viernes, 31 de mayo de 2024

De manso a manso y tiro porque me toca

Hoy es facilísimo hacer el resumen de la tarde, no hay paliativos. Ha sido una auténtica mierda. Seis mansos de solemnidad, seis toros que no han valido para nada, ni gota de. bravura, ni gota de raza, ni gota de casta, ni gota de entrega, ni gota de recorrido, ni gota de fuerzas, ni gota de clase, nada de nada, el vacío más profundo. Eso ha sido la corrida de Alcurrucén y El Cortijillo, la nada. Es que no se salva ni uno, un desastre vergonzoso tratándose de este hierro. Todos iguales, sueltos de salida, huyendo, buscando siempre las tablas, sin querer saber nada del caballo, rebrincados, a la defensiva, las caras altas, cero humillación, escaso recorrido y mínimo fuelle, rajados. Así es imposible.
Y si algo se ha salvado en esta desastrosa tarde ha sido gracias a los tres matadores, Daniel Luque, David Galván, que sustituía a José María Manzanares, y el confirmante Víctor Hernández. Ha sido su entrega, su disposición, su compromiso, sus ganas, su valor y su calidad la que ha conseguido sacar, mejor dicho arrancar, algo de estos toros a base de colocación, temple, buen trato y mucha capacidad para conseguir algo de toros sin las condiciones mínimas para el lucimiento. 
Muy firme Víctor Hernández, siempre buscando la colocación y el buen trato, tirando de sus toros para arrancarles las embestidas, tratando de bajar la mano a pesar de los constantes derrotes con violencia, arriesgando con cambiados por la espalda en el sexto para tratar de levantar el ánimo de los tendidos y tragando mucho con los arreones y derrotes violentos del animal. Enorme voluntad y buena imagen, ganas de hacer las cosa bien y por la línea del toreo de buen concepto. ¡Que voy a decir de Daniel Luque que no sapamos!. está en un momento esplendoroso, dominador y poderoso, con una lucidez extraordinaria para adaptarse a la embestida del toro, la altura adecuada, temple exquisito, muletazos de magnífico trazo, limpios, casi ni un toque a la muleta, suavidad en cada toque, acariciando las embestidas, además de detalles muy toreros por bajo llenos de aromas, clase y gusto. Y cuando el segundo se ha venido abajo y se han parado acortando distancias, dejándose llegar los pitones al pecho y sacando de donde no había muletazos por ambos pitones de una verdad y un mérito fuera de serie o cuando en el cuarto, que solo buscaba escaparse en sus embestidas rectas, con tesón y empeño se ha inventado algún derechazo y natural salidos de la nada, sacando petróleo de un pozo vacío. Tampoco voy a descubrir nada de David Galván después de lo que vimos hace una semana cortando una oreja a uno de El Torero. Y hoy bien podría haberse llevado otra al esportón tras matar de una casi entera arriba volcándose con todo que fulmina al manso y que ha provocado una marea de pañuelos que yo creo eran mayoría pero que el del palco no ha tenido a bien atender. De la cabeza y la portentosa capacidad del gaditano ha nacido una faena que parecía imposible al tercero, manso hasta decir basta pero al que le ha obligado a embestir a base de colocación, ponerle la muleta en la cara, llevarlo muy cosido, taparle la cara y darle salida hacia dentro. Tandas de derechazos y naturales ligadas con profundidad y hondura que han surgido mágicas, pero no por las bondades del animal sino por el domino de Galván, que además ha desprendido torería por todas las costuras en los compase finales por bajo, genuflexo, parecían poncinas con una largura y un gusto inimaginable viendo al manso y un remate de pecho reconvertido a casi circular por su largura sin fin, eterno. Con el quinto, parado y sin viaje se ha plantado firme y decidido para robarle los muletazos de uno en uno a base de estar siempre en el sitio, magistral, derechazos y naturales, por los dos pitones surgió la magia del toreo, de su mente y su corazón a unas muñecas de seda en las que el temple venció hasta al maldito viento que durante casi toda la tarde sopló con fuerza.
Mejor no pudieron estar los tres, contra viento y mansedumbre, para imponerse en una tarde mala hasta decir basta que deja muy, pero tocado, el nombre de un hierro como Alcurrucén. Uno, dos o tres, vale, pueden salir malos, ¡pero los seis, encima uno devuelto por inválido!. No tiene justificación ninguna, el desastre ha sido escandaloso, de principio a fina, del primero al sexto, de manso a manso y tiro porque me toca.

Antonio Vallejo

 

jueves, 30 de mayo de 2024

Talavante, entre swifties y morantistas

Dos focos marcaban el epicentro de la vida social madrileña en esta calurosa tarde de mayo. Por un lado el Santiago Bernabéu con el fenómeno mundial del pop, Taylor Swift, reuniendo a 80.000 personas en el estadio, swifters se llaman, adolescentes, y no tan adolescentes, enloquecidas por la cantante americana. Por otro lado Las Ventas con Morante de la Puebla y la legión de morantistas, entre los que me incluyo, que soñamos con ese toreo único e intransferible del sevillano en otra tarde de "no hay billetes", 24.000 personas. Cada uno por su lado, de norte a sur de la ciudad, se respiraba un ambiente distinto, de estética claramente diferente pero con el mismo objetivo, gozar del éxito de la figura. Y en medio de este hervidero en el que hoy se ha convertido la capital ha emergido, inmenso, un nombre y un hombre, Alejandro Talavante, que ha hecho del toreo al natural un monumento al Arte que nace de la imaginación, ese que fluye sin guión y que alcanza los más recónditos rincones de los sentimientos para desbordarlos en un cataclismo de emoción. Estoy seguro que los miles de swifters enloquecidos han vibrado con las canciones de su artista favorita que ya conocían, pero nada comparable con lo que hemos vibrado en una faena nacida de la inspiración y la improvisación, algo que no era posible conocer hasta el momento que ha sido engendrado en la muleta de Talavante, eso que solo el toreo tiene y da, el único arte donde nada está preparado y en el que todo es verdad, aquí sobran los efectos especiales.
Era el quinto de una tarde de cinqueños que naufragaba en medio de kilos y kilos de carne de los toros de Juan Pedro Domecq, muy sobrecargados de peso y volumen que habían dado un juego muy pobre, desfondados, sin emoción, de embestida descompuesta, las caras altas, sin entrega, a la defensiva,  soltando arreones, punteando las telas, sin entrega alguna. Morante nada tuvo en su lote y nada pudo hacer, aunque a muchos les cegara el espejismo de Curro Javier en la brega del primero, encelándolo en el capote al andarle hacia atrás y llevarlo por bajo, o el sensacional tercio de banderillas a cargo de Joao Ferreira y Alberto Zayas. Pero fue eso, un espejismo, porque en la muleta ni humillaba ni pasaba, brusco, áspero, la cara por las nubes. Lo mostró por el derecho, por el izquierdo no hizo ni falta mostrarlo y se fue a por la espada, sin engañar a nadie, ahorrándonos el tedio de muletazos absurdos sin más fin que rellenar minutos. Eso sí, una verónica en le saludo capotero, un par de redondos templados componiendo la figura, encajado, pasándoselo por la cintura con el alma desmayada y un trincherazo en los muletazos de tanteo valen su peso en oro. Más de lo mismo con el cuarto, un toro que embistió siempre en línea recta, sin entrega, le probó todas las teclas Morante, intentos en vano ante la nulidad. A matar y a espera que por fin en Madrid le salga un toro que valga aunque sea algo. Los morantistas esperaremos y volveremos. Lo mejor de Pablo Aguado ha estado en el capote, saludo capotero a su lote por le mismo palo, verónicas de un gusto y una clase descomunal, templadas, las manos bajas, con desmayo, muy lentas, eternas, casi deteniendo el tiempo, rematadas con medias de cartel. Como también brilló al replicar en el tercero al quite por verónicas armoniosa y cadenciosas del maestro José Antonio. Fueron cuatro chicuelinas llenas de aromas maestrantes que elevaron el ánimo que decaía en los tendidos. Poco pudo hacer aguado para elevar ese  ánimo en la muleta. Con inmensa torería prologó la faena al tercero, trincherazos por bajo coreados con olés sentidos y un cambio de mano majestuoso. Nada más pudo sacar en claro con la muleta, dos toros a contraestilo, lo intentó, trató de ligar los muletazos pero la casi hla fijeza y entrega de su lote deshacía cualquier empeño, nula transmisión. 
No iba precisamente bien la tarde, otra juanpedrada se atisbaba en el horizonte, encima los ánimos se estaban calentando con las broncas a Morante, para mi exageradas y no fáciles de justificar a la vista de lo que tuvo enfrente, kilos y kilos de carne sin bravura, que tuvieron un momento inexplicable e inadmisible cuando ejecutó el quite al tercero por verónicas, ¿por qué?, ¿acaso no tenía derecho a hacerlo? Era su turno y. le correspondía, ¿que hay de malo?. Para que luego me digan que exagero con las fobias de algunos en Madrid. Ya había anunciado Talavante en el segundo que iba a por todas, que el lánguido torero de las pasadas temporadas era historia y que renacía el mejor Talavante. Variado y lucido el saludo capotero al segundo, delantales ganado pasos para llevárselo a los medios, chicuelinas garbosas hilvanadas a una revolera y una media de remate repleta de sabor. Arranque de faena de rodillas, dercahzos largos por bajo, el juanpedro repite y mete la cara, pero ahí terminó todo. Desfondado, parecía que quería pero no le daban las fuerzas, firme y voluntarioso el extremeño pero el conjunto nunca llegó a a tomar vuelo. El quinto marcaba ¡672 kg en la báscula!, una bestialidad que no hací presagiar nada bueno. Pero el toreo es así, se escapa a todas las reglas, la lógica se hace ilógica y las sombras se pueden convertir en luces. Nada en le capote, algo más mostró el juanpedro en el caballo, empujando con fijeza y en banderillas el tranco no fue malo. Sabía Talavante que el pitón bueno era el izquierdo y por ahí se fue, decidido y seguro. ¡Vaya tandes de naturales! Colocaión perfecta, ritmo y compás, mano baja, vertical, girando sobre sí mismo, en un palmo de terreno, ligazón, encajado, pasándoselo por la bragueta, hondura y emoción en cada natural, expresión máxima del sentimiento. Olés roncos que hacían estremecer, más y más naturales, hasta cuatro series a cual más rotunda y compacta. Y detalles de torería, trincherazos cargados de sabor, cambios de mano supremos, una arrucina improvisada, hija de la inspiración para cambiar al toro y salir aioroo de un parón interminable. Por el derecho profundidad y temple en una serie ceñida y ligada en una baldosa. El final de faena por bajo, doblones de torería difícil de superar, llevándolo en largo, genuflexo, una belleza sin igual. Entera caída y petición muy mayoritaria de oreja que el presidente no ha podido negar, aunque tenía sus dudas, menos mal. De no haber sido defectuosa la estocada creo que la Puerta Grande era un hecho.
Y mañana más, de Taylor Swift y de San Isidro. Este Madrid es imparable. Hoy ha sido Talavante, mañana ojalá sean los tres matadores los que nos hagan sentir el toreo en toda su inmensidad. 

