lunes, 17 de junio de 2019

Corrida de la Prensa: Desbandada en Las Ventas


Corría el quinto de la tarde, la faena de López simón discurría en una sucesión de muletazos sin argumento, muy mecanizados, pases y pases a un toro con nobleza pero muy poca duración, menos emoción  y sin ninguna conexión con unos tendidos más pendientes de las informaciones que pudieran llegar de la enfermería, aunque quien más quien  menos se temía que Pablo Aguado no podría salir a matar el sexto. Se confirmaron los malos augurios y Fandi se encargaría de la lidia y muerte del ultimo de la tarde. Desbandada en Las Ventas, la gente abandonando sus localidades a toda prisa, imagen y resumen de lo que había sido la tarde. La desilusión arribó a la plaza al ver al sevillano dirigirse a la enfermería por su propio pie tras matar al tercero y dejó a La Monumental sumida en un estado de aturdimiento que hacía mucho que no veía. El cuarto y el quinto toro no interesaban tras haber visto lo que vimos a Pablo Aguado con el tercero, tan solo interesaba volver a verle torear como él lo hace. Una cornada al entrar a matar al toro de Santiago Domecq, recto, por derecho, fue la causante de la letárgica depresión de los tendidos. Desbandada en Las Ventas, más gráfico imposible.
Una corrida de Santiago Domecq para mi gusto muy bien presentada, seria y con varios ejemplares de buenas hechuras, para mi los tres primeros, que también fueron los de mejores condiciones, con fondo de bravos y nobles, enclasados, muy soso y deslucido el cuarto, con nobleza y clase, colaborador el quinto y un sexto bravo en el caballo, con movilidad y fijeza en banderillas pero al que vaciaron en esos primeros tercios y llegó a la muleta exhausto. No acertaron dandi y López Simón en el planteamiento de sus faenas a los dos primeros toros, especialmente el primero. No lo toreó mal de capote, a la verónica, fue bonito el duelo en quites, saltilleras de López Simón y chicuelinas de Fandi, sufriendo un tropezón y quedando merced del toro. En un alarde de reflejos, facultades físicas y veteranía se hizo el quite a sí mismo lanzando el capote a la cara del toro. Toro que se empleó en varas, empujó con codicia, cumpliendo, y que en banderillas permitió al granadino desplegar todo su repertorio habitual, bullicioso y con alguna ventaja a toro pasado pero haciendo las delicias de sus incondicionales. Comenzó la faena de muleta igual de bullicioso, de rodillas, redondos largos y bajos, muy intenso, pero una vez en pie no consiguió acoplarse ni darle el ritmo que precisaba el buen toro de Santiago Domecq, metía la cara con clase, humillaba, repetía con fijeza. Toro que pedía temple y mando, darle distancia y pausas, llevarlo despacio y aprovechar así las magníficas condiciones. faena a menos con una sucesión de pases que no encontraban eco arriba. Al final gran ovación al. buen toro y pitos para Fandi. El segundo salió abanto y sin fijeza pero mantuvo una excelente pelea en varas, empujando con celo, bravo toro. Toro con movilidad y fijeza al que el madrileño no le acabó de encontrar el punto. Yo creo que pedía sitio y distancia y me  ha dado la impresión que salvo los primeros muletazos con cambiados por la espalda encimó mucho al toro y digamos que le "ahogó". Faltó acople a mi modo de ver, lo que no permitió sacar cuanto llevaba dentro el De Santiago Domecq, que cambió sus fracasa embestidas iniciales por punteo de las telas al segundo o tercer muletazo de cada serie, desluciendo el conjunto. Como ocurrió con el primero, ovación fuerte para el toro en el arrastre y pitos para Alberto López Simón. 
Llegaba el tercero, llegaba Pablo Aguado rodeado de una atmósfera de expectación no vista por aquí desde hace mucho tiempo. Toro que echaba las manos por delante al que Aguado recibió con el capote con suavidad, dejándole llegar, pasándoselo con suavidad, muy relajado, siendo lo mejor una media verónica de remate con sello morantista. La faena de muleta fue un recital de buen gusto, temple, suavidad, despaciosidad, relajo, torería, empapado del toreo eterno, cargado de aromas del sur, azahar y romero. Primero con la derecha, después al natural, cada muletazo era un pintura en sí mismo, trazos de maestro, de genio, de esos tocados con la varita mágica del duende. Compone la figura, cita con una elegancia y naturalidad fuera de serie, conduce la embestida con temple infinito y suavidad exquisita, redondos y naturales para soñar y no despertar, trincherillas y los de la firma, sublimes, los de pecho lentísimos, de pitón a rabo, ayudados por bajo destilando una clase descomunal. Todo va brotando fruto de la inspiración, nada es forzado, rostro sereno, ni un gesto de crispación, brazos lánguidos, muleta de seda que transporta la embestida al Olimpo del toreo, elegancia, a toneladas, la manera de andarle en la cara, sevillanía para embriagarse, arte puro para enamorarse.  Y la plaza en silencio sepulcral, por momentos mi mente transportada en el espacio a La Real Maestranza y en el tiempo al toreo añejo que tanto me enamora cada vez que regresa del pasado. Silencio solo roto por los olés roncos y sentidos de una afición maravillada, quejíos flamencos de pasión en Madrid, una armonía y conjunción perfecta toro-torero-afición que difícilmente volveré a sentir. Culminada la maravilla, abandonado a la inspiración, dueño del duende, todo hecho, Madrid en pie, en estado de trance, levitando, asiste en respetuoso silencio a la suerte suprema, deseando solo una cosa que miles de corazones ardientes de emoción torera esperan para estallar de júbilo. Se tira a matar Aguado, recto, por derecho, pincha, el toro le empitona por el muslo, cornada, se duele, la sangre mancha la taleguilla, pasa un calvario con los aceros, pero da igual, para mi ese tiempo no existe, se ha borrado de mi cabeza, no me importa, lo grande ha sido sentir el alma rota de alegría por tan infinita torería. Gran ovación a otro buen toro de Santiago Domecq y una ovación mucho mayor para Pablo Aguado, una ovación tan de verdad que llega a hacer asomar algunas  lágrimas en los ojos de unos aficionados que se resisten a ver al joven maestro abandonar por su propio pie camino de la enfermería.
¿Les extraña que tras la intensidad de lo vivido Las Ventas hayan quedado sumidas en  letárgica depresión?. La sensación que he tenido es que la plaza se ha desinflado, se ha quedado huérfana de toreo, adiós a los sueños albergados y guardados como un tesoro del que Aguado tenía la llave. 
Poco interés han tenido cuarto y quinto, noblotes por decir algo, pero sin fondo, sosos y deslucidos. Ni las banderillas bullangueras de Fandi consiguieron sacar del letargo a los tendidos. Solo el sexto pudo redimir en algo la tristeza de una afición resignada a no volver a ver al sevillano. Un toro con clase y entrega, humillación en el capote y fijeza, lo que aprovechó Fandila para recibirlo con un ramillete de verónicas templadas, acompañadas con la cadera, con mucho gusto, para después dejarnos una variedad de suertes de capa entrelazadas, chicuelinas galleando, caleserinas, faroles, todo un repertorio de toreo bueno de capa. Sensacional pelea del último toro del serial isidril, no del abono, en el caballo, arrancándose de lejos con sensacional galope, empujando con la cara abajo y metiendo los riñones, llegando a derribar al picador de forma aparatosa en el primer encuentro. Grandísimos puyazos de Manuel Bernal perfectamente agarrados y medidos que se retiró en medio de una atronadora ovación. Parte del público censuró a Fandi su manera de colocar los palos, esto le tocó la moral u otra cosa, sacó su vergüenza torera y dejó los mejores pares de toda la tarde, con máxima exposición al clavar por dentro y mucha verdad, esta vez cuadrando en la cara. Pero entre lo que se exigió al toro en varas y en banderillas, el granadino incluso pidió al palco permiso para colocar un cuarto par, algo innecesario a todas luces, el buen toro de Santiago Domecq llegó a la muleta sin un gramo de energía a pesar des clase. No dio para más, pases inconexos que no llevaban a nada, no existió faena y Fandi hizo bien al abreviar.
Pero para entonces la tarde ya estaba marcada por Pablo Aguado, por el recuerdo imborrable del duende, de su toreo magistral, divino, y por el vacío en que nos dejó inmersos su ausencia. Desbandada en Las Ventas, ¿a alguno le extraña?.

