Este magnífico aspecto lucían los tendidos esta tarde en las Ventas. Lleno de "no hay billetes", algo lógico a tenor de una cartel de claveles con José Mari Manzanares, Emilio de Justo y Roca Rey. Y este magnífico aspecto lucía el cielo de Madrid, algo por lo que no daba un duro a primera hora de la tarde a tenor de la tromba de agua que estaba cayendo sobre la capital y el aspecto de un cielo cerrado que asustaba y, según los pronósticos, podría arruinar la corrida. Y digo yo, con estas premisas que invitan a disfrutar del toreo ¿por qué unos pocos han hecho todo lo posible y lo imposible por arruinar esta tarde?. No lo entiendo ni tengo intención de querer entenderles. Son muy pocos los que montan el lío especialmente en tardes como la de hoy, serán unos 30, 40 ó 50. Es que ni siquiera es un tendido, el famoso 7, que cuenta con muchos aficionados de verdad, sería injusto meter a todos en el mismo saco. Son una minoría insignificante que a base de mala educación, gritos, falta de respeto e insultos pretenden imponer su criterio a toda la plaza, se creen guardianes de la pureza y la esencia cuando en realidad son siervos de no sé que intereses y esclavos de una patología fóbica obsesiva. Con su grosera actitud hoy han vuelto a demostrar que no respetan ni al toro, ni al torero y, lo que es peor, al toreo, como ha ocurrido esta tarde. Lo digo por uno de sus gritos habituales y que me parece la más demoledora prueba de esto que digo. Ese grito es el "miau" con el que se mofan de ciertos matadores cuando están toreando un toro que no les gusta, siempre con la segada mirada del hierro y la divisa que luzcan. Se ríen del matador y se ríen del toro, lo peor. Quien hace eso ni es aficionado ni es nada, porque quien tenga un mínimo de luces sabe que ese "gatito" del que se ríen puede matar a un hombre. Desprecian todo, hasta la vida y eso es incompatible con los valores del toreo. Hoy le ha tocado a Roca Rey con el que la intransigencia y los insultos han sido la norma, como el llamarle novillero en tono despectivo, vergonzoso. ¿Eso es de aficionado?. No, es de ignorante y mala persona. El problema es que con su actitud poco a poco enrarecen más el ambiente y pasa lo esta tarde, que desde otros tendidos se les responde, que otro pierde los papeles y les llama hijos de puta, tal cual se ha escuchado, y que un día va a pasar a mayores y lo vamos a lamentar. Todo ese ambiente desagradable e insoportable lo ha tenido que soportar Roca Rey en el tercero, un toro protestado de salida por falta de trapío, y eso que por delante asustaba. Tomó bien el capote metiendo la cara en una verónica y un delantal rebosaron de gusto. Movilidad y fiereza en los primeros tercios, puntea y desarma, desgarra los capotes con sus astifinos pitones, embestidas bruscas, pero para esos pocos todo era de "miau". También en los estatuarios con los que prologó la faena, y con las dos tandas en redondo que aguantó el toro, reunidas y ligadas en el sitio, erguido Roca Rey, asentado, llevándolo muy templado, midiendo la altura para no obligarle en lo que no podía y así ligar con profundidad y ritmo, rematando con sendos buenos de pecho. Por el izquierdo no va, corta y cabecea, toca las telas y a partir de ahí se vuelve peligroso, corta y repone, suelta gañafones, lo que no amedrenta al peruano que se planta en la cara y sigue poniéndole la muleta en la cara para robarle los muletazos que le quedaban, en terrenos de cercanías, enseñándole los muslos, tragando lo indecible, muy firme, sin dejarse ganar terreno, jugándosela de verdad, una pelea a cara de perro. Todo esto entre gritos, silbidos, insultos, faltas de respeto y los asqueroso miaus. Desagradable e insoportable actitud de unos pocos que al menos tuvo la reacción del resto de la plaza que valoró y reconoció la entrega de Roca Rey. Le echó un par el peruano al cerrar la faena con unas bernadinas de infarto cambiando el viaje en el último segundo, pasándose los pitones, muy astifinos por cierto, a milímetros de la cintura, para abrochar con uno de pecho sensacional y otro de desdén mirando al tendido que puso a la mayoría en pie. Pero todavía alguno le seguía despreciando al grito de "vete, novillero", ¡qué asco!.
Ese tercero que tuvo emoción más por su fiereza y peligro que por clase y duración y un bravo quinto que tuvo fondo, clase y raza salvaron de la quema un encierro que en conjunto adoleció de falta de fuerzas, raza y casta. Por cierto, que parecía más una corrida concurso que otra cosa, hasta cuatro hierros en el programa: Puerto de San Lorenzo, Ventana del Puerto, Valdefresno y El Vellosino. Constantemente había que echar mano del papelito para orientarnos, un pequeño lío. Y un lío pudo organizar Emilio de Justo con ese quinto, de buenas hechuras y mucha seriedad que salió con una fuerza descomunal derrotando en el burladero de la contraquerencia para levantar no sé cuantas tablas como si nada haciendo desaparecer medio burladero de un plumazo. Espectacular. Verónicas de recibo muy templadas de Emilo de Justo flexionando la rodilla, con recorrido, llevándolo por bajo, toreo de capa muy caro y el del Puerto humilla y repite, magnífico tranco, va y viene, celo, fijeza y mucha clase. Lo lleva con torería la caballo, andándole hacia atrás, el capote abajo, precioso, y el toro se arranca, pronto, alegre, para emplearse en el peto. Enormes los pares de Morenito de Arles y Pérez Valcarce, clavados con pureza, en la misma cara, reunión y colocación perfectas, enorme ovación a la que responden desmonterados. El arranque de faena rezuma aromas, semigenuflexo, la muleta planchada y adelantada, temple infinito, mucha largura en el trazo, ligazón y profundidad, olés sentidos y las manos rotas a aplaudir. Lo que vino después fue un cante a la emoción del toreo caro, una sinfonía de toreo en redondo con tandas rotundas de inmensa emoción, reunidas, ligadas en el sitio, muy asentado, todo por bajo, ritmo y cadencia, llevando el viaje largo, todo a compás, una tras otra, rematadas con los de pecho, grandiosos. Profundidad en el toreo y en el toro que todo lo quiere por bajo, que humilla y repite con clase descomunal y duración. Por el izquierdo le cuesta algo más pero a base de colocación y acople, sacando los naturales de uno en uno, hondos para rematar con un pase de la firma que en sí fue un cartel. En los compases finales y con el toro a menos aún compuso unos derechazos lentísimos enroscándose al toro de una profundidad y una belleza superlativa con el toro humillando y persiguiendo la muleta con la misma humillación. Lástima el fallo a espadas que privó a Emilio de Justo de una oreja segura por una obra de mucha importancia. Bueno, pues con todo lo que les he contado y con la intensa emoción que hemos vivido la faena, todavía ha habido alguno que le ha recriminado al extremeño algo de la colocación o de no sé qué, incluso se escuchó el clásico "hay que torear". Sobran comentarios.
El resto de la corrida tuvo muy poca historia. Deslucido y sin opciones el lote de Manzanares que muy poco pudo hacer, nada más que estar digno y diligente a la hora de pasaportar a sus dos toros, igual que el sexto y el segundo en los que Emilio de Justo y Roca Rey aguantaron todo el arsenal de impertinencias, gritos de reproche y la mala educación de unos pocos que contaminan y sumergen a la plaza en un ambiente desagradable e insoportable.
Antonio Vallejo
Absolutamente de acuerdo. No se puede confundir la exigencia con la falta de educación, la grosería y el gamberrismo. Mientras hay un torero jugándose la vida hay que tener respeto. Cuando acabe, pueden gritar lo que quieran, abuchear o guardar silencio. Es intolerable
ResponderEliminar