miércoles, 31 de mayo de 2023

El trampantojo


 La R.A.E define trampantojo como "ilusión óptica o trampa con que se engaña a una persona haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve". Bien podría añadir a esa definición "la novillada de Fuente Ymbro del 30 de mayo de 2023 en San Isidro". Eso ha sido lo que me ha parecido lo visto esta tarde, otra tarde más de lluvia, con el cielo cerrado que ven, una hartura ya lo de la lluvia. Ha sido en el cuarto y quinto novillo, dos de Fuente Ymbro que se han movido, sí, mucho, es evidente, no han parado, pero no han tenido ni clase ni entrega, y no se puede confundir movilidad y brío con bravura. El cuarto saltó a su aire, sin fijeza, y cuando tomó el capote de Víctor Hernández lo hizo con la cara alta y las manos por delante, pasaba muy rápido y se volvía, sin mucho recorrido, pero iba y venía, con movilidad, pero sin clase y, aunque no lo crean, sin ritmo, más a acelerones que otra cosa. Y lo que hizo en el caballo...vaya tela. Si no es de manos se parece mucho. Entra al peto en el segundo puyazo y en cuanto siente el hierro sale rebrincado y suelta una coz huyendo hacia las tablas, ¡que bravura!. Pero eso sí, a toda velocidad, se movía mucho. Primeros compases de faena con dos cambiados por la espalda de infarto, cambiando el viaje en la última milésima de segundo, máxima exposición y riesgo. Luego con la diestra, muy firme, poniéndole la muleta y trazando series de derechazos de mucha entidad, buena colocación, temple y ligazón, alguna de mucha profundidad y emoción. Y el novillo tenía movilidad, iba y venía, repetía.... pero sin clase alguna, en el embroque movía la cara con una especie de espasmo de arriba abajo, luego no se entregaba, cabeceaba y su viaje era un tanto descompuesto, se revolvía y otra vez se colocaba, de nuevo paraba, el espasmo y otra arrancada, otro arreón, sin ritmo, pero con movilidad, que tiene su emoción, no lo niego, pero más por la inercia que por la calidad del novillo que, por cierto, solo embistió a su manera por ese pitón derecho, por el izquierdo nada de nada, la cara por las nubes y pasando de mala manera. Víctor Hernández puso entrega, calidad y mucha verdad, tragando los arreones con firmeza y valor ante el trampantojo en el que alguno picó, el de casi todos los días del "se va sin torear". No era un novillo bravo, no era un novillo enclasado, solo se movía mucho, como hacen muchos mansos, pero algunos vieron lo que no era, cayeron en la trampa. Con el cornidelantero quinto más de lo mismo. Lo recibe Álvaro Burdiel con una larga cambiada de rodillas, incorporado ya verónicas genuflexo de mucho sabor a un novillo que tiene también movilidad, que repite con fijeza y recorrido. De rodillas toma el sevillano  la muleta por estatuarios, increíble, de mucha verdad y emoción, sin guardarse nada, le aprieta el novillo, le pone en apuros, casi acorralado y se incorpora para dominarlo con una trincherilla de desgarro, de las que te parten por la mitad ante tamaña carga de sentimiento. Otro toro de un solo pitón, el derecho, por el izquierdo no quiso nada, protestón y reservón, no pasaba. Con la diestra muy firme Burdiel, poniéndosela plana para meterlo en los vuelos y llevarlo templado con mucho valor y mérito por lo que tuvo que tragar, dibujando un par de series de mucho peso, ligadas y profundas, con algunos muletazos de una belleza enorme. Y lo hizo con mucha verdad y entrega, mucha más de la que tuvo este fuenteymbro que se movía, sí, también se movía, pero cuando se decidía embestir, porque era tardo, bajaba el hocico, que no es humillar, esperaba y entonces arrancaba, a  arreones, cabeceando para puntear la tela, embestida fea y desclasada, pero con mucha movilidad, repetía tres o cuatro muletazos y luego incluso se desentendía. Y también tuvo su emoción por esa inercia y cierto peligro que se desprendía y que a uno pocas filas detrás mío le atrapó en el engaño cuando - para más coña lo hizo cuando Burdiel estaba intentando sacar algo por el imposible pitón izquierdo - soltó "te está comiendo el novillo". Lo dicho, el trampantojo. Menos mal que al final tanto Víctor Hernández como Álvaro Burdiel recibieron sendas ovaciones porque durante sus faenas no se les valoró justamente por lo que estaban haciendo, y sinceramente creo que deberían haber sido más fuertes que las que se dieron a esos dos novillos. El efecto trampantojo.
Del resto de esta decepcionante novillada de Fuente Ymbro sin fondo, sin bravura, desclasada y deslucida y sin fuerzas, conviene destacar el buen manejo del capote en los tres novilleros. Verónicas con gusto y calidad, saltilleras, chicuelinas, a manos bajas y en galleo, delantales, caleserinas, tafalleras, una variedad de quites que los tres, Hernández, Burdiel y el francés  Lalo de María, nos han brindado con sus ganas y su disposición, con más o menos acierto, pero en novilleros, con sus virtudes y sus defectos.
Así Hernández le pegó al primero un par de series en redondo reunidas y profundas tras los estatuarios y el cambiado por la espalda con que arrancó el trasteo en las que mostró un buen concepto y maneras, templado, buscando la colocación y bajar la mano en cuanto pudo, que fue poco porque ese novillo, aunque noble y con cierta clase y humillación, se acabó en los primeros compases, sin fuelle alguno. Muy aseado Burdiel en el segundo, buen sentido del toreo, temple y ritmo, cadencia en sus muletazos, trazo fino, gusto. La pena es que ese novillo fuera tan soso y con tan poco empuje, a la defensiva. Po su parte el espigado Lalo de María, muy alto, mostró gusto en los doblones con los que prologó su faena al tercero y puso todo su empeño en tratar de sacar algo del soso y deslucido novillo, que pasaba en la muleta porque tenía que pasar, pero lo hacía  con nula emoción, aunque su toreo me pareció un tanto mecanizado, quizás influido por su altura y su figura que lo hace algo deslavazado. Tras un inicio de rodillas en el sexto, muy en novillero, ligó con temple un par de tandas en redondo con calidad y profundidad, en largo y con recorrido, bajando la mano que fueron lo mejor. Luego se diluyó un tanto la faena por la venida a menos del fuenteymbro que empezó a defenderse y por cierta falta de acople del francés a las condiciones del animal, que todo hace, como el trampantojo en el que algunos han caído en esta, un día más, lluviosa tarde con la que se acaban las novilladas de este San Isidro. 

Antonio Vallejo

 

lunes, 29 de mayo de 2023

Entre la sangre y la emoción que rozó la gloria

La historia se repite, otra tarde más invernal e infernal en lo climatológico. No había hecho más que aparecer el primero de Adolfo Martín cuando un cielo que hasta ese momento era amenazante se cerró como si quisiera engullirnos y de sus entrañas comenzó a caer agua como si no hubiera un mañana. Y así hasta el que se corrió quinto, un diluvio que poco a poco iba deteriorando el estado del ruedo haciéndonos dudar incluso de la posibilidad de poder finalizar la corrida. Agua mares, charcos, algunos casi lagunas, y un barrizal que pronto, muy pronto se tiñó de sangre. Corría el tercero, un cárdeno con mucho ímpetu de salida, viniéndose por dentro y la cara alta en el capote de José Garrido, con malas intenciones, apretando, obligándole a  tomar el olivo y salvar el pellejo. Comportamiento más de manso que otra cosa en el caballo y en banderillas, la cara alta, nula clase, a pesar de lo cual José Chacón colocó dos pares de antología, haciéndolo todo, asumiendo riesgo, cuadrando en la misma cara del albaserrada desafiante que esperaba, de poder a poder, la barriga casi en el hocico, pares para enmarcar y enseñar al mundo entero lo que es la pureza y la verdad en este Arte. Poco quería en la muleta el canalla, escarbando, mirando, midiendo, calculando, un manso peligroso. Directamente se fue recto, desentendido del engaño, buscando el cuerpo de Garrido. Lo arrolló, levantó y empitonó de muy fea manera, en el suelo se enceló con el cuerpo del extremeño, hecho un ovillo, tratando de defenderse de la brutalidad de la fiera hambrienta de carne. Segundos eternos, angustiosos, dramáticos hasta que los capotes consiguieron apartar al animal. Retirado por su cuadrilla a la enfermería y operado allí mismo de una seria cornada en el muslo izquierdo, que pudo ser mucho peor. Encogidos y sin capacidad de reacción nos quedamos a la espera que Fernando Robleño se quitara de en medio con inmediatez y eficacia al manso. Esta es la cara amarga del toreo pero la que refleja lo que realmente es, una lucha de igual a igual, sin trampa ni cartón, en la que se hiere y se puede morir de verdad. Yo creo que eso merece el respeto que tantas veces no se les tiene a los toreros por parte de algunos, los del miau. Pero ayer no tocaba, y motivos hubo. Por poner un ejemplo el quinto, largo y algo falto de remate, se le protestó levemente por presencia y en varas por posible invalidez, pero no hubo miaus. Curioso. Quizás si no hubiera llevado el hierro y la divisa de ayer y hubiera sido otro, o si le hubiera correspondido a laguna figura... ¡Viva el criterio!.

