jueves, 31 de mayo de 2018

23ª de San Isidro: Y Colombo confirmó alternativa


Como me imagino que todos cuantos hayan leído mi entrada de ayer se habrán dado cuenta faltaba algo, una parte muy importante de lo que se anunciaba y que era otro de los grandes atractivos con que contaba la tarde. Una confirmación de alternativa es algo de máxima relevancia, tanto que solo tres plazas en el mundo tiene reservado ese privilegio: La México, el Coliseo de Nimes y la Monumental madrileña. Si además el que confirma alternativa es uno de los nuevos matadores que más está dando que hablar y al que en Las Ventas le hemos visto unas cuantas veces cortando orejas y dejando unas magníficas sensaciones, el reclamo para la afición es aún mayor. Un cartel con toros de Garcigrande y Domingo Hernández para una terna de auténtico postín formada por Enrique Ponce, Sebastián Castella y Jesús Enrique Colombo hace que se llene la plaza, como así fue. 
Pero ayer les conté lo que sentí desde lo emocional, dejándome llevar por la pasión y el sentimiento que a mi me transmite esta afición, esta auténtica locura que son los toros. Lo de ayer fue una riada de emociones, de sentimientos fluyendo a velocidad de vértigo gracias a dos maestros, dos figuras del toreo que demostraron lo que es ser TORERO, sí, con mayúsculas y si pudiera lo escribiría con letras de oro. Toreros en su máxima expresión, asumiendo la máxima responsabilidad, jugándose el tipo como si fueran ellos los confirmantes, una lección magistral de pundonor y agallas para tapar muchas bocas. Toreros en la plaza, de todas partes y categoría, y fuera también, asumiendo su responsabilidad en la defensa de una Fiesta amenazada e insultada, dando la cara día a día, en la plaza y fuera, aquí y allí, algo de lo que alguno más proclive al star system y al show business debiera tomar nota. Por eso  escribí guiado por la pasión y por eso decidí dejar aparte lo que respecta al venezolano, no veía claro que encajara en ese contexto de deliro que nos transmitieron Enrique y Sebastián. De la misma manera me parece injusto y una falta de sensibilidad omitir cualquier referencia a su actuación, que si bien no fue lo que esperan y lo que hubiera deseado sí que tuvo cosas para analizar quizás desde un plano más técnico que del arrebato que ayer me llenaba. Así que he decidido hacer esta segunda parte que completa lo anterior.
Lo primero de todo, este tío es un portento físico, con unas facultades propias de su edad y que en banderillas es un espectáculo. Cuajó dos grandes tercios en sus dos toros, para mi de menos a más, siempre de poder a poder, llegando a la cara del toro con facilidad pasmosa, cuadrando entre los pitones y reuniendo con pureza para dejar colocados los palos con limpieza ¡y con una potencia descomunal!. Tercios vibrantes, el primero de mucho mérito ante un toro que cortaba el viaje una barbaridad ante el que expuso lo indecible, de máxima emoción, pares preciosos, sobre todo los dos últimos al sexto, una monstruosidad, uno con la punta del pitón casi tocando el chaleco y el otro al quiebro paralelo a las tablas del 10. Puso a la plaza en pie en ambos tercios, y no fue para menos.
Lo que creo que tampoco se le puede negar al venezolano es su disposición, sus ganas y su entrega, con cosas que pulir, por supuesto, tomó la alternativa en noviembre de 2017, lleva 6 meses como matador de toros y ayer pisaba por vez primera la plaza de Madrid en esa condición, nada que ver con venir de novillero, tiempo al tiempo. Y más si le valoramos en función de su lote. Muy mala suerte con el toro de confirmación, suelto, desentendido, sin entrega, no le ayudó nada, corto de recorrido,sin humillar, a la defensiva, la cara alta, embestida descompuesta, sin clase. Lo intentó en vano Colombo, era su día y tenía que justificarse, pero no había de donde sacar tajada. El sexto tampoco fue un dechado de virtudes, se echó rodillas en tierra en el inicio de faena para citar en largo, el toro va como un cohete y le desarma dos veces, durante el trasteo lo haría dos veces más. Quizás se equivocara en un inicio de faena así, quizás le pudieron las ganas de agradar y darlo todo, sobre todo después de ver la colosal lección de pundonor y verdad de Ponce y Castella, espoleado por el sentimiento general que invadía los tendidos. Puede ser. El caso es que la faena no tomó vuelo, ante un toro a menos, de embestida bronca, rebrincada, soltando la cara, con escasas opciones para el confirmante, y para otros muchos. Quizás en algunas manos hubiera sido distinto el planteamiento, quizás un Ponce o un Juli hubieran sometido y corregido al de Garcigrande, especular es fácil y gratis, quizás dentro de un tiempo veamos a Colombo poder a un toro similar a ese, porque facultades tiene y argumentos para ello ha demostrado tanto como novillero como en su aún corta carrera como matador de toros. Tiempo al tiempo y a la suerte, que ayer no le sonrió. Dio lo que tenía, mucho o poco, habrá opiniones para todos los gustos, no puedo reprocharle nada y así me quedan las ganas d volver a verle torear y comprobar si lo que apunta se convierte en realidad o no.