Antonio Vallejo

domingo, 16 de junio de 2019

Paco Ureña, el cielo ganado... y el viento a favor


Le ha costado mucho, esfuerzo, sacrificio, sufrimiento, valores representan lo que son los toreros, hombres con una capacidad de superación admirable frente a todo tipo de adversidades. Paco Ureña ha trabajado mucho durante años, ha peleado y se ha fajado ante todo tipo de toros, en todo tipo de plazas, de aquí y allí, ha luchado en pos del sueño de cualquiera que se viste de luces y ayer alcanzó esa anisado meta, ayer abrió la Puerta Grande de Las Ventas y pudo tocar con las manos el cielo más bello que nadie pueda imaginar, el cielo torero de Madrid, que cuando se entrega lo hace como nadie, aunque a veces esa entrega tiene ciertos matices que conviene también no olvidar. Dos orejas a un grandísimo toro de Victoriano del Río, un toro de sensacionales hechuras, un toro bravo, noble y enclasado, un toro de vuelta al ruedo al que no se le dio ese honor que merecía. Empanado se llamaba ese toro que de salida se entregó al capote del murciano y abrió de par en par las ventanas de la transmisión para que una imparable corriente de emoción corriera por toda la plaza llenado los pulmones de unos aficionados que enloquecían a cada olé. Verónicas templadas, con una despaciosidad hipnotizante, deteniendo las agujas de los relojes, una tras otra, relajado, a compás, ganando pasos, hacia fuera, con el toro barriendo la arena con el hocico, maravilloso conjunto. Bravura en el caballo, arrancándose con magnifico tranco, metiendo la cara abajo, empujando con los riñones, fijeza, gran pelea y mejor si cabe Pedro Iturralde, sobresaliente, matrícula de honor le daría yo a los dos puyazos, perfectamente agarrados, arriba, centrados y delanteros, administrando a la perfección el castigo, ni una gota más ni una menos de lo que el toro precisaba, grandísimo picador. Como magnífico fue el tercio de banderillas en el que Curro Vivas y Álvaro López "Azuquita" colocaron los palos con una facilidad y una clase tremenda, acompañados por una lidia portentosa de Agustín de Espartinas, vaya dos capotazos que pegó para dejar al toro perfectamente colocado. Magníficos toreros de plata, es un placer verles torear. El inicio de faena pone directamente a la plaza en pie. Estatuarios que hilvana con tres trincherazos monumentales, un derechazo mirando al tendido, casi de desdén y un pase de pecho de pitón a rabo para no olvidar. Series por el pitón derecho profundas, ligadas por bajo, el toro humillando y siguiendo los vuelos con fijeza, el hocico olisqueando la arena venteña, bravo y noble, Ureña encajado, enroscándose al toro, a ratos crujiendo la cintura, a ratos desmayado, alargando la mano, tirando del toro, recorrido, emoción, belleza. Fueron dos series, rematadas por unos de pecho antológicos, de pitón a rabo, pero dos series de órdago antes de cambiar al pitón izquierdo. Los primeros naturales no tienen el mismo recorrido, incluso en un par de ellos se queda a medio viaje y hace amago de perder las manos ante el poderío de mano baja de Ureña, incluso en uno de ellos el murciano se queda descolorado y un tanto fuera, o al hilo del pitón, según se quiera ver, pero no pasa nada, la gente espera un par de segundos y el natural se completa con suma belleza y con el consiguiente y lógico olé, como debe ser, porque así se mantuvo la ligazón de la tanda y la emoción no cedió, como debe ser. Pero claro, eso debe ser así siempre, porque para ligar el toro es imposible estar siempre cruzado, pero ayer no escuché a ninguno de los fans del cruzamiento pedir que se cruzara a la milésima de segundo, valga la redundancia. Es una pena que ese criterio no se siga siempre, con independencia de que el torero se llame Paco, también me gustaría el respeto que hubo ayer para otros que se llamaran Julián, Enrique, Jose Antonio, Jose María, Miguel Angel, Andrés, Ginés, David, Manuel, Fernando, etc. vamos, por poner algunos nombres así, al azar. Pero lo importante es que la segunda tanda de naturales fue de delirio, cuatro naturales con un temple mágico, con una largura y una hondura fuera de serie, ligados por bajo, jugando las muñecas con una suavidad embaucadora, los vuelos perseguidos por la bravura de Empanado, rematando la serie con otra pareja de desdenes que ponen patas arriba a una plaza entregada, rendida al maestro. Dos tantos por el derecho y otras dos por el izquierdo, la plaza en efervescencia, considera Ureña que todo está hecho y se dirige sin dudarlo a por la espada de verdad. Me ha refrescado la memoria esta mañana un buen amigo con la faena de la despedida de Juan Mora en la Feria de Otoño de 2010, una faena similar, tan sentida y con tanta torería como la de Ureña ayer, pero con la diferencia que el maestro de Plasencia torera con la espada de matar montada, lo que le confirmó a aquella faena una mística especial puesto que al rematar con un pase derecho se quedó perfectamente colocado para entrar a matar y pasaportó al toro con un estoconazo en todo lo alto. Ayer no fue así, Ureña se fue a las tablas, dejó la ayuda y tomó el estoque de hacer, y antes de entrar a matar rubricó la faena nos deja una última serie de naturales quebrando la cintura, incluso algo forzada la postura, pero muy ceñidos, encajado, de mucha profundidad. Hunde la espada hasta la empuñadura, algo trasera y desprendida, lo que hace que el toro tarde unos minutos en doblar, pero esta claro que era cuestión de un poco d epaciencia y dejar que el bravo toro de Victoriano del Río, Empanado, doblara las manos. minutos interminables que la gente esperó con tranquilidad, como debe ser, ¿o no?. Lo digan porque otros días, como el toro no doblara a los quince segundos, ya estaban algunos con pitos y reprobaciones, pero ayer no tocaba, menos mal. La pena es que no se mantenga el mismo criterio sin atender al nombre, Paco, Julián, Enrique, Jose María..... pero dobló, la plaza fue un mar de pañuelos y las dos orejas cayeron sin discusión alguna, porque no podía haberla, porque la faena, aunque corta y nunca sabremos si hubiera dado para más, fue antológica, plena, rotunda, torera y por sí valía una oreja, y la otra porque la estocada se la merecía también, aunque cayera con algún defecto, que siempre lo he dicho, me da igual, fue suficiente para pasaportar al toro, aunque tardara unos minutos en caer. Parece ser que no ando tan desencaminado en mis criterios, con la diferencia que lo valoro igual con independencia del nombre del torero. Lo de Ureña de ayer fue para rendirse, como lo fue Empanado, un grandísimo toro que era de vuelta al ruedo, pero que no se le dio porque nadie la pidió. Es curioso que aquellos que pomposamente se autodenominan toristas, que velan por la pureza del toro y que tantas tardes se rasgan la camisa con toros que valen muy poco comparados con Empanado porque tiene un par de arrancadas al caballo, ayer no fueran capaces de pedir la vuelta al ruedo para es toro de Victoriano del Río. ¿Acaso ese era el problema?, ¿la divisa?, ¿que hubiera pasado si hubiera lucido la divisa de unos de "sus" hierros?. ¡Ay las filias y las fobias!, ¡que malas son!. Y lo repito por si a alguien  le queda alguna duda, dos orejas inapelables, no le pongo ni un solo pero, es más, le doy más mérito aún por las condiciones en las que toreó, con una posible fractura costal después del tremendo volteretón que le propinó su primer toro. Tan solo me gustaría que a a todos se le midiera por igual, que si ayer se valoró y respetó el pundonor y la verdad de Paco Ureña se haga lo mismo con todos, porque todos se juegan la vida por igual, porque todos se repone de volteretas y cornadas por igual, pero algunos traen los juicios ya hechos de casa y se pone a favor o en contra por el nombre. Ayer Ureña estuvo antológico pero el viento le soplaba a favor, que eso ayuda. Es como jugar en tu campo y con el árbitro de tu parte, ganas el partido casi seguro. Lo vimos precisamente en el segundo, un toro también de sensacionales hechuras, muy serio. Hasta ene so le sonrió la suerte al murciano, los dos toros de mejores hechuras fuero los dos mejores y los dos, casualidades o no del sorteo, le correspondieron al murciano. El saludo a ese toro fue igual de templado, sedoso y torero como el que antes les conté. Por verónicas, desmayadas, cadenciosas, ganándole terreno para rematar con una revolera abandonada de cartel. Magnífico una vez más Juan Francisco Peña, extraordinario picador que debe ser quien se lleva los galardones al mejor puyazo de la feria, han sido unos cuantos y el de ayer suma uno más de premio. Menuda pareja de varilargueros, Peña e Iturralde, un lujazo. En quites asistimos algo que hacía mucho no veíamos, algo tan apasionante como la rivalidad, un quite de ensueño de Ureña por verónicas en le centro del anillo, templadísimas, sedosas, para volverse loco, la réplica de Roca Rey por chicuelinas ceñidas a unos bajas, muy templadas y rematada con una media de cartel y la contrarréplica del murciano por delantales,  lentísimos, eternos, le tiempo detenido en el capote que remata con una media arrebujada repleta de sabor. Momento mágico, la piel de gallina, una emoción que solo el toreo puede hacer sentir. Momento tan solo emborronado por algún bocachancla que no tuvo cosa mejor que hacer que meterse con Roca Rey reprochándole que no toreara por verónicas. En fin, cada uno hace el quite como quiera, digo yo, pero quería dejar claro que ayer el viento iba a soplar a favor de uno y claramente en contra de dos, Castella y Roca Rey que lidiaron, el primero con un lote infumable y el segundo con un lote mano al que pudo y toreó de maravilla, sacando lo que no había, pero a quienes no dejaron en paz ni un segundo, reproches, impertinencias, gritos, silbidos, auténticamente insoportable, tanto que el peruano se volvió hacia ellos un par de veces para pedirles un mínimo de respeto. Y digo esto porque viendo repetida la corrida en Canal Toros le preguntaron a Roca Rey tras matar al que lidió en quinto turno si había pedido paciencia a ese sector que no paraba de molestar y el limeño contestó como torea, templado, firme, valiente y con torería. Dijo que no, que lo que les decía es que se callaran de una vez. ¡Olé!. Porque si Castella solo pudo hacer gala de su portentosa técnica para mantener en pie a su lote y sacarles muletazos de mérito, solo a media altura porque no aguantaban más, con enorme tesón y disposición, Roca Rey entendió a sus dos mansos a la perfección, se los llevó a las tablas y en le tercio les planteó dos faenas de mucho peso, poniéndoles la muleta en la cara, llevándolos muy tapados, sin mostrarles la salida, además bajando la mano, además por ambos pitones, con mucho esfuerzo, tesón y paciencia, la que no demostraron los que le tiene ya en le punto de mira y no le tragan. Decía que no ponía ni un reproche a las dos orejas de Ureña al que lidió sexto al correrse turno como tampoco pongo ni un solo pero a la actuación de Sebastián y Andrés, porque el nombre no me importa, estuvieron muy por encima de sus lotes y no mereciera el trato que recibieron de parte de los que no vieron que Empanado era de vuelta al ruedo. Esa es su fiabilidad y su sapiencia. Quedó demostrado en la faena de muleta a ese segundo, que Paco comenzó sentado en el estribo y con la mano agarraba a las tablas, estampa muy torera pero a lo mejor no la más adecuada manera de arrancar el trasteo en ese toro. Mejoró al recuperar la verticalidad, tres trincherazos maravilosos, de esos que si los hubiera dado uno de nombre Jose Antonio le hubieran gritado lo de "hay que torear". Faena planteada y ejecutada prácticamente al natural, el toreo en redondo fue testimonial, con naturales de inmensa hondura y temple pero alternado con otros de menos limpieza, con toques a las telas, con emoción tremenda algunos, con menos ritmo otros, y con cierta falta de continuidad en general. Muy enterado Ureña, bajando mucho la mano, obligando una enormidad al toro, que por momentos se quedaba corto, abajo, y en uno de esos montos soltó un derrite seco que lanzó a Ureña por los aires, segundos de angustia con el torero entre los pitones, sin poder adivinar si iba corneado o no. Afortunadamente no fue así, "solo" el polizón y una posible fractura costal. Se repuso y volvió al natural, arrebatado, enroscándose al toro, sensacional, muy ceñido, el éxtasis en los tendidos, abrochando la faena con unas trincherillas de un gusto exquisito. Una lástima el pinchazo y una entera algo caída que le valió una merecida vuelta al ruedo que no entiendo como dudó en dar. Hay que dar el valor que siempre han tenido las vueltas al ruedo, aunque algunos vociferen. Pero ayer no era el caso, nadie iba a discurtirlo. Los que somos aficionados de verdad, los que vamos a la plaza a disfrutar con la emoción del toreo sin filias ni fobias, no lo íbamos a hacer, y los que llevan los juicios preparados de casa tampoco, porque ayer el viento soplaba a favor para llevar al paco Ureña al cielo que se ha ganado con total merecimiento. ¡Ole, maestro!.