Precisamente ese tan protestado que se corrió quinto y correspondió  a Robleño por la alteración del orden de lidia tras el percance de Garrido fue el único que salvó la tarde, porque hay que reseñar el pobre y deslucido juego del resto de hermanos, y no digo del sobrero de Pallarés que sustituyó al que cerraba plaza. Se comportó de salida como suelen hacer los de este encaste, metido en el capote, sin salirse, revolviéndose y apretando. Sensacional la lidia del madrileño echando el capote abajo, andándole hacia atrás, sometiéndole, y el de Adolfo parece meter bien la cara y humillar. En el caballo tampoco es que se empleara con bravura, como toda la corrida, más se dejó pegar que otra cosa, pero en banderillas Fernado Sánchez le hizo sacar lo que llevaba dentro mostrando en un par de auténtica antología, andando hacia la cara, parsimonia, marcando los pasos, casi un baile, gustándose, las manos bajas, desafiando al toro, hasta las cercanías, "ven aqui´" le dijo, y el albaserrada se arrancó, Fernando le ganó la cara cuadró, levantó los palos y los dejó reunidos, apoteosis, abandonando el embroque con chulería, andando, como si ná. Ovación atronadora con la plaza en pie. A ver que jurado tiene valor de  dar solo un triunfador en el apartado de mejor par de la feria. Y ese toro protestado de salida y tras el tercio de varas, incluidos pañuelos verdes al viento, rompió por un pitón izquierdo sensacional por el que directamente, sin probaturas, se puso a torear Robleño. ¡Y cómo toreó!, gloria pura al natural, relajado, incluso abandonado por momentos, echando la muleta alante, embarcado la embestida con temple máximo, profundidad en su toreo, ligazón enroscada en dos tandas majestuosas, de enorme poder y una calidad descomunal, ¡así se torea!, dos tandas rematadas por sendos pase de desdén de infinita belleza y torería, la plaza en pie, los olés retumbando como pocas veces se escuchan, ¡que emoción!. Por el otro pitón va un poco a menos, una primera tanda en redondo de mucha profundidad, ligada con la mano baja, también abandono, pasándoselo por la bragueta, de nuevo los olés. Pero ahí cambió el toro, algunos toques a la muleta y un desarme al bajar mucho la mano y empezó a cortar el viaje, reponer y revolverse, con riesgo, obligando a Robleño a perder paso entre muletazo y muletazo para poder colocarse y tratar de ligar, con menos ritmo  pero con emoción. También esta vez se respetó que al salir de alguno de los pases quedara algo fuera, que tuviera que rectificar al perder un paso, que es lo normal y lo que había que hacer, pero es que hay otros días y con otros nombres que la que montan....¡Viva de nuevo el criterio!. El epílogo de faena puso en ebullición a la plaza, si es que lo dejó de estar en algún momento a pesar de esa pequeña falta de continuidad. Una serie rotunda al natural, no podía ser de otra forma, rematada con un cambio de mano celestial y la sensación que todo se enfilaba hacia la Puerta Grande, hacia la gloria.  Pinchazo, entera insuficiente y descabello desvanecieron las opciones, pero la vuelta al ruedo con su cuadrilla fue más que apoteósica, un delirio colectivo. Luego hubo otra vuelta al ruedo más, para mi gusto una propina exagerada, casualmente pedida por los que más protestaron al toro, y que son los mismos que otras tardes montan la mundial cuando algunos matadores amagan con darla. ¡Y que viva el criterio!. De matar a la primera, quien sabe lo que hubiera caído de trofeos, dos orejas creo que seguras y, para mi, merecidísimas, pero seguro que alguno se hubiera animado a más. También a mucha altura había estado con el que abrió plaza, un toro con poco celo al que lidió andándole hacia atrás para sacarlo a los medios y que tampoco es que mostrara demasiado recorrido. Dormido en el peto, sin emplearse y dos muy buenos pares de André revuelta le condujeron a la muleta donde mostró os mismos defecto, aunque sacó cierta clase y nobleza que aprovechó el madrileño para dibujar muletazos sueltos de mucha hondura  en una faena en la que siempre tuvo que estar pendiente de los tobillos ya que el toro se quedaba debajo, se revolvía y buscaba, sabedor de lo que dejaba atrás. Firme y sin dudas Robleño, perdiendo pasos,  la muleta adelantada para llevarlo muy metido, bajando la mano, con mando culminando  con una tanda al natural de mucha calidad rematada con una de pecho tras aguantar un parón y unas miradas interminables. No fue su tarde con la espada y se quedó en una ovación. Pero lo que ayer demostró Robleño es mu fácil de resumir: TORERO. Así, con mayúsculas.

Román tuvo que apechugar con su lote y de añadido con uno más por la cogida de José Garrido. Difícil, imposible diría yo triunfar con lo que tuvo enfrente. Par colmo vio como el que cerraba plaza, tras salir como un trolebús con la cara por las nubes y desarmarle en el capote, se iba directo a las tablas y saltaba al callejón sembrando el pánico. Tal fue la costalada que se pegó en su acrobacia que quedó más que resentido, inválido, y fue devuelto a los corrales. En su lugar un sobrero de Pallarés que tuvo un comportamiento idéntico al de su presentación, horrible. Agarrado al piso, un marmolillo al que no le pudo robar ni medio pase. tampoco es que los dos de Adolfo que le correspondía por sorteo fueran mucho mejores y si se puede decir algo de Román es que todo lo poco que pudo hacer lo hizo bien. Les plantó cara, les puso la muleta en la cara, trató de tirar de ellos con temple, midiendo la altura y bajando la mano cuando se pudo, pero no pasaban, escaso o nulo recorrido, sin clase ni entrega. Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Inevitable recurrir al tópico.

Bien va a venir el descanso de hoy para secarnos y quitarnos la humedad que ayer se me quedó metida en el cuerpo, como me quedó el dolor por la sangre de Garrido y la emoción que rozó la gloria con Robleño, las dos caras de la moneda que se tira al aire en cada toro de cada tarde. Así es el toreo.


Antonio Vallejo

domingo, 28 de mayo de 2023

Las peores expectativas, salvo el agua

Es la primera vez que empiezo a escribir sobre una tarde de toros cuatro horas y media antes de que se dé inicio al paseíllo. A estas horas el pronóstico meteorológico que veo en el teléfono no es muy halagüeño, aunque es cierto que hay uno que espero que acierte más que el otor y aguante la lluvia. No será porque no estamos avisados si luego las condiciones para la lidia son infames. Pero siendo eso algo preocupante lo que me ha llamado la atención son los seis toros de El Pilar sorteados para esta tarde y cuyas láminas publicadas en la web de Las Ventas les traigo a portada. Dirán, ¿y eso a cuento de qué?, ¿porque son todos castaños y colorados?. La verdad es que llama la atención ese color de capa en todos y que ni uno sea negro, pero no me parece más que un detalle pinturero. Lo que realmente me ha llamado la atención es el peso de los toros. Aunque sea tedioso se lo voy a detallar uno a uno. El primero 600 Kg, 547 Kg el segundo, el tercero 515 Kg, 544 Kg el cuarto, y para el que quiera carnaza, 605 kg el quinto ¡y 630 Kg el sexto!. A priori, muy desigual en la romana y supongo que muy desigual de hechuras. Por ponerles un ejemplo que explique lo que me parece. Si se fijan en el lote de Francisco de Manuel verán que hay una diferencia de ¡515 Kg! entre sus dos toros, una auténtica burrada y un dato que no me cuadra, sinceramente. Las fotos son estas, luego veremos cómo son en realidad, pero no es que sea el mejor anuncio de cara al juego que puedan dar. Sé que es arriesgadísimo predecir nada en esto del toreo, que esto que estoy haciendo es un experimento, que la probabilidad de equivocarte y hacer un ridículo de espanto es altísima, pero a ver si esos 600 y más Kg que llevan tres de los seis aprobados no pesa, valga la redundancia, mucho, muchísimo, demasiado o todo en sus condiciones. Eso sí, a lo mejor tanta carne frena los miaus, por volumen no será, digo yo. Lo dicho, en unas horas me voy a la plaza, con la expectativa de ver buenos toros y no  mojarme mucho. ¿O será al revés?. Se lo contaré.
Aquí estoy de nuevo, al menos seco, no nos hemos mojado, la temperatura perfecta y el viento en calma, algo bueno tenía que dejarnos la tarde. Sí, las peores sospechas se han cumplido y ha pasado lo que tenía que pasar, que para mover tantos kilos hace falta mucho motor, y no lo han tenido. Directamente, sin paliativos, la corrida de El Pilar ha sido mala, muy mala, horrible. Una escalera de pesos y hechuras, muy dispares, tres enormes, muy voluminosos, un tanto exagerados, auténticos trolebuses, otro largo y con falta de remate, y uno para mi gusto el más armónico y proporcionado, además de serio, el tercero, casualmente el de menos peso. Desde luego que en cuanto a presentación no me ha enamorado, me han sobrado muchos kilos y litros de volumen. Soy más del toro bien hecho, recogido, proporcionado y serio, es decir, con trapío, independiente de la romana, ese sí me enamora. Trapío y masa no son sinónimos, conviene recordárselo a algunos, aunque de bueno ha tenido que  con tanto kilo al menos nos hemos librado de los miaus, tal como suponía este mediodía. Siendo todo esto opinable y cuestión de gustos, lo que ha sido una realidad que deja poco margen a la discusión es que el juego y el comportamiento ha sido muy pobre y decepcionante. Sin fondo y sin fuerzas, han  llegado a la muleta sin fuelle, muy parados, sin humillar y, salvo primero y segundo que han tenido al menos nobleza y más recorrido en el capote, los demás casi ni para eso han servido. Y no digo en el caballo, poco o muy poco han cumplido en general, deslucido a más no poder, empujando más por la inercia de su masa que por poder.
Una tarde que se derrumbaba y se convertía en ruinas a cada toro que saltaba, siendo especialmente triste el espectáculo en el tercero, devuelto a los corrales por inválido, el tercero bis, también del hierro titular, devuelto a los corrales por inválido, y el tercero tris de Conde de Mayalde. Pero una tarde que se ha salvado gracias al toreo de capa en los dos primeros y a la actitud, la firmeza y el par de bemoles de Francisco de Manuel precisamente frente al tercero y mucha disposición en el sexto. 
Diego Urdiales y Pablo Aguado nos han hecho soñar el toreo en el primero, momentos mágicos en el tercio de quites, temple y gusto, empaque y compás. Fueron las verónicas de Diego Urdiales a la salida del primer puyazo una auténtica maravilla, muy templadas, asentado, enganchadas muy alante para llevar la embestida muy larga y reunida, rematadas con una media repleta de  gusto. Por el mismo palo en su turno de quites Pablo Aguado, verónicas sedosas, muy despaciosas, acompañadas con el cuerpo pero un poco por fuera, también rematada con una buena media. Pero donde el cielo se abrió y el sol iluminó el ruedo para que nadie se lo perdiera fue en la réplica de Urdiales. Un delantal para crujir el alma, unas verónicas reunidas y recogidas de máximo sentimiento, ritmo y compás, meciendo al toro, sabores de toreo eterno, empaque y torería de infinita expresión con la media belmontina para rubricar una auténtica obra de arte. Sólo por eso ha merecido pagar una entrada, palabra de honor. Una pena que ahí se haya vaciado el toro y en la muleta el riojano tan solo haya podido dejar detalles de ese sabor añejo con el que impregnan su toreo, imágenes en sepia de toreo caro, un viaje en el tiempo a otras épocas doradas de este Arte, ante un toro que no pasaba y cabeceaba condicionado por su falta de fuelle. 
Lo mismo lo vivimos en el segundo con Pablo Aguado interpretando el toreo de capa con más expresión que en el anterior, a mi modo de ver. Fue en la réplica a un templado y buen quite de Francisco de Manuel a la verónica. Aquí paró el tiempo, las agujas dijeron alto y los lances duraron una eternidad, verónicas de ensueño, acompañadas con la cintura y más cerradas que en el primero, una de ellas de auténtica locura, por momentos parecía que toro y torero iban a pararse y convertirse en estatuas de lo lento que la ejecutó, para rematar con una media a pies juntos para morirse, de una gracia y una belleza suprema que puso a la plaza en pie. Y, al igual que en el turno anterior, el toro se vació en los capotes y poco hubo de más. Eso que los primeros compases invitaban a soñar, por bajo, andándole con torería para llevárselo a los medios, trincherilla y pase de la firma de aromas sevillanos. Trato delicado en la muleta, a media altura para cuidarle y que no se viniera abajo, pulcro y aseado, templado, sí,  pero sin emoción pero el de El Pilar no daba para más, sin entrega aunque mantenía su nobleza. También es cierto que Aguado necesita un toro concreto con unas condiciones muy especiales para que su manera de interpretar el arte tome vuelo. Cuando sale ese toro que se acopla a su toreo es una delicia, pero ese toro no sale todos los días, es lo malo, que bastantes son las ocasiones que su toreo es el que no se acopla al toro. Aunque esta tarde era muy difícil acoplarse a nada porque había muy poco o nada a lo que hacerlo.
Y por último la actitud de Francisco de Manuel toda la tarde, máxima entrega y exposición, con mucha sinceridad, todo de verdad, sin guardarse nada. No es fácil ver como te devuelven por inválidos dos toros y tienes que esperar a que salga un segundo sobrero. Eso ocurrió en el tercero tris de Conde de Mayalde al que recibió arrebatado con una larga cambiada de rodillas para una vez erguido torear a la verónica con emoción y rematar con una revolera. Más disposición y ganas imposible, como en le arranque de faena, de rodillas, citando en largo, se lo pasa un par de veces pero el toro se va por dentro y al tercer muletazo lo lanza por los aires sin llegar a herir al madrileño, un auténtico milagro. Desarrolló mucho sentido, recortaba y reponía por ambos pitones, sabía lo que se dejaba atrás, había notado la carne y la buscaba con ahínco. Con firmeza y una valor infinito le plantó batalla, una pelea a cara de perro, poniéndole la muleta en la cara y la mano baja, tragando y aguantando parones y miradas, hasta conseguir embarcarle en algunas tandas de enorme mérito, ligazón y emoción jugándosela sin trampa ni cartón, con toda la verdad puesta en la muleta. Una entera pasaportó al de Mayalde para cobrar una vuelta al ruedo de enorme peso tras petición insuficiente según el criterio del palco (sinceramente no sabría decir si había o no mayoría de pañuelos, creo que estaba justita la petición) que algunos reprocahar en base a no sé que argumentos. Bueno, lo imagino, sobre todo porque ante la entrega del de Colmenar frente a un toro sin clase y  con peligro sordo soltó el ya clásico "hay que torear". También con el que cerraba plaza mostró la misma entrega. Un toro imposible, un bicho enorme con 630Kg en sus carnes que salió con bríos y galopando con bríos. Ahí se lo dejó todo, no pudo más para mover semejante masa. Precioso el galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo y sumarse así al buen toreo de capa que ha salvado la tarde de una ruina total. En la muleta nulas opciones, sin recorrido, no pasaba, la cara alta, soltando tornillazos. Se puso y lo intentó, de nuevo expuso para nada, como nada se le puede reprochar, buscando hacer bien las cosas, pero no había  donde rascar con un toro a la defensiva que para lo único que sirvió fue para que los matarifes sacaran de él kilos y kilos de carne.

