miércoles, 31 de mayo de 2017

20ª de San Isidro: Algo falla


Algo falla. Está claro que tras lo visto en la tarde de hoy algo falla. Escasa entrada para la que en mi opinión era la novillada estrella de San Isidro. Atrás quedan aquellos años en los que las novilladas atraían incluso más público que muchas corridas de toros. Hoy algo más de media plaza, dos tercios si somos generosos, mucho cemento en el cinco, el seis, el uno y el dos, palcos semivacíos o vacíos, gradas y andanadas con un pobre aspecto. Las novilladas son la cantera del toreo, en ellas deben formarse y forjarse los futuros matadores, los que lleven sobre sus espaldas, mejor dicho, en sus capotes y muletas, el toreo de las próximas décadas. En un mundo de por sí difícil, muy complicado para salir adelante, si además no se le presta el apoyo necesario y la afición les da la espalda será una heroicidad que surjan figuras. Por supuesto que alguno llegará a lo más alto por sus dones y condiciones y se convertirá en referente del toreo, pero la fiesta necesita más que una sola figura, necesita que esta generación de jóvenes con ilusión de triunfar encuentre la ayuda para mantener ese sueño de ser torero, y eso empieza por comprobar el respaldo de los aficionados, no por ver la plaza de Madrid a poco más de medio gas en pleno San Isidro   Algo falla.
Algo falla cuando, aunque pueda parecer una tontería, vemos un paseíllo como el de esta tarde nada más y nada menos que en Las Ventas. La imagen lo dice todo por sí misma. Tantas y tantas veces hablamos de detalles de un lance, un puyazo, un remate, una faena, un adorno, tantos y tantos detalles que somos capaces de apreciar durante la lidia y que dejamos pasar en todo cuanto la rodea. Pocas veces damos valor a un detalle como este paseíllo desordenado en el que cada novillero iba a su ritmo, llegando a la barrera sin preocuparse de si sus compañeros lo hacían, cada cual saludando al palco a su manera y cuando le ha parecido. Detalles al fin y al cabo, pero que dicen mucho, porque en el toreo hay rituales que son sagrados y el paseíllo es uno de ellos, tiene un orden y un ritual que hay que cumplir con el máximo rigor, dándole el valor simbólico que tiene, no como si uno saliera de casa al cine con unos amigos. Es algo muy serio. Algo falla si no hay nadie que asesore a estos jóvenes sobre la importancia de ser torero, de andar como torero y de comportarse como torero respetando normas centenarias, a lo mejor normas no escritas, que son parte de la tradición de la Fiesta y que suponen en el fondo respeto hacia lo que significa ser torero desde que se pisa la arena hasta que se abandona a pie, a hombros o camino de la enfermería. Insisto, la tauromaquia tiene mucho de rito y simbología y hay que cuidar esos detalles que hacen mágica a nuestra Fiesta de principio a fin. Y hay que aprenderlo desde niño como becerrista, cuando se es joven novillero y no hay que olvidarlo ni descuidarlo cuando se alcanza la gloria como matador. No es tontería ni un detalle absurdo, de verdad, hay que cuidar más estas cosas.
Algo falla también cuando vemos salir por la puerta de chiqueros unos novillos como los de hoy de Montealto, nobles pero deslucidos, con movilidad pero sin clase y descastados en líneas generales, además de desiguales de presentación y hechuras, algunos auténticos toros y que han supuesto un muro difícilmente franqueable para la terna de esta tarde. Ya sé que es muy fácil cargar las tintas con los novillos y los toros, que la mayoría de las veces son los "culpables" de la falta de emoción y transmisión, que ocurre tanto en las corridas de toros como en las novilladas, pero que en el caso de estas últimas es más sangrante porque puede echar por tierra y cortar alas a quienes están empezando. Hoy nos quejamos de su falta de casta, otras veces hemos visto novillos que eran auténticos toros y que han desbordado por completo a los novilleros, otras auténticas alimañas inlidiables, que hacen muy difícil o imposible el lucimiento, destrozando los ánimos de cualquiera. Pero ya sabemos el tipo de res que pide Madrid, no solo en cuatreños o cinqueños, también se extiende a los utreros. Y digo lo de siempre, ningún ganadero lleva lo que no cree y está convencido que vaya a dar juego, pero algo falla tarde tras tarde en este apartado ganadero que se ve obligado a cumplir ciertas "condiciones" para lidiar en Las Ventas. 
Y también algo falla en los novilleros, por supuesto, porque están aprendiendo y tienen que tener carencias. Algo falla cuando en el contexto de una novillada desclasada y descastada salen dos que embisten, repiten y humillan y no se aprovechan sus condiciones aunque duraran menos de lo que hubiéramos deseado y su empuje se viniera abajo relativamente pronto por falta de fuerzas o quizás porque nadie les haya apuntado desde el callejón que había que darles otra lidia, aprovechar más su movilidad, darles más distancia y no ahogarles en terrenos cortos casi desde los primeros compases. Alguien debe también dominar las ganas  y la disposición de estos jóvenes y advertirles que alargar un trasteo de manera excesiva, sin fundamento y sin emoción, pases y más pases sin sentido,   se puede volver en su contra en una plaza como Madrid, con razón o sin ella, pero que es así y  nadie la va a cambiar, al menos de momento.  Deben saberlo para no poner al público en su contra, y si no lo saben o no se dan cuenta alguien tiene que decírselo. Eso me ha parecido que le ha ocurrido hoy a la terna, tremendamente voluntariosa y dispuesta, pero que han desaprovechado tres novillos que, sin ser las maravillas de las maravillas, han tenido más de lo que les han sacado. Concretamente el segundo, cuarto y quinto que han tenido movilidad y en el caso del segundo una humillación excelente, ante los que ninguno de los tres ha llegado a acoplarse, en faenas faltas de continuidad en la que han alternado muletazos sueltos y algunas series de buena factura, temple, ligazón, hondura y profundidad por ambos pitones con otras fases sin sitio, deslucidas y sin transmisión, además de un excesivo metraje, confundiendo en ocasiones cantidad con calidad. Que nadie vea en este comentario un reproche a Valadez, Carretero y Younes, ni mucho menos, que han hecho cosas muy buenas, por ejemplo con el capote, compitiendo en quites, que han sido variados y vistosos por verónicas, chicuelinas, cordobesas, tafalleras, gaoneras, lopecinas,  desbordantes de entrega, en novilleros, como suele decirse, pero cuando se llega a las Ventas las ganas y el arrojo no lo son todo y aquí se exige algo más, sobre todo en San Isidro. Repito, no han estado mal, incluso me atrevería decir que no solo en actitud sino también en cuanto a técnica han estado pulcros y solventes, pero con una falta de chispa o de conocimiento para dar ese paso adelante que lleva a la emoción y la transmisión. Madera tienen, tiempo por delante mucho, espero que también tengan a su lado quien les asesore adecuadamente en todos los aspectos, no solo preocupado en el contrato que firmen en tal o cual plaza, y que les lleve de la mejor manera posible en esta largo y duro camino que conduce a ser torero.
Algo falla, por tanto, para que una tarde en la que había depositadas muchas esperanzas por parte de todos, ganadero, novilleros y afición haya terminado tan deslucida en líneas generales. Parte de la culpa la tiene el juego de los novillos, parte de la culpa la tienen algunos defectos aún por pulir propios de la edad de los novilleros y su aún escasa experiencia, pero otra parte no despreciable de la culpa también la tiene la afición, no solo porque vaya o no a la plaza, sino porque algunos de los que van están más preocupados en su purismo y la "integridad" de "su" toreo exigiendo a estos jóvenes lo mismo que a las figuras, con gritos y reprobaciones fuera de lugar que lo único que pueden conseguir es minar la moral de los chicos. No olvidemos que cuentan con escasos 19 años, hoy Younes cumplía 20, y creo que hay que medirles teniendo en cuenta tal condición, lo que no quiere decir que se les tapen o escondan los defectos y no se les diga los que deben mejorar, porque tan dañina como la crítica destructiva que algunos aplican desde sus localidades es la adulación y la falta de autocrítica cuando no se hacen las cosas bien. De los errores es de lo que más se aprende. 
Lo que no ha fallado en esta tarde ha sido la magnífica, agradabilísima compañía de mi amigo Daniel Berzosa, con el que la conversación siempre resulta amena y enriquecedora, no solo de toros, a su lado se tocan muchos más palos. Un auténtico placer del que aún queda pendiente una segunda edición el día 7. Ese día estaré al quite y llevaré el aderezo que una tónica precisa para refrescar la tarde, no como hoy que las obligaciones profesionales me han hecho olvidar tan importante detalle. ¿Veís como algo siempre falla?.

