sábado, 31 de mayo de 2025

Segundo día después de Morante, ocho para que vuelva

Como Gary Cooper en Solo ante el peligro, con las manecillas del reloj de Las Ventas señalando las siete y dos minuto de la tarde de este viernes 30 de mayo, hacía aparición en el ruedo Marco Pérez, un niño salmantino de 17 años cargado de ilusiones y dispuesto a enfrentarse a todo lo que se le pusiera por delante. La imagen resultó impactante,  la ovación fue atronadora, el reto, superlativo, la expectación máxima y la mayoría con unas ganas inmensas de verle triunfar. Insisto en lo de la mayoría, porque si ha habido algo que no me ha gustado nada, absolutamente nada de todo lo que vimos ayer, ha sido la actitud del sector más crítico que le ha medido con un rasero idéntico al de las máximas figuras del toreo, y eso, para mi, es totalmente injusto, Ayer, a mi entender, confundieron una vez más exigencia con intransigencia. Este niño vino a presentarse en Madrid - no olvidemos que era eso, su presentación - en pleno San Isidro, a matar seis novillos nada más y nada menos que de Fuente Ymbro y El Freixo, todo un reto, jugándoselo todo a una carta, una moneda al aire que podía salir cara o cruz, o la Puerta Grande o la de la enfermería, pongámosle todas las comparaciones y tópicos que queramos, pero la realidad era que el mero hecho de venir así merece, de entrada, cierto respeto y, por lo menso, un poquito de paciencia. No me parece admisible que ya ¡al segundo muletazo de la primera tanda por el derecho al que abría plaza! comenzaran los de siempre a reprochar la colocación, a silbar ya desplegar todo el repertorio de gritos que dedican a las figuras que tienen en el punto de mira. Vamos a ver, que ni había empezado a torear, que tenía seis novillos por delante, que si en uno y otro repetía los mismos defectos, ya habría tiempo de sobra para criticar lo que quisieran, pero me dio la impresión que desde el inicio querían marcar los terrenos y dejarle claro que ellos son los únicos que saben y que todo el historial de triunfos que jalonan la corta carrera de Marco Pérez son papel mojado y aquí vale lo que digan ellos. ¿Y saben lo que creo que tenían entre ceja y ceja, conociendo como conocemos a ese sector?, que les tocaba mucho las narices las cuatro orejas a los dos novillos de Jandilla en La Maestranza, porque si hay algo que no soportan es lo que ellos llaman "toreros sevillanos", "toreo de Sevilla" y el "toro de Sevilla" y todo valía para intentar mostrar una exigencia fuera de lugar. Es la única explicación que encuentro a la actitud que mantuvieron toda la tarde, repito, totalmente injusta e inadmisible.
En lo que a mi respecta, no voy a entrar si en tal o cual novillo hizo tal o cual lance, si una serie fue así y otra asao, si la espada entró al intento que fuera y más o menos arriba... sino que quiero quedarme con la impresión ya las sensaciones que me ha dejado su presentación ayer. Lo primero de todo, hay que tener mucho valor para este gesto, lo considero heroico, solo por eso merece todo mi respeto. Mi opinión respecto a los encierros en solitario es que hay que ser una gran figura y tener un repertorio amplísimo para sostener toda la tarde, y eso está al alcance de muy pocos, además de una madurez y una fortaleza mental fuera de serie. Y sinceramente, para mi es correr mucho venir por primera vez a Madrid de esta manera. No soy amigo de las prisas, me  gusta la vida sosegada y el reposo, por eso soy morantista, y pienso que antes de una reto de tal magnitud hay que pasar antes por alguna novillada previa de las programadas a lo largo de la temporada, o si quieren  en San Isidro, pero en un cartel convencional. Es mi opinión, que en la vida hay que ir paso a paso, a veces saltárselos tiene sus riesgos y sus consecuencias y me parece que aún le quedan pasos que dar para estar preparado para grandes empresas. De hecho, creo que toma la alternativa el próximo 6 de junio en Nimes con Morante de padrino y Talavante de testigo, lo que, con 17 años que tiene, habiendo debutado con picadores en octubre de 2023, que es anteayer, me parece que es correr mucho. Le deseo la mejor de las suertes, que tenga una carrera triunfal y acabe en figura del toreo, seguramente estará perfectamente asesorado, pero me daría mucha pena que acabara en un juguete roto, en otro de esos niños promesa que se quedan por el camino, en le toreo, el deporte, la música... en la vida. Porque tiene madera, ayer le vi cosas muy buenas, pero también otras que me dejaron un poco frío y otras que no me llegaron a convencer, que es lo normal cuando ves a un novillero, y que aún tiene tiempo para aprender y mejorar.
Lo que más me gustó fue su actitud y su compromiso, valiente y decidido, en todo momento se mostró "en novillero". Solo hacer el paseíllo  y el irse a portagayola a recibir al cuarto, quinto y sexto con unas largas cambiadas de infarto lo confirman. Pero además mostró unas ganas desorbitadas por enseñar todo lo que lleva, aunque eso en algunos momentos le llevara a acelerarse y precipitarse al querer hacer mucho en poco tiempo. Por ejemplo, sin entra en detalles, tuvo momentos de toreo de profundidad en tandas por uno y otro pitón, con temple y gusto, relajando la figura y enroscándose a los novillos, corriendo muy bien la mano, especialmente las tres de derechazos que le pegó al segundo. Pero igual que componía una de ese estila acto seguido venía otra algo más embarullada, a  veces encimando mucho al novillo, con el gesto y la figura un tanto exagerada y una colocación que no me pareció la mejor. Pero es algo lógico, es novillero y le quedan cosas por pulir. En conjunto podría decirles que la irregularidad me pareció la nota dominante de la tarde y también que, salvo el inicio de faena al quinto, de una emoción y un gusto tremendo, dos cambiados por la espalda para hilvanar trincherillas y pases de la firme de gusto exquisito y aromas del mejor  toreo, el guión de las faenas me pareció muy similar y faltó ritmo. Tampoco los novillos colaboraron mucho, les faltó empuje y fuerzas, los que tuvieron clase y nobleza se apagaron pronto, fue en esos donde cuajó las mejores tandas de derechazos y naturales y donde le vi más asentado y acoplado, mientras que cuando bajaron sus condiciones el toreo en la corta distancia, aunque los arrimones fueron de verdad, pecó de forzar la figura y demasiados martinetes, giros y faroles, queriendo demostrar demasiado en poco espacio. De hecho, creo que las dos volteretas tremendas que le propinó el quinto, vinieron por quedarse expuesto en esos adornos y giros en la cara ante un toro complicado y que desarrollaba sentido y que, a mi entender, pedía mucho mando y mano baja. Y en lo que respecta al capote, fue en este quinto donde lució en su mayor expresión a la verónica a pies juntos, templadas, acompasadas,  ganado pasos en los medios, una auténtica delicia, y el quite por gaoneras ajustadísmas, de intensa emoción, sin olvidar los lances de recibo al segundo que remató don dos medias de cartel, sobre todo una mirando al tendido, y el galleo de la mariposa al salir del caballo el cuarto. En el debe, la espada, ahí creo que tiene mucho que practicar, demasiados pinchazos, solo en un novillo acertó al primer encuentro, y en varios le vi perder un poco la paciencia y sumirse en cierta ansiedad.
En fin, que en el segundo día después de Morante vivimos algo que tardaremos mucho en volver a ver, la presentación en solitario de un novillero en Las Ventas. Creo que 2026 podría haber sido mejor fecha para este acontecimiento, que madurar es importante en la vida, más aún en el toreo, para asumir que con 17 años se tiene que enfrentar a la posibilidad de morir. Es así de duro, pero cada tarde que se vista de luces lo llevará en esa mente aún de niño. Le deseo lo mejor en su carrera y ojalá algún día le vea triunfar en Madrid, cero que tiene mimbres para conseguirlo, que las prisas de esta sociedad loca presa de la imediatez no le cieguen.

