viernes, 19 de mayo de 2023

Soñar el toreo no escrito

No se puede explicar, no se puede contar, tan solo se puede sentir, no tiene reglas, nace del alma y llega al alma, es el toreo no escrito, el que se abre ante nuestros ojos desde la nada, es magia, es duende y nos hace soñar. Era el cuarto de Alcurrucén, largo, cornidelantero, con mucha seriedad, se mueve y repite, puntea el capote, no se entrega, se viene por dentro, parecía escrito que no era la tarde para Morante. Sin avisar, sin saber de donde, un temblor en forma de verónica crujió nuestro interior, ¡que verónica, Dios mío!, el preludio de lo no escrito. Juli por chicuelinas a manos bajas de locura y Morante que camina con decisión a los medios en la réplica por verónicas a compás, deteniendo el tiempo, rematadas por dos medias a pies juntos y manos bajas abrochadas por detrás de la cadera de auténtica locura, nos empujan a la fábrica de los sueños del toreo que surge de la imaginación, sin guiones ni ideas preconcebidas, que está ahí, oculto, esperando el momento para invadirnos. Y veo a Morante tomar la muleta y hundir el mentón. Eso es que algo va a pasar, no sé qué, pero lo siento, es el cosquilleo de la ilusión. Estatuarios y ayudados por alto rememoran a El Gallo, remates por bajo, de azahar y romero, aromas, esencias bañadas en olés, empaque, torería. Sí, el duende ya estaba ahí, en dos tandas por el pitón derecho para  abandonarse a la inspiración. Todo sentimiento, todo muy despacio, deteniendo el tiempo, ceñido, evocando imágenes de otros tiempos, o de todos los tiempos y épocas, el toreo eterno. Muy quieto, en el sitio, llevando al toro muy templado, casi parado, ligazón y armonía, profundidad, enroscado a la cintura, una delicia, la muleta planchada, el toro hipnotizado, toreo en redondo que colma cualquier ansia de felicidad, más con los naturales robados de uno en uno, las agujas del reloj congeladas, y los sueños hechos realidad. Solo Morante es capaz de tanto con tan poco, dos tandas, dos, son infinito. 
También El Juli, rompiendo los dominios de la lógica para inventarse una faena y un toro que no existía. No decía nada el quinto, ni en el capote, ni en varas ni en banderillas, nada bueno se presagiaba. En terrenos del 5 y el 6, poco a poco, paciente, primero a media altura y muleta retrasada, de uno en uno, a favor del toro, mostrándole el camino sin obligarle de más, dándole pausas y distancia, tirando del toro para enseñarle a embestir, con suavidad y mimo, portentoso y poderoso, para acabar haciendo que el toro pareciera hasta bueno, o incluso mejor, así, partiendo de la casi nada para componer tandas por ambos pitones llenas de emoción. Profundidad y ligazón a partir de una perfecta colocación y un temple supremo, redondos cargando la suerte, naturales de inmensa hondura, acompañando la embestida con el cuerpo, alargando el viaje, magia pura nacida de la imaginación y el magisterio de Juli para llevarnos de la nada al todo. Lección de conocimiento, de mando y dominio del madrileño, de altura y distancias, de ritmo y la cadencia, de ser y estar en torero, una más, pero que no deja de sorprendernos porque nace de la magia, surge de la imaginación del que, solo él, es capaz de ver en un toro, por delante de nuestra ceguera. Antes tuvo  el segundo, en el que he visto a Juli toreando para sí, muy a gusto y relajado, abandonado, dejando que todo surgiera espontáneamente. Tras unos primeros compases a favor del toro, sin exigirle en demasía, acompañando el viaje, embarcándolo en la cadera para llevarlo muy metido en los vuelos. Primero la cabeza, viendo que el pitón derecho era el bueno y luego el corazón, dejando fluir el toreo del alma a las manos, relajado, por momentos abandonado, disfrutando, abriendo el compás, acompañando con el cuerpo y la cintura para alargar el viaje, ligando por abajo, cambios de mano exquisitos, emoción y sentimiento en cada muletazo, una auténtica maravilla, para acabar en las cercanías, con la mano baja y la muleta a ras de suelo, rematando por debajo de la pala, enésima lección magistral de dominio y mando, de poder y sometimiento, revestido de gusto y belleza, un compendio de tauromaquia, cite, embroque, temple, conducción y ligazón, una locura, la del dulce sueño del toreo que no está escrito en ningún guión.
 

Antonio Vallejo




 

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