Antonio Vallejo

martes, 30 de mayo de 2017

19ª de San Isidro: Caballero con raza


Sí recordaba que hoy, 29 de mayo, se cumplía un año de la última tarde que el malogrado Víctor Barrio toreó en Madrid. Recuerdo también la fría tarde del 6 de febrero en Valdemorillo en la que no tuvo la suerte del año 2015 que cortó 3 orejas y salió a hombros, pero en la que vimos a un torero valiente y firme que había crecido en clase y calidad. Dos  veces se había vestido de luces el segoviano antes de la dramática tarde del 9 de julio en Teruel cuando aquel toro de Los Maños le segó  la vida y las dos veces estaba en la plaza viéndole torear, casualidades. Amaba el toreo, era su pasión, y no quería dejar pasar ni una oportunidad, incluida aquella maldita de Teruel. Lo tenía todo por delante, una vida entera  una ilusión y unas ganas infinitas, tenía 29 años y hoy hubiera cumplido 30, detalle que no podía recordar porque sencillamente lo desconocía. Por ese motivo la plaza de toros de Las Ventas ha guardado un estremecedor minuto de silencio en su memoria, demostrando una vez más su sensibilidad, seña de identidad del mundo del toro, siempre a la cabeza de cualquier obra o acción que pueda ayudar a quien lo necesita sin preguntar ni pedir nada a cambio. Bueno, solo pide una cosa, que le respeten, algo al parecer sumamente complicado, ese respeto que tantos y tantos indeseables no tuvieron con Víctor en la hora de su muerte.
Para esta tarde se anunciaba una corrida de José Luis Pereda-La Dehesilla, procedencia Nuñez, Domecq Díez y Torrestrella (Salvador Domecq), para los espadas Morenito de Aranda, Iván Fandiño y Gonzalo Caballero, con aproximadamente tres cuartos de plaza de entrada. Corrida que me ha parecido seria pero desigual de presentación y hechuras, con dos toros grandes, largos y altos, primero y sexto, dos a mi modo de ver desproporcionados y exageradamente armados en relación a su cara y volumen, segundo y quinto, y uno que me ha encantado por su lámina, el tercero, bien hecho, armónico, abrochadito de pitones, agradable de cara. Corrida noble en general, quizás el sexto haya sido el más complicado y exigente, pero dominada por la falta de clase, de raza y de fuerzas, teniendo que llevar la embestida a media altura para que no se vinieran abajo, lo que le ha restado emoción y transmisión desluciendo el resultado general a pesar de la disposición y el buen hacer de los tres matadores, que a mi juicio han estado por encima del juego de sus oponentes. Es cierto que los toros no han ayudado, es verdad, pero tampoco lo ha hecho el público presente en la tarde de hoy, frío, distante, apagado, como anestesiado, sin darle el valor que merecían algunas faenas, y los que no lo estaban casi peor, porque el grupo de reventadores hoy la han tramado de nuevo con Iván Fandiño, otrora su favorito, su protegido, aquel a quien auparon a su Olimpo y que hoy, por misterios indescifrables, ha caído en desgracia y tiene que torear entre constantes reproches y protestas haga lo que haga, sin dejarle en paz ni un segundo, hasta el extremo grotesco de esta tarde que uno de la andanada del 8 le ha protestado la colocación ¡cuando estaba montando la muleta y aún no había encarado al toro!. En fin, pura ecuanimidad, la habitual de los cuatro de siempre, los eternamente disconformes y cabredaos.
Morenito de Aranda ha tenido que bregar con un primero muy serio, alto, abierto de cara, que ha salido suelto y sin emplearse en el capote, sin fijeza, al que ha llevado hacia los medios con verónicas templadas. No se emplea en el caballo y no va sobrado de fuerzas, en banderillas no galopa, va al trote, no cochinero pero casi, sin gracia alguna. Aseados con las banderillas José Manuel Zamorano y Pascual Mellinas, demostrando oficio. En la muleta resulta soso y deslucido, tiene nobleza, repite,  pero lo hace con la cara alta y sin chispa, y además gazapea, por si faltaba algo. Desde los primeros compases de la faena con trincherillas y pases por bajo para sacarlo a los medios lo lleva el burgalés templado, cuidando la altura para no obligarle, con técnica y mimo pero sin eco en los tendidos. Pulcro por los dos pitones, muletazos limpios pero sin transmisión al no poder bajar la mano al de Pereda, en cuanto lo hace se derrumbaba. Lo mata al segundo intento de media estocada. En el cuarto se va a porta gayola, pero el toro no responde, mira a Morenito y se desentiende. Puesto en pie le pega una serie de verónicas arrebatado, con emoción, por fin se oyen lo olés que han sido de lo mejor de la tarde, esas y la media de remate con la que culminado la serie. Tampoco va sobrado de fuerzas y se le mide mucho el castigo en el caballo que monta Héctor Piña. En banderillas coloca dos buenos pares con el oficio y el saber que atesora ese magnífico torero de plata que es José Antonio Carretero. Brinda al cielo donde está Víctor Barrio recogiendo la montera. Inicia la faena por el pitón derecha, redondos templados cuidando la altura, sin obligarle, el toro tiene movilidad y repite pero no se le puede llevar por bajo porque blandea y pierde las manos. Las dos primeras tandas resultan más compuestas y ajustadas pero aguanta poco y el depósito se le vacía pronto. Por el pitón izquierdo la faena carece de continuidad, algún natural tiene recorrido y cierta hondura, también a media altura. Vuelve a la diestra y saca la serie más encajada en redondo, bajando algo más la mano y ligando los muletazos, con temple y clase. El final de faena desprende torería, la que tiene el de Aranda y que esta tarde ha dejado a cuentagotas, lo que le han permitido sus dos toros, con ayudados por bajo con la mano izquierda y un pase de desdén con gusto. Mata de media arriba insuficiente y entera caida al segundo intento. Se silencia su labor en ambos toros, algo que sinceramente me parece poco para lo que ha hecho, siempre templando, llevando las deslucidas embestidas de su lote como requerían, con algunos muletazos buenos y detalles de torería, dispuesto y firme sacando lo poco que en su fondo llevaban los de Pereda, nobles y sin casta. Para mi por encima de su lote.
Iván Fandiño no vive sus horas más felices en esta plaza. Que nadie pregunte por qué, pero el caso es que ha pasado de protegido a odiado para los que deciden quien vale y quien no, quien puede y quien no triunfar en Madrid, los que tienen bula y a los que no hay que pasar ni una. Entre continuas protestas, palmas de tango y gritos repetidos de reproche a cualquier cosa que hiciera ha tenido que lidiar el de Orduña. El segundo sale suelto, sin demasiada fijeza, echa las manos por delante y no luce en el capote ni se emplea en el caballo de Juan Melgar, pelea fea, cabecea, sale rebrincado, igual que va en banderillas, donde "Jarocho" y Víctor Manuel Martínez colocan pares aseados. Inicia la faena con dos cambiados por la espalda ceñidos, el toro tiene movilidad y repite, pero lo hace sin clase, cabecea. Por el pitón derecho entra con alegría, repite, tanda de derechazos templados, a media altura porque tampoco puede obligarle. Por el pitón izquierdo han surgido los mejores lances en una tanda llevándolo más largo y corriendo la mano más baja, naturales  algunos con hondura, otro menos limpios, a cargo de un Fandiño que me ha dado  sensación de firmeza, seguridad y solvencia pero que no ha calado en los tendidos por la falta de emoción que transmitía el toro. Ni siquiera las bernardinas finales, muy ajustadas, han despertado emoción. Mata de casi entera trasera y tendida que precisa de un descabello para acabar con este segundo. El quinto me ha parecido, como ya señalé antes, un toro desproporcionado, con una exageración de pitones en nada acorde al resto de su anatomía. Se va a porta gayola a recibirlo con una larga cambiada sobre la que el de José Luis Pereda da un brinco que parece más un caballo de salto de obstáculos que un toro de lidia. Sale abanto, sin fijeza, a su aire, va de acá para allá sin sentido. En varas no se emplea, fea pelea, se duele y sale del peto como si rebotara en un muelle. Toro sin clase, descompuesto, que va pegando arreones, la cara suelta, imposible en la muleta. Solo una serie de derechazos han surgido limpios y sin tocar la tela con los iones, lo demás lo ha hecho defendiéndose tirando tornillazos. De nuevo firme Fandiño ante las acometidas descompuestas del toro, digno, demostrando disposición y voluntad, justificándose de sobra pero  sin encontrar respuesta en los tendidos ni reconocimiento al esfuerzo que ha realizado. En su debe quizás que haya alargado un tanto la faena. Mata de un estoconazo desprendido y es despedido con silencio, para mi poco valorado en la tarde de hoy.
El madrileño Gonzalo Caballero se ha encontrado con un precioso toro que ha saltado en tercer turno, abrochadito, serio, astifino, proporcionado, de magníficas hechuras a mi gusto. Verónicas suaves, templadas y una media de remate con mucho sabor. Entra al quite Morenito de Aranda y deja unas verónicas templadas que gustan y una media a manos bajas preciosa. No cumple en varas ni en banderillas, sin fijeza, con la cara alta, complicando la labor a Curro Robles y Pablo Delgado. En la muleta sigue mostrando su escasa fijeza, sale suelto del muletazo, busca la salida, pero si le vuelve a colocar la muleta repite, aunque sigue con la cara alta, lo que desluce los lances y resta emoción al trasteo. Algo que me ha gustado de Caballero es que creo que ha intentado hacer las cosas bien, poniéndole la muleta en la cara, llevando templada la embestida, buscando colocarse en cada muletazo, lo que resta emoción a las series al perder continuidad, buscando bajar la mano, pero es casi imposible ante el cabeceo del toro y los sucesivos toques a la tela de la muleta. Bien Caballero, pulcro y con técnica, que además fulmina al de Pereda cobrando un estoconazo en todo lo alto que hace que ruede sin puntilla. Ovación para su actuación. El sexto es grande, largo, alto de cruz, para mi un poco basto, muy ofensivo por delante, sale suelto, con la cara alta, sin fijeza, arreando en los capotes pero sin clase, se va al caballo que guarda puerta y recibe un primer puyazo. Se le castiga más en la segunda vara y toma una tercera por indicación del palco. En banderillas brilla Miguel Martín con un tercer par extraordinario reunido y clavado con pureza, en la cara y con riesgo. Toro exigente y con complicaciones ante el que Caballero creo que ha estado muy firme y decidido, al que no se le podía perder la cara ni un segundo y que requería de muchas agallas para aguantar los continuos arreones y gañafones, siempre con la cara suelta. El madrileño en todo momento le ha presentado la muleta adelantada, bien colocado, tratando de bajar la mano para obligarle pero el toro remataba siempre arriba y con peligro. Al natural ha estado muy valiente y decidido, llegando a sacar una serie de mucho valor templada y con ligazón, encajado, con enorme mérito. El toro se queda corto, se revuelve y busca, aguanta y traga  impasible el madrileño los tornillazos del toro, muy valiente, culminando con unas manoletinas finales en las que los pitones le pasan a la altura de la cabeza con inmenso riesgo. Mata de una entera trasera, lo que hace que el toro tarde en doblar y se enfríe una hipotética petición de oreja, pero a cambio ha dado una vuelta al ruedo merecidísma por su actitud valiente y su toreo de poder ante este sexto. Un auténtico Caballero con raza de torero.