Antonio Vallejo

23ª de San Isidro: Ponce y Castella, emoción, alma y sentimiento


Lleno de "no hay billetes"  en Las Ventas, 24.000 espectadores es su capacidad, quinto toro de la tarde, las emociones y los sentimientos a flor de piel, Castella puede decirse que resucitaba tras una angustiosa cogida en los primeros lances de capote, dramática, parecía que el toro le había partido en dos, se repuso y no solo eso, plantó cara al feo castaño y nos dejó una faena de pundonor, de pasión, de sentimiento, de vergüenza torera, de valor, de verdad y, por qué no decirlo también, de torería. Transmisión y emoción, lo que tantas tardes en este ciclo hemos dicho que echábamos en falta, lo ha habido. Una estocada perfecta, entrando recto, matando por derecho, arriba, en todo lo alto, letal, la ha habido. Una mar de pañuelos pidiendo la primera oreja, la ha habido, como no podía ser menos. El mismo mar de pañuelos pidiendo la segunda oreja, la ha habido. Sin exagerar, 23.900 aficionados llenos de felicidad aplaudiendo a rabiar al francés en su apoteósica vuelta al ruedo, los ha habido. Y alrededor de 100 espectadores que en vez de disfrutar, de gozar con la pasión del toreo estaban amargados por ver a una gran figura del toreo salir por quinta vez por la Puerta Grande, también los ha habido. Una pena, de verdad, que pudiendo emocionarse y vivir el toreo con el corazón y con el alma vayan a la plaza con pañuelos verdes, libros de geometría, aritmética, escuadra y cartabón para medir si la espada cae un centímetro arriba o abajo y un compás para masacrar a la figura si su trayectoria y colocación varía unos grados en cuanto a la anulación y la posición perfecta. Sinceramente, ¿les gustan los toros?, ¿van a a disfrutar o a sufrir?. Es que no entiendo que montaran la bronca que han montado, de veras, fuera de lugar, con el único fin de hacerse notar, de buscar un protagonismo que no tienen y que quieren tener a base de vociferar e insultar.  Comprendo que se discuta el premio, por supuesto, la Fiesta es eso en esencia, un arte que cada uno lo vive y entiende a su manera, sin que por ello se pierda ni un miligramo de pureza. Pero de eso al numerito que han montado esos cien más o menos hay un abismo. Porque si vamos a la pureza del toreo, si rebuscamos el por qué del origen de esta tradición nos encontramos con que es algo nacido para celebrar victorias, coronaciones, bodas reales, nacimientos de príncipes, etc, etc, etc, hace unos cuantos siglos, con un fin festivo, alegre, un divertimento para el pueblo. Debe ser que 23.900 hemos vivido esta tarde en una alucinación permanente y solo esos 100 han visto la realidad, que la inmensa mayoría no tenemos ni idea y queremos pervertir la Fiesta mientras ellos deben guiarnos con su sabiduría por el camino de la pureza y la verdad del toreo, debe ser. Sin duda prefiero vivir y disfrutar del toreo en esa ignorancia que hoy, una vez más, me ha llevado a unas cotas de emoción inimaginables. Porque la pureza y la verdad la han puesto Enrique Ponce y Sebastián Castella.
Era el quinto de la tarde, un castaño fuerte, algo basto, feo de hechuras, acaparado de palas pero con el pitón vuelto, muy abierto de cara, exagerado, que ha salido como toda la corrida, suelto, distraído, sin fijeza, desentendido. Directamente, sin probaturas, Sebastián Castella se pone a torear a la verónica, el toro se vence por el pitón izquierdo y arrolla al francés, lo levanta y lanza al aire como un muñeco de trapo, cae al suelo, hace por él, segundos dramáticos, angustiosos, el toreo ocho un guiñapo, a merced del toro que busca hacer presa con los pitones. La paliza es monumental, nadie sabe si le ha cogido, está desorientado, su cuadrilla lo lleva en volandas, parece herido, confusión en el ruedo, parece que no tiene cornada, ha perdido las zapatillas, quizás una herida en su pie, le vendan, parece que puede seguir mientras Enrique Ponce se hacía cargo de la lidia  con una maestría suprema, sin darle un capotazo, parándolo y haciéndole humillar, esperando a que el galo se repusiera. Se recupera, ¡y vaya cómo lo hace!. Para empezar lo lleva cosido a los vuelos del capote, andándole hacia atrás, como si nada hubiera pasado unos minutos antes, con gusto y torería, para dejarle en suerte frente al caballo con una larga a una mano que rezuma sabor por todas partes. El de Garcigrande cumple sin más en el caballo, mete la cara abajo pero se deja pegar sin emplearse. En este contexto hay que destacar la magnífica brega de Rafael Viotti, como antes hizo el maestro Ponce, por bajo, sin un capotazo de más, y el buen tercio de banderillas protagonizado por José Chacón y Vicente Herrera - ¡menuda cuadrilla la de Castella! - que colocan tres pares con limpieza y mucha seguridad. El francés toma la muleta y se dirige decidido a los medios, brinda al público en un gesto de dignidad y vergüenza torera que por sí levanta a la plaza. Una plaza que se pone patas arriba al ver el arranque de faena, entre las dos rayas, con ambas rodillas en tierra, concediéndole todas las ventajas al toro, le cita dándole distancia, el toro va, lo lleva en largo y por bajo, repite, humilla, con fijeza, pero repone y sabe lo que hay detrás. Le da igual a Castella, firme, sin importarle, sin inmutarse, sigue de rodillas, templando y alargando el viaje, inmenso, la gente loca. Inicia el toreo en redondo, muy templado, encajado, metiendo los riñones, bajando la mano, ligando los muletazos, excelente la colocación, para rematar la tanda con uno de pecho larguísimo, dura una eternidad, casi es un circular, olés y olés, las palmas rotas a apaludir. El toro va, repite, y es exigente, cada embestida tiene su guasa, el de Garcigrande transmite porque lleva un peligro sordo en su interior. Muy firme y entregado Castella sigue cuajando tandas ligadas en redondo basadas en un temple exquisito para dominar las brusquedades del toro, poniéndole la muleta en la cara, con mucho gusto, como un cambio de mano supremo que cose a un pase de pecho fuera de serie, toreando muy despacio, aguantando parones y miradas, pero siempre mandando, haciéndole ver al toro el camino por el que pasar, no el que él quería. Mediada la faena llega algo impensable, ¡un cambiado por la espalda ceñidísimo para dejarlo colocado y empezar a torear con la zurda!, el delirio. Naturales citando de frente, de verdad, arrancados de uno en uno con enorme fe a un toro que empieza a pararse, naturales hondos y templados, algunos lentísimos. Le puede al toro, se siente dominado, se para y busca defenderse, encierra peligro, pero poco le importa a Castella. El arrimón es de aúpa, metido entre los pitones, con verdad, tragando más miradas y algún derrote, valiente y firme, los tendidos lo perciben  y responden con una atronadora ovación. Cuadra para entrar a matar volcándose a conciencia, dejando que los pitones arañen la chaquetilla y deja un estoconazo que se hunde hasta la empuñadura en lo más arriba. el resto ya lo saben, dos orejas para mi merecidísimas aunque entiendo al que le parezca excesivo, siempre que sea eso, su opinión, no la algarada que ha montado el grupúsculo de reventadores con gritos de "fuera del palco" y una bronca fuera de lugar. En mi opinión, una oreja al valor, otra por la faena. destemple, riesgo y verdad y otra por el estoconazo. Sí, ya sé que tres orejas no se conceden y que no es para rabo, pero al menos permítanme que piense que dos orejas es justo premio a tanto como ha mostrado Castella y, sobre todo, a lo que nos ha hecho sentir, más allá de lo técnico y de las medidas, una emoción imposible de describir con un toreo nacido del alma y el corazón. Y para mi eso lo es todo cuando voy a la plaza de toros. 
La tarde ya venía cargada de mucha verdad, dignidad y mucha vergüenza torera, la de un figurín del toreo, un torero de leyenda, un torero de época, un torero que sin ningún rubor me atrevo a calificar como el más grande de la historia por su Arte y por su longevidad, siempre en lo más alto, un caso único y creo que difícilmente igualable, una maestro de maestros, Enrique Ponce. Tuvo que lidiar un sobrero de Valdefresno que saltó en lugar del inválido segundo, acapachado, muy en tipo Atanasio-Lisardo, estrecho de sienes, alto, que sale abasto, sin fijeza, se frena en los capotes y huye marcando querencia. Lo fija sensacionalmente Mariano de la Viña, sometiéndole con el capote, gran brega. Ya en los medios es Ponce quien le somete en un ramillete de verónicas templadas, acompasadas, coreadas con olés, pura belleza, rematando con una media cargada de gusto, una exquisitez para los sentidos. Lo lleva al caballo con una clase y una torería única, con suavidad, mimando cada arrancada, acunando la embestida mientras le anda hacia atrás, pura poesía, para dejarlo en suerte con una gracia infinita. Para soñar con toreo añejo, con toreo caro de otros tiempos el quite por delantales al sacarlo del caballo, una delicia, y la media de remate, ¡ay la media!, un cártel de toros en sí misma. Brinda al público y comienza a componer la faena por bajo, genuflexo, muy templado, adelantando la muleta, llevando la embestida en largo para culminar estos primeros muletas con un cambio de mano descomunal que pone al público en pie. Toreo templadísimo en las tandas por el pitón derecho, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela, bajando la manos, tandas en redondo ligadas, con profundidad. A cada una surge el desmayo, ese toreo poncista relajado, enroscándose la toro a la cintura, con suavidad exquisita, jugando las muñecas para el toque sutil, un maestro de maestros, rematando las series con unos de pecho de escándalo. Le cambia los terrenos con torería para llevarlo a donde podía lucir más, siempre suave, siempre con temple. Es técnica, es conocimiento del toro, es conocimiento de los terrenos, es gusto, es clase, es torería, es todo, es Ponce. Por el izquierdo protesta, le cuesta entrar pero al final se somete al poderío de Enrique en dos naturales con hondura, jugando las muñecas con encanto en una serie que comenzaba con una cambio d mano exquisito que dejaba al animal perfectamente colocado. El toro se apaga pero Enrique no. Epílogo de faena en redondo, tirando del toro con suavidad para alargar la ya corta embestida, detalles de aromas a otras tierras y otra épocas en remate por bajo, celestial Ponce. Y todo ello aguantando constante grito, reproches por cualquier cosa, daba igual, los sabios reventadores no le tragan pero no pueden con él, son pigmeos al lado del más grande. A tal grado llega su fobia, su odio a Enrique que cuando está ya cuadrando para entra a matar un desterrado, no se le puede llamar otra cosa, bueno, sí, pero aquí quedaría bastante feo, se pone a gritarle no sé qué, ni me importa. Alucinante, cómo es posible que ese se llame aficionado. Mata de una entera algo desprendida que hace rodar al toro sin puntilla. Fuerte ovación con saludos tras petición insuficiente supongo que por un par de centímetros en la colocación de la espada. ¡Qué más me da!, me quedo con lo sentido, no con los centímetros. Pero donde para mi ha surgido la figura del Ponce imperial ha sido en el cuarto. Un toro muy abierto de cara que no ha gustado a los sabios no sé por qué, trapío tenaz para dar y regalar con sus 539 Kg, ese debía ser el problema. El caso es que los doctos han empezado su recital de "miaus". Ahí es donde demuestran ser malos aficionados, faltando al respeto al toro y al torero. Un toro de esos que dicen de "miau" mató a Víctor Barrio, se lo recuerdo, y otro a Iván Fandiño, también habrá que recordárselo. Intenta Enrique el lucimiento con el capote, el toro tiene poco recorrido, echa las manos por delante y lleva la cara alta, pocas opciones. Sin embargo en el caballo se arranca con fuerza, mete los riñones y empuja con codicia en los dos puyazos. Ya en banderillas anunció lo que luego vino. Reservón, esperando, midiendo, complicando un tercio resuelto con oficio por Mariano de la Viña y Jaime Padilla. Inicia la faena por bajo, todo muy suave, tratando de someter la falta de humillación del toro. Por el pitón derecho no pasa, se cuela, mide, busca, corta el viaje y se revuelve con malas intenciones. Por el pitón izquierdo aún peor, repone, suelta la cara, tornillazos violentos. Enrique se pone, le echa la muleta alante y trata de templar, expone una barbaridad en cada muletazo, el de Garcigrande busca, tiene mucho peligro, traga y aguanta los arreones Enrique, firme, seguro,  en una lidia a la antigua, matecheando por bajo, con enorme emoción y belleza para así acaba por poder y someter a este toro. A  partir de ahí la magia. Si en su anterior toro la magia vino de la mano del temple y el gusto en este se acompañó del valor, la entrega máxima, la disposición indiscutible, la profesionalidad sin límite y una vergüenza torera  que le ha llevado a exponerse como si fuera un novillero que tiene que ganarse los contratos. Hoy ha demostrado su enorme dimensión y por qué está en lo más alto del Olimpo del toreo, porque lo que ha hecho con este toro malo y peligroso está solo al alcance de él y pocos más, véase Juli. La magia han sido una serie en redondo poniéndole la muleta, tapándole la cara, templada, ligada con ese toreo desmayado tan suyo que enamora, algo impresionante e impensable ante ese toro, que pone a la plaza en pie, menos a los odiados profesionales, esos no, a esos no les ha parecido bien,  a esos que ven a un desgarramantas que se llama Perico Los Palotes y se vuelven loco con él, le adoptan como "su" torero , le encumbran que parece que en la historia no ha existido nadie más que él, es su nuevo ídolo, su nuevo juguete en realidad hasta que crezca  como figura, entonces ya no les valdrá y en su esnobismo buscarán a otro que ocupe ese trono de hojalata que manejan. 
Por suerte hoy han sido dos figuras del toreo las que por verdad desnuda, por pundonor, por entrega, por valor, por vergüenza torera y también por arte han puesto en su sitio a unos cuantos: Enrique Ponce y Sebastián Castella, emoción, alma y sentimiento.

