Otra más de "no hay billetes", una tarde radiante en la que han empezado a aparecer por los tendidos de la Monumental rostros conocidos del famoseo, los medios de comunicación, el deporte, también de la política, con la explanada que en la hora previa a la corrida era un hormiguero de gentes en un ir y venir incesante, cámaras a la busca y captura de un rostro conocido, da igual el pelaje, en fin, la parefernalia habitual, todo al reclamo de dos nombres, Roca Rey y Cayetano, porque es así. No les pregunten a un porcentaje nada despreciable de los espectadores que hoy han asomado por los tendidos quien es Jorge Martínez ni de quien eran los toros que iban a ver. Ni lo sabían ni, tristemente, creo que les importara mucho. Unos irían a ver a Roca Rey porque es el reclamo en todas las plazas por sus triunfos y nadie quiere faltar y no salir en la foto de una tarde como esta para luego colgar el selfie de turno en redes sociales, otras, las más, a ver a Cayetano que las tiene más que enamoradas, es así, cada año se repite, con lo bueno y lo no tan bueno que tiene este público poco habitual, eso lo sabemos.
Lo que ya no sé es cual habrá sido su sensación al irse de la plaza. Yo desde luego sí sé cual ha sido la mía, la de una tarde rara y caótica por momentos, desordenada y con cosas difíciles de entender y explicar. En definitiva, como titulo, la tarde del desconcierto. Pero tengo la sensación que si para mi y seguramente para muchos aficionados ha sido eso para los que se asoman poco al toreo, no digo para los que vinieran por vez primera, ha tenido que ser un lío de narices. Estoy seguro porque es que lo he oído en el tendido a algunos, programa en mano, no se aclaraban que toro salía ni quien toreaba. Todo motivado por el manso primero que a la salida del caballo arrolló tras el primer puyazo al confirmante Jorge Martínez y tras el segundo, con la vara clavada al lomo, a Cayetano, que se libró del impacto de la puya que salió despedida como una lanza de milagro, pero no del tremendo palizón que le propinó destrozándole la chaquetilla y teniéndole entre los pitones. sin llegar a cornearle, afortunadamente. Tal fue el impacto y las heridas, contusión cervical, erosiones traumatismos varios, que fue atendido en la enfermería tras matar al segundo y alteró todo el orden de lidia de la segunda parte de la corrida, saliendo por orden inverso, sexto, quinto y cuarto. Imagínense el cacao que alguno tenía en la cabeza con los nombres. ¿Es o no desconcertante?.
Una corrida cuatreña, salvo el quinto, de Conde de Mayalde, cosa rara en este año, muy seria y ofensiva, algunos incluso escandalosamente desproporcionados, una arboladura nada acorde a su cara y su caja, una escalera de hechuras desiguales, pero que ha estado vacía, mansa en general, sobre todo en el caballo, y sin empuje ni poder, tono deslucido y poca transmisión, con muy pocas opciones, salvo el tercero, con más celo y entrega. Lo que sí que ha hecho la corrida es confirmar las enormes dudas que tenía sobre los toros de hoy y la poca conveniencia, en mi opinión, de ser elegidos para un día como el de hoy y en pleno San Isidro.
De Jorge Martínez que hoy confirmaba alternativa poco se puede decir, más allá que ha apuntado un buen concepto del toreo y buena maneras con el capote en un quite a pies juntos en el tercero, que ha intentado sacar con la mayor pulcritud posible pases en la muleta, buscando la colocación, con buen trato y trazo, tratando de bajar siempre la mano y ligar las series pero ha sido misión imposible. Un lote sin entrega, la cara alta, sin empuje, defendiéndose, como el manso primero, que entraba como un tren sin gobierno, áspero y bronco, haciendo confundir a algunos genio con bravura, soltando arreones violentos por la potencia descomunal de su cuello, de embestidas descompuestas y deslucidos, sin acabar de pasar, quedándose debajo, obligando a perder pasos a para no salir trasquilado, como ha sido el cuarto. Buena imagen del murciano, decidido y sereno ante la adversidad, sin perderles la cara, muy valiente ante los derrotes secos del primero. Más no ha podido hacer con lo que tenía delante, y encima ha tenido que ver como se ha aplaudido al primero en el arrastre, ¿pero que demonios le han visto?. Otra más que añadir al desconcierto.
