lunes, 10 de junio de 2019

27ª de San Isidro: Sangre y honor, valor y verdad


El peligro y el pánico se han adueñado de Madrid, y por poco la tragedia, con una corrida de Baltasar Ibán imponentes de presentación, de una seriedad escalofriante, astifinos, puntiagudos, puñales afilados capaces de taladrar hasta el acero, de magníficas hechuras, preciosos, la imagen altiva de esta animal desafiante que es el toro bravo. Probablemente haya sido la corrida de mejores hechuras y más presencia que se ha lidiado en este San Isidro, pero también ha sido, casi con seguridad, la más peligrosa. Unos auténticos cabrones, alimañas que soltaban la cara y rebañaban por donde podían, los tobillos  los muslos, el pecho, daba igual, a la defensiva, soltando la cara, con una violencia descomunal, sin entregarse, sin clase alguna. Frente a ellos tres matadores, tres gladiadores que se han jugado la vida a cara de perro, sin trampa ni cartón, verdad, sinceridad y honradez que, en el caso de Román, ha pagado con su sangre y casi con la vida. El parte médico asusta tanto como la angustia que hemos pasado esta tarde cuando  al entrar a matar al tercero hemos visto al valenciano colgado del muslo por el pitón derecho del de Baltasar Ibán, la sangre brotando a chorro por la taleguilla, la cara pálida, al rictus más que preocupante, segundos de pánico en los tendidos y honda preocupación: "Herida por asta de toro en 1/3 medio de cara interna muslo derecho, con una trayectoria de 30 cm hacia fuera y abajo y que produce destrozos en vasto interno, musculatura aductora, contusión con vasoespasmo de arteria femoral, rodea fémur por su cara posterior produciendo contusión de nervio ciático, presentando orificio de salida por cara externa 1/3 inferior de muslo.
Pronóstico: Muy Grave".
Era el tercero de la tarde, de nombre Santanero I, impresionante, veleto, dos perchas afiladísimas. No se emplea en el capote, se frena, las manos por delante y la cara muy alta, violento, agresivo. Derriba en el primer puyazo empujando con un solo pitón y en paralelo al peto. Santiago Morales "Chocolate" agarra arriba y delantero un magnífico segundo puyazo, frenando la brutalidad del toro. El tercio de banderillas convierte por. momentos la arena venteña en la del Coliseum romano en la época de los césares. El de Baltasar Ibán espera y corta, mide, suelta la cara buscando carne pone en serio peligro a César Fernández y El Sirio que exponen una enormidad, clavando con enorme dificultad y a Raúl Martí que en la brega sufre los terrible tornillazos del animal. Hasta siete veces han tenido que pasar por la incompetencia y falta de sensibilidad de un presidente hoy reglamentista empeñado en que hubiera cuatro palos colocados sobre el lomo de la alimaña. Al final dedicaré unas líneas al presidente, que tiene tela que haya hecho lo que ha hecho con sus antecedentes, pero su cerrazón ha servido para aclarar y explicar muchas cosas. Tantas veces han pasado que el toro ha sido capaz de desarrollar aún más sentido del que tenía, a cada intento de colocar los palos medía y cortaba más, hasta que en el último ha enganchado y derribado a El Sirio, lo ha zarandeado en el suelo de manera escalofriante, con saña y brutalidad y milagrosamente el buen subalterno ha salido ileso. Y todavía ha habido alguno tan listo que ha sido capaz de increpar a estos tres hombres que se han jugado la vida ante una alimaña imposible. Eso es lo que ha sido Santanero en la muleta, una alimaña, tardo, mirando y midiendo, arrancándose descompuesto, soltando la cara con violencia, rebañando a diestro y siniestro, sin un átomo de clase ni entrega. La valentía de Román ante este animal ha superado todos los registros exigibles, siempre citando de frente, perfectamente colocado, presentándole la muleta y tratando de conducir sus acometidas. Incluso ha llegado a sacar algunos redondos y naturales ligados a media altura de enorme mérito y gran calidad. Y lo de llevarlo a media altura es que era una heroicidad porque el toro llevaba los pitones cerca de la estratosfera, incluso parece ser que algún satélite de la NASA ha tenido problemas para esquivarlos y casi se va al garete en uno de los incontables derrotes del de Baltasar Ibán. Una faena de constantes sobresaltos en la que Román tenía que fajarse de los intentos del toro por cogerle, inmenso el valenciano, más entrega, más disposición, más verdad, más honradez y más dignidad no se le puede pedir. Tanta ha sido esa disposición y exposición que se ha tirado a matar recto, por derecho, a un toro que sabía perfectamente a por que tenía que ir. La imagen del pitón derecho de la alimaña completamente ensangrentada resultaba escalofriante y nos ha dejado el corazón encogido y el alma hundida viendo la gravedad de la cogida que antes he relatado. Una oreja pedida por abrumadora mayoría que le presidente ha tardado una eternidad en conceder y que, sineceramente, creo que dudaba en concederla, pero no le ha quedado otra al antes reglamentista en banderillas. Oreja que ha recogido Raúl Martí porque en ese momento Román comenzaba a ser intervenido en la misma enfermería.
Esto que acabo de contarles podría aplicarse al primero, primero bis (sobrero de Montealto que ha saltado por la invalidez del titular), quinto y sexto, alimañas, toros sin recorrido ni clase alguna, todos soltando la cara con mucho peligro, inlidiables, ante los que Curro Díaz y Pepe Moral no han podido hacer nada por mucho que hayan intentado ponerles la muleta y llevarles toreados, ni siquiera de capa se han dejado, toros para machetear por bajo y liquidarlos a la mayor prontitud posible para salir enteros y vivos del trance. Muy dignos y muy por encima de las alimañas ambos matadores.