Antonio Vallejo

miércoles, 30 de mayo de 2018

22ª de San Isidro: La decepción al poder



Las previsiones climatológicas no parecían muy favorables para la tarde de hoy. De nuevo lluvia durante las horas del festejo y de nuevo planeando sobre Las Ventas dudas acerca del estado del ruedo, si hubo tiempo para reponer el lodazal venteño tras la suspensión de ayer, si se había podido colocar la lona protectora, muchas dudas y pocas esperanzas si uno miraba al cielo, con la posibilidad de suspensión de la corrida como una espada de Damocles amenazante. Las previsiones no parecían ir muy desencaminadas, lluvia desde primeras horas de la tarde y cielo gris y cerrado, lluvia fina desde una hora antes aunque en el horizonte, mirando hacia Toledo, un rayo de esperanza se vislumbraba al fondo, cielo más abierto, claridad, ¡a ver si viene aquello! comentaba con mi amigo y gran aficionado Daniel Berzosa antes de entrar a la plaza, bien protegidos y equipados para lo que pudiera caer. Por fortuna las previsiones no se cumplieron y la tarde fue transformándose poco a poco en seca y agradable en cuanto a la ausencia de viento y su temperatura, perfecta. 
La pena es que a la mejoría climatológica no acompañó la corrida de Torrehandilla y Torreherberos, ambos hierros del mismo propietario, de procedencia Jandilla, es decir, Juan Pedro Domecq. Corrida seria y muy astifina, abierta de cara, ofensiva y cornidelantera, variada de hechuras, con algunos pasados de kilos, mal endémico, que han tenido un punto de nobleza y manejabilidad pero que ha estado marcada por la falta de fondo, una corrida baja de raza y casta que se ha caracterizado por la falta de humillación, con la cara a media altura y soltando tornillazos, salvo el buen quinto y el sobrero  de Virgen María que saltó al ser devuelto el sexto tras perder las manos con estrépito en banderillas. Una corrida deslucida, sosa, sin transmisión y con muy poca emoción, en definitiva, decepcionante.
El primero de Daniel Luque no le permite al sevillano lucir lo buen capotero que es. Toro que pasa sin emplearse en los lances de recibo ni en el caballo, dejándose pegar. Bueno el quite de David Galván por chicueilinas con sabor rematadas con una media de mucha clase. Toro con nobleza en la muleta, entraba bien, abajo, pero salía con la cara alta, algo descompuesto, desluciendo el conjunto. Firme y con facilidad Luque que a base de técnica y temple consigue sacar avanzada la faena una tanda en redondo con más profundidad y ligazón y otra por el pitón izquierdo, por el que protestaba y soltaba la cara con descaro, en la que logró meter al toro en los vuelos y sacar dos o tres naturales con hondura. Faena falta de continuidad y transmisión por las condiciones del toro, que tuvo su momento de mayor emoción con las luquecinas finales. Mata de media arriba y descabello y tanto toro como torero reciben ovación. Al cuarto, veleto,  astifino y serio, pero "solo" con 557 kg, lo protestan de salida los que hoy sí tiene ganas de gritar "toros, toros"  por teórica falta de presencia. Lo para Luque con verónicas templadas en las que el toro se frena y no se emplea, como tampoco lo hace en el caballo ni en banderillas. a la muleta llega a la defensiva, soltando tornillazos, sin recorrido por uno y otro pitón, imposible. Voluntarioso y firme de nuevo el sevillano, buscándole la distancia y el sitio, le puso la muleta pero resultaba imposible, medía y se venía por dentro con peligro, acostándose, tanto que en un natural se derrumba aparatosamente. Lo mejor es que lo pasaporta de una entera con gran facilidad al segundo intento. Silencio en su despedida.
El gaditano David Galván se encontró con un segundo suelto de salida, sin fijeza, que no se empleó en el capote, que en el caballo se dejó pegar sin más y que pasó sin pena ni gloria en banderillas. El que sí se empleó fue Álvaro Lorenzo en su turno de quites con uno por chicuelinas y una larga cordobesa de mucha calidad. A la muleta llega soltando la cara, no humilla ni a tiros, parece que mete la cara al inicio del muletazo pero a medio camino derrota a uno y otro lado, todo muy feo. Lo intentó el de San Fernando desde el inicio, doblándose por bajo, trata de meterlo en la muleta a base de temple y colocación pero el toro no responde, punteando las telas constantemente por ambos pitones, sobre todo por el izquierdo, casi imposible. Faena sin continuidad, sin ligazón, pases sueltos algunos con calidad pero sin transmisión ni emoción por la fea embestida del animal. Buen imagen de Galván, entregado y con disposición, apuntando buenas maneras pero sin poder despegar por las condiciones del toro. Mata de entera fulminante y escucha una cariñosa ovación. El quinto ha sido de largo el mejor de la corrida. Un precioso colorado, con algunos kilos menos hubiera sido aún mejor, de buenas hechuras, muy serio, abierto de cara, sale con galope ágil y toma bien el capote en un saludo variado y vistoso por verónicas, chicuelinas y una media portentosa. Entra con fuerza al caballo , empuja con codicia con un solo pitón en el primer puyazo y se emplea metiendo los riñones en la segunda vara que toma. En banderillas muestra movilidad, va bien y humilla, apuntando buenas condiciones. Inicia la faena con una pedresina y estatuarios para rematar con una trincherilla, uno de desprecio de cartel y un muy buen pase de pecho. Nadie mejor que el que está delante del toro para saber cómo hay que llevarlo, pero creo que quizás ese no fuera el mejor inicio de faena. Creo que era un toro con nobleza, humillación, pronto y con movilidad al que, en mi opinión, había que llevarlo por bajo, sometiéndole. De hecho, para mi la mejor serie sin duda alguna de toda la faena fue la segunda por el pitón derecho, adelantando la muleta, conduciendo larga la embestida, tirando del toro para alargar el muletazo y bajando la mano. En esa tanda el toro ha respondido y lo ha hecho con nobleza y clase. Creo que ese poderle al toro es lo que le ha faltado al gaditano para construir no sé si una faena rotunda pero al menos una faena con transmisión y emoción. Una faena que ha llevado a media altura y que por ahí ha ido decayendo un tanto. Pero claro, desde el tendido, tranquilamente sentado, es muy fácil opinar y hablar sin tener ni idea. Estar ahí abajo es otra historia y, ante todo, máximo respeto. Lo cierto es que el toro y el trasteo han ido de menos a más, acortando el recorrido el toro y las distancias Galván para acabar entre los pitones en un arrimón en el que los pases salín de uno en uno, sin continuidad, algo que no ha gustado. Manoletinas ceñidas como colofón y una entera arriba finiquitan a este buen toro que fue despedido con una fuerte ovación en el arrastre. 
Álvaro Lorenzo recogió desde el tercio la cariñosa ovación que se le tributó por su magnífica tarde del Domingo de Resurrección en la que cortó tres orejas. El tercero es un toro muy serio, abierto de cara y veleto, de buenas hechuras, que salta sin fijeza, desentendiéndose de todo, sin emplearse en el capote del toledano. En el primer puyazo echa la cara muy arriba, por las nubes, ene le segundo se arranca en largo, mete la cara abajo al entrar en el peto pero luego se deja pegar sin emplearse, echando de nuevo la cara arriba. A la muleta llegó con movilidad, desplazándose con alegría, repetidor, pero su embestida no tenía ritmo ni demostraba clase, más bien iba a arreones. Ante eso lo mejor es templar y bajar la mano para intentar someterlo, pero el toro cortaba el viaje, punteaba constantemente los engaños, soltaba hachazos a diestro y siniestro, sin entregarse. Por ambos pitones resultaba complicado pero especialmente por el izquierdo, por ahí no tragaba ni medio pase, absolutamente imposible. faena que va a menos a pesar de los constantes intentos de Lorenzo por sacar algo limpio. Mata de un feo bajonazo que provoca una desagradable hemorragia al de Torrehandilla haciéndole rodar sin puntilla. El sexto, como ya comenté al principio es devuelto tras perder las manos aparatosamente en banderillas. En su lugar sale un sobrero  de Virgen María estrecho de sienes, abrochado de pitones, agradable de cara, aunque tremendamente astifino, muy protestado por el sector torista sabio que este domingo con la moruchada mansa de Dolores Aguirre ni abrió la boca. Así es la coherencia. Suelto d salida, sin fijeza, en la linea de toda la corrida, con una lidia desordenada, caótica por instantes. Entra tres veces al caballo, la primera solo un puyazo señalado, en las dos siguientes empuja de inicio pero luego se duerme en el peto. Estuvo muy bien Lorenzo con la muleta, se dio cuenta de la movilidad del toro, le puso la muleta adelantada y aprovechó la inercia en unas buena primeras series por el pitón izquierdo, naturales templados, largos y por bajo, con hondura, sin duda lo mejor de la faena. Por el derecho el toledano demostró la técnica y la calidad que tiene, templando, muy firme, con seguridad, sacando buenos redondos, limpios y profundos, pero sin alcanzar el nivel de las primeras tandas porque el toro va a menos demasiado pronto, no acaba de romper pese a la entrega del toledano que acabó jugándosela ante un toro a la defensiva y con peligro. Tras matar de pinchazo y entera escucha una ovación que premia su disposición y sus buenas maneras a lo largo de toda la tarde.
Un capitulo más consumido de este San Isidro, un capitulo más tan parecido a otros muchos que hemos vivido a lo largo de muchos años, un capitulo de los que la empresa Plaza 1 con Simón Casas a la cabeza nos aseguraba que no íbamos volver a vivir ya que iban a revolucionar San Isidro con carteles de máximo interés, un capítulo dominado por la sosería, la mediocridad  y la intrascendencia, como tantas veces Simón. La decepción al poder.

Antonio Vallejo

lunes, 28 de mayo de 2018

21ª de San Isidro: Suspendida, gracias a Dios


Ha imperado la lógica, cualquier otra decisión que no hubiera sido suspender la corrida de esta tarde no tenía cabida. Llevamos un mes de mayo pasado por agua, tardes y más tardes de lluvia y tormentas, en unas condiciones lamentables tanto en lo que al ruedo respecta como para los que nos sentamos en los tendidos. Es cierto que en las tardes anteriores el diluvio ha llegado una vez iniciado el festejo y, aunque se puede suspender una corrida una vez comenzada si el presidente considera que no se puede torear con garantías mínimas, que algún día, sinceramente, no se cumplían. Gracias a Dios y al Ángel de la Guarda que manda cada tarde a Las Ventas no ha ocurrido ninguna desgracia, pero los profesionales se han jugado la vida asumiendo unos riesgos brutales. Pero hoy ha sido distinto, durante toda la madrugada ha llovido sobre Madrid, también lo hacía por la mañana, luego ha parado, parecía que mejoraba pero aproximadamente una hora antes de la hora fijada para hacer sonar clarines y timbales ha comenzado de nuevo a caer agua, con lo que el fantasma de la suspensión empezaba a sobrevolar el ruedo venteño. La lluvia constante de madrugada ha impedido que los operarios que tras la corrida reparan el ruedo cada noche terminando a latas horas y preparan la arena para que al día siguiente luzca el sensacional aspecto con que lo hace cada día a las siete de la tarde, pudieran colocar la lona para proteger la arena de los aguaceros. El aspecto que presentaba el ruedo minutos antes de las siete era lamentable, impracticable a todas luces, un barrizal sobre el que los matadores y sus cuadrillas han probado la adherencia y han comprobado que se hundían la s zapatillas, que resbalaba y no era nada fácil mantener la verticalidad, eso haciéndolo con cuidado y sin un toro enfrente. Seguro que no ha sido fácil de tomar la decisión para los toreros. Javier Castaño, Sánchez Vara, que había entrado en el cartel en sustitución de Ricardo Torres, y Thomas Duffau son tres toreros muy necesitados de torear y en esta tarde tenían depositadas todas sus esperanzas, soñaban con cuajar a un toro y salir de Madrid con contratos. En esa situación y conociendo cómo son estos hombres que cada tarde se juegan la vida por crear arte siempre queda espacio para la duda sobre su posible decisión de tirar para delante y echar la corrida. Pero detrás de ellos hay unas cuadrillas, toreros de plata y a caballo cuya integridad peligra tanto o más que la del matador. No quiero ni imaginarme lo que podía haber sido poner banderillas en ese barrizal, una temeridad. El Presidente de hoy, D. Justo Polo, les reunió un cuarto de ahora antes de la corrida y le expuso claramente que el ruedo no estaba en condiciones, así como que su opinión era suspender la corrida, pero que iba a aceptar la decisión que tomaran los profesionales. Una postura, a mi modo de ver, muy elogiable. Porque no debemos pasar por alto un detalle sumamente importante que es ante qué toros tenían que vérselas en esta tarde. Cualquier toro es peligroso y cualquier toro puede herir o quitar la vida a un torero, por desgracia lo tenemos muy reciente, da igual su peso o que los pitones tengan tres o cuatro centímetros más o menos, el toreo encierra peligro en sí mismo. Pero es que hoy se anunciaban con una corrida de Partido de Resina , que es lo mismo que  decir Pablo Romero, ¡casi nada!, solo escuchar el nombre impone, ganadería mítica, hierro de los considerados duros, toros con mucha fuerza y que suelen presentar tremendas complicaciones y peligro. Por cierto, un encierro que en foto era preciosos de lámina, seis toros muy parejos, prácticamente iguales de hechuras los seis, cárdenos,  muy entipados, vueltos de pitones, con mucha seriedad, una corrida preciosa que a saber luego como habría salido. Ya saben que no soy muy optimista ante estas tardes toristas y duras, la mayoría de las veces convertidas en un circo romano intoreable, corridas a las que, como se debió haber hecho ayer, lo único planteable es una lidia a la antigua, macheteo por bajo y a matar. Ayer me quedé con las ganas de ponerlo pero por respeto a los tres gladiadores que se jugaron la vida a cara de perro e intentaron el toreo por ambos pitones, no lo hice. Por otromlado, imagínense la que hubieran montado los sabios duros, los toristas, los puristas, les hubieran dicho de todo, les hubieran llamado de todo,  se habrían roto las manos a aplaudir a las alimañas en el arrastre y seguro que alguno habría soltado su célebre frase: "Se han ido sin torear". 
Lo dicho, hubiera sido una auténtica locura celebrar la corrida. Incluso dejando a un lado el riesgo, hay que valorar que el toreo es, además de peligro y valor para enfrentarse a él, arte, belleza y sentimiento, y hubiera sido muy difícil, por no decir imposible, que la lidia aportara esas emociones. Así que la decisión de suspender la corrida, la única posible, ha imperado, aunque a alguno le haya parecido mal y un sector haya comenzado a silbar y protestar la decisión, llegando a tirar almohadillas al ruedo en una muestra más de la mala educación de muchos de los que viene cada tarde a los toros. De verdad, ¿que demonios pretendían ver sobre ese barrizal?, no lo entiendo, a algunos no les entiendo, afortunadamente, y cada día hago menos por intentar entenderlos. Hay gente pa tó.