Antonio Vallejo 
 

sábado, 27 de mayo de 2023

En medio de la tempestad


En medio de la tempestad emergió firme y poderosa la figura de Miguel Ángel Perera para salvar del naufragio una tarde realmente dura y complicada. Decir que la corrida de hoy vino marcada por la lluvia, aparte de una obviedad sería quedarse muy corto, porque no fue lluvia, fue diluvio, no tormenta, más bien tempestad. ¡Qué manera de caer agua!. Ya no solo lo que se desluce el espectáculo con ese cielo que no sé si se aprecia en la imagen  (eso que la tomé antes de que cayera lo gordo) y con los tendidos poblados de paraguas (que tampoco sé si se aprecia bien en la imagen, pero que dan un aspecto triste y desolador) sino con todo lo que arrastra una climatología infernal como la de hoy. Un constante entrar y salir de espectadores que buscan refugio, vuelven cuando calma y otra vez a los pasillos si recrudece, dejando una sensación de desorden y pérdida de atención e interés por lo que sucedía en el ruedo, y lo que limita la lidia en muchos aspectos. No se puede decir que los toros  hayan perdido las manos  por las malas condiciones del ruedo porque si algo ha caracterizado a la corrida ha sido la falta de fuerzas pero algo seguro que ha influido en la falta de agarre  de los toros y no ha ayudado a mejorar las cosas. A eso hay que sumar el riesgo que, precisamente por esos problemas de agarre en un piso de aspecto lamentable por el agua, supone para los toreros de oro y plata, especialmente los banderilleros que en tardes como la de hoy merecen un respeto y una admiración aún mayor. El resultado, una tarde caótica y deslucida que debe hacernos pensar en si en estas circunstancias es honesto echar una corrida de toros o se le hurta al aficionado la integridad del toreo. En esto, como en todo, habrá opiniones para todos los gustos.
Tampoco han colaborado para hacer las cosas más soportables los toros corridos en medio de la tempestad y que podrían haber ayudado a poner algo de calma. Fíjense que si memoria no falla en todo lo que llevamos de feria he destacado la presentación de los toros. Hoy me ha decepcionado. Para empezar, y parecido a lo que dije ayer, lo de anunciar dos hierros, que luego han sido tres, no me gusta, lo de hoy ni era concurso de ganaderías, ni desafío ganadero, ni nada, igual que no me gusta el rollo ese de las corridas mixtas con un rejoneador y dos matadores de a pie. Quiero ver seis toros de la misma ganadería y tres matadores en el cartel, lo tradicional. Hoy tres toros de Victoriano del Río, uno de Toros de Cortés, que es lo mismo, y dos de Núñez del Cuvillo, que cuando se sacaron los carteles el 1 de febrero ponía tres.  Una mezcolanza parecida a la de ayer y que también nos ha tenido pendientes del papelito del programa para poder orientarnos. Imagínense cómo ha acabado el papelito, toda la tarde en la mano y con la que ha caído. Me duele decirlo pero no me ha gustado de presentación, hechuras dispares y algunos fuera de tipo, no reconocibles en su encaste, al menos en mi opinión, además de falta de armonía en otros. Y en cuanto al juego tampoco ha sido una corrida para enamorar. Primero y sexto deslucidos, algunos nobles y manejables pero poco más el segundo y quinto, sin definir y desconcertante el tercero y un cuarto manso pero que llevaba un fondo de clase y que a la postre ha sido el de más emoción, teniendo todos como denominador común la falta de fuerzas y justeza de bravura y raza.  
Y entre todo este batiburrillo ganadero, entre este caos de los tendidos, entre la tempestad, Miguel Ángel Perera. Un diluvio recibió al primero, un toro muy protestado por su presentación y trapío que enervó los ánimos del sector protestón que de principio a fin coreó con miaus todos y cada uno de los lances y pases del extremeño. Repito lo que dije ayer. A mi no me ha gustado por hechuras, no lo reconocía como un toro de Cuvillo y me pareció desproporcionado y justo de trapío, pero eso no es motivo suficiente ni es momento para  menospreciar y faltar al respeto con los putos miaus a quien estaba jugándose la vida en las condiciones que estaba el ruedo. No, no y mil veces no. Tampoco se valoró la extraordinaria lidia de Curro Javier y los pares de Javier Ambel y Vicente Herrera, bien porque unos estaban en los miaus, otros con los paraguas preocupados por resguardarse y otros buscando la salida hacia el refugio de los pasillo. Descompuesto y deslucido en su embestida el de Cuvillo, poco tenía, pero Perera, a base de temple y poder logró trenzar tres  tandas de derechazos medidas, con mucho tacto, un trato exquisito, ligadas sin retirarle la muleta de la cara. Poco más pudo sacar en claro, por el izquierdo iba rebrincado, sin opciones. El cuarto apretó de lo lindo haca los adentros en los lances de recibo del extremeño, tanto que viéndose contra las tablas tuvo que soltar el capote y tomar el olivo para salvar el pellejo. Repuesto del susto volvió a verse apretado pero esta vez echó el capote alante y abajo para, andándole hacia atrás, llevárselo a las rayas del tercio con mando y gusto, bonita lidia. Fue poco después, en el tercio de banderilals,  cuando vivimos los momentos de mayor emoción de la tarde gracias a la cuadrilla de Perera, que estuvo magistral. Una lección de brega por parte de Javier Ambel, con un capotazo dejó siempre perfectamente colocado al de Victoriano del Río para que Curro Javier y Vicente Herrera parearan con una pureza y una maestría monumental. Enorme la ovación a la que tuvieron que responder desmonterados, ¡que grandes toreros!. Un toro que era como el yin y el yang, como Jeckyll y Hyde, dos caras de una moneda, lo mismo metía la cara con clase descomunal que mostraba querencia y comportamiento de manso, que al final es lo que fue, aunque su fondo permitiera a Perera componer un toreo en redondo de mucha importancia y emoción. Muy templado, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela, tapándole la salida para evitar su huida cuando remataba hacia dentro. Sensacional el sentido de la altura y el ritmo, la cadencia y la profundidad, todo bajando la mano, series con empaque, y un cambio de mano para morirse, eterno, bajo otro aguacero de los que arreciaron. Por el izquierdo se acusó más la mansedumbre, le costaba y rehuía el engaño, de uno en uno robó naturales muy tapados de mucha expresión, pero el toro iba a menos y cada vez buscaba más la salida. En terrenos del 3, en la puerta de toriles, epilogó el trasteo con mucha emoción, en las cercanías, de nuevo llevándolo muy toreado, sin quitarle la muleta, pases no ligados, mucho más que eso, se podría decir que cosidos uno a otro, sin solución de continuidad, que abrochó con uno de pecho larguísimo, de pitón a rabo, rematado a la hombrera contraria, pura fantasía, que, junto a las bernadinas ajustadísimas con las que finiquitó el trasteo, pusieron a la plaza en pie, con paraguas incluidos. Iba para trofeo pero el fallo con la espada echó por tierra cualquier opción de trofeo y un angustioso atasco con el descabello hizo que sonaran dos avisos y que el tercero estuviera al caer, pasaportó al toro sobre la bocina, al más puro estilo Sergio Llull en las finales. Hubiera sido injusto que la buena faena de Perera hubiera acabado sin poder matar al toro, y me parece que el presidente estuvo bondadoso con el cronómetro. 
Más entonado que en las últimas actuaciones en Las Ventas he visto a Talavante, pero aún dista del de los años dorados. Bueno fue el saludo capotero al segundo, a pies juntos, muy templado, como buenas fueron algunas de las series que compuso al natural, templadas y hondas, con largura, sobre todo en el quinto, y un par de series en redondo al segundo, profundas y ligadas en el sitio. Toros nobles y manejables los de su lote, pero su escasa duración impidió que ambas faenas tomaran vuelo, con buen sabor pero dejándonos a medias, sin poder acabar de rematar. Peor fue el lote de Ginés Marín, deslucido y soso, sin opciones, pese al buen trato que les dio intentando hacer bien las cosas, muy aseado en su toreo, técnica y trazo correctos, pero emoción escasa o nula por la nula colaboración del de Toros de Cortés el de Victoriano que le tocaron en suerte, o en mala suerte.
Y tras matar Ginés al sexto el cielo se cerró de nuevo y una nueva tromba de agua nos despidió, por si alguien se había quedado con ganas. Refugiado en el metro ya camino de casa pensé que si los pronósticos para mañana son como los de hoy casi mejor me llevo manguitos, barca hinchable, gafas y tubo de bucear por lo que pueda pasar. ¡Que barbaridad!

Antonio Vallejo

viernes, 26 de mayo de 2023

Desagradable e insoportable


Este magnífico aspecto lucían los tendidos esta tarde en las Ventas. Lleno de "no hay billetes", algo lógico a tenor de una cartel de claveles con José Mari Manzanares, Emilio de Justo y Roca Rey. Y este magnífico aspecto lucía el cielo de Madrid, algo por lo que no daba un duro a primera hora de la tarde a tenor de la tromba de agua que estaba cayendo sobre la capital y el aspecto de un cielo cerrado que asustaba y, según los pronósticos, podría arruinar la corrida. Y digo yo, con estas premisas que invitan a disfrutar del toreo ¿por qué unos pocos han hecho todo lo posible y lo imposible por arruinar esta tarde?. No lo entiendo ni tengo intención de querer entenderles. Son muy pocos los que montan el lío especialmente en tardes como la de hoy, serán unos 30, 40 ó 50. Es que ni siquiera es un tendido, el famoso 7, que cuenta con muchos aficionados de verdad, sería injusto meter a todos en el mismo saco. Son una minoría insignificante que a base de mala educación, gritos, falta de respeto e insultos pretenden imponer su criterio a toda la plaza, se creen guardianes de la pureza y la esencia cuando en realidad son siervos de no sé que intereses y esclavos de una patología fóbica obsesiva. Con su grosera actitud hoy han vuelto a demostrar  que no respetan ni al toro, ni al torero y, lo que es peor, al toreo, como ha ocurrido esta tarde. Lo digo por uno de sus gritos habituales y que me parece la más demoledora prueba de esto que digo. Ese grito es el "miau" con el que se mofan de ciertos matadores cuando están toreando un toro que no les gusta, siempre con la segada mirada del hierro y la divisa que luzcan. Se ríen del matador y se ríen del toro, lo peor. Quien hace eso ni es aficionado ni es nada, porque quien tenga un mínimo de luces sabe que ese "gatito" del que se ríen puede matar a un hombre. Desprecian todo, hasta la vida y eso es incompatible con los valores del toreo. Hoy le ha tocado a Roca Rey con el que la intransigencia y los insultos han sido la norma, como el llamarle novillero en tono despectivo, vergonzoso. ¿Eso es de aficionado?. No, es de ignorante y mala persona. El problema es que con su actitud poco a poco enrarecen más el ambiente y pasa lo esta tarde, que desde otros tendidos se les responde, que otro pierde los papeles y les llama hijos de puta, tal cual se ha escuchado, y que un día va a pasar a mayores y lo vamos a lamentar. Todo ese ambiente desagradable e insoportable lo ha tenido que soportar Roca Rey en el tercero, un toro protestado de salida por falta de trapío, y eso que por delante asustaba. Tomó bien el capote metiendo la cara en una verónica y un delantal rebosaron de gusto. Movilidad y fiereza en los primeros tercios, puntea y desarma, desgarra los capotes con sus astifinos pitones, embestidas bruscas, pero para esos pocos todo era de "miau". También en los estatuarios con los que prologó la faena, y con las dos tandas en redondo que aguantó el toro, reunidas y ligadas en el sitio, erguido Roca Rey, asentado, llevándolo muy templado, midiendo la altura para no obligarle en lo que no podía y así ligar con profundidad y ritmo, rematando con sendos buenos de pecho. Por el izquierdo no va, corta y cabecea, toca las telas y a partir de ahí se vuelve peligroso, corta y repone, suelta gañafones, lo que no amedrenta al peruano que se planta en la cara y sigue poniéndole la muleta en la cara para robarle los muletazos que le quedaban, en terrenos de cercanías, enseñándole los muslos, tragando lo indecible, muy firme, sin dejarse ganar terreno, jugándosela de verdad, una pelea a cara de perro. Todo esto entre gritos, silbidos, insultos, faltas de respeto y los asqueroso miaus. Desagradable e insoportable actitud de unos pocos que al menos tuvo la reacción del resto de la plaza que valoró y reconoció la entrega de Roca Rey. Le echó un par el peruano al cerrar la faena con unas bernadinas de infarto cambiando el viaje en el último segundo, pasándose los pitones, muy astifinos por cierto, a milímetros de la cintura, para abrochar con uno de pecho sensacional y otro de desdén mirando al tendido que puso a la mayoría en pie. Pero todavía alguno le seguía despreciando al grito de "vete, novillero", ¡qué asco!. 
Ese tercero que tuvo emoción más por su fiereza y peligro que por clase y duración y un bravo quinto que tuvo fondo, clase y raza salvaron de la quema un encierro que en conjunto adoleció de falta de fuerzas, raza y casta. Por cierto, que parecía más una corrida concurso que otra cosa, hasta cuatro hierros en el programa: Puerto de San Lorenzo, Ventana del Puerto, Valdefresno y El Vellosino. Constantemente había que echar mano del papelito para orientarnos, un pequeño lío. Y un lío pudo organizar Emilio de Justo con ese quinto, de buenas hechuras y mucha seriedad que salió con una fuerza descomunal derrotando en el burladero de la contraquerencia para levantar no sé cuantas  tablas como si nada haciendo desaparecer medio burladero de un plumazo. Espectacular. Verónicas de recibo muy templadas de Emilo de Justo flexionando la rodilla, con recorrido, llevándolo por bajo, toreo de capa muy caro y el del Puerto humilla y repite, magnífico tranco, va y viene, celo, fijeza y mucha clase. Lo lleva con torería la caballo, andándole hacia atrás, el capote abajo, precioso, y el toro se arranca, pronto, alegre, para emplearse en el peto. Enormes los pares de Morenito de Arles y Pérez Valcarce, clavados con pureza, en la misma cara, reunión y colocación perfectas, enorme ovación a la que responden desmonterados. El arranque de faena rezuma aromas, semigenuflexo, la muleta planchada y adelantada, temple infinito, mucha largura en el trazo, ligazón y profundidad, olés sentidos y las manos rotas a aplaudir. Lo que vino después fue un cante a la emoción del toreo caro, una sinfonía de toreo en redondo con tandas rotundas de inmensa emoción, reunidas, ligadas en el sitio, muy asentado, todo por bajo,  ritmo y cadencia, llevando el viaje largo, todo a compás, una tras otra, rematadas con los de pecho, grandiosos. Profundidad en el toreo y en el toro que todo lo quiere por bajo, que humilla y repite con clase descomunal y duración. Por el izquierdo le cuesta algo más pero a base de colocación y acople, sacando los naturales de uno en uno, hondos para rematar con un pase de la firma que en sí fue un cartel. En los compases finales y con el toro a menos  aún compuso unos derechazos lentísimos enroscándose al toro de una profundidad y una belleza superlativa con el toro humillando y persiguiendo la muleta con la misma humillación. Lástima el fallo a espadas que privó a Emilio de Justo de una oreja segura por una obra de mucha importancia. Bueno, pues con todo lo que les he contado y con la intensa emoción que hemos vivido la faena, todavía ha habido alguno que le ha recriminado al extremeño algo de la colocación o de no sé qué, incluso se escuchó el clásico "hay que torear". Sobran comentarios.
El resto de la corrida tuvo muy poca historia. Deslucido y sin opciones el lote de Manzanares que muy poco pudo hacer, nada más que estar digno y diligente a la hora de pasaportar a sus dos toros, igual que el sexto y el segundo en los que Emilio de Justo y Roca Rey aguantaron todo el arsenal de impertinencias, gritos de reproche y la mala educación de unos pocos que contaminan y sumergen a la plaza en un ambiente desagradable e insoportable.

Antonio Vallejo 

jueves, 25 de mayo de 2023

De valor e injusticia


 De eso ha ido la tarde, de valor inmenso y miserable injusticia, con nombre y apellidos. El valor lleva el de Román y Francisco José Espada, la injusticia responde al de José María Fernández Egea. Cuando dos toreros se entregan sin dejarse nada, con toda verdad, cuando se exponen y como en el caso de Espada acaba pagando con sangre su arrojo, cuando el valor seco, la firmeza y la decisión son los cimientos de obra, cuando además se torea bien, con temple y ajustado a las condiciones de los astados y cuando una mayoría muy clara solicita la oreja para uno de ellos es muy difícil de entender que una sola persona se salte el reglamento, se lo pase por el forro y niegue una oreja que nos podrá parecer más o menos meritoria, barata o cara,  cada uno tendrá su opinión respetable, pero que estaba obligado a conceder. Y eso lo ha hecho D. José María Fernández Egea. No sé el motivo, por desconocimiento no debiera ser, por arbitrariedad sería muy grave. Quiero pensar que por el que dirán y el miedo a que unos veinte o treinta, los de siempre, los que no paran de protestar todo, le monten el lío y griten como posesos "fuera del palco". Injusticia y cobardía, vamos, lo peor de lo peor.
Una oreja pedida con fuerza y mayoría más que clara tras una faena al tercero que arrancó por estatuarios y un cambiado por la espalda muy ajustado, de los de quitar el hipo. Toro pronto, con fijeza y movilidad, repetidor y enclasado, con buen fondo, pero que adoleció de la falta de fuerzas que fue tónica general de la tarde. Ritmo y temple en las tandas por el pitón derecho pero sin poder obligarle en demasía porque no le aguantaba, pero supo ajustarse a las condiciones del de Luis Algarra y trazó ligadas series en redondo a media altura en las que los pases de pecho para abrocharlas fueron antológicos, a la hombrera contraria. Lástima no poder bajar la mano para dar más profundidad y rotundidad a las series, iba con lo justo el astado. Por el izquierdo  mostró peores condiciones, menos recorrido, viniéndose por dentro, pese a lo cual algún natural tuvo su aquel, como el farol cosido a otro de pecho también a la hombrera contraria que hizo sonar un olé rotundo. La última tanda en redondo, acoplado y encajado fue de lo mejor, con la mano más baja, y las bernadinas muy ceñidas cambiando la trayectoria en el último segundo fueron la muestra palpable de un valor sin límite que dejaba todo en mano del acero. Con esa misma valentía se tiró a matar, recto, sin miedo a nada, triunfar o morir, para hundir la espada hasta la yema, en todo lo alto. Petición mayoritaria sin discusión que desoye el del palco. No merece la pena dedicarle más y sí a Espada que ante el sexto mantuvo intactas sus ganas, su firmeza y su entrega. De rodillas arranca la faena al sexto, llevándolo en largo con derechazos bajos de mucha emoción hilvanados a un cambio de mano de antología y uno de pecho eterno que puso a la plaza en pie. Ya incorporado aplicó temple para conducir las buenas embestidas del noble toro de Algarra. Series reunidas por ambos pitones, adelantando la muleta, poniéndosela en la cara, muletazos de trazo limpio, ni un toque, ligadas por bajo, profundidad, rematando con sensacionales de pecho, todo entre olés de unos tendidos tan entregados como el fuenlabreño. Pero el animal duró lo que duró y se vino a menos, comenzó a cortar y defenderse, soltando derrotes, con Espada en las cercanías, muy cruzado, robando muletazos de unos en uno, enorme valor, entre protestas de unos pocos que no llego a entender. Menos lo entiendo cuando por tanta verdad es empitonado y lanzado por los aires con el resultado de una cornada de doble trayectoria en el muslo izquierdo, pagando con sangre su entrega y evidenciando la mezquindad de unos pocos que confunden exigencia con intransigencia. Tenía otra oreja en la mano, pero esta vez fue el mal manejo de los aceros el que le privó de obtener el triunfo. Sin duda prefiero la mala suerte a la injusticia.
Román sí que cortó un ansiado trofeo ante un quinto de Montalvo que no se empleó en los primeros tercios, rebrincado y descompuesto, la cara alta, llegando a la muleta con aspereza y brusquedad en sus embestidas. Un toro con movilidad pero sin clase alguna, que iba y venía a lo loco soltando tornillazos secos gracias a la fuerza descomunal de su potente cuello, un toro que pedía mando y poder, que no concedía nada pero cuya emoción residió precisamente en esa lucha cara de perro entre el hombre y la bestia. Impresionante el valenciano, decidido y firme, plantando las zapatillas sin lugar a las dudas, colocándose a la perfección, echando la muleta alante y tragando lo indecible, todo con una verdad suprema y entrega absoluta. ¡Vaya raza y que par de cojones! Perdónenme la expresión pero es la única manera de plasmar lo que hemos vivido en una faena de muleta de intensísima emoción, toreando además muy bien, todo por abajo, ligando, muletazos profundos de un mérito superlativo, derechazos y naturales de locura por calidad y por exposición frente a un un toro que buscaba y buscaba para hacer presa. Enorme Román que epilogó la lucha titánica con unas manoletinas ceñidas que helaban la sangre. Marcando los tiempos a la hora de entrar dejó hundida la Tizona hasta la empuñadura en el mismísimo hoyo de las agujas. Flamear de pañuelos y esta vez sí que el del palco no tuvo más remedio que conceder una oreja de ley y mucho peso. Antes tuvo un segundo noble y enclasado pero con escasas opciones por sus muy pocas fuerzas al que toreó con temple y suavidad, cuidando la altura, sin poder obligarle porque a la mínima perdía las manos. Tomaba bien la muleta, metía la cara y quería, pero no le daba, pese a lo cual pudo componer el valenciano tandas en redondo con cierto empaque cuando le pudo bajar algo más la mano y dar profundidad a su toreo. Como en el quinto, el espadazo fue antológico, volcándose sobre el morrillo para enterrar el estoque en todo lo alto. 
Y hablando de pocas opciones las de Octavio García "El Payo", ahora simplemente Payo. Un lote sin fondo y sin fuerzas ante el que tan solo pudo mostrar buenas maneras y un toreo aseado, intentando hacer bien las cosas, tratando de poner la muleta y sacar algo, pero las nulas condiciones de los dos de Luis Algarra que le tocaron en suerte impidieron el mínimo de emoción. Inédito el mexicano aunque lo intentó con empeño, creo que incluso demasiado,  alargando en exceso unos trasteos que no llevaban a ningún fin con lo que solo consiguió enfadar a parte del público que le pedía brevedad ante la evidencia de lo imposible.



