La R.A.E define trampantojo como "ilusión óptica o trampa con que se engaña a una persona haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve". Bien podría añadir a esa definición "la novillada de Fuente Ymbro del 30 de mayo de 2023 en San Isidro". Eso ha sido lo que me ha parecido lo visto esta tarde, otra tarde más de lluvia, con el cielo cerrado que ven, una hartura ya lo de la lluvia. Ha sido en el cuarto y quinto novillo, dos de Fuente Ymbro que se han movido, sí, mucho, es evidente, no han parado, pero no han tenido ni clase ni entrega, y no se puede confundir movilidad y brío con bravura. El cuarto saltó a su aire, sin fijeza, y cuando tomó el capote de Víctor Hernández lo hizo con la cara alta y las manos por delante, pasaba muy rápido y se volvía, sin mucho recorrido, pero iba y venía, con movilidad, pero sin clase y, aunque no lo crean, sin ritmo, más a acelerones que otra cosa. Y lo que hizo en el caballo...vaya tela. Si no es de manos se parece mucho. Entra al peto en el segundo puyazo y en cuanto siente el hierro sale rebrincado y suelta una coz huyendo hacia las tablas, ¡que bravura!. Pero eso sí, a toda velocidad, se movía mucho. Primeros compases de faena con dos cambiados por la espalda de infarto, cambiando el viaje en la última milésima de segundo, máxima exposición y riesgo. Luego con la diestra, muy firme, poniéndole la muleta y trazando series de derechazos de mucha entidad, buena colocación, temple y ligazón, alguna de mucha profundidad y emoción. Y el novillo tenía movilidad, iba y venía, repetía.... pero sin clase alguna, en el embroque movía la cara con una especie de espasmo de arriba abajo, luego no se entregaba, cabeceaba y su viaje era un tanto descompuesto, se revolvía y otra vez se colocaba, de nuevo paraba, el espasmo y otra arrancada, otro arreón, sin ritmo, pero con movilidad, que tiene su emoción, no lo niego, pero más por la inercia que por la calidad del novillo que, por cierto, solo embistió a su manera por ese pitón derecho, por el izquierdo nada de nada, la cara por las nubes y pasando de mala manera. Víctor Hernández puso entrega, calidad y mucha verdad, tragando los arreones con firmeza y valor ante el trampantojo en el que alguno picó, el de casi todos los días del "se va sin torear". No era un novillo bravo, no era un novillo enclasado, solo se movía mucho, como hacen muchos mansos, pero algunos vieron lo que no era, cayeron en la trampa. Con el cornidelantero quinto más de lo mismo. Lo recibe Álvaro Burdiel con una larga cambiada de rodillas, incorporado ya verónicas genuflexo de mucho sabor a un novillo que tiene también movilidad, que repite con fijeza y recorrido. De rodillas toma el sevillano la muleta por estatuarios, increíble, de mucha verdad y emoción, sin guardarse nada, le aprieta el novillo, le pone en apuros, casi acorralado y se incorpora para dominarlo con una trincherilla de desgarro, de las que te parten por la mitad ante tamaña carga de sentimiento. Otro toro de un solo pitón, el derecho, por el izquierdo no quiso nada, protestón y reservón, no pasaba. Con la diestra muy firme Burdiel, poniéndosela plana para meterlo en los vuelos y llevarlo templado con mucho valor y mérito por lo que tuvo que tragar, dibujando un par de series de mucho peso, ligadas y profundas, con algunos muletazos de una belleza enorme. Y lo hizo con mucha verdad y entrega, mucha más de la que tuvo este fuenteymbro que se movía, sí, también se movía, pero cuando se decidía embestir, porque era tardo, bajaba el hocico, que no es humillar, esperaba y entonces arrancaba, a arreones, cabeceando para puntear la tela, embestida fea y desclasada, pero con mucha movilidad, repetía tres o cuatro muletazos y luego incluso se desentendía. Y también tuvo su emoción por esa inercia y cierto peligro que se desprendía y que a uno pocas filas detrás mío le atrapó en el engaño cuando - para más coña lo hizo cuando Burdiel estaba intentando sacar algo por el imposible pitón izquierdo - soltó "te está comiendo el novillo". Lo dicho, el trampantojo. Menos mal que al final tanto Víctor Hernández como Álvaro Burdiel recibieron sendas ovaciones porque durante sus faenas no se les valoró justamente por lo que estaban haciendo, y sinceramente creo que deberían haber sido más fuertes que las que se dieron a esos dos novillos. El efecto trampantojo.
Del resto de esta decepcionante novillada de Fuente Ymbro sin fondo, sin bravura, desclasada y deslucida y sin fuerzas, conviene destacar el buen manejo del capote en los tres novilleros. Verónicas con gusto y calidad, saltilleras, chicuelinas, a manos bajas y en galleo, delantales, caleserinas, tafalleras, una variedad de quites que los tres, Hernández, Burdiel y el francés Lalo de María, nos han brindado con sus ganas y su disposición, con más o menos acierto, pero en novilleros, con sus virtudes y sus defectos.
Así Hernández le pegó al primero un par de series en redondo reunidas y profundas tras los estatuarios y el cambiado por la espalda con que arrancó el trasteo en las que mostró un buen concepto y maneras, templado, buscando la colocación y bajar la mano en cuanto pudo, que fue poco porque ese novillo, aunque noble y con cierta clase y humillación, se acabó en los primeros compases, sin fuelle alguno. Muy aseado Burdiel en el segundo, buen sentido del toreo, temple y ritmo, cadencia en sus muletazos, trazo fino, gusto. La pena es que ese novillo fuera tan soso y con tan poco empuje, a la defensiva. Po su parte el espigado Lalo de María, muy alto, mostró gusto en los doblones con los que prologó su faena al tercero y puso todo su empeño en tratar de sacar algo del soso y deslucido novillo, que pasaba en la muleta porque tenía que pasar, pero lo hacía con nula emoción, aunque su toreo me pareció un tanto mecanizado, quizás influido por su altura y su figura que lo hace algo deslavazado. Tras un inicio de rodillas en el sexto, muy en novillero, ligó con temple un par de tandas en redondo con calidad y profundidad, en largo y con recorrido, bajando la mano que fueron lo mejor. Luego se diluyó un tanto la faena por la venida a menos del fuenteymbro que empezó a defenderse y por cierta falta de acople del francés a las condiciones del animal, que todo hace, como el trampantojo en el que algunos han caído en esta, un día más, lluviosa tarde con la que se acaban las novilladas de este San Isidro.
Antonio Vallejo
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