Antonio Vallejo

20ª de San Isidro: Domingo de Dolores


Domingo de Dolores, de Dª Dolores Aguirre Ybarra, fallecida en 2013, una ganadera fuera de lo que es el uso común, ganadera por afición, ganadera de convicción, sin ningún ánimo de lucro porque su más que saneada posición económica se lo permitía, mujer de principios rectos e íntegra, como sus reses. En una época en la que la sombra del afeitado planeaba sobre la Fiesta, esta mujer mantuvo se mantenía impasible ante las presiones que por aquel entonces venían de empresarios, apoderados o veedores de toros.  Según decía "mis toros abandonan los chiqueros íntegros" y su lidia se realizaba sin trampa ni cartón, sin serrucho, que solía decir la ganadera nacida en Berango (Vizcaya) pero afincada en Sevilla. Ganadería de las consideradas "duras", o toristas que es la moda actual, algo que no entiendo ya que toristas somos todos, ganaderos, toreros y aficionados, porque sin toro no hay Fiesta, de procedencia Atanasio y Conde de la Corte, pero es la manera actual que tiene un sector que se considera purista de denominar a los hierros ásperos, complicados y peligrosos, que en muchas ocasiones son sinónimos de ingobernables, literalmente inlidiables, por mucho que entren tres veces al caballo. Podríamos definir a los toros de Dolores Aguirre en cuanto a comportamiento y juego como fieras, y no es una opinión mía, según palabras de la propia ganadera "sólo se atreven torearlos los desesperados de la vida, los que no tienen un duro" (entrevista en el diario El País, 12 de abril de 2013). Una filosofía respetable y elogiable, que tiene sus adeptos, por supuesto, y que a mi también me gusta ver, pero en su justa medida, no como base de una feria como pretenden los que se autodenominan puristas y toristas. Ese carácter se ha mantenido vivo gracias a la afición de su hila Dª Isabel Lipperheide Aguirre que mantiene la línea recta que marcó su madre. Yo no sé si la terna de hoy eran "desesperados", no lo creo, porque Rubén Pinar toreó la pasada temporada dieciséis  festejos, Gómez del Pilar once y Venegas, quizás de él si que podamos decir que venía muy necesitado a Madrid, tan solo tres, pero hay que tener muchas ganas de ponerse delante de esos toros en un domingo isidril, que todos sabemos lo que son estos domingos, tardes en las que a las dificultades de las reses hay que sumar a un público que va predispuesto a favor del toro pase lo que pase y que, para hacer valer aún más su condición purista y torista van a estar contra el torero a la mínima, incluso minusvalorando y menospreciando su labor, llegando a faltar al respeto a los que juegan la vida delante de un toro, algo impropio de quien se quiera considerar aficionado.
Por desgracia se han cumplido esas negras expectativas. Directamente, sin rodeos, la corrida ha sido horrible, un auténtico domingo de dolores, en este caso de cabeza para los que han tenido que exponerse ante seis alimañas imposibles no ya de torear, sino de darles al menos un capotazo o un muletazo en condiciones, y un dolor de estómago para muchos que hemos tenido que tragarnos seis toros inlidiables, sin la mínima clase, sin bravura, mansos, además de feas hechuras, como el primero, descaradamente bizco del pitón izquierdo, ¡ay la que hubieran montado los del pañuelo-sábana verde si la divisa fuera otra!, o los tres bueyes que han salido en cuarto, quinto y sexto orden, bastos, masas de carne con cuernos, salvando al segundo, el único que bajaba de los 600 Kg, 568 Kg marcaba la tablilla, serio pero sin exageraciones, astifino, agradable de cara, proporcionado, bonita lámina. Solamente verles salir  por la puerta de chiqueros le hacía a uno presumir lo que iban a dar de sí. Salvo el sexto que ha salido como un torbellino, con galope ágil, los otros cinco lo han hecho andando, mirando a un lado y a otro y sin querer saber nada de lo que es pelea. Ni una opción han dado en el capote, todos iguales, distraídos, sueltos, sin fijeza, frenándose, echando las manos por delante, sin humillar, embistiendo, si puede llamarse así a lo que han hecho, a oleadas, soltando arreones. Eso cuando no han prestado un espectáculo lamentable, indigno de la mejor plaza del mundo y en plena Feria de San Isidro, toros que huían de los capotes como si vieran al diablo, que buscaban las tablas con desesperación, especialmente bochornoso el espectáculo del tercero, al que Gómez del Pilar ha ido a recibir a porta gayola, que asomaba por la puerta de chiqueros andando, mirando, para huir hacia tablas al ver al madrileño plantado de rodillas con el capote en sus manos quien literalmente ha tenido que ir corriendo más de media plaza tras el animal para que al menos se girara y le mirara , que no querían ni ver de lejos a los caballos, que cuando por fin se les conseguía meter y picar como fuera y donde fuera salían rebotados, rebrincados, doliéndose, mansos de solemnidad, así han sido tercero, cuarto, quinto y sexto, una auténtica vergüenza. Tan vergüenza como la actitud de los garantes de la integridad de la Fiesta, los guardianes de la bravura, los puristas, los toristas, los que cada tarde montan el numerito con su grito orquestado de "toros, toros", callados, ni una voz, nada, ¡qué pena!. Saltaba uno , luego otro aún peor, luego otro más manso aún, así uno tras otro y nada, hoy por lo visto no querían toros, porque lo que ha saltado no han sido toros bravos, eran bovinos con cuernos, alimañas con intenciones asesinas, nada más. Si el torismo y el purismo es eso cada día estoy más contento de que me llamen torerista. Debe ser que me gusta el arte y no el circo romano, debe ser que a mi me llena ver verónicas templadas, chicuelinas a manos bajas, redondos profundos y ligados, naturales con hondura, toreo despacioso y con gusto más que tres entradas al caballo y se acabó. Debe ser eso, y además, si la sabiduría es lo suyo, me honra ser un ignorante, pero en mi ignorancia disfruto de faenas con la de Juli, las de Talavante, las de Manzanares, las de Ponce, la de Ferrera sin importarme si el toro ha entrado dos o tres veces al caballo y, lo más importante, sin importarme el hierro al que pertenezcan los toros, sin fobias preconcebidas. Tan solo me atrevo a salvar a los dos primeros en el caballo, al que han entrado arrancando desde lejos, con buen tranco, metiendo la cara abajo, empujando al principio para luego dejarse pegar, bien agarrados los puyazos por Daniel López en el primero y Gustavo Marcos en el segundo. Solo un par de detalles más que para mi son muy ilustrativos de lo que algunos hacen y dicen. En el primero, tras dos entradas al caballo en la que se le ha picado bien y se le ha castigado en proporción y medida exacta acorde a sus fuerzas y condiciones los del 7 han montado la bronca porque el matador pedía el cambio de tercio y ¡no entraba otra vez más!. ¿Para qué si ya estaba picado y además bien?. Por sus caprichos, porque quieren imponer su criterio y nada más, porque quieren adueñarse de la plaza sin importarles destrozar al toro, matarlo en varas, les da igual. El otro detalle lo vivimos en el sexto, manso de solemnidad que había salido con bríos pero que rehuía los capotes y no quería ni acercarse al caballo, lo veía y salía huyendo. Pues a ese toro los puristas garantes de la Fiesta pedían ¡que lo colocara en largo!. Pero por Dios, si es de parvulitos de toreo, a ese tipo d toro hay que meterlo debajo del peto como sea, incluso por dentro, tapándole la salida, o llevándolo a terrenos de su querencia o al caballo que guarda puerta si es necesario. De verdad, una vez más haciendo el ridículo, destapando una ignorancia supina.
Nada mejor en banderillas, toros parados, reservones, que esperaban, medían y soltaban la cara, complicados, peligrosos, que cortaban y apretaban hacia dentro. Enorme el mérito de los subalternos que han colocado los pares con mucho riesgo, exposición  y oficio, como Miguel Martín en el primero, dos sensacionales pares exponiendo una enormidad, José Alberto Aponte "Candelas" en el cuarto  cuadrando en la cara con mucha verdad, David Adalid con dos pares enormes al quinto haciéndolo todo, ganado la cara, reuniendo y clavando a la perfección a un toro que esperaba y medía, enorme riesgo, mayor la ovación a la que tiene que responder desmonterado. El resto de los toreros de plata que se han jugado el tipo para colocar los avivadores lo han hecho con oficio y mucha solvencia a la vista de las condiciones casi imposibles de los toros, y desde aquí mi reconocimiento a Víctor Manuel Martínez, Iván Aguilera, Curro Vivas, Juan Carlos Tirado, Manuel Macías y José Miguel Cobo. 
Como podrán imaginar las faenas de muleta han sido como han sido. Todas, absolutamente todas se pueden resumir en lo mismo. Todas, absolutamente todas, cortadas por el mismo patrón. Todas, absolutamente todas, imposibles. Como decía al principio, toros ingobernables, inlidiables, alimañas sin bravura ni la mínima gota de clase ni calidad. Seis toros sin fijeza, parados, tardos, que no humillaban aunque se les echara la muleta abajo, que pasaban, porque embestir es otra cosa, a oleadas, arreones y más arreones, reponiendo, midiendo y buscando, sin recorrido. Seis faenas en las que Rubén Pinar, Venegas y Gómez del Pilar ha estado firmes, seguros, valientes, tratando de hacer las cosas bien, intentándolo por activa y por pasiva, por uno y otro pitón, de todas las maneras posibles, poniéndole la muleta adelantada, máxima exposición, tratando de conducir embestidas que no existían, jugándose el físico con verdad ante los arreones, los tornillos, los hachazos, los parones, las miradas de las alimañas. ¡Y todavía ha habido alguno de esos toristas que ha tenido el valor de recriminar no sé qué a Gómez del Pilar en el sexto, un animal indigno de ser lidiado en una plaza de toros por hechuras y comportamiento que para colmo se ha ido a media faena a la puerta de toriles para echarse  en señal de claudicación total. Un toro al que ha habido que descabellar sin poder entrar a matar ante esa situación, un toro que lo único que merecía era un puntillazo certero y fuera, un toro que no merecía morir como un toro de lidia, con la espada. Penoso espectáculo impropio de Madrid. 
Sin duda lo mejor de la tarde han sido las estocadas. Los tres han matado con facilidad y brevedad en general. El cuarto, andarín y sin parase para dejarle cuadrar a Rubén Pinar para entra a matar ha sido algo más prolongado a la hora de pasportarlo, los demás se han ido con espadas certeros, y me da exactamente igual que hayan cabido arriba, un poco desprendidos o bajonazos. Después de lo que han tragado, de lo que han expuesto y de lo muy por encima que han estado Rubén Pinar, José Carlos Venegas y Gómez del Pilar nadie, absolutamente nadie les puede echarles en cara nada con la espada. Lo único que había que hacer con esas seis feas alimañas era quitárselas de en medio como fuera y a la mayor brevedad posible, y si para ello había que meterles un sartenazo, me parece muy bien, basta de hipocresía cuando durante toda la tarde se han callado cosas y situaciones denigrantes para la Fiesta.

