miércoles, 15 de mayo de 2024

¿Por qué?


 Ayer tres jóvenes novilleros hacían el paseíllo por primera vez en Madrid. Los tres desmonterados, como corresponde, los tres cargados de ilusiones y los tres con la cara alta y la mirada limpia, sabiendo que sus sueños de triunfar en el toreo no son solo miras personales, sino el futuro  de la Fiesta. Diego Bastos, 19 años, Nek Romero, 21 años, y Samuel Navalón, 19 años, representaban ayer a todos los niños que desde las escuelas taurinas aprenden a respetar y amar todo lo que significa la Tauromaquia y sus valores, sabiendo que es un camino duro, largo y difícil, lleno de sinsabores, sufrimiento y dolor pero en el que la ilusión por ser matadores y, por qué no, figuras del toreo, les lleva a superar todos esos obstáculos. Se entrenan día a día para lograr el triunfo, se cuidan y dedican en cuerpo y alma, lo dan todo, renuncian a mucho, cada noche sueñan con una tarde en Las Ventas, con cuajar un toro y ver la plaza llena de pañuelos. Uno de estos jóvenes, el valenciano Samuel Navalón sintió todo eso que tantas veces ha anhelado, se sintió torero, se entregó y vio esa imagen tan deseada, Madrid lleno de pañuelos pidiendo la oreja, la felicidad suprema. Pero le llegó la cornada y sintió el dolor del toreo. Una cornada no del novillo, mucho peor, la de la injusticia, propinada por Ignacio Sanjuán Romero, un personaje que ayer se sentaba en el palco y okupaba el cargo de presidente y que no debe saber que, además de ser un actor muy secundario en todo esto, su misión es hacer cumplir el reglamento y que, cuando la petición de oreja es tan clara y mayoritaria como la de ayer en el tercero, su criterio vale menos que nada y debe conceder la oreja. ¿Por qué no cumplió el reglamento?. ¿Era necesaria semejante mezquindad? . De verdad, no me entra en la cabeza que se trate de esta manera a un novillero, así no se hace ningún bien, así no se demuestra la exigencia de una plaza, así solo se ataca al toreo. Lo he dicho muchas veces y lo repito una vez más, estos chicos son novilleros, no figuras consagradas, tienen muchas carencias y mucho que aprender, eso lo sabemos todos, pero cuando están como estuvo Navalón, ¡no se le puede maltratar de esta manera!. No solo hablo de aptitud, también de actitud. Vino como todo novillero, a darlo todo, no se guardó nada, se la jugó en el epílogo de faena al tercero con unas bernadinas un tanto embarulladas pero muy, muy, muy ajustadas y, seguro que con la rabia de la injusticia, se fue a recibir a porta gayola al sexto. Ganas, disposición, entrega, valor, esa es la actitud, eso estar en novillero, lo primero que se pide cuando se pisa la arena venteña. Pero además su aptitud, firme y seguro, desde que tomó el capote, con las verónicas de saludo, templadas, acompasadas, con ritmo, acoplado perfectamente al del novillo, muy bueno, por cierto, el mejor de la corrida de Montealto a mi modo de ver, con galope ágil, enclasado y con buen fondo, humillación y entrega, repetidor. Buen y novilleril inicio de faena, ambas rodillas en tierra, llevándolo en largo, vibrante, arrancando lo olés y la ovación de un público tan frío como la tarde que fue espabilando a medida que avanzó la faena. Todo lo compuso por abajo, dándole distancia para aprovechar el buen ritmo del novillo, lo condujo con temple y gusto, series en redondo ligadas con armonía, muletazos profundos, perfectamente acoplado y encajado. Cierto que hubo algunos enganchones, sobre todo al natural, está empezando y no se le puede pedir que todo, absolutamente todo, sea perfecto, pero hay que tener en cuanta la ventolera que había ayer en Madrid, otro enemigo más al que tuvo que enfrentarse Navalón y al que también dominó. Sensación de novillero cuajado