Antonio Vallejo


 

miércoles, 29 de mayo de 2024

Alejandro Chicharro al natural, dimensión e importancia

Penúltima semana de San Isidro que arranca con una novillada de Guadaira como aperitivo previo a lo que se nos viene para el miércoles, jueves y viernes. Calma antes de la tempestad, de la avalancha de público atraído por las figuras que asomaran los próximos días. Hoy se podía llegar sin agobios, la entrada al tendido estaba despejada, tranquilidad para acomodarse, sin los tapones habituales de los grandes días, y eso que ha habido una buena entrada, algo más de 18.000 espectadores según la cifra oficial, eso significa tres cuartos de entrada, algo que no está nada mal para una novillada de martes tras el día de descanso y antes de los carteles de claveles.
Anunciados cinco de Guadaira con uno de Torrehandilla, el quinto, para remendar, que al final ha quedado empate a tres ya que tanto el segundo como el cuarto han tenido que ser devueltos a los corrales por su invalidez, saltando en su lugar dos sobreros de Torrehandilla. Una novillada despegada del suelo en general, solo el segundo bis, bajo, de seriedad imponente y para mi el más bonito de lámina ha roto la norma, desigual de hechuras, desde uno grandón y alto, el  primero como  hasta otro bastante justo de remate el tercero para Madrid, pero con seriedad suficiente por delante teniendo en cuenta que era una novillada, que parece que se exigen toros más que novillos. Y en cuanto al juego ha estado presidida por la falta de raza, poco poder y empuje, blandeando ostensiblemente, dos devueltos, con muy poca movilidad, el quinto un marmolillo, escaso recorrido y con muy poca entrega. Cierto que ha salido un primero noble y manejable pero sin emoción y que tercero y sexto han tenido cierto fondo de clase y ambos han roto por el pitón izquierdo, más gracias al excelente planteamiento de Alejandro Chicharro que a sus condiciones, pero en general han prestado mínimas opciones para el triunfo, sosos y deslucidos, sin transmisión.
Un nombre ha destacado y ha salido muy reforzado de la novillada de hoy, Alejandro Chicharro, madrileño de Miraflores de la Sierra, que hacía el paseíllo junto al francés de Nimes Lalo de María y el gaditano de Algeciras Pepe Luis Cirugeda. Venía el madrileño avalado por su Puerta Grande el pasado 1 de mayo y hoy ha estado a punto de repetir hazaña. Se lo ha impedido un rácano presidente  que inexplicablemente y en contra del reglamento le ha negado una oreja pedida por clara mayoría en el tercero y la espada en el sexto, cuando las faenas conducían directas a trofeos. Avisaba en el segundo bis que hoy venía a Las ventas a por todas con un quite por chicuelinas y una larga cordobesa de remate repleto de gusto y clase. Luego vino la muleta, palabras mayores. Dos faenas del mismo corte cimentadas sobre un toreo al natural portentoso en las que demostrado inteligencia, capacidad y mucha entrega. Primeros compases al tercero en la muleta por alto, estatuarios, el de Guadaira lleva la cara alta y se da cuenta el madrileño que por ahí no debe ir la cosa, echa la tela al suelo y empieza a someterlo por bajo con clase. En ese tanteo ve las cualidades del pitón izquierdo y con una colocación perfecta, dominando la distancia y la altura, con un temple exquisito, ha trenzado series de naturales con hondura, llevándolo en los vuelos, con largura, ligadas en el sitio, transmisión y emoción, enroscándoselo, empaque, toreo de muchos quilates que ha rematado con sensacionales de pecho de bellísima factura. también por el derecho ha dibujado una gran serie en redondo bajando mucho la mano, encajado, ligando con sumo gusto para abrochar con un pase que comenzó como un circular que sin solución de continuidad acabó en otro magnífico de pecho que levantó a toda la plaza en una fuerte ovación. Personalmente me hubiera gustado que hubiera rubricado su extraordinaria faena por bajo, creo que el novillo lo admitía e incluso lo pedía, pero le disculpo todo y más por sus ansias novilleriles el final por manoletinas, muy ajustadas y vibrantes, que tuvieron enorme valor y emoción, sí, pero es que el toreo por bajo.... ¡te cruje el alma!. Un pinchazo arriba y una entera fulminante entrando por derecho pasaportan al de Guadaira. Petición mayoritaria y una vez más el del palco pasándose el reglamento por el forro. A ver si a Víctor Oliver Rodríguez alguien le explica claro que la primera oreja la da el público y que su opinión vale menos que un grano de arena en un desierto. Eso sí, la vuelta al ruedo no se la puede quitar nadie y tiene el mismo, o más valor si cabe, que un apéndice. También por estatuarios ligados a remates por bajo llenos de sabor el prólogo de faena al que cerraba plaza para acto seguido bordar el toreo al natural a partir de una colocación perfecta y un temple extraordinario, incluso superando al anterior. Ligando en el sitio, firme, poderoso, mano baja, dominador, trazo largo, gusto exquisito, perdiendo el paso necesario para garantizar de nuevo la colocación y el ritmo, continuidad y cadencia, transmisión, toreo caro, demostrando de nuevo una seguridad enorme, manejando las distancias y la altura con una capacidad asombrosa para sus veinte años. Sensación de torero hecho y con una claridad de mente preparado para dar el salto que, aunque la espada le haya jugado una mala pasada creo que con su concepto del toreo profundo, su entrega y sus capacidades nos ha dejado con sensaciones de Puerta Grande. Una tarde de enorme dimensión e importancia la de Chicharro, y todo al natural, lo que aún le engrandece más.
Muy pocas opciones, como ya apunté antes, han tenido Lalo de María y Pepe Luis Cirugeda. Con el noblote pero soso y de escasas fuerzas primero el francés tan solo ha podido dejar detalles sueltos de lo que puede ser, poniéndole la muleta, el novillo pasa, lo lleva bien, aseado, con pulcritud y buena técnica pero sin llegar a conectar, aunque le puso ganas en el inicio de faena con ambas rodillas en tierra y unos buenos derechazos con recorrido más algún derechazo y natural con cierta  enjundia pero el conjunto, como dije, no llegó a tomar vuelo. Con el sobrero que hizo cuarto bis poco pudo hacer más allá de ponerse e intentarlo. Novillo sin entrega, la cara alta, protestando, quedándose a medio recorrido, muy descompuesto, sin ritmo ni continuidad, muletazos sueltos sin más argumento, no daba para más. Por su parte Cirugeda se encontró con un marmolillo en el quinto que de salida a arrastre no hizo nada, anclado al suelo, ni una vez ha pasado en la muleta y lo mejor que ha hecho el gaditano ha sido no pensárselo dos veces, abreviar, tomar el camino de en medio y matar a las primeras de cambio. Dicho esto haya que destacar el antológico tercio de banderillas a cargo de David Adalid y Rafi Goria en este novillo, haciéndolo todo, ganado la cara con el animal esperando, exponiendo entre los pitones, para colocar los pares con una maestría fuera de serie. Enormes los dos, igual que estuvo otro torero de plata en el tercero, Juan Carlos Rey, sensacional, los tres tuvieron que desmonterarse esta tarde. Tuvo que lidiar el gaditano otro sobrero como segundo bis que no tuvo nada, a la defensiva, soltando arreones, quedándose debajo, absolutamente imposible. Digno y voluntarioso Pepe Luis pero nada más. Tanto a él como a Lalo creo que aún les queda camino por recorrer y espero que sea con mejores novillos que los de hoy, muy malos, sin paños calientes.

Antonio Vallejo



 