Antonio Vallejo 

sábado, 15 de junio de 2019

31ª de San Isidro...y última


Así es, ayer viernes echó el telón este maratoniano San Isidro 2019, un mes exacto, de 14 a 14, con lo bien que hubiera resultado si este final se hubiera fijado para el pasado domingo 2 de junio dejando el anterior fin de semana y este para las tres corridas extraordinarias, que para eso son extraordinarias, para que luzcan, por sí solas, sin necesidad de encastrarlas en medio de un abono que ha ido perdiendo fuelle hasta llegar agotado a la meta. Exactamente igual que un maratón, empiezas bien, con ganas, pasan los primeros kilómetros y aguantas repechos y tramos complicados, llegas al medio maratón y te empieza a tocar las narices los cambios de ritmo, pero los aguantas mal que bien. pero, ¡ay amigo!, a partir del kilómetro treinta, en el último tercio de carrera, pasa en todos, llega el muro, el famoso muro, que dicen que es psicológico pero que en Madrid en Madrid es real. Volver de la Casa de Campo hasta acabar en el Retiro clásicamente y los dos últimos años en el Paseo del Prado porque a la alcaldesa que por fin hoy va a desaparecer del mapa le salió de sus mismísimo, es una tortura y se hace eterno, llegada agotado, se lo juro, que he corrido unos pocos. San Isidro ha sido eso, un maratón con su muro que ha sido la última semana, incluso podría largarlo dos o tres días más, salvando la corrida de Beneficencia que nos dio un respiro en medio de lo deslucido y poco atractivo de lo que hemos visto, por no decir aburrido, calificativo que oido emplear cuando hablo de toros porque me parece de largo el peor de todos. El aburrimiento es el peor enemigo de la Fiesta, y eso se ha visto en estos últimos nueve o diez días. Solo hace falta atender a la asistencia. Salvo la Beneficencia todas la tardes por debajo de los dos tercios de plaza, dos que no llegaron ni a media entrada y un par de ellas más con algo más de media, muy pobre. Espero que sirva dereflexión para el futuro porque creo que mi impresión y mi opinión es compartida por muchos aficionados y abonados, al menos hablando entre los muchos que conozco así es.
La de ayer no pude verla en la plaza y la vi por televisión,  por una serie de circunstancias que fueron llegando en los últimos días y que enredaron la situación de tal manera que me hicieron tener que variar diferentes planes que tenía para la tarde y noche de ayer, modificando unos o cancelando otros. Entre esas variaciones estuvieron los toros, para desgracia mía, algo que siento doblemente primero porque aunque me dijeran que esto iba dura una semana más seguiría yendo cada tarde, así es esta bendita afición, y segundo porque a quienes les cedí mis abonos no pudieron disfrutar de una gran tarde de toros, aunque estoy seguro que lo pasaron muy bien por la magnífica compañía. Sí, fue una tarde que siguió la tónica de estos días, tónica a palo seco, sin nada de ginebra para alegrarse un poco, una corrida de Fuente Ymbro deslucida y sin fondo, descastada y falta de raza, con muy escasos montes de emoción y muy pocas posibilidades de lucimiento para Jesús Martínez Barrios "Morenito de Aranda", Pepe Moral y José Garrido. Seis toros muy serios, esos sí, incluso me atrevería decir que algunos exagerados, tremendamente ofensivos y muy astifinos, desiguales de hechuras un tanto bastos, alguno con más romana que otra cosa. Una corrida que, como ha ocurrido a lo largo de las 27 corridas de a pie del abono - 24 de toros y tres novilladas - no se empleó en el capote, algo que no tiene explicación lógica, que de 162 toros lidiados, sobreros al margen, se puedan contar con los dedos de una mano los que nos han brindado un saludo capotero lucido y emocionante. Tarde tras tarde me habrán leído lo mismo, quizás hasta cansarles, toros que salen con las manos por delante, la cara alta y que no se entregan en el capote. A bote pronto solo recuerdo el saludo de Ginés Marín a un toro de Garcigrande, a David de Miranda con los juampedros el día de su confirmación de alternativa y al novillero Francisco de Manuel con un utrero de La Quinta. Lo demás han sido habas contadas en el capote, muy alejados de esas verónicas apasionantes con las que otros años nos han deleitado nombres como Morante, Manzanares, Ponce o Cayetano, ausentes este año, y los presentes, sensacionales capoteros como Juli, Ginés, Ferrera, Castella o el mismo Morenito de Aranda ayer, no han podido brillar por las escasa condiciones de ls toros en el primer tercio. No se cual será la causa, pero es llamativo que el porcentaje de toreo de capa con emoción y sentimiento haya sido tan ridículo, reducido prácticamente a lo testimonial. Es cierto que ha habido quites muy buenos, casi siempre por gaoneras o saltilleras, algunos más  por chicuelinas y también ha sido testimonial el quite por excelencia, por verónicas, que tan solo lo recuerdo de Juli, Ginés Marín y uno ayer de Morenito de Aranda. Todos los lances de capa son bellísimos, sin duda, pero a dónde te lleva una verónica templada, mecida, acompasada, eso no tiene igual. Morante, ¡cuanto te he echado de menos!. Para seguir con lo que tantos días también ha habido que repetir, una corrida que tampoco se ha empleado en varas, sin empujar abajo ni meter los riñones, dejándose pegar en la mayoría de los puyazos.
Con todo esto no es difícil imaginar lo que ha pasado en la muleta. Exacto, poco, muy poco.  Iba la corrida por el segundo y me llegó un WhatsApp de un buen amigo que decía, textualmente: Maestro, vaya tostón!!!. Y era el segundo de la tarde. No se equivocó, como suele ser, pocos conozco más acertados en los pronósticos taurinos, mezcla de saber y experiencia. 
Morenito de Aranda lidió un primero que manseó en el caballo y mantuvo su condición de manso en la muleta, aunque mostró algunos apuntes de nobleza y fijeza, pero sin entregarse. Buena disposición del burgalés que tan solo pudo sacar algunos muletazos de buen trazo, un par de trincherillas marca de la casa, preciosas y muy toreras, y nada más. Con el cuarto tan solo pudo dejarnos como muestra una media verónica de cartel en el saludo porque el fuenteymbro no se dejó más. Un toro que tuvo movilidad y mejor inicio que final de muletazo. Entraba bien en las series por el pitón derecho, tomaba un par de redondos con buen son pero al tercer muletazo se desentendía y soltaba la cara. Faena con intermitencias, a la que le faltó ritmo para tomar vuelo y en la que de nuevo nos dejó algunos detalles de su torería en otras trincherillas repletas de aromas toreros y un pase de desdén maravilloso. Poca suerte la del burgalés en este San Isidro, prácticamente inédito en sus dos tardes con lotes de pocas opciones.
Pepe Moral no tuvo su tarde. No es que sus toros fueran buenos, pero el quinto creo que fue el que tuvo más opciones, sin duda el mejor de la corrida, toro con movilidad apuntada elle quite por chicuelinas de Garrido y en las primeras arrancadas a los estatuarios del sevillano por largas cambiadas en el centro del anillo. Una veces el viento que una tarde más volvió a azotar con fuerza en Madrid, otras la falta de acople, el caso es que sus dos faenas fueron a menos. Incómodo vi a Moral ayer, sin acabar de encontrar la distancia ni el ritmo que pedían sus toros. repito, no es que fueran muy allá, pero sí que tuvieron nobleza, fijeza y cierto recorrido. Las dos primeras tandas por el pitón derecho al segundo tuvieron su profundidad y ligazón, por el izquierdo no pasaba, soltaba la cara y neta las telas y a partir de ahí la faena fue a menos, con el toro a media altura y el sevillano sin encontrar el sitio. Algo parecido ocurrió en el quinto, con movilidad, buen son y humillación en el inicio de faena. Trasteo sin ritmo y de nuevo con el sevillano incómodo, quizás encimando a un toro que creo que pedía algo más distancia y aire. Faltó acople y la faena quedo en un quiero y no puedo ante el toro que más posibilidades dio. 
El extremeño José Garrido volvió a dejar una muy buena impresión en Madrid, refrendando el. momento que atraviesa y su capacidad para poder a los toros. Al tercero pienso que lo entendió de maravilla, un toro nada fácil y exigente, que seguía la muleta con celo sin irse de los vuelos, obligándole a perder uno o dos pasitos en cada muletazo para poder colocarse. Enorme el tesón y la capacidad técnica de Garrido que acabó sometiendo al fuenteymbro en una tanda en redondo portentosa, poderosa y profunda, ligando por bajo, con enorme calidad. Fue lo mejor de una faena de mérito que se emborronó con un bajonazo que, en honor a la verdad, se debió a que el toro perdió una mano en le embroque y provocó la mala colocación de la espada. Las imágenes a cámara lenta de Canal Toros son una maravilla para apreciar esos detalles que en la plaza es casi imposible ver. El sexto de Fuente Ymbro fue devuelto por su evidente falta de fuerzas y en su lugar saltó un sobrero de Conde de Mayalde que conocía los corrales de Las Ventas como si hubiera nacido allí. Tengo por costumbre guardar los programas de mano y las hojitas anexas con las cuadrillas y los toros de cada tarde, me retomado la molestia de repasarlas  y Joyero, este sobrero de Conde de Mayalde, aparece las tardes del 20, 22, 23, 24 y 30 de mayo anunciado como sobrero en dichas hojitas. Hay otro también con el que estamos intimando los aficionados, Cordobán, de Valdefresno, un bicho de 652 Kg que lleva apareciendo como sobrero en los programas ni sé los días. El día que salga, espero que no sea ni hoy ni mañana, habrá que darle una ovación a la paciencia y el aguante en los corrales, va a ser casi como de la familia. Así salió Joyero, haciendo extraños y cosas raras, lo propio de un toro corraleado, frenándose, amagando,  muy feo. Arrancó con brío y algunas esperanzas la faena de muleta, se dejó sacar naturales con temple y cierta hondura pero duró poco, comenzó a soltar la cara y reponer, claramente a menos y cada vez con más brusquedad. No fue la tarde de Garrido con la espada y abandonó la plaza como sus dos compañeros de terna, en silencio, pues ese fue el resultado de la corrida, seis silencios seis.
Esperemos que tras el duro maratón isidril la Cultura de hoy y la Prensa de mañana nos sirvan para recuperar el cuerpo y sobre todo la cabeza, porque si ha faltado algo para agotarnos aún más ha sido el ambiente tan crispado y enrarecido que ha habido durante casi toda la feria, curiosamente rebajado en esta última semana que ha sido sin duda la peor, pero que contaba con nombres que gozan de bula para los agitadores, esa es la cuestión. Salvo Beneficencia, claro. La coherencia y congruencia, ya saben.