Antonio Vallejo

viernes, 30 de mayo de 2025

Primer día después de Morante, nueve para que vuelva

Van pasando las horas y poco a poco, con la serenidad del reposo, la magnitud de la obra de arte de Morante ayer jueves va adquiriendo dimensiones desorbitadas que rompen la barrera del tiempo. Llámenme exagerado, llámenme loco si quieren, pero ayer comenzó una nueva era en el toreo, la de después de Morante. Lo que vivimos ayer me atrevería calificarlo como místico, un estado de inabarcable trascendencia sobrenatural. Ya nada podrá ser como antes de lo de ayer, será bueno, incluso magnífico, sí, pero nunca igual, habrá emoción, sí, hasta locura, pero nunca el estado de infinita comunión que vivimos ayer. Superó todo lo imaginable para los sentidos, el abandono ante esa creación divina fue absoluto, y toda la vida lo recordaremos como el día 1 de la nueva era del toreo. Bueno, todos no, ya lo expresó claramente el maestro en el callejón tras la muerte del cuarto a los micrófonos de Telemadrid al ser preguntado al respecto, dijo "todos...menos el presidente". Y cuanto más horas pasan y se agiganta aún más la leyenda de Morante, más se reduce la catadura y altura de ese presidente que ya debe estar por debajo de los pigmeos y los enanos mentales. Pero es que para colmo, este presidente de ayer, Ignacio Sanjuán Rodríguez, hoy se ha permitido el lujo de hacer declaraciones y decir que con tres descabellos según su criterio "no se puede conceder una oreja en Madrid, que hay que mantener la categoría de la plaza", ¡manda narices!. O sea, que para este sujeto su criterio está por encima del reglamento y las normas, que dicen claramente que la primera oreja la concede el público por petición mayoritaria. Y así fue la petición, claramente mayoritaria,  y su OBLIGACIÓN era sacar el pañuelo blanco, su opinión ahí no vale para nada. Pero, claro, si hacemos un pequeño ejercicio de "trazabilidad ascendente"  - si es que eso existe - partimos de que este personaje es comisario, ¿de qué?, de policía, que depende del Ministerio de Interior, Marlaska, ¡vaya elemento!, que pertenece al gobierno...¡de Pedro Sánchez!, ¡para echarse a temblar en qué manos está el palco de Las Ventas!. Así no ,e extraña nada la arbitrariedad caprichosa e ilegal de ese presidente, según esa trazabilidad actúa acorde a sus ascendentes, total desprecio a la legalidad, es decir, el reglamento, y haciendo todo según sus caprichos cual dictadores bananeros. Habrá que estar atentos en los próximos días y consultar el programa de mano para saber quien se sienta en el palco, y cuando aparezca este estar prevenidos para cualquier barbaridad.
De que tras lo de Morante ayer nada será igual en el toreo lo atestigua la tarde de hoy jueves. Otro lleno de no hay billetes para una corrida de magnífico cartel, con toros de El Torero para Diego Urdiales, maestro consagrado guardián del toreo añejo y el clasicismo, Roca Rey, el imán que hoy en día atrae en masa al público, y Rafa Serna, torero sevillano de arte y gusto, que confirmaba alternativa. Y ha habido cosa muy buenas, aunque hayamos tenido que esperar a los dos últimos toros, pero nada podía ser igual, y se notaba en el ambiente, la gloria suprema del toreo solo tiene un dueño. 
Roca Rey y Rafa Serna han cortado una oreja cada uno en dos faenas diferentes pero con un nexo común, la decisión. El quinto saltó frenándose en el capote, apuntaba cierto fondo clase al meter la cara pero sin acabar de rematar, corto recorrido, sin demasiada entrega. Lo fija bien Roca Rey andándole hacia atrás, despacio, con suavidad, cuidándole, no parecía ir muy sobrado de fuerzas, buena lidia que creo ha pasado desapercibida. Mucho se le ha medido en varas, dos puyazos poco más que señalados, sin emplearse, de los que sale con escaso fuelle. En banderillas recupera algo el aliento y muestra algo más de son, muy buenos los pares de Antonio Chacón, ganando la cara del toro con facilidad. En la muleta he visto un Roca Rey en figura y con mucha raza, una labor paciente en los primeros compases, haciéndolo todo a favor del toro, concediéndole la altura, llevándolo con mucha suavidad, sin obligarle, poco a poco, dándole pausas y respiros. Como es habitual con el peruano los reproches y la disconformidad con todo lo que haga presidían en esos momentos la faena, pero le daba igual, iba a lo suyo, a cuidar al toro y darle confianza, primero por el derecho, tandas a media altura y con mimo, mucha técnica y capacidad que, como con el capote, ha pasado desapercibida para muchos. Al cambiar al pitón izquierdo ha empezado a cambiar la cosa, de primeras le costaba, poco recorrido y protestando. No ha perdido la fe, paciencia y decisión las claves, además de colocación para que muletazo a muletazo fuera metiendo la cara con más calidad, ya le podía ir bajando la mano, poco a poco, sin prisas, y así han surgido unos naturales que iban a más, tres de ellos de mucha hondura, pero la gente ni se ha enterado, además de las constantes muestras de desaprobación de los que no le tragan. De verdad, parecía que estaban anestesiados. Eso o que han venido pocas veces a los toros y no han entendido lo que Roca Rey estaba haciendo. Y yo creo que el limeño se ha dado cuenta antes que nadie lo que pasaba y, con un gesto de rabia ha arrancado una de las banderillas que le estaban molestando al rematar con uno de pecho una tanda ligada de naturales profundos. Ese ha sido el detonante para despertar al público que ha salido del letargo como si le hubieran puesto un petardo en salva sea la parte, y ese detonante se llama raza. Toda labor técnica previa ha sido lo que ha hecho que ese toro rompiera como ha roto y sacara ese fondo de clase que apuntaba. A partir de ahí ha compuesto tres soberbias tandas en redondo, llevando al de El Torero muy en corto, muy  metido en la muleta, sin quitársela, la mano muy baja, arrastrando la franela, tirando del toro con enorme temple, ligazón y profundidad, de mucha transmisión, coreadas con fuertes olés y el público en pie con los remates de pecho. Con la plaza despierta y por fin implicada recurrió a ese toreo que le caracteriza en las cercanías, trenzando tres circulares muy largos, más efectistas que otra cosa pero que gustan, rematados con otros tantos de pecho a la hombrera contraria que han sido lo mejor y han desatado la locura del público. Una entera desprendida ha fulminado al toro y la oreja ha sido pedida con fuerza, y esta vez el palco no se ha pasado el reglamento por sus caprichos. Para mi lo mejor, como reza uno de los versos de Calderón, la constancia y la paciencia de Roca Rey, que con técnica y raza ha sacado lo mejor de ese toro y respecto a la oreja, el público la ha pedido, es suficiente argumento, me parece bien y justa. 
Rafa Serna se ha ido con toda la decisión del mundo a recibir al sexto a portagayola, jugándosela a todo o nada. Sale rebrincado, como una flecha hacia el sevillano que tiene que echarse cuerpo a tierra en la larga cambiada con el toro pasándole por encima. Ya vertical un vibrante y arrebatado ramillete de verónicas en los medios cargadas de temple y a compás, preciosas, rematadas con una garbosa revolera con el capote del revés, de mucha belleza y emoción. Precioso y elegante, lleno de aromas, el galleo por chicuelinas para colocar al toro en varas, donde se ha medido el castigo y se ha empleado poco. Muy bronco y exigente en la muleta, pronto, obedeciendo a los toques, con mucha inercia, embistiendo con el pitón contrario, sin clase pero con la emoción de esa movilidad y brusquedad, un toro duro que te pedía todo y no concedía nada, sin permitir la mínima duda. No las tuvo el sevillano, ni una, asentado, firme, las zapatillas enterradas, sin ceder un paso, aguantó las acometidas, los pitones pasando a ras de la taleguilla, manteniendo un pulso de mucha intensidad y transmisión, firme y muy valiente, más compromiso y entrega imposible, sin renunciar a nada y todo por ambos pitones. Para nada importó que la estocada cayera desprendida, la petición fue clamorosa e incontestable. Una oreja de mucho peso, justo premio al valor y la decisión.
Por lo demás la corrida tuvo sus cositas pero sin llegar a romper en ninguno de lo otros toros. En el primero vimos un bonito saludo capotero de Serna a la verónica, rematadas con unas medias ceñidas, un quite por tafalleras del sevillano replicado por uno a la verónica con sabores añejos de Urdiales, pero poco más, ya que en la muleta adoleció de falta de empuje aunque tuvo condición noble y manejable. Aseado y correcto Serna, buenas maneras pero sin poder tomar vuelo ni generar especial emoción. Diego Urdiales dejó en el aire de Madrid detalles de su empaque y clasicismo con los lances de recibo al segundo, así como los primeros muletazos doblándose, templados y con clase, pero la falta de entrega del toro, la cara alta, punteando las telas, deslució los intentos del riojano que siempre lo trató de llevar por bajo. Tan solo algunos muletazos con su sello particular tuvieron cierto eco. Con el cuarto más o menos igual, toreo clásico intentando hacer todo bien pero sin emoción, mejor por el derecho, templado y con el toro colocando mejor la cara, derechazos con empaque, mientras por el izquierdo le costaba y protestaba, sin ritmo. Al tercero lo recibió Roca Rey a pies juntos, verónicas, casi delantales, de mucha calidad y templadas, llevándose al toro a los medios. Muy medido el castigo en el caballo y un extraordinario tercio de banderillas a cargo de Francisco Durán " Viruta" que recoge desmonterado una fuerte ovación. El inicio de faena escalofriante, de rodillas, tres de pecho y dos cambiados por la espalda de infarto para incorporarse y recetar buenos derechazos aprovechando la movilidad del toro y rematar con el de pecho mirando al tendido y uno de desdén desafiando a los que desde que saltó el animal comenzaron con los "miaus". Sin ritmo en la muleta, corre bien la mano el peruano pero le falta empuje, intercala muletazos con profundidad con otros en los que el toro se queda debajo obligando a perder pasos desluciendo el conjunto. Por el izquierdo algunos naturales tuvieron mucha hondura, pero el mismo defecto, le falta de continuidad no permitía la ligazón, por lo que no llegó a despegar. 
En fin, que así ha sido este primer día después de Morante. Mañana será el segundo, y quedará uno menos hasta el 8 de junio. Esperemos ver buen toreo y triunfos aunque, por muy buenos que sean, nunca serán igual.

Antonio Vallejo

jueves, 29 de mayo de 2025

Morante vale toda una feria

No me resulta nada fácil ponerme a escribir hoy, me cuesta ponerme ante el teclado sumido en un laberinto emocional tras haber visto repetida dos veces la obra de arte magistral del maestro. Lo que he vivido y sentido en esta tarde es muy complicado de expresar, solo quien haya estado en Las Ventas puede entender esto que les digo, ni tan siquiera quienes hayan visto esta Corrida de la Prensa por televisión, no cobra la infinita dimensión que ha tenido. Una corrida de un solo toro, el primero, ahí se me ha muerto la tarde. En ese primer toro he subido al cielo del toreo en los vuelos del capote y la muleta de José Antonio Morante de la Puebla para luego  caer fulminado por una criminal estocada de desengaño y decepción con la inexplicable e infame decisión del presidente al negar una oreja de ley pedida por una mayoría apabullante, violando gravemente el reglamento. Digna y llena de vergüenza torera la actitud de Morante al no querer dar la vuelta al ruedo ante la infamia del palco, no la necesita, como tampoco necesita una oreja más o menos, él está por encima del bien y del mal, ocupa la categoría de sobrenatural. Del maestro escribe Rosario Pérez en ABC, detrás de Morante... nadie,  como también lo hace Vicente Zabala de la Serna en El Mundo, un presidente ignaro escupe sobre la historia viva del toreo, o  Gonzalo Bienvenida en Aplausos, no está hecha la miel para la boca del asno, al referirse a la perfecta manera de despachar sin contemplaciones al complicado y desclasado cuarto sacando montada la espada de matar para doblarse, mostrar sus imposibles condiciones y enterrar la espada ahorrándonos unos minutos de farsa que no llevaban a nada y que algunos censuraron con silbidos. Esos que silbaron en su vida verán nada igual, allá ellos que no han sabido apreciar la magia que ha surgido ante sus ojos, no se merecen esa deliciosa miel.
Morante torea como los demás sueñan, así es, único, inclasificable porque no sigue normas, porque su toreo nace, lo vimos en Sevilla, de la imaginación y la inspiración, nada está escrito de antemano, es el duende. Cuando Morante toma el capote y hunde el mentón en el pecho sabemos que algo va a pasar. Es el primer mandamiento del morantismo. Los demás mandamientos...no están escritos, nacen del alma para desbordar la pasión. Así ha sido Morante en esta tarde de lleno hasta más que la bandera en Las Ventas. Acompasado, el mentón hundido, deteniendo el tiempo a la verónica, cada cual más lenta, cada cual más bella, vuelos de seda meciendo con suavidad la embestida de Seminarista en un palmo de terreno, casi sin desplazarse, un aluvión de sentimientos desbordados con la media de cartel eterna por su lentitud y armonía que ha hecho estallar a la plaza. Pero si hay un momento que define todo lo que es Morante, lo que representa y lo que encarna ha sido el quite a cuerpo limpio que ha hecho a José María Amores en el segundo par, con el toro apretándole en su carrera hacia el burladero, eso solo lo hace él, con su vasito de alpaca en la mano, sin derramar una gota de agua, con una gracia y un garbo sin igual, un quiebro en la cara para apartar los pitones que amenazaban a su banderillero, y luego un recorte para salir con una torería sin igual. Eso es le duende, señores, y el que no lo entienda, allá él, y quien no quiera verlo, peor para él. Yo, morantista, creo que hoy he tenido otro motivo más para pensar que si hoy me muero puedo hacerlo tranquilo después de lo que he sentido, el corazón torero estallando en mil pedazos por la emoción. La faena de muleta escapa a cualquier calificación, histórica es vulgar, celestial se puede acercar más, divina, quizás, porque es el dios del toreo, sobrehumano. Colocación, reunión, temple, naturalidad, despaciosidad, armonía, gusto, entrega, abandono y no sé cuantas cosas más podría decir de esa faena. La forma de andar a la cara, su manera de componer la figura, toreo añejo, toreo caro en blanco y negro, otras épocas de oro, toreo eterno, enroscándose la embestida a la cintura con un sabor único, acompasando el viaje, girando con elegancia sobre sus talones para ligar por bajo, un canto a la belleza, derechazos y naturales que desatan la locura, el éxtasis con los remtes por bajo, trincherillas y pases de la firma que te parten en dos, cada uno un crujido, molinetes invertidos surgidos de la magia de las musas, los de pecho que nunca parecían acabar, todo al ralentí, un estallido de aromas, puro sentimiento en cada muletazo, con una plaza entregada, las gargantas roncas de gritar olés sentidos y las manos rotas a aplaudir, hipnotizados por el ARTE que desbordaba todos los límites de la lógica un estado de auténtico éxtasis. Entra a matar con todo, era faena de dos orejas sin discusión, deja una entera en muy buen sitio, pero el de Garcigrande tarda en doblar, un par de golpes con el estoque de cruceta y por fin el toro muere. Mayoría muy clara de pañuelos, y el palco se niega a cumplir el reglamento y eso, siendo comisario de policía...para echarse a temblar. Lo que vino a continuación, ya lo saben.
He vivido esa faena más que  antológica con una emoción indescriptible y, tras la negligencia presidencial,  se ha pinchado el globo de la emoción y me he quedado totalmente desinflado, o apagado del todo, no sabría decirlo, y no ha sido fácil digerir lo que quedaba por delante, sabía que nada sería, no digo igual, con que fuera tan solo ligeramente cercano me hubiera conformado. Pero no ha sido así, el resto de la corrida ha transitado por los caminos de la indiferencia. Talavante tuvo un segundo que en banderillas despertó, antes nada de nada, pero que duró un par de series por el derecho antes de apagarse, quizás exprimido de sus fuerzas en el poderoso inicio por bajo quebrando la embestida. Fue un suspiro. Con el quinto pocas o nulas opciones para el extremeño, tardo el de Garcigrande, midiendo y quedándose debajo, no pasaba, la cara alta. Lo probó por ambos pitones y ante la imposibilidad del animal abrevió con buen criterio. Por su parte Tomás Rufo recibió con bonitos delantales al tercero, un toro con poca clase y entrega, además de escasa fuerzas. Trató de ligar las tandas y se le censuró la colocación, tampoco es que el garcigrande repitiera con celo, más bien se iba e impedía la colocación. Tuvo poca historia, la verdad. Con el que cerraba plaza, muy grande, 630 Kg, para mi gusto fuera de tipo, feas hechuras, menos opciones aún. Toro distraído y desentendido, sin fijeza, descompuesto, sin entrega. Lo intentó Rufo pero todo resultaba anodino, imposible transmitir lo mínimo. Aún le queda la tarde del 1 de junio, esperemos que le embistan los toros.
Lo he comentado en la plaza, solo el quite a cuero limpio de Morante valía la entrada de hoy, y lo mantengo. Pero además añado que, sin duda alguna, Morante, hoy, vale por toda una feria. 