lunes, 27 de mayo de 2024

Ni fu ni fa


 Corrida mixta la de este tercer domingo isidril, de rejones y a pie en el mismo paquete (los cursis de ahora dirían pack), un 2 x 1 de un supermercado, o dos festejos en uno para un optimista. No sé si ya se habrán dado cuenta que no me gusta esta mezcla, no acabo de entender el por qué y el para qué ni lo que aporta a cada uno. Por cierto, que ya hemos visto esto alguna otra vez en años pasados, una o dos que recuerde, y el resultado, si la memoria no me falla, no fue precisamente para salir soñando. Es solo cuestión de gusto y una opinión, me parece algo artificial e innecesario puesto que el toreo a caballo y el de a pie tienen su espacio, su público y su importancia y con estos experimentos creo que ambos salen perjudicados. Pero bueno, es lo que se anunciaba para este domingo y está claro que interesaba porque la plaza, un día más, se ha vuelto a llenar para ver a Diego Ventura, Cayetano y Ginés Marín con dos toros de El Capea para el rejoneador y cuatro de Montalvo para la lidia a pie. Como decía al inicio alguien podría hablar de dos festejos en uno, pero creo que sería más acertado hablar de  un minifestejo y un festejo reducido en el mismo día, cada uno por su lado, nada que ver uno y otro, dos mundos paralelos que no pueden tocarse, tan respetable e importantes uno y otro, ni más ni menos. No sé si esta percepción la ha tenido el público que ha llenado los tendidos porque la sensación que me ha dado la tarde es de letargo, la gente adormecida, sin acabar de centrase en una cosa o la otra, quizás incluso con cierto grado de confusión con tanto vaivén, ahora caballos, ahora a pie, otra vez caballos, ¿este qué toro es?, ¡pero si lleva los cuernos "cortaos"! que ha dicho alguno una o dos filas por encima mío con grandes dotes de captar los detalles en el primero. Es lo que tienen estos experimento, muy pocos de los abonados habituales, por algo será, pero mucho interés por parte de espectadores poco habituados a ver toros. Por lo menos no ha habido otra confirmación de alternativa, ya hubiera sido la repanocha. Así que contar lo de hoy croe que debe hacerse separando uno y otro toreo, me parece lo más oportuno. 
Diego Ventura es casi sinónimo de triunfo, y hoy de nuevo lo ha rozado. Los dos toros de El Capea han sido fácilmente reconocibles por su morfología, Murubes típicos, hondos, cuajados, cortos, sin demasiado cuello. Con movilidad los dos, noble y con fijeza el primero pero al que le faltaba un punto de empuje para transmitir más, con emoción y muy buen tranco el que hacía cuarto, que llegó mucho a los tendidos. Algo más fallón de lo habitual Ventura en su primero, un rejón de castigo y una banderilla larga que no encontaron toro, pero al final montando y toreando con mucha técnica y exposición. La cuadra del portugués es una maravilla, un preciosidad de caballos que ofrecen la grupa y el lomo una muleta y que pisan unos terrenos arriesgadísimos en las cercanías de los pitones. Ha habido un detalle con Guadalquivir en el saludo al primero que me ha dejado impactado, un movimiento que ha hecho que parecía talmente una trincherilla. Fabuloso ha hecho las delicias de los aficionados con el toreo a dos pistas, el toro cosido al lomo, dos vueltas completas al anillo para después montar a Bronce - ¡que maravilla de caballo! - en los dos toros para colocar banderillas largas de manera espectacular. Es increíble este caballo, como baila delante del toro, en el cuarto ha sido algo mágico, girando alrrededor del toro, enfrentándole la cara para atraerlo, una locura, quebrando en la misma cara y en un palmo de terreno, embroque muy ceñido y una colocación de las banderillas portentosa. Es  Velázquez el elegido para recibir al cuarto y colocar dos rejones de castigo precisos en otra lección de doma y Nómada con el que empieza a calentar a la plaza con un toreo arriegadísimo, por dentro, quiebros imposibles saliendo entre los pitones y las tablas con una facilidad increíble, parecía que no había sitio para pasar pero pasó, alucinante, además de unos adornos, cabriolas y giros 360º sobre su eje inverosímiles. Ya encendida la mecha de la emoción fue Lío el que montó el idem con una pureza y exposición tremendas, llegando hasta la cara del toro, quebrando en el último segundo, elegancia y efectividad de la mano, espectacular, la plaza en pie, más aún con Bronce y su superlativa calidad, un ballet alrededor del toro, algo único, llegando al éxtasis cuando le quita la cabezada y coloca un par a dos manos antológico con la plaza en pie completamente entregada. A la hora de colocar banderillas cortas, rosas y matar ha montado a Gudiana, otro espectacular caballo con el que dejó un rejón de muerte arriba en el primero con el que tardó mucho en doblar el toro enfriando la posible petición de oreja y que en el cuarto, cuando las dos orejas se olían, creo que se precipitó un poco, quizás le faltó una gota de paciencia y las esperanzas de triunfo se esfumaron, más no se esfumará de la memoria la sensacional faena al cuarto, para enmarcar, propia de un maestro de época como Diego Ventura. 
Hasta aquí el minifestejo de rejones que realmente fue lo más vibrante de la tarde. No puedo decir lo mismo del festejo reducido con cuatro toros de Montalvo, correctos de presentación aunque desiguales de hechuras, muy serios, eso sí, acabados en puntas pero que dieron un juego pobrísimo, con las manos por delante, sin entrega, ausencia de bravura y raza además de una falta fuerzas evidente y alarmante. Muy, muy, muy deslucidos. Si lo resumimos en una sola palabra, malos. Decepción absoluta en medio del letargo que ha llevado a no apreciar ni valorar cosa que han hecho Cayetano y  Ginés Marín de mucho mérito, empezando por la falta de sensibilidad al no reconocer, aunque hubiera sido una mínima ovación, el compromiso de Cayetano por hacer el paseíllo solo 48 horas después de haber recibido el palizón del viernes cuyas secuelas aún soporta, seguro. Cualquiera de nosotros aún estaríamos en la cama sin poder movernos. Quizás si se hubiera llamado de otra manera... Lo digo sin tapujos, ambos han estado muy por encima de sus lotes y han sacado lo poco que tenían y, en el caso de Marín, mucho más de lo que probablemente hubiéramos visto en otras muchas manos, especialmente ante el sexto bis, un sobrero de José Vázquez muy justito de presencia para Madrid que además se comportó como un manso de libro ante el que Ginés estuvo muy, muy, muy firme ante la indiferencia general y la injusta incomprensión de algunos. No humillaba, a la defensiva por su mansedumbre, le concede todas las ventajas, a media altura, enorme temple, conduciendo la embestida con un mimo y una suavidad suprema, poco a poco le baja la mano pero no aguanta, algunos derechazos y naturales desbordan profundidad y hondura, sobre todo en un par de tandas mediada la faena. Todo y más lo ha hecho Marín pero era muy difícil transmitir con un toro de condiciones tan pésimas como es, más aún con unos tendidos desconectados y con ganas de irse a casa. Una pena que no hayan apreciado la capacidad enorme de Ginés Marín, para el aficionado creo que ha sido una faena de mucho mérito y reconocimiento. Desordenado y descompuesto el tercero, se venía por dentro por el pitón derecho, por el izquierdo iba a su bola, desentendido a la salida, se iba por fuera, siempre obligaba a perder pasos impidiendo la ligazón, y encima algunos se lo reprochan. Enorme valor algunos derechazos y naturales que roba a este toro que además de lo dicho careció de entrega y fuerzas, a la defensiva y con la cara por las nubes. Lo dicho, muy por encima el jerezano. El lote de Cayetano igual de malo o incluso peor, nula entrega, sin recorrido, no pasaban, se quedaban debajo revolviéndose y reponiendo, embestidas a arreones. Torero de raza que no se arrugó pese al mal estado físico con el que estoy seguro ha toreado esta tarde dominical pero que no le ha hecho renunciar a presentar batalla a sus enemigos, incluido hoy el viento que ha molestado bastante en algunos pasajes de la corrida. Muy digno Cayetano que ha estado con mucha dignidad ante la evidente imposibilidad. Se ha puesto y les ha puesto la muleta, ha tratado de dibujar series por ambos pitones pero las nulas condiciones de los de Montalvo evaporaban cualquier atisbo de lucimiento, Igual que Marín, por encima de su lote.
Otra tarde siguiendo la norma que hablábamos ayer, seis toros, hoy en batiburrillo, de los que solo se salva uno y un poco otro, los dos de rejones, así como Diego Ventura en maestro y la buena labor de Cayetano y Marín ante el naufragio. Mañana hay descanso, que viene bien. Volveremos el martes con ánimos renovados a la novillada que abre una semana interesante de corridas de toros y la última de rejones, completas, cada una en lo suyo, sin mezcolanzas ni artificios, nada de experimentos mixtos que al final acaban como ha acabado el de hoy, ni fu ni fa. 

Antonio Vallejo

domingo, 26 de mayo de 2024

No hay billetes, otra confirmación, un solo toro y otro fracaso. Parece la norma


 Otra más de "no hay billetes", así empezaba ayer, ¿no?. Hoy toca lo mismo, se repite el lleno en los tendidos, es la norma de este San Isidro 2024. Y al igual que ayer, y no sé cuantos días más han sido, otra confirmación de alternativa, la del chiclanero Christian Parejo. También parece la norma de esta San Isidro, y todavía queda otra más el próximo jueves 30, la feria de las confirmaciones. Y como también está siendo la norma, un solo toro que se puede salvar dentro de un encierro completamente deslucido y con mínimas opciones para el lucimiento y nulas para el triunfo. Esto también es una confirmación, pero no de alternativa, sino del fracaso.
Y si he empezado como ayer también conviene seguir igual que ayer, con el desconcierto, hoy en el apartado ganadero, concretamente en cuanto a la presentación. Si lo de ayer era una escalera lo de hoya ha sido un laberinto de hechuras y de tipos en la que ha habido de todo, algo que si nos paramos a pensar un rato tampoco debe sorprendernos, porque la Ventana del Puerto actualmente es de procedencia Jandilla, Es decir, Domecq, pero viene de lo mismo que Puerto de San Lorenzo, segundo hierro de Lorenzo Fraile, procedencia Atanasio-Lisardo, que remendaba la corrida con el cuarto de la tarde, por si faltaba algo. Es decir, hablar de tipos hoy es para nota, unos eran atanasios, otros han tirado a lisardos, en alguno había de todo un poco, otro más a Domecq. En general con volumen y kilos y muy ofensivos por delante, pero difíciles de definir en cuanto a hechuras. Quizás el que más me haya gustado en ese aspecto haya sido el primero, curiosamente el único salvable de la corrida. Un castaño de bellísima estampa y enorme seriedad con el que ha confirmado Christian Parejo y que ha tenido movilidad y nobleza, además de un punto de bravura mientras ha durado, que ha sido poco, tres tandas y poco más en la muleta. Pero si lo comparamos con sus cinco hermanos ha sido una maravilla ya que no han tenido ni bravura, ni raza, ni casta, ni fuerzas, ni nada, deslucidos, alguno en ese indefinido y etéreo grupo de los toros "manejables", esos que pasan sin decir nada, sin entregarse lo mínimo y que, por no tener, no tienen la mala leche de otros que rebañan y buscan herir con saña. 
Si partimos de esto, ¿que se puede esperar?. Pues solo lo que ha sido esta tarde, un fracaso. Y no será porque la terna no ha estado a la altura. Christian Escribano ha mostrado  buen manejo del capote en el de su confirmación, a pies juntos en el saludo, mucho gusto en los lances, ganando terreno, chicuelinas en los medios y un remate lleno de aromas, así como las tafalleras rematadas con una buena media  para replicar a Castella en quites. Y con la muleta ha dejado buenas sensaciones, firme y con buenos conceptos, siempre buscando la colocación, adelantar la muleta y correr la mano por bajo, con sentido del temple y clase en su toreo. Han sido tres series en redondo las que ha aguantado el primero, reunidas, ligadas, profundidad y ritmo, encajado, pasándoselo muy cerca, con emoción y transmisión, con unos de pecho muy buenos, largos, a la hombrera contraria, y muy lentos. Poco permitía por el izquierdo y se acabó la gasolina, pero ha intentado sacar lo máximo sin renunciar a hacer las cosas bien, pero el conjunto se ha venido abajo por las ausentes condiciones del animal. Con el sexto, una mole de 575 Kg sin entrega alguna, la cara por la nubes, brusco en el embroque y violento en el remate, derrotes secos, igual de firme, seguro y comprometido. Era un bicho para pocas alegrías, pese a eso ha seguido buscando hacer las cosas bien ha aguantado arreones y tornillazos, ha tragado cuando se le vencía por uno y otro pitón, ha expuesto sin inmutarse, muy tranquilo, y le ponía la muleta para intentar llevarlo por bajo y someterle, pero no había manera, no humillaba, se quedaba debajo y punteaba las telas con aspereza. Lo ha pasaportado con rectitud y enorme habilidad al segundo intento, algo realmente complicado contemplando la escena, el toro más alto que él y perfectamente podía haber 1 metro de pitón a pitón, mucha verdad en la suerte suprema que refrenda la buena imagen que ha dejado en Las Ventas.
Sebastián Castella y Daniel Luque se han topado con dos lotes imposibles con los que poco se podía hacer. Y si estas dos figuras no pueden hacer nada...¡como serían los toros!. Dos toreos poderoso, cada uno con sus registros, pero capaces de sacar de donde no hay. Hoy ni eso,¡como habrá sido la cosa!. Toros in raza, sin poder alguno, sin fuerzas, deslucidos. Lo mejor las series al natural de Castella en el segundo, hondura y ligazón, encajado, corriendo bien la mano, metido en los vuelos, y el compromiso en sus dos toros, tratando de buscar la distancia para componer el toreo largo pero no respondían, luego acortando las distancias para llegar a las cercanías y meterse entre los pitones clavado al suelo, pasándoselo por uno y otro lado sin enmendarse, ese toreo marca d la casa en el que se siente como pez en el agua. Y todo esto, como es norma no este años sino todos, entre protestas y reproches a todo cuanto haga por parte del grupito de siempre. Y de Daniel Luque destacar el magnífico trato, la suavidad, el mimo y la finura con que ha cuidado a su lote ante la falta de casta y fuerzas. Al tercero le planteó la faena por bajo, doblones muy toreros cargados de aromas sevillanos para arrancar, pero no daba para más. Deslucido y derrumbándose si le bajaba la mano tuvo que llevarlo a media altura, mucho temple, pero faltó ritmo y transmisión. Más o menos como en el quinto, le concedió la altura, toreó a favor del toro, temple a media altura en las series por el pitón derecho, poco a poco bajando más la mano, surgieron redondos profundos con Luque relajado, con desmayo, la muleta arrastrada, enroscándoselo a la cintura, pero no aguantaba y perdía las manos. Igual que con Castella, contínuas protestas del grupito habitual, que ya sabemos que no perdonan el pecado mortal de Luque, haber salido triunfador del abril sevillano. Y ha sido en este quinto, en el que también los gritos contar el ganadero subían enteros, donde ha llegado el momento coña de la tarde. Un alguien que debía andar por el 8 alto ha gritado lo más alucianante y ridículo que he escuchado jamás, y cuidado que hay amplio repertorio en ese aspecto. Atentos a la frasecita: "Ganadero, te dije que no volvieras". ¡Toma ya!, con un par. Debe haber sido alguien tremendamente importante e influyente en el mundo del toreo o en la empresa de Las Ventas para haber soltado semejante chorrada (perdonen la expresión pero no encuentro otro calificativo). Así está el patio.
Como hoy va de lo que está siendo norma hay que hacer un apartado para lo que también es norma, pero esta vez para bien. Una tarde más han brillado los de plata, tres tercios de banderillas extraordinarios, los tres primeros, un lujazo, de poder a poder, ganando la cara, reuniendo y clavando con pureza y verdad para salir del encuentro andando con torería para recoger posteriormente montera en mano las fuertes ovaciones dedicadas por toda la plaza. Y es que el lenco de nombres que hoy se han reunido en le ruedo venteño ha sido de la máximísima categoría. Nada más y nada menos que José y Antonio Chacón, Rafael Viotti, Julio López, Juan Contreras, Iván García, Jesús Arruga, Miguel Ángel Sánchez y Vicente Herrera. Si es que cuando las cosas se hacen bien, cuando se brega y se parea con maestría, el resultado solo puede ser el que ha sido. ¡Grandes toreros!.
Mañana viene otra de "no hay billetes", espero que sea la única norma que se siga.

