo, la suavidad y la torería. Inicio bellísimo, muy toreo, doblándose por bajo, rodilla en tierra, muy templado, la muleta siempre puesta, tapándole la cara para que no se fuera suelto, rematando con un desplante a pies juntos que rebosaba gusto y clase infinita, dejándolo en el mismo centro del anillo para comenzar un recital de toreo por ambos pitones de muchísimos quilates. Las series en redondo han surgido templadas, lentas, toreando muy despacio, la muleta planchada, adelantada, ni un toque a las telas, con una limpieza exquisita y una verdad absoluta, enroscándose al toro, corriendo la mano, siempre por abajo, rematando hacia dentro para quedarse perfectamente colocado y ligar los muletazos con una suavidad adorable. Los de pecho con los que ha rematado cada serie han sido de antología, eternos, de pitón a rabo, ante un gran toro que humillaba y perseguía con codicia la muleta, sin hacer un mal gesto, con una clase descomunal. Si bien es cierto que la primera serie con la zurda ha sido algo más acelerada, las siguientes han seguido el camino trazado anteriormente, el camino del temple, la hondura y la ligazón, enormes, manejando los vuelos con una dulzura angelical, acariciando la cara de Licenciado. La belleza y la clase de la faena no ha sido la única virtud el salmantino, es que además ha sabido dosificar y medir a la perfección la duración de la rotunda sinfonía que ha compuesto, tomando la espada cuando estaba en el punto más alto de emoción y transmisión, con la plaza entregada, sin alargar en exceso, tentación muy posible que tantas veces hemos visto cómo arruina faenas.  El final ha rezumado torería por los cuatro costados, adornándose por bajo tras una serie lentísima en redondo que ha sido el culmen, dejando al toro en los medios perfectamente cuadrado para entrar a matar, sin pausa, con decisión, colocando un estoconazo que ha pasaportado a Licenciado sin puntilla. Emoción hasta en la muerte, el toro en los medios, el matador dejándole solo, imagen de torería que traigo como ilustración de esta entrada. Dobla el alcurrucén y la plaza entera, ¡todos los tendidos!, unanimidad, es un mar de pañuelos pidiendo los dos trofeos, algo que el presidente se niega a conceder ganándose una bronca monumental ¡de toda la plaza!. Repugnante actitud de un repugnante ser. Una oreja que sabe a dos y dos vueltas al ruedo apoteósicas para un Juan del Álamo que se ha roto a torear, se ha abandonado y nos ha hecho soñar.
Le quedaba el sexto, con media Puerta Grande abierta. La injusticia de la que hablaba al principio había hecho acto de presencia. Pero nadie contaba con que la justicia estaba invitada a la corrida de hoy y que la historia no quería perder protagonismo y quedarse atrás. Bocineto ha hecho exactamente lo mismo en los primero tercios, se ha comportado igual y el salmantino  lo ha metido en su capote a base de esperar y tragar, luciendo en unas verónicas monumentales en terrenos del 5 a las que el alcurrucén ha respondido con el hocico a ras de suelo. En el caballo ha manseado y el tercio de varas ha resultado desordenado y casi caótico, pero finalmente y con buen criterio ha mandado al picador de turno, Óscar Bernal, hacia terrenos de chiqueros para picarlo allí, en mi opinión muy acertadamente. Se duele en la primera vara y toma una segunda con codicia, empujando abajo. Se repite la historia del anterior. En banderillas espera y corta, pero tiene movilidad y pone en apuros a Roberto Martín "Jarocho" y Javier Gómez Pascual que clavan con riesgo y mérito demostrando oficio. Este no es como Licenciado, este es exigente, muy encastado, humilla y repite con fijeza, pero a medio muletazo echa la cara arriba y lanza derrotes y tornillazos con violencia. Juan del Álamo ha sacado a pasear las tres reglas de oro del toreo: parar, templar y mandar, ¡y vaya cómo lo ha hecho!. Ha parado al toro en terrenos del 5 y el 6, ha templado las embestidas y, a base de bajar la mano, ha mandado y sometido a Bocineto en su muleta, que va largo, con galope alegre y brío, con muy buen tranco, que repite, pero que también tiene riesgo, corta y sabe lo que hay, muy exigente, como ya he comentado. Aquí hemos visto a un torero poderoso y valiente, firme y decidido, tragando y aguantando a un toro que en los pases de pecho echaba la cara muy arriba, por encima de la cabeza del torero, que ha toreado con temple por ambos pitones, con profundidad, bajando la mano, alargando todo lo posible el viaje de un toro que reponía en seguida y buscaba. Emociones a mil por hora, valentía aunada a la clase, gran mérito de un torero entregado que ha cuajado series magníficas cargadas de sabor. Todo dependía de la espada, la historia y la justicia tenían que pronunciarse, y lo han hecho. Otro estoconazo  volcándose sobre el morrillo para cortar una oreja que hace justicia y así romper la historia que le hacía acariciar la Puerta Grande pero que nunca había abierto. Hoy lo ha hecho, a lo grande, a pesar de Trinidad, que se pudra en su miseria. 
