lunes, 3 de junio de 2019

20ª de San Isidro: La décima de Leonardo Hernández


Tenía muchas ganas de ir a una corrida de rejones. Con la posibilidad actual de renunciar a dos de los cuatro festejos a caballo programados decidí quedarme con la de hoy y el mano a mano del próximo sábado entre Hermoso de Mendoza y Lea Vicens, los dos carteles que para mi tenían más atractivo. La corrida de hoy contaba con dos alicientes. Primero el de acartelar a Diego Ventura y Leonardo Hernández, los grandes triunfadores de años anteriores y auténticos maestros, junto a un rejoneador albaceteño, Juan Manuel Munera, desconocido para mi y que hoy venía confirmar alternativa. El segundo es aún mayor, ir en familia a los toros, junto a mi mujer e hijas, un lujo. Si quiero que la afición siga y que los aficionados de hoy tengamos relevo no encuentra otra manera de hacerlo más que llevando a los niños a los toros, que vean la verdad, que sientan la emoción y la belleza de este arte, que disfruten de una tarde de alegría y, para eso, nada mejor que los festejos de rejones. Cada año lo repito, pero es una gozada ver el aspecto de una plaza llena de familias, además de los muchos aficionados que, cada vez más, no queremos perdernos la belleza y espectacularidad del toreo a caballo, que es como me gusta llamarlo. Tardes que voy a bautizar como de Omeprazol, tardes para aliviar el ardor de estómago que un día tras otro me provoca la crispación y la mala educación del sector intransigente, tardes que les vendrían muy bien para reponerse de la úlcera de estómago que deben tener por su carácter tan sumamente avinagrado. Hoy hacía calor en Madrid, mucho, pero el ambiente festivo de la plaza ha sido como un soplo de aire fresco que ha refrescado el cuerpo y la mente, lo que no ha estado reñido con el rigor y la seriedad, porque uno se lo puede pasar muy bien y disfrutar y a la hora de medir los premios hacerlo con justicia, sin dejarse llevar por una euforia desmedida. Una oreja ha cortado Diego Ventura al segundo y otra ha perdido en el cuarto por el mal manejo del rejón de muerte, y así como al primera se ha pedido con razón, a nadie se le ha ido la cabeza pidiendo una segunda o la concesión de la del cuarto. Igual digo con Leonardo, cada oreja cortada ha sido de ley, y a nadie se la ha pasado por la imaginación pedir una segunda. Y tres cuartos de lo mismo con el confirmante Munera, que ha pasado un calvario a la hora de matar, casi se le van los dos toros por tres avisos y se le ha respetado, nadie le ha gritado nada desde ningún tendido ni se le ha faltado al respeto, como tampoco se le ha aplaudido, respetuoso silencio, sin masacrare a pitos cuando se le veía desbordado por el descabello y sin aplaudir al toro en el arrastre para molestar y humillar al torero. Adiós al mito de la euforia desmedida en estas corridas de rejones, adiós a las supuestas lluvias de orejas sin rigor, eso es mentira, se puede ser muy feliz y justo a la vez, la úlcera se la dejo a los que la quieran. 
Sobre Diego Ventura poco se puede añadir que no hayamos visto y contado ya. Indiscutible número uno del rejoneo, con una cuadra increíble, caballos y yeguas de una belleza insuperable, una doma que me deja boquiabierto, auténticas maravillas que hace sobre sus cabalgaduras, convirtiéndolas en verdaderas muletas que torean con un temple exquisito, que llegan hasta la cara del toro y hacen quiebros increíbles en una baldosa, sin salirse de la suerte, recortes por terrenos imposibles, terrenos de adentro pegado a tablas por donde no hay sitio, y pasan, y con limpieza. Es una locura ver, por ejemplo, a Nazarí parando y encelando a los toros, maestría y temple, llevando al toro cosido a su costado, una vuelta completa, y un quiebro, y una banderilla en todo lo alto por los adentros. Como es maravilloso contemplar como Campina y un  nuevo caballo que va a dar muchas trrdes de gloria al maestro, Joselito, bonito nombre, reciben al toro a la puerta de chiqueros, como lo fijan y permiten colocar los rejones d castigo que ahorman las embestidas del toro. O es para volverse locos ver a Ventura montar a Sueño con el toro cosido a la grupa, otra vuelta entera para parado y recortar por terrenos de adentro, no una vez, ni dos, hasta cuatro o cinco veces se ha ido pegado a las tablas, con una emoción indescriptible, o sentir el crujido que provocan los quiebros  Lío, en la misma cara, sobre los cuartos traseros, exponiendo una barbaridad, casi sin rectificar su línea, y pasando con limpieza para que Ventura coloque arriba la banderilla, y los quiebros invertidos de Gitano para dejar otra banderilla al violín que quita el sentido, o ver salir a Dolar, ver que le quita el bocado y a dos manos deja un par de banderillas a cada toro que es magia pura. Y por si faltara algo o alguno ahí se presenta Remate a la hora de colocar las banderillas cortas y las rosas antes de manejar el rejón de muerte. Ahí ya entra en juego mucho la suerte, porque si de por sí matar al toro es la suerte más difícil, hacerlo a caballo y a la velocidad que van aún más. Rejonazo entero arriba en el segundo y atasco en el cuarto que le ha privado abrir la Puerta Grande madrileña por decimoséptima vez en su carrera. Pero todos cuantos hemos estado hoy en Las Ventas hemos sido testigos una vez más de la maestría de Diego Ventura, algo muy grande.
