viernes, 19 de mayo de 2023

Un ayer incompleto

Sería una injusticia dejarlo pasar, ya con bastante poca justicia y un rigor que me llamó la atención se midió a Tomás Rufo, creo que no se lo merece y que está pagando un peaje que me cuesta entender por una Puerta Grande discutida por algunos la pasada temporada y la oreja cortada en la segunda de San Isidro este año. Ambas situaciones se han calificado como "baratas" por el sector más exigente, crítico, duro, como quieran llamarlo, ellos se autodenominan puros, pero a veces están más en la intransigencia que en otra cosa. Y se puede estar de acuerdo en que ha habido, yo prefiero decirlo así, generosidad en el público a la hora de pedir los trofeos para Rufo y que, al menos lo pienso así, esos pequeños excesos no le hacen bien al talaverano. Tomás Rufo irrumpió como un ciclón hace una año, arrollador en sus comparecencias aquí y allí. Llegó a Madrid y ¡zas!, Puerta Grande que no gustó y, al menos tengo esa impresión, se le anotó la matrícula y desde aquel día se le esta esperando, se le mira, se le exige, se le mide, se le juzga, se le protesta con un rigor, una dureza e incluso me atrevería decir, una crueldad igual o incluso mayor que a algunas máximas figuras cuyos nombres sabemos de sobra a las que ese sector tiene en su punto de mira. Lo he podido sentir en estas dos tardes, continuos reproches y censuras durante sus faenas, con una año y medio de alternativa, hay que recordarlo, que no lleva veinte, pero a la mínima saltan a la yugular. ¿Por qué?, ¿quizás por quienes le apoderan?. Por supuesto que tiene fallos, defectos por pulir, que aún tiene camino por recorrer, precisamente por eso me parece cruel ese rigor excesivo en comparación con otros nombres a los que se les tolera mucho más por esos mismos críticos. Con esto no quiero decir que no haya que expresar en la plaza la opinión ante lo que se hace bien y mal, por supuesto que sí, pero creo que eas protesta debe ser ponderada y no exagerada como me parece el caso de Rufo.
Dicho esto, a mi me pareció que ayer se le fue un toro que debía haberse ido al desolladero sin las orejas. Un colorado ojo de perdiz de nombre Pocaprisas que desde que asomó por la puerta de toriles me enamoró por su bellísima lámina, magníficas hechuras, bajo y muy hondo, además con un tranco sensacional que no cuadraba con su nombre. Extraordinario galope, movilidad y repetición en el capote, metiendo la cara con clase en un ramillete de verónicas templadas, llenas de sabor, ganando pasos para rematar con una media y revolera de cartel. Igual en el caballo, toro pronto, Muchaprisa se podría haber llamado, se arranca largo, empuja abajo con celo y bravura y cumple en baderillas, galope alegre y fijeza en un sensacional tercio a cargo de Andrés Revuelta y, ¡cómo no! el gran Fernando Sánchez, torería suprema con los palos, en este toro y en el sexto, dos pares de antología saludando desmonterado una atronadora ovación con la plaza en pie. El de Alcurrucén mantuvo intactas sus condiciones en la muleta, movilidad y fijeza, se comía la muleta y la montera que Rufo dejó en el suelo tras brindar al público. Emoción de estratosférica intensidad en el arranque de faena, por bajo, flexionada la rodilla con una largura kilométrica, luego dos tandas de derechazos de enorme profundidad, todo lo quería y pedía por bajo, mucha transmisión y emoción que hacía pensar en algo grande. Pero no me pregunten lo que pasó, no sé si fue una ráfaga de viento que le hizo dudar y le descubrió, no sé si un defecto de colocación en los primeros naturales  que arrancaron protestas impacientes de quienes parecían estar esperando el mínimo error y que hicieron mella en el ánimo de Rufo, no lo sé, de verdad, pero a partir de ahí perdió el sitio, la distancia, la altura, el ritmo, la continuidad y el resto de faena transcurrió dominada por la irregularidad. Tuvo ser para él un pequeño calvario al ver cómo se le iba poco a poco ese gran toro bravo y cada vez con más gritos y reproches a todo por parte de las mismas voces de todos los días que acabaron de sepultar las pocas esperanzas de remontar el vuelo de una faena muy venida a menos. Fuerte ovación a este magnífico toro en el arrastre que repito, se tenía que haber ido sin las orejas. Escasas opciones le dio el sexto, aún menos sumando la indiferencia con la que fue seguido el trasteo. Un toro sin celo y escaso recorrido, del que había que tirar para hacerle pasar. Y creo que lo hizo bien Rufo, por ambos pitones lo probó llegando a instrumentar algunas series con temple y buenos muletazos, pero no calaba en los tendidos, fríos como el viento de ayer, un día más. Por si fuera poco, más gritos de los refunfuños, de todo tipo, hasa alguno que aseguraba que los toros de ayer estaban afeitados. En fin, sin comentarios, las cosas que pasan en Las Ventas. 
¡Ah, claro!, que los de ayer eran los de Alcurrucén, casualmente propiedad de los Hermanos Lozano, apoderados de Tomás Rufo, vaya por Dios. Que quieren que les cuente, para mi la corrida estuvo bien presentada, de buenas hechuras en general y seria. No sé si ayer veía mal, llevaba las gafas y están bien graduadas, pero a mi me pareció que acababan en puntas, en ninguno tuve la impresión de afeitado. Que le faltó fondo, raza y empuje, sí, pero tuvo ese bravo tercero, el quinto acabó de romper a más cierto que gracias a la maestría suprema de Juli y que el segundo y el cuarto tuvieron clase a pesar de su justeza de fuerzas y escasa duración. Pero de ahí a lo que se gritó por parte de alguno... Pero de justicia me parecí no olvidar a Rufo en la tarde de ayer, esa en la que como les he contado, soñé el toreo no escrito.

Antonio Vallejo
 

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