Antonio Vallejo

miércoles, 24 de mayo de 2023

Pasados por agua


 Tarde marcada por el agua que ha influido en mucho de lo que ha pasado en la segunda de las novilladas programadas. Lo anunciaban los pronóstico y esta vez no han fallado. Si el domingo amagó hoy la lluvia deslució una novillada muy esperada. Lluvia fina y soportable en cierto modo en el inicio del festejo, aguacero de aúpa en el tramo final que nos ha calado hasta los huesos, un suplicio, y una sensación de destemplanza que aún a estas horas de la noche no consigo quitarme del cuerpo. Como tampoco consigo quitarme, no del cuerpo, sino de la cabeza y la memoria,  las  sensaciones de actitud y aptitud que me han dejado los tres novilleros que hoy han hecho el paseíllo Jorge Martínez, Jorge Molina y Sergio Rodríguez. Y tampoco consigo, ni quiero, quitar  de mi retina las estampas de los seis novillos de Montealto con expresión de toros lidiados en esta lluviosa tarde, extraordinarios de presentación y mucha, pero que mucha, seriedad. Como muestra un botón, la imagen que traigo a portada, el primero, de unas hechuras, una belleza y una seriedad difíciles de olvidar, un colorado chorreado de 473 Kg con un trapío espectacular, y eso que era el de menos peso en la romana. Seis novillos que pasarían por toros en muchas plazas. Ojalá del juego pudiera decir lo mismo que de la presencia, pero no ha sido tan redondo. El primero ha tenido mucha clase, fondo y emoción el segundo, movilidad y un pitón derecho muy bueno el tercero, poco recorrido, incómodo y deslucido el cuarto, manso el quinto y sin decir nada el sexto, todo ello unido a lo que para mi ha sido la nota dominante de la novillada, la falta de raza, fuerza, empuje y su justa o escasa  duración en la muleta, yendo todos menos el primero de más a menos. Pero sin duda ha habido opciones de oreja en varios aunque al final el balance sea cero, y en eso creo que la maldita y para mi odiada lluvia - lo siento, ya sé que lo políticamente correcto es decir que es una bendición, que se necesita mucho, que si patatín patatán, ¡pero que llueva en el campo y fuera de San Isidro! - ha jugado su papel. Estoy convencido que si hoy hubiera sido un días soleado en vez de haber tenido que estar gran parte de la novillada  parapetados bajo paraguas con las manos ocupadas o metidas en los bolsillos de chubasqueros o gabardinas para no acabar empapados, hubieran aflorado muchos más pañuelos en el primero y el segundo para los Jorges, Martínez y Molina, o para Sergio Rodriguez en el tercero o quinto. Seguro segurísimo, como dicen algunos cursis.
Porque los novilleros han dejado un poso y un regusto de colocación, temple, calidad, gusto sumado a disposición, entrega y honestidad. Actitud y aptitud de la mano, han venido y han estado en novilleros, con lo positivo que eso conlleva y lo negativo que puede acarrear, y además lo han hecho con un concepto del toreo que hace tiempo no veía en un novillero.  Muy buenas sensaciones con el capote, ritmo, cadencia y gusto en las templadas verónicas ganando terreno de Martínez en el primero, o las de saludo al manso quinto consiguiendo pararlo y encelarlo, las chicuelinas a mano baja con las que sacó del caballo también al primero, el galleo por chicuelinas de Rodríguez en el tercio de varas del tercero para colocarlo en suerte y la variedad y calidad de Molina en el ramillete de  verónicas en el saludo al quinto templadas, acompasadas, llenas de aromas, los delantales  al segundo, el quite por gaoneras en su turno del primero y el ejecutado por gaoneras en el del quinto, una auténtica locura lo del de Torrijos. 
Si el toreo de capa ha sido de nivel no menos puedo decir del buen concepto del toreo con la muleta que han mostrado los tres. Colocación y temple creo que han sido la base sobre la que han edificado su toreo. Sensación de torero hecho en Jorge Martínez, buen sentido de la distancia y el ritmo, firme y seguro, toreando con naturalidad al primero por ambos pitones, redondos profundos, naturales excelsos, toreando también con el cuerpo, suavidad y trazo fino en sus muletazos, muy asentado, acoplado, siempre por abajo, ligazón gracias a una perfecta colocación. Entrega y decisión con el cuarto, frenando sus arreones y su tendencia a revolverse y reponer a base de perder un paso, ponerle la muleta y someterle por bajo, para acabar toreando realmente bien,  una faena de mucho peso e importancia que quizás no se valoró como merecía. Mató con un espadazo monumental al primero y de casi entera arriba al cuarto. Escasa petición en el primero, poco explicable a mi entender, supongo que los paraguas habrán tenido que ver,  ovación en el cuarto y las ganas de verle ya como matador en una próxima ocasión puesto que tomará la alternativa en la feria de Almería allá por el mes de agosto.
He alabado a Jorge Molina con el capote y no pudo más que seguir haciéndolo con la muleta. Colocación y trazo largo en sus muletazos, temple y ritmo, siempre plantándole la muleta y buscando llevarlo por bajo y ligar  para componer el toreo que encierra emoción, a lo que une el valor y las ganas propias de un novillero en las manoletinas ajustadas con las que cerró la faena al segundo y los estatuarios con los que arrancó la del manso quinto, hilvanados a un cambiado por la espalda de infarto y uno de desdén maravilloso. Lo que ha hecho con el quinto, un manso que generó el caos en los primeros tercios, que campó a sus anchas y se adueñó totalmente del ruedo, imponiendo su ley y sembrando el pánico en la cuadrilla pero al que Molina acabó sometiendo en la muleta a base de ponérsela muy planchada en la cara, conducirle muy templado y taparle la salida para evitar su huida. Mucha emoción en dos tandas en redondo sensacionales y unos naturales de mucho  mérito y empaque muy asentado, girando sobre los talones, que entremezcló con unos cambiados por la espalda y arrucinas de infarto para acabar por bernadinas exponiendo al más puro estilo novilleril dando todo y más aún a costa de embarullarse. ¿Qué más puedo pedirle a este joven toledano?
En medio de un tremendo aguacero cerró plaza Sergio Rodríguez ante un toro nulo de opciones, deslucido y sin una gota de bravura y raza pero ante el que no se escondió y trató de hacer la cosas bien, encajado y metiendo los riñones, erguido, vertical pero no llegó a calar en los tendidos, que bastante calados estaban a esa hora. Pero en el tercero ya había dejado su tarjeta de presentación con su toreo encajado tras un vibrante y arrebatado inicio de rodillas con cambiados por la espalda y derechazos de largo trazo y recorrido típicos de un novillero que viene a comerse Madrid. Le duró muy poco el novillo pero en lo que duró derrochó temple y gusto en dos tandas reunidas por el pitón derecho, profundas, ligadas con la mano baja, siempre adelantando la muleta y tirando del de Monetalto sin una sola brusquedad para llevarlo muy toreado y siempre hacia dentro. Nunca sabremos en que hubiera acabado todo si el novillo hubiera tenido más duración y más calidad por el pitón izquierdo, pero al igual que sus compañeros me ha dejado una buena impronta y ganas de volver a verle torear.
Y así hemos salido de la plaza, pasados por agua pero con buena sensaciones y un muy agradable regusto del toreo que he visto. Esperemos que mañana no llueva en Madrid, que lo haga en el campo.