La pena es que la historia haya gastado todas su balas para cambiarse a sí misma con el salmantino. Una pena que no haya querido darse  otro giro de 180º con Manuel Jesús El Cid, que ha tenido en el cuarto, Antequerano, un toro bravo y noble al que ha toreado con mucha clase en la muleta. Un toro al que ha recibido a la verónica con gusto y suavidad y que se ha empleado en una muy buena segunda vara a cargo de Jesús Ruíz Román, muy aplaudido. Inicia la faena sin probaturas, por el pitón derecho, redondos muy templados, con la mano muy baja, alargando el viaje, sobre todo uno lentísimo, larguísimo, gloria bendita. Bravo, noble y repetidor el alcurrucén, con fijeza, al que lo ha toreado con la diestra con una profundidad inmensa, en series templadas y ligadas por abajo cargadas de belleza. La mano izquierda de El Cid es famosa, es su punto fuerte, y lo ha demostrado. Por ese pitón iba peor, pero ha acabado rendido al poderío del sevillano en una serie de naturales hondos rematada con uno de pecho tremendo. El toro se va apagando pero aprovecha con maestría una última tanda lentísima, con una cadencia pasmosa, durmiendo al alcurrucén en la muleta, una auténtica delicia. ¿Por qué se ha tenido que repetir la historia?, no me lo creo, es una maldición que le persigue. La maldita espada, un pinchazo tira todo por tierra, de nada vale la posterior estocada hasta la yema, se evapora la oreja. Saluda una grandiosa ovación y me hubiera gustado que hubiera dado una vuelta al ruedo, la merecía, pero parece que en estos tiempos está prohibido algo que siempre había sido motivo de reseña destacada en todas las crónicas, la vuelta al ruedo en Madrid a veces valía más que una oreja. En fin, modas o manías.
De Joselito Adame poco se puede decir en la tarde de hoy. Ha pasado desapercibido ante un segundo imposible al que no había nada que hacer, y ha tenido un quinto manejable pero sin raza, soso y deslucido, que iba a media altura, sin empuje, ante el que tampoco me ha parecido ver al mexicano especialmente entonado. Fuera de sitio a mi modo de ver, al hilo del pitón, demostrando que tiene técnica pero sin llegar a transmitir en una faena con poca historia, sin ritmo ni continuidad, deslucida, en la que tan solo el inicio ha tenido gusto y torería, sacando al toro a los medios con despaciosidad y elegancia, con muletazos por bajo y un trincherazo precioso. Pero poco más, no se ha acoplado y su toreo con el compás muy abierto y fuera de cacho no ha calado ni ha gustado. Para colmo ha matado mal, saliéndose de la suerte, dejando una entera baja que ha hecho guardia y precisando dos pinchazos más antes de colocar con habilidad una entera que ha hecho doblar al de Alcurrucén.
No puedo negar que hoy he salido de la plaza con una sonrisa y contento con lo que he visto, una Puerta Grande para un torero de pies a cabeza, salmantino, de Ciudad Rodrigo, Juan de Álamo,  que hoy ha cumplido un sueño que se le resistía y que la justicia y la historia han hecho posible. Y con otra sonrisa solo pensando lo que le tiene que haber jorobado al tal Trinidad no haberle quedado más remedio que conceder la oreja del sexto ante la clamorosa petición. ¡Ojalá no vuelva a pisar el palco!

Antonio Vallejo


miércoles, 7 de junio de 2017

28ª de San Isidro: Lamentable en los excesos


Aunque parezcan términos que no tienen nada que ver a mi me parece que van de la mano en lo que para mi ha sido la tarde de hoy en Las Ventas.
