Vivimos una época en la que hay un día mundial o internacional para la mayor chorrada que uno pueda imaginarse y hay organizaciones "sin fronteras" de lo más peregrino del mundo, aunque hay un par de ellas que suman, sin duda, miles de millones de afiliados, la de tontos sin fronteras e imbéciles sin fronteras, que en España tienen cola en la puerta para apuntarse y que a buen seguro son capaces de coaligarse y pactar, algo muy de moda ahora. Hoy tenía que ser el día internacional del manso y el epicentro de la celebración tenía que estar en la plaza de Las Ventas, es la única manera que tengo de entender lo de esta tarde. Una mansada de Puerto de San Lorenzo que ha desembarcado en Madrid para desesperación de toreros y la mayor parte de aficionados, porque ha habido algunos que hoy tampoco es que hayan armado el ruido y hayan montado lo que montan cuando los toros pertenecen a otros hierros, digamos por ejemplo Juan Pedro, Jandilla o Garcigrande por poner algún ejemplo, curiosa casualidad. Primero, segundo, cuarto, quinto y sexto han sido mansos, de libro, imposibles para el lucimiento, sin fijeza, huyendo de los capotes, sin entregarse en varas, parados y reservones en banderillas y nulos para la muleta, siempre huyendo a tablas, buscando con descaro la mínima rendija para irse sueltos, sin clase alguna, con la cara alta, a la defensiva, como mansos que eran, sin recorrido. Los cinco pitados en el arrastre, no era para menos, pero tampoco con la vehemencia de otras tardes, la verdad. Hay muy poco que destacar en le capote, quizás tan solo un par de verónicas acompasadas y una media de remate cargada de gusto con la que Ferrera recibió al primero, un detalle torerísimo en un recorte al dejarlo frente al caballo y dos lances de capa vistosísimos que yo creo que eran tijerillas, cruzando las manos para desdoblar el capote por el envés en el momento de llegar el toro, que ha hilvanado con un par de verónicas a pies juntos con cierto desmayo y la torería que impregna a cada paso que da. El resto, nada de nada, sin entrega ni fijeza, deslucidos a más no poder. Y las faenas de muleta se pueden resumir en lo dicho antes, caras altas, cabezazos, derrotes, corto recorrido, falta de clase y siempre buscando salida a tablas. Un par de trincherillas de Ferrera al primero cargadas de aromas toreros, dos o tres naturales del balear en el cuarto que han tenido cierta hondura, lo mejor de Ferrera ha sido la brevedad ante lo imposible, y el mando de Perera ante el quinto, haciendo lo único posible, taparle mucho la cara, sin quitarle la muleta para así encelarlo y evitar su huida en dos tandas en redondo de mucho mérito y profundidad que no han sido valoradas por un público desentendido de lo que pasaba a esas alturas de la mansada, aunque algunos sí que hoy han entendido que lo que tocaba era meterse con Miguel Ángel Perera hiciera lo que hiciera, aunque estuviera digno y voluntarioso, tratando de robar al menos un pase o cuajando esas series comentadas. Tocaba reventarle. No creo que merezca la pena decir nada más de lo que han ido esos cinco mansos, los cuatro de los lotes de Ferrera y Perera y el sexto de López Simón que con excelente criterio se lo ha quitado de en medio con brevedad, era lo único que se podía y debía hacer. Solo añadir que esta tarde también ha banderilleado Fernando Sánchez, con eso queda todo dicho, sobran las palabras, apoteósico, y que el elenco de toreros de plata ha sido de auténtico lujo: Jose Manuel Montoliú, Javier Ambel, Curro Javier, Vicente Osuna, Jesús Arruga, Yelco Álvarez, Javier Valdeoro, José María Amores, ¡una pasada!. Así se ha lidiado de bien a la mansada y se han puesto los pares de banderillas que se han puesto resolviendo las muchas complicaciones con oficio y torería.
Entre toda esa mansada ha saltado en tercer turno un toro de nombre Garabito y que ha sido un oasis en el desierto de la mansedumbre. Toro con movilidad de salida al que Alberto López Simón recibió con el capote lacio y la figura relajada, repite aunque en los primeros compase no me pareció que metiera la cara con la clase que lo hizo después. Empuja en la primera vara, sin duda la mejor pelea de la tarde, pero a la salida pierde las manos, por lo que el segundo puyazo tan solo ha sido señalado. Uno de los momentos de mayor torería de la corrida lo hemos vivido a la salida de ese segundo puyazo, quite de Ferrera por delantales exquisitos andándole hacia atrás y una larga de remate que fue una auténtica maravilla. Replica López Simón con otro por gaoneras y tafalleras un tanto embarulladas pero con emoción por la movilidad del toro y lo cerca que el madrileño se lo ha pasado. El inicio de faena por estatuarios, derechazos, un cambiado por la espalda electrizante y uno de pecho soberbio nos devuelven al López Simón de aquellas grandes tardes isidriles de 2015 que le catapultó con las tres salidas a hombros en Madrid. Para mi el de Barajas ha tenido una gran virtud en este toro, que lo ha entendido a las mil maravillas desde le principio, lo ha llevado a los terrenos donde mejor podía lucir y allí lo ha toreado como creo que debía hacer para aprovechar la humillación y la clase que ha demostrado en la muleta. Un muy buen toro pero que personalmente creo que ha lucido más por el magnífico trato que le ha dado López Simón. Faena de temple y de colocación, de ponerle la muleta adelantada y llevarlo con muchísima suavidad, series en redondo ligadas por bajo, con enorme profundidad, con largura en el recorrido pero cortas y medidas, en el número de muletazos, administrando perfectamente las fuerzas del enclasado toro, siempre en el tercio, al abrigo del viento, en terrenos del 1. Sensacionales los de pecho con los que ha abrochado cada serie, garboso martinete, torero trincherazo, todo en medio del temple, la largura y la ligazón, toreo acoplado, toreo encajado, toreo de gusto y a gusto en esas magníficas series de derechazos. Con la zurda nos ha deleitado con extraordinarias series de naturales metiendo los riñones, hondura y ligazón, todo muy despacio, sin un solo toque a la muleta, temple supremo, pases de pecho monumentales y un molinete garboso para quedar colocado y recetar una última tanda en redondo con Garabito ya parado que me ha parecido sensacional por la entrega del madrileño, tirando del toro, alargando el muletazo de una manera que parecía imposible, y siempre por abajo, y siempre despacio, con mucha clase, con sumo gusto. Como parece que ahora es obligado cerrar las faenas con manoletinas o bernardinas, así lo ha hecho López Simón. Bernardinas de infarto, pasándose al de El Puerto a milímetros, cambiando el viaje en la última milésima, tanto que le ha prendido y volteado, cayendo de manera muy fea y quedando medio mareado, afortunadamente sin cornada, de milagro. Hecho un jabato se repone y vuelve otra vez por Bernardinas. Más de uno ha tenido que echar mano de una cafinitrina al ver a López Simón hecho un Ecce Homo volver a ponerse donde se ha puesto y pegar más bernardinas y uno de pecho antológico, lentísimo, interminable, de pitón a rabo, que ha puesto a la plaza en pie. Una oreja era segura de no haber fallado con la espada, la verdad es que parecía mareado y tambaleante y ha pasado las de Caín para matar. No ha habido oreja pero sí una fuerte ovación para premiar su entrega, su verdad y su magnífico toreo, y otra gran ovación para Garabito, un muy buen toro de Puerto de San Lorenzo que gracias a Dios no querido apuntarse al día mundial del manso.
Antonio Vallejo
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