Antonio Vallejo

lunes, 22 de mayo de 2023

Valor, disposición, compromiso, entrega y muchos sustos

Tras el paréntesis de ayer con la corrida de rejones en la que Diego Ventura dio una nueva lección magistral de toreo a caballo abriendo por 18ª vez la Puerta Grande, Leonardo Hernández estuvo sensacional en sus dos toros y de no haber sido por la mala suerte con el rejón de muerte hubiera cortado dos orejas y acompañado a hombros a Ventura, y Duarte Fernandes superó con nota su alternativo y en el que cerraba plaza estuvo sensacional, perdiendo el trofeo a la hora de matar, volvían las corridas de toros con la resaca del faenón de Castella el viernes. Teniendo en cuenta todo esto podía pensarse que hoy la afluencia de público podría resentirse. Un domingo, mañana jornada de descanso, tarde desapacible, amenaza de lluvia, cartel sin figuras, bastantes argumentos en contra. Pero no ha sido así y un día más los tendidos de Las Ventas han registrado una muy buena entrada, algo más de dos tercios diría yo, muy por encima de lo habitual en temporadas anteriores una jornada como la de este domingo, lo que supone una magnífica noticia para todos, quiere decir que el toreo interesa y que para nada está muerto. Porque, reconozcámoslo, el cartel es de mucho atractivo para lo que llamamos el aficionado asiduo a las corridas de toros, pero para el público en general, el que va ocasionalmente y busca los nombres atractivos, la verdad, tiene a lo largo del ciclo combinaciones que seguro le pueden llamar la atención. Así que buena señal para la salud de la Fiesta.
La verdad es que solo por ver los toros de Fuente Ymbro lidiados merecía la pena ir a la plaza. Enhorabuena a D. Ricardo Gallardo por la selección. Una corrida de excelentes hechuras, muy seria, con mucho trapío y unas láminas de una belleza superior que ha dado un juego variado destacando el tercero, un magnífico toro. Complicados y con peligro los dos primeros, con clase pero sin acabar de romper el quinto, bueno el sexto hasta que se desfondó en la muleta quizás por el topetazo contra las tablas al hacer hilo con Curro Vivas, con poco fondo y defendiéndose el cuarto. Pero si hay algo que hoy me ha gustado de la corrida ha sido su comportamiento en el caballo, arrancándose de lejos cinco de ellos, buena pelea y con celo, empujando con los riñones en general y por encima de todos el extraordinario tercio de varas protagonizado por  Alberto Saandoval en el sexto, dos puyazos agarrados arriba y delanteros, vibrante y emocionante tercio reconocido con una muy fuerte ovación. Creo yo que el ganadero puede volver contento a su tierra gaditana.
Para lidiar esta corrida tres matadores, Adrían de Torres que sustituía a Fandi (recuperándose de una operación de hernia discal), Juan Leal y Leo Valadez. Como acertadamente y con el humos que siempre acompaña a mi gran amigo Raúl, la corrida empezaba como esos chistes de cuando éramos niños: ¿Sabes ese que van un español, un francés y un mexicano...? Pero de chiste no ha tenido nada, ha sido para tomársela muy en serio, así lo han hecho los tres a base de mucho valor, compromiso, disposición y entrega. Habrán toreado con más o menos acierto, habrán cometido más o menos errores, habrán matado mejor o peor, eso o muchas cosas más, pero que se han puesto y expuesto con verdad, creo que no se les puede negar. Como tampoco creo que se pueda negar que ha sido Valadez el que se ha llevado el gato al agua y ha cosechado una tarde de mucha importancia con una oreja  de mucho peso. Enorme el compromiso y responsabilidad con que ha pisado el ruedo, variado y lucido con el capote y muy firme y con las ideas claras con la muleta, colocación y temple sus argumentos. Desde que tomó el capote en su turno de quite del segundo para ejecutar uno por chicuelinas templadas se vio claro con que intenciones venía a Madrid. Luego el saludo capotero a su primer toro, verónicas casi delantales cargados de gusto y un quite a la salida del primer puyazo por gallosinas de mucha plasticidad y belleza, más otro quite en su turno del quinto por tafallera, gaonera y caleserina muy florido para acabar de poner a la plaza en pie con unas zapopinas perfectamente ejecutadas en le sexto, de gran emoción y que pusieron al público en pie. Completa y magnífica su actuación con el capote toda la tarde, que se unió a una muy buen faena de muleta al tercero, un cinqueño de extraordinarias hechuras que desde que salió mostró su clase humillando y repitiendo en el capote, arrancándose de lejos al caballo con buen tranco y que con su fijeza y movilidad permitió a Rafa González cuajar un sensacional tercio de banderillas. Primeros compase de faena con doblones templados para frenar y someter el brío las arrancadas del fuenteymbro para sacarlo a los medios. Rompió por el pitón derecho, toreo templado y de muchos quilates de Valadez, cogiendo la distancia, enganchando la embestida por delante para llevarlo muy templado, com mucho ritmo y cadencia, todo por abajo, profundidad, series que calaron en los tendidos y fuero seguidas con olés. Ligazón y emoción por ese buen pitón derecho que decayó al natural , protestaba más, le costaba pasar y echaba la cara arriba. Volvió a la diestra y aprovechó la máximo la calidad del toro, todo por abajo y templado, llevándolo muy toreado, acoplado a la embestida. Las bernadinas de rodillas ajustadísimas para epilogar la faena convirtieron a Las Ventas en una caldera, que estalló en un mar de pañuelos blancos tras una monumental estocada entrando recto volcándose sobre el morrillo, desafiando a todo, sin mirar al mañana, saliendo por los aires, sin cornada afortunadamente, acunado por la pala del pitón, otro milagro del cielo. Valor a prueba de fuego para pasear una oreja incontestable, de ley y mucho peso en una vuelta apoteósica que la nutrida afición mexicana que ayer se citó en la plaza vivió con especial alegría. Apuntaba a posible Puerta Grande viendo el comportamiento del sexto que protagonizó un tercio de varas de una magnitud y belleza difícil de superar en dos puyazos de premio a cargo de Alberto Sandoval que agarró delanteros y midió el castigo a la perfección. Fijeza y movilidad en banderillas, enormes los pares de Curro Vivas, lástima que en el tercero el fuenteymbro hiciera lío y se pegara un topetazo contra la barrera que probablemente le dejara condicionad para la muleta, pues su comportamiento cambió radicalmente. Vacío, desfondado, con la cara arriba y a la defensiva, sin pasar, cero entrega y cero opciones. Lo intentó Valadez con enorme pundonor pero era imposible. Además era tarde y la gente tenía ya ganas de irse a casa por lo que se le animó a abreviar. Una pena.
Si seguimos hablando de valor hay que ponerle dos nombres, Adrián de Torres y Juan Leal. Valor seco, sin guardarse nada, incluso por momentos ryando en la temeridad y, como comentamos durante la corrida, incluso en la insensatez, dicho con todo respeto, en el caso de Adrián ante el primero. Fue un toro con muchas complicaciones y mucho peligro, un toro sin embroque, muy incierto, que ya desde los primeros lances avisó en dos ocasiones, se iba por dentro, acostado en las verónicas templadas de saludo. Se veía venir y pasó lo que tenía que pasar, en el quite por chicuelinas se fue directo a por el de Linares y se lo echó a los lomos como si fuera un guiñapo. Tremendo susto que parecía más. Afortunadamente quedó en un palizón resultó acongojante para todos menos para él, porque arranca la faena por estatuarios, trincherilla y uno de pecho desafiando el peligro que llevaba el fuenteymbro, como si nada hubiera pasado. Toda la faena transcurrió entre sobresaltos y sustos, los ¡ay! entremezclados con los olés cuando de Torres compuso meritorias tandas en redondo ligadas por bajo y los naturales sueltos que pudo robarle, tragando lo indecible, aguantando las constantes coladas por dentro, sin quitarse del sitio, ofreciéndole la muleta cuando lo que quería el animal era la carne, desarrollaba más y más sentido, se quedaba debajo y buscaba sin cesar, tanto que volvió a encontrar, otra voltereta de cortar la respiración que aún no sé como no le corneó de manera seria, un milagro del cielo desde donde echaron un capote salvador. Y vuelta, igual, poniéndole la muleta y exponiendo al máximo, temerario incluso. No sé si a lo mejor doblarse por bajo, machetear y dominar hubiera valido, no sé si fue acertada o no la lidia, nunca lo sabremos, pero la verdad es que puso toda la verdad en lo que hizo. Mató recto recibiendo de manera espectacular y dejó una entera fulminante que hizo volar los pañuelos, no sé si mayoría o no, eran muchos, la verdad, pero el palco consideró que no eran suficientes, a lo mejor le dio tiempo a contarlos, a mi no. La oreja no cayó y quedó en una vuelta al ruedo muy merecida a mi modo de ver premio al infinito valor, la disposición, el compromiso y la entrega. Escasas opciones ante el cuarto, que entró al caballo como un trolebús pero que en mi opinión tuvo poca entrega. La cara alta y a menso, si le bajaba la mano se caía, a media altura protestaba y deslucía con gañafones. Lo intentó todo de Torres y se le valoró poco, trató de sacar muletazos con limpieza pero encontró muy poca colaboración ante un toro que también desarrolló peligro y ante el que mantuvo la firmeza y la dignidad. No sé si todo, pero al menos una gran parte de lo que acabo de comentar podría ser un copia y pega aplicable a Juan Leal, que con su primero se la jugó sin miramientos ante un fuenteymbro tardo, de corto recorrido, que se quedaba debajo en cada muletazo, reponiendo con mucho peligro, sabiendo lo que dejaba  detrás. Y con todo hubo uno que le gritó "pon la muleta plana de una vez", tela marinera. En fin, que no hay remedio. Con el quinto también lo puso todo, valor, disposición, compromiso y entrega al plantarse de rodillas en los medios y pasáserlo muy ajustado con un cambiado por la espalda para recetar posteriormente muletazos por bajo que el toro toma sin demasiada entrega, corto de recorrido, por lo que el francés buscó distancias más cortas y aprovechar el embroque para tirar del fuenteymbro, que se quedaba debajo. Mucho le costó transmitir por la poca emoción en la embestida, quizás lo mejor una tanda al natural con más empaque y la voluntad de Leal por hacerlo todo bien, pero no consiguió remontar vuelo con ese toro tan deslucido entre las protestas y reproches por alargar quizás en demasía el trasteo.
Así transcurrió la tarde dominical en la que nos libramos de la lluvia por los pelos, menos mal, porque no quiero imaginar lo que hubiera sido si las cuatro gotas con las que amagó el cielo antes del paseíllo hubieran ido a más con un ruedo en malas condiciones. Hoy descanso y mañana la segunda de las novilladas con previsión de lluvia toda la tarde, confiemos que cambie el pronóstico.

