Se preveía lleno y así fue. Otro de los carteles estrella de la feria cargado de muchos y apetecibles argumentos para ir a los toros, aunque la verdad es que la tarde no se presentaba muy halagüeña en cuanto a lo climatológico. La tormenta de primera hora de la tarde y los anuncios de probabilidad de lluvia no han conseguido amedrentar a los aficionados que han llenado los tendidos venteños. Una vez más se demuestra que si se presentan carteles atractivos el público responde, y la atracción viene por los nombres, como los de hoy viernes. Toros de Jandilla que cuajó una temporada anterior extraordinaria y que en Madrid nos dejó el recuerdo de Hebrea, aquel toro que para mi fue de indulto lidiado precisamente por Sebastián Castella el 26 de mayo de 2017, quien hoy compartía cartel con el huracán andino, Andrés Roca Rey, joven matador que desde hace dos temporadas está revolucionando el toreo por su arrollador y arrebatador concepto del toreo, y con un Ciclón, este más cercano y patrio, de Jérez, el Pirata, el maestro Juan José Padilla que se despedía de la afición de Madrid en la que es la temporada de su adios a los ruedos. Emotivo, sentido, cariñoso y merecido reconocimiento de la plaza de Las Ventas a Padilla con la cerradas ovación que le tributó al romperse el paseíllo y que el maestro recogió emocionado desde el tercio. A Juan José Padilla le podrán recriminar lo que quieran en cuanto a su tauromaquia, claro que sí, porque como todos tiene sus virtudes y sus defectos, a unos les gustará más su manera de torear que a otros, si ejecuta mejor o peor la suerte en banderillas, si mata bien o no, lo que quieran, pero hay algo que nadie puede reprocharle ni ponerle un pero, y ese algo es ser un torero de pies a cabeza, que ama al toro bravo y lo respeta al máximo, que ha vivido su profesión amándola y respetándola dentro y fuera de la plaza, que defiende la Fiesta allá por donde va, comprometido, con una entrega absoluta, dando la cara, a la cabeza de cualquier iniciativa en pro de nuestra afición, fiel a unas ideas que nunca ha escondido, una españolidad que lleva con honor y la cabeza muy alta por todo el mundo, que a muchos les molesta y que le ha traído algún que otro problema. Pero más allá del Padilla torero está el hombre, íntegro, de verdad, con una capacidad de sufrimiento, de sacrificio y de superación de la adversidad ejemplar, un hombre que se vio cerca de la muerte aquella tarde de octubre de 2011 en Zaragoza. Perdió un ojo, las secuelas de la gravísima cornada no hacía pensar en que pudiera volver a los ruedos, pero su fuerza de voluntad, su tesón, su entereza, su resistencia al dolor, en definitiva, su integridad apoyada en una creencias muy profundas le llevaron a iniciar la escalada, peldaño a peldaño, de esa larga escalera que fue su rehabilitación para volver a vestirse de luces en Olivenza ¡tan solo cinco meses después!, un 4 de marzo de 2012. Un auténtico ejemplo de lo que es no rendirse, de lo que es la Fe, y el maestro la tiene, y muy profunda, inquebrantable, un hombre que debiera servir de ejemplo y ser un modelo para una juventud acomodaticia, escasa de valores, con mínima capacidad de sacrificio, que vive instalada en lo inmediato y engullida por el relativismo que no tolera el fracaso ni el mínimo revés. Solo por tributarle un homenaje en este hasta siempre al maestro Padilla, por agradecerle ser torero y por reconocer su hombría y entereza merecía la pena llenar los tendidos de Las Ventas, como así ha sido. Llámenme sentimental, no importa, lo soy, claro que sí, por eso soy taurino, por eso me apasionan los toros, porque son, ante todo, sentimiento. Y por eso he ido hoy con emoción, por admiración y respeto a un hombre que además es torero. Tengo que reconocer que la ovación a Padilla ha colmado lo que esperaba de la tarde, y así lo estaba hablando con mi buen amigo Raúl al iniciarse el paseíllo, que cualquier otra reacción que no hubiera sido esa me habría decepcionado. Todo lo demás, lo que ha venido después, como dice la Biblia, se me ha dado por añadidura.
Un encierro de Jandilla que para mi gusto ha sido extraordinario de presentación, seis toros de preciosas hechuras, entipados, musculares, hondos, con cuajo, bien rematados, muy serios y astifinos pero manteniendo una armonía y unas proporciones que les han dotado de una belleza de lámina maravillosa. Toros que a mi modo de ver han tenido clase y nobleza en general, aunque can matices, como el sexto que apuntaba mansedumbre pero que por esa condición tuvo emoción, un quinto bueno y con transmisión, un cuarto complicado y con peligro, un segundo noblote, de buenas condiciones y manejable y un primero también con nobleza y un tercer con movilidad, que han entrado bien la caballo y que también, en líneas generales han tenido buena pelea, metiendo los riñones y empujando en el peto, pero a los que ha habido que medir mucho el castigo porque esa creo que ha sido otra de las notas dominantes de la corrida, la justeza de fuerzas y la falta de duración. Quizás con un punto de más de chispa hubiéramos visto una gran tarde de toros, puede ser, nunca lo sabremos, así es la Fiesta.
Recibe Padilla al primero con verónicas, casi delantales, suaves, cadenciosas, rematadas con una larga a uno baja cargada de gusto. Empuja bien en la primera vara, mete la cara abajo, encelado en el peto, pierde las manos al salir del encuentro y por eso Antonio Nuñez "Alventus" mide mucho el castigo en el segundo puyazo. Aprovecha Castella su turno de quites en uno por gaoneras, quieto, ceñidas, y una revolera un poco embarullada en la que pierde el capote. El jerezano se encarga del tercio de banderillas, en mi opinión con pureza y verdad, de poder a poder, cuadrando en la misma cara los dos primeros pares, enmarcados en una línea clásica y ortodoxa, mas un tercero al violín recibido con algarabía por los tendidos. Inicia la faena de rodillas, muy en Padilla, fiel a su estilo, arrebatado, tratando de llevarlo largo y por bajo, algo que tantas veces le hemos visto hacer, que puede gustar más o menos, pero que no engaña a nadie. Si viera a Morante iniciar así una faena chirriaría, no sería él, pero el Ciclón de Jerez es así, todo pasión, entrega y voluntad, y ese inicio de faena lo refleja. Tras los primeros muletazos se incorpora, genuflexo va ganado pasos, el toro mete la cara con nobleza y cierta clase pero le falta fuelle, se queda corto, cada vez más, no remata al salir del muletazo y afea el lance. Faena a media altura, sin poder obligarle que no llega conectar con los tendidos, sosa y un tanto deslucida que acaba con el animal a la defensiva, cabeceando, deslucido. Voluntarioso y dispuesto el Pirata pero poco más pudo sacar. En la primera entrada a matar veo algo que no recuerdo antes, que se partiera el estoque por la mitad quedando parte del acero en el interior del toro, sorprendente e inaudito y mató de entera trasera al segundo embroque. El cuarto salió con mucha movilidad, tomando el capote de Padilla con brío, el mismo que demostró galopando hacia el caballo que montaba Justo Jaén y que aguantó francamente bien. Magnífica pelea en varas, la cara abajo, empuja con clase y fuerza metiendo los riñones, levanta la cabalgadura y finalmente derriba en una espectacular pelea. En le segundo puyazo se le castiga con dureza y quizás eso hiciera mella en le comportamiento futuro del jandilla. En banderillas anduvo suelto el jerezano, con facilidad, un primer par clásico, los siguientes arrancando desde el estribo, de dentro a fuera, clavando al violín en el tercero. Por cierto, una tarde más hay que destacar a otro subalterno, Daniel Duarte, en la brega, ni un capotazo de más, atento al quite de su matador en banderillas y llevando la toro a punta de capote con auténtica maestría. El toro llegó muy parado a la muleta, posiblemente acusando el castigo en varas, sin recorrido, medía, se frenaba a medio muletazo y soltaba la cara con peligro. Padilla tragó lo suyo, voluntarioso, trató de robarle algún pase pero resultaba misión imposible por la brusquedad del jandilla. Un susto final hizo que el jerezano macheteara por bajo y matara con facilidad para despedirse en silencio de Madrid.
Sebastián Castella recibió al segundo con verónicas a pies juntos ejecutadas con gusto y suavidad, meciendo al toro que repetía y metía la cara con clase, ceñidas, las últimas parecían delantales , para rematar el saludo con dos medias bajas con sabor y una revolera vistosa. En el caballo también mostró clase, metía la cara abajo y empujaba, pero blandeaba lo que le llevó a perder las manos tanto en el peto como en los capotes. Inicia la faena por estatuarios junto a la primera raya, clavando las zapatillas, sin moverse, lo sea hacia los medios con suavidad, cuidándole mucho, muy templado, a media altura, sin obligarle porque de lo contrario se venía abajo, un apena porque el jandilla atesoraba nobleza y clase. Trasteo muy técnico del francés, templando, con mucha suavidad, sin pegarle ni un tirón, con algún muletazo suelto en el que el toro humilló hasta perder las manos desluciéndolo todo, sin transmisión. Para colmo mató de un estocada baja, fea, que rompió al toro en dos en una muerte desagradable por el vómito de sangre, lo que avivó aún más las protestas de un sector de los tendidos que todos sabemos y que desde hace unas tres o cuatro temporadas decidió que ya no toleraba al galo y lo puso en su lista negra, en la de los que hagan lo que hagan tienen que tratar de reventar su faena. Se demostró en el quinto, al que Castella cortó una oreja por valor y arrojo. Un toro suelto de salida, sin demasiada fijeza al que finalmente para el de Beziers en una variado saludo con el capote hilvanando verónica pausadas, chicuelinas y dos medias que toma bien el jandilla, con movilidad y emoción. Empuja con un solo pitón en el caballo, mete la cara abajo, parece que empuja pero no acaba de entregarse del todo, igual que en banderillas, sin acabo de definir la embestida. El inicio de faena de Castella, marca de la casa, con dos cambiados por la espalda con el toro arrancándose en largo, con buen tranco, con transmisión, resultó vibrante. Toro exigente que responde cuando el francés le pone la muleta en la cara y lo lleva my tapado, sin quitársela, en dos tandas en redondo sensacionales, templadas, corriendo bien la mano, tirando del toro, por bajo, humilla y repite el jandilla, para rematar con uno de pecho magistral ,largo, casi un circular. Sigo aún sin entender el motivo de las protestas de algunos, sinceramente, no me entra en la cabeza, salvo por el nombre, cuestión de fobias, lo de siempre. Por el pitón izquierdo protesta, reponedor, suelta la cara con violencia y desarma a Castella, que visto el percal vuelve a la diestra. A partir de ahí el toro comenzó a frenarse, acorta mucho el viaje y mide con peligro, siguen las protestas de los más sabios del lugar, y Castella les responde con una serie rotunda de derechazos en un palmo de terreno, sin rectificar, a la que la inmensa mayoría de la plaza responde por fin con una atronadora ovación que calla a la minoría vociferante. Con el toro quedándose corto no duda el galo en acortar los terrenos y meterse en la cercanías, tanto que se deja llegar los pitones a la barriga, impasible, sin inmutarse, valor seco, valor sincero, entrega máxima, tragando miradas, consintiendo al toro, pasándoselo por uno y otro pitón sin moverse un milímetro, llegando a los tendidos, emoción y transmisión con el peligro a la vista de todos, o de casi todos, porque a los reventaderos no les pareció bien. Entiendo que no les guste, pero lo que no se puede hacer es montar la que montan cuando un torero se la está jugando de verdad como estaba haciendo Castella. El circular invertido y un majestuosos pase de pecho acaba poniendo a la plaza en pie. Una estocada casi entera en lo más alto hace rodar al toro sin puntilla. Petición más que mayoritaria, casi unánime, y oreja de ley a mi modo de ver, oreja al valor, para el francés. En mi opinión, justa y merecida.