Antonio Vallejo

miércoles, 28 de mayo de 2025

El torerismo gana por goleada

Hay un término muy utilizado por un sector de la afición que es el torismo, autoproclamándose ese sector como torista. Según dicen se definen como los defensores del toro, los que van a la plaza a ver "el toro", y ellos, solo ellos, saben que hierros tiene "el toro" y de que ganaderías provienen. Y cuando  San Isidro llega esta altura de feria van en romería a ver las corridas "toristas", las duras que dicen, en las supuestamente se ve "el toro". El resto de las tardes al parecer no salen toros, y los demás no vamos a ver al toro en la plaza, según ellos. Lo malo es que pasa un año, y otro, y otro, y otro.... y el resultado casi siempre acaba siendo el mismo, naufragio absoluto con toros que son alimañas intratables, unos auténticos cabrones sin clase ni lucimiento alguno. ¿Les gusta el peligro, el miedo y la sangre? Para eso estaba el circo romano, y creo que hamos evolucionado un poco. Yo me quedo con el temple, la quietud y el arte como esencias de la emoción, lo que me lleva a que, puestos a poner calificativos me permita "inventar" el término torerismo, y llamar a sus fieles toreristas, como aquellos que, sabiendo de sobra que el centro de la Fiesta es el toro bravo, van a la plaza a ver como un hombre, el torero, se enfrenta a él, le domina, y de ahí surge emoción y belleza, en definitiva, el arte de la Tauromaquia, imposible de entender si falta uno u otro de esos dos personajes principales, de igual a igual, ni uno más que el otro, en perfecta comunión. Eso es lo que me lleva a ir a la plaza.
Quizás por ese motivo sea que esta tarde no he ido a Las Ventas. Cuando llega la hora de renovar los abonos hay opción de renunciar a tres corridas de toros, un alivio. Siempre voy a cumplir ese trámite con mi amigo y compañero de abono Raúl y, nos conocemos tan bien, que ya no hace falta hablar para saber que corridas son las que vamos a renunciar. Sí, lo han adivinado, la hoy era la primera. Y es que no es por dárnoslas de entendidos, pero teníamos más que fundadas sospechas de que la cosa saliera como ha salido. Luego resulta que él ha recibido una invitación a una barrera y, lógicamente, ha ido a la plaza, yo la he visto por Telemadrid, y gracias a su gentileza publico la foto de portada que me ha enviado y que resume a la perfección lo que ha sido la tarde. Una corrida que se anunciaba "torista" en la que los toros han sido una absoluta decepción, por ser educado, y lo poco que ha tenido emoción y verdad ha sido gracias a la actitud comprometida, firme y valiente de los tres hombres de esa imagen  que han hecho que la corrida acabara siendo "torerista". Cosas veredes...
¿Los toros? Seis de Dolores Aguirre, serios, abriendo la cara, desiguales de hechuras y presentación y, como ya he apuntado, una decepción total en cuanto a juego, cero clase, mínima o nula entrega, ¿humillar?, ¿que es eso?, casi ni asomo en toda la tarde, justos de fuerzas, a la defensiva, las caras altas, por las nubes y con un tono general de mansedumbre, es decir, ¡el torismo!. Eso sí, hoy no he oído el grito ese de los sabios,"¡vaya mierda de ganadería!", que varias tardes hemos soportado y que hoy pegaba, la verdad. Ese calificativo me hubiera venido bien y me parece más acorde a la realidad cuando, unas líneas antes,  hablaba de decepción, por ser educado. ¿Los toreros? El madrileño Fernando Robleño, veterano y respetado matador, forjado en mil batallas como la de hoy, tres Puertas Grandes en Madrid, una como novillero, dos ya doctorado, que ha recogido desde el tercio una cariñosa y merecida ovación tras romperse el paseíllo, el salmantino Damián Castaño, firme y con mando, y el colombiano Juan de Castilla, comprometido y valiente que ha matado al sexto con una cornada de 15 cm en la zona baja de la espalda y una herida inciso-contusa en el pene tras ser cogido en su primer toro, siendo intervenido en la misma enfermería de la plaza por ese ángel de la guarda de los toreros que es el Dr. D. Máximo García Padrós. Esos tres han puesto la bravura, la raza y la clase en esta tarde "torista".
Menudo lote el de Robleño, un auténtico despojo. El primero frío de salida, abanto, nula fijeza, nula entrega y, por si era poco, apuntando querencia. Cero absoluto en el capote, cero en el caballo, espera en banderillas, colabora lo mínimo, calamocheando, y en la muleta sin entrega, cara a media altura condiconado por su falta de fuerzas, con cierta nobleza, gracias al buen trato que le ha dado el madrileño, cuidándole la altura, algún derechazo y natural suelto ha tenido algo de profundidad, pero la ligazón era imposible por la poca fijeza del astado y la emoción ausente por su sosería. Ha tratado Robleño de tocar todas la teclas pero aquello no iba por ninguna parte. Y ese ha sido el bueno, el cuarto aún peor, con los mismos defectos pero aumentados, con más brusquedad y desarrollando sentido, muy palpable en banderillas, esperando midiendo y cortando, directo a por Curro Javier, jugándosela con verdad en el magnífico tercer par, y Víctor Hugo Saugar "Pirri", que han resuelto la papeleta con un oficio pasmoso. Para la muleta un despojo, va a arreones, que no es embestir, rebrincado, la cara por las nubes, no pasa, se revuelve, mide y busca, mucho sentido, muy malas intenciones, intenta ponerle la muleta pero se va directo al cuerpo es imposible. Lo único que se podía hacer es lo que ha hecho Robleño, doblarse, macheteo por bajo y a matar, perfecto a mi entender. De verdad, lo que no me entra en la cabeza son los silbidos a Robleño, no sé que demonios querían que hiciera con lo que tenía delante, el sol y el calor que hoy apretaba en algunos tendidos ha debido fundir lo que tuvieran de sustancia gris. Sin comentarios.
Damián Castaño pudo al menos parar y encelar algo al segundo en el capote, por abajo y andándole hacia atrás. Al menos algo de fijeza y repetición. Empuja algo en el caballo pero la pelea dista mucho de la bravura, más por inercia, saliendo justito de fuerzas, perdiendo las manos. Comprometido quite de Juan de Castilla por gaoneras muy ajustadas cargadas de riesgo que ahí empezó a mostrar a lo que venía. Tardo en la muleta, tiene cierta nobleza y algo de clase pero le falta motor, quiere pero no le da, en cuanto le obliga claudica. Excelente el trato de Castaño, a favor del toro, dándole respiro, concediéndole la altura, pero no pasa, escaso recorrido, se queda debajo, le cuesta un mundo, y cuando pasa es con sosería, deslucido, a media altura, traga uno o dos, al tercero no va o pierde las manos, faena sin ritmo y sin transmisión a pesar del tesón y buen hacer del salmantino. El quinto, un precioso melocotón veleto desafiante, hace por meter la cara en el embroque de capote pero no remata el lance, las manos por delante. En varas hace sonar el estribo con un solo pitón y sale huidizo, marcando querencia y sin querer saber nada de otro puyazo, que finalmente toma sin emplearse, igual que en banderillas, Juan Sierra lo hace todo, portentoso. Aguanta el salmantino los primeros arreones a media altura en la muleta y con paciencia, a base de enseñarle la muleta, taparle la salida y bajar la mano logra componer un par de tandas profundas por el derecho, ligazón y temple, mucho mérito. El toro se siente podido y comienza a afligirse, más corto, se queda a medio camino, suelta la cara con peligro sordo, luego le puede robar dos pero al tercero protesta y se va, algunos muletazos con empaque, incluso en los últimos compases varios con desmayo, preciosos pero ha faltado ritmo y continuidad por la falta de empuje y entrega del de Dolores Aguirre. Disposición y firmeza de Castaño, mando y capacidad, poderoso, tirando siempre del todo para robarle los muletazos y alargar el recorrido escaso que tenía, aguantando además todo lo que rebañaba el toro, impasible. Fuerte y merecida ovación como despedida.
Con movilidad y genio el tercero, repite echando las manos por delante y punteando el capote de Juan de Castilla, hace sonar el estribo y no se emplea en demasía en varas y sale evidenciando sus escasas fuerzas al perder las manos, lo que repite en los poderoso muletazos por bajo con los que inicia la faena. Al colocarse para instrumentar la primera tanda por el derecho hace un extraño y se va directo a por él, con un derrote seco se lo echa a los lomos y le tiene entre los pitones en segundos que parecen una eternidad. Repuesto del trance y sin dudar ni un segundo vuelve a la cara del toro, con un pantalón corto sobre la taleguilla rasgada, valiente y decidido, vuelve a la cara, le pone la muleta y echa la mano abajo para robar los muletazos a un toro que no quiere pasar, tira de él en cada pase, con mucho mando, aguanta las miradas y los arreones al quedarse corto y reponer, para conseguir una tanda de derechazos profundos y ligados de mucho peso. Por el izquierdo igual decisión y firmeza, el toro sabe lo que se deja, no duda ni pierde un paso el colombiano, cada vez va a menos en condiciones el de Dolores Aguirre y a más el peligro, pero le mantiene el pulso. Mucha intensidad ante un toro de nula clase pero que en su condición de manso con peligro ha tenido emoción, la del miedo. Deja una entera algo delantera lo que hace que tarde mucho en doblar. Petición insuficiente pero vuelta al ruedo más que merecida, de mucho valor, como el suyo. Luego supe que llevaba las dos cornadas referidas, y así mató al sexto, tras pasar por la enfermería, increíble, son de otra pasta, son superhombres. Se va a porta gayola, asoma el toro, se para, mira, duda y al final se arranca, una larga cambiada que hizo contener la respiración a todos, a mi en casa y me imagino que en la plaza aún más, allí se ve y se siente la realidad. Algo descompuesto en su embestida le receta unas verónicas con cierta calidad que son lo único reseñable de toda la tarde en el capote, junto al quite que hizo al segundo. Al igual que sus hermanos no ha cumplido en el caballo, empuja por la inercia de sus 669 Kg, no por meter la cara bajo y con los riñones, además que no quería entrar  al peto ni de coña, le colocó en largo para calmar las ansias de  los toristas pero la realidad era aplastante, no arrancaba, y cuando al final lo hizo ya más cerca tampoco se empleó en el peto. ¡Y la respuesta de los toristas fue pitar al picador porque no agarró a la primera!. Por supuesto le despidieron con otro de sus grito favoritos, ya aburrido por repetitivo, "¡picador, que malo eres!", cuando realmente tenían que haber dicho, ¡toro, que malo eres!. Una tarde más Iván García coloca dos grandísimos pares que dejan a uno boquiabierto, que categoría ante un toro que espraba y cortaba una barbaridad. En la muleta va a arreones, la cara alta, áspero, tirando tornillazos secos, un manso a la defensiva que tiene cero clase, nulas condiciones. Más disposición no se le puede pedir a Juan de Castilla que trató de hacer lo imposible y expuso más de lo que nadie le pudiera pedir. Toro para pegarle cuatro mantazos por bajo y pasaportarlo como sea lo antes posible. Fuerte ovación de reconocimiento a la verdad y el valor del colombiano que ha estado hecho un auténtico tío.
Hace unos días escuché en la radio algo que me hizo gracia y que creo que viene que ni pintado para cerrar esta entrada. Decía que los tres timos más famosos de la historia de la humanidad eran el de la estampita, el tocomocho y los enfados y bravuconadas de García-Page, a los que yo añadiría un cuarto, el torismo y los toristas. Hoy quien ha ganado, y por goleada, ha sido el torerismo, si me permiten el palabro.