Antonio Vallejo

sábado, 25 de mayo de 2024

La tarde del desconcierto


 Otra más de "no hay billetes", una tarde radiante en la que han empezado a aparecer por los tendidos de la Monumental rostros conocidos del famoseo, los medios de comunicación, el deporte, también de la política, con la explanada que en la hora previa a la corrida era un hormiguero de gentes en un ir y venir incesante, cámaras a la busca y captura de un rostro conocido, da igual el pelaje, en fin, la parefernalia habitual, todo al reclamo de dos nombres, Roca Rey y Cayetano, porque es así. No les pregunten a un porcentaje nada despreciable de los espectadores que hoy han asomado por los tendidos quien es Jorge Martínez ni de quien eran los toros que iban a ver. Ni lo sabían ni, tristemente, creo que les importara mucho. Unos irían a ver a Roca Rey porque es el reclamo en todas las plazas por sus triunfos y nadie quiere faltar y no salir en la foto de una tarde como esta para luego colgar el selfie de turno en redes sociales, otras, las más, a ver a Cayetano que las tiene más que enamoradas, es así, cada año se repite, con lo bueno y lo no tan bueno que tiene este público poco habitual, eso lo sabemos.
Lo que ya no sé es cual habrá sido su sensación al irse de la plaza. Yo desde luego sí sé cual ha sido la mía, la de una tarde rara y caótica  por momentos, desordenada y con cosas difíciles de entender y explicar. En definitiva, como titulo, la tarde del desconcierto. Pero tengo la sensación que si para mi y seguramente para muchos aficionados ha sido eso para los que se asoman poco al toreo, no digo para los que vinieran por vez primera, ha tenido que ser un lío de narices. Estoy seguro porque es que lo he oído en el tendido a algunos, programa en mano, no se aclaraban que toro salía ni quien toreaba. Todo motivado por el manso primero que a la salida del caballo arrolló tras el primer puyazo al confirmante Jorge Martínez y tras el segundo, con la vara clavada al lomo, a Cayetano, que se libró del impacto de la puya que salió despedida como una lanza de milagro, pero no del tremendo palizón que le propinó destrozándole la chaquetilla y teniéndole entre los pitones. sin llegar a cornearle, afortunadamente. Tal fue el impacto y las heridas, contusión cervical, erosiones traumatismos varios, que fue atendido en la enfermería tras matar al segundo y alteró todo el orden de lidia de la segunda parte de la corrida, saliendo por orden inverso, sexto, quinto y cuarto. Imagínense el cacao que alguno tenía en la cabeza con los nombres. ¿Es o no desconcertante?.
Una corrida cuatreña, salvo el quinto, de Conde de Mayalde, cosa rara en este año, muy seria y ofensiva, algunos incluso escandalosamente desproporcionados, una arboladura nada acorde a su cara y su caja, una escalera de hechuras desiguales, pero que ha estado vacía, mansa en general, sobre todo en el caballo, y sin empuje ni poder, tono deslucido y poca transmisión, con muy pocas opciones, salvo el tercero, con más celo y entrega. Lo que sí que ha hecho la corrida es confirmar las enormes dudas que tenía sobre los toros de hoy y la poca conveniencia, en mi opinión, de ser elegidos para un día como el de hoy y en pleno San Isidro.
De Jorge Martínez que hoy confirmaba alternativa poco se puede decir, más allá que ha apuntado un buen concepto del toreo y buena maneras con el capote en un quite a pies juntos en el tercero, que ha intentado sacar con la mayor pulcritud posible pases en la muleta, buscando la colocación, con buen trato y trazo, tratando de bajar siempre la mano y ligar las series pero ha sido misión imposible. Un lote sin entrega, la cara alta, sin empuje, defendiéndose, como el manso primero, que entraba como un tren sin gobierno, áspero y bronco, haciendo confundir a algunos genio con bravura, soltando arreones violentos por la potencia descomunal de su cuello, de embestidas descompuestas y deslucidos, sin acabar de pasar, quedándose debajo, obligando a perder pasos a  para no salir trasquilado, como ha sido el cuarto. Buena imagen del murciano, decidido y sereno ante la adversidad, sin perderles la cara, muy valiente ante los derrotes secos del primero. Más no ha podido hacer con lo que tenía delante, y encima ha tenido que ver como se ha aplaudido al primero en el arrastre, ¿pero que demonios le han visto?. Otra más que añadir al desconcierto.
Poco más o menos creo que se puede decir de Cayetano que ha pasado una tarde infernal tras la tremenda paliza y las heridas al primero que le destrozó la chaquetilla y le ha obligado a torera en mangas de camisa y chaleco. Muy rara se ha hecho la escena de la ceremonia de confirmación con ese aspecto, medio mareado y desorientado, físicamente muy mermado toda la tarde, bastante ha hecho con salir vivo de la plaza y demostrar la raza que lleva dentro intentando sacar de donde no hay a un lote infumable. En todo momento  ha plantado cara a sus dos toros, poniéndoles la muleta en la cara, buscando arrancarles aunque fuera un pase con cierta calidad, empezando la faena la segundo como si fuera novillero, rodillas en tierra para intentar llevarlo por bajo y sufrir otro susto tremendo librándose por los pelos al saltar al callejón de mala manera, todo eso teniendo en cuenta que venía del tantarantán del primero, hay que echarle un par pero bien grande. Lo mejor, sin duda, unos muletazos por bajo a ese segundo para someterle, y la  extraordinaria estocada en todo lo alto con la que fulminó a ese segundo. Es Rivera y es Ordoñez, así tiene la raza que tiene y que le ha hecho ganarse el respeto en esta tarde con su  más que comprometida actuación.
La cara y la cruz ha sido esta tarde para Roca Rey. La cara en el tercero, al que ha lanceado de capa a pies juntos con un temple y una clase tremenda, mucho gusto y belleza en el saludo, y con el que ha arrancado la faena de muleta anclado al suelo, las zapatillas hundidas, estatuarios por alto, dos cambiados por la espalda de infarto variando el viaje en el último segundo a milímetros de los bordados y un final por bajo con una trincherilla que reconvierte a molinete y un pase de pecho sensacional. Luego dos tandas rotundas, reunidas y compactas por el pitón derecho, dándole distancia, encajado, metiendo los riñones, ceñidas, despacio, temple, mano baja, poder y mando, con recorrido y profundidad, una locura. Por el izquierdo es menos limpio, le cuesta pasar, no se entrega pese a lo que roba algún natural con enjundia y, cuando no quiere obedecer se lo cambia por la espalda con riesgo y emoción para resolver la situación. Toro a menos al que le acorta la distancia y compone una última serie de derechazos con la muleta muy puesta, tapándole la cara, ligazón y profundidad para finalizar con las bernadinas muy ceñidas típicas de su repertorio, muy arriesgadas pero que no me apasiona, aunque reconozco el mérito enorme de pasárselo como se lo pasa, pero creo que este toro bien hubiera servido para un final por bajo que siempre suele desprender aromas y torería. Faena muy medida que rubrica enterrando una entera levemente delantera y ligeramente atravesada que retrasa la muerte del toro y enfría algo la petición de oreja que, aún con todo, era mayoritaria. Pero el palco ya saben como es en estos días, sobre todo si ha escuchado algunas protestas sin sentido de los que tiene a Roca Rey enfilado y no paran de dar la matraca toda la tarde, con el "estás fuera" y el clásico, inevitable y cansino "se va sin torear" del notas de turno. La cruz en el quinto, manso, manso y manso, no es que se frene en los capotes, es que huye, en varas campa a sus anchas, comportamiento de manso, suelto, doliéndose, se va al que guarda puerta, allí nadie echa un capote, caos y desconcierto absoluto acorde a la tarde, un desastre absoluto y una lidia, por llamarlo de alguna manera, indigna e impropia de una plaza como Madrid. Le da mucha distancia en la muleta, el toro va, movilidad sin entrega, pasa, se va suelto, hasta tres veces igual, entre las rayas del 7, hasta que en una de esas le adelanta la muleta, lo embarca y recoge cerrándole la salida para componer un par de series en redondo de calidad, ligadas y con poder, de mucho mérito que han sido lo mejor, porque por el izquierdo nada, protesta y se defiende. Toro a menos por lo que decide acortar distancias y en las cercanías de los pitones tira de recursos pasándoselo por ambos pitones sin inmutarse, algo que en LasVentas gusta poco, por lo que ha escuchado pitos in crescendo en los compase finales. Pitos que han ido a más y más tras los pinchazos y la entera defectuosa, muy caída, insuficiente para hacer doblar al toro. Un aviso, el de Conde de Mayalde amorcillado en tablas, Roca Rey que no se decide a usar el descabello, primer aviso, todo igual, pasan los tes minuto y segundo aviso, todo igual, ni noticias del estoque de cruceta, el toro se va barbeando tablas, quedan segundos para el tercero y el descabello ausente, y Roca Rey también, como ajeno a todo, como si no fuera con él, desconcierto absoluto, no podía ser de otra manera en esta tarde. Y justo cuando el toro decide doblar el presi ordena el tercer aviso, ¡anda que ha sido oportuno!, podía haber tenido un poco de mano izquierda y aguantarse un segundo más, y la bronca de las más fuertes que he escuchado en mi vida. Si esto fuera fútbol sería claramente jugada de VAR. 
Tomémoslo con cierta sorna en esta tarde de desconcierto.