Antonio Vallejo

sábado, 20 de mayo de 2023

Castella desnuda al 7, el club de los reventadores muertos


Son muy cansinos los del club de los reventadores, demasiado repetitivos, los mismos gritos todos los días, la misma cantinela, las mismas fobias año tras año, creyéndose graciosos e ingeniosos con el único fin de reventar las faenas de ciertos matadores y masacrar a ciertas ganaderías. Un día tras otro teniendo que aguantar sus improperios, sus insultos, su mala educación, su comportamiento absolutamente censurable, sus salidas de tono siempre a destiempo, su falta de respeto por el que está jugándose la vida delante de un toro bravo, su mofa del toro bravo con ese ridículo "miau" que sueltan por la boca solo con determinados hierros. Hoy era uno de esos días señalados en el programa para montar su show. Toros de Jandilla para Sebastián Castella, héroe a en los primeros años de alternativa, villano cuando alcanzó el rango de figura. José Mari Manzanares, odiado solo por llamarse y apellidarse así, tremendo delito al parecer, y Pablo Aguado, al que no sé por qué no tragan, pero es así. Desde que se rompió el paseíllo se orquestó la protesta que fue continua y constante durante toda la tarde. Si ayer y otros días las pancartas se desplegaron en el 7 dirigidas principalmente contra el palco, hoy me ha llamado la atención que fuera en los altos del 3 donde se desplegó otra que rezaba algo así como que el toreo es del pueblo y no a los precios abusivos. O la moda parcantera se está extendiendo o eso estaba más organizado que el protocolo británico. Y lo mismo con los gritos. Hoy se tenían que emplear a fondo y han sacado todo su repertorio perfectamente orquestado. Uno se metía con los toros y el ganadero, cuando decaía otro tomaba el relevo y soltaba, sin venir a cuento, entre los silbidos y reproches habituales de "no te cruzas", "ponte bien", "hay que torear", "se va sin torear", algo tan fuera de lugar como "¡que guapo eres!" refiriéndose a Manzanares. A ver, no sé las apetencias sexuales del vociferador en cuestión, allá él, pero no parece, a priori, una expresión propia de un aficionado en una plaza de toros. Pues sí, guapo y elegante lo es, no se puede negar, por lo que mi teoría es que el vociferador era un adefesio al que la envidia le corroe. Bromas aparte, el ambiente ha sido insufrible toda la tarde, no han parado con los clásicos "toros, toros, toros" y "fuera del palco" a los que han incorporado subiendo el tono, gritos como corruptos, ladrones, payaso - este dedicado a Aguado, ¿ese es aficionado? - de auténtico bochorno. El club de los reventadores orgulloso de su hazaña, seguro.
Venían de intentar hacer la vida imposible a Manzanares en el segundo, un toro con clase y calidad en la embestida pero muy justo de fuerzas al que hubo que cuidar en los primeros tercios para que no perdiera las manos. Echaba las manos por delante y se vencía en le capote, pero metía la cara abajo. Un toro que quería pero no podía al que Manzanares le cogió la altura y el ritmo para torear con empaque y poder especialmente por el pitón derecho. Tandas en redondo echando la muleta alante y la mano abajo, todo cuanto aguantaba el de Jandilla, ligazón y profundidad en el tramo final de los muletazos, muy templado, alargando el viaje rematando con pases de pecho marca de la casa que en algunos casos obligaban tanto que el toro se venía abajo. Al natural le costaba más, no le podía bajar la mano, no aguantaba, solo un par de naturales tuvieron su enjundia. Y todo esto en medio de silbidos, gritos, reproches a la colocación, que si estaba fuera, que si hay que torear, en fin, repetir lo mismo, el repertorio de siempre contra el alicantino, al que no le perdonan ser hijo de quien es. Pero digamos que a Manzanares le tocó el pie, siguió toreando y la faena fue a más, cada tanda era más poderosa, más profunda, más templada y más en el sitio. Y el nerviosismo del club de los reventadores fue a más viendo que iba camino de cortar una oreja. Les salvó la colocación de la espada, desprendida, y respiraron aliviados al esfumarse la posibilidad de trofeo. Después prosiguieron su actuación orquestada en el tercero, al que Pablo Aguado recibió a la verónica con temple y gusto, acompasado para rematar el saludo con una media. Clase en la embestida pero muy pocas fuerzas, subiendo el nivel de decibelios cuando el toro perdió las manos al salir del caballo. "Fuera del palco" y "toros, toros, toros" coreados sin parar preparaban el ambiente infernal con el que el sevillano se encontró en la faena. No podía bajarle la mano porque se venía abajo estrepitosamente, quería tomar la muleta por abajo, enclasado, pero no le daban las fuerzas. A media altura lo intentó en vano por ambos pitones, voluntarioso, quizás demasiado, más teniendo en cuenta todo lo que tenía en contra, que iba subiendo el nivel hasta llegar al insulto, algo inaceptable. Creo que en lo que se equivocó fue en alargar el metraje de la afena cuando era evidente que no iba a buen puerto. Tres o cuatro tandas podían haberse evitado, nada hubiera cambiado y nos habrían evitado minutos de tedio y de aguantar la ausencia de educación del club de los reventadores.
Pero mira por donde que tenía que saltar al ruedo el cuarto, un toro para mi gusto de unas hechuras magníficas, con 515 kg, armónico y proporcionado, muy serio y con trapío, un toro guapo que se dice, una lámina para enmarcar. Salió con las manos por delante, sin demasiada fijeza y perdiendo las manos aparentando escasez de fuerza. Se le mide en el caballo entre protestas airadas del 7 agitando sus pañuelos verdes al fuerte viento contra el que una tarde más tuvieron que pelear los matadores, por si era poco todo contra lo que han tenido que pelear. Otra vez faltas de respeto al ganadero, gritos contra el palco, etc, etc, lo mismo de todos los días, cansinos. Pero ahí estaba un torero que es figura y que conoce a los toros y los terrenos a la perfección. Sabía las condiciones que tenía el animal y lo brindó al público. Bastaron los estatuarios de inicio para empezar a desmontar toda la farsa del club de los reventadores. Plantó las zapatillas en terrenos del 7, ¡ahí va eso!, y esos estatuarios ajustadísimos llenos de emoción con el toro repitiendo con codicia y bravura taparon muchas bocas. Ni que decir que la trincherilla y los naturales que hilvanó a ese vibrante arranque pusieron a la plaza en pie y, si aún quedaba alguna boca por tapar, lo hicieron. Más aún la lección de toreo de Castella al abrigo de los terrenos del 5 y el 6, los más favorables ante el viento. Embistió con  codicia y bravura, siempre por abajo, con enorme clase y calidad, y por ahí lo llevó el francés, toreo profundo, largo, ligando en el sitio, un par de cambios de mano apoetósicos, y los de pecho para rematar las tandas duraron una eternidad, de pitón a rabo y rematados a la hombrera contraria. Tuvo además la capacidad que da su inteligencia y su madurez para saber administrar las pausas a la perfección, dándole aire, dejándole recuperar entre tandas, algo fundamental para mantener el ritmo y la continuidad de una faena tan exigente. Al natural rompió a embestir aún más y mejor, ¡cómo se entregaba!, humillando, naturales que crujieron la plaza, hondura descomunal, ceñidos, una locura, tandas rotundas de una calidad suprema, una sinfonía de toreo. El tramo final de la faena siguió por la misma senda de la emoción máxima. Apoteosis en las cercanías, clavado, sin rectificar, se pasó al Jandilla por ambos pitones, muy ajustado, una y otra vez, y el toro repetía y se entregaba aún más, la muleta arrastrada, para alcanzar el cielo con unas manoletinas finales de infarto, un cambio de mano excelso a más no poder y una trincherilla de entrega absoluta de toro y torero. Se tiró a matar por derecho para enterrar la espada hasta la empuñadura, en lo más alto, de efecto fulminante sin puntilla. Dos orejas sin discusión alguna y una vuelta al ruedo de antología. ¿Dónde estaban en ese momento los que pitaban y decían lo que decían del toro?, ¿dónde los que dieron la matraca con el "toros, toros, toros"?, ¿dónde el pesado de cada día con el "hay que torear" o "se va sin torear"?, ¿donde?, me pregunto. Si tienen un mínimo de dignidad debían estar a esa hora con la cabeza y las orejas gachas, abochornados por el ridículo espantoso que han hecho, marchándose a escondidas de la plaza después que Sebastián Castella les dejara en evidencia desnudando al 7 que hoy ha quedado retratado, con las vergüenzas al aire y sin credibilidad alguna. Porque no creo que hayan tenido la cara de quedarse a aplaudir la atronadora ovación con la que fue despedido en el arrastre este precioso y bravo toro de nombre Rociero del que pidieron su devolución de manera obscena, sería el colmo de la contradicción. Desde hoy son el club de los reventadores muertos.

Antonio Vallejo

P.D: Del resto de la corrida poco o nada merece la pena hablar, deslucidos, alguno noble como el primero, pero ni es, el quinto y sexto tuvieron más historia, sin fuerzas y sin opciones en la muleta. Así que mejor abreviar que aburrir.

viernes, 19 de mayo de 2023

Un ayer incompleto

Sería una injusticia dejarlo pasar, ya con bastante poca justicia y un rigor que me llamó la atención se midió a Tomás Rufo, creo que no se lo merece y que está pagando un peaje que me cuesta entender por una Puerta Grande discutida por algunos la pasada temporada y la oreja cortada en la segunda de San Isidro este año. Ambas situaciones se han calificado como "baratas" por el sector más exigente, crítico, duro, como quieran llamarlo, ellos se autodenominan puros, pero a veces están más en la intransigencia que en otra cosa. Y se puede estar de acuerdo en que ha habido, yo prefiero decirlo así, generosidad en el público a la hora de pedir los trofeos para Rufo y que, al menos lo pienso así, esos pequeños excesos no le hacen bien al talaverano. Tomás Rufo irrumpió como un ciclón hace una año, arrollador en sus comparecencias aquí y allí. Llegó a Madrid y ¡zas!, Puerta Grande que no gustó y, al menos tengo esa impresión, se le anotó la matrícula y desde aquel día se le esta esperando, se le mira, se le exige, se le mide, se le juzga, se le protesta con un rigor, una dureza e incluso me atrevería decir, una crueldad igual o incluso mayor que a algunas máximas figuras cuyos nombres sabemos de sobra a las que ese sector tiene en su punto de mira. Lo he podido sentir en estas dos tardes, continuos reproches y censuras durante sus faenas, con una año y medio de alternativa, hay que recordarlo, que no lleva veinte, pero a la mínima saltan a la yugular. ¿Por qué?, ¿quizás por quienes le apoderan?. Por supuesto que tiene fallos, defectos por pulir, que aún tiene camino por recorrer, precisamente por eso me parece cruel ese rigor excesivo en comparación con otros nombres a los que se les tolera mucho más por esos mismos críticos. Con esto no quiero decir que no haya que expresar en la plaza la opinión ante lo que se hace bien y mal, por supuesto que sí, pero creo que eas protesta debe ser ponderada y no exagerada como me parece el caso de Rufo.
Dicho esto, a mi me pareció que ayer se le fue un toro que debía haberse ido al desolladero sin las orejas. Un colorado ojo de perdiz de nombre Pocaprisas que desde que asomó por la puerta de toriles me enamoró por su bellísima lámina, magníficas hechuras, bajo y muy hondo, además con un tranco sensacional que no cuadraba con su nombre. Extraordinario galope, movilidad y repetición en el capote, metiendo la cara con clase en un ramillete de verónicas templadas, llenas de sabor, ganando pasos para rematar con una media y revolera de cartel. Igual en el caballo, toro pronto, Muchaprisa se podría haber llamado, se arranca largo, empuja abajo con celo y bravura y cumple en baderillas, galope alegre y fijeza en un sensacional tercio a cargo de Andrés Revuelta y, ¡cómo no! el gran Fernando Sánchez, torería suprema con los palos, en este toro y en el sexto, dos pares de antología saludando desmonterado una atronadora ovación con la plaza en pie. El de Alcurrucén mantuvo intactas sus condiciones en la muleta, movilidad y fijeza, se comía la muleta y la montera que Rufo dejó en el suelo tras brindar al público. Emoción de estratosférica intensidad en el arranque de faena, por bajo, flexionada la rodilla con una largura kilométrica, luego dos tandas de derechazos de enorme profundidad, todo lo quería y pedía por bajo, mucha transmisión y emoción que hacía pensar en algo grande. Pero no me pregunten lo que pasó, no sé si fue una ráfaga de viento que le hizo dudar y le descubrió, no sé si un defecto de colocación en los primeros naturales  que arrancaron protestas impacientes de quienes parecían estar esperando el mínimo error y que hicieron mella en el ánimo de Rufo, no lo sé, de verdad, pero a partir de ahí perdió el sitio, la distancia, la altura, el ritmo, la continuidad y el resto de faena transcurrió dominada por la irregularidad. Tuvo ser para él un pequeño calvario al ver cómo se le iba poco a poco ese gran toro bravo y cada vez con más gritos y reproches a todo por parte de las mismas voces de todos los días que acabaron de sepultar las pocas esperanzas de remontar el vuelo de una faena muy venida a menos. Fuerte ovación a este magnífico toro en el arrastre que repito, se tenía que haber ido sin las orejas. Escasas opciones le dio el sexto, aún menos sumando la indiferencia con la que fue seguido el trasteo. Un toro sin celo y escaso recorrido, del que había que tirar para hacerle pasar. Y creo que lo hizo bien Rufo, por ambos pitones lo probó llegando a instrumentar algunas series con temple y buenos muletazos, pero no calaba en los tendidos, fríos como el viento de ayer, un día más. Por si fuera poco, más gritos de los refunfuños, de todo tipo, hasa alguno que aseguraba que los toros de ayer estaban afeitados. En fin, sin comentarios, las cosas que pasan en Las Ventas. 
¡Ah, claro!, que los de ayer eran los de Alcurrucén, casualmente propiedad de los Hermanos Lozano, apoderados de Tomás Rufo, vaya por Dios. Que quieren que les cuente, para mi la corrida estuvo bien presentada, de buenas hechuras en general y seria. No sé si ayer veía mal, llevaba las gafas y están bien graduadas, pero a mi me pareció que acababan en puntas, en ninguno tuve la impresión de afeitado. Que le faltó fondo, raza y empuje, sí, pero tuvo ese bravo tercero, el quinto acabó de romper a más cierto que gracias a la maestría suprema de Juli y que el segundo y el cuarto tuvieron clase a pesar de su justeza de fuerzas y escasa duración. Pero de ahí a lo que se gritó por parte de alguno... Pero de justicia me parecí no olvidar a Rufo en la tarde de ayer, esa en la que como les he contado, soñé el toreo no escrito.