Antonio Vallejo

domingo, 28 de mayo de 2017

17ª de San Isidro: Joselito Adame, oreja al valor


Dándole vueltas a la cabeza sobre la manera de empezar a contar lo que he visto esta tarde en Las Ventas se me iban ocurriendo varias formas de hacerlo, iban y venían ideas, parecían buenas, al verlas plasmadas no lo eran tanto, borrón y a empezar de nuevo, sin darme cuenta que no era tan difícil. Tan solo con poner un nombre, un apellido y un calificativo era suficiente: Joselito Adame, torero. A veces nos complicamos las cosas en adornos barrocos y no nos damos cuenta que lo sobrio es casi siempre lo mejor. Sobrio como el toreo del mexicano ante el sexto, firme como su actitud, valiente como su ánimo, una demostración de verdad, jugándosela a cuerpo limpio ante un toro complicado y con peligro al que no era nada fácil parar y dominar, que exigía mucho, que pedía el carnet. Despertábamos del sueño agradable  de estos tres días  tan intensos de emociones y volvíamos a la cruda realidad, o mejor dicho, volvíamos al desagradable sueño, al sopor que había presidio la feria hasta el pasado miércoles, con una corrida de El Torero, procedencia Juan Pedro Domecq, para mi gusto mal presentada y fea de hechuras a excepción de cuarto y sexto, fuera de tipo en general, varios ejemplares con una encornadura descomunal, desproporcionada en relación a la cara y al volumen de la res, que además ha tenido un comportamiento realmente pobre, baja de raza y casta, blanda y con un punto de mansedumbre en varios toros. Viendo los toros que han salido esta tarde cada día entiendo menos algunos criterios de esta plaza. Me refiero a los veterinarios, no me explico cómo algunos ejemplares han pasado el reconocimiento. Bueno, sí lo sé, porque les habían puesto los pitones de otro toro, es la única manera de entender cómo  toros escurridos y de escaso volumen han podido lucir esta tarde tan exageradas defensas. Bromas aparte, me parece indígno para la primera plaza del mundo que los toros que han saltado hoy a la arena, para hacérselo mirar por parte del equipo veterinario y para exigirles explicaciones y responsabilidades. 
Este desastre lo han maquillado Francisco José Espada, que confirmaba alternativa, y Ginés Marín, que regresaba 48 horas después de abrir la Puerta Grande maravillando con su toreo, estando por encima de sus toros gracias a su entrega y buen hacer, pero ha sido Joselito Adame, máximo exponente del toreo mexicano y ya consagrada figura en esta plaza, el que ha salvado in extremis la tarde en un alarde de valor, serenidad, disposición, entrega, temple y poder ante del sexto, un toro que en todo momento ha llevado la cara arriba, punteando las telas, suelto, sin fijeza, con movilidad pero sin clase, que no ha lucido en el capote ni se ha empleado en el caballo, al que en banderillas Fernando Sánchez le ha colocado un extraordinario par porque también él es extraordinario, un maestro, un gran torero de plata que hace de este tercio una auténtica obra de arte, que si hubiera dependido de las facultades del de El Torero aún estaríamos esperando para ver algo lucido. Igual que en la muleta de Adame, todo lo ha puesto y lo ha hecho el mexicano en una faena de entrega, valentía y riesgo, jugándosela sin importarle salir herido y perder la segunda tarde que tiene contratada, un ejemplo de vergüenza torera dando la cara con verdad frente un toro ante el que muchos hubieran arrojado la toalla tras los primeros  derrotes del animal y su brusquedad. Inicia la faena por estatuarios junto a las tablas del 8, una trincherilla y uno de desdén que hace que el toro pierda las manos con estrépito en cuanto le ha obligado. Es muy poca la fuerza que tiene este toro, hace que tenga que aguantarle a media altura por el pitón izquierdo, el toro echa la cara arriba y busca las telas, a pesar de lo cual sea dos naturales hondos de enorme mérito, templados y con la mano más baja. Firme, sereno, poniéndole la muleta en la cara roba una tanda al natural excelente por temple y ligazón, bien colocado, dejando patente su mando y su técnica, naturales lentos, largos y con hondura, aparte de un valor a prueba de parones y miradas del toro que sabe lo que buscaba, exigente y peligroso, al que no se le podía perder la cara ni un segundo. Lección de pundonor que incomprensiblemente muchos no han visto o no han querido ver, un toreo al natural de grandísimo mérito y peso ante un animal deslucido y brusco que no colaboraba lo más mínimo, al que era muy difícil para en sus acometidas, que no embestidas, y lo ha conseguido Joselito Adame  La serie al final de faena citando de frente a pies juntos ha sido excelente, firme, templada y lenta, exponiendo todo y un poco más, encogiéndonos el corazón con las bernardinas con las que ha cerrado para perfilarse y entrar a matar ¡arrojando la muleta al suelo y tirándose a cuerpo limpio sobre el morrillo para colocar un estoconazo que ha hecho rodar sin puntilla al de El Torero en segundos atrapando a Adame bajo su cuerpo!, algo que no había visto jamás. Oreja de ley pedida por una mayoría aplastante en medio de  un mar de pañuelos, incontestable, oreja al valor de un torero, Joselito Adame. Y todavía ha habido algún inconformista, algún sabio de esos que pueblan ciertas localidades de tendidos de sol, algún purista que habrá medido unas micras de caida de la espada o simplemente alguno que no tiene ni idea y que se considera guardián de la pureza del toreo que ha protestado la concesión de la oreja. Cosas veredes.
El resto de la corrida no es merecedora de que se le dedicara ni un renglón, pero por respeto a Francisco José Espada y Ginés Marín que han estado muy por encima del juego de sus lotes no lo haré. Francisco José Espada ha pagado con una cogida espeluznante su entrega y disposición ante el único toro que ha podido lidiar, el de su confirmación de alternativa. Un toro deslucido, suelto, sin fijeza ni codicia, de descompuesta embestida, que ni en el capote ha dicho nada, ni en el caballo se ha empleado y que en banderillas ha cortado y puesto en complicaciones a Agustín Serrano y David Saugar "Pirri", quienes han resuelto la papeleta con oficio y valor. Inicio explosivo de faena del fuenlabreño por estatuarios, un cambiado por la espalda y uno de desprecio con gusto. Toreo en redondo templado, corriendo la mano, alargando el viaje, por bajo, series en las que el toro tiende a irse al final del muletazo, intentando taparle la salida para cerrarle el camino, gran esfuerzo y disposición de Espada que no ha cesado en su empeño de tapar el defecto del animal. Por el pitón izquierdo saca una buena tanda de naturales templados y ligados con empaque, buenas maneras manejando la muleta. La verdad es que le he visto firme y con una entrega máxima, sobre todo en las manoletinas finales, una arrucina y un cambiado por la espalda ajustadísimo de mucho peso y valor, nueva muestra de que venía a dejárselo   todo por triunfar.  Pincha al primer intento y al entrar a matar por segunda vez es volteado y cae al suelo pisoteado por el toro. Traumatismo craneoencefálico severo dicta el parte médico, sin cornada, pero debe ser trasladado a un centro hospitalario para se explorado y evaluar la gravedad del traumatismo. No se le puede pedir más a Espada que ha hecho todo lo posible ante un toro que no ha colaborado nada, soso y descastado, muy digno confirmante al que deseo una pronta y total recuperación. 
Ginés Marín venía de cortar dos orejas el pasado jueves y por ello ha recibido una cariñosa ovación al romperse el paseíllo, ovación que por cierto no recibió ayer Paquirri en el día de su despedida de Madrid, una falta de educación y sensibilidad por parte del público, dicho sea de paso. Nada, absolutamente nada ha tenido enfrente el jerezano. Toros imposibles de lidiar, sin recorrido, sin fuerza, sin raza ni casta, toros que al único que le valen es a Toribio para servirnos esos exquisitos platos de rabo de toro que elabora en su cocina con auténtica maestría culinaria. Más que digno y dispuesto Marín, intentando justificarse incluso más de lo que podía ser exigible y que ha optado, demostrando personalidad, por tomar la espada con prontitud y ahorrarnos minutos tediosos de pases sin sentido alguno. Bastante ha hecho con intentar ponerles la muleta para ver si tomaban aunque solo fuera un pase, pero ni eso. 
Y así nos hemos vuelto para casa cuando las manecillas del reloj de la plaza de Las Ventas marcaban las nueve en punto de la noche, agradable noche madrileña, con un viento fresquito que anuncia cambios para los próximos días, no solo climatológicos, espero que también en el juego de los toros, que si no es por Joselito Adame lo de hoy hubiera sido una pesadilla.

