domingo, 16 de junio de 2019

Paco Ureña, el cielo ganado... y el viento a favor


Le ha costado mucho, esfuerzo, sacrificio, sufrimiento, valores representan lo que son los toreros, hombres con una capacidad de superación admirable frente a todo tipo de adversidades. Paco Ureña ha trabajado mucho durante años, ha peleado y se ha fajado ante todo tipo de toros, en todo tipo de plazas, de aquí y allí, ha luchado en pos del sueño de cualquiera que se viste de luces y ayer alcanzó esa anisado meta, ayer abrió la Puerta Grande de Las Ventas y pudo tocar con las manos el cielo más bello que nadie pueda imaginar, el cielo torero de Madrid, que cuando se entrega lo hace como nadie, aunque a veces esa entrega tiene ciertos matices que conviene también no olvidar. Dos orejas a un grandísimo toro de Victoriano del Río, un toro de sensacionales hechuras, un toro bravo, noble y enclasado, un toro de vuelta al ruedo al que no se le dio ese honor que merecía. Empanado se llamaba ese toro que de salida se entregó al capote del murciano y abrió de par en par las ventanas de la transmisión para que una imparable corriente de emoción corriera por toda la plaza llenado los pulmones de unos aficionados que enloquecían a cada olé. Verónicas templadas, con una despaciosidad hipnotizante, deteniendo las agujas de los relojes, una tras otra, relajado, a compás, ganando pasos, hacia fuera, con el toro barriendo la arena con el hocico, maravilloso conjunto. Bravura en el caballo, arrancándose con magnifico tranco, metiendo la cara abajo, empujando con los riñones, fijeza, gran pelea y mejor si cabe Pedro Iturralde, sobresaliente, matrícula de honor le daría yo a los dos puyazos, perfectamente agarrados, arriba, centrados y delanteros, administrando a la perfección el castigo, ni una gota más ni una menos de lo que el toro precisaba, grandísimo picador. Como magnífico fue el tercio de banderillas en el que Curro Vivas y Álvaro López "Azuquita" colocaron los palos con una facilidad y una clase tremenda, acompañados por una lidia portentosa de Agustín de Espartinas, vaya dos capotazos que pegó para dejar al toro perfectamente colocado. Magníficos toreros de plata, es un placer verles torear. El inicio de faena pone directamente a la plaza en pie. Estatuarios que hilvana con tres trincherazos monumentales, un derechazo mirando al tendido, casi de desdén y un pase de pecho de pitón a rabo para no olvidar. Series por el pitón derecho profundas, ligadas por bajo, el toro humillando y siguiendo los vuelos con fijeza, el hocico olisqueando la arena venteña, bravo y noble, Ureña encajado, enroscándose al toro, a ratos crujiendo la cintura, a ratos desmayado, alargando la mano, tirando del toro, recorrido, emoción, belleza. Fueron dos series, rematadas por unos de pecho antológicos, de pitón a rabo, pero dos series de órdago antes de cambiar al pitón izquierdo. Los primeros naturales no tienen el mismo recorrido, incluso en un par de ellos se queda a medio viaje y hace amago de perder las manos ante el poderío de mano baja de Ureña, incluso en uno de ellos el murciano se queda descolorado y un tanto fuera, o al hilo del pitón, según se quiera ver, pero no pasa nada, la gente espera un par de segundos y el natural se completa con suma belleza y con el consiguiente y lógico olé, como debe ser, porque así se mantuvo la ligazón de la tanda y la emoción no cedió, como debe ser. Pero claro, eso debe ser así siempre, porque para ligar el toro es imposible estar siempre cruzado, pero ayer no escuché a ninguno de los fans del cruzamiento pedir que se cruzara a la milésima de segundo, valga la redundancia. Es una pena que ese criterio no se siga siempre, con independencia de que el torero se llame Paco, también me gustaría el respeto que hubo ayer para otros que se llamaran Julián, Enrique, Jose Antonio, Jose María, Miguel Angel, Andrés, Ginés, David, Manuel, Fernando, etc. vamos, por poner algunos nombres así, al azar. Pero lo importante es que la segunda tanda de naturales fue de delirio, cuatro naturales con un temple mágico, con una largura y una hondura fuera de serie, ligados por bajo, jugando las muñecas con una suavidad embaucadora, los vuelos perseguidos por la bravura de Empanado, rematando la serie con otra pareja de desdenes que ponen patas arriba a una plaza entregada, rendida al maestro. Dos tantos por el derecho