Andrés Roca Rey lleva dos años levantando la máxima expectación. Triunfó en su primera tarde en Madrid y su toreo vibrante, arriesgado y comprometido cautivó a los aficionados. Desconozco el motivo, pero en esta su tercer temporada de alternativa me ha dado la impresión que algunos le han tomado la matrícula y empiezan a acercarle a la lista negra que manejan. Sí, eso me ha parecido por las protestas y algunos gritos a destiempo que han surgido desde ese tendido concreto y por un curioso personaje que se sienta en la segunda fila de la andanada del 9, ya cerca del 8, y que protesta todo lo habido y por haber, a veces él solo, haciendo el ridículo más espantoso. El peruano recibió al tercero por verónicas a pies juntos suaves, acompasadas, ganado terreno, para rematar con tres medias y una revolera que desata los olés. Entra con fuerza al caballo que monta José Manuel Quinta, mete la cara abajo y hace buena pelea. también se comporta bien en banderillas, con buen tranco, permitiendo a Juan José Dominguez y Paco Algaba cuajar un buen tercio. El inicio de faena de Roca Rey es típico de su repertorio con dos cambiados por la espalda escalofriantes, sin que pareciera que por la trayectoria del toro pudiera pasar sin llevarse puesto al limeño. Pero el jandilla solo duró una tanda en redondo, templada, con clase, se vino abajo muy pronto, sin recorrido, deslucido. Lo intentó el peruano, voluntarioso, llevándolo muy suave, sin obligarle, llevandolo muy despacio y a media altura, algún muletazo suelto tuvo cierta profundidad, pero el animal no repondía. Acortó las distancias y se metió entre los pitones, algo que enervó a cierto sector, que ya venía protestándole a la mínima desde el principio. Mata de un estoconazo fulminante y por el sexto, también suelto de salida, con escasa fijeza, distraido, mostrando querencia. Se le cuida mucho en el caballo, puyazos prácticamente señalados y en banderillas también muestra mansedumbre. Roca Rey no es de los que se echa atrás por nada y menos si enfrente tiene un toro manso pero que precisamente en esa condición puede generar mucha emoción si se le entiende bien. y así creo que lo ha hecho el peruano. Igual que en su anterior toro comienza por estatuarios escalofriantes para plantear una faena en la que la clave era ponerle la muleta y no quitársela para taparle la salida. El toro tenía genio, embestida bronca pero transmitía precisamente por eso en unas tandas vibrantes en redondo, templando todo lo que se podía y ligadas de mucho mérito, igual que alguno de los naturales que recetó, con hondura y clase y un epílogo por manoletinas también de cortar la respiración demostrando el valor, la entrega y la disposición del peruano que, a mi modo de ver, lo hizo todo bien y sacó el máximo que tenían sus toros, siendo también fiel a su forma de entender el toreo. Creo que poco más se puede pedir.
Antonio Vallejo
Un encierro de Jandilla que para mi gusto ha sido extraordinario de presentación, seis toros de preciosas hechuras, entipados, musculares, hondos, con cuajo, bien rematados, muy serios y astifinos pero manteniendo una armonía y unas proporciones que les han dotado de una belleza de lámina maravillosa. Toros que a mi modo de ver han tenido clase y nobleza en general, aunque can matices, como el sexto que apuntaba mansedumbre pero que por esa condición tuvo emoción, un quinto bueno y con transmisión, un cuarto complicado y con peligro, un segundo noblote, de buenas condiciones y manejable y un primero también con nobleza y un tercer con movilidad, que han entrado bien la caballo y que también, en líneas generales han tenido buena pelea, metiendo los riñones y empujando en el peto, pero a los que ha habido que medir mucho el castigo porque esa creo que ha sido otra de las notas dominantes de la corrida, la justeza de fuerzas y la falta de duración. Quizás con un punto de más de chispa hubiéramos visto una gran tarde de toros, puede ser, nunca lo sabremos, así es la Fiesta.