Antonio Vallejo
 

Soñar el toreo no escrito

No se puede explicar, no se puede contar, tan solo se puede sentir, no tiene reglas, nace del alma y llega al alma, es el toreo no escrito, el que se abre ante nuestros ojos desde la nada, es magia, es duende y nos hace soñar. Era el cuarto de Alcurrucén, largo, cornidelantero, con mucha seriedad, se mueve y repite, puntea el capote, no se entrega, se viene por dentro, parecía escrito que no era la tarde para Morante. Sin avisar, sin saber de donde, un temblor en forma de verónica crujió nuestro interior, ¡que verónica, Dios mío!, el preludio de lo no escrito. Juli por chicuelinas a manos bajas de locura y Morante que camina con decisión a los medios en la réplica por verónicas a compás, deteniendo el tiempo, rematadas por dos medias a pies juntos y manos bajas abrochadas por detrás de la cadera de auténtica locura, nos empujan a la fábrica de los sueños del toreo que surge de la imaginación, sin guiones ni ideas preconcebidas, que está ahí, oculto, esperando el momento para invadirnos. Y veo a Morante tomar la muleta y hundir el mentón. Eso es que algo va a pasar, no sé qué, pero lo siento, es el cosquilleo de la ilusión. Estatuarios y ayudados por alto rememoran a El Gallo, remates por bajo, de azahar y romero, aromas, esencias bañadas en olés, empaque, torería. Sí, el duende ya estaba ahí, en dos tandas por el pitón derecho para  abandonarse a la inspiración. Todo sentimiento, todo muy despacio, deteniendo el tiempo, ceñido, evocando imágenes de otros tiempos, o de todos los tiempos y épocas, el toreo eterno. Muy quieto, en el sitio, llevando al toro muy templado, casi parado, ligazón y armonía, profundidad, enroscado a la cintura, una delicia, la muleta planchada, el toro hipnotizado, toreo en redondo que colma cualquier ansia de felicidad, más con los naturales robados de uno en uno, las agujas del reloj congeladas, y los sueños hechos realidad. Solo Morante es capaz de tanto con tan poco, dos tandas, dos, son infinito. 
También El Juli, rompiendo los dominios de la lógica para inventarse una faena y un toro que no existía. No decía nada el quinto, ni en el capote, ni en varas ni en banderillas, nada bueno se presagiaba. En terrenos del 5 y el 6, poco a poco, paciente, primero a media altura y muleta retrasada, de uno en uno, a favor del toro, mostrándole el camino sin obligarle de más, dándole pausas y distancia, tirando del toro para enseñarle a embestir, con suavidad y mimo, portentoso y poderoso, para acabar haciendo que el toro pareciera hasta bueno, o incluso mejor, así, partiendo de la casi nada para componer tandas por ambos pitones llenas de emoción. Profundidad y ligazón a partir de una perfecta colocación y un temple supremo, redondos cargando la suerte, naturales de inmensa hondura, acompañando la embestida con el cuerpo, alargando el viaje, magia pura nacida de la imaginación y el magisterio de Juli para llevarnos de la nada al todo. Lección de conocimiento, de mando y dominio del madrileño, de altura y distancias, de ritmo y la cadencia, de ser y estar en torero, una más, pero que no deja de sorprendernos porque nace de la magia, surge de la imaginación del que, solo él, es capaz de ver en un toro, por delante de nuestra ceguera. Antes tuvo  el segundo, en el que he visto a Juli toreando para sí, muy a gusto y relajado, abandonado, dejando que todo surgiera espontáneamente. Tras unos primeros compases a favor del toro, sin exigirle en demasía, acompañando el viaje, embarcándolo en la cadera para llevarlo muy metido en los vuelos. Primero la cabeza, viendo que el pitón derecho era el bueno y luego el corazón, dejando fluir el toreo del alma a las manos, relajado, por momentos abandonado, disfrutando, abriendo el compás, acompañando con el cuerpo y la cintura para alargar el viaje, ligando por abajo, cambios de mano exquisitos, emoción y sentimiento en cada muletazo, una auténtica maravilla, para acabar en las cercanías, con la mano baja y la muleta a ras de suelo, rematando por debajo de la pala, enésima lección magistral de dominio y mando, de poder y sometimiento, revestido de gusto y belleza, un compendio de tauromaquia, cite, embroque, temple, conducción y ligazón, una locura, la del dulce sueño del toreo que no está escrito en ningún guión.
 

Antonio Vallejo




 

jueves, 18 de mayo de 2023

Demasiado en contra

Se presentaba bonita la tarde, soleada, luminosa, una vez más con una entrada extraordinaria en Las Ventas, 2/3 de entrada o quizás un poquito más, para ver la primera de las novilladas programadas en este San Isidro, algo que en temporadas precedentes hubiera sido un notición, porque estábamos acostumbrado en años anteriores que si se acercaba a media plaza de entrada hubiera sido mucho, pero en esta de 2023, con llenos y casi llenos a diario, hasta nos parece poco. 

Un encierro de Los Maños, procedencia Santa Coloma, hierro con gran cartel en esta plaza, precedido de buenas actuaciones y ejemplares de nota, un hierro de los considerados duros, uno de los preferidos por ese sector torista de la afición, lo que ya sabemos qué significa, que quien se ponga delante de esos novillos no lo va a tener fácil, que todo va a ser y se va mirar y medir a favor del animal, en resumen, con mucho en contra en los tendidos.

 Buenas de hechuras y con presencia, cuarto y quinto podrían pasar por toros en muchas plazas, notable novillada en ese aspecto la que ha traído a Madrid D. Jose Luis Marcuello, bien elegida en el campo, seria y con trapío, algunos muy aplaudidos de salida. Ni un reproche para mi gusto. Pero no se puede decir lo mismo del comportamiento, para nada me ha parecido lo esperado. Sabemos que los novillos y toros de este encaste suelen ser complicados y exigentes, que piden una lidia por bajo, que hay que poderles, que buscan los tobillos y reponen con peligro, que miden y saben lo que dejan, que a la mínima te buscan y muchas veces encuentran. Pero lo hacen por bravos, enrazados o encastados, y cuando se les somete incluso sacan fondo de clase y humillan con calidad en faenas de mucha emoción, lo que no ha ocurrido hoy. Una corrida sin raza ni casta, que ha tenido complicaciones y peligro pero precisamente por esa falta de fondo y también de fuerzas. A un hierro de este tipo se le pide mucho en el caballo, pues ni eso. Cierto que se han arrancado de lejos al caballo, pero la pelea en el peto ha dejado mucho que desear, sin emplearse, sin empujar abajo y con los riñones, decepcionante en general, alguno ha protagonizado algún puyazo bueno, como el segundo en la segunda vara, pero en mi opinión no ha lucido como se esperaba y deseaba en este tercio. Ha tenido movilidad, pues sí, pero se ha movido de aquella manera, creo que más por inercia, y sin humillar, con varios distraídos, sin demasiada fijeza, incluso uno mostrando señales de tirar a manso. Una corrida que en general ha esperado y cortado en banderillas - sensacional Curro Javier, por cierto - y  que ha ido a menos en la muleta. Si exceptuamos el primero, más enclasado y que ha tenido cuatro  tandas buenas que habría que haber aprovechado más, los demás han estado más a la defensiva por su falta de raza y fuerza, con la cara alta, reponiendo y buscando,  sin humillar ni entregarse. Más cosas en contra.

Y si faltaba algo más en esta tarde no podíamos olvidar al viento que no nos ha abandonado ni una sola tarde y que hoy ha azotado con fuerza las telas de Diego García, Christian Parejo y Mario Navas que sustituía al inicialmente acartelado Marcos Linares. Con lo dicho anteriormente sobre el juego y comportamiento de los novillos fácil es imaginar lo que han pasado estos jóvenes novilleros que venían a Madrid llenos de ilusión y se han encontrado con todo en contra, demasiado. Lo han pasado mal, Parejo y Navas han salido por los aires, pero tras el tremendo susto y el brutal revolcón se han repuesto y ha dado la cara. Valor, ganas y disposición han demostrado de sobra, que es lo primero que se les pide al llegar a Madrid. Luego viene lo demás, se les ven las carencias y las debilidades, y también las virtudes, como el buen manejo y el gusto con el capote que han apuntado, así como que saben torear y tienen eso que llamamos los taurinos "algo". Por poner un ejemplo y que a lo mejor viene influenciado por la bisoñez y las ganas de triunfar, creo que no ha sido acertado iniciar la faena al segundo, viendo como llevaba la cara arriba y el viento que le dejaba descubierto siendo volteado Parejo ha vuelto a la cara y ha llegado a trazar unos naturales de mérito con profundidad, igual que Navas que ha prologado la faena con bonitos doblones por bajo con cierta largura y nos ha dejado también buenos detalles al natural, lo mismo que ha hecho García en el cuarto, flexionando la rodilla de inicio para llevar al novillo por bajo y en largo y algunos derechazos más acoplado y colocado, con profundidad, al buen primero. Después es cierto que les ha faltado ese saber que da la experiencia para plantear las faenas como creo que debe hacerse a este tipo de novillos que no humillan y se defienden y que en manso más expertas no digo que hubiera sido una buena corrida, pero seguro que daba algo más, sobre todo ese primero. A lo mejor hay que ponerles la muleta en la cara echarla abajo para dominar la embestida antes de perfilarse para torear en redondo o al natural, quizás haya que perderles pasos y así poder colocarse para ligar los muletazos en vez de buscar que pasen y repitan, quizás sea bueno plantear un toreo sobre los pies a la antigua antes que la quietud, quizás, quizás, quizás... Tantas y tantas cosas tan fáciles de decir sentado en un tendido sin tener ni idea de lo que se siente allí abajo, en el ruedo de la primera plaza del mundo, enfrente de novillos como los de hoy, tan deslucidos. Por eso tampoco les pongo reproche, entiendo que están en formación, que les queda mucho por aprender y pulir, aunque también se dice, y no les falta razón, que a Madrid hay que venir aprendido.  

Esta es la cruda realidad del toreo y por tardes como la de hoy deben pasar si quieren llegar a ser figuras. Un camino muy difícil en el que, como ha sido esta tarde decepcionante, se van a encontrar demasiado en contra.

Antonio Vallejo