Leonardo Hernández es otro de los grandes del toreo a caballo. Salir a hombros de Madrid diez veces no está al alcance de cualquiera. Hoy ha vuelto a demostrar lo gran torero que es, porque hoy ha toreado, ha encelado a dos toros que no eran nada fáciles, abastos de salida, sin fijeza, nada colaboradores y, además, bastante parados. Todo, absolutamente todo lo ha hecho el extremeño con un concepto clásico y ortodoxo de rejoneo, perfecto en la doma y la técnica, magistral el conocimiento y manejo de los terrenos, torería de pies a cabeza. Ha sido una delicia verle montar a Estoque para recibir al toro y dejar certeros rejones de castigo tras pararlo y hacerle que se fije a la cabalgadura, ver poner banderillas sobre Enamorado, capaz de llegar a la cara del toro como si nada y quebrar en el último segundo, o vibrar con Calimocho un precioso caballo negro que con su cola ha toreado al quinto aguantando los derrotes que soltaba al aire, incapaz de alcanzar la grupa, siempre a milímetros pero sin rozarle, poder y sometimiento a caballo, una perfecta maravilla. Elmo y Eco se encargaron de poner a mil a las Ventas llegando en largo, dejando espectaculares quiebros en la cara y no menos espectaculares piruetas a salir del embroque. Una auténtica maravilla que ha coronado con Xarope para las banderillas cortas  puro espectáculo, una tras otra, y su gran aliado a la hora de entrar a matar, paciente, gira alrededor del toro cuanto haga falta hasta conseguir colocarlo en suerte, mostrándole al maestro la muerte desde el mejor ángulo posible, una locura de caballo. Dos cerebros rejones de muerte han valido sendas orejas y la décima del extremeño.
Juan Manuel Munera ha derrochado ganas, entrega y disposición por los cuatro costados. No entiendo ni papa de caballos y no sé montar, por lo que soy incapaz de opinar sobre la capacidad técnica del albaceteño, pero en mi calidad de profano solo puedo decir que me ha parecido que monta de maravilla, que tiene muy buena doma y una cuadra que me ha gustado mucho. Romance, Misterio, Arrebato, Escándalo, Dámaso (supongo que en homenaje al gran maestro albaceteño Dámaso González), Señorío o Supremo son nombres los caballos sobre los que Munera ha cuajado dos faenas intensas y llenas de emoción, dejándose llegar mucho los toros a la grupa y el estribo, arriesgando tanto que en varias ocasiones los pitones han tocado a los caballos , siendo mi impresión que las ganas por hacer mucho y bien le han hecho llegar hasta límites extremos, cosa que me da la impresión y que no se le ha censurado porque las ganas y la ilusión compensaban las deficiencias lógicas de su aún corta carrera. Para mi humilde opinión no ha estado nada mal, me ha parecido que tiene muy buen concepto del toreo a caballo a la hora de templar a los toros y encelarlos y ha tratado de hacer siempre todo con pureza y verdad, sin tener miedo a pasar en falso varias ocasiones si veía que estaba fuera y no dejar las banderillas de cualquier manera, recuperando la distancia y el sitio para clavarlas con ortodoxia. Su único lunar ha sido el rejón de muerte y el descabello. He sufrido mucho viéndole agobiado cuando sentía que los minutos corrían, que sonaba un aviso, un segundo aviso y que el toro de su confirmación se podía ir vivo a los corrales. Hubiera sido muy injusto con la buena faena que había realizado, cono cosas que mejora, por supuesto, pero para mi ha estado más que digno. Lo mismo con el sexto, el rejón de muerte y el descabello han sido un duro trago para el albaceteño. Pero tiempo tendrá de pulir esos defectos, hoy era su confirmación y ha mostrado virtudes suficientes como para pensar en que hay rejoneador para el futuro.
Y además he vuelo feliz y tranquilo a mi casa, dando un agradabilísimo paseo calle Alcalá arriba camino de casa junto a mi familia en una preciosa noche preveraniega en la capital. No puedo pedir más.

Antonio Vallejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario