Mejor no ha podido estar encajada esta tarde de rejones, tras los últimos días de decepción por el horrible juego de los toros, absolutamente imposibles, con un ambiente en los tendidos aún más enrarecido de lo que desde hace años es habitual, con un grado de crispación que, ya lo he dicho muchas veces en estos días, sobrepasa a mi modo de ver lo tolerable en una plaza de toros, carente de la mínima educación y respeto hacia quienes se juegan la vida delante de los toros, y una actitud de un sector que quiere dominar la plaza base de amedrentar para imponer sus caprichos, filias y fobias, porque sus criterios no los pueden imponer sencillamente porque no tienen criterio.
Hoy se respiraba tranquilidad, hoy se respiraba ganas de ver toros, hoy se respiraba respeto, hoy se respiraba afición de verdad, no intransigencia y falsos purismos. En medio de ese ambiente de fiesta, que es la auténtica esencia del toreo, una fiesta popular, dos rejoneadores han hecho brotar los más profundos sentimientos, aflorar las más bellas emociones y desatar la más intensa pasión que el toreo es capaz de desencadenar. Pablo Hermoso de Mendoza y Lea Vicens, un hombre y una mujer, para que luego esa izquierda totalitaria e intransigente critique al mundo del toro, mayor cuota, como dicen ahora, imposible, mayor paridad no se puede pedir. Un maestro consagrado, uno de los más grandes del toreo a caballo junto a una joven francesa que genera grandes esperanzas de cara al futuro por todo lo que representa y puede significar y que hoy ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas por vez primera en sus casi seis años de alternativa. Ambos a hombros por la Puerta Grande al cortar dos orejas cada uno, la imagen del triunfo, la imagen de la alegría, la imagen más deseada del toreo, la imagen que nos reconforta y nos reafirma en esta bendita locura que llamo yo a la afición que llevamos dentro.
Pablo Hermoso de Mendoza lo es todo en el rejoneo, un maestro consagrado con 30 años de alternativa, una carrera jalonada de triunfos rotundos en todo el mundo, un referente histórico del toreo a caballo. Esta tarde nos ha dado una clase magistral, una auténtica cátedra de toreo a caballo. Le salieron dos toros de El Capea con mínimas, por no decir nulas, opciones para el triunfo, primero y tercero. El primero parado, sin recorrido, sin fijeza, siempre saliendo suelto hacia tablas, un manso en toda regla. Toreo perfecto, tarando de encelarlo en los caballos, técnica y doma descomunal, magnífico conocimiento del toro y los terrenos, haciéndolo todo él, dejando llegar a su caballos hasta la cara del toro, quebrando en un palmo, todo pulcritud, todo hecho a la perfección, pero sin poder llegar a transmitir por la sosería del animal con cierta nobleza pero que acabó siendo un marmolillo anclado a la arena. El tercero cierto es que se ha movido más en los primeros tercios, con el rejón de castigo ha tenido cierto celo y ha permitido al navarro colocar algunas banderillas con más emoción, siempre ejecutadas con la ortodoxia que le caracteriza. Otra lección de técnica para poder realizar las suertes pero tampoco ha conseguido transmitir con un toro falto de emoción y a menos a mediad que avanzaba la faena. Pero el destino le tenía reservado un quinto bravo, con nobleza, movilidad, fijeza y repetición , un magnífico toro de El Capea ante el que el navarro ha dado, a mi modo de ver, una lección magistral de lo que es el rejoneo. Toreo de alta escuela, toreo de grandísimo maestro, temple y mando a caballo, doma y técnica superlativa, una faena para la historia. Desde que lo ha parado y encelado montando a Alquimista con el rejón de castigo sin clavar ni desplegar, como si lo estuviera recibiendo con la garrocha, todo ha sido perfecto. A lomos de Berlín ha toreado como si el caballo fuera una muleta, cosido a la grupa, ahora por el flanco derecho, ahora el izquierdo, un baile elegante que hipnotizaba al de El Capea, como si fueran redondos y naturales, como si fueran trincherillas, cambiándole los terrenos, ahora por fuera, luego por dentro, toreo puro y verdadero, reunido, llegando hasta la misma cara, quebrando en un palmo para dejar perfectamente colocadas las banderillas casi sin rectificar la linea de ataque al toro. Sobre Arsenio la pureza en las suertes, la naturalidad y elegancia innata de Pablo Hermoso se combinó con la espectacularidad y emoción de sus piruetas en la misma cara, una maravilla de caballo, girando 360º sobre sus cuartos traseros en los mismos pitones. La plaza en pie rendida a un maestro que estaba escribiendo un tratado de rejoneo y una página de oro en el libro de la historia del toreo. Fue montando a Pirata cuando se despejaron todas las dudas sobre el peso y la dimensión de la faena que el navarro estaba componiendo, en un par de banderillas cortas que dejó colocadas arriba de manera espectacular, a dos manos, adornándose con la suerte del teléfono, la locura desatada en Madrid. El rejón de muerte se hundió en todo lo alto y el toro rodó sin puntilla de manera fulminante. Dos orejas sin discusión alguna, dos orejas y Puerta Grande para la historia, como ha sido su faena en esta tarde de sábado.