Antonio Vallejo

domingo, 27 de mayo de 2018

19ª de San Isidro: Novillada de Champions, palco de vergüenza


Mucho y para bien me ha sorprendido el excelente aspecto que ha presentado la plaza de Las Ventas en esta tarde de sábado que, a nadie se le escapa, tenía un foco único y muy especial, la final de la Copa de Europa, el título más prestigioso del fútbol y que por décimotercera vez ha ganado el Real Madrid, el rey de reyes en España, en Europa y en el mundo al derrotar al Liverpool por tres a uno en Kiev, una noche histórica del mejor equipo de todos los tiempos. Pues a pesar de todo eso los aficionados hemos llenado unos dos tercios de plaza para ver una novillada en un día tan señalado, lo que da muestra que el toreo tiene mucho interés y que parranda está muerto, sobre todo si atendemos a la gran cantidad de jóvenes que esta tarde ocupaban los tendidos.
Y digo novillada porque así estaba anunciada y por la edad de los utreros, aunque la de era una auténtica corrida de toros por presencia, presentación, y seriedad. Seis novillos de Fuente Ymbro con hechuras de toros, de bellísima lámina para mi gusto, armónicos, proporcionados, agradables de cara, con mucha seriedad y de buen juego en general, cada uno con sus matices, con nobleza en general y un punto de clase.Una interesante y entretenida novillada, una buena novillada, una novillada de Champions para una terna formada por tres madrileños, Marcos, Alejandro Gardel y Francisco de Manuel. Hasta aquí todo bien, una preciosa tarde primaveral, por fin con un cielo azul y un sol radiante, novillos preciosos y con opciones, novilleros que han venido con la máxima entrega y disposición y para rematar el Madrid otra vez campeón de Europa. Pero por desgracia ha tenido que aparecer en escena una tarde más un personaje siniestro calentando el asiento del palco, de nombre Gonzalo J. de Villa Parro, que con su afán d protagonismo se ha vuelto a saltar el reglamente y ha negado una oreja a Francisco de Manuel pedida por abrumadora mayoría  en el sexto, una oreja que significaba la Puerta Grande para el joven novillero, 18 añitos. Esto no puede seguir así ni un minuto más, lo del palco de Las Ventas es una vergüenza, seres miserables que se creen algo, que saltándose el reglamento son capaces de robar una oreja que a este chico le habrá significado un impulso tremendo a su carrera. No puede ser, nos quejamos de la falta de novilleros, y no me extraña. Si de por sí es complicado salir adelante aún más es si personajes secundarios dinamitan su progresión, les cortan las alas y les amputan la ilusión. ¿Qué pensará a estas horas Francisco de Manuel?. La vuelta al ruedo tras la muerte del sexto le ha sabido a gloria, solo había que verle la cara alegre y sonriente, pero ya en frío, en la habitación del hotel o quizás en su casa, se tiene que estar acordando del tal Gonzalo porque es plenamente consciente del enorme peso que una Puerta Grande de Madrid tiene para su futuro. Lo triste es que después de ver la desvergüenza y los desmanes de estos presidentillos comprobemos que no pasa nada, se van de rositas, ni una sanción y a los dos días vuelven a colocar sus posaderas en el palco. Una auténtica asquerosidad. 
Marcos destacó con un inicio de faena al primero con doblones por bajo, genuflexo, con gusto rubricado con un pase de desdén cargado de sabor. Muy templado Marcos, llevando en largo al novillo, bajando la mano para someterlo y poniéndole la muleta en la cara para evitar la tendencia a salirse del lance. Por el pitón izquierdo resulta bastante deslucido, suelta la cara y no se entrega, sin fijeza, suelto, distraído. El cuarto fue un novillo al que recibe el madrileño por verónicas templadas, se emplea en el caballo metiendo los riñones y derribando en los dos encuentros apuntando buenas condiciones de nobleza, pero se vino abajo demasiado rápido. Faena con altibajos, alternado muletazos de buen trazo con otros más vulgares y deslucidos, a media altura, restando emoción al trasteo. Por el pitón izquierdo surgen los mejores muletazos, naturales con cierta hondura pero sin continuidad ni ritmo. Muy voluntarioso Marcos, entregado y apuntando buenas maneras, pero sin acabar de romper, silenciado en ambos toros.
Alejandro Gardel contó con un novillo de buenas cualidades demostradas desde salida. Saltó a la arena con brío, repite, bien movilidad y recorrido, aprieta hacia los adentros y Gardel lo saca lidiándolo por bajo, de manera muy torera, haciendo buena esa primera máxima del toreo: parar. Inicia la faena por bajo, doblándose, con gusto y temple, haciendo buena la segunda máxima del toreo: templar. Ya con la muleta en su mano derecha surgieron las primeras tandas en redondo adelantando la muleta, llevándolo largo, con ligazón por su buena colocación y todo por bajo, obligando al novillo y así hacer buena la tercera máxima del toreo: mandar. Buen novillo, noble, encastado y repetidor. Por el pitón izquierdo toma bien los vuelos pero acorta el recorrido y obliga al madrileño a perder algún paso, desluciendo un tanto la serie. Vuelve al pitón derecho pero el toro va a menos y la faena pierde fuelle e intensidad. Mata de entera algo vertical y desprendida para escuchar una ovación tras petición minoritaria. Con el quinto, el peor del encierro, no ha tenido ninguna opción. Suelto de salida, masa en el caballo, va y viene a su aire, sin fijeza, descompuesto en los primeros tercios, sin clase ni entrega en la muleta, faena deslavazada, con continuos enganchones por su tendencia llevar la cara alta, poca limpieza, todo a media altura, sin calidad ni emoción alguna. Mata de entera con facilidad y es silenciado.
Francisco de Manuel volvía a Madrid tras su buena actuación el pasado 1 de mayo al cortar una oreja y dar una vuelta al ruedo con su lote. El tercero humilla y repite en el capote, verónicas templadas del madrileño de origen venezolano, ganándole terreno, llevándolo a los medios para rematar con una media de clase. Banderillea el propio novillero con pureza, bien ejecutados  cuadrando en la cara, reuniendo bien para salir con torería. Inicia la faena citando en largo, se le cuela por el derecho y le pega un susto. Lo prueba por el izquierdo, también se cuela. Novillo encastado y exigente, con genio y peligro al que creo que había que ponerle la muleta en la cara y tratar de llevarlo muy obligado. Así lo hace en dos buenas tandas en redondo haciendo un gran esfuerzo, tragando y exponiéndose una barbaridad ante los parones del utrero, reponedor, buscando los tobillos, mira y mide, tanto que acaba por enganchar a de Manuel y pegarle un palizón de órdago del que se levanta para volver a plantarle batalla, firme y valiente, tragando una barbaridad pero sin amedrentarse, poniéndole la muleta y tratando de llevarlo muy toreado, empresa enormemente difícil de culminar. Mata de un espadazo volcándose sobre el morrillo que genera una petición que el presidente atiende a regañadientes, casi sobre la bocina, con el novillo ya enganchado al tiro de mulillas, de fea y malas maneras, a punto de despreciar ese artículo del reglamento que dice bien clarito que la primera oreja es del público y el del palco no tiene nada que decir. Oreja al valor, el arrojo y la entrega. En el sexto cuaja Francisco de Manuel un vibrante y brillante tercio de banderillas en el que ejecuta la suerte con verdad, destacando el segundo y tercer par, de fuera a dentro, aprovechando la querencia del novillo, cuadrando en la cara. Inicia la faena en redondo, templado, con suavidad, muletazos largos, ligados con clase, por bajo, coreados con olés y uno de pecho para rematar la serie extraordinario. La segunda serie de derechazos es aún más reunida y acoplada, extraordinarios muletazos, con profundidad. Por el pitón izquierdo suelta la cara, protesta, complicado por ahí, casi imposible, pese a lo cual lo intenta poniéndole la muleta planchada, pero no pasa. Vuelve al derecho y el novillo protesta, pero a base de mando y mano baja lo somete sacando muletazos con profundidad. Se raja el novillo, se refugia en tablas y en esos terrenos, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela para taparle la salida saca redondos de mucha clase y mérito, entrega, ganas y disposición a raudales culminada con ayudados por bajo y un pase de desdén que levanta una gran ovación. Mata de una entera fulminante entrando recto y se le pide con fuerza una oreja que el del palco se niega a conceder, una vergüenza, otra más, que no será la última. 
Y de los toros a casa, a tiempo de ver la segunda parte de la final de Kiev y disfrutar con otra Copa de Europa del Real Madrid, la decimotercera, después a Cibeles y ahora contándoles como he visto y vivido esta sábado de Champions que hubiera sido perfecto y redondo si no hubiera aparecido el del palco.

Antonio Vallejo

sábado, 26 de mayo de 2018

18ª de San Isidro: Talavante-López Simón, ¡qué grande es el toreo!