Antonio Vallejo

viernes, 24 de mayo de 2024

Juan Ortega, triunfo rotundo, mucho más que orejas


 Por fin la primera tarde de San Isidro de verdad. Hoy sí, hoy la temperatura era la de estas fechas, veintiséis grados, un sol espléndido, la luz maravillosa y única de Madrid, el viento en calma y los tendidos a reventar en otra tarde de "no hay billetes", la primera de las que se nos vienen, porque desde hoy hasta el domingo está todo el papel vendido. Llevábamos once días de feria con una climatología propia del final de temporada, tardes frías y con fuerte viento, cielo gris y encapotado, algunos días sol y nubes, amenaza de lluvia, abrigos y gabardinas en los tendidos. Pero todo llega, por fin esa primavera madrileña inigualable, ese cielo, por fin nos sentimos de verdad en San Isidro. 
No es, por tanto, de extrañar que Las Ventas lucieran en todo su esplendor como pueden comprobar en la imagen de portada, había muchas ganas de ir a los toros. Si a eso le sumamos  el cartel programado, las ganas se multiplican. Ganadería de primera, Puerto de San Lorenzo, y tres matadores reconocidos, con diferentes estilos y registros, pero de enorme atractivo para el aficionado, Alejandro Talavante, Juan Ortega y Tomás Rufo. Todo preparado para disfrutar de una gran tarde de toros, con la esperanza que los toros embistieran y los toreros triunfaran, todo parecía muy bonito. Con lo que nadie contaba era con la vergonzosa actitud de unos pocos, 30 ó 40 serían, si llegan, que como cada año cuando empiezan a desfilar las figuras y se acercan los carteles de postín, los de claveles que tantas veces me habrán oido llamar, afilan sus armas y despliegan todo su repertorio para intentar reventarlo todo e irse contebtos a casa por su "hazaña". Pero hoy les ha salido el tiro por la culata, han hecho un ridículo espantoso, como tantas y tantas veces, han tenido un comportamiento miserable, impropio de alguien que se pueda llamar aficionado. El toreo representa unos valores entre los que se encuentran el sacrificio, el compromiso, la verdad, el sufrimiento y seguramente muchos más. Pero si hay un valor que siempre ha definido al toreo ha sido el respeto, por encima de todo a la Fiesta y al toro. Eso lo saben los toreros, sólo hay que ver como se respetan unos a otros, como valoran la antigüedad, como aman y respetan al toro y también lo sabemos, o debemos saberlo, los aficionados de verdad, respeto al toro y a los hombres que se juegan la vida ante un toro. Sí, sin ningún problema los digo, yo me incluyo entre los aficionados de verdad y también digo que los que hoy se han comportado como lo han hecho no se pueden llamar aficionados, y sería maravilloso verles fuera de la plaza. Se les puede calificar como quieran, seres pobladores de ciertos tendidos, seres vociferantes de sonidos guturales difícilmente descifrables, groseros, pero nunca aficionados. Tarde tras tarde sacan a paseo sus fobias y, como el tiempo pone a cada uno en su sitio, llegan a caer en el ridículo absoluto, como hoy. Y creo que todo nace en un mal endémico de nuestros días, la falta de educación que lleva a la falta de respeto. Son el triste reflejo de la sociedad actual donde los valores supremos brillan por su ausencia y entre esos valores están, repito, la educación y el respeto, que van de la mano, uno lleva al otro y sin uno desaparece el otro.
El culmen de la desvergüenza llegó en el quinto, un toro protestado de salida por su presencia, algo que comparo porque sus hechuras personalmente no me han gustado, desproporcionado, nada que ver sus 553 Kg, su altura y volumen, con su cara, justita, y su falta de remate por delante. Si a eso le sumamos su comportamiento, muy frío de salida, como toda la corrida, sin lucir nada en el capote, solo un par de verónicas sueltas a compás de Juan Ortega tuvieron eco, pero nada más,  que de fuerzas iba con menos de lo justo, que se le pegó en el caballo y al salir perdió las manos, que empezaron a flamear las sábanas verdes, ya no son pañuelos, que llevan en el 7, que el palco sacó el pañuelo blanco en vez de hacerles caso  y que en el ruedo estaba el sevillano Ortega, al que tiene enfilado, una de sus fobias, directamente le odian, se pueden imaginar la magnitud de la bronca. Y se puede protestar todo esto, por supuesto, hasta ahí hasta les puedo dar la razón para montar la bronca que montaron, es más, diría que la tienen. Pero la pierden totalmente cuando atacan de la manera cobarde y canalla que han hecho hoy al torero y, especialmente, al toro. Nunca lo he admitido, me perece una vergüenza y algo indigno lo de los "miaus" a las embestidas de los toros que ellos consideran "pequeños" o poco armados, para mi es inaceptable porque, como hoy se ha demostrado, ese "gatito", según ellos, por poco le hace un destrozo cuando en los primeros compases de la faena, tras unos muletazos de tanteo por bajo, firme, con gusto, andándole hacia los medios para empezar a torera en redondo, se lo ha llevado por delante. Iba el toro con embestida descompuesta, por un lado se iba por fuera, por el otro se venía por dentro,  con peligro oculto y en una de esas, cuando trataba de recoger las desconcertantes embestidas,  se venció y lanzó por los aires a Ortega con una brusquedad tremenda, un auténtico latigazo de su cuello y la sensación que había hecho presa y la cornada era un hecho. Gracias a Dios y ese Angel de la Guarda perpetuo que está en todas las plazas todo quedó aparentemente en un tremendo palizón y un susto de órdago. ¡Ahí lo tienen!, ¡ven lo que puede hacer ese "gatito"!, ¿ya ahora qué, que dicen?, ¿no se les cae la cara de vergüenza?. Pues no, es más, esos pocos desalmados  han seguido con lo que estoy seguro traían preparado de casa. Pero Ortega ha sacado la raza que le faltaba al toro y a esos 30 ó 40, si llegaban, y les ha desnudado en sus fobias, les ha dejado con las vergüenzas al aire, espantoso ridículo que les retrata y define como cualquier cosa menos aficionados. Vamos, les ha dejado a la altura del betún con gallardía y pundonor, seguro que enrabietado y una vergüenza torera suprema, erguido, valiente, firme y poderoso, echándole la muleta a la cara, la mano baja, llevándolo cosido a la tela para componer, enroscado a su figura, muy despacio, una terna de series en redondo de una profundidad, temple  y  empaque de gran dimensión. Los sonoros olés de la mayoría afortunadamente han silenciado las barbaridades que soltaban algunos y los "miaus" ridículos. Repito, Inmenso Ortega, poderoso y artista, abrochando la importante faena con remates por bajo de una belleza difícil de igualar. Mata de media arriba, donde tiene mucha muerte, que acaba con este "gatito" de 553 Kg de Puerto de San Lorenzo. Terminada la corrida me he enterado que Ortega llevaba un "puntazo con hematoma en gemelo interno de la pierna izquierda y puntazo corrido en región pretibial izquierda" según el parte médico. En mi opinión Juan Ortega ha tenido un triunfo mucho mayor que las orejas que se puedan cortar, ha sido el triunfo de la dignidad ante la canallería, del respeto frente a la mala educación, el triunfo de quien respeta al toro frente a los que parece no saben que representa este poderoso animal. Antes, con el segundo, nada pudo hacer Ortega, un toro de una s hechuras magníficas pero deslucido de principio a fin, sin fuerzas ni empuje, completamente parado, que no pasaba ni más allá de medio muletazo, imposible, para abreviar, como hizo el sevillano con criterio.
Ya venían avisando los fóbicos en el tercero, un toro precioso de hechuras, muy serio, con impresionante trapío al que Tomás Rufo recibió a pies juntos por delantales con sabor, y poco más duró el de El Puerto. Para colmo se le pegó fuerte en el caballo y ahí se puede decir que murió. Tan solo la sensacional actuación, una tarde más, de Fernando Sánchez en banderillas, en este toro y en el sexto. No hace falta explicar más, está todo dicho. Nada tuvo en la muleta, lo intentó Rufo ante el soso y deslucido animal que no pasaba, se quedaba a medio camino, la cara a media altura, pases sin argumento ni sentido que no llevaban a nada y que pedían acabar pronto. No debió alargar tanto el trasteo pero eso no justifica que se intente ridiculizar a un hombre que está frente a un toro y que, aunque a algunos les cueste entenderlo, puede herirle e incluso matarle, que se lo digan a Ortega y a muchos más. Me ha parecido bochornoso los olés de cachondeo con los que han coreado quienes ya se imaginan los últimos intentos de  Rufo por robar aunque fuera un muletazo, una falta de respeto a mi modo de ver inadmisible y que demuestra una vez más la nula educación de estos pésimos espectadores, que no aficionados. Con el que cerraba la tarde tuvo Rufo un inicio de faena arrebatado, vibrante y lleno de emoción. De rodillas, derechazos largos y profundos, alargando el viaje, mucha calidad y mando, el toro  metiendo la cara con clase y repitiendo, sensacional, para rematar con un pase de desdén mirando al tendido que pone al público en pie. Pero se rajó al siguiente muletazo, dijo basta, no quería más pelea. La única opción era cerrarlo cerca de las, ponerle muleta en el hocico y no quitársela para taparle la salida y así tratar de ligar y componer la faena. Recorrió todo el anillo tras el toro, del 10 al 3, tragaba dos muletazos y, aunque le tapara mucho, el animal tomaba las de Villadiego. Le mató en la puerta de toriles, estaba claro que tenía que ser así, tirándose con todo para enterrar la Tizona hasta los gavilanes algo desprendida que pasaportó al último de la tarde.Petición de oreja que no debió ser suficiente a criterio del palco, yo no lo tenía tan claro, creo que hubo mayoría. 
Así terminaba una corrida muy seria y bien presentada de El Puerto de San Lorenzo, salvo el quinto, que tuvo como nota dominante la falta de raza y resultó deslucida en general que si tuvo un toro bueno de verdad fue el primero, haciendo cierto aquel dicho de los gitanos, que no quieren los inicios buenos. Alto, con mucho volumen y una seriedad imponente, un auténtico tío era el primero, que no se empleó en el capote de Alejandro Talavante, incierto, se frenaba, las manos por delante. Fue Juan Ortega el que empezó a mostrar el camino con un magistral quite por verónicas de una calidad suprema, acompasadas, muy despacio, parando el tiempo,meciendo la embestida con  una media de cartel para abrochar y dejar que Javier Ambel rematara lo apuntado con unos pares de banderillas extraordinarios, de un pureza y una limpieza fuera de serie, mostrando el tranco y la clase de la embestida de Cubanoso. Tomó la muleta con la zurda, decidido, con claridad, y empezó a torear al natural sin probaturas, maravilloso, acoplado y relajado, con una naturalidad pasmosa, mano de seda, temple infinito, hondura en dos tandas de locura, entregado, por momentos abandonado, ligazón con ritmo, algunos muy despacio, a la mexicana, eternos. Bajó un punto el pitón derecho, menos cadencia y clase, pero buscó la mano baja y la profundidad, enroscándose al toro en un par de derechazos de mucho peso para epilogar la faena con toreo por bajo  con trincherillas y otros de desdén repletos de sabor y rubricarla con una entera levemente desprendida que valió una oreja de valor que nos hizo evocar el mejor Talavante que hacía tiempo no veíamos. Para nada sirvió el cuarto, solo fachada, nada en su interior, sin fondo, deslucido, imposible, otro para abreviar y no complicarse la vida. Aún le quedan tres tardes más a Talavante, y otra a Ortega, esperemos que los toros les embistan y refrenden todo lo bueno de hoy.

