Lleno de "no hay billetes " para la primera de las corridas de claveles de la feria, cartel rematado, tarde de máxima expectación que nadie ha querido perderse: toros de Nuñez del Cuvillo para Antonio Ferrera, José Mª Manzanares y Alejandro Talavante, ¡casi ná!. Encierro serio, sensacional de presentación, de buenas hechuras, entipado, muy parejo, enclasada, de buen juego, con movilidad, transmisión y emoción para una terna que ha estado sensacional, más allá la técnica, el conocimiento del toro y de los terrenos, que ha templado y mandado, que ha toreado con gusto y clase, arte puro, pasión, ese pellizco que solo el toreo sentido puede generar. Y hasta aquí va a llegar lo que podríamos considerar la descripción de lo que se ha visto en esta preciosa tarde primaveral madrileña. Porque la de hoy no ha sido una tarde para quedarse en la superficialidad, no ha sido una tarde para definir lances, contar suertes o analizar estocadas. Lo de esta tarde ha sido mucho más, ha sido sentimiento, ha sido emoción, ha sido lo que todos los aficionados soñamos, dejarse llevar por algo inexplicable que solo viendo como un toro y un hombre crean una mágica armonía cargada de belleza se puede entender. Eso ha sido para mi esta tarde, una comunión perfecta entre una fiera y un hombre para crear una obra de arte única que te llena y te hace sentir emociones infinitas. Por eso hoy no es un día para el análisis, es un día para dar rienda suelta a los sentimientos y dejarse llevar por el embrujo de una afición de siglos que se llama toreo y que con tardes como la de hoy jamás morirá.
Soy incapaz de seguir ningún orden lógico para contarles la catarata de emociones que se han desbordado esta tarde en Las Ventas. Una catarata de emociones que se han perdido una veintena de ocupantes de asientos del 7 más algún que otro aislado y perdido por otros lares, como ese ridículo y patético espectador de la andanada del 8 que se ha dedicado protestar con palmas de tango no sé qué. De verdad, hoy han hecho una vez más un ridículo espantoso, no se enteran de nada, no tiene ni idea de nada, se pierden y se ahogan en un purismo absurdo, su obsesión es si los toreros se cruzan o no y su frustración es ver que a pesar de sus intentos orquestados por reventar la faena de Manzanares o Ferrera estos pasan de ellos y se dedican a dejarse llevar por su inmenso arte y torería. Lo traían preparado, venían a reventar la tarde, como siempre, por sus fobias, por puro odio y por el complejo que tienen, que es lo que realmente explica sus patéticas protestas. No se enteran, no tienen ni idea, se define puristas y no saben que el auténtico purismo, la verdadera esencia de la Fiesta es la emoción y el sentimiento, no la colocación, el cruzarse o si la espada ha caido unas micras arriba o abajo. Venían dispuestos a montar su habitual show y han salido escaldados.
El toreo es muy grande, es mucho más que todo eso, es lo que hoy he visto y he sentido a lo largo de casi dos horas y media en las que muchos de los sueños de cualquier aficionado s han hecho realidad. He viso a un Antonio Ferrera en un estado de madurez impresionante, relajado, seguro, disfrutando del toreo, aplicando todos los conocimientos adquiridos durante tantos años, templado, llevando a sus toros con una suavidad suprema, ligando las tandas con naturalidad, por bajo, sin quitarle la muleta de la cara, extraordinario, desmayado por momentos, redondos y naturales hondos, largos, con una clase y una torería descomunal. Incluso ante el cuarto, un toro noble pero con poco recorrido por su falta de fuerzas ha estado cumbre. jamás le he visto tan relajado, disfrutando tanto delante de la cara del toro, muletazos lentísmos, al ralentí, enroscándose al de Cuvillo a la cintura, citando de frente en los naturales, dando el pecho, por momentos me ha transladado a esas madrugadas dominicales de invierno en La México, a ese toreo ultralento que apasiona a ese lado del Atlántico. Importante tarde del balear, firme, seguro, con una autoridad y una suficiencia insultante que no hace sino refrendar la enorme dimensión que viene demostrando desde su reaparición la pasada temporada. La oreja al primero tras volcarse a la hora de matar es indiscutible, y otra más habría cortado al cuarto de no haber sido por ese feo meteysaca. Lo que no entiendo es por qué algunos indocumentados le han protestado que toreara a este cuarto, al parecer pretendían que lo pasaportara a los dos minutos de comenzar la faena, cuando se ha visto a un Ferrera a gusto, abandonado ante la cara del Cuvillo, trasladando ese sentimiento a los tendidos, cada muletazo era un suspiro de gozo, un sueño del que no quería despertar.