Poco más o menos creo que se puede decir de Cayetano que ha pasado una tarde infernal tras la tremenda paliza y las heridas al primero que le destrozó la chaquetilla y le ha obligado a torera en mangas de camisa y chaleco. Muy rara se ha hecho la escena de la ceremonia de confirmación con ese aspecto, medio mareado y desorientado, físicamente muy mermado toda la tarde, bastante ha hecho con salir vivo de la plaza y demostrar la raza que lleva dentro intentando sacar de donde no hay a un lote infumable. En todo momento ha plantado cara a sus dos toros, poniéndoles la muleta en la cara, buscando arrancarles aunque fuera un pase con cierta calidad, empezando la faena la segundo como si fuera novillero, rodillas en tierra para intentar llevarlo por bajo y sufrir otro susto tremendo librándose por los pelos al saltar al callejón de mala manera, todo eso teniendo en cuenta que venía del tantarantán del primero, hay que echarle un par pero bien grande. Lo mejor, sin duda, unos muletazos por bajo a ese segundo para someterle, y la extraordinaria estocada en todo lo alto con la que fulminó a ese segundo. Es Rivera y es Ordoñez, así tiene la raza que tiene y que le ha hecho ganarse el respeto en esta tarde con su más que comprometida actuación.
La cara y la cruz ha sido esta tarde para Roca Rey. La cara en el tercero, al que ha lanceado de capa a pies juntos con un temple y una clase tremenda, mucho gusto y belleza en el saludo, y con el que ha arrancado la faena de muleta anclado al suelo, las zapatillas hundidas, estatuarios por alto, dos cambiados por la espalda de infarto variando el viaje en el último segundo a milímetros de los bordados y un final por bajo con una trincherilla que reconvierte a molinete y un pase de pecho sensacional. Luego dos tandas rotundas, reunidas y compactas por el pitón derecho, dándole distancia, encajado, metiendo los riñones, ceñidas, despacio, temple, mano baja, poder y mando, con recorrido y profundidad, una locura. Por el izquierdo es menos limpio, le cuesta pasar, no se entrega pese a lo que roba algún natural con enjundia y, cuando no quiere obedecer se lo cambia por la espalda con riesgo y emoción para resolver la situación. Toro a menos al que le acorta la distancia y compone una última serie de derechazos con la muleta muy puesta, tapándole la cara, ligazón y profundidad para finalizar con las bernadinas muy ceñidas típicas de su repertorio, muy arriesgadas pero que no me apasiona, aunque reconozco el mérito enorme de pasárselo como se lo pasa, pero creo que este toro bien hubiera servido para un final por bajo que siempre suele desprender aromas y torería. Faena muy medida que rubrica enterrando una entera levemente delantera y ligeramente atravesada que retrasa la muerte del toro y enfría algo la petición de oreja que, aún con todo, era mayoritaria. Pero el palco ya saben como es en estos días, sobre todo si ha escuchado algunas protestas sin sentido de los que tiene a Roca Rey enfilado y no paran de dar la matraca toda la tarde, con el "estás fuera" y el clásico, inevitable y cansino "se va sin torear" del notas de turno. La cruz en el quinto, manso, manso y manso, no es que se frene en los capotes, es que huye, en varas campa a sus anchas, comportamiento de manso, suelto, doliéndose, se va al que guarda puerta, allí nadie echa un capote, caos y desconcierto absoluto acorde a la tarde, un desastre absoluto y una lidia, por llamarlo de alguna manera, indigna e impropia de una plaza como Madrid. Le da mucha distancia en la muleta, el toro va, movilidad sin entrega, pasa, se va suelto, hasta tres veces igual, entre las rayas del 7, hasta que en una de esas le adelanta la muleta, lo embarca y recoge cerrándole la salida para componer un par de series en redondo de calidad, ligadas y con poder, de mucho mérito que han sido lo mejor, porque por el izquierdo nada, protesta y se defiende. Toro a menos por lo que decide acortar distancias y en las cercanías de los pitones tira de recursos pasándoselo por ambos pitones sin inmutarse, algo que en LasVentas gusta poco, por lo que ha escuchado pitos in crescendo en los compase finales. Pitos que han ido a más y más tras los pinchazos y la entera defectuosa, muy caída, insuficiente para hacer doblar al toro. Un aviso, el de Conde de Mayalde amorcillado en tablas, Roca Rey que no se decide a usar el descabello, primer aviso, todo igual, pasan los tes minuto y segundo aviso, todo igual, ni noticias del estoque de cruceta, el toro se va barbeando tablas, quedan segundos para el tercero y el descabello ausente, y Roca Rey también, como ajeno a todo, como si no fuera con él, desconcierto absoluto, no podía ser de otra manera en esta tarde. Y justo cuando el toro decide doblar el presi ordena el tercer aviso, ¡anda que ha sido oportuno!, podía haber tenido un poco de mano izquierda y aguantarse un segundo más, y la bronca de las más fuertes que he escuchado en mi vida. Si esto fuera fútbol sería claramente jugada de VAR.
Tomémoslo con cierta sorna en esta tarde de desconcierto.
Antonio Vallejo
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