Antonio Vallejo

jueves, 23 de mayo de 2024

No le busquen explicación, es la magia de este ARTE

 

Corría el cuarto de la tarde, un precioso animal, magníficas hechuras, cuajado, hondo, bajo de aguja, proporcionado, armónico, con mucha seriedad, tremendamente astifino,  pero sin las exageraciones que habíamos visto en los dos primeros, especialmente el primero, de cabeza descomunal y dos velas estratosféricas, un exceso en las antípodas del equilibrio que me gusta en un toro. Suelto de salida, sin fijeza, se frena en los capotes, pelea fea en el caballo, cabecea, hace sonar el estribo, se duele, sale a su aire, corta el viaje, se frena, huidizo, va y viene por donde quiere, sin freno, se va al caballo que guarda puerta, sale rebotado, nadie lo para, nadie lo fija, desorden absoluto, lidia caótica, si es que a lo que estábamos viendo se le puede llamar lidia. Tan solo aporta cordura Juan Carlos Rey en dos monumentales pares de banderillas haciéndolo absolutamente todo, reclamando la atención del toro, parándolo y fijando su atención, ganándole terreno para cuadrar en la cara con exposición y reunir con una verdad y una pureza absoluta recogiendo una ovación atronadora viéndose obligado a saludar montera en mano. Si esto de los toros fuera una ciencia sería muy fácil. Cogemos todos los factores anteriores, los sumamos, restamos, multiplicamos o dividimos, hacemos una ecuación o alguna de esas cosas raras de fórmulas y, ¡oh maravillas de la ciencia!, los cálculos de probabilidades y el hipotético resultado nos daría igual a toro manso, y que casi mejor nos pidiéramos un gin tonic al bueno de Antonio que vende las bebidas en el tendido, porque no íbamos a ver nada de nada. Pero gracias a Dios esto es otra cosa, esto no sigue leyes aritméticas, ni geometría, ni estadística, esto es mucho más, esto es toreo y el toreo es arte y nace de una magia inexplicable. Y no le busquen más explicación a lo que pasó a continuación. Pudo ser la inteligencia de David Galván, pudo ser su saber, pudo ser una capacidad innata para ver más allá de la lógica, o pudo ser su valor y decisión a salir, tirar la moneda al aire y esperar que saliera cara... o cruz. Pudieron ser mil cosas, o ninguna, ni idea. Lo que fue, lo que se apareció ante nosotros así, de la nada, fue la magia del toreo, solo así entiendo lo que pasó. Con decisión tomó la muleta el gaditano, se fue a buscar al toro entre las rayas del 10 y, con una torería suprema comenzó por doblones, largos, por bajo, dos tandas de infinita belleza flexionado, de una profundidad inimaginable dos minutos antes, temple magistral, muy despacio, y el de El Torero que humilla con clase, meta la cara con calidad y repite con largura, hipnosis absoluta en los tendidos, frotándonos los ojos, incrédulos, hechizados. Trincherilla y pase de desdén, uno de pecho a la hombrera contraria de una suavidad y una sutileza para soñar toda una noche, todo fluye sin guión, es la magia del toreo. Otra  más en redondo, acoplado, temple y ritmo, gusto y sabor en cada derechazo, la mano baja, relajado, empaque, ligando siempre en el mismo terreno, sin quitarle la muleta, elegancia y clase para rematar con otro de pecho eterno, desmayado, abandonado Galván, el ARTE fluyendo en sus muñecas. Los olés retumbando, la plaza en pie, emoción que aún subió  enteros en una tanda de naturales portentosa. Por ese pitón le costaba más, paciencia y firmeza de Galván, centrado y sreno, dejándose llevar por el influjo de la magia, allá donde le llevara, poniéndole la muleta, mucho temple, uno a uno fue metiéndole en el canasto para componer una tanda de naturales de expresividad gigante abrochada por bajo con dos trincherillas más  repletas de aromas toreros y otro de pecho de pitón a rabo sensacional. Más que hablar de epílogo mejor sería hacerlo de cerrar el círculo, porque eso es lo que hizo, terminar de idéntica manera a cómo comenzó, flexionado, doblándose, más belleza si cabe, largo y profundo, remates por bajo desbordando aún más torería si cabe, una locura en los tendidos, olés roncos, expresión máxima de los sentimientos. La estocada hasta la empuñadura, volcándose sobre el morrillo, recto, fulminante, rueda sin puntilla y la emoción desatada tiñe de blanco los tendidos. Oreja indiscutible, oreja de mucho peso que pone cara la feria, como caro, carísimo, de lujo, ha sido el toreo de Galván.

Y no le den más vueltas, no merece la pena, no le busquen más explicación, no la tiene, esto no es ciencia, no hay fórmulas ni algoritmos, tan solo déjense llevar y sientan la emoción, es la magia de este ARTE.


Antonio Vallejo


miércoles, 22 de mayo de 2024

Los sueños que hacen soñar


 La verdad desnuda de la juventud recién estrenada. Poco más que niños los tres que esta tarde han puesto patas arriba la plaza de toros de Madrid. Alejandro Peñaranda, Ismael Martín y Jarocho, 21, 20 y 19 años, así, en orden, con esa inocencia aún no perdida, con esa mirada limpia del que viene a mostrarse tal cual es, con sus virtudes y sus defectos por pulir, pero con la ilusión intacta del que nada esconde y todo lo quiere dar, generosidad sin límites, entregados a la afición y, sobre todo, a lo que más aman, el toro y el toreo. Solo así entiendo esta tarde en la que lo que menos importa es el relato de lances, suertes o estocadas, casi todo eso puede ser perfectamente prescindible, se queda en mera anécdota frente al aluvión de sentimientos y emociones desbordadas en el que nos han envuelto estos tres jóvenes que han cumplido la ilusión por la que tanto han sacrificado y por la que han luchado frente a muchas adversidades.
Mucho se puede hablar o escribir, empezando por el resultado final, la Puerta Grande de Jarocho al desorejar al sexto y las orejas cortadas por Peñaranda y Martín. Se puede también reseñar que se han enfrentado a una muy seria novillada de Fuente Ymbro, bien presentada, variada de hechuras, en la que destacaría al primero era una auténtica preciosidad, una oda a la armonía, y las proporciones, una lámina para enmarcar, el cuarto un jabonero impactante que era un tren en cada arrancada, recto, con dos guadañas por delante que rasgaban todo lo que se ponía por delante,  el quinto un tío, pero que todo un tío, alto, fuerte, desafiante, imponente, y el que cerraba plaza un toro en toda regla, bajo, cuajado, perfectas hechuras. También se puede contar que tuvieron movilidad pero que les faltó entrega, las caras altas, que adolecieron de falta de empuje y fuerzas, que iban y repetían pero les costaba salirse, se quedaban debajo y tenían su peligro al revolverse, por lo que se podría decir que fue una novillada exigente y complicada en la que destacó claramente el sexto, con fondo y entrega, que humilló y repitió, con transmisión, pero que desarrolló sentido y sabía perfectamente lo que había detrás de la muleta, miraba y calculaba buscando donde clavar sus afiladas puntas. Se puede hablar también de las ganas de los tres chavales por darlo todo, que han venido a Madrid como hay que venir, en novillero, ardor juvenil sin freno sin perdonar ni un turno de quites, para mi en ningún modo reprochable aunque personalmente piense que en varios toros no debían haberlo hecho, no dudando Martín al completar el tercio de banderillas de su lote aunque lo más sensato hubiera sido no arriesgar en el tercero, un novillo muy complicado para colocar los palos por como soltaba la cara en el que no encontró lucimiento ni comprensión por parte de algunos tan exigentes como intransigentes pero que no se arrugó y repitió en el sexto con mucha exposición y más precisión, tres buenos pares, sobre todo los dos primeros, cuadrando en la cara. 
Por supuesto que se puede hablar de Alejandro Peñaranda y de la sensación de estar preparado para tomar la alternativa. Firme, seguro y decidido, con un temple extraordinario que le sirvió para corregir los arreones a media altura del primero, conducir la embestida con paciencia, poco a poco, bajando la mano a medida que avanzaba el trasteo, aguantando derrotes y enganchones, para ir de menos a más y de mitad de faena en adelante torear acoplado y encajado, la mano muy baja, ceñido, derechazos profundos y naturales con hondura, ligados con clase y torería. Y valiente y muy comprometido con el cuarto, el jabonero que iba a una velocidad de vértigo, recto, llevándose todo por delante, incluido Peñaranda al que le dio una voltereta de vértigo. La muleta adelantada, temple asombroso para frenar el ímpetu y un par para pasárselo como se lo pasó y dibujar redondos maravillosos y naturales de un empaque superlativo. Toreo caro por calidad y entrega más un volapié volcándose sobre los puñales sin importarle nada para cortar una oreja sin discusión. 
Y se puede hablar del compromiso de Ismael Martín que con el segundo, muy complicado y brusco, tiró de raza y tragó lo indecible. Se venía por dentro el novillo, se quedaba, no salía de las telas, pero le perdía pasos y siempre buscaba colocarse y colocarle la muleta plana, en la cara, para tratar de ligar los muletazos por bajo. Inmensos los naturales que robó y la profundidad de una serie de derechazos, enorme mérito, soberbia capacidad. Y más grande aún el corazón, el alma torera de este joven frente al quinto, que llevaba la cara por las nubes y soltaba gañafones a diestro y siniestro. cada muletazo un drama, se ponía, sin tapujos, dispuesto a todo, incluso a entregarle la vida, magia lo que le robó al novillo y la respiración cortada, los latidos a mil por hora, en las bernadinas finales, más que ajustadas, más que ceñidas, descosiendo los bordados, antes de agarrar una entera fulminante tras otro volapié tirándose a matar o morir. Otra oreja sin discusión alguna. 
Como se puede hablar y hay que hablar de Jarocho en el que cerraba plaza, que por edad era novillo, pero en realidad un toro en la gran mayoría de plazas de España. Recital capotero del burgalés, saludo variado y vistoso amén de emocionante con dos largas de rodillas, ramillete de verónicas ganando pasos, chicuelinas a mano baja y una larga cordobesa de remate para volverse loco. Novillo con fondo, mucha clase, la cara abajo, haciendo el avión, movilidad y repetición, fijeza y celo. Se empleó en varas, arrancándose en largo, galope trepidante, empujando con los riñones, los pitones hundidos en el peto, magnífico tranco en banderillas donde Roberto Martín "Jarocho", cuajó una extraordinaria actuación, dos pares de poder a poder perfectamente reunidos para desmonterarse en respuesta a la fuerte ovación. Seguía la muleta con codicia, humillando, con recorrido enorme clase, en los primeros muletazos. En un derechazo se queda descubierto, rectifica el novillo y hace por él, nota la carne y ya sabe lo que deja detrás. Muy exigente, peligro sordo, no permitía nada, Jarocho no se encoge y con la zurda se abandona a un toreo al natural celestial. De uno en uno, dándole el pecho, adelantando la muleta, echando los vuelos para trazar ni sé cuantos naturales de un temple y una hondura máxima, lentos, eternos, rematados por debajo de la pala, sinfonía de toreo que hace rugir a Madrid y destroza las las palmas. Novillo y novillero entregados, la plaza rendida y otro volapié que puso a Madrid por una vez de acuerdo y las dos orejas se pidieron sin discusión de absolutamente nadie. Ya había dejado patente con el sobrero de Villanueva que hizo tercero bis que esos naturales no eran casualidad y que ese empaque lo lleva dentro, nos los había enseñado, ese mismo toreo al natural, de frente, templadísimo, pero parece que a muchos les costó verlos, porque se le pidió la oreja, no sé sin con mayoría suficiente, yo creo que sí, pero no fue atendida la petición...y algunos aplaudieron al palco, tela.
De todo esto se puede hablar hoy, y seguramente se podrían llenar muchas más líneas, pero creo que a todos los niños y jóvenes que saltaron al ruedo tras arrastrarse al que cerró plaza poco les importa poco todo eso, igual que a mi. Todo lo escrito y contado no vale de nada hoy, no significa nada, tan solo son escalones para llegar a la cima, a la verdadera dimensión de esta Fiesta y esta afición, que, como siempre repito, es el sentimiento y la emoción que ha desbordado su ilusión. Todos esos alumnos de las escuelas taurinas se han llevado a hombros a Jarocho, le han sacado a hombros por la Puerta más Grande y han visto el cielo más bonito del toreo, el de Madrid, pero lo que realmente llevaban eran sus ilusiones y sus sueños, los de todos ellos y también los míos. Sueños que hacen soñar, el toreo que nunca morirá.