Antonio Vallejo

viernes, 14 de junio de 2019

30ª de San Isidro: Cuadros de Cuadri


Tras la Beneficencia regresaba el abono, la penúltima, mañana la última y para el fin de semana la de Cultura y Prensa, las otras extraordinarias que se ofrecían junto al abono y que creo que ningún abonado ha renunciado a ellas porque, salvo cuatro o cinco carteles de auténtico interés eran lo más rematado. Volvemos a aterrizar en una plaza con unos dos tercios de entrada y mucho cemento al aire, volvemos a la cruda realidad de un San Isidro a medio gas en cuanto a público y a la desesperante comprobación de que las emociones y el toreo de ayer fue un oasis en el desierto. Después del arrebato de ayer con el "no hay billetes" colgado y la pasarela de famoseo y rostros conocidos del mundo del toro, el deporte, la farándula y quién sabe qué más hoy despertábamos del sueño y nos abofeteaba la dureza del día a día de este San Isidro largo y plúmbeo en esta última semana que se está haciendo cuesta arriba.
Muy poco ah contribuido la corrida de Cuadri para aliviar la fatiga de estos días en los que poco o nada ha pasado y que han tenido como nota común la desilusión y la decepción. Ha sido que la despedida de un ganadero como Fernando Cuadri haya sido tan triste y gris. Muy lejos queda aquel año 1996 en el que la ganadería onubense fue galardonada con el premio a la mejor corrida de ese San Isidro, o las muy buenas corridas que lidió en 2010 y 2014 en Madrid dentro del ciclo isidril, muy lejos en el tiempo y en el comportamiento de los toros. Cuadri es un ejemplo admirable de amor y entrega al toro bravo, un ejemplo de trabajo y esfuerzo siguiendo siempre una misma línea sin renunciar a sus principios. Es muy difícil mantener en pie y en primera línea una ganadería tan peculiar como es Cuadri, que se considera ya un encaste propio con origen en sangre santacolomeña, pero que se nutre única y exclusivamente de su propia sangre y que ha criado un toro diferente a todos, algo parecido a lo que es Miura. Y hay que descubrirse ante eso. La fuerte ovación que Fernando Cuadri ha recibido por parte de una plaza en pie antes de que saltara el primero de la tarde ha sido el gesto de reconocimiento y agradecimiento de Madrid hacia alguien que representa la verdad y la pureza del toro.
Después han ido saliendo uno a uno los seis ejemplares que desde Huelva embarcó el ganadero camino de Madrid, seis toros de una seriedad imponente, de unas hechuras excelentes, con el trapío propio del hierro, seis toros de bellísima lámina, preciosos, una delicia para la vista, pero seis toros que se han quedado en eso, en lienzos maravillosos, cuadros en los que mirar y admirar la estampa de la bravura. Por desgracia todo ha sido fachada, un armazón con muy poco contenido dentro, seis toros faltos de raza y casta, sin recorrido, sin movilidad, parados, a la defensiva, que reponían, que se revolvían, siempre con la cara alta, soltando derrotes secos al aire, sin humillar, sin clase y justos de fuerzas, las  manos por delante de salida, sin entrega. Una pena, no se merecía D. Fernando una despedida de Madrid así.
Ni Rafaelillo ni Octavio Chacón han tenido opción alguna con sus respectivos lotes. Toros sin una gota de emoción, deslucidos, soltando la cara y reponiendo, eso cuando no rebañaban. más que dignos han estado ambos matadores, tratando de ponerles la muleta, de llevarlos embarcados, pero nada de nada, los curdos no se dejaban. rafaelillo ha podido sacar tres o cuatro muletazos en redondo al primero pero nada más que reseñar, salvo que los dos han estado más que dignos, voluntariosos y tenaces, sin perder la cara a los toros en ningún momento, exponiendo con verdad en muchas fases de la faena, como el arrimón de Chacón en el segundo, siempre con los cincos sentidos alerta ante unos toros que se revolvían a medio viaje. No se les puede pedir más al murciano y al gaditano, mucho esfuerzo sin recompensa ni reconocimiento.
López Chaves ha contado con el único del encierro que ha tenido al menos una dosis de movilidad y entrega por el pitón izquierdo, el quinto. Un  toro al que a base de colocación, paciencia y el conocimiento que da la veteranía ha conseguido someter en tres tandas de naturales magistrales, templados, con hondura, la mano muy baja, con los vuelos de la muleta barriendo la arena venteña, todo muy despacio, naturales lentos para disfrutar uno a uno, rematando las series con sensacionales de pecho, especialmente el último, lentísimo, una eternidad llevándoselo de pitón a rabo. 
Poco más ha tenido la corrida que merezca la pena. Quizás el saludo capotero de Rafaelillo al primero, con gusto, templado, por bajo, sometiendo al toro, pero que ha durado un suspiro, y la lidia de López Chaves al segundo, andándole hacia atrás con el capote a ras de suelo para tratar de hacerle humillar, algo que luego se vio era un imposible absoluto, y al quinto, llevándolo al caballo por delantales repletos de torería. 
Una cosa que no quiero dejar pasar es que una vez más creo que se han confundido muchos conceptos en varas. La corrida no se ha empleado en varas, no. Entrar al peto con fuerza por la inercia de los kilos - aprovecho para comentarles que la corrida ha tenido un peso medio de 602 Kg, una barbaridad, con toros que han ido desde los 570 Kg por abajo hasta los 642 Kg del sexto - es una cosa, y otra bien distinta es pelear con bravura en le caballo. Esto último lo han hecho con cuentagotas, por mucho que algunos hayan jaleado a toro que empujaban con la cara arriba como si jamás se hubiera visto un puyazo igual, como ha sido el quinto. Para mi tan solo primero y segundo han empujado con la cara abajo y metiendo los riñones con codicia en el primer puyazo, puesto que en le segundo puyazo de cada uno se hondeado pegar sin más. Y en el sexto, que con sus 642 Kg en movimiento chocando contra el peto era un auténtico trolebús, se la ha montado una bronca de padre y muy señor mío a Juan Melgar porque ha agarrado el puyazo a la primera y ha parado la brutal acometida picando con dureza. Yo no sé lo que algunos quieren, a lo mejor que aguante el monstruoso topetazo mirando al toro y diciéndole que no empuje. Vamos, que si Melgar no se defiende con la vara a estas horas aún estaba en donde las banderas. 
En resumidas cuentas, una corrida para ver la belleza del toro bravo, su estampa altiva y sus imponentes figuras, que hubieran saltado ruedo, una vueltecita y otra vez para dentro, olvidándonos de su carencia de fondo de bravura, casta y raza. Maravillosos cuadros de Cuadri para tener colgados en casa, mirarlos, admirarlos y embelesarse con ellos. Pero eso creo que no es el toreo.

Antonio Vallejo

jueves, 13 de junio de 2019

Corrida Extraordinaria de Beneficencia: Extraordinaria corrida, lleno y pleno


Cuando a la gente se le da, esa gente responde. Cuando se anuncian toros de Nuñez del Cuvillo para los de a pie y de Los Espartales para el de a caballo, la gente responde. Cuando se acartela a Diego Ventura, Julián López "El Juli" y Diego Urdiales , la gente va y llena la plaza. Hoy era la Beneficencia, corrida de antiquísima tradición y quizás la más importante del calendario taurino madrileño por historia, la que todas, absolutamente todas las figuras de todas las épocas siempre han querido matar, pero este cartel podía haber sido de cualquier corrida del abono isidril, y no los que hemos tenido que soportar. Quince tardes, veinte como mucho, darían para combinaciones tan atractivas y de interés como la de hoy sin tener que meter catorce o más de relleno. Creo que la evidencia no tiene discusión alguna.
Plaza llena, a reventar, todos los asientos ocupados y gente por todas partes, más que asientos, el milagro de los panes y los aplicando al aforo, cabía gente donde no parecía existir hueco. Nadie quería perderse esta tarde de Beneficencia en una plaza engalanada para la ocasión y con el Rey Felipe VI en el palco real acompañado del maestro Juan José Padilla en un claro gesto de respaldo a la Fiesta Nacional, un espaldarazo a la defensa de nuestra identidad cultural, nuestras raíces patrias y nuestras tradiciones. A ver si en casa le dejan prodigarse más... sería un detalle por parte de ella. Aunque no lo crea, España lo necesita.
Una corrida buena en la que los de Los Espartales han estado un tanto por debajo del nivel de los de Nuñez del Cuvillo, pero comparar los murubes para el caballo con los cuvillos para el toreo a pie no me parece justo ni oportuno, cada encaste para lo suyo. Los dos de Los Espartales para Diego Ventura han tenido, para mi, escasa movilidad y el primero un punto, o algo más, de manso, pero en lo bueno han sido nobles y manejables. Los de Nuñez del Cuvillo por su lado me han parecido excelentes de presentación y presencia, muy serios y de buenas hechuras, aunque el impresionante e impactante jabonero de 620 Kg, un toro muy grande, hondo, estrecho de sienes pero muy ofensivo, dentro de ser un animal de muy bonita lámina, se salía de tipo al toro de Cuvillo, generalmente recogido y más corto, sin tanto peso ni volumen, algo que en Madrid le ha traído más de un quebradero de cabeza a D. Joaquín teniendo que aguantar protestas injustificadas por el tamaño y el peso de quienes no les entra en la cabeza que cada encaste tiene su tipo y su trapío, y sacar de tipo un toro es quizás el mayor defecto que pueda tener. Y si buena aha sido la presentación también bueno ha sido su comportamiento y su juego, los cuatro han embestido, los cuatro han valido, cada uno a su manera. Enclasado y noble aunque justo de fuerzas el segundo, enrazado y con transmisión el tercero, bravo y con humillación el quinto y con buen son, excelente tranco y empleándose en un duro primer puyazo el sexto, que blandeó en exceso y fue devuelto dando paso a uno de La Reina exigente y con raza. A los cuatro les dieron Juli y Urdiales la lidia que precisaban, sacaron lo mejor que tenían y además, caso del segundo y quinto en las expertas manos del maestro Juli, les hicieron aún mejores de lo que eran. Señores, eso es torismo, que salga un toro que embista y que delante haya un torero que lo sepa torear y generar la emoción que solo la mística de este arte puede dar. Lo demás es cuento chino. Lo de la dureza y los toristas, para los que se han pasado la corrida protestando no sé qué, recriminando todo a Juli, que en varias ocasiones les ha tenido que pedir paciencia y respeto, para los que han ido a la plaza a pasarlo mal y a reconcomerse las entrañas sin disfrutar de lo mucho bueno que hoy hemos visto en Las Ventas. Quince tardes así y hablaríamos de un San Isidro que sí sería revolucionario, señor Simón Casas, quince tardes así y hablaríamos de un San Isidro para la historia, quince tardes así y no quedaría ni un abono por renovar ni una localidad a la venta en taquilla. ¿Tan difícil de entender es?.
Hablar De Diego Ventura es hablar de la maestría suprema a caballo. Esta tarde lo ha demostrado ante dos toros parados, el primero además manseando, a bosque les ha tenido que hacer todo,¡y cómo se lo ha hecho!.Desde que ha recibido al primero con la garrocha en es estampa campera que tanto me apasiona, parando al toro a lomos de Bombón, co Lío en banderillas montando un ídem, dos dobles quiebros en la misma cara dejándose llegar los pitones a milímetros de la cabalgadura, un tercer palo colocado tras galopar todo el diámetro del ruedo con una pureza extraordinaria, dándole toda la ventaja al toro, templando con el estado de Nazarí  como si fuera una muleta planchada, toreo a dos pistas de muchos quilates que enganchó al respetable, recortando por los antros para dejar otra banderilla quebrando en la misma cara, y bailando alrededor del toro con Remate hasta dejar clavadas las rosa con facilidad pasmosa. Un rejonazo trasero y un descabello dejan este primer capítulo en ovación con saludos para una faena de mucho valor por la capacidad de doma, técnica y toreo del luso-sevillano que ejecutó siempre bajo la batuta del rejoneo ala´sido y ortodoxo, auténtica lección.  También parado fue el cuarto, también lo recibió con Bombón y le colocó un cerebro rejón de castigo que espabiló algo al de Los Espartales. Se dio cuenta de las condiciones del toro y de entrada montó a una de las estrellas de su cuadra, Nazarí, que con su temple supremo toreó de nuevo a dos pistas y puso a la plaza en pie al dejar las banderillas con una verdad y una exposición increíble llegando hasta los pitones, quebrando en la última milésima, una maravilla. Fino mantuvo el alto nivel con más banderillas de tremenda espectacularidad, quebrando en un palmo de terreno, gloria pura, y con Bronce llegaron los momentos de mayor riesgo y emoción al clavar los palos en terrenos comprometidos, por dentro de la primera raya, citando muy en corto, sin espacio para rectificar si no se hacía todo a la perfección. Pero el magisterio de ventura y su cuadra no tiene límites conocidos y lo imposible lo hace hasta fácil, rindiendo a la plaza a sus pies como hizo sobre Dólar con ese par de banderillas que coloca de manera única tras quitarle el bocado, recortando al legar a la cara de ese toro parado con inmensa exposición. Una rosa al violín cabalgando a Remate y un rejón de muerte fulminante valen una oreja de peso y concedida por público de a pie, no lo olvidemos, que hoy no era el más habitual de rejones al que se la tacha de facción sin ser así. doble mérito y doble valor por tanto a las faenas De Diego Ventura y su oreja de mucho peso. 
Sobre Juli poco puedo añadir a lo que tantas veces he dicho. Un torerazo, un maestro de época que ocupará uno de los puesto de privilegio en la historia de la tauromaquia, por más que les pese a esos pocos que tratan d hacerle la vida imposible cada vez que pisa el ruedo de Las Ventas. Su primer toro tuvo clase y noble condición, pero las fuerzas no le acompañaban, además de dañarse una mano. No se empleó en el capote, echaba las manos por delante, deslucido, como tampoco empujó en el caballo donde se le cuidó al máximo por su evidente blandura. El inicio de faena fue todo mimo, todo suavidad para bueno cayera, acariciando las embestidas, ni un tirón, mucho temple, cuidando la altura, sacando a relucir la portentosa técnica y la pasmosa facilidad que tiene el madrileño para andar en la cara de los toros y entenderlos. Y paciencia, mucha paciencia, sabedor que poco a poco iba a llegar lo que llegó. faena intimista, guardada para él y para los que supimos degustar cada pase que Juli firmó con maestría. Toreo para él y para los que quisieran verlo, entre los que me encuentro, hasta llegar a cuajar naturales con una hondura y una relajación infinita, muy despacio, rematados con unos de pecho de gran metraje, hasta llegar a componer tandas en redondo con un temple divino, derechazos profundos y ligados por bajo que el toro aguantó por la magia de la muleta de Juli. Todo muy despacio, todo con clase y gusto, maestría y torería, y los reventaderos de los nervios, desesperados en sus gritos de angustia ante la lección de saber y poder de uno de los grandes. El final por bajo no pudo estar más cargado de torería, templadísmo, relajado, con gusto, trincherazos y remates por bajo para saborear y degustar el toreo natural de un portento. Un estoconazo rubrica una gran faena premiada con una ovación saludada desde el callejón, con las protestas obligadas de siete reventadores. El quinto era el jabonero impactante, imponente y ofensivo pero fuera de tipo al que Juli recibió por verónicas, casi delantales, a pies juntos con temple y desmayo, las manos bajas, el capote lacio,  maravillosas, rematado con una media igual de desmayada enloquecedora. Y si maravilloso fue el saludo capotero más lo fueron las verónicas templadisimas que le pegó al cuvillo a la salida de un primer puyazo que tomó y empujó con bravura. Verónicas de ensueño, llenísimas, parando el reloj, de lo mejor que le he visto al maestro en toda mi vida, y eso que el toreo de capote de Julián es muy difícil de superar, solo magos como Morante, Ponce o Manzanares llegan a sus cotas. La media con la que abrocha es quite es por sí sola un cartel de toros, infinita belleza. Inició la faena d emanar muy poderosa, quizás demasiado, doblándose por bajo, genuflexo, en largo, obligando mucho a un toro que humilló con clase pero al que los 620 kg le pesaron mucho. Perdió las manos en un par de ocasiones y Juli replanteó la situación. Había que consentirle y cuidarle, dándole la distancia que pedía, sin echarle la muleta muy alante, más bien retrasadita para aprovechar al máximo el recorrido que tenía, embarcándole poco a poco en una muleta mágica que le hipnotizó, sin obligarle en demasía pero pudiéndole en cada pase. Hasta lograrlo tuvo que hacer Juli un ejercicio inmenso de abstracción ante las constantes salidas de tono y faltas de respeto de los siete de siempre, pero al final pasó lo que tenía que pasar, que surgió el toreo poderoso de Julián en series templadas, muy lentas, profundas, ligadas por bajo, los redondos sensacionales, los naturales majestuosos, con Juli entregado y el cuvillo entregándose, sometido al mando insultante del madrileño. La lentitud y el gusto de los muletazos de Juli ha sido algo indescriptible, nunca le había visto torear así de despacio, casi como la faena maravillosa del pasado año en La México. Cómo anduvo de acoplado en la segunda mitad de la faena  cómo de encajado, cómo de relajado, toreo de altos vuelos y mucho empaque que tuvo un colofón de una delicadeza y sutileza inalcanzable, andándole con remates por bajo cargados de aromas a toreo eterno, toreo que hubiera cobrado una oreja de no haber sido por los tres pinchazos que al menos relajaron la histeria de los siete de siempre y rebajó sus pulsaciones librándoles de una fibrilación al no soportar la maestría de Juli una vez más. Respiraron con alivio, no habría oreja, ya podían volver a casa tranquilos. Los demás, los buenos aficionados que saboreamos el toreo magistral de Juli también hemos vuelto tranquilos, mucho más, y además contentos por disfrutar de tanto arte y tanta belleza, sin importar tanto una oreja más poneos, aunque hubiera sido la guinda de pastel ver a Julián pasear el trofeo. habrá muchas más ocasiones de verle.
El tercero salió distraído, sin fijeza, deslucido en el capote de Diego Urdiales, con la cara alta y las manos por delante. Un toro de muy buenas hechuras y cornidelantero que empujó bien en el primer puyazo y que en banderillas tuvo movilidad y peligro, haciendo hilo con Víctor Hugo Saura "Pirri" y Juan Carlos Tirado, tanto que a Pirri le empitonó en la región glútea en la misma tronera del burladero tras dejar el par de banderillas. Cornada de 35 cm de la que tuvo que ser operado en la enfermería. Embestida un tanto descompuesta del cuvillo en los primeros compases de la faena, aguanta Urdiales los primeros arreones a base de temple. Lo mete en la muleta en unas portentosas tandas por el pitón derecho, ligadas por abajo, llevándolo largo, muy relajado, con mucha emoción, pasándoselo muy cerca, toreo en redondo templado profundo, aderezado con un cambio de mano superior y unos de pecho antológicos. Extraordinarios los naturales, primero consintiéndole las protestas al cuvillo para someterlo después por abajo y trazar muletazos de enorme hondura, con despaciosidad y mucho gusto, toreo caro, toreo de verdad, que remató con detalles preciosos como un molinete invertido, trincherillas o ayudados por bajo para soñar. Los naturales finales citando de frente, con naturalidad, clase y gusto dejaban todo en mano de la espada, que cayó atravesada y haciendo guardia, una pena porque la oreja parecía más que segura. Otra ovación con saludos que sumar a las anteriores. El sexto, como comenté al principio fue devuelto por su blandura, pero había demostrado clase y humillación en los primeros tercios, así como un punto de bravura en el caballo. Salió como sexto bis un sobrero de La Reina de buenas hechuras pero que no dio el juego deseado. No se empleó en el capote ni en el peto y llegó a la muleta sin acabar de definirse, con embestida descompuesta, con cierto genio y raza pero un tanto falto de humillación. Faena de paciencia de Urdiales, consintiendo primero y mandando después que si tuvo un pero fue la falta de continuidad y ritmo. Se alternaron muletas de sensacional trazo con otros meso limpios, pero en todo momento presidió el trasteo la clase y el gusto de un torero en plena madurez. Todo con torería y sentido para llevar al toro a tomar redondos y naturales muy profundos. Por cierto, que en esas postrimerías de la tarde la gente parecía más preocupada en dar vivas sin sentido y en pelearse en los tendidos de sol que ne respetar y apreciar lo que estaba haciendo Urdiales, quien se estaba jugando la vida delante d aun toro, por si a alguno se le olvidaba entre tantos vivas que no viene a cuento tarde sí y tarde también una y otra vez. Eso vivas a España había que hacerlos como cuando los grité yo siendo joven y entonces residiendo en Bilbao, en los años de plomo y enferentándome a las hordas batasunas, no como una gracia en Las Ventas para que me oigan los amigos. Con eso se falta al respeto a España y a los toros.
¡Ah, casi se me olvida!, que en las cuatro faenas no hemos visto terminar ni por manoletinas ni por bernardinas, y no ha habido quite por gaoneras, ¡milagro!. Hasta en eso ha sido extraordinaria esta Corrida Extraordinaria de Beneficencia.

Antonio Vallejo


miércoles, 12 de junio de 2019

29ª de San Isidro: Me cuesta mucho entenderlo


Una corrida de toros puede generar cantidad de sensaciones y sentimientos en quien la ve. Puede emocionar, puede asustar, también puede desilusionar e incluso aburrir, que es lo peor que puede decirse cuando uno sale de la plaza. Pero hoy he descubierto que una corrida de toros también puede dejarme inmerso en una mar de dudas y llevarme a la conclusión de que ni entiendo ni debo querer entender.
Una cosa que no acabo de entender es lo del torismo. Hoy se supone que era una corrida de las llamadas "toristas", también conocidas como "duras", y que como casi siempre ha tenido muchas más sombras que luces. De verdad, no entiendo lo del torismo ni entiendo que es ser torista, porque toristas somos todos los aficionados, porque nos gusta el toro bravo, porque consideramos que el toro es le centro de la fiesta y sin él no hay nada, ese es el verdadero torismo. Pero no, lo que llaman torismo es, como dicen mis hijas, postureo, es elegir unos hierros determinados y despreciar otros, es admitir todo en los protegidos y criticar todo en los apestados, y no hace falta que dé nombres. Es también tragar con lo que salga de toriles porque lleva una divisa de las que a un sector le gusta, como  el sexto de hoy, un tonel de 656 Kg, sin cuello, con una cara que se perdía en la inmensidad de la caja, estrecho de sienes, al que han ovacionado de salida por sus ¿hechuras?. Y es aplaudir en el arrastre a un toro como el cuarto, con poco recorrido, sin entrega, con la cara alta, soltando arreones, reponiendo, gazapón, sin clase alguna, ante el que Robleño ha estado francamente bien, perdiéndole los pasos necesarios, poniéndole la muleta y llevando conducida la descompuesta embestida del de Valdellán tirando de técnica y recursos de veterano, de torero hecho y maduro, tapando muchos de los defectos del toro y haciéndolo menos malo de lo que era, sacando redondos y naturales de mucho mérito, tirando de un toro complicado y correoso, agresivo y con un peligro que muchos no han visto o no han querido ver sumidos en una indiferencia absoluta hacia el torero, posicionándose a favor del toro pasara lo que pasara. ¿Eso lo llaman torismo?. El toro es fundamental, pero que nunca olviden que si no hay un torero que exponga su vida para crear arte ese animal no tiene sentido y la Fiesta menos. 
Tampoco entiendo mucho de lo que ha pasado en los tercios de varas, confundiendo la prontitud, la movilidad de una arrancada y la inercia  de muchos kilos en movimiento con la pelea de bravo en el peto. ¿Un ejemplo?, el sexto, que se ha arrancado en largo y ha pegado un topetazo al caballo solo por la inercia de sus 656 kg, pero que luego, no lo olvidemos, ha empujado con un solo pitón y en paralelo al peto en el primer puyazo, quedando el segundo, también arrancándose en largo, poco más que señalado arriba, sin castigarle y con el mastodonte de Valdellán sin empujar en exceso. La mejor pelea en varas la ha protagonizado el mejor toro de la corrida, el tercero, que sí ha colocado la cara abajo, que ha metido los riñones y se ha empleado en el peto, ese sí, pero los demás han cumplido sin que hayan sido precisamente la quintaesencia de la bravura. Vamos, el primero y segundo han sido testimoniales en el caballo, visto y no visto, el cuarto ha entrado bien, ha empujado de inicio y luego se ha dejado pegar mientras el quinto también se arrancó en largo, con buen son pero que a la hora de la verdad ha cumplido aunque sin acabar de emplearse abajo. Pero por momentos parecía que estábamos asistiendo al súmmum del tercio de varas, que no había mundo más allá de unas arrancadas en largo. 
Tampoco entiendo las constantes críticas y reproches a Iván Vicente durante sus faenas. Se las ha visto con un segundo alto y destartalado, feo de hechuras, justito de presencia a mi modo de ver pero que no ha tenido la mínima crítica y que para colmo no ha tenido ni un pase, sin clase, soltando la cara, arreones y tornillazos, sin recorrido. Lo que no entiendo es qué han visto algunos que se han puesto de parte del toro y hasta le han aplaudido en el arrastre. En fin, que debo ser duro de entendederas. Com tampoco entiendo la ovación desaforada al quinto, un toro que siempre mostró fijeza a tablas, desde el capote, al que el madrileño le sacó las dos o tres tandas buenas que tuvo, las primeras, derechazos con temple y largura, bien ligados, aunque tampoco se puede decir que humillara y se entregara, o que tuviera mucha clase, no, iba a media altura y pronto comenzó a cortar el recorrido y soltar la cara. De nuevo el sector torista tomó parte por el toro y despreció todo cuanto Iván Vicente hacía. Difícil de entender para mi.
El mejor toro de la corrida le ha caído en suerte al también madrileño Cristian Escribano. El tercero, el de menos peso de la corrida y aparentemente el más terciadito, aunque yo creo que realmente era el que más en tipo Santa Coloma estaba, porque salvo que me equivoque estos toros nunca se han distinguido ni por su carga de kilos ni por unos pitones exagerados, más bien tendente a cornicorto pero vueltos y muy afilados, como era este. Humilló y repitió en las verónicas templadas de Escribano, con tiro, ganando pasos. Como ya he comentado buena fue su pelea en el primer puyazo, con bravura, más medido el segundo y en banderillas mostró movilidad y fijeza, cualidades que conservó en la muleta, especialmente en las tres primeras tandas por el pitón derecho, acoplado, llevando la muleta adelantada, tirando del toro, redondos con largura, ligados con poderío, bajando la mano, series rotundas rematadas con magníficos de pecho. Hubo mucha emoción en esas tandas de derechazos. Bajó el nivel por el pitón izquierdo, seguía con movilidad pero no humilló igual, faltó el ritmo de las tandas anteriores aunque algunos naturales tuvieron hondura y calidad, pero el toro ya iba a menos. Volvió al derecho tratando de tirar del Valdellán para exprimir sus últimas embestidas, más disposición no se le pudo pedir. malogró todo lo hecho con la espada, una lástima porque estoy convencido que se le hubiera pedido la oreja. Hubo una ovación importante para el toro, lo que entiendo y comparto, pero lo que para nada entiendo es la petición de vuelta al ruedo para ese toro, hubiera sido perder el norte y dejarse llevar por un delirio torista y menos aún entiendo la desproporcionada pitada el getafense, supongo que por matar mal, olvidándose de su capote y su muleta. Vamos a ver, Cristian Escribano mató en 2018 cuatro corridas y este año era su primer paseíllo. Creo que hay que tener respeto y comprender que para matar bien hay que entrenarlo mucho y el mejor entrenamiento es torear y estoquear, y si no tiene oportunidades no puede torear, y si no torea no mata, y así podríamos estar  dándole vueltas hasta el juicio final. Pero como hoy tocaba torismo y ponerse solo a favor del toro, ¡qué más da lo que hiciera  Escribano!. Total, lo que hoy importaba eran las arrancadas al caballo.
Me cuesta mucho entenderlo. 

Antonio Vallejo


lunes, 10 de junio de 2019

28ª de San Isidro: Oreja salvadora de otro petardo


La peor entrada de toda la feria, ni media plaza, algo insólito y muy preocupante que debe hacérselo mirar a más de uno en la empresa de la plaza madrileña. Llevamos una semanita  que empieza convertir en una heroicidad no ya que el público vaya a Las Ventas, sino que los abonados se lo planteen muy seriamente. Esta tarde la mayoría de localidades de abonados en mi tendido estaban vacías, dato muy sugestivo, y eso ocurre simple y llanamente porque a la gente no se le da lo que pide, no se le dan atractivos suficientes. Lo dije y lo mantengo, el diseño de la feria era de tipo medio-bajo, con picos de mucho interés en medio de un océano gris. Y se está viendo, llevamos unos cuantos días seguidos de vulgaridad y mansedumbre en los que el cemento ha estado demasiado presente. Y con más tardes como la de hoy, y la de mañana, no veo fácil que cambie la dinámica. Puede que salga un toro como el sexto de hoy, o el cuarto de ayer, o el quinto del viernes, que maquille la tarde con una oreja como la que ha cortado hoy Eugenio de Mora, o Curro Díaz ayer, pero son destellos en una oscuridad tenebrosa como el petardo de esta tarde, deslucida y sosa hasta la extenuación, salvada in extremis por un Eugenio de Mora que compuso una faena mezcla de la técnica y el conocimiento que dan los años de alternativa para aprovechar al máximo las buenas condiciones del toro y tapar las no tan buenas, con el temple y el toreo poderoso del toledano que ha llegado con emoción a unos tendidos que bostezaban más allá de las nueve de la noche, cuando saltaba el sexto de la corrida de El Ventorrillo, muy desigual de hechuras, alguno como el cuarto un buey con muchos kilos y otro como el segundo con unos pitones descomunales y para mi gusto completamente desproporcionado en el conjunto caja/cara que daba un aprobado raspadito para Madrid. 
Cuando saltó este sexto y último del plomizo festejo parecía que iba a seguir los mismos derroteros que sus hermanos que le precedieron. Abanto de salida, sin destacar precisamente por su fijeza y entrega en el capote, con las manos por delante y la cara suelta. En el caballo mete mejor la cara y empuja, los síntomas mejoran, y su movilidad en banderillas da alguna esperanza para la muleta. El que lo había visto claro y lo tenía cristalino en su mente fue Eugenio de Mora, que mataba este sexto que correspondía según el orden de lidia al colombiano Ritter, corneado en un gemelo al hacer un quite por chicuelinas al cuarto de la corrida. El inicio de faena con ayudados por bajo cargados de torería despiertan los olés que ya estábamos empaquetando para otro día visto lo visto en las más de dos horas previas. Entendió al toro a la perfección, supo ver sus virtudes y las aprovechó al máximo, la madurez da eso, saber y conocimiento, la técnica ganada con los años permite someter al toro y el poderío y el arte del torero descarga toda la emoción en los muletazos. El toro tenía movilidad, pues le dio distancia. El toro llegaba con la cara a media altura, pues le consintió y le dio su medida de inicio, sin obligarle, para bajar cada vez mas la mano cuando el de El Ventorrillo empezó a descolgar el cuello. Y la emoción vino por el aprovechamiento de la inercia que llevaba al toro a embestir y repetir. Compuso sensacionales tandas por el pitón derecho, con profundidad, inmenso temple, la mano baja, mucho poderío, perfectamente encajado, enroscándose al toro, redondos largos adelantando la muleta y tirando del toro cargados de gusto y clase, ritmo y ligazón ante un toro que humillaba con calidad y repetía con nobleza y bravura. A eso sumó detalles de la calidad artística que guarda el toledano, un redondo desmayado, completamente abandonado, y un pase de la firma sensacional, como fueron los de pecho con los que abrochó cada una de las tandas. Naturales con hondura, jugando las muñecas con delicadeza, temple y más temple para llevarlo en los vuelos, dos tandas exquisitas de gran toreo, tandas cortas y medidas, como toda la faena  sin un muletazo de más, perfecto sentido de la duración fruto de la experiencia. Para el final reservó lo mejor, una serie en redondo majestuosa, poderosa, como toda la faena, la mano muy baja, serie reunida y desbordante de temple que cierra con un pase de pecho fuera de serie que puso en pie a los tendidos. Y por si faltaba algo pudimos ver un final de faena alejado de las manoletinas y bernardinas habituales que parece que son obligatorias. Los ayudados por bajo con los que rubricó la obra de arte rezumaban aromas a torero bueno por los cuatro costados. Se vuelca a matar y deja una entera arriba con gran facilidad que hace rodar al de El Ventorrillo. No importó, menos mal, que tardara unos minutos en doblar, minutos que se hicieron eternos con el toro tragándose la muerte, pero al final cayó rodado. Oreja de ley para Eugenio de Mora que salvó otra tarde del naufragio. 
Porque el resto de la corrida tuvo poca historia. Sin entrega, sin humillar, sin recorrido, reponiendo y soltando la cara como norma general, baja de raza, escasa de clase y, por supuesto, muy lejos de lo que es la bravura, no confundir con la brusquedad y violencia en los derrotes. ¿Cosas para destacar? Por ejemplo, la firmeza y el tesón del colombiano Ritter con el segundo, un toro deslucido que iba siempre con la cara alta, cabeceando,  escaso de recorrido, al que fue robándole pases de uno en uno que tenían cierta enjundia pero sin el ritmo y la continuidad suficiente para transmitir. La constancia tuvo su premio en los naturales del final, templados, con hondura, citando. frente, bajando la mano, también robados de uno en uno, pera valían mucho por su despaciosidad y largura. Como destacable fue la actuación de Francisco José Espada que dibujó un bonito inicio de faena por estatuarios, redondos bajos, un par de trincherazos, uno afarolado y el enorme de pecho. Faena de técnica y temple, intentando llevar siempre metida en la muleta la embestida cambiante del toro, que a veces humillaba, a veces soltaba la cara, que nunca cabal de entregarse, deslucido y un tanto soso, escaso de recorrido, lo que restó continuidad al trasteo y, por ende, emoción. Gran actitud del fuenlabreño que consiguió orquestar algunos redondos y naturales con profundidad de mucho mérito. También hay que destacar tres series en redondo al inicio de faena al quinto, que es lo que duró el toro, tres series, no más. Pero fueron francamente buenas, templadísimas, muy por bajo, ligadas con mucha clase, con el toro humillando y entiendo con clase. Por el izquierdo protestaba y se defendía, ahí se acabó el toro. No obstante Espada aún sacó en las postrimerías de la faena un cambio de mano lentísimo que acabó en circular con el toro muy apagado y un martinete que resultaron maravillosos, así como las maletines ajustadísimas con las que cerró su actuación, la pala del pitón tocando la chaquetilla en cada pase. Digno y claramente por encima de su lote el fuenlabreño, como también lo estuvieron Eugenio de Mora y Ritter, superiores a sus enemigos de principio a fin.
Y no ha dado más de sí esta plomiza tarde, otro auténtico petardo que se veía venir, sin que me extrañe nada el deprimente aspecto de Las Ventas en la última semana de San Isidro. Y mañana más, veremos lo que pasa. Buenas noches.