Antonio Vallejo

sábado, 27 de mayo de 2017

16ª de San Isidro: Sebastián Castella y un Jandilla de indulto


Este toro, Hebrea de nombre, negro, 527 Kg, cinqueño nacido en febrero de 2012, herrado con el número 94, será casi con total seguridad el que se lleve el premio al mejor toro de la feria por bravo, encastado, noble, repetidor y mil cualidades más que se podrían enumerar. Un toro que a mi modo de ver debiera estar a estas horas siendo cuidado por los veterinarios, sanándole de sus heridas, y mañana camino de las fincas Los Quintos y Don Tello en Badajoz para pasar el resto de su vida en el campo, procreando y así transmitir a su descendencia todas esas maravillosas cualidades que esta tarde ha desarrollado sobre la arena de Las Ventas. Desde salida, tomando el capote con celo, humillando, repitiendo, ¡cómo ha entrado al caballo!, un galope ágil, alegre, metiendo la cara abajo en el peto, empujando con los riñones, saliendo con brío, en dos sensacionales varas, en banderillas acudiendo con un tranco excepcional a los cites, siguiendo a los banderilleros sin dudar, entrando con nobleza, y en la muleta no se ha cansado de embestir, siempre humillando, el hocico oliendo la arena, repitiendo con fijeza y codicia una y otra vez, sin cansarse, con una clase infinita, acudiendo a cada toque pronto y con alegría,  con recorrido, volviéndose a buscar la tela de la muleta con insistencia. Un toro completo en todos los tercios que además ha caído en manos de un gran maestro, Sebastián Castella, que lo ha toreado a la perfección, templado, ligando por bajo, con hondura, una maravilla. Insisto, para mi un toro de vacas, que con tristeza he visto como era arrastrado por el tiro de mulillas a su muerte. Por momentos me lo iba imaginando, soñaba despierto con ver el pañuelo naranja asomando en el palco, pero no ha sido así y de verdad que no entiendo el por qué. Un toro indultado en Madrid y en pleno San Isidro hubiera sido algo histórico, un aldabonazo a la Fiesta, un bombazo en la línea de flotación al antitaurinismo que iba a recorrer todo el mundo, en prensa, radio, televisión, la imagen real de nuestra Fiesta, el triunfo del torero por su arte y del toro por su condición de bravo,  símbolo de vida y no de muerte, imagen de alegría y no de crueldad, lo que realmente es el toreo. Pero algo ha fallado o ha faltado para conseguirlo y no ha sido culpa del toro, posiblemente el mejor que he visto en Madrid en mis ya 15 años de abonado y creo que hay que irse muy para atrás en el tiempo para recordar alguno similar, o al menos eso han dicho amigos de tendido de mucha más antigüedad como abonados que yo. Personalmente creo que la mayor parte de la culpa la hemos tenido nosotros, los aficionados, que no el público general, ese poco habitual que solo aparece las tardes de claveles, mucho y variado el que ha acudido hoy en masa al reclamo del cartel y que me da la impresión que la mayoría no saben qué significa el pañuelo naranja, incluso dudo que sepan siquiera si existe y lo que es el indulto. Sí, los aficionados, los que tan fácil y gratuitamente nos permitimos el lujo de criticar, los que sin tener fundamentos y argumentos tantas veces también nos permitimos el lujo de juzgar y,  en ocasiones, de menospreciar sin verdadero conocimiento a quienes cada día se juegan la vida delante de un toro bravo, hoy no hemos estado a la altura, al menos a mi entender. ¿Por qué?, no lo sé. Quizás porque una gran parte se sienta cohibida por un sector ínfimo que pretende dominar con su criterio y mandar a su antojo en Las Ventas y no se ha atrevido a pedir el indulto de manera clara y manifiesta por miedo a la reacción y los gritos de algunos pocos, quizás porque si Castella sigue toreando y le pega un par de tandas más, que sinceramente creo que el toro las tenía y las hubiera aguantado perfectamente, el ambiente se hubiera caldeado y el runrún que corría, al menos en mi tendido, se habría transformado en clamor pidiendo que no se mate al toro, incluso si el francés hubiera hecho ademán de solicitarlo al palco creo que hubiéramos visto algo histórico que guardaríamos para contar a todo el mundo y transmitirlo a nuestros descendientes, "yo estuve en el indulto de Hebrea". Cargar contra el matador sería lo fácil, decir que no ha presionado para que se pidiera el indulto aún más, y así, los que  tan pomposamente se autodenominan aficionados y puristas, los que se autocuelgan la medalla de garantes de la Fiesta, hoy han hecho el avestruz, escondiendo la cabeza y no pidiendo con rotundidad lo que para mi y para muchos era una evidencia.  Por eso decía que he visto con tristeza una vuelta al ruedo a un toro, aparentemente un contrasentido. Algo que parece un honor hoy  ha supuesto un disgusto para mí, y para la Fiesta una ocasión de oro para reivindicarse como lo que es, una lucha de poder a poder entre un hombre y un toro bravo transformada en arte, la manera más rotunda de desmantelar todos los argumentos antitaurinos. Me imagino que habrá gente que comparta esto conmigo, al menos todos cuantos día a día vamos a los toros en el 1 lo hemos pensado igual, y otros muchos que pensarán que no era para tanto y que exagero o veo visiones, seguro, pero me vale mucho la opinión de un profesional que cada tarde acude en su silla de ruedas al balconcito del alto del 1, Vicente Yangüez "El Chano". Un hombre que sabe muy bien de lo que habla porque ha sido su vida y que casi se la deja ante un toro en aquella cogida terrible en Ávila en julio de 2012, la que  le dejó postrado en esa silla de ruedas desde la que no se rinde, como muestra de ello su segundo puesto en el maratón de Nueva York en la modalidad handbikes, y que a lo largo de la faena no se ha cansado de repetir que ese toro era de indulto. Es una delicia escuchar sus comentarios y comprobar cómo ve los toros desde que asoman por la puerta de toriles, y si él opina lo mismo que a mi me ha parecido es que realmente lo era.
Hebrea, un toro de magníficas hechuras, con 527 kg, ¿para qué más?, con un trapío impresionante, vean la foto con la que ilustro esta entrada, muy serio, astifino, cornidelantero, estrecho de sienes, agradable de cara, como dice el maestro Muñoz en las retransmisiones de Canal Toros, un toro sobre el que, como cada día cuando llego a la plaza y comento con mis amigos lo que me han parecido los toros que se han sorteado por la mañana, les he dicho que me había encantado dentro de lo buena de presentación y hechuras que me parecía toda la corrida, pero destacaba a este segundo como el mejor a mi gusto. Y como también dice el maestro Emilio Muñoz, las hechuras no lo son todo pero si un toro está bien hecho es más probable que embista mejor, y este Hebrea lo ha hecho, ¡vaya si lo ha hecho!. Sale con fijeza, metiendo la cara con gran clase en el capote de Sebastián Castella, verónicas templadas, cadenciosas, ganado terreno, el jandilla responde y repite, la media verónica de remate es un canto a la belleza. El comportamiento en el caballo que monta José Doblado es extraordinario, lo deja el francés en largo, se arranca pronto, galopando alegre, coloca la cara abajo en el peto y empuja metiendo los riñones, pelea de bravo. El segundo puyazo es igual, arrancando de lejos y empujando con  bravura. Gran tercio de varas, de enorme belleza, algo cada día más difícil de ver. La ovación a Doblado es unánime, gran picador. En banderillas transmite, acude con prontitud y galope ágil a la llamada de José Chacón y Vicente Herrera, quienes protagonizan un magnífico tercio de banderillas, ejecutando la suerte a la perfección, cuadrando en la cara y reuniendo los seis palos, y el toro sin hacer ni una cosa fea. Ambos toreros de plata escuchan una tremenda ovación que saludan desmonterados. El toro es bravo, tiene mucha movilidad, humilla y es de una clase extraordinaria. Inicia Castella su faena como tantas veces le hemos visto hacer, hundiendo las zapatillas en el mismo centro del anillo, cita al jandilla de lejos, le da mucha distancia, éste se arranca con prontitud y brío, Castella le pega dos cambiados por la espalda ajustadísimos cosidos a unos estatuarios, un molinete con una gracia y  sabor inmenso para rematar con el de pecho que es una maravilla por su largura, de pitón a rabo, acompañándolo con la cintura, una delicia. El toro humilla y repite, responde a los toques a la primera y el galo le pega ni sé las tandas por else pitón derecho, una borrachera de toreo en redondo, templadísmo, largo, ligado, perfectamente colocado al finalizar cada muletazo e hilvanar el siguiente, siempre bajando la mano, arrastrando una muleta a la que nos cansa de seguir el jandilla con celo y codicia. Las series se suceden entre las pausas que con maestría sabe administrar Castella para que respire, pero no lo necesita, Hebrea va y viene sin parar, la emoción y transmisión es total, los olés retumban secos y la plaza se pone en pie tras una serie rematada por un redondo eterno, una cambio de mano arrebatador y un natural que parece un circular, 360º, que parecía no iba a acabar nunca, más un trincherazo supremo, una obra de arte que pone Madrid patas abajo. Por el izquierdo le cuesta algo más pero con temple logra someterlo y dibuja una tanda de naturales hondos, lentísimos, también bajando la mano, a los que el jandilla responde pronto y repetidor, humillando, los olés no paran, uno tras otro a cada muletazo, la locura en Las Ventas, huele a algo grande. Vuelve a tomar la muleta con la derecha en otra sucesión de series en redondo supremas y termina la faena con una torería infinita, por bajo, trincherillas, pases de desdén, mirando al tendido, relajado, desmayando la figura, con una naturalidad máxima, como toda la faena. Ahí es donde yo creía que iba a seguir toreando, la plaza entregada, los olés y las ovaciones ensordecedoras,  todo el público en pie, y se iba a obrar el milagro. Pero para mi desgracia no ha sido así y el francés ha tomado la espada y sea perfilado para matar, ¡y nadie hemos empezado a levantar la voz y pedir el indulto de un animal que se lo merecía!. Es más fácil estar acomodados y no comprometerse. Una pena, una auténtica pena, sin darnos cuenta de que teníamos una oportunidad para hacer algo por nuestra Fiesta, algo histórico, pero no ha sido así. Y como las "desgracias" no viene solas, Castella ha colocado una media estocada trasera defectuosa pero eficaz que ha hecho doblar al de Jandilla, ni siquiera un espadazo acorde a tan magna faena. Se ha pedido la oreja, no sé si una o las dos, la verdad es que estaba bastante fastidiado y no me he fijado si la petición ha sido de una o de dos, el caso es que se ha quedado en un solo trofeo, algo muy pobre para lo que habíamos visto. Para mi eran dos orejas, y me da igual la colocación de la espada, a la porra el purismo y la ortodoxia, vuelvo a lo de ayer, el toreo es emoción y sentimiento y lo que han transmitido Hebrea y Castella está por encima de unos centímetros arriba o abajo, atrás o delante. Repito, para mi dos orejas y Puerta Grande, lo digo sin rubor alguno, como que la vuelta al ruedo a Hebrea nunca debía haber llegado.
Aún le quedaba otro toro a Castella para redondear la tarde y abrir la Puerta Grande, el quinto, Hojeadora, un precioso castaño  de 544 Kg que blandea de salida, pierde las manos  en el capote y de manera mucho más ostentosa en el caballo. El presidente lo mantiene en la plaza, incomprensible porque a todas luces no valía para la lidia, se lo colocan los tres pares de banderillas y ¡justo al colocar  Raphael Viotti el tercero va y el usía saca el pañuelo verde!. La verdad es que no entiendo nada, ¿no podía haberlo hecho antes y nos hubiera ahorrado diez minutos viendo a un toro inválido?. Incomprensible la actitud del palco en esta feria. En su lugar sale un sobrero de Salvador Domecq, León de nombre, protestado de salida desde algún sector por falta de presencia  que echa las manos por delante y muestra escasez de fuerzas. La pelea en el caballo es fea, no se emplea, cabecea. En banderillas espera y pone en apuros a Raphael Viotti y Vicente Herrera que, sin embargo ejecutan los pares con verdad y riesgo, llegándose a la cara del toro, dejándose ver, asomándose al balcón, entre los pitones, máxima exposición, máxima emoción. Magnífico tercio de banderillas fuertemente ovacionado. Inicia la faena por estatuarios, el toro se queda corto, mide, se defiende, cabecea, se para, se revuelve, busca. Toro peligroso y exigente este sobrero al que hay que poder y someter, algo muy fácil de decir pero muy difícil de hacer. Firme y valiente Sebastián Castella, poderoso, con temple a pesar de los tornillazos que soltaba el de Domecq, lo va sometiendo a base de tesón y paciencia, amén de una técnica y un mando portentoso, poniéndole la muleta adelantada, sin quitársela de la cara, bajando la mano, por ambos pitones va robando muletazos, de uno en uno, colocándose, exponiendo una barbaridad para componer una faena basada en el pundonor y la vergüenza torera, valentísimo, tragando lo que no está escrito, aguantando parones y miradas del toro, con una seguridad y una firmeza inmensa. Para mi una gran faena de Sebastián Castella, en otro registro, no el de la plasticidad, sino en el del dominio y el conocimiento, la técnica y el valor ante la exigencia y el peligro del toro. Y de nuevo la espada, ¡otra vez!, la pu...ñetera espada, un pinchazo y una entera desprendida dan al traste con las esperanzas de ver abierta por segundo día consecutivo la Puerta Grande de Madrid, quedando todo en una gran ovación recogida desde el tercio. Pero el sabor que ha dejado Castella esta tarde reúne clase, gusto, mando, valor, emoción, en resumen, torería. Una de esas tardes para recordar por años.
Esta tarde se despedía de Las Ventas un torero de dinastía, Francisco Rivera Ordoñez, Paquirri en los carteles, probablemente uno de los reclamos para el público general que hoy ha acudido en masa para llenar la plaza hasta la bandera. Digamos que la manera como ha transcurrido la tarde no era la soñada por Paquirri. Su primer toro es noblote, pero escaso de raza y con no mucho empuje. En el capote deja unas verónicas cerrado en tablas sin ganarle terreno y sacarlo a las afueras. Pasa este primer jandilla sin pena ni gloria por los primeros tercios, sin lucimiento. En la muleta mete la cara con cierta nobleza, pero es soso a más no poder. Faena pulcra de Francisco, le pone la muleta, lo lleva suave,  pases con limpieza pero sin someterlo por las escasas fuerzas y el corto recorrido del animal y todo resulta deslucido, sin nada de emoción, trasteo intrascendente, sin ritmo, pases por ambos pitones que no llevan a ningún sitio. Además alarga un tanto la faena para justificarse, lo que desespera a más de uno. Mata de dos pinchazos y escucha silencio. El cuarto es un toro también muy serio, astifino, veleto, ligeramente engatillado, estrechito de sienes, muy buenas hechuras. Lo recibe Paquirri a la verónica, con temple. No se emplea en el caballo. Quite de Sebastián Castella por saltilleras con clase, bonito. Es el propio matador quien decide colocar los garapullos, rememorando a su padre. Buen tercio, muy buena ejecución, con elegancia y facilidad para dejar tres buenos pares reuniendo perfectamente. La ovación que recibe es merecidísima por la verdad con la que ha colocado las banderillas. En la muleta es un calco de la de su primer toro, sin lucimiento alguno, faena inconexa, carente de ritmo y emoción. Al menos esta vez mata de una entera arriba que acaba con este cuarto. Silencio en su despedida de Madrid, seguro que no era lo deseado. 
Alberto López Simón volvía a Las Ventas tras su actuación el pasado 15 de mayo, y me da la impresión que la exigencia rayana en intransigencia que aquel día comenté que me había parecido percibir en el sector que quiere poner y quitar y decide a quien protege y a quien machaca, le ha podido al de Barajas. Eso o que está en un ligero bache en su carrera, algo lógico si tenemos en cuenta dónde estaba el madrileño hace dos años y donde está ahora. Lo cierto es que, a mi modo de ver, no ha tenido uno de sus días más afortunados, y eso que ha tenido toros, sobre todo el tercero, Imperial, otro más como toda la corrida, perfectamente hecho y rematado, con trapío. No luce en el capote pero en el caballo toma un sensacional primer puyazo metiendo los riñones y con la cara abajo. El tercio de banderillas, a cargo de Domingo Siro y Vicente Arruga, resulta extraordinario, de poder a poder los tres pares, con limpieza y verdad. Otra gran ovación. El de Jandilla tiene movilidad y fijeza, repite y toma la muleta con clase y nobleza. Primeras series por el pitón derecho, templadas, ligadas, con la mano baja, buen toreo en redondo al que el toro responde con empuje. Suena los olés. Por el pitón izquierdo no va tan claro, pero López Simón templa los naturales y consigue algunos de mucha categoría, lentos, largos. Quiere volver a la diestra pero el toro va a menos, aunque también es cierto que me parece que le ha atosigado un tanto, demasiado encima quizás, sin darle más distancia para llevarle más en largo aprovechando el recorrido, el galope y el buen tranco que tenía este Imperial. Creo que con otra distancia y otro ritmo este buen toro hubiera lucido claramente sus magníficas cualidades, es más, creo que se ha ido al desolladero con las orejas puestas cuando parecía que era uno de esos toros a los que, como suele decirse en lenguaje taurino, se le caen las orejas. Lo cierto es que ha parecido que  López Simón ha desaprovechado un toro de mucha calidad en una faena a la que le ha faltado ritmo y continuidad para romper en emoción y transmisión. Mata de estoconazo entero hasta la yema y ve como el toro es despedido con una sonora ovación mientras él escucha tibias palmas, revelador. En el sexto, Decano, tampoco le ha sonreído la suerte al madrileño. Suelto de salida, sin demasiada fijeza, reservón, echando las manos por delante y la carita arriba, pero que sin embargo en el caballo se ha comportado radicalmente distinto, arrancándose en largo, como un auténtico cohete, impactando con violencia en el peto y empujando con celo. En banderillas se mueve, aunque persiste en el defecto de echar la cara arriba. Brillante y vibrante tercio  a cargo de Vicente Osuna y Jesús Arruga que expone una enormidad dejándose llegar los pitones a la chaquetilla. De nuevo la faena resulta deslucida, sin ritmo ni consistencia, sin conexión entre series y muletazos, deshilvanada, ante un toro exigente al que hay que poder sometiéndolo por bajo. Quizás hubiera tenido que plantear un inicio de faena doblándose, una lidia digamos que a la antigua, con los pies, echando la tela al suelo para así,  una vez sometido, estirarse y buscar los redondo y los naturales, que cada toro precisa su lidia. El caso es que de nuevo le veo un tanto acelerado y encimando al toro, sin tenerlo claro y sin mandar sobre él. Espero que sea circunstancial y que volvamos a ver al López Simón de las dos pasadas campañas, hoy creo que no ha cumplido con lo que esperábamos de él, pero hasta los más grandes han tenido baches, y no olvidemos la juventud del de Barajas y todo el camino que aún tiene por recorrer.
Otra tarde más, tres seguidas ya, en la que nos hemos divertido, emocionado y sentido el toreo en su máxima expresión con una  corrida muy completa de Jandilla -puro Juan Pedro Domecq- en cuanto a presentación y hechuras, con buenas condiciones en general, que ha peleado en el caballo y ha lucido en banderillas, con dos toros por encima de la media, el tercero, Imperial, y sobre todo el segundo, Hebrea, un toro de indulto en manos de un gran maestro, Sebastián Castella. Ojalá esta sea la tónica de la feria en su segunda mitad, la que empezaba hoy, y que  cada día veamos toros como los de Nuñez del Cuvillo, Alcurrucén y Jandilla, y toreros tan grandes como Alejandro Talavante, Juli, Ginés Marín y Sebastián Castella. Hay que soñar y creer en el toreo.