Sí que el segundo ha mostrado mejores condiciones que sus hermanos, aunque ha mantenido la tónica general de falta de entrega en el capote, soltando la cara. Bien lidiado por Pepe Moral, echando el capote abajo y andándole hacia atrás con una bonita media de remate en el saludo. No empujó mal en le caballo, lo hizo incluso con bravura, metiendo los riñones en un buen primer puyazo y un segundo muy bien agarrado arriba y delantero a cargo de Juan Antonio Carbonell que midió el castigo a la perfección. En banderillas espera mucho, como toda la corrida, pero al menos permite a Domingo Sino colocar dos extraordinaria pares de banderillas, llegando hasta la cara del toro para cuadrar y dejar los palos con mucha verdad y exposición. El sevillano inicia la faena opción doblones por bajo, alargando el viaje, que el toro toma bien. Dos series ha tenido el de Baltasar Ibán, las  dos por el pitón derecho, las dos primeras, poderosas, con mucho temple, la mano baja, con recorrido, largas, ligadas con clase y sentido, perdiendo el paso necesario para quedarse perfectamente colocado y enlazar el siguiente muletazo, encajado, firme. Ahí se ha acabado el toro, al cambiar de pitón protesta y no va, no humilla  como en los derechazos y comienza soltar la cara. Se acabó, el toro fue a meso, acortando el recorrido y cada vez más a la defensiva, muy deslucido, pero al menos ha tenido dos tandas, muy escasa duración.
El cuarto ha sido el único de la corrida con clase y entrega, un toro noble y que ha humillado en la muleta de Curro Díaz. Un toro también imponente, vuelto de pitones, apuntando al cielo. Toma dos magníficas verónicas que el de Linares pega con el pellizco característico de su toreo, suaves, sedosas, relajado, dejándose llevar, pero solo eso porque enseguida se ha frenado y ha apretado hacia dentro. El gesto de Curro Díaz al iniciar la faena de muleta es de los que definen lo que son y sienten estos hombres que tantas veces son despreciados y maltratados por algunos que no parecen entender lo que es estar ahí bajo enfrentándose a cualquier toro, los de hoy y los de cualquier tarde. Se ha encaminado hasta la puerta de la enfermería donde estaba siendo operado Román y ha depositado la montera sobre la barrera. No sé si ese bello gesto puede considerarse un brindis o más bien es un gesto de reconocimiento y respeto hacia su compañero gravemente herido. Me da igual, es algo que le honra y que demuestra el infinito valor humano que tienen estos superhombres que son los toreros. El comienzo de faena no ha podido estar más cargado de gusto y torería, por bajo, muy suave, andando con la clase que el maestro impregna a sus movimientos, muy despacio, trincherillas para soñar, el duende del toreo en su muleta. Supremo el toreo en redondo, el pellizco en cada muletazo, encajado, temple, redondos largos, profundos, la mano baja, la ligazón perfecta, dos series rotundas coronadas por unos de pecho magistrales. Por el pitón izquierdo lo mismo, dos series de naturales con infinita hondura, temple mágico, los vuelos acunando al toro, Curro Díaz gozando del toreo. faena corta, magistral medición, quince o veinte muletazos, no más, pero todos sensacionales, todos con temple y profundidad. Mata de una entera ligerísimamente desprendida y corta una oreja de ley por una faena de maestro, tanto en su concepción como en su duración. Lo bueno si breve... y lo de Curro Díaz ha sido muy bueno.
Para el final dejo al presidente. He dudado si gastar líneas en ese personaje gris e irrelevante a priori pero que con sus decisiones se está convirtiendo en peligrosamente trascendente. Al final me he decidido aunque al bueno de Carlos le parezca que este año estoy bastante cabreado. Me lo comentó hace un par de días y ya le dije que cabreado no es la expresión, estoy preocupado y triste por lo que estamos viendo en la plaza tarde tras tarde. El presidente de hoy se llamaba Gonzalo de Villa Parro, sin el Don, ¿les suena?. Sí, en efecto, el de las pnacartas de otros días, el que concedió la famosa segunda oreja a Perera, al que le montaban el numerito los del 7 con sus pancartas, el mismo al que esos tan "congruentes" aplaudieron a rabiar cuando negó una oreja pedida por mayoría más que absoluta, casi unánime, a Roca Rey con el sexto de Adolfo Martín, violando el reglamento de manera flagrante. Ese mismo Gonzalo que hoy se ha vuelto reglamentista con una irresponsabilidad tremenda haciendo pasar una y otra vez a los banderilleros de Román para que dejaran los cuatro palos que el usía y sus ahora agarradores del 7 exigían poner a ese toro asesino. Pues bien, hoy no ha habido pancartas, con la negación de una oreja de ley a Roca Rey pagó el impuesto revolucionario y quedó libre de la iras del 7, como pasaba hace décadas en vascongadas con la ETA, te amenaza, te pedía el impuesto revolucionario y si pagabas podías respirar tranquilo, pero contribuías al asesinato de otros españoles. Lo mismo es lo de Gonzalo de Villa Parro, sin el Don, ha pagado su impuesto a los terroristas taurinos y cree que puede respirar tranquilo, pero lo que ha hecho es ha contribuir a dar una puñalada mortal a la Fiesta claudicando y entregando la plaza al designio y capricho de una minoría insignificante y no representativa de la afición que quiere hacerse con el control de la que no puede llamarse primera plaza del mundo por rigor y seriedad mientras personajes como este Gonzalo y los que le "invitan" a cambiar de opinión con sus sutiles métodos sigan apareciendo por Las Ventas.

Antonio Vallejo

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