y sensación de que iba para oreja pero a la vez creo que las ganas y quizás un poco de ansiedad le pudo traicionar en los compases finales. Viendo como embestía el novillo, viendo como humillaba y repetía durante toda la faena pienso que el final de faena debía haber sido por bajo. Reconozco que lo que más me gusta es que se abrochen las faenas por bajo, muletazos genuflexos, trincherazos, pase de la firma, o de desdén, para mi es un canto a la belleza, y no me gusta tanto la moda que hay, casi parece obligación, de cerrar con manoletinas y bernadinas, aunque reconozco su valor y mérito cuando se ejecutan bien. Pero entiendo el arrebato de un joven que viene a comerse Madrid y que, después de torear como lo hizo, quiera demostrar que tiene valor y arrojo y el corazón pueda a la cabeza, y ese final levantó protestas de cierto sector al que no le gusta mucho que se corten orejas, y la veían venir. Luego se tiró a matar con todo, quizás con excesivo ímpetu, por lo que el espadazo entró trasero y tendido pero fue efectivo ya que hizo doblar al novillo y que no fue obstáculo para ver los tendidos teñidos de blanco, como si fuera el Bernabéu celebrando otra liga más o quien sabe si la 15ª. La cornada de la miseria de un individuo acobardado y atrincherado en el palco, no se lo podía creer Navalón, se le negaba una oreja de ley, pero no se le pudo negar una vuelta al ruedo lleno de felicidad y gallardía de mucho peso que, incompresiblemente, algunos protestaron. Más tarde, ante el que cerraba plaza, buscó con ahínco la manera de hacerle embestir, de todas las maneras, acortó distancias y expuso, comprometido, pero no había donde sacar.
Fue sin duda lo mejor de una tarde como he dicho fría y ventosa que parecía más de la Feria de Otoño que de San Isidro en la que Las Ventas presentaron un aspecto sensacional, más de tres cuartos de entrada, afortunadamente muy lejos de las pobres entradas de años atrás, pare ver esta novillada de Monetalto variada de hechuras y de juego, destacando la transmisión y clase del tercero, noblotes en general, primero y quinto con movilidad pero sin demasiada entrega,  el segundo dejándose hacer, cuarto y sexto con muy poca historia, pero que si hubo algo que la definió en cuanto  fue la seriedad. Una vez más varios de los ejemplares lidiados ayer hubieran pasado por toros en la mayoría de plazas de España. 
Pocas opciones tuvieron Nek Romero y Diego Bastos. El valenciano tuvo en el segundo un novillo desentendido, sin entrega, que iba y venía sin más, saliendo suelto, ante el que poco pudo mostrar, más allá de ganas y los lances de capa genuflexo con temple y cierta largura más los primeros muletazos por el mismo palo, genuflexo, bajando la mano y alargando el recorrido. Con el quinto, con más movilidad aunque le faltó clase, tuvo el añadido del viento que en ese tramo azotó con fuerza y deslució el trasteo. El arranque de faena fue muestra de las ganas y la actitud con la que vino a Madrid, en terrenos muy comprometidos, cerca de las tablas, toreando para los adentros en cambiados por la espalda ajustadísimos, asumiendo enorme riesgo. Algunos muletazos con la derecha sobresalieron del resto por profundidad, con la mano baja, pero en ningún momento tomó vuelos. Por su parte el sevillano creo que se llevó un lote de muy escasa opciones que tan solo le dio para dejar algunos detalles de gusto y buenas maneras, su concepto del toreo con la mano baja pero poco más. En mi opinión, a diferencia de Navalón, más hecho, aún les queda camino que recorrer. 
Lo triste es que, al final de la tarde, lo que me quede en la cabeza sea una pregunta que me gustaría hacer al del palco, ¿por qué?.

Antonio Vallejo

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