Vaya por delante que a mi modo de ver la corrida de ayer debía haber sido suspendida en el cuarto o a lo sumo en el quinto toro de la tarde ante el diluvio brutal que inunda Madrid y dejó el ruedo de Las Ventas hecho una piscina de barro y los tendidos prácticamente vacíos, solo unos pocos valientes aguantaron el temporal estoicamente, mientras los demás nos refugiábamos en las gradas y andanadas si cabían o en los pasillos alrededor de las pantallas de televisión. Una tarde más, otra más y ya son muchas en lo que llevamos de feria, ¡qué hartura!, estoy hasta los mismísimos de la lluvia, menos mal que los agoreros del cambio climático nos aseguraban que este año íbamos a convertirnos en lagarto de un desierto, cuando en realidad empiezan a salirme escamas y las escápulas toman forma de aletas, vamos a acabar convirtiéndonos en peces y a respira con branquias como siga cayendo agua de esta manera. El comentario general de todos, al menos en el grupo de aficionados con los que cada día nos reunimos en el tendido 1, era unánime, había que suspender la corrida, no se podía seguir lidiando en esas condiciones, un riesgo para los profesionales y unas condiciones indecorosas para los que pagamos nuestra localidad cada tarde. Si Noé hubiera pasad por Las Ventas en la tarde de ayer seguro que había embarcado en su arca a los toros que restaban por lidiar, a los lagartos que iban a reinar en un desierto insistente según dicen los especialistas en meter miedo y quien sabe si a alguno de la especie humana que va a Las Ventas cada tarde a fastidiar con sábanas verdes, palmas de tango y consignas orquestadas haciéndonos un gran favor a los que queremos disfrutar y gozar con el Arte. Eso decía la lógica, eso es lo que marcaba la razón. Pero, ¡ay amigos! si ha ya algo que aún teniendo normas y una lógica se hace realmente grande cuando escapa al dictado de la razón y se deja llevar por el del corazón es el toreo. El toreo es sentimiento, el toreo es alma, el toreo es pasión y el toreo es emoción, y ahí no vale la lógica, ahí no hay reglas. ¡Cuanto debemos agradecer a esos auténticos héroes que ayer fueron JuanBautista, Alejandro Talavante y Alberto López Simón que ayer decidieran seguir con la corrida en esas condiciones lamentables!. Arriesgada pero acertadísima decisión que nos permitió disfrutar de algo mágico, de una tarde para la historia que quedará en la memoria grabada con letras de oro y plata, el de los bordados de los matadores y sus cuadrillas que desafiaron al temporal y elevaron al toreo a la máxima expresión, honrándolo con una lección de profesionalidad y vergüenza torera.
Dicho todo esto, ayer vivimos algo que me resulta casi imposible contar, algo que solo viviéndolo en primera persona se puede expresar. Veníamos aún con el recuerdo de la antológica obra maestra de Juli al toro de Alcurrucén el jueves, en el recuerdo la sensacional corrida de Nuñez del Cuvillo el pasado día 16, ayer repetía ese mismo hierro, y se anunciaba a Talavante en sustitución de Paco Ureña, recién operado de una lesión vertebral. El extremeño precisamente había cortado una oreja con sabor a dos en esa corrida, por lo que el reclamo era máximo y los tendidos venteños registran otro lleno, ¡qué maravilla es contemplar ese aspecto de la plaza!, para que luego digan que los toros no tienen gancho, el espectáculo que más espectadores lleva cada año en toda España por encima del fútbol, los conciertos, el teatro y no digo el cine.
Una corrida de Nuñez del Cuvillo para mi gusto muy bien presentada, quizás a alguno de los toros les hubiera rebajado algunos kilos, muy seria y aspirina a más no poder, ofensiva, de buenas hechuras, que salvo el tercero devuelto por blandura  en cuyo lugar salió un sobrero de conde de Mayalde noble, con ritmo y expresión, dio un notable juego, con un segundo extraordinario, un sexto también de nota alta, primero noble pero sin transmisión, corto noble pero sin terminar de rematar y un quinto noble y obediente aunque le faltara humillación. En resumen, un muy buen encierro de Cuvillo que tras el magnífico del día 16 tiene muchísimas papeletas para llevarse los premios de este San Isidro. Y lo d ayer con le handicap del diluvio y el estado del ruedo que influye mucho en el comportamiento y el juego de los toros, quien sabe lo que hubieran dado en otras condiciones.
Com tampoco sabremos lo que hubiera hecho Paco Ureña con ese segundo extraordinario. Seguro que si vio la corrida por televisión debía estar tirándose de los pelos por su mala suerte. Lo único que sabemos es que fue un acierto de la empresa contratar a Alejandro Talavante porque, si el toro fue magnífico, él aún lo fue más. Así es la crudeza del toreo, uno firma la tarde y al final es otro quien se lleva la gloria, tristeza y éxito, dos caras de una moneda que cada día es capaz de ilusionar y hacer soñar con la grandeza del toreo, esta bendita afición, esta pasión, esta auténtica locura, ayer convertida en éxtasis con dos héroes saliendo a hombros entre el delirio de los aficionados.
Alejandro Talavante firmó ayer una tarde cumbre en su carrera, quizás la más importante, sumando la quinta Puerta Grande en Madrid, cifra al alcance de pocas figuras del toreo. Lo hizo al desorejar al segundo, un toro entripado, abrochadito de pitones pero muy serio, que mostró la nobleza y la clase que llevaba dentro desde sus primeras embestidas en el capote del extremeño, a pies juntos, suaves lances. Cumple en el caballo y aprieta a Juan José Trujillo en banderillas, hace hilo con el subalterno pero el capote salvador de Juan Bautista aparece como un milagro para sacarle del apuro. El inicio de faena es un derroche de torería, genuflexo, adelantando la muleta, llevándolo en largo, acompañando el viaje, por bajo, culminado con un cambio de mano extraordinario. En el ambiente se respira es runrún que anuncia que algo grande puede llegar. El toreo en redondo de Talavante levanta olés sonoros, sentidos, secos, nacidos del alma, como su toreo, templadísimo, la mano muy baja, con largura, encajado, metiendo los riñones, perfecto de colocación para ligar las tandas, derechazos profundos, supremos, a los que el de Cuvillo responde con nobleza y clase, persigue la muleta con fijeza, repite, humilla, no se cansa, olisqueando la arena, de dulce, tandas en redondo cada una superando la anterior, transmisión y emoción "in crescendo", comunión perfecta, toro-torero-afición, la magia del toreo, el sueño hecho realidad. Un remate con un cambio de mano larguísimo, eterno, que casi acaba en un circular pone la caldera de Las Ventas en ebullición y todo el publico en pie rompiéndose las manos a aplaudir. Por el pitón izquierdo una sinfonía de toreo acoplado, naturales templados, con hondura, ni un toque a la tela, bajando la mano, series reunidas y ligadas, máxima plasticidad, belleza celestial en los vuelos, enroscándose al de Cuvillo a la cintura, los de pecho de remate gloria bendita. Más y más, naturales dándole el pecho, de frente, metiendo los riñones, series rotundas y la plaza patas arriba. Obra maestra de Talavante, el toreo entregado, la plaza rendida, que acaba como empezó, genuflexo, alargando el viaje, por bajo, y el toro responde, con nobleza, con fijeza, con clase, grande el toro, maestro el extremeño, que remata con otro cambio de mano cargado de aromas a toreo del sur y uno de pecho que hace crujir los corazones. Estocada monumental, en dos tiempos, en todo lo alto, entrando por derecho, volcándose sobre el morrillo que fulmina la toro, rueda sin puntilla y los tendidos se inundan de pañuelos blancos pidiendo las dos orejas, en mi opinión bien concedidas por el palco y también bajo mi punto de vista merecidas y de total justicia para abrir por quinta vez la puerta de los sueños, la que conduce al Olimpo del toreo, la que lleva a la calle Alcalá. Otra oreja más hubiera caído de no haber fallado con la espada ante el quinto, un toro cornidelantero, muy ofensivo, de asustar, un auténtico tío. No humilla en el capote, cumple en varas sin más y protagoniza un tercio d banderillas en le que compromete a Valentín Luján y Julio López quienes resuelven la papeleta con tremenda profesionalidad, oficio y pasmosa facilidad teniendo en cuenta el estado del ruedo. Inicio el toreo en redondo sin probaturas, templado, bajando la mano para someter a un toro al que le cuesta humillar. La segunda tanda de derechazos es, sencillamente, magnífica, por bajo, sometiendo al de Cuvillo, enseñándole a embestir. Por el pitón izquierdo le cuesta más, Talavante le presenta la muleta, tira del toro, baja la mano y dibuja naturales hondos, con exquisito temple que son seguidos por los olés de los valientes que aguantan el temporal en los tendidos. El remate garboso con un molinete cosido a un sensacional pase de pecho elevan la temperatura y la caldera vuelve a rugir, a punto de ebullición. Elogiable la capacidad del extremeño a la hora de medir la faena, una serie más en redondo ligando por bajo, con mucha calidad, derechazos profundos y unos adornos finales cargados de sabor a toreo caro son el metraje perfecto del trasteo. Una lástima que se atascara con la Tizona, tenía otra oreja para redondear aún más la tarde, pero la gran ovación que recoge vale por ello. Inmensa dimensión de Talavante, encumbrado a ese Olimpo del toreo donde solo llegan los elegidos. Y de ahí, con uno de sus capotes, rumbo a ese otro Olimpo del fútbol que le espera en Kiev, dispuesto a ver como el Real Madrid conquista la decimotercera y Sergio Ramos le pega al aire de Ucrania unas verónicas que harán temblar a los Urales. La felicidad total para Talavante.
Alberto López Simón también ha firmado otra tarde, no s me atrevería a decir cumbre, pero sí de suma importancia en su carrera. Como Talavante también ha sumado su quinta Puerta Grande en Madrid, cifra de figura, pero ha tenido un significado muy especial para el matador y para los aficionados. Tras su eclosión hace 3 años en la que cada actuación se convertía en una salida a hombros le hemos visto en la pasada temporada y parte de la 2016 en un estado más bajo de lo habitual, preocupante porque parecía abatido y psicológicamente afectado, como superado por la vorágine en la que había entrado su carrera tras los repetidos triunfos. La tarde de ayer puede haber significado un punto de inflexión en su carrera, ayer volvimos a ver al López Simón suelto, quieto, ese que se pasaba los toros con una emoción arrebatadora, encajado, seguro, firme, como el resurgir del Ave Fénix. Tuvo que lidiar un sobre de Conde de Mayalde al ver devuelto tercero por falta de fuerzas. Toro muy hondo, abierto de cara, muy serio, suelto de salida, sin fijeza, mostrando querencia. Empuja en el primer puyazo sin demasiada codicia y mansea en el segundo, no se emplea en banderillas y resuelven con solvencia y facilidad Vicente Osuna y Jesús Arruga. Inicio de faena prometedor, estatuarios marca de la casa, sin moverse, un cambio de mano con enorme torería y un remate por bajo que arranca los olés. Toma bien la distancia al de Mayalde, templado, toreo suave, relajado, con largura, corriendo bien la mano, por bajo, series en redondo ligadas con clase, el toro es noble, repite con ritmo y transmite, López Simón torea reposado, se le ve a gusto, remata las series con magníficos pases de pecho, molinete para coser una tanda a otra, perfecto de colocación toda la faena, muy metido, pasándose al toro milímetros, tanto que en uno de los muletazos hace por el de Barajas y le pega un palizón de aúpa del que milagrosamente sale ileso. Se envalentona, vuelve a la cara y le planta batalla, adelanta la muleta, lo encela y no se la quita, series monumentales ligadas por bajo, volvía el López Simón de los triunfos, enormes y pausados los de pecho, largos, olés de esa afición deseosa de su recuperación anímica y torera. El epílogo de faena citando de frente, entregadísimo, derechazos profundos, enroscándose al de Mayalde, deja todo en manos de la espada. De nada ha importado que matara a la segunda, lo hizo despreciando a la muerte, encunándose entre los pitones para salir despedido como un muñeco de trapo, la plaza s inundó de pañuelos blancos y la oreja cayó con toda justicia. Le queda cortar otra, la del sexto para acompañar a Talavante en su viaje a hombros al más bello cielo, el de Madrid. Este fue un jabonero muy abierto de cuerna, muy serio, una barbaridad, quizá´s incluso exagerado de kilos y pitones, una auténtica bestia. Verónicas desmayadas de saludo, con gusto, el toro humilla y apunta clase y nobleza. Cumple en varas sin entregarse demasiado y permite a Juan Bautista lucirse en un quite por chicuelinas  y revolera de mucha categoría. Brinda al público que ha aguantado el diluvio para ver al de Barajas, gran expectación y ganas de verle triunfar. Primero muletazos por bajo, doblones ganado pasos, sometiendo al de Cuvillo. Por el pitón izquierdo se muestra complicado, pide mando y que le puedan, dominarlo por bajo. Por el derecho, en cambio, es otra edición, humilla, tiene recorrido y fijeza. Grandes series en redondo del madrileño, templado, ligando los muletazos con la mano baja, llevándolo muy metido, cosido a la tela, los remates de pecho, largos, está cargados de gusto, las trincherillas con la que abrocha alguna de la series son de escándalo. Vuelve a tomar la muleta con la izquierda, ahora el toro va, naturales hondos, ligados, vaciando el muletazo, el cuvillo va a más, humilla, la muleta arrastrada por el barro, gran intensidad y transmisión, rematando la faena con una última serie de derechazos con profundidad que ponen la plaza en pie. Otro estoconazo magnífico sirve para hace rodar al toro de Nuñez del Cuvillo y sirve para esa oreja que le abre la puerta más anhelada por López Simón.
Juan Bautista ha contado con pocas opciones ante su lote. ha mostrado su capacidad lidiadora, su tremenda técnica, su facilidad para hacer pasar a los toros, bien colocado, templado, haciendo las cosas bien, pero la falta de entrega y emoción de sus toros ha impedido mayores logros. Y eso que ante el quinto ha dejado fase de toreo acoplado, series y muletazos de gran calidad, templados y ligados, pero sin continuidad, con altibajos, lo que no he permitido que las faenas tomaran altura. Solvente y entonado pero sin llegar a conectar con los tendidos, algo fríos con el francés, un torero que a veces, quizás por esa gran técnica,  parece academicista, todo pulcro y aseado pero un tanto mecánico y previsible, falto de transmisión. Una ovación con saludos a la muerte del quinto premian la buena labor de Juan Bautista durante la tarde de ayer.
La imagen de dos toreros hombros son la mejor muestra al mundo de la verdad del toreo, la imagen de la alegría, del triunfo, antípodas de la crispación y la barbarie. Una tarde para salir toreando al aire y gritar ¡Qué grande es el toreo!.

