lunes, 29 de mayo de 2023

Entre la sangre y la emoción que rozó la gloria

La historia se repite, otra tarde más invernal e infernal en lo climatológico. No había hecho más que aparecer el primero de Adolfo Martín cuando un cielo que hasta ese momento era amenazante se cerró como si quisiera engullirnos y de sus entrañas comenzó a caer agua como si no hubiera un mañana. Y así hasta el que se corrió quinto, un diluvio que poco a poco iba deteriorando el estado del ruedo haciéndonos dudar incluso de la posibilidad de poder finalizar la corrida. Agua mares, charcos, algunos casi lagunas, y un barrizal que pronto, muy pronto se tiñó de sangre. Corría el tercero, un cárdeno con mucho ímpetu de salida, viniéndose por dentro y la cara alta en el capote de José Garrido, con malas intenciones, apretando, obligándole a  tomar el olivo y salvar el pellejo. Comportamiento más de manso que otra cosa en el caballo y en banderillas, la cara alta, nula clase, a pesar de lo cual José Chacón colocó dos pares de antología, haciéndolo todo, asumiendo riesgo, cuadrando en la misma cara del albaserrada desafiante que esperaba, de poder a poder, la barriga casi en el hocico, pares para enmarcar y enseñar al mundo entero lo que es la pureza y la verdad en este Arte. Poco quería en la muleta el canalla, escarbando, mirando, midiendo, calculando, un manso peligroso. Directamente se fue recto, desentendido del engaño, buscando el cuerpo de Garrido. Lo arrolló, levantó y empitonó de muy fea manera, en el suelo se enceló con el cuerpo del extremeño, hecho un ovillo, tratando de defenderse de la brutalidad de la fiera hambrienta de carne. Segundos eternos, angustiosos, dramáticos hasta que los capotes consiguieron apartar al animal. Retirado por su cuadrilla a la enfermería y operado allí mismo de una seria cornada en el muslo izquierdo, que pudo ser mucho peor. Encogidos y sin capacidad de reacción nos quedamos a la espera que Fernando Robleño se quitara de en medio con inmediatez y eficacia al manso. Esta es la cara amarga del toreo pero la que refleja lo que realmente es, una lucha de igual a igual, sin trampa ni cartón, en la que se hiere y se puede morir de verdad. Yo creo que eso merece el respeto que tantas veces no se les tiene a los toreros por parte de algunos, los del miau. Pero ayer no tocaba, y motivos hubo. Por poner un ejemplo el quinto, largo y algo falto de remate, se le protestó levemente por presencia y en varas por posible invalidez, pero no hubo miaus. Curioso. Quizás si no hubiera llevado el hierro y la divisa de ayer y hubiera sido otro, o si le hubiera correspondido a laguna figura... ¡Viva el criterio!.