y otras dos por el izquierdo, la plaza en efervescencia, considera Ureña que todo está hecho y se dirige sin dudarlo a por la espada de verdad. Me ha refrescado la memoria esta mañana un buen amigo con la faena de la despedida de Juan Mora en la Feria de Otoño de 2010, una faena similar, tan sentida y con tanta torería como la de Ureña ayer, pero con la diferencia que el maestro de Plasencia torera con la espada de matar montada, lo que le confirmó a aquella faena una mística especial puesto que al rematar con un pase derecho se quedó perfectamente colocado para entrar a matar y pasaportó al toro con un estoconazo en todo lo alto. Ayer no fue así, Ureña se fue a las tablas, dejó la ayuda y tomó el estoque de hacer, y antes de entrar a matar rubricó la faena nos deja una última serie de naturales quebrando la cintura, incluso algo forzada la postura, pero muy ceñidos, encajado, de mucha profundidad. Hunde la espada hasta la empuñadura, algo trasera y desprendida, lo que hace que el toro tarde unos minutos en doblar, pero esta claro que era cuestión de un poco d epaciencia y dejar que el bravo toro de Victoriano del Río, Empanado, doblara las manos. minutos interminables que la gente esperó con tranquilidad, como debe ser, ¿o no?. Lo digan porque otros días, como el toro no doblara a los quince segundos, ya estaban algunos con pitos y reprobaciones, pero ayer no tocaba, menos mal. La pena es que no se mantenga el mismo criterio sin atender al nombre, Paco, Julián, Enrique, Jose María..... pero dobló, la plaza fue un mar de pañuelos y las dos orejas cayeron sin discusión alguna, porque no podía haberla, porque la faena, aunque corta y nunca sabremos si hubiera dado para más, fue antológica, plena, rotunda, torera y por sí valía una oreja, y la otra porque la estocada se la merecía también, aunque cayera con algún defecto, que siempre lo he dicho, me da igual, fue suficiente para pasaportar al toro, aunque tardara unos minutos en caer. Parece ser que no ando tan desencaminado en mis criterios, con la diferencia que lo valoro igual con independencia del nombre del torero. Lo de Ureña de ayer fue para rendirse, como lo fue Empanado, un grandísimo toro que era de vuelta al ruedo, pero que no se le dio porque nadie la pidió. Es curioso que aquellos que pomposamente se autodenominan toristas, que velan por la pureza del toro y que tantas tardes se rasgan la camisa con toros que valen muy poco comparados con Empanado porque tiene un par de arrancadas al caballo, ayer no fueran capaces de pedir la vuelta al ruedo para es toro de Victoriano del Río. ¿Acaso ese era el problema?, ¿la divisa?, ¿que hubiera pasado si hubiera lucido la divisa de unos de "sus" hierros?. ¡Ay las filias y las fobias!, ¡que malas son!. Y lo repito por si a alguien  le queda alguna duda, dos orejas inapelables, no le pongo ni un solo pero, es más, le doy más mérito aún por las condiciones en las que toreó, con una posible fractura costal después del tremendo volteretón que le propinó su primer toro. Tan solo me gustaría que a a todos se le midiera por igual, que si ayer se valoró y respetó el pundonor y la verdad de Paco Ureña se haga lo mismo con todos, porque todos se juegan la vida por igual, porque todos se repone de volteretas y cornadas por igual, pero algunos traen los juicios ya hechos de casa y se pone a favor o en contra por el nombre. Ayer Ureña estuvo antológico pero el viento le soplaba a favor, que eso ayuda. Es como jugar en tu campo y con el árbitro de tu parte, ganas el partido casi seguro. Lo vimos precisamente en el segundo, un toro también de sensacionales hechuras, muy serio. Hasta ene so le sonrió la suerte al murciano, los dos toros de mejores hechuras fuero los dos mejores y los dos, casualidades o no del sorteo, le correspondieron al murciano. El saludo a ese toro fue igual de templado, sedoso y torero como el que antes les conté. Por verónicas, desmayadas, cadenciosas, ganándole terreno para rematar con una revolera abandonada de cartel. Magnífico una vez más Juan Francisco Peña, extraordinario picador que debe ser quien se lleva los galardones al mejor puyazo de la feria, han sido unos cuantos y el de ayer suma uno más de premio. Menuda pareja de varilargueros, Peña e Iturralde, un lujazo. En quites asistimos algo que hacía mucho no veíamos, algo tan apasionante como la rivalidad, un quite de