Antonio Vallejo 

viernes, 25 de mayo de 2018

17ª de San Isidro: La Autoridad es Juli


Maldita espada, maldita mala suerte, era una faena histórica, eran dos orejas, era una Puerta Grande segura, pero no una más , era una Puerta Grande apoteósica, antológica, histórica. D. Julian López "El Juli", un maestro de época, uno de los grandes de la historia del toreo ha escrito esta tarde sobre la arena de la primera plaza del mundo una de las obras maestras del toreo, una oda al Arte, al sentimiento y a la emoción, al mando y al poderío, a la elegancia, la clase y el gusto. Juli nos ha hecho vibrar, Juli nos ha hecho soñar, Juli nos ha llevado al cielo de la pasión, Juli nos ha hecho vivir el toreo en su máxima expresión, enorme Juli, maestro Juli, figura Juli. Ha sido con el tercero de la llamada Corrida de la Cultura, un toro de  Alcurrucén muy serio, cornidelantero, algo acapachado, muy en tipo, magníficas hechuras, que en los primero tercios ha tenido un comportamiento muy propio del encaste Nuñez. ¡Y algunos, los cuatro de siempre, lo han protestado!. Geniudo en el capote, embistiendo a arreones , pero había algo en él que hacía pensar para bien, tenía movilidad y de su embestida algo bronca se desprendía emoción, repetía en el capote. No pelea bien el caballo, no se emplea, y en banderillas tampoco da facilidades. Pero, ¡Ay en la muleta!, ha roto con bravura, clase, nobleza, transmisión y mucha emoción. Lo veía claro Juli desde el tercio mientras observaba como Álvaro Montes y Fernando Pérez colocaban los garapullos. No tenia dudas, con la muleta en la mano ordenó despejar el ruedo y comenzó sin probaturas, un inicio de faena pletórico por bajo, doblones inmensos, , trincherillas de sabor interminable, remate por bajo que ponen a la plaza en pie. Por el pitón derecho el toro es de lujo, y Juli aún más. Tres tandas en redondo monumentales dándole distancia, templadísimo, adelantando la muleta, con suavidad exquisita, un ritmo portentoso, alargando el viaje, por bajo, perfectamente colocado para ligar los muletazos, encajado, metiendo los riñones. El toro se desplaza con alegría,  humilla, persigue la tela con fijeza, repite, gran toro, bravo, noble, con clase y duración. No va tan claro por el izquierdo pero ahí surge el Juli poderoso, le muestra el camino y saca naturales con hondura, de una belleza superlativa, suaves, acariciando la embestida del alcurrucén, ligados, la mano baja, muy baja, el compás abierto, grandioso. Toro y torero entregados en una apasionada melodía coreada con olés nacidos del alma, ese alma que toro y toreo están quebrando a cada muletazo. Todo fluye de manara natural, la magia del toreo, eso inexplicable que solo quienes nos dejamos llevar por esta pasión somos capaces de sentir. Más tandas de derechazos, tan largos y profundos como antes, ahora con la muleta cosida a los pitones, un pase de pecho que caba casi en un circular, los cambios de mano, los desplantes, la plaza en pie, remates por bajo que son torería pura, todo es belleza, todo es Juli, mando, poder, dominio,  técnica, conocimiento, clase, gusto, en definitiva, Arte y una tauromaquia al alcance de muy pocos. Una media trasera no empaña la obra maestra de Juli en esta tarde de mayo madrileño que quedará para la historia. La oreja que pasea en una vuelta al ruedo apoteósica en la que unos cuantos, sobra decir quienes,  han tenido que agachar la cabeza ante el ridículo que han hecho una vez más, porque la Autoridad es Juli.
Pero no ha sido esto lo único que ha tenido la tarde, ni mucho menos. Ha habido mucho más, para desgracia de los que hoy también venían dispuestos a hacerse notar y montar el show reventador con su palmas de tango y sus repetidos soniquetes nada más saltar a la arena el primeros, un toro de magníficas hechuras, muy serio, astifino, musculado, proporcionado y armónico, abrochadito de pitones. ¿Por qué han protestado? Vayan ustedes a saber, expediente X, así son estos sabios. La única explicación es su hierro, Victoriano del Río, es decir, sus fobias una vez más. Un toro en le que hemos visto un apasionante pique en quites, como a la antigua usanza, ambos matadores en sana rivalidad. Primero Juli con uno por tijerillas y delantales con una suavidad exquisita y una media de remate de auténtico lujo entre las protestas a no sé qué  del 7 y ese personaje de sainete que se sienta cada tarde en la andanada del 9 y que gasta su dinero en ir a los toros para que veamos que sabe dar palmas de tango. Será que le sobra y eso le entretiene, hay gente pa tó. Replica Ginés Marín con uno por gaoneras dándole distancia al toro y pasándoselo ajustadísimo para rematar con una revolera que levanta los olés. Pero el maestro Juli quiere dejar claro su jerarquía y en su contrarréplica pone en pie a toda la plaza con uno por chicuelinas muy templadas y bajas con el compás abierto y la cintura quebrada que son una sinfonía de belleza y elegancia para rematar con una media suprema que genera el delirio. En este primero hemos podido ver al Juli dominador ante cualquier toro, incluso el que no humilla y carece de recorrido y emoción. Temple y técnica magistral son la receta para acabar metiendo al de Victoriano del Río en la muleta en un par de tandas al natural templadísimas, despaciosas, ligadas por bajo, con hondura y ejecutadas en paralelo a las tablas del 7, para que se entera quién manda aquí, levantando los olés de la inmensa mayoría de la plaza, poderoso Juli, maestro Juli, tampoco exento de valor y de un par bien puestos, como ha demostrado ante el quinto, un toro de Domingo Hernández que no se ha empleado en ninguno de los tercios y que ha llegado lastimado a la muleta, encogido, acobardado, reponer, buscando los tobillos o lo que hiciera falta para herir, soltando gañafones a diestro y siniestro, peligroso, un toro imposible. Juli valeroso, Juli profesional, poniéndoselo y exponiendo sin necesidad, sin posibilidad alguna de lucimiento, solo por vergüenza torera y quien sabe si para callar las pocas bocas que aún se permitían echarle en cara no sé qué. Pero es que no hay quien entienda a ciertos sectores, afortunadamente. El espadazo con el que ha finiquitado a este quinto debía haber sido en el tercero, pero así es la Fiesta y por eso se llama suerte suprema a la de matar. La tremenda, cariñosa y merecida ovación saludada desde el tercio por Juli tras la muerte de este quinto  ha puesto un broche de oro al paso por este San Isidro de uno de los grandes de la historia del toreo, D. Julián López "El Juli", la verdadera Autoridad en la plaza.
Y aunque hasta ahora pueda parecer lo contrario no ha estado solo Juli en esta tarde de la Cultura. Junto al madrileño hacía el paseíllo el triunfador del pasado San Isidro, el jerezano Ginés Marín. Un paseíllo en el que ambos se han presentado en Madrid como merecida una corrida de tanto relumbrón como la de la Cultura, perfecta y elegantemente vestidos. El madrileño con un terno azul mahón y oro y el jerezano con un capote de paseo negro que en combinación con el color rojo, sangre de toro, del vestido componía un conjunto que junto con mi amigo Jacobo, con el que he compartido esta tarde de toros, hemos bautizado como Falange y oro, precioso terno y mejor definición si cabe. No han podido elegir mejor la combinación de colores ambos matadores, solo con eso la tarde empezaba bien.
No se le puede reprochar absolutamente nada al jerezano. Tremenda actitud, máxima entrega y total disposición, con el capote, como he comentado en los quites del primero, con la muleta, intentándolo con el imposible segundo, un toro reservón, sin clase alguna, que pierde las manos a la mínima, poniéndole la muleta en la cara, tratando de conducir la inexistente embestida del de Victoriano del Río, tragando parones y miradas del toro sin inmutarse ante eso ni ante la falta de respeto de los puristas que han coreado con olés du guasa, chuscos y burdos, los intentos de Marín por sacar algo de ese toro. No se puede caer más bajo ni ser tan mal aficionado. Deberían saber que lo mínimo y más básico es el respeto a quien se juega la vida ante un toro, igual ue han hecho con el primero de Juli, una vez más con esos "miaus" ridículos con los que tratan de burlarse según quien toree y según la divisa que luzca el toro. Y me ha gustado mucho la actitud y el carácter de Marín en el cuarto, un toro con el que Jesús Díez "Fini" brilló en banderillas con dos pares de poder a poder y que Marín brindó al público con decisión, aunque no había demostrado buena condición en los primero tercios y sin importarle nada algunos reproches, como tampoco le importó como cayera la montera, él lo que quería era torear. Así empezó la faena, torero, por bajo, con mando, estor humillaba y repetía pero a medida muletazo soltaba la cara, toro exigente y con peligro, sabiendo lo que se dejaba atrás. Total entrega de Ginés, se pone y se expone, a cuerpo limpio, al toro le cuesta pasar y mide, tanto que en uno de los barones prende al jerezano milagrosamente sin consecuencias, pero hemos vivido segundos de angustia a merece del toro. Se repone y le planta cara envalentonado. Más no se puede pedir y así se lo reconoce la plaza con una fuerte ovación tras la muerte del toro. Ni en el sexto decayó el ánimo de Ginés que lo recibió con verónicas templadas y acompasadas. en este toro hemos vivido la emoción y la belleza del tercio de varas cuando se ejecuta con rectitud. Coloca al toro en largo, este se arranca con galope alegre y brío llamado por el magnífico toreo de Agustín Navarro que mueve su cabalgadura y cita a la perfección, mete la cara abajo, empuja con celo, mete los riñones, agarrando dos extraordinarios puyazos, delanteros, en el sitio, midiendo el castigo perfectamente, dos puyazos de premio, serios candidatos al final de feria. La despedida a Navarro ha sido apoteósica, los tendidos haciendo la ola a su paso, la ovación atronadora, grandísimo tercio. El inicio de faena invita a soñar. El toro de Victoriano del Río tiene movilidad y repetición, humilla con clase, muy templado gines Marín, le presenta la muleta planchada, se la pone en la cara, no se la quita  y saca dos tandas en redondo de enorme profundidad, muy acoplado, con un cambio de mano para perder el sentido. Al natural no va igual, traga dos y al tercero se va del muletazo, si bien algunos tiene una hondura brutal, por lo que vuelve a la diestra. Pero el toro va a menos, se para y s epone a la defensiva. De nuevo alarde de entrega y valor de Ginés Marín, entre los pitones, dejándose llegar hasta la barriga, tragando parones y miradas una vez más, muy firme y dispuesto, mayor actitud imposible. Por si faltaba algo se despide con unas manoletinas espeluznantes pasándose al morlaco a milímetros del vestido para rematar una tarde en la que ha estado muy por encima de sus toros y dejando claro que su triunfo del pasado año no fue flor de un día ni pura casualidad.
Juli, leyenda, historia viva, es la Autoridad, en toda la plaza, en el ruedo ante el toro y en los tendidos poniendo a bastantes en su sitio. Hoy lo ha vuelto a demostrar.

Antonio Vallejo

jueves, 24 de mayo de 2018

16ª de San Isidro: No pueden con Roca Rey


Tarde de lujo, de campanillas, lleno de "no hay billetes", tarde gorda, tarde para ir a la plaza con alegría, con ilusión, con ganas de disfrutar del Arte, dispuestos a sentir esa emoción intensa que un toro y un torero son capaces de generar sobre el ruedo. Así he ido a la plaza, hoy en la mejor compañía posible, la de mi mujer, ambos con mucha esperanzas  y con la confianza puesta en los auténticos protagonistas de la Fiesta, los toros de Victoriano del Río, y los toreros, Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey. Esos son los únicos protagonistas, no otros personajes de tercera, totalmente accesorios y prescindibles, sin los cuales la Fiesta sería posiblemente no sé si más grande, pero sí que mucho más sana. Esos personajillos habitan en rebaño el tendido 7 si bien algunos ejemplares aislados suelen aposentarse en andanadas aledañas y hoy, como suele ser costumbre en las tardes en las que las figuras hacen su aparición, han ido a reventar todo lo posible, a protestar, desde el principio, lo que fuera, los toros, las suertes, la colocación, la ligazón, daba igual, cualquier cosa les valía, si la plaza rugía en olés ellos con palmas de tango, si la mayoría de los tendidos aplaudían ellos a silbar. Su única obsesión era hacerse notar para creerse protagonistas, pobres diablos, ir a la contra, toda la tarde, como el tiempo, a la contra, otra vez con tormenta y un aguacero espantoso entre el segundo y quinto toro. Para empezar, lo que ha salido de toriles no sé que ha sido, porque se han pasado la tarde gritando "toros, toros", supongo que reclamando que saliera al fin uno. Debe ser que el encierro que ha traído Victoriano del Río, muy serio, astifino, correctamente presentado, quizás el quinto más lavado de lavado de cara, pero todos con trapío y hechuras dignas para Madrid, no eran toros. Pues sí, lo eran, se pongan como se pongan los puristas, ¡ya está bien!, aunque luego su juego no haya sido el deseado, aunque hayan salido descastados y con las fuerzas justas en general si bien varios han tenido buenas cualidades como la magnífica pelea en el caballo del lote de Talavante que se ha vaciado en ese tercio y han llegado vacíos a la muleta, nobleza y clase los dos del lote de Perera pero solo le han durado tres tandas al extremeño, áspero, con movilidad y emoción el primero de Roca Rey y de buenas condiciones, el de más fijeza y más duración de la corrida el que cerró plaza y al que el peruano le cortó una oreja a la que, por supuesto, también le pusieron pegas algunos integristas talibanes en su afán de protagonismo, convertido en ridículo una vez más. 
Del poderío y el mando de Miguel Ángel Perera yo creo que lo sabemos todo, dominador y capaz de someter a los toros con una autoridad insultante a veces. Hoy lo ha vuelto a demostrar ante sus dos toros. Sensacional con su primero en un vistoso y variado quite por tafalleras, chicuelina y media muy torera como remate y en la faena desde los muletazos iniciales de tanteo, primero estático, vertical, clavando las zapatillas al piso, después ganado terreno y que al final, por inercia, se han convertido en una primera serie en redondo templada y ligada por bajo, mandando, rematada con una trincherilla enorme, cargada de torería. Dos tandas rotundas, poderosas, encajado, ligando en redondo con la mano baja, con clase y gusto, adelantando la muleta, templadísimo, ni un toque a la tela, alargando el viaje con suavidad y despaciosidad a un toro que metía la cara con cierta clase y seguía el engaño con nobleza por el pitón derecho. Nada que ver por el izquierdo, deslucido, se quedaba corto y soltaba la cara. Ahí se acabó el toro, aguantó tres tandas y nada más, parado, lo que han aprovechado los reventadores para empezar su show contra uno de los que tienen en el punto de mira,  recriminándole no sé qué colocación, si no pasaba, si se iba del lance, era imposible, pero que no se enteran todavía que, en el caso que el toro hubiera repetido y hubiera surgido la ligazón es IMPOSIBLE estar cruzado, la maldita manía y tontería de cruzarse, ¡pero por qué les ha dado por el cruce!. Son muy pesados. Idéntico el cuarto, al que inicia la faena con la diestra en dos series poderosas, dándole distancia, muy templado, poniéndole la muleta en la cara, llevándolo muy toreado, bajando la mano, obligando al de Victoriano, con ligazón y sabor en los remates. Toro con movilidad y recorrido, que responde con clase pero que empieza rajarse ante el poderío del extremeño en la primera tanda al natural, protesta y quiere desentenderse por ahí. Tan solo una tanda más  de nuevo en redondo es lo que soporta el animal. Eso sí, una tanda con la muleta muy puesta, llevándolo muy tapado, obligándole, la mano muy baja, con mucho mando. Ahí dijo basta el toro y se acabó todo aunque Perera lo buscó con enorme entrega pisando esos terrenos en los que se maneja como pez en el agua, en las cercanías, pasándose al toro por la barriga, sin inmutarse ni enmendar, pero con los de siempre a la contra. Se atascó con la espada e imperó el silencio.
Alejandro Talavante lidió un segundo velero, abierto de cara, muy serio por delante, largo y ensillado, protestado de salida supongo que por su blandura, que la tenía. Pierde las manos en el capote, no aguanta las verónicas del otro extremeño de la tarde, y del caballo, donde empuja con fijeza con un solo pitón, sale blandeando. Humilla en la muleta pero pierde las manos a la mínima. Imposible para Talavante que ni a media altura puede sacar nada lucido. Para colmo se atasca con la espada. también le protestaron el quinto, y no tengo ni idea por qué, un toro serio y astifino, abierto y ofensivo, cuajado y entipado, con trapío, ¡ah, claro, solo tenía 563 kg! es lo único que se me ocurre. Patéticos. Inicio de faena cargado de torería, por bajo, doblándose, a dos manos, preciosos muletazos, con gusto y sabor a toreo caro y una buena serie en redondo templada y con cierta calidad. Pero el toro se vino abajo inmediatamente y en ningún momento levantó vuelo, falto de entrega, cada vez más corto, sin dar opciones alguna a Talavante que con buen criterio se fue a por la espada y pasaportó al de Victoriano para irse en silencio, aunque también tuvo que soportar la intransigencia de los que ya saben y que no sé que querían que hiciera.
Lo de Roca Rey es materia aparte, un autentico vendaval que llegó a Madrid acompañando a la tormenta que esta tarde también ha dejado vacíos los tendidos de Las Ventas durante una parte importante de la tarde. Arrollador, arrebatador, si no embiste el toro ya se encargará él de embestir y de poner la emoción que haga falta. Recibió al tercero por delantales templados y cadenciosos bajo un diluvio, con el piso peligroso, le daba igual. Lo único que le importa al peruano es ir a por todas, y así lo hizo tras brindar al público que aún quedaba en los tendidos. Inicio escalofriante con los cambiados por la espalda ajustadísimos en el centro del anillo. Toro pronto, con movilidad, repetidor, que iniciaba el muletazo metiendo la cara abajo, ahvciendo el avión pero que al final soltaba la cara con genio, lo que daba aún más emoción al trasteo. Lo llevaba templado el peruano, largo, bajando la mano, enormes tandas en redondo. Por el izquierdo no va, reservón, recula acobardado ante el poderío y el mando del peruano y tiende a rajarse. Ahí surge el Roca Rey valiente, metido entre los pitones, dejándole llegar a la barriga, exponiéndose  y pasando al toro no sé por donde porque no parecía tener espacio, pero lo inventa y el toro pasa. Gran mérito del peruano que si no hubiera fallado con el estoque habría cortado una oreja, a pesar de las protestas de los que ya le han tomado la matrícula, le han metido en saco de las figuras a la que hay que machacar y van predispuestos a reventarle la faena con la excusa que sea. Pero les ha salido el tiro por la culata con el que cerraba plaza, aunque un auténtico ignorante, un bobo de solemnidad, ha tenido el cuajo de gritarle eso que tanto les gusta repetir a los sabios: "hay que torear". Muy torero con el capote, galleando por chicuelinas para llevar al toro al caballo y con el quite por saltilleras ceñidísimas, exponiendo una barbaridad, rematadas con una media de cartel y que levantan a los aficionados de sus asientos. Va por todas, inicia la faena como en su primer toro, cortando la respiración al personal con un cambiado por la espalda en el que los pitones rozan la espalda de la chaquetilla, sin importarle nada, impertérrito, dejando claras sus intenciones. A partir de ahí un auténtico vendaval de toreo cuando ya la lluvia había cesado. Series en redondo rotundas, poderosas, echando la muleta adelante, templando y alargando el viaje, por bajo, rematando con sensacionales de pecho. Por el pitón izquierdo le cuesta algo más pero acaba metiendo al toro en naturales con hondura y por bajo, aunque por ese pitón tan solo traga tes muletas y al cuarto protesta. Una arrucina extraordinaria vuelve a colocar al toro para torear en redondo, sigue bajándole la mano y llevándolo con largura, pero el toro se va apagando. Y vuelve a meterse un arrimón de verdad, sin imposturas, incluso llega a prenderle y queda a merced del toro que por fortuna no hace por él, menos mal. Lo que ha tragado, los parones que ha aguantado, las miradas que ha desafiado con un valor fuere de toda duda han puesto d acuerdo a prácticamente toda la plaza, salvando al tonto que le decía que había que torear y a sus cuatro amigos que le ríen la gracia al payaso. Cuando un hombre se está jugando la vida con sinceridad ante un toro lo mínimo que debe exigirse es respeto y educación, pero hay unos cuantos en la plaza que carecen de ambas cosas. Mata de una estocada perfecta, casi recibiendo, en todo lo alto, el estoque hundido hasta la empuñadura, estocada de premio, para poner fin a a una soberbia actuación que para mi era de dos orejas, una por el faenón y otra por la monumental estocada. Una oreja me parece poco, de verdad, por lo que ha hecho y en las condiciones del ruedo que lo ha hecho, pero es lo que el público ha pedido. 
Lo han intentado hoy los enemigos de la Fiesta pero no han podido con Roca Rey, lo siento, otra vez será, quizás mañana contra Juli, al que pitarán seguramente porque de un paso de más en el paseíllo. Una vez más buscarán el protagonismo que no tienen ni deben tener. ¡A ver si algún día nos dejan ver los toros tranquilos y disfrutar con este Arte!

Antonio Vallejo