Empiezo por lo más lamentable, el pobrísimo aspecto de los tendidos, los palcos, las gradas y las andanadas. Poco más de media entrada, tendidos 5 y 6 prácticamente vacíos, el 1 y el 2 ocupados en un tercio siendo generosos, las andanadas de sol prácticamente vacías, las gradas poco más, y los algunos palcos totalmente vacíos. Algo pasa cuando en pleno San Isidro ocurre esto. O ha fallado la confección y programación de esta corrida, que a mí me parecía interesante tanto por la presentación de los santacolomas de Rehuelga en San Isidro como por los matadores, uno de ellos que ha dejado importantes faenas en Madrid, como Aguilar, otro avalado por su experiencia en estos encestes, Robleño, y un tercero que deslumbró en Sevilla hace 2 años, Pérez Mota, o está fallando el diseño de este San Isidro llamado a ser cuasi revolucionario pero que mantiene la misma línea de siempre y que da la impresión de estar empezando a hacerse largo y tedioso para los aficionados. 
Lamentable también me ha parecido el comportamiento y la actitud de cierto sector del público que me parece muy bien que se autodenomine pomposamente "torista", pero que ha caído en el exceso a mi modo de entender. Es cierto que la corrida de Rehuelga ha tenido tres toros de buena nota, pero que han tendido sus puntos negros. Por ejemplo el tercero, alegre y con movilidad pero que no llegó a entregarse, y el quinto, que se comportó con nobleza pero no humilló, que se colaba y soltaba derrotes en los primeros compases de la faena llegando a casi prender de la rodilla a Aguilar, y que si han lucido ha sido en gran parte por el buen hacer de los matadores. También es cierto que han entrado al caballo, mucha cantidad, en largo, sí, ¿pero en cuantos de los innumerables puyazos han empujado con los riñones y se han empleado con la cara abajo?. Al menos yo he visto bastantes cabeceando, empujando con un solo pitón y haciendo sonar el estribo. Sinceramente creo que se ha caido en un exceso de euforia, más en cantidad que en calidad, tomando partido descaradamente a favor de los toros, lo que me parece muy bien, pero criticando y midiendo  injustamente a los matadores que, al menos para mi, han rayado a gran altura y han hecho mejores algunas cualidades de los toros. No es necesario ponerse en contra del torero para demostrar lo torista que se es, eso me parece excesivo y lamentable.
Y lamentable, de plaza de pueblo - esa expresión que los ecuánimes y sabios "toristas" utilizan cuando se conceden orejas que ellos consideran que no deben darse, la mayoría de las veces por el nombre del torero que la corta y el hierro del toro al que se le corta - la vuelta al ruedo al quinto de la tarde. Una auténtica paletada del presidente, un exceso ridículo que no sé si iba encaminado a dorar la píldora a ese sector que tantas barbaridades le ha soltado otras tardes y así demostrar no sé qué. Los mismos que dicen que las "orejitas" que se reparten algunas tardes restan categoría a la plaza hoy se han debido sentir satisfechos viendo como se saca un pañuelo azul de plaza de segunda o tercera en plena verbena de agosto. Para nada se merecía una vuelta al ruedo ese toro, más aún si lo comparamos con otros que se han lidiado este año, por ejemplo Libertino de Garcigrande lidiado por Enrique Ponce, Barberillo de Alcurrucén lidiado por Ginés Marín, Hebrea de Jandilla lidiado por Sebastián Castella, Imperial y Decano también de Jandilla lidiados por López Simón, eso por no hablar de varios de Nuñez del Cuvillo y Victoriano del Río para no hacer interminable la lista de los que se merecían una vuelta al ruedo mucho más que el de hoy. Se ha pasado el señor presidente sacando el pañuelo azul por su cuenta y riesgo. Con eso sí que ha restado criterio y categoría a la plaza de Madrid. Lamentable. 
Es una pena que una tarde que ha tenido cosas buenas, algunas muy buenas, se empañe de tal manera por tres aspectos excesivos y lamentables. Una pena que una corrida seria, bien presentada aunque muy dispar de hechuras, con algunos toros armónicos, muy en tipo santacoloma por peso y pitones, junto a otros atacados de kilos, fuera de tipo mastodónticos, elefantoros, una corrida que en el caballo ha sido muy entretenida y en la que les hemos visto arrancar en largo y galopar  en cuatro de los cinco del hierro titular pero con matices en cuanto a su manera de emplearse en el peto, una corrida que en la muleta ha tenido emoción y calidad en tres toros (tampoco es que los seis hayan embestido) pero también con algunos matices, una corrida en la que Robleño ha tenido un marmolillo sin opción alguna y otro deslucido y descastado ante el que estuvo firme y entregado, enormemente voluntarioso y serio pero sin nada que sacar, una corrida en la que Alberto Aguilar y Pérez Mota han toreado templados, corriendo la mano, ligando los muletazos, sabiendo perder los pasos necesarios que pedía el toro para quedarse colocados de nuevo, siempre por bajo aunque sus toros no humillaran en exceso salvo el sexto, se hayan encontrado con un ambiente a la contra en la que nada se les valoraba y cualquier chorrada se les protestaba y recriminaba por parte de los hoy pletóricos "toristas". Es una pena, de verdad. Mucho mérito lo que han hecho los tres matadores esta tarde, sobreponiéndose a las dificultades que presentaban los de Rehuelga, que las tenían, y peligro también, que lo tenían, que no eran ursulinas, tragando arreones, que no todo han sido embestidas nobles, poniendo siempre la muleta adelantada, sacando series en redondo de enorme calidad y clase, templadísimas, como la que ha dado Aguilar al final de faena al quinto muy templada, corriendo la mano muy baja rematando con  ayudados por bajo torerísimos, así como una serie final de Pérez Mota al sexto lenta, eterna, sin quitarle la muleta de la cara al toro, repleta de gusto y sabor, con un toreo al natural de gran hondura por parte tanto del madrileño como del gaditano que se han vaciado por ese pitón izquierdo en el quinto y sexto. Mucho mérito y escaso reconocimiento a mi modo de ver por parte de un público que parecía que lo único que quería ver era como corría el toro hacia le caballo. Si por el "torismo" fuera hubiéramos estado toda la tarde viendo entra los toros a los caballo, no tres, sino trescientas veces. El tercio de varas es fundamental, es bellísimo cuando se ejecuta con pureza, pero, como todas las cosas, tiene su medida.
Repito, que nadie se equivoque al leer esto, la corrida de Rehuelga ha sido entretenida y ha tenido cosas buenas, pero en su justa medida, tres toros. Y repito, para mi Robleño, Aguilar y Pérez Mota han estado más que dignos, con clase, entendiendo y sabiendo cómo llevar a estos toros, fajándose cuando había que hacerlo, estirándose cuando los han sometido y sigo pensando que infravalorados y maltratados en algunas fases por parte de un sector del público que ha arrastrado, abducido en su agujero negro, a otra parte que se ha dejado llevar por esos excesos "toristas", con la amarga guinda del más lamentable de los excesos, la vuelta al ruedo al quinto.

Antonio Vallejo

27ª de San Isidro: Estado puro


Tarde de lleno absoluto en Las Ventas, supongo que cartel de "no hay billetes" para engordar la estadística de corridas del ciclo en las que se ha acabado el papel, uno de los objetivos de la nueva empresa, llenar la plaza más días que en temporadas anteriores. Los toros de Victorino Martín son por sí mismos reclamo suficiente para todo tipo de público, pero si les añadimos los nombres de Diego Urdiales, Alejandro Talavante y Paco Ureña la combinación resulta perfecta y difícilmente habrá alguien que se lo quiera perder. Los victorinos creo que han respondido a lo que se esperaba de su origen Albaserrada y han generado una riada de emociones en diferentes vertientes, desde la clase y nobleza del segundo, la bravura y la casta del tercero, los dos mejores del encierro con diferencia, hasta el peligro y las complicaciones que han presentado los cuatro restantes que en general han resultado deslucidos pero con matices. En lo que respecta a la presentación me ha parecido una corrida seria, variada y desigual de hechuras y trapío, algunos muy ofensivos y descarados por delante, abierta de cara en general, varios que asomaban las puntas al cielo, con ese hocico afilado tan típico de los Albaserradas. Es cierto que algunos han sido protestados supongo que por falta de presencia, no creo que por falta de kilos porque eso supondría desconocer este encaste y no saber que no se caracterizan precisamente por su peso sino por su movilidad, su genio y las complicaciones que presentan durante la lidia. Así ha sido la corrida, dura, complicada, exigente, aunque deslucida en líneas generales, que se ha arrancad en largo al caballo aunque luego la pelea fuera muy desigual, una corrida para fajarse, para saber estar delante de esos toros y poderles, con verdad, sin monerías ni florituras, una corrida para hombres en estado puro frente a toros también en estado puro.
Mentiría si dijera que Digo Urdiales me ha gustado esta tarde. Sinceramente esperaba más de su toreo y me ha decepcionado un tanto, aunque creo que hay dos motivos que llevan esa desilusión. El primero que su lote ha sido deslucido, mucho, pero no imposible, aunque en las antípodas de prestarse al triunfo, pero sinceramente creo que tenía algo más, aunque fuera poco. El segundo es la falta de entendimiento que en mi opinión ha mostrado en el cuarto, un toro con movilidad que ha apretado en el capote al riojano, quien lo ha sacado a los medios andándole hacia atrás y por bajo, igual que ha hecho en el primero, que ha acudido con galope alegre tres veces al caballo que montaba Manuel Burgos, algo que ya no vemos prácticamente nunca, aunque sin emplearse en el peto, y que es cierto que en la muleta se quedaba muy corto, se revolvía y reponía con peligro, pero tampoco como para sacarlo a los medios con muletazos por bajo que me han parecido muy bruscos, que se frenaba, medía y no se prestaba al lucimiento. Pero me ha dado la impresión que Urdiales no ha encontrado el sitio ni la distancia en ningún momento, es más, me ha dado la sensación de estar poco confiado y con una actitud que no parecía la mejor. Ojo, que eso es muy fácil decirlo sentado en un tendido, hay que estar ahí abajo y sentir la mirada de un victorino. El caso es que entre un primer toro imposible que gazapeaba, que no humillaba, dando cabezazos y un segundo sin recorrido pero que por el pitón izquierdo parecía que pasaba aunque sin emoción alguna, el riojano ha solucionado la papeleta con dos macheteos por bajo y sanseacabó, lo que no ha gustado al respetable que ha despedido al de Arnedo con dos sonoras pitadas, lo que me parece bien si al público le ha parecido así, aunque personalmente creo que dos silencios habrían sido suficientes. Pero lo que no entiendo y no apruebo es aplaudir a esos dos toros en el arrastre sin motivo para ello, con muy mala leche, con el único objetivo de menospreciar a un torero, de fastidiar, de jorobar por decirlo fino, algo inadmisible para quien se diga aficionado, que aunque haya sido una minoría supone una gran falta de respeto a un profesional que no olvidemos se ha jugado la vida ante unos toros francamente deslucidos, y al torero hay que juzgarlo en función del enemigo que tiene enfrente.
Alejandro Talavante ha tenido en el segundo un muy buen toro, con clase, fijeza, repetición y nobleza, que desde salida ha humillado en el capote y ha metido la cara con celo y codicia en las buenísimas verónicas con las que le ha recibido el extremeño, templadas, acunando al toro, ganando pasos, con gusto, rematadas con una media de cartel. Pelea en el caballo metiendo los riñones y la cara abajo en dos varas bien tomadas por parte de Manuel Cid. En banderillas lucen Juan José Trujillo y Julio López que colocan tres pares con pureza, en la cara del toro, saliendo con torería. 