Precisamente ese tan protestado que se corrió quinto y correspondió  a Robleño por la alteración del orden de lidia tras el percance de Garrido fue el único que salvó la tarde, porque hay que reseñar el pobre y deslucido juego del resto de hermanos, y no digo del sobrero de Pallarés que sustituyó al que cerraba plaza. Se comportó de salida como suelen hacer los de este encaste, metido en el capote, sin salirse, revolviéndose y apretando. Sensacional la lidia del madrileño echando el capote abajo, andándole hacia atrás, sometiéndole, y el de Adolfo parece meter bien la cara y humillar. En el caballo tampoco es que se empleara con bravura, como toda la corrida, más se dejó pegar que otra cosa, pero en banderillas Fernado Sánchez le hizo sacar lo que llevaba dentro mostrando en un par de auténtica antología, andando hacia la cara, parsimonia, marcando los pasos, casi un baile, gustándose, las manos bajas, desafiando al toro, hasta las cercanías, "ven aqui´" le dijo, y el albaserrada se arrancó, Fernando le ganó la cara cuadró, levantó los palos y los dejó reunidos, apoteosis, abandonando el embroque con chulería, andando, como si ná. Ovación atronadora con la plaza en pie. A ver que jurado tiene valor de  dar solo un triunfador en el apartado de mejor par de la feria. Y ese toro protestado de salida y tras el tercio de varas, incluidos pañuelos verdes al viento, rompió por un pitón izquierdo sensacional por el que directamente, sin probaturas, se puso a torear Robleño. ¡Y cómo toreó!, gloria pura al natural, relajado, incluso abandonado por momentos, echando la muleta alante, embarcado la embestida con temple máximo, profundidad en su toreo, ligazón enroscada en dos tandas majestuosas, de enorme poder y una calidad descomunal, ¡así se torea!, dos tandas rematadas por sendos pase de desdén de infinita belleza y torería, la plaza en pie, los olés retumbando como pocas veces se escuchan, ¡que emoción!. Por el otro pitón va un poco a menos, una primera tanda en redondo de mucha profundidad, ligada con la mano baja, también abandono, pasándoselo por la bragueta, de nuevo los olés. Pero ahí cambió el toro, algunos toques a la muleta y un desarme al bajar mucho la mano y empezó a cortar el viaje, reponer y revolverse, con riesgo, obligando a Robleño a perder paso entre muletazo y muletazo para poder colocarse y tratar de ligar, con menos ritmo  pero con emoción. También esta vez se respetó que al salir de alguno de los pases quedara algo fuera, que tuviera que rectificar al perder un paso, que es lo normal y lo que había que hacer, pero es que hay otros días y con otros nombres que la que montan....¡Viva de nuevo el criterio!. El epílogo de faena puso en ebullición a la plaza, si es que lo dejó de estar en algún momento a pesar de esa pequeña falta de continuidad. Una serie rotunda al natural, no podía ser de otra forma, rematada con un cambio de mano celestial y la sensación que todo se enfilaba hacia la Puerta Grande, hacia la gloria.  Pinchazo, entera insuficiente y descabello desvanecieron las opciones, pero la vuelta al ruedo con su cuadrilla fue más que apoteósica, un delirio colectivo. Luego hubo otra vuelta al ruedo más, para mi gusto una propina exagerada, casualmente pedida por los que más protestaron al toro, y que son los mismos que otras tardes montan la mundial cuando algunos matadores amagan con darla. ¡Y que viva el criterio!. De matar a la primera, quien sabe lo que hubiera caído de trofeos, dos orejas creo que seguras y, para mi, merecidísimas, pero seguro que alguno se hubiera animado a más. También a mucha altura había estado con el que abrió plaza, un toro con poco celo al que lidió andándole hacia atrás para sacarlo a los medios y que tampoco es que mostrara demasiado recorrido. Dormido en el peto, sin emplearse y dos muy buenos pares de André revuelta le condujeron a la muleta donde mostró os mismos defecto, aunque sacó cierta clase y nobleza que aprovechó el madrileño para dibujar muletazos sueltos de mucha hondura  en una faena en la que siempre tuvo que estar pendiente de los tobillos ya que el toro se quedaba debajo, se revolvía y buscaba, sabedor de lo que dejaba atrás. Firme y sin dudas Robleño, perdiendo pasos,  la muleta adelantada para llevarlo muy metido, bajando la mano, con mando culminando  con una tanda al natural de mucha calidad rematada con una de pecho tras aguantar un parón y unas miradas interminables. No fue su tarde con la espada y se quedó en una ovación. Pero lo que ayer demostró Robleño es mu fácil de resumir: TORERO. Así, con mayúsculas.

Román tuvo que apechugar con su lote y de añadido con uno más por la cogida de José Garrido. Difícil, imposible diría yo triunfar con lo que tuvo enfrente. Par colmo vio como el que cerraba plaza, tras salir como un trolebús con la cara por las nubes y desarmarle en el capote, se iba directo a las tablas y saltaba al callejón sembrando el pánico. Tal fue la costalada que se pegó en su acrobacia que quedó más que resentido, inválido, y fue devuelto a los corrales. En su lugar un sobrero de Pallarés que tuvo un comportamiento idéntico al de su presentación, horrible. Agarrado al piso, un marmolillo al que no le pudo robar ni medio pase. tampoco es que los dos de Adolfo que le correspondía por sorteo fueran mucho mejores y si se puede decir algo de Román es que todo lo poco que pudo hacer lo hizo bien. Les plantó cara, les puso la muleta en la cara, trató de tirar de ellos con temple, midiendo la altura y bajando la mano cuando se pudo, pero no pasaban, escaso o nulo recorrido, sin clase ni entrega. Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Inevitable recurrir al tópico.

Bien va a venir el descanso de hoy para secarnos y quitarnos la humedad que ayer se me quedó metida en el cuerpo, como me quedó el dolor por la sangre de Garrido y la emoción que rozó la gloria con Robleño, las dos caras de la moneda que se tira al aire en cada toro de cada tarde. Así es el toreo.


Antonio Vallejo

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