Jose Mª Manzanares es la elegancia hecha torero, figura del toreo, lleva en su sangre la verdad de este arte, con su presencia llena la plaza, su estampa es torería y en su capote y su muleta los sueños se hacen realidad. Al toro de menos condiciones del encierro le hamacado redondos y naturales que parecían imposibles, con una clase suprema, con hondura y profundidad. Se las veían felices los reventaderos que le odian tanto como a su inolvidable padre pero se le se ha venido todo abajo con el quinto. Desde las verónicas de saludo, templadas, cadenciosas, bellísimas, como las que han servido para probar al toro tras el encuentro con el caballo, aún mejores si cabe por temple, suavidad y despaciosidad, Manzanares ha callado a los absurdos vociferantes. Y en la muleta, ¡Ay en la muleta!, como ha sido, ¡gloria bendita!. tandas templadas, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela, llevando la embestida con suavidad, alargando el viaje, siempre con la mano baja, ligando con una colocación perfecta ante la que algún indocumentado crispado porque veía que no iba a reventarle la faena le recriminaba no cruzarse. De verdad, ¿se puede ser peor aficionado que estos "puristas"?. Si por los fuera la lidia se resumiría a poner al toro en el caballo veinte veces y pegar tes pases sueltos sin ligazón alguna pero, eso sí, muy cruzado, casi al otro extremo del ruedo si es posible. Enorme Manzanares, tempaldísimo, cuajando series reunidas, con su elegancia natural, toreo de mucho empaque, cargado de emoción, rematando las tandas con esos pases de pecho que parecen circulares y que no acaban nunca, eternos, infinitos, una oda a la belleza. Estoconazo fulminante y oreja de ley para Jose Mª Manzanares callando bocas, mejor dicho, bocazas.
Y Talavante, ¡qué tarde le del extremeño!. No recuerdo una actuación tan redonda como la de hoy. Inmenso en sus dos toros, dos faenas para el recuerdo, para la historia, encajado, templado, entendiendo a sus dos toros, dándoles a cada uno la distancia, el ritmo y las pausas que precisaban en una lección de conocimiento del toro y de los terrenos. Por ambos pitones en sus dos toros, muletazos supremos, rompiéndose la cintura, siempre por bajo, ligando la series con clase y torería, como en los remates y los adornos, trincherazos y pases de desdén que alcanzan cotas superlativas, redondos profundos, naturales hondos, tirando de sus dos toros con suavidad, alargando el viaje, auténticas obras de arte. Emoción y transmisión en la movilidad y entrega de sus toros y en la composición de cada muletazo, de cada serie, de cada remate, de cada adorno, toreando relajado, desmayado, en largo cuando lo han pedido sus oponentes y acortando las distancias cuando se han apagado para pasarse al sexto por ambos pitones en un palmo de terreno con una sucesión de cambios de mano antológicos que desatan la locura de los tendidos. ¡Ay si hubiera matado a este sexto a la primera! A buen seguro que había puesta la feria patas arriba, pues la faena era para mi de dos orejas que unidas a la cortada al tercero serían una marca difícil de igualar o superar. Pero hoy no me puedo quedar en el dato de las orejas, sería mezquino por mi parte. La tarde de hoy ha sido mucho más, ha sido emoción y sentimiento, he salido de la plaza soñando con el toreo, lleno de alegría y de ilusión por esta afición, embriagado de arte y de pasión, y eso es lo más grande que la Fiesta puede hacernos sentir. Sentir, soñar, disfrutar, gozar, eso es para mi el toreo, algo único e inexplicable por la razón, lejos de datos, medidas, aritmética y geometría, algo que solo puede alcanzarse cuando un toro y un torero se funden en una comunión perfecta. Eso es el toreo y hoy lo he sentido en lo más profundo de mi corazón gracias a los toros de Nuñez del Cuvillo y a tres grandes maestros que son Ferrera, Manzanares y Talavante. Y los reventadores, ¡que se jodan!.
¡Viva el toreo!
Antonio Vallejo
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