ensueño de Ureña por verónicas en le centro del anillo, templadísimas, sedosas, para volverse loco, la réplica de Roca Rey por chicuelinas ceñidas a unos bajas, muy templadas y rematada con una media de cartel y la contrarréplica del murciano por delantales,  lentísimos, eternos, le tiempo detenido en el capote que remata con una media arrebujada repleta de sabor. Momento mágico, la piel de gallina, una emoción que solo el toreo puede hacer sentir. Momento tan solo emborronado por algún bocachancla que no tuvo cosa mejor que hacer que meterse con Roca Rey reprochándole que no toreara por verónicas. En fin, cada uno hace el quite como quiera, digo yo, pero quería dejar claro que ayer el viento iba a soplar a favor de uno y claramente en contra de dos, Castella y Roca Rey que lidiaron, el primero con un lote infumable y el segundo con un lote mano al que pudo y toreó de maravilla, sacando lo que no había, pero a quienes no dejaron en paz ni un segundo, reproches, impertinencias, gritos, silbidos, auténticamente insoportable, tanto que el peruano se volvió hacia ellos un par de veces para pedirles un mínimo de respeto. Y digo esto porque viendo repetida la corrida en Canal Toros le preguntaron a Roca Rey tras matar al que lidió en quinto turno si había pedido paciencia a ese sector que no paraba de molestar y el limeño contestó como torea, templado, firme, valiente y con torería. Dijo que no, que lo que les decía es que se callaran de una vez. ¡Olé!. Porque si Castella solo pudo hacer gala de su portentosa técnica para mantener en pie a su lote y sacarles muletazos de mérito, solo a media altura porque no aguantaban más, con enorme tesón y disposición, Roca Rey entendió a sus dos mansos a la perfección, se los llevó a las tablas y en le tercio les planteó dos faenas de mucho peso, poniéndoles la muleta en la cara, llevándolos muy tapados, sin mostrarles la salida, además bajando la mano, además por ambos pitones, con mucho esfuerzo, tesón y paciencia, la que no demostraron los que le tiene ya en le punto de mira y no le tragan. Decía que no ponía ni un reproche a las dos orejas de Ureña al que lidió sexto al correrse turno como tampoco pongo ni un solo pero a la actuación de Sebastián y Andrés, porque el nombre no me importa, estuvieron muy por encima de sus lotes y no mereciera el trato que recibieron de parte de los que no vieron que Empanado era de vuelta al ruedo. Esa es su fiabilidad y su sapiencia. Quedó demostrado en la faena de muleta a ese segundo, que Paco comenzó sentado en el estribo y con la mano agarraba a las tablas, estampa muy torera pero a lo mejor no la más adecuada manera de arrancar el trasteo en ese toro. Mejoró al recuperar la verticalidad, tres trincherazos maravilosos, de esos que si los hubiera dado uno de nombre Jose Antonio le hubieran gritado lo de "hay que torear". Faena planteada y ejecutada prácticamente al natural, el toreo en redondo fue testimonial, con naturales de inmensa hondura y temple pero alternado con otros de menos limpieza, con toques a las telas, con emoción tremenda algunos, con menos ritmo otros, y con cierta falta de continuidad en general. Muy enterado Ureña, bajando mucho la mano, obligando una enormidad al toro, que por momentos se quedaba corto, abajo, y en uno de esos montos soltó un derrite seco que lanzó a Ureña por los aires, segundos de angustia con el torero entre los pitones, sin poder adivinar si iba corneado o no. Afortunadamente no fue así, "solo" el polizón y una posible fractura costal. Se repuso y volvió al natural, arrebatado, enroscándose al toro, sensacional, muy ceñido, el éxtasis en los tendidos, abrochando la faena con unas trincherillas de un gusto exquisito. Una lástima el pinchazo y una entera algo caída que le valió una merecida vuelta al ruedo que no entiendo como dudó en dar. Hay que dar el valor que siempre han tenido las vueltas al ruedo, aunque algunos vociferen. Pero ayer no era el caso, nadie iba a discurtirlo. Los que somos aficionados de verdad, los que vamos a la plaza a disfrutar con la emoción del toreo sin filias ni fobias, no lo íbamos a hacer, y los que llevan los juicios preparados de casa tampoco, porque ayer el viento soplaba a favor para llevar al paco Ureña al cielo que se ha ganado con total merecimiento. ¡Ole, maestro!.

Antonio Vallejo 

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