Antonio Vallejo

27ª de San Isidro: Sangre y honor, valor y verdad


El peligro y el pánico se han adueñado de Madrid, y por poco la tragedia, con una corrida de Baltasar Ibán imponentes de presentación, de una seriedad escalofriante, astifinos, puntiagudos, puñales afilados capaces de taladrar hasta el acero, de magníficas hechuras, preciosos, la imagen altiva de esta animal desafiante que es el toro bravo. Probablemente haya sido la corrida de mejores hechuras y más presencia que se ha lidiado en este San Isidro, pero también ha sido, casi con seguridad, la más peligrosa. Unos auténticos cabrones, alimañas que soltaban la cara y rebañaban por donde podían, los tobillos  los muslos, el pecho, daba igual, a la defensiva, soltando la cara, con una violencia descomunal, sin entregarse, sin clase alguna. Frente a ellos tres matadores, tres gladiadores que se han jugado la vida a cara de perro, sin trampa ni cartón, verdad, sinceridad y honradez que, en el caso de Román, ha pagado con su sangre y casi con la vida. El parte médico asusta tanto como la angustia que hemos pasado esta tarde cuando  al entrar a matar al tercero hemos visto al valenciano colgado del muslo por el pitón derecho del de Baltasar Ibán, la sangre brotando a chorro por la taleguilla, la cara pálida, al rictus más que preocupante, segundos de pánico en los tendidos y honda preocupación: "Herida por asta de toro en 1/3 medio de cara interna muslo derecho, con una trayectoria de 30 cm hacia fuera y abajo y que produce destrozos en vasto interno, musculatura aductora, contusión con vasoespasmo de arteria femoral, rodea fémur por su cara posterior produciendo contusión de nervio ciático, presentando orificio de salida por cara externa 1/3 inferior de muslo.
Pronóstico: Muy Grave".
Era el tercero de la tarde, de nombre Santanero I, impresionante, veleto, dos perchas afiladísimas. No se emplea en el capote, se frena, las manos por delante y la cara muy alta, violento, agresivo. Derriba en el primer puyazo empujando con un solo pitón y en paralelo al peto. Santiago Morales "Chocolate" agarra arriba y delantero un magnífico segundo puyazo, frenando la brutalidad del toro. El tercio de banderillas convierte por. momentos la arena venteña en la del Coliseum romano en la época de los césares. El de Baltasar Ibán espera y corta, mide, suelta la cara buscando carne pone en serio peligro a César Fernández y El Sirio que exponen una enormidad, clavando con enorme dificultad y a Raúl Martí que en la brega sufre los terrible tornillazos del animal. Hasta siete veces han tenido que pasar por la incompetencia y falta de sensibilidad de un presidente hoy reglamentista empeñado en que hubiera cuatro palos colocados sobre el lomo de la alimaña. Al final dedicaré unas líneas al presidente, que tiene tela que haya hecho lo que ha hecho con sus antecedentes, pero su cerrazón ha servido para aclarar y explicar muchas cosas. Tantas veces han pasado que el toro ha sido capaz de desarrollar aún más sentido del que tenía, a cada intento de colocar los palos medía y cortaba más, hasta que en el último ha enganchado y derribado a El Sirio, lo ha zarandeado en el suelo de manera escalofriante, con saña y brutalidad y milagrosamente el buen subalterno ha salido ileso. Y todavía ha habido alguno tan listo que ha sido capaz de increpar a estos tres hombres que se han jugado la vida ante una alimaña imposible. Eso es lo que ha sido Santanero en la muleta, una alimaña, tardo, mirando y midiendo, arrancándose descompuesto, soltando la cara con violencia, rebañando a diestro y siniestro, sin un átomo de clase ni entrega. La valentía de Román ante este animal ha superado todos los registros exigibles, siempre citando de frente, perfectamente colocado, presentándole la muleta y tratando de conducir sus acometidas. Incluso ha llegado a sacar algunos redondos y naturales ligados a media altura de enorme mérito y gran calidad. Y lo de llevarlo a media altura es que era una heroicidad porque el toro llevaba los pitones cerca de la estratosfera, incluso parece ser que algún satélite de la NASA ha tenido problemas para esquivarlos y casi se va al garete en uno de los incontables derrotes del de Baltasar Ibán. Una faena de constantes sobresaltos en la que Román tenía que fajarse de los intentos del toro por cogerle, inmenso el valenciano, más entrega, más disposición, más verdad, más honradez y más dignidad no se le puede pedir. Tanta ha sido esa disposición y exposición que se ha tirado a matar recto, por derecho, a un toro que sabía perfectamente a por que tenía que ir. La imagen del pitón derecho de la alimaña completamente ensangrentada resultaba escalofriante y nos ha dejado el corazón encogido y el alma hundida viendo la gravedad de la cogida que antes he relatado. Una oreja pedida por abrumadora mayoría que le presidente ha tardado una eternidad en conceder y que, sineceramente, creo que dudaba en concederla, pero no le ha quedado otra al antes reglamentista en banderillas. Oreja que ha recogido Raúl Martí porque en ese momento Román comenzaba a ser intervenido en la misma enfermería.
Esto que acabo de contarles podría aplicarse al primero, primero bis (sobrero de Montealto que ha saltado por la invalidez del titular), quinto y sexto, alimañas, toros sin recorrido ni clase alguna, todos soltando la cara con mucho peligro, inlidiables, ante los que Curro Díaz y Pepe Moral no han podido hacer nada por mucho que hayan intentado ponerles la muleta y llevarles toreados, ni siquiera de capa se han dejado, toros para machetear por bajo y liquidarlos a la mayor prontitud posible para salir enteros y vivos del trance. Muy dignos y muy por encima de las alimañas ambos matadores.
Sí que el segundo ha mostrado mejores condiciones que sus hermanos, aunque ha mantenido la tónica general de falta de entrega en el capote, soltando la cara. Bien lidiado por Pepe Moral, echando el capote abajo y andándole hacia atrás con una bonita media de remate en el saludo. No empujó mal en le caballo, lo hizo incluso con bravura, metiendo los riñones en un buen primer puyazo y un segundo muy bien agarrado arriba y delantero a cargo de Juan Antonio Carbonell que midió el castigo a la perfección. En banderillas espera mucho, como toda la corrida, pero al menos permite a Domingo Sino colocar dos extraordinaria pares de banderillas, llegando hasta la cara del toro para cuadrar y dejar los palos con mucha verdad y exposición. El sevillano inicia la faena opción doblones por bajo, alargando el viaje, que el toro toma bien. Dos series ha tenido el de Baltasar Ibán, las  dos por el pitón derecho, las dos primeras, poderosas, con mucho temple, la mano baja, con recorrido, largas, ligadas con clase y sentido, perdiendo el paso necesario para quedarse perfectamente colocado y enlazar el siguiente muletazo, encajado, firme. Ahí se ha acabado el toro, al cambiar de pitón protesta y no va, no humilla  como en los derechazos y comienza soltar la cara. Se acabó, el toro fue a meso, acortando el recorrido y cada vez más a la defensiva, muy deslucido, pero al menos ha tenido dos tandas, muy escasa duración.
El cuarto ha sido el único de la corrida con clase y entrega, un toro noble y que ha humillado en la muleta de Curro Díaz. Un toro también imponente, vuelto de pitones, apuntando al cielo. Toma dos magníficas verónicas que el de Linares pega con el pellizco característico de su toreo, suaves, sedosas, relajado, dejándose llevar, pero solo eso porque enseguida se ha frenado y ha apretado hacia dentro. El gesto de Curro Díaz al iniciar la faena de muleta es de los que definen lo que son y sienten estos hombres que tantas veces son despreciados y maltratados por algunos que no parecen entender lo que es estar ahí bajo enfrentándose a cualquier toro, los de hoy y los de cualquier tarde. Se ha encaminado hasta la puerta de la enfermería donde estaba siendo operado Román y ha depositado la montera sobre la barrera. No sé si ese bello gesto puede considerarse un brindis o más bien es un gesto de reconocimiento y respeto hacia su compañero gravemente herido. Me da igual, es algo que le honra y que demuestra el infinito valor humano que tienen estos superhombres que son los toreros. El comienzo de faena no ha podido estar más cargado de gusto y torería, por bajo, muy suave, andando con la clase que el maestro impregna a sus movimientos, muy despacio, trincherillas para soñar, el duende del toreo en su muleta. Supremo el toreo en redondo, el pellizco en cada muletazo, encajado, temple, redondos largos, profundos, la mano baja, la ligazón perfecta, dos series rotundas coronadas por unos de pecho magistrales. Por el pitón izquierdo lo mismo, dos series de naturales con infinita hondura, temple mágico, los vuelos acunando al toro, Curro Díaz gozando del toreo. faena corta, magistral medición, quince o veinte muletazos, no más, pero todos sensacionales, todos con temple y profundidad. Mata de una entera ligerísimamente desprendida y corta una oreja de ley por una faena de maestro, tanto en su concepción como en su duración. Lo bueno si breve... y lo de Curro Díaz ha sido muy bueno.
Para el final dejo al presidente. He dudado si gastar líneas en ese personaje gris e irrelevante a priori pero que con sus decisiones se está convirtiendo en peligrosamente trascendente. Al final me he decidido aunque al bueno de Carlos le parezca que este año estoy bastante cabreado. Me lo comentó hace un par de días y ya le dije que cabreado no es la expresión, estoy preocupado y triste por lo que estamos viendo en la plaza tarde tras tarde. El presidente de hoy se llamaba Gonzalo de Villa Parro, sin el Don, ¿les suena?. Sí, en efecto, el de las pnacartas de otros días, el que concedió la famosa segunda oreja a Perera, al que le montaban el numerito los del 7 con sus pancartas, el mismo al que esos tan "congruentes" aplaudieron a rabiar cuando negó una oreja pedida por mayoría más que absoluta, casi unánime, a Roca Rey con el sexto de Adolfo Martín, violando el reglamento de manera flagrante. Ese mismo Gonzalo que hoy se ha vuelto reglamentista con una irresponsabilidad tremenda haciendo pasar una y otra vez a los banderilleros de Román para que dejaran los cuatro palos que el usía y sus ahora agarradores del 7 exigían poner a ese toro asesino. Pues bien, hoy no ha habido pancartas, con la negación de una oreja de ley a Roca Rey pagó el impuesto revolucionario y quedó libre de la iras del 7, como pasaba hace décadas en vascongadas con la ETA, te amenaza, te pedía el impuesto revolucionario y si pagabas podías respirar tranquilo, pero contribuías al asesinato de otros españoles. Lo mismo es lo de Gonzalo de Villa Parro, sin el Don, ha pagado su impuesto a los terroristas taurinos y cree que puede respirar tranquilo, pero lo que ha hecho es ha contribuir a dar una puñalada mortal a la Fiesta claudicando y entregando la plaza al designio y capricho de una minoría insignificante y no representativa de la afición que quiere hacerse con el control de la que no puede llamarse primera plaza del mundo por rigor y seriedad mientras personajes como este Gonzalo y los que le "invitan" a cambiar de opinión con sus sutiles métodos sigan apareciendo por Las Ventas.