Antonio Vallejo

jueves, 25 de mayo de 2017

15ª de San Isidro: Juli y Ginés Marín, porque el toreo es sentimiento



¡Por esto amo esta Fiesta!, ¡por esto amo el toreo!, porque tardes como la de hoy desbordan los sentimientos, te inundan de emociones, te hacen salir de la plaza toreando al aire, feliz, contento, alegre, gritando al mundo que esto es lo más grande, porque la grandeza de este Arte te lleva al cielo, ese cielo del toreo que hoy ha acariciado Juli y que ha conquistado Ginés Marín al abrir de para en par la puerta de los sueños, la Puerta Grande de Las Ventas, a hombros camino de la calle Alcalá, de Madrid al cielo, porque con un trozo de tela y delante de un toro bravo han creado belleza, ¡porque así es nuestra Fiesta!. 
Es muy difícil plasmar los sentimientos y describir la emoción, que la de hoy es una tarde para soñar, para degustar, para saborear, que va más allá de cualquier análisis y descripción, en la que hablar de todo lo que se aparte de lo que me ha hecho gozar no tiene ningún sentido. Hoy no vale con hablar de tandas de muletazos, de redondos profundos, de naturales hondos, de adornos, de estocadas...no es día para eso, de nada me valen las notas que he tomado para acordarme de los quites, los pares de banderillas, los puyazos, los lances... No, hoy no puedo ni quiero hacerlo, hoy es el sentimiento el que lo acapara todo. Sólo recordando, saboreando, degustando una y mil veces los sabores de  lo que hemos podido vivir y disfrutar, un gozo infinito, una sensación de plenitud insuperable, se puede contar, o al menos intentar transmitir el éxtasis taurino, el delirio torero que hemos sentido quienes hemos tenido el privilegio de estar en la plaza de toros.
Julián López "El Juli", figurón del toreo, un maestro de época que hoy ha dictado magisterio sobre la arena venteña ante los de Alcurrucén, como aquel Malagueño con el que David Mora destrozó la Puerta Grande hace un año, y que si no llega a haber sido por la espada, la maldita espada, también habría atravesado a hombros esa Puerta Grande de Madrid. Mando, poderío, dominio absoluto, temple, clase, categoría, técnica, valor, gusto, conocimiento del toro y de los terrenos, valor y entrega. A sus dos toros los ha sometido por bajo, los ha dominado y los ha podido, con la derecha y con la izquierda, por bajo, arrastrando la muleta, en series rotundas, largas, profundas, con infinita torería, adornos por bajo, recursos de enorme plasticidad, dejándose ante la cara del toro, relajado, desmayando la figura en el final de faena del cuarto, enroscándose sus toros a la cintura, redondos largos, profundos, naturales de una hondura infinita, pases de pecho que no acababan, toreo de muchos quilates, toreo con empaque, caro, el toreo eterno, el que nunca muere. Todo reunido, en el terreno que ha querido y con la cadencia que ha querido, bastaba ver los diez o doce metros cuadrados del ruedo en los que la arena estaba pista, el resto inmaculado, todo  a su antojo, dominador absoluto, pero demostrando también el valor que tiene, aguantando parones y miradas, sin inmutarse, sin enmendarse, sin rectificar, exponiendo su cuerpo a los pitones, destrozando los intentos de amargarle la tarde de un ínfimo, ridículo grupo de espectadores, no aficionados, que no han parado de protestar y de reprochar aún no sé qué al maestro madrileño. Estoconazo tirándose por derecho en el primero y una oreja, pinchazo y estocada trasera defectuosa pero eficaz en su segundo que le cierran la Puerta Grande, pero la ovación que recibe es clamorosa y el recuerdo de su actuación imborrable porque va más allá de los muletazos o de la espada, ese recuerdo está ocupado por los sentimientos. Y esos nunca desaparecen de la memoria. 
Ginés Marín, jerezano, torero con una clase y una calidad inmensa, con genes de artista, concepto clásico, con ese pellizco que esas maravillosas tierras del sur, Jerez y Sevilla, impregnan a sus toreros, pero que también aúna un valor y técnica contrastados ya en muchas tardes y muchas plazas y que hoy ha puesto patas arriba la plaza de Madrid con una faena de envergadura, de mucha altura, plena de emoción y verdad, de pureza, de temple, de largura, obligando por bajo, en derechazos supremos, ligados a la perfección, siempre perfectamente colocado, hilvanando las series con una naturalidad descomunal, naturales largos, encelando al magnífico sexto de Alcurrucén en los vuelos de su muleta, manejando la muñeca con dulzura, con una delicadeza y una suavidad exquisita, acariciando la cara del Alcurrucén, también por abajo, también ligados, trincherillas con gracia y sabor, los de pecho larguísimos, de pitón a rabo, desplantes, pases de desdén, todo con una torería infinita, una clase excelsa y una entrega sin límites en un final apoteósico tras una deliciosa composición, una sinfonía rotunda en la que el jerezano ha sentido cómo suenan los olés en Madrid cuando está entregado y ha conocido lo que es  la gloria al ver a toda la plaza puesta en pie rompiéndose las manos a aplaudir. El estoconazo con el que ha fulminado al sexto ha sido el broche de oro para una obra maestra de toreo de empaque, de muchos quilates, una antología del toreo. Dos orejas incontestables y el cielo de Madrid, el más bello que cualquiera pueda soñar, a sus pies. A hombros camino de la calla Alcalá, el sueño de cualquiera que se vista de luces y que este joven jerezano que hoy confirmaba alternativa ha visto cumplido. De Madrid al cielo.

Antonio Vallejo

P.D: A los que no hayan estado en la plaza o no hayan visto por Canal Toros la sensacional corrida de Alcurrucén les aconsejo que lo hagan o lo busquen en los portales taurinos y disfruten dejando volar al alma, entregándosela al toreo. Así entenderán que hoy escriba solo desde la emoción y los sentimientos, que al fin y al cabo eso es el toreo, por encima de cualquier otra cosa. Y sin olvidarnos de un Álvaro Lorenzo que ha estado firme y seguro, haciendo las cosas bien y con decisión, será injusto no reconocer su meritoria labor en esta tarde.
¡Viva nuestra Fiesta!, ¡Viva el toreo!

14ª de San Isidro: Talavante, al natural y con sangre



Ambiente de grandes ocasiones en esta calurosa tarde en Madrid. Cartel de "no hay billetes", lleno a reventar, máxima expectación, sobre todo tras el fiasco de la corrida de Valdefresno y Hermanos Fraile Mazas lidiada ayer. Necesitaba este San Isidro 2017 algo que cambiara el rumbo en el que se había sumido, algo que hiciera pensar a los aficionados que lo visto hasta ayer ha sido un accidente y que las cosas iban a mejorar, algo que generara ilusión y tornara el runrún de cada día, los murmullos de desaprobación y las protestas de desesperación ante el pobre espectáculo al que estábamos asistiendo en olés y ovaciones. Y eso lo ha conseguido la corrida de Nuñez del Cuvillo lidiada en la tarde de hoy, seria, astifina, a mi gusto bien presentada, de buenas hechuras, toros proporcionados, muy bien armados pero sin estridencias, acordes a su cara y su caja que además ha tenido cuatro de ellos con posibilidades, nobles y con calidad en general;  bueno el cuarto, bravo, encastado y exigente el quinto, el tercero con clase pero se fue abajo muy rápido, el primero noble y con cierta calidad pero bajo de fuerzas. El encierro más completo en lo que va de feria, por tipo y juego, algo por otro lado nada complicado de conseguir tras estos trece días de travesía por el desierto en cuanto a ganado se refiere.
Y para una ganadería de lujo, mezcla de sangre Osborne  Domecq y Nuñez, de la que se dice es de las predilectas para las figuras, tres matadores también de categoría. El francés Juan Bautista, quien en dos ocasiones ha salido a hombros por la Puerta Grande madrileña, el extremeño Alejandro Talavante, tres Puertas Grandes y una carrera plagada de triunfos y grandes actuaciones, la última sin ir más lejos el pasado viernes en la Corrida de la Prensa, y el peruano Andrés Roca Rey, el huracán que viene a arrasar con todo y que en su presentación en Madrid descerrajó la puerta de los sueños asombrando todos con su toreo y su valor. No han defraudado, cada uno en su estilo, proporcionándonos una tarde de toros que por fin ha roto con las malas sensaciones despertadas hasta ayer y que, al menos a mi, me ha hecho salir de la plaza con cierta alegría y moderado optimismo de cara a lo que todavía está por llegar, que es mucho.
Alejandro Talavante, ¡qué torero!, ha dejado patente que está en la cumbre de su carrera. Bueno, o eso pensamos ahora, igual que lo dijimos el pasado año en que toreó tres tardes y estuvo extraordinario, sobre todo con un toro de Fuente Ymbro, un manso al que nadie excepto el extremeño vio, al que toreó de manera extraordinaria por ambos pitones y al que cortó una oreja de mucho peso. Parecía que era entonces cuando había alcanzado la cumbre, pero no era así. Este pasado viernes, sin ir más lejos, creó una obra de arte ante un sobrero de Conde de Mayalde, una faena de temple, reposo y el toreo más lento que hayamos visto en mucho tiempo. Fue una oreja, pero valía dos, y podía pensarse que su toreo había tocado techo. Error, aún estaba por ver su actuación en la tarde de hoy. No sé que calificativo emplear, pero hablando con mi buen amigo Raúl sobre el estado de gracia en el que lleva ya tiempo el pacense, el que creo que mejor resume su espléndido momento es rotundo, aunando todas las cualidades que gustan de un torero y que le llevan a ser figura: Firmeza, reposo, serenidad, temple, mando, gusto y valor. Todo eso lo ha integrado en el capote y la muleta en dos faenas en las que la emoción ha estado a flor de piel y que han aunado las dos caras del toreo, el triunfo con la oreja cortada y el dolor de la cornada ante el quinto, algo que no le ha impedido continuar con la faena y rematar su obra de arte al natural y con sangre. Al segundo lo recibe a la verónica, el toro repite, mete la cara con cierta clase y en el caballo toma una primera vara buena, metiendo los riñones, aunque sale suelto. Quite por chicuelinas de Talavante, ceñidas, se cuela por el pitón derecho, o al menos me lo parece. Remata con una revolera y el toro hace hilo con él viviéndose segundos de angustia hasta que ha podido tomar la tronera del burladero sin un capote que le hiciera el quite, incomprensible. En banderillas sigue mostrando movilidad y permite a Valentín Luján y Julio López colocar los pares con clase y emoción. Inicia la faena sin probaturas, por el pitón izquierdo, seis o siete templando las embestidas del Cuvillo, un toro encastado y con cierto genio. Por el pitón derecho es por donde mejor va, y eso que en el capote parecía lo contrario. Dos tandas en redondo templadas, profundas, ligadas, bajando la mano, a lo que añade detalles de gusto como un molinete garboso para quedarse perfectamente colocado y recetar dos pase de pecho hilvanados de mucha categoría. El final de faena es pletórico, con enorme gusto, arrucinas y muletazos por bajo cargados de clase, a los que suma un valor fuera de toda duda al aguantar un patrón del toro con los pitones rozando la taleguilla. Olía a oreja y estoy seguro que así hubiera sido de no haber pinchado al primer viaje. Estocada entera arriba que hace rodar sin puntilla al de Cuvillo. Ovación para el toro en el arrastre y ovación recogida desde el tercio para el extremeño. El quinto es también muy serio, cornidelantero, proporcionado y armónico a mi gusto, la cara y la caja acorde a la encornadura. Sin fijeza en el capote, nuestra cierta falta de fuerzas y se le mima en el caballo, dos varas señaladas, mínimo castigo. Roca Rey no deja pasar ni una y en su turno de quites ejecuta uno por caleserinas sin excesivo lucimiento. Peligroso en banderillas, pone en apuros a Juan José Trujillo pero esta vez el capote De Francisco Durán "Viruta", segundo de Roca Rey, resulta salvador. La faena de muleta se puede resumir en un canto a la belleza toreando al natural. Por ahí ha empezado a templar las embestidas del Cuvillo, toro encastado y exigente que tenía muchas cosas que hacerle y al que había que hacérsela muy bien. Enorme Talavante, firme, mandón, rotundo, en definitiva. Naturales de enorme categoría, templados, hondos, la mano baja, rematando con trincherazos de muchísima clase, con pureza y verdad. Se cambia la muleta a la mano derecha y en el segundo en redondo el toro le engancha por encima d ella rodilla izquierda. Lleva cornada pero se niega a irse. al enfermería. Y ahí revienta este San Isidro, con un toreo al natural salpicado por la sangre, la sangre que lleva dentro y que le ha hecho plantar cara a  este toro aún estando herido, sangre de torero valiente, y la que sale de su herida, sangre de pundonor y raza torera. Lo ha reventado al natural, como ha toreado, con naturalidad y una superioridad inmensa, firme, seguro, mandando, dando la sensación de hacer lo que quería con los toros, llevándolos por donde quería, marcando el ritmo, la cadencia y las pausas, sometiendo a sus oponentes que han acabado entregados al poderío de Talavante, sencillamente rotundo. El final de faena con dos series de naturales templadísimos, largos, ligados a la perfección, hondos, siempre colocado en el sitio, ha puesto en pie a todos los aficionados, ¡cómo han sonado los olés! esos olés que cuando suenan en Las Ventas son mejor que cualquier música, ¡y cómo nos hemos roto las manos a aplaudir!. La entera en la suerte d recibir que hace rodar al Cuvillo sin puntilla vale una oreja que no sé por qué razón el presidente ha demorado tanto su concesión. Es absurda esa moda de esperar y apurar al máximo mientras la plaza está repleta de pañuelos por "miedo" a que se pueda pedir un segundo trofeo. Una oreja de mucho peso y de mucho valor ante un buen toro pero nada fácil, encastado, con complicaciones y exigente. La imagen de Talavante cruzando el ruedo herido en la pierna y con la oreja del toro en su mano camino de la enfermería representa los valores máximos del toreo, el triunfo y el dolor.
Juan Bautista ha dejado una magnifica sensación tras su primera comparecencia en este San Isidro. Aún le queda otra tarde, la del 9 de junio con toros de Adolfo Martín, y promete emociones fuertes. Abría plaza un toro muy serio, terminado en puntas, bonito de capa, salinero, que mete bien la cara en el capote y repite, si bien en el caballo cabecea y empuja con un solo pitón. Buen quite de Talavante por chicuelinas y un tercio de banderillas con oficio dan paso a la faena de muleta, dominada por el temple, sobre todo al natural. Toro con movilidad y que repite, aunque no humille y lleve la cara a media altura, lo que resta emoción al buen hacer del francés. Dos buenas series en redondo templadas y con profundidad dan paso a un toreo al natural de mucho nivel, muletazos lentos, hondos, con mucho sabor, toreo de muchos quilates que pasa un tanto desapercibido por la sosería del toro. Me ha parecido que Juan Bautista ha estado francamente bien en este primero, firme, seguro, bien colocado y llevando la embestida del Cuvillo como requería, pleno de técnica y conocimiento. Mata de una fea entera desprendida y atravesada que desluce un tanto todo lo bueno anterior. El cuarto me ha parecido un toro de magníficas hechuras, muy serio, cornidelantero, que no ha cumplido ni en el capote ni en el caballo. Donde sí se han lucido ha sido en el turno de quites, recuperando esos "piques" que tantas tardes de gloria nos han dado a los aficionados. Bellísimo el del francés por gallosinas al sacar al toro del caballo, replicado por Talavante en su turno reglamentario con uno por delantales stempladísimos y una cordobesa preciosa como remate, al que también replica Juan Bautista por tafalleras pero el toro pierde las manos y desluce el resultado final. Buentercio d banderillas protagonizado por Raúl Adrada  e Ismael González, a los que no se les ha prestado la atención que requerían y a los que no se les ha valorado como merecían por parte de un público más preocupado en protestar las fuerzas del toro que en estar pendiente de lo que ocurría en el ruedo. No lo ha tenido fácil el galo en este toro, con parte de los tendidos a la contra, continúas protestas a las que se ha sobrepuesto con cabeza y técnica. El toro tiene clase pero ciertamente va justo de fuerzas. No le obliga el de Arles, lo lleva a media altura en los primeros compases para ir bajando la mano dejar dos buenas series de naturales templados en los que el toro mete la cara con nobleza y repetición, pero  pierde las manos y crecen las protestas. No se deja impresionar Bautista y termina su faena con torería, relajado, con gusto, muletazos por bajo, una trincherilla y uno de desdén bellísimo. Mata de entera caída y hay división de opiniones con un sector ovacionando al francés que saluda desde el tercio y otro sector que se lo recrimina. personalmente creo que su firme y entregada actitud toda la tarde, además de su técnica y su clase como torero, valen más que de sobra esa ovación.
Andrés Roca Rey levanta pasiones con menos de dos años de alternativa y genera máxima expectación allá donde se anuncia. Si sigue la progresión que parece puede estar llamado a liderar el toreo de los próximos años, quizás alguna década. No ha tenido suerte esta tarde con su lote. Ante el sexto, un ejemplar muy serio, alto, con volumen, abierto de pitones,  ha intentado lucirse con el capote a la verónica, pero el toro pero sale suelto. No cumple en el caballo ni en banderillas, pero presenta movilidad y recorrido, cualidades que hacen pensar en algo bueno en la muleta del peruano. De hecho el inicio de faena es prometedor con dos cambiados por la espalda espeluznantes clavado en los medios, pero el toro se lesiona y el limeño tan solo puede cuadrado y acabar con él ante la imposibilidad de que casi se tenga en pie. Tampoco había valido para mucho el tercero, un Cuvillo hondo que no ha lucido en los primeros tercios por los que ha pasado sin pena ni gloria. Inicia la faena de muleta con estatuarios en los medios, hasta seis, con las zapatillas ancladas a la arena, sin moverse ni un centímetro para ligarlos con un pase de desdén y uno de pecho largo  de categoría. La primera serie por el pitón derecho es sensacional, con temple, suavidad y recorrido que despierta los olés. Aún toma otra más en redondo con calidad este toro con clase pero que aguanta muy poquito, tan solo ese inicio y las dos tandas en redondo, porque a partir de ahí se viene abajo, se hunde literalmente y comienza a cortar el viaje y a defenderse, tocando las telas y desluciendo los intentos del limeño por sacar muletazos limpios. Visto las condiciones del Cuvillo decide acortar distancias y meterse entre los pitones en un nuevo alarde de valor, pero eso es algo que en Madrid no gusta demasiado, salvo en contadas excepciones y cuando el arrimón es muy de verdad. Las manoletinas finales tampoco despiertan emoción en los tendidos y para colmo mata de un bajonazo que es recriminado con razón. No ha tenido suerte Roca Rey, pero seguro que en sus próximas apariciones cambiará las tornas.
Todo esto es lo que ha variado el rumbo de este San Isidro, capitaneado hasta el momento por Alejandro Talavante, un pedazo de torero que está en la cima de su carrera y que ha demostrado su firmeza, su clase, su poderío, su mando, su técnica alcanzando un estado de madurez y claridad de ideas superlativo. Un torero rotundo que hoy ha puesto en pie al público y a San Isidro patas arriba al natural y con su propia sangre.