Antonio Vallejo


lunes, 26 de mayo de 2025

Compromiso, firmeza, valor, verdad

Después de las tres tardes consecutivas de lleno absoluto, después de la locura desatada en la que nadie quería sin ir a los toros, parecía que hoy, un domingo de San Isidro, la entrada se iba a resentir. Pero no ha sido así, y una tarde más Las Ventas han registrado un aforo espectacular, más de tres cuartos de largo, casi lleno me atrevería a decir. Menos mal que el toreo no interesa, debe ser en Groenlandia.
Un encierro de Fuente Ymbro de una presentación excelente - para mi gusto magníficas hechuras los seis, proporciones en el canon de la belleza - y  una seriedad apabullante, astifinos a más no poder, abiertos de cara, imponente presencia, para el linarense Curro Díaz, el valenciano Román y el mexicano de Querétaro Diego San Román que confirmaba alternativa.
Avanzaba la corrida y mientras esas preciosas estampas de toros iban haciendo acto de presencia en el ruedo levantaban exclamaciones de admiración y ovaciones, no se podía decir lo mismo del juego. Uno tras otro, primero, segundo, tercero y cuarto, llevaban la corrida a un tono de monotonía y cierto letargo del que parecía difícil poder escapar. En el toro de su confirmación San Román lo recibió con decisión, el fuenteymbro apretaba hacia dentro y lo llevó a los medios con buenas verónicas ganando pasos con calidad, que también tuvo el quite por saltillera y gaoneras rematado con una revolera y una larga variado y vistoso. En la muleta poco tuvo, no pasaba, se revolvía, sin clase ni entrega. Valor y firmeza del mexicano que aguantó las tarascadas, siempre trató de echarle la muleta abajo para someterle y en cuanto se vio podido se rajó. Al segundo se le intuía clase, colocó bien la cara en las verónicas de recibo de Curro Díaz con la firma de ese toreo de pellizco que le define, dos de ellas fueron una maravilla, por mecidas y acompasadas. Pero igual que apuntaba clase también dejaba más que evidentes muestras de falta de fuelle, llegando a la muleta con lo justo. En el inicio de faena por bajo, lleno de gusto, dejó un trincherazo para no olvidar, pero a pesar de los intentos por llevar bien conducida la embestida faltó emoción por la falta de empuje y entrega del fuenteymbro, que quería con clase y nobleza pero no podía. Tan solo algunos muletazos sueltos tuvieron profundidad y levantaron olés secos y sentidos rompiendo la línea plana de la media altura por la que discurría la faena.  El cuarto no mejoró lo anterior, la cara alta, reservón, rebrincado, derrotes a diestro y siniestro, sin entrega alguna, muy descompuesto, bronco y con genio, siempre defendiéndose. Nulas opciones para Curro Díaz que trató de someterlo pero era imposible. El tercero tuvo mucha movilidad de salida, buen galope pero sin fijeza, iba a su aire, sin parar. Bien fijado por Román en los medios, verónicas con reposo para frenar el ímpetu del animal que en su galopar suelto se encontró con el caballo para empujar con cierta codicia en dos puyazos medidos. En la muleta, mientras mantuvo la movilidad, permitió al valenciano citar de lejos, mucha distancia, y aprovechar la inercia y la embestida recta para embarcar la embestida con la muleta adelantada, correr bien la mano y tirar del toro en largos derechazos y naturales que tuvieron emoción. Pero cuando perdió esa inercia del galope se quedó debajo de la muleta, sin salir, revolviéndose y soltando la cara, obligando al valenciano a perder pasos, lo que hizo que el ritmo cayera y la ligazón fuera casi una misión imposible, además del riesgo que llevaba el fuentymbro en cada sacudida. En mi opinión muy firme y valiente aguantando lo que aguantó y sin renunciar a plantarle cara y someterle por abajo. 
Fue el quinto, Comisario de nombre, el que vino a romper esa línea plana y en cuesta abajo por la que discurría la tarde y a hacer bueno el dicho. Un toro alegre de salida que Román paró y fijó primero doblándose con mando y gusto y luego andándole hacia atrás enseñándole el buen camino. Muy medido en el caballo y en medio de una lidia un tanto desordenada con el toro yendo y viniendo sin centrarse en los capotes tan solo el ceñido quite por chicuelinas de Diego San Román alumbró ciertas esperanzas, porque tampoco parecía que el animal tuviera lo que luego sacó en la muleta y rompiera como rompió. Primeros muletazos de tanteo en doblones por bajo, trazo limpio, con recorrido, mucho temple y una suavidad escandalosa en el de pecho que remató el prólogo. Igual que a su primer toro le dio mucha distancia, muleta adelantada, reduciendo la embestida para componer tandas por el derecho de mucha profundidad,  ligadas en el sitio, de mucha intensidad emocional, rematadas con buenos de pecho. Tandas poderosas y rotundas por bajo de enorme belleza con Comisario encelado en la muleta, persiguiéndola con codicia, sin cansarse, bravo toro. Al natural no bajó la emoción, hondura, temple y ligazón, la receta del toreo eterno, dos tandas entre olés desenfrenados que dieron paso sin solución de continuidad a otras dos más por el derecho, en redondo, toreando muy despacio, compás abierto, muleta arrastrada, muy relajado Román, entregado, abandonándose, puro sentimiento y mucha verdad en todo lo que ha hecho. Pero en uno de esos muletazos el toro se queda debajo y le lanza por los aires, segundos de angustia afortunadamente resueltos sin cornada, se repone y vuelve a la cara con valor espeluznante para rematar la faena con unas bernadinas que nos dejaron sin aliento, los afilados pitones rozando la chaquetilla, rubricadas con dos consecutivos de pecho por ambos pitones. Mayor compromiso y verdad imposible que obtiene reconocimiento con la plaza en pie. Un pinchazo creo que motivado por un resbalón o la pérdida de las manos del toro y una casi entera al segundo encuentro algo defectuosa por ligeramente delantera y atravesada no impiden que un mar de pañuelos blancos inunden los tendidos y el presidente no tuviera más remedio que conceder la oreja. Oreja de ley, oreja de peso más que justa y merecida, aunque unos 20 ó 30 a lo sumo protestaran, y fuerte ovación . Por tardes como esta es por lo que Román es querido y respetado en esta plaza, porque se ha ganado ese respeto con su compromiso, honradez, firmeza, valor y verdad.
El sexto saltó con brío, tranco alegre en el variado y vistoso recibo de Diego San Román, buenas verónicas ganando terreno, chicuelinas en los medios y una revolera para cerrarlo. Toro a mi modo de ver exigente y encastado en la muleta, nada fácil, que pedía mucho mando, con genio y fuerza, midiendo y sabiendo lo que se dejaba atrás, quedándose debajo de las telas, reponiendo y buscando con peligro, de esos que piden el carnet. Muy firme y comprometido el mexicano, plantándole cara, sin arrugarse, por ambos pitones le puso la muleta planchado y le echó la mano abajo, aguantó las un tanto descompuestas acometidas y tragó miradas, parones y arreones, mantuvo el pulso sin dudar un momento, perdiendo pasos para volver a colocarse, valor a raudales, mucha emoción, para poco a poco ir imponiendo su ley y pudiéndole, dibujando muletazos de enorme mérito y calidad. Ya con el fuenteymbro más atemperado, un par de tandas al natural de gran hondura y un final doblándose por bajo, derechazos de largo recorrido interpretados con enorme gusto, ponen a la plaza en pie camino de otra oraja truncada por la espada, una lástima. Quizás ese final por bajo hubiera sido el ideal para someter al encastado fuenteymbro, nunca lo sabremos, pero lo que sí sabemos es la emoción que ha transmitido y la verdad, el compromiso, la firmeza y el valor de Diego San Román recompensado con fuerte y cariñosa ovación.

Antonio Vallejo
 
 

domingo, 25 de mayo de 2025

Dejarse llevar

Llevábamos tan solo unos días de este año 2025 cuando vieron la luz los carteles de este San Isidro, y no llegaba a 2 meses cuando ya habíamos renovado los abonos y salían a la venta las entradas para corridas sueltas. Fueron unas cuantas las que volaron de las taquillas en un abrir y cerrar de ojos, entre ellas la de este sábado, por lo que a nadie le extraña ya que se haya registrado otro lleno de no hay billetes y que el ambiente previo a la corrida fuera el que se veía en los alrededores de Las Ventas. Corrida de Juan Pedro Domecq para Juan Ortega y Pablo Aguado mano a mano, cartel de arte que nadie quería perderse.
Cuando en su día vi esta corrida anunciada tenía claro lo que esperaba y quería de ella, y con esa misma idea he ido a la plaza. Para mi era un día para apartar todo tipo de reglas y normas, para desencorsetar todo lo que pudiera pasar en el ruedo, para despreciar la cantidad y lo cotidiano y en su lugar buscar el pellizco de un detalle por mínimo que fuera, para degustarlo como si fuera el bocado más exquisito para el paladar más exigente, para soñar y dejarme llevar por los sentimientos. Sí, con esa idea he ido a la plaza, sabiendo que era una de esas tardes de todo o nada, de triunfo rotundo o fracaso estrepitoso, que lo que iba a ver era una combinación explosiva para esta plaza que tiene un sector que no soporta a los que consideran despectivamente  toreros "de Sevilla",  menos aún los toros de Juan Pedro Domecq, y que tendría las armas preparadas con todo su arsenal de munición en forma de gritos, palmas de tango, protestas, faltas de respeto y mil formas de molestar a los matadores para reventar todo lo que surgiera por bueno que pudiera ser. Y no me he equivocado, se ha cumplido el guión que llevaban desde casa, perfectamente orquestados, sabiendo el momento exacto de levantar la voz cuando parecía que la faena podía ir bien y, tristemente, alegrándose de que las cosas fueran mal, cuanto peor aún más felicidad. Nada sorprendente, era lo esperado, protestando cada toro desde que salía, ni uno les valía ni les gustaba, a varios les dedicaron sus insultantes "miaus", Gritando "vaya mierda de ganadería", además de otras lindezas que mejor no repetir, y cuando Ortega o Aguado cuajaban muletazos o tandas protestaban la colocación, la altura, el remate, daba igual, había que reventarlo como fuera. Muy penoso y de mal aficionado que si llegan a ser toros idénticos marcados con otros hierros de su gusto, sus protegidos, no hubieran abierto la boca, ha ocurrido ya tantas tardes que no sorprende, al igual que con "sus" matadores, sus protegidos, a los que todo perdonan. 
Pero les digo una cosa, me dan igual, que hagan lo que les parezca, yo he ido a lo mío, a dejarme llevar en un abandono a los sentimientos, a soñar el toreo, aunque los sueños se tornaran por muchos momentos en pesadillas inmersas en un ambiente desagradable, pero sabiendo que tan solo un mínimo detalle que apareciera, tan solo un fogonazo, sería suficiente para colmar mis anhelos. Y al final he salido feliz porque he disfrutado de cada momento en los que he sentido el pellizco y el alma torera se ha quebrado y entregado a la emoción. Otros, en su maldad, me temo que se han ido a casa jodidos y bien jodidos, con perdón.
Con el capote me ha hecho soñar Ortega en verónicas templadas llenas de gusto imprimiendo su personal estilo en el primero, chicuelinas lentas y armoniosas en un quite rematado con una media que ha durado una eternidad al cuarto y tafalleras garbosas al quinto tras acariciar las embestidas con la suavidad con que se acuna a un bebé, y también Aguado con unos delantales de una belleza sin igual en un quite al primero, meciendo con suavidad al segundo y lanceando a la verónica al cuarto con una clase y un temple supremo, muy despacio, acompañadas con la cintura, para volverse loco. Les parecerá poco, pero para mi esos crujidos nacidos exclusivamente del arte de estos dos toreros han sido mucho, sabores exquisitos que he degustado como el mejor caviar y cuyo sabor aún perdura.
Y con la muleta de Ortega los destellos aparecían como sorbos del mejor Dom Perignon, para saborear con los ojos cerrados, entregándose a una explosión de emociones, muletazos sueltos al primero de una excelencia suprema, trincherazos de volverse loco y un cambio de mano sublime, unos doblones al tercero de una expresión difícilmente igualable y unos ayudados por alto al sexto repletos de clase y gusto. Me dirán que con poco me conformo. No es así, ha sido mucho, no en cantidad, no quería algo vulgar, solo soñaba con la exquisitez. ¿Ustedes se beberían ese Dom Perignon de un trago o poco a poco dejándolo reposar en la boca y manteniendo  aromas eternos?. Aguado ya con el segundo comenzó a deleitar con su tranquilidad y su forma de estar en la cara del toro, que para lo que daba de sí el juanpedro fue mucho, créanme.  Ante el cuarto y en medio de un ambiente infernal por los del 7, dibujó muletazos de trazo sublime, muy templado, erguido, ligando con gusto, naturalidad y belleza, sin arrugarse ante las faltas de respeto de los que empezaban a estar nerviosos porque su soñado fracaso del sevillano pudiera volverse en contra. Pero a esas alturas gran parte de la plaza empezaba a estar harta de las fobias patológicas y respondió reconociendo el comprometido y buen hacer del sevillano. Cinco toros ya habían sido arrastrados entre pitos, los revienta faenas con su sonrisa de absurda felicidad, casi misión cumplida, yo con la felicidad verdadera que cada detalle de arte que me había hecho soñar. Pero faltaba el sexto,¡ay amigos!, que carita se le ha quedado a la turba. Toreo eterno de Pablo Aguado, relajado, templado, natural, ni un gesto forzado, suavidad, dulzura diría en cada muletazo, daba igual el pitón, daba igual el improperio que soltaran algunos, los olés lo taparon todo, un inicio de faena con trincherazos y derechazos de crujir, series bajo el mando de unas muñecas de seda que manejaban la muleta con sutileza, vaciando por bajo, ligazón cargada de ritmo, acompasado, profundo, todo muy despacio, no quería que corriera el tiempo, una delicia para los sentidos abrocahada con un final de torería  superlativa, a dos manos, el mentón hundido, ayudados por bajo, un terremoto de emociones que se desbordan con una estocada en todo lo alto que pasaporta al juanpedro en segundos. Un mar de pañuelos y una oreja que colma de felicidad al matador y a la inmensa mayoría de la plaza. Algunos, lo siento por ellos, se fueron con la cabeza gacha, no culminaron su destrozo. En lo que a mi respecta, lo que buscaba lo encontré, lo que deseaba en sueños se hizo realidad, sentí el toreo eterno y cada detalle con el que me dejé llevar en brazos de los sentimientos consiguió que viviera con pasión la emoción que de este arte.

Antonio Vallejo
 
 

sábado, 24 de mayo de 2025

Una oreja cara y una puerta que no se abrió

Toreo caro de Emilio de Justo con el cuarto, una oreja de mucho peso y una Puerta Grande que Tomás Rufo acarició pero que no abrió por el fallo a espadas. Así se puede sintetizar esta tarde con otro lleno y el "no hay billetes" colgado en la taquilla y ríos de gente bajando por la calle Alcalá unos, otros saliendo de la boca del metro sin parar, otros saliendo disparados de taxis y ubers, más los que venían del otro lado de la M-30, los que llegaban en motos, en coches desesperados por poder aparcar, un barullo tremendo, un ir y venir de una multitud por la explanada de Las Ventas, por momentos costaba avanzar, y no les digo ya en los accesos, y en los vomitorios de los tendidos. Tarde de máxima expectación, de las primeras que se agotaron al salir la venta de entradas sueltas, toros de Victoriano del Río - los seis titulares y los dos sobreros todos de la misma ganadería, por fin, vaya detalle, ya era hora - para Emilio de Justo, Roca Rey y Tomás Rufo. Imagínense el interés que había despertado la corrida de este radiante  primaveral viernes que hasta unos 10 ó 12 antitaurinos bajaron a la plaza para montar un numerito realmente ridículo con un megáfono medio escacharrado. En fin, cada uno se entretiene como quiere y puede, si eso les gusta, pues que lo hagan, a mi me da igual, les respeto, pero que me dejen a mi que haga lo que me gusta, que me respeten y tengan al menos la milésima parte de educación que yo tengo. 
Seis toros para mi gusto de excelente presentación y muy buenas hechuras, con mucha seriedad, láminas para enmarcar, y un juego desigual, destacando sin duda y por encima de todos el bravo sexto, también  bueno y enclasado el cuarto, con movilidad y raza el primero, apuntando a manso el segundo y deslucidos tercero y quinto. Durante la corrida hemos comentado lo duro y complicado que es ser ganadero, la dedicación y esfuerzo que requiere, y lo poco que a menudo lo valoramos. Ese trabajo silencioso de cuatro o cinco años en el campo  y la selección de la corrida enviada desde Guadalix de la Sierra merecen el reconocimiento y el aplauso.
Alabardero, desde que leí su nombre en la hojita anexa del programa de mano me gustó, lo comenté con los amigos del tendido, bonito nombre de toro. Luego, en cuanto hizo presencia en el ruedo aún me gustó más, un castaño bellísimo, alto e imponente por delante, perfectamente hecho, armónico y proporcinado en su volumen. Apuntó bravura en los lances a la verónica de saludo pero tras salir del primer puyazo parecía lesionado o mermado de fuerza, siendo protestada su continuidad, pero aguantó sin perder las manos en un segundo puyazo bien agarrado arriba muy bien medido por Manuel Jesús Ruiz "Espartaco" y gracias a eso protagonizó un extraordinario tercio de banderillas, tranco sensacional, fijeza y celo, con Sergio Blasco y Fernando Sánchez, reuniendo y clavando de poder a poder, con extrema verdad y pureza. Tres pares de antología para recoger desmonterados una atronadora ovación con la plaza en pie. En la muleta rompió Alabardero en bravura y clase, codicioso, arracándose pronto, humillando y repitiendo sin parar, desde la primera tanda por el derecho, directamente y sin probaturas, dándole distancia para recoger la embestida delante y conducirla con temple exquisito, perfectamente colocado, ligando con la mano muy baja, la muleta arrastrada, inmensa profundidad. Fueron tres de idéntica factura, de incontenible emoción y con el toro a más en cada una, llegando el toreo del de Pepino a cotas de altísimo nivel por el izquierdo. Surgieron los naturales más profundos y poderosos que hayamos visto en mucho tiempo, con un temple y una despaciosidad sin fin, desde el embroque hasta el remate, con la muleta arrastrada, imposible bajar más la mano, series rotundas coreadas con olés roncos, nacidos del alma de una plaza entregada. La emoción desbordó todo, ni se cansaba Rufo de torear, ni se cansaba Alabardero de embestir, dos tandas más al natural cada cual mejor, un cambio de mano celestial, un pase de desdén para romperse la camisa, y la traca final con la última por derechazos en redondo de profundidad inimaginable a esas alturas de faena, un martinete y uno de pecho descomunal con el de Victoriano humillando y persiguiendo la muleta sin desfallecer. Silencio sepulcral al entrar a matar y ¡no me lo pude creer!, todo se esfumó en dos pinchazos que me partieron el corazón y sepultaron los sentimientos desbordados durante una de las faenas más compacta y rotunda que hemos visto en Madrid y, sin duda, la mejor de Rufo en su carrera. Una vuelta al ruedo dolorosa pero que con el tiempo cobrará el valor que merece, lo que ha hecho queda para la historia y lo sentido no nos lo quita nadie.
Muy poco dijo el cuarto en los primeros tercios, pasó sin pena ni gloria, deslucido en el capote, sin emplearse en varas, esperando y sin celo en banderillas. Poco o nada bueno se aventuraba cuando Emilio de Justo tomó la muleta  en poderosos doblones genuflexo para someter las acometidas del toro aprovechando la inercia de sus 614 Kg. Poderoso inicio para empezar a torear por el derecho en largo, muleta adelantada, temple, mano baja, trazo recto por su movilidad, ligando con emoción y el toro repitiendo y metiendo la cara con clase en las primeras tandas. Por el izquierdo le costó algo al principio, más irregular, con paciencia, de uno en uno, poniéndole la muleta, reduciendo la embestida, haciéndole pasar cada vez más despacio y con trazo cada vez más curvo, consiguió romper al natural con una tanda maravillosa plena de hondura, relajado, ligada con gran elegancia y naturalidad que remata con uno de pecho a la hombrera contraria eterno. Una más por el derecho en redondo, tirando la ayuda, de abismal profundidad, desmayado, enroscándose la embestida, deteniendo el tiempo en cada muletazo para rematar su obra por bajo, con un gusto y un sabor exquisito, trincherazos divinos y dos cambios de mano para morirse, temple y lentitud con el toro humillando, totalmente entregado con toda la plaza en pie. Entera en todo lo alto volcándose sobre el morrillo de efecto fulminante para cobrar una oreja de ley como premio merecido a su caro toreo.
De salida mostró buena condición el que abría plaza, colocando bien la cara en las verónicas de saludo de Emilio de Justo, repitiendo con apuntes de clase. Lo mismo mostró en el bonito  galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo y posteriormente en quites, rivalidad también por chicuelinas, Roca Rey primero, ceñidas, a manos bajas, y réplica por ese mismo palo de Emilio a manos aún más bajas, mucha emoción. El inicio de faena por bajo, muletazos obligando mucho quizás hicieron mella en un toro que tenía clase pero que no iba muy sobrado de fuerzas. Faena que no acabó de romper, buscó la ligazón, aplicó temple, mejor fue el embroque que la salida de los muletazos, mediada la faena y en terrenos del 6 series por el derecho más profundas y más emoción pero al cambiar al izquierdo los naturales fueron menso limpios, punteaba la tela, algunos tuvieron más empaque pero sin acabar de redondear. El final por el derecho fue quizás de lo mejor, profundidad y estética en un cambio de mano y un trincherazo de cartel con el toro entregado y embistiendo. Le sobraron los últimos muletazos tras ir a por el estoque, el toro ya estaba muy apagado y deslució lo bueno que hubo antes. Poco afortunado con la espada, la sensación que me queda es que ese toro creo que tenía condiciones para algo más y que faltó regularidad, quizás haber cuidado más al toro en los primeros compases.
Deslucido el lote de Roca Rey, un segundo que apuntaba a manso, sin clase, a la defensiva, embistiendo a arreones, la cara alta, con genio, tardo en la muleta, cabeceando, incómodo, pedía dominio, intentó bajarle la mano pero respondía mal, tampoco estuvo muy fino en la colocación, se le recriminó bastante, tenía que perder pasos, se iba suelto a la salida del muletazo, sin acabar de recogerlo. Quizás con otro trato, buscando más el dominio que el pase hubiera podido dar algo más, pero tampoco creo que fuera mucho, la verdad. El quinto, sinceramente, creo que era un toro que se tenía que haber echado para atrás por inválido, pero se hizo todo por mantenerlo, o esa impresión me dio. Como era de esperar hubo lío y protestas airadas desde el 7, y creo que con razón. Luego pasó lo que tenía que pasar en la muleta, que no hubo nada, tan solo intentar cuidarlo y sostenerlo con mimo, pero ni eso hubo. Triste paso del peruano en su primera comparecencia isidril.
El tercero, desentendido y sin fijeza en los primeros tercios, sin acabar de entregarse y justo de fuerzas, la cara alta, no cumplió en los primeros tercios. Lo mejor el segundo par a cargo de Fernando Sánchez, en corto, dejándose llegar los pitones al pecho, cuadrando en la cara, inmenso, la plaza en pie y él saliendo andando como si nada, es único. Por supuesto, obligado a desmonterarse. Sorprendente el inicio del trasteo, hincado de rodillas Rufo, citando en largo, y el toro se arranca, dos derechazos muy largos y exigentes, el tercero amaga con pararse pero sigue, muy despacio, y lo aprovecha el de Pepino para enjaretar un redondo y medio eterno por su lentitud, con el animal al ralentí. Hizo virtud de un defecto, sensacionales reflejos e improvisación. Lugo vinieron dos tandas poderosas por el derecho, ligadas muy por bajo, el toro mantenía movilidad pero adolecía de clase pero tuvo su emoción, y ahí se le vació el depósito. duró un suspiro antes de rajarse y buscar las tablas. No hubo más.
Mañana espera otra tarde de lleno y máxima expectación, un mano a mano en el que puede pasar de todo, desde el desastre absoluto hasta la pasión desbordada. Esperemos que sea posible lo que hoy no ha sido, que una puerta se abra, la de la gloria del toreo, la más Grande, la de Madrid.