Antonio Vallejo

domingo, 9 de junio de 2019

Hermoso y Lea, doble Puerta Grande, alegría e ilusión


Mejor no ha podido estar encajada esta tarde de rejones, tras los últimos días de decepción por el horrible juego de los toros, absolutamente imposibles, con un ambiente en los tendidos aún más enrarecido de lo que desde hace años es habitual, con un grado de crispación que, ya lo he dicho muchas veces en estos días, sobrepasa a mi modo de ver lo tolerable en una plaza de toros, carente de la mínima educación y respeto hacia quienes se juegan la vida delante de los toros, y una actitud de un sector que quiere dominar la plaza base de amedrentar para imponer sus caprichos, filias y fobias, porque sus criterios no los pueden imponer sencillamente porque no tienen criterio.
Hoy se respiraba tranquilidad, hoy se respiraba ganas de ver toros, hoy se respiraba respeto, hoy se respiraba afición de verdad, no intransigencia y falsos purismos. En medio de ese ambiente de fiesta, que es la auténtica esencia del toreo, una fiesta popular, dos rejoneadores han hecho brotar los más profundos sentimientos, aflorar las más bellas emociones y desatar la más intensa pasión que el toreo es capaz de desencadenar. Pablo Hermoso de Mendoza y Lea Vicens, un hombre y una mujer, para que luego esa izquierda totalitaria e intransigente critique al mundo del toro, mayor cuota, como dicen ahora, imposible, mayor paridad no se puede pedir. Un maestro consagrado, uno de los más grandes del toreo a caballo junto a una joven francesa que genera grandes esperanzas de cara al futuro por todo lo que representa y puede significar y que hoy ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas por vez primera en sus casi seis años de alternativa. Ambos a hombros por la Puerta Grande al cortar dos orejas cada uno, la imagen del triunfo, la imagen de la alegría, la imagen más deseada del toreo, la imagen que nos reconforta y nos reafirma en esta bendita locura que llamo yo a la afición que llevamos dentro.
Pablo Hermoso de Mendoza lo es todo en el rejoneo, un maestro consagrado con 30 años de alternativa, una carrera jalonada de triunfos rotundos en todo el mundo, un referente histórico del toreo a caballo. Esta tarde nos ha dado una clase magistral, una auténtica cátedra de toreo a caballo. Le salieron dos toros de El Capea con mínimas, por no decir nulas, opciones para el triunfo, primero y tercero. El primero parado, sin recorrido, sin fijeza, siempre saliendo suelto hacia tablas, un manso en toda regla. Toreo perfecto, tarando de encelarlo en los caballos, técnica y doma descomunal, magnífico conocimiento del toro y los terrenos, haciéndolo todo él, dejando llegar a su caballos hasta la cara del toro, quebrando en un palmo, todo pulcritud, todo hecho a la perfección, pero sin poder llegar a transmitir por la sosería del animal con cierta nobleza pero que acabó siendo un marmolillo anclado a la arena. El tercero cierto es que se ha movido más en los primeros tercios, con el rejón de castigo ha tenido cierto celo y ha permitido al navarro colocar algunas banderillas con más emoción, siempre ejecutadas con la ortodoxia que le caracteriza. Otra lección de técnica para poder realizar las suertes pero tampoco ha conseguido transmitir con un toro falto de emoción y a menos a mediad que avanzaba la faena. Pero el destino le tenía reservado un quinto bravo, con nobleza, movilidad, fijeza y repetición , un magnífico toro de El Capea ante el que el navarro ha dado, a mi modo de ver, una lección magistral de lo que es el rejoneo. Toreo de alta escuela, toreo de grandísimo maestro, temple y mando a caballo, doma y técnica superlativa, una faena para la historia. Desde que lo ha parado y encelado montando a Alquimista con el rejón de castigo sin clavar ni desplegar, como si lo estuviera recibiendo con la garrocha, todo ha sido perfecto. A lomos de Berlín ha toreado como si el caballo fuera una muleta, cosido a la grupa, ahora por el flanco derecho, ahora el izquierdo, un baile elegante que hipnotizaba al de El Capea, como si fueran redondos y naturales, como si fueran trincherillas, cambiándole los terrenos, ahora por fuera, luego por dentro, toreo puro y verdadero, reunido, llegando hasta la misma cara, quebrando en un palmo para dejar perfectamente colocadas las banderillas casi sin rectificar la linea de  ataque al toro. Sobre Arsenio la pureza en las suertes, la naturalidad y elegancia innata de Pablo Hermoso se combinó con la espectacularidad y emoción de sus piruetas en la misma cara, una maravilla de caballo, girando 360º sobre sus cuartos traseros en los mismos pitones. La plaza en pie rendida a un maestro que estaba escribiendo un tratado de rejoneo y una página de oro en el libro de la historia del toreo. Fue montando a Pirata cuando se despejaron todas las dudas sobre el peso y la dimensión de la faena que el navarro estaba componiendo, en un par de banderillas cortas que dejó colocadas arriba de manera espectacular, a dos manos, adornándose con la suerte del teléfono, la locura desatada en Madrid. El rejón de muerte se hundió en todo lo alto y el toro rodó sin puntilla de manera fulminante. Dos orejas sin discusión alguna, dos orejas y Puerta Grande para la historia, como ha sido su faena en esta tarde de sábado.
Era la segunda vez en mi vida que veía torea en vivo a Lea Vicens y debo decir que, aunque algunos matices me han parecido que pueden mejorarse, me ha encantado. Da mucha alegría ver a una mujer torear como lo ha hecho Lea en esta tarde. El que hizo segundo creo que fue un muy buen toro al que Lea llevó de manera sensacional. Me ha encantado su doma y cómo ha toreado, la manera de mostrarle costado a los toros, la mera de encelarlos en la cabalgadura y llevarlos perfectamente fijos y encelados. De salida lo paró a lomos de Bach con enorme torería, templando las embestidas, llevándolo cosido a la cabalgadura. Sobre Bético el galope a dos pistas alcanzó momento de insuperable belleza y temple, maravilloso caballo, como también lo fueron Bazuka y Deseado para las banderillas, colocadas con facilidad y verdad, quiebros con emoción y exposición, aprovechando la movilidad y entrega del buen toro de Carmen Lorenzo. Las rosetas a lomos de Espontáneo, reunidas y clavadas con gusto girando alrededor del toro precedieron a un rejonazo que pasaportó al buen toro. Una oreja y petición de la segunda, pero creo que una oreja era el merecido premio, sin dejarse llevara por excesos de triunfalismo. El cuarto también mostró movilidad y fijeza en los caballos. De nuevo lo paró y templó con maestría sobre Guitarra, un certero rejón de castigo y sensacional toreo a dos pistas que precedió a unas banderillas clavadas con limpieza. Sobre Gacela llegó el único sobresalto de la tarde, al hacer un quiebro muy ajustado en el que el toro tocó el costado del caballo y casi derriba a la rejoneador francesa A partir de ahí creo que el toro desarrolló algo de sentido y Lea tampoco anduvo tan fina. No sé si será un atrevimiento imperdonabl pero me ha parecido que a partir de ese momento las batidas y los quiebros los ha hecho algo lejos de la cara y algo fuera de sitio, desluciendo un tanto el conjunto. A lomos de Diluvio y Jazmín colocó las banderillas con facilidad pero el toro ya esperaba e iba a menos, acabando parado y dificultándole mucho a Lea a la hora de matar. La última bala era el sexto y la aprovechó, vaya si lo hizo. Bach fue el elegido para recibir al de El Capea, un toro también de nota, que tuvo clase y bravura, con fijeza y repetición. Magnífico rejón de castigo con el que lo metió en la cabalgadura y lo llevó toreado por todos el anillo. De nuevo fue Bético el elegido para las banderillas, bien ejecutadas, con limpieza pero algunas probablemente algo por fuera, sin la reunión del primer toro a mi modo de ver, pero que no resta ni un ápice de mérito a la magnífica faena de la francesa. Por cierto, que este caballo interpretó a las mil maravillas el paso español, de una vistosidad y elegancia difícil de igualar, un delicia. Fue calentando más y más a los tendidos cabalgando sobre Diamante en banderillas, colocadas arriba con mucha entrega por parte de Lea aunque, y perdonen los entendidos del rejoneo por las barbaridades que puede escribir fruto de mi escaso conocimiento de este arte y mi atrevimiento, se haya salido un tanto de la suerte en algunos embroques. De cualquier modo, me ha entusiasmado ver torear a Lea Vicens, y también verle a ella, por qué negarlo, la que es guapa lo es y hay que apreciarlo, que todo cuenta, y si no que se lo digan a los miles de aficionados que hoy casi hemos llenado Las Ventas, una plaza a la que se ha metido en el bolsillo y que toda la tarde ha estado volcada con ella. Un rejonazo de muerte con Espontáneo que hace rodar de manera fulminante al toro  permite que los tendidos se inunden de pañuelos blancos pidiendo la oreja, concedida por el palco y que ha permitido la salida a hombros de Las Ventas por vez primera en su carrera. Una oreja y no dos, nadie la ha pedido, lo que demuestra que la felicidad y la alegría en los toros no están reñidas con el criterio, el rigor y la seriedad, desmontando de un plumazo el mito de que en las corridas de rejones poco menos que se pedían doce orejas y seis rabos. 
Pablo Hermoso de Mendoza y Lea Vicens a hombros camino de la calle Alcalá, la imagen del triunfo, la imagen más deseada cada tarde, el reflejo de la alegría y la ilusión que sólo el toreo puede generar. 

Antonio Vallejo