Antonio Vallejo

miércoles, 24 de mayo de 2017

13ª San Isidro: Petardo


La tarde comenzó dando una lección de comportamiento, educación y sobre todo sensibilidad ante la tragedia humana, con las banderas de la plaza de toros a media asta y el minuto de silencio por el último atentado islamista de Manchester, que se guardó de manera más que respetuosa, estremecedor silencio que permitía escuchar la respiración de cada uno y la rabia contenida de quienes llenábamos en casi tres cuartos los tendidos venteños. Sentimientos de repulsa y de asco ante la barbarie del Islam que no para y no parará mientras no se tome la determinación de acabar con ellos como se debe, y solo hay una manera, pero no es "políticamente correcta". El Islam es odio y muerte, eso sí es barbarie y no la Fiesta de los toros. Luego resulta que los que se llaman "animalistas" y nos tachan de asesinos se niegan a condenar este terrorismo y lo defienden, es más, se subvencionan con fondos provenientes de países y organizaciones afines a esos canallas. Son barbarie, crueldad y crimen. Una vez más el toreo ha mostrado su sensibilidad ante la tragedia humana, porque para nosotros, los taurinos, que amamos al toro como nadie, lo primero son las personas, no como para esos filoterroristas disfrazados de animalismo que no soportan ver "maltratar" a un toro pero son insensibles ante el terrorismo que nace de su ideología, que les parece que la vida de un toro es sagrada pero defienden sin rubor el asesinato del no nacido inocente. Esa es su ideología, no otra. ¿Guardarían hoy un minuto de silencio en cualquiera de sus algaradas populacheras?
Pero esto es un blog de toros, para hablar de toros, nada más, así que vamos a lo de hoy en las Ventas, que no quiero seguir enredándome con asuntos tan desagradables. Hoy he tenido el placer de estar acompañado por un gran tipo, un señor de pies a cabeza, una gran persona de esas a la que se puede llamar amigo de verdad, Luis Vadillo, alguien a quien tengo un aprecio y un cariño especial. Una pena que hoy no haya venido a los toros otra persona por la quien también tengo un cariño muy especial, otra gran persona, otra de esas pocas a las que puedes llamar amigo de verdad, Raúl, la tarde hubiera sido redonda. Las cosas buenas no van solas, y las personas menos, así que es fácil comprender la calidad humana de Luis para quienes conocemos a su familia, Blanca, una mujer excepcional, alguien que siempre sabe estar a la altura sea cual sea la circunstancia, tanto en los buenos momentos como en los más difíciles y dolorosos ha dado muestras de su categoría, y unas hijas que son todo alegría y que irradian bondad y cariño. Luis me ha comentado, viendo cómo iba la tarde, que tenía ganas de leer la entrada de la corrida de hoy. Pues aquí la tienes, la de una tarde en la que sin duda lo mejor ha sido tu compañía, lo que nos hemos reído ¡y lo bueno que estaba el gin tonic de Bayswater que nos hemos metido al cuerpo!. Una pena que el hielo haya escaseado un poco, pero por suerte nos lo han recargado y la copa ha revivido. No sé si Bayswater me gusta tanto por lo fresca que es como porque me haga volar la imaginación a las tardes del torneo de polo de Sotogrande, esas que en breve compartiremos, ¡ya queda menos para ir a Soto, amigo Luis!. Sin duda, la mejor faena de la tarde la ha hecho Bayswater, ¿no te parece?.
¿La corrida?. Ha sido un auténtico petardo. De verdad, no hay manera de maquillar lo de esta tarde, y no merece mucho la pena dar vueltas a la nada, que es en lo que se puede resumir la corrida de Valdefresno y Hermanos Fraíle Mazas, así como los remiendos de Adelaida Rodríguez y Carriquiri, nada. Se podría decir que ha estado correcta de presentación, variada de hechuras, unos más en tipo Atanasio y otros más en Lisardo, seria, astifina, pero que encanto a comportamiento y juego ha sido la nada. Nada de raza, nada de casta, nada de fuerzas, tres toros devueltos por flojos e inválidos, nada de movilidad, varios auténticos marmolillos, nada en el capote, nada en el  caballo, casi nada en banderillas, excepto en primero bis y sexto que hemos visto algo, y nada en la muleta. Tengo que rebuscar mucho entre las notas que he tomado durante la corrida para encontrar algún detalle que merezca la pena. Por ejemplo, una segunda vara al sexto que ha colocado Germán González, la única de una corrida que se ha picado mal y muy poco por la falta de fuerzas, quizás los pares clavados por Juan Contreras y Alfredo Cervantes al primero bis, con limpieza, cuadrando en la cara, otro de Raúl Caracol al cuarto bis de y los de Marc Leal y José Luis Neiro "El Algabeño" al sexto, que no es que hayan sido la octava maravilla, pero que al menos han tenido riesgo y buen hacer. Nada, en definitiva. Bueno, temas justos, que me olvido que los de Valdefresno sí han tenido algo, y hay que reseñarlo, un punto de mansos, pero nada comparado con lo del segundo sobrero, el de Carriquiri, que ha saltado en lugar del primer sobrero en cuarto turno, porque también se había  devuelto el corrido en primer lugar por inválido y corrió turno para sacar como primero bis el que hacía cuarto del hierro titular. ¿A que ha quedado claro?. Pues así ha sido todo, un auténtico galimatías, algo incomprensible e intolerable para la primera plaza del mundo que hoy ha dado una lección de saber estar desde el minuto de silencio hasta el final, protestando con razón y con respeto pero con contundencia ante el pésimo espectáculo que estábamos contemplando. Lo que se ha escuchado desde los tendidos es hoy irreprochable, se han reclamado toros, y se ha puesto el dedo en la llaga, esta no es la renovación anunciada, la "revolución" cacareada, no era esto lo que se vendía, y cada día que pasa da más la impresión que se ha vendido más humo que otra cosa, un discurso atractivo, ilusionante, precioso desde la retórica, pero a la hora de la verdad humo, y solo espero que ese humo no venga de un fuego que convierta a este San Isidro en cenizas. Veamos el devenir en los próximos días, claves. Como el juego de los toros no cambie y las figuras no estén a la altura el panorama pinta muy mal, y no sé hasta donde y hasta cuando va a durar la paciencia de los aficionados.
Para lidiar este encierro, mejor dicho, esta encerrona, tres jóvenes matadores, Daniel Luque, Fortes y Juan Leal que no se lo merecen. No es por sacar la cara por ellos, no lo necesitan, pero han estado por muy encima de los toros. Han hecho lo que han podido, pero cualquier lucimiento ha sido imposible ante la sosería, la falta de clase, la blandura  y el escaso empuje de los de Valdefresno, Hermanos Fraíle Mazas, Adelaida Rodríguez y Carriquiri. Daniel Luque ha puesto voluntad, lo ha intentado, ha dejado muestras de firmeza  y oficio y ha cumplido ante un auténtico marmolillo que fue su primero y un manso de solemnidad que fue su segundo, al que llegó asarle una serie meritoria en redondo templada y ligada bajando la mano. Por lo demás sólo algún lance suelto con calidad por la clase que lleva dentro el sevillano. El malagueño Fortes ha refrendado que lo del pasado martes no fue casualidad y ha dejado de nuevo sensaciones de seguridad y solvencia, bien colocado y con una actitud encomiable, como al inicio de faena al segundo, de rodillas, llevando al toro en largo, templado, para posteriormente sacar una buen serie en redondo con clase y gusto en los muletazos. Y poco más, porque aunque todo lo ha hecho bien, ha puesto la muleta planchada, ha llevado al toro sin un solo toque a las telas y ha matado con enorme facilidad a sus dos toros, pero la sosería, la falta de empuje de su primer toro y la embestida rebrincada, soltando derrotes, sin un átomo de clase del quinto han deslucido cuanto de bueno ha hecho el malagueño ante sus dos toros. Y del francés Juan Leal habría que decir más de lo mismo, enorme su actitud y su entrega, pero hay que sumarle el plus del valor seco que ha demostrado ante el tercero, un toro complicado por malo, con un peligro sordo, reservón, andarín , que medía y miraba, que se revolvía, que solo buscaba carne y hacer sangre en los muslos del de Arles, quien se los ha ofrecido de verdad, un arrimón sin dobles vueltas, sincero, jugándosela a cuerpo limpio, junto a las tablas, dándole todas las ventajas al toro en esos terrenos. Muy valiente y firme Leal, que nos puso el corazón en un puño porque veíamos que en cualquiera de los barones o los arreones del animal le iba a prender y herir. Ante el sexto ni una sola opción, otro marmolillo deslucido al máximo. La ovación que ha recibido el galo al matar a su primer toro es el justo reconocimiento a su entrega y arrojo.
Lo habíamos rozado en varias tardes, o en prácticamente todas la verdad, pero unos día lo ha salvado un toro o dos, uno de los matadores, luna buena o gran faena, la gran actuación de los toreros de plata, en definitiva, detalles que han ido esquivando lo que hoy ha sido inevitable, el primer petardo de la feria. Santa paciencia y extraordinario comportamiento de los aficionados, sobre todo los más beligerantes, en la tarde de hoy, protestando con razón y haciéndolo como se debe, sin insultos ni descalificaciones, además de respetar a quienes estaban jugándosela ante esos toros infumables. 
No sé lo que te habrá parecido, Luis, amigo, pero esta entrada va por ti.