Si hay algo que considero digno de destacar de toda la faena de Talavante es la manera como ha entendido al victorino y como se ha acoplado con él, dándole la distancia y las pausas para el respiro que necesitaba, una faena con empaque, firmeza y mucha calidad. Por ambos pitones se ha encajado a la perfección, ha toreado templado, largo, bajando la mano en series ligadas tanto en redondo como al natural, si bien me parece que por el pitón izquierdo han surgido los muletazos más hondos, toreando muy despacio, dando la sensación en algunas que no estaba frente a un victorino por la naturalidad y el relajo con el que llevaba conducida su noble y enclasada embestida. Toro pronto, repetidor y que humillaba pero que no ha olvidado la sangre que llevaba, así lo ha demostrado en un par de parones y miradas desafiantes, tanto como en un derrote en el que ha puesto los pitones a la altura del cuello de Talavante, vamos, que no era una hermanita de la caridad aunque el extremeño le haya pegado una gran cantidad de muletazos profundos con gran temple y mucha emoción. El final de faena con adornos de enorme torería, una arrucina ligada a uno de pecho impresionante, larguísimo, eterno, ayudados por bajo y un desplante por alto mirando al tendido dejaban todo en manos de la espada. Una entera trasera y un descabello valen una oreja pedida por la gran mayoría y protestada por unos pocos. Para mi oreja de justicia, de ley y de peso al torera así a un Victorino. Nada que ver el quinto, que de salida ya echa las manos por delante y aprieta a Talavante en el capote junto a las tablas, no se emplea en el peto, se duerme y se deja pegar sin más y en banderillas pasa sin pena ni gloria. Viendo este comportamiento las esperanzas de abrir la Puerta Grande se difuminan para Talavante. Lo saca a los medios, lo prueba por el pitón derecho, poca movilidad, lo lleva templado pero pasa sin emoción alguna. Lo intenta por el izquierdo y la película no cambia. Un intento más de nuevo por el derecho y comprueba que no vale, andarín, midiendo y mirando, sin posibilidad de triunfo. Opta por abreviar y toma la espada, algo que no gusta o no entienden. A estas alturas de su carrera no creo que Talavante tenga que estar diez minutos aburriéndonos con pases sin transcendencia, ya ha demostrado mucho y ha llegado a donde está por méritos propios, el último hace unos días, me parece que ha elegido la mejor opción y es más, se lo agradezco. No está fino con los aceros y escucha pitos que, como dije con Urdiales, con un silencio habría sido suficientemente ilustrativo.
El murciano Paco Ureña es en la actualidad uno de los toreros más respetados y esperados en Madrid, condición ganada a base de pundonor y grandes dosis de toreo caro, lo que ha demostrado hoy frente al encastado y exigente tercero, un típico albaserrada, abierto de cara, amplio de sienes, descarado, tremendo por delante, enseñando las puntas. Aprieta a Ureña en el capote, tiene brío y mucha guasa. Empuja con celo en la segunda vara y espera en banderillas, cortando y poniendo en apuros a  Curro Vivas y Álvaro López que resuelven con oficio, sin más. En la muleta echa la cara arriba, tiene mucho que torear y exige el carnet. Magníficamente entendido por el lorqueño en una lección de colocación y conocimiento, perdiendo un pasito al terminar el muletazo y así quedarse perfectamente colocado para ligar el siguiente. Con mando y paciencia ha metido Ureña la tremenda arboladura del victorino en los vuelos de la muleta en una  serie en redondo templada y ligada, siempre perdiendo ese pasito tan necesario. El toro va y viene, repite pero se vuelve rápido, es muy exigente y precisa mando y no perderle la cara ni un segundo. Con la izquierda saca una magnífica serie de naturales templados y ligados, con hondura de mucho mérito. Vuelve al pitón derecho y sigue desgranado series de derechazos profundos pero con peligro sordo, en los  que cada pase es una sacudida de emoción, un sobresalto, templando y bajándole siempre la mano, enorme el esfuerzo y el valor del murciano. Traga y se expone de verdad, sin esconder nada, como muestra el final de faena dándole el pecho por ambos pitones robando muletazos lentísimos uno a uno. Mata de estocada entera insuficiente y dos descabellos perdiendo los posibles trofeos que para mi merecía esta faena tan intensa de emoción, tan pura y tan de verdad. Por cierto, Paco Ureña ha dado una merecida vuelta al ruedo, ¿por qué no se ha sacado el pañuelo azul y se ha dado una vuelta al ruedo a este toro encastado y bravo?. Ante el sexto no ha tenido opción alguna, un toro que medía y buscaba, que no tragaba un muletazo, ante el que Ureña ha vuelto ha ponerse con una verdad inapelable, sacando un par de series con recorrido, templadas y por bajo de mucho mérito ante un animal que se colaba y que sabía perfectamente lo que buscaba. Ahí se ha acabado, eso es todo cuanto ha tenido el victorino, que se ha rajado pronto y ha empezado a defenderse aún más. No tiene más y Ureña toma la espada y decide acabar con esta alimaña cuanto antes, algo que no gusta demasiado, pero que creo es lo más acertado en este caso, sobre todo tras comprobar lo valiente y entregado que ha estado ante este peligroso sexto, en estado puro.
Y mañana más torismo, a ver qué sale.

Antonio Vallejo