Recibe Padilla al primero con verónicas, casi delantales, suaves, cadenciosas, rematadas con una larga a uno baja cargada de gusto. Empuja bien en la primera vara, mete la cara abajo, encelado en el peto, pierde las manos al salir del encuentro y por eso Antonio Nuñez "Alventus" mide mucho el castigo en el segundo puyazo. Aprovecha Castella su turno de quites en uno por gaoneras, quieto, ceñidas, y una revolera un poco embarullada en la que pierde el capote. El jerezano se encarga del tercio de banderillas, en mi opinión con pureza y verdad, de poder a poder, cuadrando en la misma cara los dos primeros pares, enmarcados en una línea clásica y ortodoxa, mas un tercero al violín recibido con algarabía por los tendidos. Inicia la faena de rodillas, muy en Padilla, fiel a su estilo, arrebatado, tratando de llevarlo largo y por bajo, algo que tantas veces le hemos visto hacer, que puede gustar más o menos, pero que no engaña a nadie. Si viera a Morante iniciar así una faena chirriaría, no sería él, pero el Ciclón de Jerez es así, todo pasión, entrega y voluntad, y ese inicio de faena lo refleja. Tras los primeros muletazos se incorpora, genuflexo va ganado pasos, el toro mete la cara con nobleza y cierta clase pero le falta fuelle, se queda corto, cada vez más, no remata al salir del muletazo y afea el lance. Faena a media altura, sin poder obligarle que no llega conectar con los tendidos, sosa y un tanto deslucida que acaba con el animal a la defensiva, cabeceando, deslucido. Voluntarioso y dispuesto el Pirata pero poco más pudo sacar. En la primera entrada a matar veo algo que no recuerdo antes, que se partiera el estoque por la mitad quedando parte del acero en el interior del toro, sorprendente e inaudito y mató de entera trasera al segundo embroque. El cuarto salió con mucha movilidad, tomando el capote de Padilla con brío, el mismo que demostró galopando hacia el caballo que montaba Justo Jaén y que aguantó francamente bien. Magnífica pelea en varas, la cara abajo, empuja con clase y fuerza metiendo los riñones, levanta la cabalgadura y finalmente derriba en una espectacular pelea. En le segundo puyazo se le castiga con dureza y quizás eso hiciera mella en le comportamiento futuro del jandilla. En banderillas anduvo suelto el jerezano, con facilidad, un primer par clásico, los siguientes arrancando desde el estribo, de dentro a fuera, clavando al violín en el tercero. Por cierto, una tarde más hay que destacar a otro subalterno, Daniel Duarte, en la brega, ni un capotazo de más, atento al quite de su matador en banderillas y llevando la toro a punta de capote con auténtica maestría. El toro llegó muy parado a la muleta, posiblemente acusando el castigo en varas, sin recorrido, medía, se frenaba a medio muletazo y soltaba la cara con peligro. Padilla tragó lo suyo, voluntarioso, trató de robarle algún pase pero resultaba misión imposible por la brusquedad del jandilla. Un susto final hizo que el jerezano macheteara por bajo y matara con facilidad para despedirse en silencio de Madrid.
Sebastián Castella recibió al segundo con verónicas a pies juntos ejecutadas con gusto y suavidad, meciendo al toro que repetía y metía la cara con clase, ceñidas, las últimas parecían delantales , para rematar el saludo con dos medias bajas con sabor y una revolera vistosa. En el caballo también mostró clase, metía la cara abajo y empujaba, pero blandeaba lo que le llevó a perder las manos tanto en el peto como en los capotes. Inicia la faena por estatuarios junto a la primera raya, clavando las zapatillas, sin moverse, lo sea hacia los medios con suavidad, cuidándole mucho, muy templado, a media altura, sin obligarle porque de lo contrario se venía abajo, un apena porque el jandilla atesoraba nobleza y clase. Trasteo muy técnico del francés, templando, con mucha suavidad, sin pegarle ni un tirón, con algún muletazo suelto en el que el toro humilló hasta perder las manos desluciéndolo todo, sin transmisión. Para colmo mató de un estocada baja, fea, que rompió al toro en dos en una muerte desagradable por el vómito de sangre, lo que avivó aún más las protestas de un sector de los tendidos que todos sabemos y que desde hace unas tres o cuatro temporadas decidió que ya no toleraba al galo y lo puso en su lista negra, en la de los que hagan lo que hagan tienen que tratar de reventar su faena. Se demostró en el quinto, al que Castella cortó una oreja por