Antonio Vallejo

martes, 23 de mayo de 2017

12ª de San Isidro: Novillada para no hacer novillos


Este año se ha hecho esperar la primera de las novilladas. Trece días han tenido que pasar hasta este lunes para ver sobre la arena venteña a los utreros. Lunes de novilladas, como los sábados de rejones, son citas clásicas en San Isidro, pero este año las cosas cambian y veremos la segunda de las novilladas el próximo martes 30 y la última el sábado 3 de junio, algo que se va a hacer extraño a cuantos llevamos muchos años acostumbrados a los lunes de novillos, término que permite hacer un juego de palabras entre la  acepción taurina del término y la otra que tanto hemos utilizado en el colegio y la universidad para no ir a clase. Ayer por la tarde, cuando salía de la plaza  con el buen sabor de boca de la faena rotunda de Ferrera al quinto y el buen toreo de Escribano al sexto escuché una conversación entre dos abonados  de unos cuarenta años que me dejó perplejo: 
¿Vienes mañana?
- Uff, no creo, son novillos.
Alucinante. Mal nos va a ir si tratamos y consideramos así a los que ahora empiezan en esta complicada profesión y que serán los encargados de poblar el escalafón de matadores del futuro, denotando incluso desprecio. No me extraña, por tanto, el pobre aspecto que hoy presentaban los tendidos de Las Ventas. Media entrada justita con los que hemos venido a ver novillos y novilleros y media plaza vacía por los que han hecho novillos y han fallado a la afición.
La verdad es que se han perdido una interesante novillada de El Montecillo muy seria y para mi gusto muy bien presentada, con buenas y variadas hechuras, algunos con tipo de toro, especialmente los tres últimos, con movilidad, nobles los tres primeros aunque con poco empuje, bueno el cuarto, bravo y exigente el quinto, con genio, y horrible el sexto, para ser estoqueados por Jesús Enrique Colombo, Pablo Aguado y Rafael Serna, un venezolano que se presentaba en Las Ventas y dos sevillanos que ya conocen esta plaza y saben lo que es sufrir en este coso dos cogidas escalofriantes, Aguado en la primera novillada de esta temporada y Serna el pasado año con un cornalón gravísimo. 

De los tres se ha llevado el gato al agua el venezolano Jesús Enrique Colombo, que ha dejado una buena impresión en su presentación en la primera plaza del mundo. Ha venido a Madrid, como toda la vida s esa dicho, en novillero. Enorme su actitud, su disposición, su entrega, su arrojo y su valor, un diez o incluso matrícula de honor en esos apartados. Pero también hay que reconocer las carencias que tienen por su juventud y sus inmensas ganas de triunfar,  y no debemos taparlas con las ganas y la disposición. Ha tenido un cuarto novillo bravo en el caballo, con con movilidad y emoción en banderillas y encastado en la muleta al que no le ha dado la lidia que realmente requería, acelerado, encimando un tanto al novillo, sin demostrar tampoco detalles de gusto y exquisitez, pero ha suplido estas lagunas con pundonor y esfuerzo encomiable. Siempre hemos dicho que a los toreros hay que medirles por el toro que tienen y sinceramente creo que este novillo daba para más y llevaba más dentro de sí, sin desmerecer todo lo que ha hecho el venezolano. Ha toreado bien de capa a sus dos novillos, templando a la verónica y rematando con una buena media en el saludo al cuarto. Ha brillado en banderillas, vibrantes tercios ejecutando la suerte de poder a poder, llegando hasta la cara del novillo para cuadrar con los pitones rozando el chaleco, con máxima exposición y riesgo, siendo fuertemente ovacionado tras colocar los tres pares a cada uno de sus utreros. Su primer novillo se mueve y repite en la muleta, ha dejado una buena serie por el pitón derecho, templada y bajando la mano, pero le falla algo la colocación y la distancia, lo que desluce un tanto los muletazos. Saca tres naturales  más templados, hondos y lentos  que son lo mejor de la faena a mi gusto, cuando se decelera y pone algo de pausa. Su segundo novillo, cuarto de la corrida mete la cara conclave desde salida, humilla y en el caballo empuja con la cara debajo del peto, buena pelea. En la muleta ha resultado enrazado y con casta, con acometidas que Colombo ha tratado de templar desde los primeros compase de la faena. Bonito y torero el inicio por bajo, doblándose, para rematar con un cambio de mano con mucho gusto. Novillo con genio y fiereza, complicado, al que había que someter templando mucho y por bajo para frenar su violencia. Se plantó delante del novillo con gran valor, le sobró decisión y ganas, pero le faltó serenarse un poco, algo más de colocación a mi modo de ver, un mayor conocimiento de los terrenos y la distancias y detalles de técnica que seguro ganará con los años. La faena va a menos en su segunda parte porque el novillo, ya exigente de por sí,  aprende rápido y pone en complicaciones a Colombo. No duda en meterse en terrenos de cercanías y arriesga, en otro alarde de valentía, como las bernardinas finales ajustadísimas. En sus dos novillos coloca dos estoconazos volcándose sobre el morrillo, incluso en el cuarto es enganchado de la rodilla. Y aquí es donde ha surgido la polémica en esta primera novillada tras la no concesión por parte del presidente de una oreja pedida, a mi modo de ver, de manera claramente mayoritaria. El reglamento es claro y debió haberla concedido, es potestad del público. Ahora bien, lo que sí se puede discutir es si era o no merecida. Muchos opinan que el venezolano Jesús Enrique Colombo se la merecía por su entrega y disposición, por su valor y la estocada, y se puede estar o no de acuerdo. Otros además argumentan que a un novillero que viene por vez primera a Madrid no se le puede medir y exigir como a toreros con años de alternativa o a las figuras, y se puede estar o no de acuerdo. Pero también es cierto que un amplio sector opina y opinamos que, como he señalado antes, a un torero hay que medirle siempre por el toro o novillo en este caso que tiene enfrente, con independencia del nombre o los años de alternativa, sin fobias pero sin alegrías exageradas. Y en este cuarto novillo hay un sector que considera que el novillo tenía más, que no se le ha realizado la faena que precisaba para lucir al completo, que han sobrado ganas y ha faltado algo de clase y valor artístico, que si se decide a venir a Madrid sabiendo lo que se exige aquí hay que hacerlo cuando se está preparado en todos los aspectos, no solo en voluntad  sino también en técnica, y se puede estar o no de acuerdo. En lo que no puedo estar de acuerdo es en no aplicar el reglamento y que si el público pide la oreja hay que darla, aunque personalmente no esté de acuerdo. La vuelta al ruedo creo que es un gran premio a su actuación, no es nada fácil darla en la presentación en Madrid, y Colombo debe salir con la cabeza bien alta por su actuación, muy satisfecho, pero no debe olvidar que para romper y triunfar en Madrid la entrega se valora mucho, pero otras cosas también.

Pablo Aguado me ha dejado sensaciones desiguales. Por un lado le he visto un tanto dubitativo y sin las ideas claras de lo que quería hacer ante el segundo, un novillo  con complicaciones pero que tampoco era una fiera y mostraba cierta nobleza. Alterna muletazos más profundos con fases de trasteo intrascendente, sin continuidad ni ritmo. Lo mejor de esta primera faena surge en unos ayudados por bajos al final del trasteo con mucho gusto. Gusto y buenas maneras que también ha demostrado ante el quinto, un auténtico toro por hechuras, que ha humillado en el capote y ha permitido al sevillano estirarse en unas templadas verónicas, dejar unas gaoneras al paso bellísimas y ejecutar un quite por chicuelinas ceñidísimas al sacar al novillo del caballo de enorme sabor, ese sabor del toreo de Sevilla que Aguado lleva dentro. Lo mejor de la faena de muleta se concentra en las primeras series en redondo, templadas, suaves, en largo y sometiendo por bajo. Torea con gusto, componiendo la figura, pasándose al toro por la cintura en un par de redondos desmayados de gran belleza. Pero algunos enganchones a las telas hacen que el novillo aprenda rápido y cambie su comportamiento, resultando la faena más deslucida y con altibajos, sobre todo por el pitón izquierdo por el que se hace ingobernable y ciertamente peligroso al echar la cara arriba, de hecho casi le empitona en un intento de natural. Le ha faltado ritmo y continuidad, pero ha dejado detalles de torería. Finaliza la faena volviendo al pitón derecho, el único del novillo, por el que consigue aún componer dos buenas series en redondo en la que el novillo retoma su humillación anterior y vuelve a meter la cara con clase, y unos derechazos dándole el pecho templadísimos. Mata de un estoconazo fulminante que revienta al novillo. Ovación con saludos para cerrar su paso algo titubeante por San Isidro.

Rafael Serna solo ha gozado de un novillo, el tercero, porque el sexto no ha permitido nada, echando las manos por delante y la cara alta desde salida, sin emplearse en el caballo, complicado y con riesgo en banderillas, reservón y midiendo en la muleta, sin recorrido. Tampoco es que el sevillano haya estado muy confiado ante este sexto, pero había poco que hacer y se lo ha quitado de en medio en un macheteo por bajo y una estocada atravesada que precisa varios descabellos. El tercero sale con bríos y genio, echa la cara arriba y desarma al sevillano, se frena y echa las manos por delante, mansea, no quiere ni ver al caballo y cuando entra no se emplea. En la muleta de Serna tiene tendencia a salirse suelto, lo saca a los medios andándole e instrumenta una buena serie por el pitón derecho templada bajando la mano. Por el pitón izquierdo logra sacar una serie al natural templada, suave, con clase, posiblemente lo mejor de su actuación. Adornos finales por bajo para colocar una estocada trasera, tendida y desprendida que hace doblar al novillo. Silencio en ambos es el bagaje final del paso de Rafael Serna por San Isidro.

Tarde interesante, en la que hemos visto a un venezolano en auténtico novillero, con sus carencias pero repleto de ganas, a un irregular Pablo Aguado que ha dejado detalles de torería y gusto y a un Rafael Serna que ha pasado inédito, además de la polémica un día más con el criterio presidencial a la hora de no conceder orejas, hoy antireglamentario en mi opinión, aunque a criterio de algunos  pueda ser discutible si era o no merecida.
Novillada para ir y no hacer novillos.

Antonio Vallejo