Antonio Vallejo


 

viernes, 23 de mayo de 2025

Castella, Perera y Luque frente a la adversidad

Preciosa tarde primaveral de cielo azul y una temperatura ideal que invitaba a ir a los toros.No es de extrañar que un día más se colgara el cartel de "no hay billetes" y la plaza presentara el magnífico aspecto al que ya nos estamos acostumbrando y deja de ser noticia en este San Isidro 2025. Si el tiempo invitaba no menos lo hacía el cartel anunciado, corrida de Alcurrucén, la prestigiosa ganadería de procedencia Nuñez, para una terna de élite, el francés Sebastián Castella, el pacense Miguel Ángel Perera y el sevillano Daniel Luque,  máximo reclamo para aficionados y público en general. Una pena que una corrida con tan buenos mimbres al final no haya  respondido a tantas expectativas y no nos queda más remedio que calificarla como deslucida y decepcionante. Cierto es que ha habido destellos entre tantas sombras, pero el juego general de los muy serios y algunos con muy buenas hechuras alcurrucenes ha sido muy pobre, con muy poco fondo, escasos de bravura, de clase, de entrega, de empuje, que ha generado escasa emoción y, cuando esta ha aflorado creo que ha sido más por el buen hacer de los matadores, por su mando y capacidad, que por las condiciones de sus oponentes. Creo que lo que mejor ilustra este análisis general es que la tarde la ha salvado un sobrero de Zacarías Moreno con movilidad, calidad y entrega que en la muleta de Castella ha protagonizado momentos de mucha intensidad. Esa ha sido la primera adversidad que se ha encontrado la terna. La otra ha sido la constante hostilidad del sector alto del 7, que no digo que no tuviera razón para protestar muchas cosas, pero que han aprovechado la coyuntura para desplegar toda esa batería de reproches y protestas, además de desconsideraciones y faltas de respeto a los matadores, que son de los que tienen en el punto de mira y no les pasan ni lo más mínimo. Digo lo de siempre, si el nivel de exigencia se mantuviera todas las tardes igual, pues a lo mejor me parece perfecto, pero es que ya han sido varias las tardes que se han pasado por alto idénticas situaciones a las vividas hoy, y eso ya no es exigencia, es intransigencia y arbitrariedad, juzgando distinto lo mismo según el nombre y apellido o el hiero de los toros. No ha sido tarde de bronca gorda, ni mucho menos, eso lo espero mañana con Roca Rey, hoy ha sido el ensayo general, al estilo de la gota malaya, un grito por allí, otro por allá, y otro, y otro, incluso en el momento de entrar a matar, sin comentarios. Y a pesar de la doble adversidad creo que los tres han estado por encima de las condiciones de los toros y han dado una lección de mando, de temple, de gusto y de firmeza, sacando el máximo de lo poco que llevaban dentro los toros y haciéndoles lucir más de lo que en varios podíamos pensar tras pasar los primeros tercios.
No voy a entrar en muchos detalles, pero les diría que me parece destacable el magnífico trato y como ha cuidado Castella el que abría plaza, un toro sin fuerza, soso, noblote, pero deslucido a más no poder. Todo se lo hizo a favor, le concedió todo, pero era imposible nada más, casi no se aguantaba en pie. El segundo mejoró algo, al menos tuvo movilidad y repitió en el capote de Perera, pero apuntando escasez de energías, lo que se hizo evidente en los ayudados por bajo del prólogo de faena, poderosos, en los que ya perdió las manos. No tiene mal embroque pero a medio muletazo levanta la cara, además se viene por dentro por el izquierdo, midiendo y buscando, pero se impuso Perera con su habitual mando, concediéndole primero, luego encelándolo, tapándole la salida, muy toreado, arrastrando la muleta, naturales y derechazos con profundidad, pero no dio más de sí el toro, totalmente apagado. Más o menos lo mismo se puede aplicar al tercero, dubitativo de salida, no quería asomar, se volvía al túnel de toriles, y así fue luego, frenado, sin fuerzas, alguna verónica de recibo de Luque tuvo cierta enjundia pero no se empleó ni en varas ni banderillas. Toro parado en la muleta al que a base de temple y mando, con la mano baja, logró robarle un par de tandas, una por cada pitón, con profundidad, llevándolo embebido en la muleta tras un poderoso inicio genuflexo cargado de estética. Con el alcurrucén muy a menos y apagado acorta distancias y por luquesinas trata de apurar lo que le queda al soso y deslucido toro. El quinto peor aún que todo lo anterior, desentendido de todo, vacío de todo, pasó por los capotes, peto y banderillas porque tenía que pasar, pero sin decir nada y manteniendo esa misma condición en la muleta, ausencia de cualquier cualidad positiva que pueda tener un toro. Lo único que se podía hacer era abreviar, más de lo que hizo Perera, para mi sobraron hasta los muletazos de tanteo. Siempre lo digo, lo que más valoro y agradezco en estos casos es al matador que me ahorra minutos de pérdida de tiempo sin sentido. Muy deslucido y con nula entrega el sexto en los capotes, cero clase, un marmolillo en banderillas que despertó en el segundo par sacando a la luz su condición de mansito. Apretó más en el segundo y tercer par pero más con genio y defendiéndose con la cara alta que por casta y bravura. Lo entendió a la perfección Luque, plantado la muleta en la arena, la mano muy baja, mucho mando, llevándole cosidos los pitones, sin apartarla de la cara, derechazos profundos, cambios de mano portentosos y unos de pecho largos de mucha categoría. Técnica y firmeza del sevillano que se impuso a las adversidades del animal y de los del 7 alto, constantes reproches a la colocación y a todo, pareciendo no querer dejarle ligar las tandas, todo lo que hacía les parecía mal, algo similar a lo que Castella y Perera han aguantado toda la tarde, incluso gritos com el del graciosillo que grita "¿te queda mucho?" al considerar que Luque estaba toreando demasiado tiempo, o el del silbido y el "¡Uy, petardo!. En fin, sin comentarios, el repertorio habitual que mañana volveremos a sufrir. 
El salvador de la corrida fue el cuarto bis, Bandolero, sobrero de Zacarías Moreno con movilidad, clase y entrega desde salida. Humilló en el capote de Castella, repetidor y con celo, buenas verónicas del francés, compás abierto y temple, ganándole terreno para llevarlo a los medios. Extraordinario José Chacón en la brega junto a Rafael Viotti y Alberto Zayas con los rehiletes, tres magníficos pares llenos de pureza. Arrancó la faena fiel a su estilo, clavadas las zapatillas en el centro del anillo para recetar tres cambiados por la espalda llenos de emoción rematados por uno grandioso de pecho para abrir boca. Luego cuatro series alternando por ambos pitones de enorme profundidad, repletas de temple y mando, ligando con gusto, corriendo muy bien la mano, cambios de mano supremos y largos los de pecho, con el toro entregado, humillando, repitiendo con codicia, mucha clase y nobleza, con transmisión y emoción. Bueno, pues eso a los de siempre les pareció mal, todo tenía un pero, en fin, que lástima no saber disfrutar de lo que duró el toro. Porque se vino a menos y quizás ahí debió cortar Castella y no alargar, ahí hizo las delicias de sus opositores, pero también entiendo que viendo como estaba sometiendo al toro y el gusto con el que estaba toreando es difícil aguantar las pulsaciones y te pide seguir, aunque alguien con su veteranía suele controlar mejor esos impulsos. Pero Castella es así, siempre lo ha sido, y exprime al máximo a sus toros, como esta tarde hasta los últimos compases acortando las distancias con ese estilo peculiar estático, pasándose los pitones por ambos lados sin inmutarse, ni por el toro ni por las protestas. Una defectuosa estocada, entera pero caída pasaporta al buen sobrero y pone fin al relato de una tarde con tres hombres por encima de la doble adversidad que me temo no descansará mañana. Ojalá me equivoque.