Era la segunda vez en mi vida que veía torea en vivo a Lea Vicens y debo decir que, aunque algunos matices me han parecido que pueden mejorarse, me ha encantado. Da mucha alegría ver a una mujer torear como lo ha hecho Lea en esta tarde. El que hizo segundo creo que fue un muy buen toro al que Lea llevó de manera sensacional. Me ha encantado su doma y cómo ha toreado, la manera de mostrarle costado a los toros, la mera de encelarlos en la cabalgadura y llevarlos perfectamente fijos y encelados. De salida lo paró a lomos de Bach con enorme torería, templando las embestidas, llevándolo cosido a la cabalgadura. Sobre Bético el galope a dos pistas alcanzó momento de insuperable belleza y temple, maravilloso caballo, como también lo fueron Bazuka y Deseado para las banderillas, colocadas con facilidad y verdad, quiebros con emoción y exposición, aprovechando la movilidad y entrega del buen toro de Carmen Lorenzo. Las rosetas a lomos de Espontáneo, reunidas y clavadas con gusto girando alrededor del toro precedieron a un rejonazo que pasaportó al buen toro. Una oreja y petición de la segunda, pero creo que una oreja era el merecido premio, sin dejarse llevara por excesos de triunfalismo. El cuarto también mostró movilidad y fijeza en los caballos. De nuevo lo paró y templó con maestría sobre Guitarra, un certero rejón de castigo y sensacional toreo a dos pistas que precedió a unas banderillas clavadas con limpieza. Sobre Gacela llegó el único sobresalto de la tarde, al hacer un quiebro muy ajustado en el que el toro tocó el costado del caballo y casi derriba a la rejoneador francesa A partir de ahí creo que el toro desarrolló algo de sentido y Lea tampoco anduvo tan fina. No sé si será un atrevimiento imperdonabl pero me ha parecido que a partir de ese momento las batidas y los quiebros los ha hecho algo lejos de la cara y algo fuera de sitio, desluciendo un tanto el conjunto. A lomos de Diluvio y Jazmín colocó las banderillas con facilidad pero el toro ya esperaba e iba a menos, acabando parado y dificultándole mucho a Lea a la hora de matar. La última bala era el sexto y la aprovechó, vaya si lo hizo. Bach fue el elegido para recibir al de El Capea, un toro también de nota, que tuvo clase y bravura, con fijeza y repetición. Magnífico rejón de castigo con el que lo metió en la cabalgadura y lo llevó toreado por todos el anillo. De nuevo fue Bético el elegido para las banderillas, bien ejecutadas, con limpieza pero algunas probablemente algo por fuera, sin la reunión del primer toro a mi modo de ver, pero que no resta ni un ápice de mérito a la magnífica faena de la francesa. Por cierto, que este caballo interpretó a las mil maravillas el paso español, de una vistosidad y elegancia difícil de igualar, un delicia. Fue calentando más y más a los tendidos cabalgando sobre Diamante en banderillas, colocadas arriba con mucha entrega por parte de Lea aunque, y perdonen los entendidos del rejoneo por las barbaridades que puede escribir fruto de mi escaso conocimiento de este arte y mi atrevimiento, se haya salido un tanto de la suerte en algunos embroques. De cualquier modo, me ha entusiasmado ver torear a Lea Vicens, y también verle a ella, por qué negarlo, la que es guapa lo es y hay que apreciarlo, que todo cuenta, y si no que se lo digan a los miles de aficionados que hoy casi hemos llenado Las Ventas, una plaza a la que se ha metido en el bolsillo y que toda la tarde ha estado volcada con ella. Un rejonazo de muerte con Espontáneo que hace rodar de manera fulminante al toro permite que los tendidos se inunden de pañuelos blancos pidiendo la oreja, concedida por el palco y que ha permitido la salida a hombros de Las Ventas por vez primera en su carrera. Una oreja y no dos, nadie la ha pedido, lo que demuestra que la felicidad y la alegría en los toros no están reñidas con el criterio, el rigor y la seriedad, desmontando de un plumazo el mito de que en las corridas de rejones poco menos que se pedían doce orejas y seis rabos.
Pablo Hermoso de Mendoza y Lea Vicens a hombros camino de la calle Alcalá, la imagen del triunfo, la imagen más deseada cada tarde, el reflejo de la alegría y la ilusión que sólo el toreo puede generar.
Antonio Vallejo
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