miércoles, 24 de mayo de 2023

Pasados por agua


 Tarde marcada por el agua que ha influido en mucho de lo que ha pasado en la segunda de las novilladas programadas. Lo anunciaban los pronóstico y esta vez no han fallado. Si el domingo amagó hoy la lluvia deslució una novillada muy esperada. Lluvia fina y soportable en cierto modo en el inicio del festejo, aguacero de aúpa en el tramo final que nos ha calado hasta los huesos, un suplicio, y una sensación de destemplanza que aún a estas horas de la noche no consigo quitarme del cuerpo. Como tampoco consigo quitarme, no del cuerpo, sino de la cabeza y la memoria,  las  sensaciones de actitud y aptitud que me han dejado los tres novilleros que hoy han hecho el paseíllo Jorge Martínez, Jorge Molina y Sergio Rodríguez. Y tampoco consigo, ni quiero, quitar  de mi retina las estampas de los seis novillos de Montealto con expresión de toros lidiados en esta lluviosa tarde, extraordinarios de presentación y mucha, pero que mucha, seriedad. Como muestra un botón, la imagen que traigo a portada, el primero, de unas hechuras, una belleza y una seriedad difíciles de olvidar, un colorado chorreado de 473 Kg con un trapío espectacular, y eso que era el de menos peso en la romana. Seis novillos que pasarían por toros en muchas plazas. Ojalá del juego pudiera decir lo mismo que de la presencia, pero no ha sido tan redondo. El primero ha tenido mucha clase, fondo y emoción el segundo, movilidad y un pitón derecho muy bueno el tercero, poco recorrido, incómodo y deslucido el cuarto, manso el quinto y sin decir nada el sexto, todo ello unido a lo que para mi ha sido la nota dominante de la novillada, la falta de raza, fuerza, empuje y su justa o escasa  duración en la muleta, yendo todos menos el primero de más a menos. Pero sin duda ha habido opciones de oreja en varios aunque al final el balance sea cero, y en eso creo que la maldita y para mi odiada lluvia - lo siento, ya sé que lo políticamente correcto es decir que es una bendición, que se necesita mucho, que si patatín patatán, ¡pero que llueva en el campo y fuera de San Isidro! - ha jugado su papel. Estoy convencido que si hoy hubiera sido un días soleado en vez de haber tenido que estar gran parte de la novillada  parapetados bajo paraguas con las manos ocupadas o metidas en los bolsillos de chubasqueros o gabardinas para no acabar empapados, hubieran aflorado muchos más pañuelos en el primero y el segundo para los Jorges, Martínez y Molina, o para Sergio Rodriguez en el tercero o quinto. Seguro segurísimo, como dicen algunos cursis.
Porque los novilleros han dejado un poso y un regusto de colocación, temple, calidad, gusto sumado a disposición, entrega y honestidad. Actitud y aptitud de la mano, han venido y han estado en novilleros, con lo positivo que eso conlleva y lo negativo que puede acarrear, y además lo han hecho con un concepto del toreo que hace tiempo no veía en un novillero.  Muy buenas sensaciones con el capote, ritmo, cadencia y gusto en las templadas verónicas ganando terreno de Martínez en el primero, o las de saludo al manso quinto consiguiendo pararlo y encelarlo, las chicuelinas a mano baja con las que sacó del caballo también al primero, el galleo por chicuelinas de Rodríguez en el tercio de varas del tercero para colocarlo en suerte y la variedad y calidad de Molina en el ramillete de  verónicas en el saludo al quinto templadas, acompasadas, llenas de aromas, los delantales  al segundo, el quite por gaoneras en su turno del primero y el ejecutado por gaoneras en el del quinto, una auténtica locura lo del de Torrijos. 
Si el toreo de capa ha sido de nivel no menos puedo decir del buen concepto del toreo con la muleta que han mostrado los tres. Colocación y temple creo que han sido la base sobre la que han edificado su toreo. Sensación de torero hecho en Jorge Martínez, buen sentido de la distancia y el ritmo, firme y seguro, toreando con naturalidad al primero por ambos pitones, redondos profundos, naturales excelsos, toreando también con el cuerpo, suavidad y trazo fino en sus muletazos, muy asentado, acoplado, siempre por abajo, ligazón gracias a una perfecta colocación. Entrega y decisión con el cuarto, frenando sus arreones y su tendencia a revolverse y reponer a base de perder un paso, ponerle la muleta y someterle por bajo, para acabar toreando realmente bien,  una faena de mucho peso e importancia que quizás no se valoró como merecía. Mató con un espadazo monumental al primero y de casi entera arriba al cuarto. Escasa petición en el primero, poco explicable a mi entender, supongo que los paraguas habrán tenido que ver,  ovación en el cuarto y las ganas de verle ya como matador en una próxima ocasión puesto que tomará la alternativa en la feria de Almería allá por el mes de agosto.
He alabado a Jorge Molina con el capote y no pudo más que seguir haciéndolo con la muleta. Colocación y trazo largo en sus muletazos, temple y ritmo, siempre plantándole la muleta y buscando llevarlo por bajo y ligar  para componer el toreo que encierra emoción, a lo que une el valor y las ganas propias de un novillero en las manoletinas ajustadas con las que cerró la faena al segundo y los estatuarios con los que arrancó la del manso quinto, hilvanados a un cambiado por la espalda de infarto y uno de desdén maravilloso. Lo que ha hecho con el quinto, un manso que generó el caos en los primeros tercios, que campó a sus anchas y se adueñó totalmente del ruedo, imponiendo su ley y sembrando el pánico en la cuadrilla pero al que Molina acabó sometiendo en la muleta a base de ponérsela muy planchada en la cara, conducirle muy templado y taparle la salida para evitar su huida. Mucha emoción en dos tandas en redondo sensacionales y unos naturales de mucho  mérito y empaque muy asentado, girando sobre los talones, que entremezcló con unos cambiados por la espalda y arrucinas de infarto para acabar por bernadinas exponiendo al más puro estilo novilleril dando todo y más aún a costa de embarullarse. ¿Qué más puedo pedirle a este joven toledano?
En medio de un tremendo aguacero cerró plaza Sergio Rodríguez ante un toro nulo de opciones, deslucido y sin una gota de bravura y raza pero ante el que no se escondió y trató de hacer la cosas bien, encajado y metiendo los riñones, erguido, vertical pero no llegó a calar en los tendidos, que bastante calados estaban a esa hora. Pero en el tercero ya había dejado su tarjeta de presentación con su toreo encajado tras un vibrante y arrebatado inicio de rodillas con cambiados por la espalda y derechazos de largo trazo y recorrido típicos de un novillero que viene a comerse Madrid. Le duró muy poco el novillo pero en lo que duró derrochó temple y gusto en dos tandas reunidas por el pitón derecho, profundas, ligadas con la mano baja, siempre adelantando la muleta y tirando del de Monetalto sin una sola brusquedad para llevarlo muy toreado y siempre hacia dentro. Nunca sabremos en que hubiera acabado todo si el novillo hubiera tenido más duración y más calidad por el pitón izquierdo, pero al igual que sus compañeros me ha dejado una buena impronta y ganas de volver a verle torear.
Y así hemos salido de la plaza, pasados por agua pero con buena sensaciones y un muy agradable regusto del toreo que he visto. Esperemos que mañana no llueva en Madrid, que lo haga en el campo.

Antonio Vallejo

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