Antonio Vallejo




jueves, 22 de mayo de 2025

La espada mata la importancia de Fortes

El toreo está lleno de frases hechas y aforismos de enorme significado y magnitud que utilizamos no solo cuando hablamos de toros, sino que muchos está ya incorporados al lenguaje popular español como seña de identidad de lo que somos y de donde venimos, algo que molesta a los antis pero que no pueden cambiar ni borrar. Uno de los más reiterados es ese que reza "la espada es la que da y la que quita" y, si tuviera que definir la tarde de hoy en Las Ventas sería sin duda con esa expresión. Creo que no recuerdo una corrida en la que los seis toros se hayan matado tan mal, no he llevado la cuenta de la cantidad de pinchazos que hemos visto esta tarde, si digo una media de tres por turno a lo mejor me quedo corto, y cuando por fin se ha enterrado el acero ha sido de forma poco ortodoxa, digamos. Esa ha sido la única razón por la que  Fortes no haya salido en hombros camino de la calle Alcalá saboreando un triunfo ganado a pulso en dos faenas de registros completamente diferentes y que ha acariciado con la yema de los dedos pero que ha muerto con la espada. No recuerdo una tarde de tal magnitud del malagueño, tan centrado y seguro, con tanta decisión y capacidad, una tarde de máxima importancia en Madrid poniendo a todos de acuerdo ante dos toros que sí, tenían uno un fondo de clase y el otro la emoción del genio, pero que han acabado pareciendo buenos porque Fortes los ha hecho buenos, porque el tono general de la corrida de Araúz de Robles ha sido, a mi modo de ver, bastante decepcionante. Todos, los seis más el sobrero sexto bis, han salido igual, sueltos, sin fijeza, desentendidos, sin querer saber nada de los capotes, la pelea en varas ha sido inexistente, creo que recuerdo solo un puyazo en le que el toro ha metido algo la cara abajo y ha empujado con los riñones, pero sin ser tampoco nada del otro mundo, en el quinto, en banderillas prácticamente todo lo han hecho los de plata y en la muleta tan solo segundo, cuarto y quinto han tenido opciones y han destapado sus virtudes por la técnica y el mando de Morenito de Aranda y Fortes, quedando un lote para Adrián de Torres aboslutamente infumable, ni un pase tenían. Eso sí, muy seria aunque desigual de hechuras y presentación, incluyendo un sexto que lucía una arboladura descomunal, algo totalmente exagerado que a mi, un enamorado de lo proporcionado, la belleza de la armonía, personalmente no me gusta.
El segundo saltó desentendido, sin fijeza, suelto, iba y venía, lidió Fortes por bajo, enseñándole primero el capote, con mucha facilidad aparente, pero que difícil es eso realmente, apostando por intentar educar al toro para acabar encelándolo en unas verónicas templadas de gran clase. En varas y banderillas ni fu ni fa, no ha dicho nada, ha pasado porque tenía que pasar, y ya está. La faena de muleta ha sido una lección de colocación y temple, administrando la distancia y la altura a la perfección desde los primeros muletazos, más enorme firmeza y claridad de mente para encontrar el ritmo que el toro necesitaba y destapar el fondo de clase y nobleza que tenía escondido. Sensacionales series por ambos pitones ciñéndose la embestida, la base la quietud, encajado, mano baja, trazo curvo, emoción y belleza, con más claridad por el pitón derecho pero también dibujando naturales de mucha hondura con un toro entregado al mando y el poder del malagueño. El quinto era un tío, muy ofensivo, enseñando las puntas, también suelto y sin fijeza en el capote, le paró en dos verónicas templadas pero la tercera no la tragó, se frenó e hizo por él, aguantando Fortes el envite como si nada. El único puyazo con cierto algo de la tarde fue el primero a este toro, al menos apretó en el peto, pero la salida fue decepcionante, la cara alta y arreando a la defensiva, mostrándose igual en banderillas, esperando y sin humillar. Los primeros muletazos son clara señal de las intenciones del malagueño, aplicar mando y aunar estética, por bajo, tratando de corregir el defecto del toro y someterlo haciéndolo además con arte y belleza, un trincherazo repleto de temple y sabor. En los primeros muletazos por el derecho el toro tiene buen embroque pero no remata y sale con al cara alta, punteando la tela, le baja la mano y compone otra más muy templada, poniéndole la muleta en la cara, muy tapadito, ligada en el sitio, toreando despacio, mucha emoción. Yo creo que tras esa tanda el de Araúz se siente podido y acusa más sus defectos, se frena, mide, suelta la cara con brusquedad  pero Fortes le planta cara con valor y firmeza, aguanta y traga, recetando de nuevo pases de enorme calidad y emoción, verdad y exposición. Por el izquierdo reservón, le cuesta arrancarse, mira y mide aún más, de nuevo aguanta lo indecible y acaba robándole de uno en uno naturales de una expresión máxima, toreo de muchos quilates y enorme pureza. Lo dicho, dos faenas de mucha emoción y transmisión con dos registros distintos, toreo en todas sus vertientes, pero la espada...mató al toro, sí, pero mató antes la tarde importante de Fortes. Al final una merecida vuelta al ruedo con sabor a triunfo grande que seguro vale mucho para su futuro.
Jesús Moreno, Morenito de Aranda tuvo en el primero un manso que en ningún momento dio opciones. Sin fijeza ni entrega, buscando la querencia desesperadamente, nulo en los primeros tercios, soso y deslucido en la muleta, pasó gracias al cuidado extremo y la técnica portentosa del burgalés, concediéndole la distancia y la altura para que al menos pasara, perdiéndole un paso para al menos poder ligar con cierta compostura, trato más que pulcro, pero carente de transmisión y emoción, esfuerzo en vano que no encontró reconocimiento por las malas condiciones del de Araúz. Muy desafiante el cuarto, las puntas al cielo, altivo, la cara alta, y de salida, ¿que se imaginan?. Exacto, sin fijeza alguna, campando a sus anchas, de aquí para allá. Cuando consigue fijarlo deja aromas en un ramillete de verónicas y una media interpretada con ese peculiar estilo que tiene este magnífico capotero. En varas lo mismo que sus hermanos, no es un dechado de virtudes, se deja pegar sin más y en banderillas espera y corta, pero ahí están Iván García y Pascual Mellinas que cuajan un tercio extraordinario, haciéndolo todo, dejándose ver, cuadrando en la cara y reuniendo a la perfección. El tercer par ha sido de los de apuntar para los premios, corta mucho el toro en la arrancada, Iván lo ve y se adelanta, corta él aún más y le gana terreno para dejar los palos con una pureza y un riesgo tremendo. Por supuesto ambos desmonterados saludando una unánime ovación con la plaza en pie. Mucha movilidad en la muleta, rebrincado y viniéndose por dentro, toro exigente y complicado en los primeros compases, aguanta firme y valiente Morenito, echa la muleta abajo y liga un par de series en redondo de inmensa emoción, enroscándose al toro, igual que al natural, el toro mantiene esa misma exigencia y dificultades a las que responde bajándole, pleno de poder, aguantando por ambos pitones los derrotes que pega al final del muletazo, suelta la cara con brusquedad, la faena se convierte en una lucha cuerpo a cuerpo, el genio y la fuerza del animal contra el mando y el poder  de la muleta del torero, de gran intensidad y emoción en la que le peligro domina la escena. Valor a raudales de Jesús, aguanta los tirones del toro que se queda corto y repone, se revuelve y suelta violentos tornillazos en uno de los cuales le lanza por los aires con la pala del pitón y le tiene a merced en segundos de angustia, afortunadamente sin consecuencias. Más compromiso, más disposición, más verdad, más honestidad no se le puede pedir al de Aranda que por si faltara algo abrocha la faena con unos naturales profundos vaciándolos y unos remtaes llenos de gusto y torería que olían a oreja. Pero la espada... como toda la tarde, una pena.
Ni una opción Adrián de Torres con un lote horrible. El tercero un toro sin fondo alguno, sin fijeza, parecía que humillaba en le capote pero a medio lance soltaba la cara, en el caballo sin celo, además se duele, desordenado tercio de banderillas, y en la muleta sin clase ni recorrido, no pasa, se queda debajo, defendiéndose y que, si le faltaba algo, acabó rajándose y huyendo. Lo intentó Adrián, voluntad y gana a raudales, firmeza y valor también, pero era a todas luces imposible sacar nada. Para colmo ve como el sexto, ese exageradísimo de pitones que les contaba al inicio,  se descorda en los primeros lances de capa y tiene que ser devuelto a los corrales, saltando en su lugar un sobrero de 620 kg con el hierro de Castillejo de Huebra enorme, como podrán imaginar, y de hechuras que, digamos finamente, no me sugieren belleza. Lo de los corrales de esta plaza y los sobreros que hay es para hacérselo mirar. Lo que está saliendo en esta feria, y van unas cuantas devoluciones, es impropio para esta plaza, no sé de donde los han traído, ni el tiempo que llevan metidos ahí o en otro sitio, pero es lamentable el espectáculo al que estamos asistiendo con cada sobrero. ¿Tan difícil es que al menos el primer sobrero sea del hierro titular?, ¿o al menos de alguno teóricamente de prestigio?, ¿o es que es más caro que difícil?.  Pues con eso ha tenido que lidiar el pobre Adrián de Torres, todas sus ilusiones desvanecidas por un infortunio y un animal que nunca debió haber saltado en la llamada primera plaza del mundo y menso en pleno San Isidro. Un toro en las antípodas de la clase y la bravura, que no ha tenido ni medio pase, descompuesto en su embestida, la cara alta, a la defensiva, además muy justo de fuerzas. Lo ha intentado en vano Adrián, se ha puesto por ambos pitones, con dignidad y vergüenza torera, sin encontrar nada, ni en el toro ni en los tendidos, por parte de un público que veía las manecillas del reloj caminar hacia las nueve y media y se puso contra el matador sin tener  la mínima comprensión por el esfuerzo que estaba haciendo por al menos sacar un muletazo. No se le puede pedir más que lo que hizo, ponerse e intentarlo de todas las maneras, aunque sabíamos que era en vano, pero creo que en estos casos, la única tarde que tenía, encontrarse con lo que se encontró, un desecho, no venirse abajo ya mantener el tipo, merece al menos respeto.

Antonio Vallejo
 

lunes, 19 de mayo de 2025

José Ignacio Uceda Leal, TORERO

Clase, calidad, elegancia, empaque, naturalidad, suavidad, gusto, sabor, aromas, temple, compás, relajo, desmayo, pureza, verdad y sentimiento, en definitiva, TORERÍA. Eso ha sido la faena de José Ignacio Uceda Leal al cuarto, rubricada con una estocada marca de la casa, recto, hundiendo el acero hasta la bola, fulminante, y una oreja de ley, de mucho peso. Toreo eterno, toreo caro, carísimo, del de Usera al cuarto de la tarde, un precioso cárdeno de magníficas hechuras y mucha seriedad, enseñando las puntas, todo un santacoloma. Apuntó humillación en las verónicas templadas cargadas de gusto con que recogió al toro en las primeras embestidas, hizo sonar el estribo en varas, se durmió en el peto sin emplearse y en banderillas esperó sin demasiada entrega. Con ese bagaje se fue Uceda a brindar al público. Lo que vino detrás ni podíamos soñarlo. Los ayudados por alto del inicio fueron gloria pura, un trincherazo para quebrar el alma y uno de pecho largo para empezar a soñar. Dos tandas por el derecho de inmensa profundidad, relajado, la mano muy baja, desmayo y naturalidad, nada forzado, muletazos de temple descomunal, my despacio, pura armonía, ceñidos a la cadera, abrochando ambos con remates por bajo para seguir soñando. Por el izquierdo otras dos tandas aún más despacio, deteniendo el tiempo en cada embestida, naturales hondos, de una belleza infinita, temple, ligazón y compás, para no parar de soñar. Faena además perfectamente medida, cuatro tandas, dos, tres muletazos, no más, y el remate, no hace falta más, las esencias son así, caben en frascos pequeños, hay que saber administrarlas y son elegancia, el toreo eterno. Lo demás, los excesos, son vulgaridad. Para poner broche a este canto al toreo eterno dibujó auténticos carteles de toros en ayudados por bajo, trincherillas y pases de la firma, adornos finales por bajo para negarse a despertar de este mágico sueño que es la torería, este domingo enfundada en su figura. Rubricó como los más grandes, arriba, en todo lo alto, un mar de pañuelos de una plaza enloquecida y oreja sin discusión alguna para José Ignacio Uceda Leal, TORERO.
Ha sido tal la intensidad emocional de esta faena que eclipsa todo lo demás que hemos vivido en esta tarde en la que, un día más, y los que quedan, la plaza ha registrado otro lleno. Urtasun, ¿de verdad sigues creyendo que el toreo no interesa?. Corrida de La Quinta que ha traído a Madrid una corrida para mi gusto de excelente presentación, magníficas hechuras, los seis santacolomas auténticos, serios y ofensivos, con cara y sin necesidad de exageraciones por delante, que ha dado un juego variado destacando tercero, cuarto y quinto.
Corto de recorrido  el primero ya desde el saludo capotero, se quedaba en las telas, apuntaba humillación pero no acabó de  emplearse en los primeros tercios por su falta de poder y empuje. Muy justo en la muleta, lo cuidó Uceda, a media altura, excelente trato, sin poder obligarle por su falta de fuerzas pero el toro no pasaba, es más, se quedaba a medias y reponía obligando a perder pasos, incómodo y deslucido. Algunos muletazos tuvieron el empaque que impregna Uceda a su toreo pero en ningún momento la faena pudo tomar vuelo. Con la espada, un auténtico cañón, fulminante.
Un auténtico tío el segundo, dos velas que daban pánico. Corto recorrido y sin entregarse en el capote de Daniel Luque, las manos por delante, revolviéndose, incómodo, sin emplearse en varas pero con movilidad en banderillas, magníficos los dos pares de Raúl Caricol. Toro con complicaciones en la muleta, le costaba humillar y pasar, le concedió la altura y lo llevó con la muleta en la cadera para tratar de alargar el recorrido. Firme y comprometido el sevillano, lo llevó templado pero no se entregaba el de La Quinta, además de encerrar un peligro sordo que algunos creo que no vieron, sobre todo por el pitón izquierdo, se venía por dentro, aguantó y tragó Luque, y por ambos pitones logró componer  algunos muletazos de buen trazo y más profundidad, mediada la faena, obligándole más, bajándole la mano, mejor por el pitón derecho, pero el santacoloma colaboró realmente poco. El que hizo quinto pasó por los primeros tercios dejando algunos apuntes, por ejemplo en las verónicas de saludo en la contraquerencia parecía meter la cara, en el peto empujó de inicio pero luego se durmió,  difícil, casi imposible saber por donde podría salir en la muleta. Lo citó Luque desde los medios, buena arrancada del toro, toma la muleta por el derecho, con recorrido, dos derechazos profundos, un cambio de mano espectacular y un remate por bajo en el que mete la cara de maravilla por el pitón izquierdo, humillando con clase. Pero ahí, de repente, se acabó todo, ni idea por qué, si porque Luque no encontró el sitio ni la distancia, o porque el toro dijo basta y se agarró al suelo, pero lo que parecía que podía ser se quedó en un trasteo deslucido en el que no hubo continuidad ni emoción. 
Emilio de Justo bordó el toreo de capa en el tercero, verónicas templadas y profundas a un toro que repetía y metía la cara con calidad, dejando para el recuerdo dos medias verónicas excelentes y un quite por chicuelinas a manos baja llenas de emoción. Empujó metiendo los riñones en el caballo, buen tercio de varas, creo que el mejor de la tarde, arrancándose de lejos con un tranco sensacional. Todo apuntaba a algo grande pero en el quite por delantales de Uceda amagó con claudicar, y en banderillas ese galope ágil mostrado anteriormente se diluyó para esperar y cortar. Poderoso inicio de faena,  lleno de mando, genuflexo, la mano baja, llevándolo largo, con recorrido y un trincherazo  cargado de torería y emoción. No sé si el castigo en varas y ese arranque de faena en el que le obligó tanto mermaron las condiciones del santacoloma, pero lo cierto es que la faena no acabó de tomar vuelo y vino marcada por la irregularidad. Un par de tandas buenas por el derecho ligadas con emoción y profundidad en los muletazos en los primeros compases fueron lo más compacto. Luego bajó el nivel por el izquierdo,  le costaba al animal, seguía manteniendo la clase, pero faltó ligazón. A partir de ahí pases sueltos, unos más limpios que otros, sin continuidad y emoción decreciente. Devuelto el sexto por inválido salta el sobrero del mismo hierro, un toro encastado y con genio al que Emilio de Justo lidió echándole el capote abajo, andándole hacia atrás para llevarlo a los medios, la única manera de contrarrestar la tendencia a llevar la cara alta, defecto muy acusado en el caballo, el estribo no paraba de sonar. Magistral Morenito de Arlés en la brega, echando le capote al suelo, dando los lances justos y dejando al toro perfectamente en suerte para colocar los pares. Hincado de rodillas inicia la faena, dos derechazos largos y profundos para incorporarse y trenzar una serie por el derecho no demasiado limpia pero con emoción por los arreones del toro. Por ese pitón surgió lo mejor, otras dos series medidas ligadas en el sitio con la mano baja y tirando del toro con clase para cambiar al izquierdo por donde protestaba más y tocaba las telas, menos claridad en los naturales, solo alguno aislado con cierta hondura y calidad, corto recorrido, obligándole a perder pasos, y con el toro a menos, pese a lo cual no dejó de intentar robar hasta el último muletazo con firmeza y mucho compromiso, pero resultó inútil, ya no había más.