Antonio Vallejo

lunes, 20 de mayo de 2024

Si Juan de Castilla ha estado así con Miura....


Tarde de domingo, tarde desapacible, ventosa y fresca tirando a fría, cielo amenazante que afortunadamente no ha descargado agua y que ha ido aclarándose según avanzaba la corrida y Las Ventas registrando un día más una entrada sensacional, podría decirse casi lleno, lo que indica a las claras que esta Fiesta, que los toros, sí interesan y que nadie, por muy ministrillo que sea, puede acabar con este Arte. Y debo decir que ha sido una grata sorpresa ver este aspecto de los tendidos en un domingo, con lo que históricamente eran los domingos de Las Ventas, el día de "descanso" del abonado cuando para renovar el título era obligatorio en su totalidad, no como en los últimos años en los que se puede renunciar a un número x de festejos, con carteles llamados como el día, "de domingo", poco atractivos por no decir de relleno, aunque para ser políticamente correctos se tildaban como "de oportunidad" para matadores con menos nombre y festejos en su bagaje. Eran esos domingos los días que el abonado regalaba a compromisos, algún familiar o amistades y con frecuencia la plaza registraba una ocupación bastante más pobre de lo habitual. Pero los tiempos cambian y seguirán cambiando, los Urtasun y Puente de turno desaparecerán del mapa y el toreo seguirá, San Isidro traerá cada vez más jóvenes a la plaza los tendidos seguirán llenándose.
Todo para ver la corrida de Miura, mítico hierro, el de más antigüedad, 30 de abril de 1849, encaste propio, procedencia única, Miura, sin cruces de sangre, precedido de una leyenda "negra" en la que mucho tiene que ver un nombre, Islero, toro que mató a Manolete el 28 de agosto de 1947 en la plaza de Linares. Desde entonces nombrar a Miura es sinónimo de dificultad, dureza, brusquedad, peligro y , aunque en estos tiempos de buenismo en los que parece que a las cosas no se les puede llamar por su nombre porque dañan la "sensibilidad", también muerte. A esto venía mucha gente hoy a Las Ventas, a ver los miuras que llevaban sin pisar Madrid desde 2018, por lo que entiendo la expectación. Seis toros cuatreños, algo que desde la pandemia es noticia, parece que ya se van limpiando los corrales, que en cuanto a presentación no han defraudado. Cierto que entre entre el de menos peso y el de más la diferencia era de 98 Kg, 539 del segundo frente a los 637 del sexto, con tres que han superado los 660 Kg, lo que indica que ha habido tamaños dispares, pero todos creo que llevaban el sello de Miura, zancudos, altos, sobre todo de atrás, con caja y volumen acorde a su respectiva romana, y con una tremenda seriedad, amplios de cuna y tremendamente astifinos, auténticos puñales, sobre todo el que abrió plaza, un cornidelantero imponente de 611 Kg y especialmente el que la cerró, el de más peso, un Miura auténtico por sus hechuras, alto, largo, mucha caja y muy ofensivo por delante, dos velas apuntando al cielo que asustaban al más pintado. Y curiosamente ha sido precisamente este sexto el que ha tenido un comportamiento más "en Miura", con movilidad, sin humillar ni entregarse pero con mucha emoción por su comportamiento, corto recorrido, correoso, revolviéndose y reponiendo con mucho sentido, rebañando, buscando, duro y áspero, soltando la cara con brusquedad. Los otros cinco del encierro han tenido, curiosamente, bastante nobleza y ha habido varios que podría decirse eran "toreables", si bien todos han seguido la línea habitual de la casa, la cara a media altura o alta, difícil verles humillar, sin acabar de entregarse y con corto recorrido, volviéndose con pasmosa agilidad y riesgo por el sentido desarrollado. Incluso uno apuntando a manso, el quinto, barbeando de salida y saltando las tablas en dos ocasiones de manera espectacular. Pero para seguir con el juego dado por los miuras también hay que decir que todos han tenido una manifiesta falta de poder y empuje, les han fallado las fuerzas y han ido de más a menos los seis, mejor dicho, cinco, porque el primero saltó con el depósito en reserva y se gripó en las primeras vueltas, no hubo toro desde el caballo, perdiendo las manos, parado, sin un pase que darle, la nada en una faena que duró 3 minutos de reloj y que nos dejaba una imagen insólita, la de las manecillas del reloj en las siete y veintitrés minutos y los clarines y timbales anunciando la salida del segundo.
Ese toro correspondía a Rafaelillo, el más desafortunado en el sorteo al corresponderle un lote de mínimas o nulas opciones. El primero ya lo he dicho, sin fuerzas, perdiendo las manos de salida, más aparatoso y escandaloso al pasar por el caballo, parado en la muleta, creo que no ha llegado a completar nada más que dos pases, tres minutos de faena, queda dicho todo, no había más, y eso entre protestas por la invalidez del toro. Grandón el cuarto, 626 Kg, ahí es nada, huyendo del capote, buscando las tablas y sin fuerza, claudica, no se emplea en los primeros tercios y llega a la muleta con muy poco fuelle, lo lleva suave y a media altura el murciano roba un par de tandas de mérito por el pitón derecho, lo único que pudo hacer. Lo intentó por ambos pitones, buen trato y sin obligarle, no podía el animal que pasaba con trote cochinero, dando saltitos, balanceando la cara, soso y deslucido, por lo que la faena tuvo muy poca transmisión y nula emoción pese a la dignidad y seguridad con la que lo solventó y pasaportó  Rafelillo con una entera fulminante arriba, lo mejor de su actuación.
Firme, seguro y valiente ma ha parecido la tarde del venezolano Jesús Enrique Colombo que cumplió ante un lote que llevaba mucho riesgo dentro, dos miuras que sacaron su aspereza a relucir. Buenas fueron las verónicas de saludo al tercero, un toro con movilidad y mucha inercia pero que adoleció de falta de clase y entrega. Vibrantes y emocionantes han sido tercios de banderillas, tres pares en su estilo, velocidad y potencia, portento físico, un atleta que hoy - exceptuando el primer par al sexto, colocado a toro pasado y otro en el que a mi modo de ver se ha adornado demasiado con ambas rodillas en tierra al llamar al toro, quizás más efectista o tremendista que otra cosa, para incorporase y hacer un quiebro o recorte al toro antes de clavar un solo palo - ha cuajado una soberbia actuación con los rehiletes, ganando la cara y colocando los pares con verdad y riesgo por lo alta que llevaban la cara ambos toros, alguno incluso le ha tocado la chaquetilla y creo que rozado la cara. Con la muleta creo que ha estado muy firme e inteligente en el tercero , dándole la media altura que pedía, sin poder forzarle mucho por sus contadas fuerzas, conduciendo la embestida con mucho temple, frenando las acometidas por la inercia de la movilidad del tercero, arreaba como un trolebús en los embroques, para dibujar redondos y naturales de mérito, muy seguro, llegando a bajar la mano en los compases finales y torear con profundidad y ligazón. Mucha valentía ha mostrado ante el peligroso sexto, a la defensiva por su falta de fuerzas, corto recorrido, no pasaba, se quedaba debajo, reponía y buscaba, se la ha jugado Colombo hecho un tío , ha tragado y aguantado derrotes secos con mucha entereza y decisión, poniéndole la muleta y tratando de conducir su brusca embestida. Más no se le puede pedir, claramente por encima.
No conocía a Juan de Castilla, no le había visto torear, y debo decir que me ha dejado con ganas de verle torear de nuevo. Venía de torear en Vic esta mañana, por lo visto el vuelo se ha retrasado y ha venido directo desde Barajas a la plaza de toros donde se ha vestido. Y así, con la tensión y el nerviosismo que supongo que esa situación debe suponer, sin prepararse con tranquilidad en la habitación del hotel, ha salido a matar nada más y nada menos que dos miuras y en Madrid. Y encima lo ha hecho como lo ha hecho. Magnífico el trato que ha dispensado y cómo ha entendido y dominado la distancia y la altura que pedía el segundo, un toro con nobleza pero con escaso empuje. A media altura, concediéndole todo en los primeros compases, temple y tacto en cada muletazo, sin brusquedades, aprovechando la nobleza a media altura, ligando las series con limpieza para acabar bajando más la mano cuando el Miura se ha entregado más, profundidad y recorrido en las últimas series, toreo caro que de no haber marrado con la espada bien podía haber supuesto una oreja, pero la fuerte ovación  fue más que merecida. Al quinto, ese que saltó dos veces al callejón,  le dispensó la misma receta, temple y buen trato, buena colocación, la muleta siempre adelantada, corriendo la mano para llevar la embestida lo más largo que permitía el toro, ligando con clase, entendiendo también las cualidades y problemas que tenía, no llegaba a entregarse, a media altura compuso series medidas, cortas, lo que necesitaba el noble Miura. De nuevo ovación para recompensar su importante tarde en Madrid basada en la inteligencia, firmeza y solvencia, esas son las sensaciones y el gran sabor de boca que me deja.
Si Juan de Castilla ha estado así con los de Miura.... ¡que puede ser con otros toros! Se merece volver y pronto a Madrid, dan muchas ganas de verle torear.

Antonio Vallejo

sábado, 18 de mayo de 2024

La emoción del poder y la verdad

Señoras y señores, el toreo es algo que hay que vivir y el que no quiera entenderlo que no lo haga, allá él, pero que nos deje  sentir la emoción inmensa que es capaz de generar. Esta tarde de Las Ventas ha sido eso, emoción, infinita, de principio a fin, de pitón a rabo, todo un conjunto de sentimientos desbordados gracias la suma de valores tan en desuso hoy en día como la verdad, la pureza, la entrega y el valor. Desde que Miguel Ángel Perera se fue a recibir a porta gayola al que abría plaza hasta que Ginés Marín ha pasaportado al que la cerraba todo ha sido un caudal de emociones incontenidas que han alcanzado por momentos el estado de éxtasis. Por cierto, hoy ocupaba una localidad de barrera del 1 Alberto Nuñez Feijoo, quien allá por 2011 era presidente del gobierno regional de Galicia. No lo sabía pero lo he leído por casualidad y no sé si recordará lo que hizo usted, el que ahora se supone que es líder de la oposición, o eso dicen, por aquel entonces, pero me he tomado la molestia de buscarlo para comprobarlo  y lo he encontrado. Resulta que el periódico El Mundo publica una noticia el día 23 de diciembre de ese año cuyo titular es el siguiente: "Galicia prohibirá el acceso de menores de 12 años a espectáculos taurinos". ¿Y saben con quién votó y alcanzó él y su PP gallego dicho acuerdo? Pues nada menos que con el Partido Socialista de Galicia y el BNG. ¡olé sus...!, lo mejor de cada casa. Lo que hoy ha visto y sentido en esa barrera, sobre todo cuando le ha brindado Perera un toro, ¿realmente cree que perjudica o trastorna a un niño?, ¿realmente quiere  vetar o prohibir  la posibilidad de que los niños españoles puedan vivir y sentir una tradición cultural ancestral tan nuestra?, ¿realmente quiere hurtarles de aprender de los valores supremos del toreo, valor, sacrificio, respeto, entrega, superación, etc?, ¿realmente quiere robar a los padres la libertad de que  sus hijos aprendan desde muy pequeños a amar y respetar al toro bravo y a nuestra Fiesta como he enseñado yo a mis hijas, hoy grandes aficionadas?, ¿realmente estaría dispuesto a aliarse con enemigos del toreo como Urtasun y Puente y propugnar una aberración como la de aquel 2011, pero en toda España, a cambio de un puñado de votos por hacerse el progre?. Piense, medite y, por favor, vuelva a ver repetida esta corrida en OneToro Tv, así se dará cuenta de lo grande que es el toreo y lo que representa. Nosotros vamos a seguir en esta trinchera, defendiendo lo nuestro, con el valor del toreo, ¿lo tendrá usted?
Una corrida  de La Quinta extraordinaria de presentación y muy seria a excepción del sexto, totalmente fuera de tipo, alto y destartalado, pero los otros cinco santacolomas de verdad, magníficas hechuras, preciosa láminas, que además, a excepción de tercero y sexto, deslucidos, han tenido comportamientos variados pero todos con enorme transmisión y emoción, cada uno a su manera, destacando por encima de todos el bravo, encastado, y terriblemente exigente quinto. Si hay una cosa clara es que esta corrida no dejado a nadie indiferente y que se ha vivido con una intensidad que hace tiempo no recordaba. 
Sólo ver como Miguel Ángel Perera tomaba el capote y se dirigía con paso firme a porta gayola a recibir al primero era toda una declaración de intenciones de todo cuanto estaba por venir con la  larga  aguantando el parón con la que recibió al santacoloma y que puso el alma en vilo. Un toro con movilidad y repetición en el capote, con ese comportamiento propio de su encaste, metido en los vuelos, reponiendo que empujó en el caballlo y cumplió en banderillas, esta vez con Jesús Díaz "El Fini" y Vicente Herrera completando un notable tercio. Inicio de faena con muletazos de tanteo buscando la distancia, la altura y el acople, toreando a su favor en ese inicio hasta emerger la figura de Perera de mando y poder. Han sido dos tandas por el derecho donde ha sometido al toro, poniéndole la muleta en la cara, llevándole muy tapado, temple divino, ni un toque a la muleta, la mano muy baja, arrastrando las telas, ligazón en el sitio, perfectamente colocado, series compactas y reunidas de enorme rotundidad, firmeza absoluta de Perera, y además con mucha belleza, ciñéndose la embestida, rematando con sensacionales de pecho. Y el toro que repetía con fijeza, el hocico por la arena, humillando, sometido por  el mando del extremeño. Tanto ha sido el poder que el animal  dijo basta y se  rajó, pero no Perera, que se lo llevó con inteligencia al abrigo de las tablas del 4 para componer un par de tandas de naturales tapándole la huida de gran hondura, ligados muy por bajo, maravilloso. Lástima que la espada le jugara una mala pasada porque parecía que la primera oreja caería de haber matado certeramente. Gusto y sabor han tenido las verónicas a pies juntos de saludo al cuarto, otro precioso santacoloma, de imponente trapío, que desde salida anunciaba su peligro, sin salirse de lo vuelos, viniéndose por dentro, sobre todo por el pitón izquierdo, comportamiento que mantuvo en la muleta. Se vencía, reponía y hacía hilo, complicado y de mucho riesgo por el sentido que desarrolló ante el que Perera se plantó valiente, hundió las zapatillas en la arena, le puso la muleta y compuso series en redondo y al natural de enorme mérito y valor aguantando las intenciones del animal por hacer presa, se colaba y buscaba rebañando. Firmeza y mando una vez más, poderoso, ligando los muletazos casi sin rectificar, por bajo, ligazón mágica, encajado y ceñido, dimensión de lo que es, una gran figura del toreo. Enorme la transmisión, los tendidos rendidos, y más enorme aún la emoción, los olés rotundos, la plaza en pie. Se tira con todo a matar y deja una casi entera que hace doblar al toro convirtiendo los tendidos en un mar de pañuelos. Petición claramente mayoritaria que, no tengo ni idea el motivo, algunos dicen que la estocada estaba algo trasera, no fue atendida por el del palco, el único que esta tarde sobraba. De verdad, es de miserable negar lo que era, una oreja de ley. Pero afortunadamente lo que nos ha dejado Perera vale mucho más que un apéndice cortado, el toreo es sentimiento y emoción, eso lo ha desbordado el extremeño.
Es lo mismo que ha ocurrido en el quinto, un bellísimo toro con hechuras para enamorar y una seriedad de impresión y mucha movilidad de salida al que Emilio de Justo recibió con una larga cambiada emocionantísima y al que lidió de una manera espectacular, llevándole a los medios andándole hacia atrás, con el capote abajo, llevando cosida la embestida, máxima expresión de capacidad torera y belleza, todo unido, como el recorte con el que lo dejó colocado para entrar al caballo. ¡Menudo tercio de varas el de Germán González!, toreando con la cabalgadura, citando en largo, el santacoloma que se arranca con galope trepidante, hunde la cara en el peto y empuja con celo y codicia y Germán agarra dos puyazos majestuosos que le sirven una atronadora ovación al retirarse por el callejón. ¡Cuanta belleza reside en este tercio cuando se ejecuta con tanta verdad y pureza!. También se sumó a la fiesta de la emoción Morenito de Arlés con dos buenos pares respondiendo a otra muy fuerte ovación. Bravo y encastado toro, muy exigente, ante el que de Justo se la jugó con máxima verdad, bailando siempre en la línea entre la vida y la muerte. Complicado, se venía por dentro y sabía perfectamente lo que había detrás de la muleta y se dejaba atrás, no daba respiro, iba y venía, se volvía y medía, buscaba. Enorme Emilio, plantado en la cara, firmeza y valor, bajándole la mano para tratar de someter las embestidas y arreones, muletazos de enorme mérito con el toro avisando. Tanto fue que en uno de esos le enganchó y volteó de manera muy fea, estuvo a merced del toro hecho un ovillo entre los puñales que eran los pitones, angustioso, pero una vez más gracias a Dios y el ángel de la guarda que envía a los toreros todo quedó en un susto tremendo. Repuesto de Justo volvió aún más firme y aún más envalentonado para meter a Las Ventas en un estado de auténtico éxtasis con el toreo por el pitón izquierdo, más verdad imposible, tragando lo indecible, aguantando las coladas del toro, la muleta alante, dibujando naturales poderosos, hondos, ligados, pura magia, como los que trazó con mano firme dándole el pecho, o el molinete garboso y torero con el que salió airoso de una de los muchos apuros en los que el toro le puso, o el trincherazo con el abrochó esta sensacional faena que iba para dos orejas. Silencio sepulcral cuando en los mismos medios se cuadra para matar, instante sobrecogedor, les juro que jamás recuerdo ese silencio en Madrid, ha sido algo inenarrable. La espada se llevó al traste esa Puerta Grande que ya se veía abierta, pero nada se podrá llevar de nuestra memoria la emoción tan intensa que hemos vivido en este quinto. Antes ya había presentado credenciales de Justo con el que hizo segundo. Las verónicas de saludo fueron sensacionales, acompasadas, sedosas, ganado terrenos para rematar con una media de cartel, tanto como el quite por chicuelinas ajustadas a manos bajas a la salida del caballo, de una belleza superlativa. Magnífico fue este tercio de varas a cargo de Juan Bernal y también emocionate el de banderillas  con Abraham Neiro "El Algabeño" y Pérez Valcarce colocando los pares con mucha pureza y exposición, sobre todo el tercero, clavando por dentro, mucho riesgo, teniendo que desmonterarse para responder otra atronadora ovación. No cumplió igual el de la Quinta en la muleta, desentendido, echando la cara arriba, sin entregarse, a pesar de lo cual de Justo trató de conducir la embestida con temple, lo intentó con buen trato por ambos pitones pero la faena nunca logró tomar vuelo.
Ginés Marín, por desgracia, ha pasado inadvertido al encontrarse con un lote deslucido que no dio opción alguna, especialmente el sexto, que tuvo una embestida descompuesta acorde a sus destartaladas hechuras. Lo intentó todo el jerezano pero fue imposible, buscó todas las teclas pero su lote desafinaba por todas partes. Lo que no entiendo es que querían algunos que hiciera, especialmente ese que con frecuencia suelta el grito que trae preparado de casa, "se va sin torear", buscando su segundo y medio de gloria. 
En fin, que entre los del palco y algunos notas sueltos...¡que paciencia!. No hubo orejas, y me da igual, no me van a quitar lo sentido, y me quedo con las dos vueltas al ruedo, eso vale más, eso es realmente el toreo, la emoción vivida, la del poder y la verdad.


Antonio Vallejo