Antonio Vallejo


sábado, 17 de mayo de 2025

¡Ay si Adrián matara como Manzanares!

Pues sí, a estas horas estaríamos hablando de una faena apoteósica, de un gran triunfo, de la segunda Puerta Grande de este San Isidro 2025 y la cuarta del madrileño Fernando Adrián en Las Ventas, una como novillero y serían ya tres como matador: Pero no ha podido ser, una vez más el acero hace desvanecer todos los sueños y trunca todas las ilusiones que durante diez minutos han invadido a la plaza madrileña a través de su muleta.
Fue en el quinto, no hay quinto malo, Frenoso, un toro de Victoriano del Río de magníficas hechuras, posiblemente el mejor de la corrida en ese aspecto, bajo, fino, musculado, con cuello, y con una seriedad tremenda, dos perchas por delante para echarse a temblar. Movilidad y repetición en las verónicas de Adrián, buenas, ganando pasos, humillando con celo, arrancándose al caballo con buen tranco, hundiendo la cara abajo y empujando con los riñones en dos grandes puyazos a cargo de Alberto Sandoval, pelea de bravo, sumado a la movilidad en banderillas, colocando bien la cara. Vibrante y arrebatado el inicio de faena, a de rodillas en los medios, el toro en largo para un cambiado por la espalda de cortar la respiración, la punta del pitón que llega a tocar el brazo y casi arrolla al madrileño. Ya erguido liga series de derechazos por bajo, enroscándoselo, templadísimos, de inmensa profundidad, a cada cual mejor, rematadas con unos de pecho de antología, todo en un palmo de terreno, perfecta colocación. emoción desbordada con un toro que es todo entrega y empuje, humilla y repite con una bravura y una nobleza suprema, los olés que retumban y la plaza patas arriba. No decae el ritmo y la intensidad por el izquierdo, al revés, va a más en los naturales, hondos, arrastrando la muleta, ligados con  clase y belleza, un molinete repleto de gracia y unos de pecho descomunales con Frenoso encarnando la bravura, con una codicia pocas veces vista, no se cansa de seguir la muleta con el hocico hundido en  la arena, embistiendo con el pitón de dentro, infatigable, manteniendo el mismo tranco de los primeros tercios, incluso yendo a más, a pesar de lo avanzado de la faena, en una última serie por el derecho llena de temple y poder que desborda la emoción. Faena compacta y rotunda a un toro que ha derrochado bravura y una nobleza infinita rematada con bernadinas ajustadísimas de infarto y unos adornos finales por bajo repletos de torería, sobre todo una trincherilla de esas que te llena el alma y se clava en la memoria. Todos veíamos ya a Frenoso desorejado, es más, diría que lo ansiábamos, la pasión se había desbordado, todos queríamos empujar el estoque y hundirlo en todo lo alto, pero así es esto, así es la suerte suprema, da y quita la gloria, nos hizo despertar del sueño y la realidad cayó como una losa aplastando todas las ilusiones. Ovación atronadora para Fernando Adrián y para el toro en el arrastre, y dos detalles que me parece de enorme importancia destacar y que no entiendo. Primero, ¿quienes y con qué argumentos han protestado que diera una vuelta al ruedo más que merecida después de lo que nos ha hecho sentir Adrián?. Segundo, ¿donde demonios tenía escondido el pañuelo azul el presidente para premia con la vuelta al ruedo que sí o sí merecía este bravo y noble toro de clase descomunal?. Increíble.
Esto lo hemos vivido en esta preciosa tarde primaveral de cielo azul y temperatura perfecta que
comenzó, como cada 16 de mayo, con un respetuoso minuto de silencio en memoria del maestro Joselito "El Gallo", muerto en Talavera de la Reina un día como este del año 1920, presentando la Monumental  otro lleno y el cartel de no hay billetes como demostración que los toros, nuestra Fiesta, ni interesa ni atrae al público. ¡Vaya lumbreras que hay sueltos por ahí!. Una corrida anunciada con toros de Puerto de San Lorenzo (1º y 2º) y La Ventana del Puerto (4º y 6º) finalmente remendada con dos de Victoriano del Río (3º y 5º) muy seria por delante y, como es fácilmente comprensible, variada de hechuras, como para no serlo, en la que para enterarnos de quien era cada toro que saltaba había que mirar el programa de mano y andar atento. Con ese humor y esa finura en sus comentarios que tiene mi amigo Daniel Berzosa , con quien he compartido esta tarde, ya no sabíamos si el toro era del Puerto, de la Venta, de San Lorenzo o del Río de Victoriano. Y tiene toda la razón, parecía un trabalenguas. Chascarrillos aparte, me cesta creer que una ganadería como Puerto de San Lorenzo con sus dos hierros no haya tenido seis toros que pasaran el reconocimiento, sobre todo cuando he visto saltar al tercero, de Victoriano, que si ha pasado el control de los veterinarios ha sido por la cornamenta descomunal y absolutamente desproporcionada que presentaba, porque del resto iba justito y ni aparentaba los 534 Kg que marcaba la tablilla. Lo que más me gusta en la presentación de un toro, ya lo saben de sobra, es la armonía, y ese tenía todo menos armonía. Eso sí, muchos lo han ovacionado de salida, allá cada uno si lo que les gusta son los cuernos.
Sin poder decir que fuera bueno, sí tuvo condiciones el lote de José María Manzanares quien durante toda su actuación anduvo irregular, sin acabar de encontrar el sitio ni acoplarse.Tendencia a manso el primero, un tanto desentendido de primeras y buscando las tablas, pero cuando lo enceló en el capote, echándolo abajo y andándole hacia atrás, el toro respondió metiendo la cara, aunque posteriormente se entregó poco en el caballo, destapando su fondo de clase en el quite por saltilleras y revolera de Fernando Adríán. Tampoco iba sobrado de fuerzas, en banderillas ya estaba con la boca abierta, y mantenía la tendencia a irse de su condición de mansito, pero cuando el alicantino le puso la muleta en la cara y lo llevó tapadito y con la mano baja, tapándole la salida, el de Puerto de San Lorenzo respondió y surgieron una par de tandas de derechazos con profundidad y emoción. Pero igual que interpretaba una así, a la siguiente no encontraba el sitio la distancia ni la altura y se perdía el ritmo. Igual por el pitón izquierdo, lo mismo compuso algunos naturales hondos con buen trazo que en otros surgían los enganchones o el toro se iba. Muy irregular y sin sensación de tener las ideas claras. El cuarto echaba las manos por delante pero tuvo movilidad y celo en el capote de Manzanares que dejó alguna verónica con el empaque que atesora. Empujó y se empleó  en un primer puyazo largo que creo mermó sus facultades de cara a la muleta, si bien en las primeras series dejó patente su nobleza aunque las fuerzas le duraron tan solo las primeras tandas por el derecho, su mejor pitón, con profundidad y humillación. Pero al igual que en le primero no acabó de encontrar los terrenos y la faena acabó discurriendo por la misma línea, irregularidad e indefinición. Lo que no se le puede reprochar a Manzanares fue la manera de matar, dos estoconazos fulminantes ambos colocados en todo lo alto, ambas suertes claras candidatas a estocadas de la feria. La muerte del primero, espectacular, lo nunca visto. Como les he relatado, el toro tenía condición de mansito y por eso acabó la faena gazapón, sin acabar de pararse ni cuadrar, incómodo para entrar a matar y buscando refugio en tablas. Y fue ahí, pegado en paralelo a las tablas del 10 cuando se arrancó hacia el alicantino que estaba buscando la manera de cuadrarle yen una milésima de segundo reaccionó y enterró el acero hasta la empuñadura, más arriba imposible, ni un centímetro desplazado a uno u otro costado. En menos de 10 segundos el toro estaba muerto, fulminante efecto, y los tendidos en pie con una atronadora ovación. Esa muerte solo la ejecuta uno que es muy, muy, muy bueno, un maestro como el alicantino En el cuarto, de la Ventana, el volapié fue como nos tiene acostumbrados, antológico, con una facilidad y una seguridad sin igual, volcándose recto, tan arriba como el anterior, pasaportándolo en segundos. Y otra ovación que hizo temblar a la Monumental.
Pablo Aguado hizo el paseíllo de elegante y riguroso luto, negro y oro su vestido, negro absoluto,  sin un solo bordado, su capote de paseo, en memoria del gran Joselito, el rey de los toreros, Morante lo sabe bien. El primero de su lote, de Victoriano, como ya comenté antes, era tan desproporcionado como descompuesto, sus exageradísimos pitones no iban en consonancia ni a su carita ni a su caja, ni a sus 534 Kg - ¿realmente lo eran?, lo marcaba la tablilla, pero no lo parecía - pese a lo cual pasó el reconocimiento e incluso fue ovacionado de salida por bastantes. De verdad, hay cosas que no entiendo, pero para gustos... Toro con movilidad y cierta violencia en sus embestidas que repite en le capote y permite al sevillano componer un ramillete de verónicas con cierto temple y el gusto que imprime a su toreo. Inicio de faena por bajo con un par de trincherazos de crujido para tratar de someter la brusquedad del animal y comenzar por el derecho con tandas en las que el toro echaba la cara arriba enganchando la muleta, descompuesta embestida, sin acabar de entregarse en ningún momento. Por el izquierdo surgieron mejores naturales, más profundos, con más ritmo y ligazón, pero ya sabemos que al sevillano se le espera con la escopeta cargada y la paciencia con él es la mínima, y a esa alturas del trasteo todo discurría ya bajo constantes reproches a todo y con el toro cada vez a menos, muy deslucido todo. El sexto, este tocaba de La Ventana del Puerto, grande y alto, llevó siempre la cara alta, ni una atisbo de humillación, sin emplearse nada en ningún tercio, agarrado al suelo. Lo intentó Aguado en la muleta a ver si a media altura y aprovechando la inercia de sus 590 Kg podía sacar algo, pero con un toro a contraestilo y con el ambiente en contra no prolongó algo que tan solo iba a encrespar más los ánimos. Para colmo anduvo muy desacertado con los aceros en ambos toros, una sucesión de pincahzos que no ayudaron a aliviar las críticas. Se marchó en silencio respetuoso, como el elegante terno que lució ayer.
¡Ay si Adrián hubiera matado como Manzanares!, ¡de que estaríamos hablando hoy!

Antonio Vallejo