valor y arrojo. Un toro suelto de salida, sin demasiada fijeza al que finalmente para el de Beziers en una variado saludo con el capote hilvanando verónica pausadas, chicuelinas y dos medias que toma bien el jandilla, con movilidad y emoción. Empuja con un solo pitón en el caballo, mete la cara abajo, parece que empuja pero no acaba de entregarse del todo, igual que en banderillas, sin acabo de definir la embestida. El inicio de faena de Castella, marca de la casa, con dos cambiados por la espalda con el toro arrancándose en largo, con buen tranco, con transmisión, resultó vibrante. Toro exigente que responde cuando el francés le pone la muleta en la cara y lo lleva my tapado, sin quitársela, en dos tandas en redondo sensacionales, templadas, corriendo bien la mano, tirando del toro, por bajo, humilla y repite el jandilla, para rematar con uno de pecho magistral ,largo, casi un circular. Sigo aún sin entender el motivo de las protestas de algunos, sinceramente, no me entra en la cabeza, salvo por el nombre, cuestión de fobias, lo de siempre. Por el pitón izquierdo protesta, reponedor, suelta la cara con violencia y desarma a Castella, que visto el percal vuelve a la diestra. A partir de ahí el toro comenzó a frenarse, acorta mucho el viaje y mide con peligro, siguen las protestas de los más sabios del lugar, y Castella les responde con una serie rotunda de derechazos en un palmo de terreno, sin rectificar, a la que la inmensa mayoría de la plaza responde por fin con una atronadora ovación que calla a la minoría vociferante. Con el toro quedándose corto no duda el galo en acortar los terrenos y meterse en la cercanías, tanto que se deja llegar los pitones a la barriga, impasible, sin inmutarse, valor seco, valor sincero, entrega máxima, tragando miradas, consintiendo al toro, pasándoselo por uno y otro pitón sin moverse un milímetro, llegando a los tendidos, emoción y transmisión con el peligro a la vista de todos, o de casi todos, porque a los reventaderos no les pareció bien. Entiendo que no les guste, pero lo que no se puede hacer es montar la que montan cuando un torero se la está jugando de verdad como estaba haciendo Castella. El circular invertido y un majestuosos pase de pecho acaba poniendo a la plaza en pie. Una estocada casi entera en lo más alto hace rodar al toro sin puntilla. Petición más que mayoritaria, casi unánime, y oreja de ley a mi modo de ver, oreja al valor, para el francés. En mi opinión, justa y merecida.
Andrés Roca Rey lleva dos años levantando la máxima expectación. Triunfó en su primera tarde en Madrid y su toreo vibrante, arriesgado y comprometido cautivó a los aficionados. Desconozco el motivo, pero en esta su tercer temporada de alternativa me ha dado la impresión que algunos le han tomado la matrícula y empiezan a acercarle a la lista negra que manejan. Sí, eso me ha parecido por las protestas y algunos gritos a destiempo que han surgido desde ese tendido concreto y por un curioso personaje que se sienta en la segunda fila de la andanada del 9, ya cerca del 8, y que protesta todo lo habido y por haber, a veces él solo, haciendo el ridículo más espantoso. El peruano recibió al tercero por verónicas a pies juntos suaves, acompasadas, ganado terreno, para rematar con tres medias y una revolera que desata los olés. Entra con fuerza al caballo que monta José Manuel Quinta, mete la cara abajo y hace buena pelea. también se comporta bien en banderillas, con buen tranco, permitiendo a Juan José Dominguez y Paco Algaba cuajar un buen tercio. El inicio de faena de Roca Rey es típico de su repertorio con dos cambiados por la espalda escalofriantes, sin que pareciera que por la trayectoria del toro pudiera pasar sin llevarse puesto al limeño. Pero el jandilla solo duró una tanda en redondo, templada, con clase, se vino abajo muy pronto, sin recorrido, deslucido. Lo intentó el peruano, voluntarioso, llevándolo muy suave, sin obligarle, llevandolo muy despacio y a media altura, algún muletazo suelto tuvo cierta profundidad, pero el animal no repondía. Acortó las distancias y se metió entre los pitones, algo que enervó a cierto sector, que ya venía protestándole a la mínima desde el principio. Mata de un estoconazo fulminante y por el sexto, también suelto de salida, con escasa fijeza, distraido, mostrando querencia. Se le cuida mucho en el caballo, puyazos prácticamente señalados y en banderillas también muestra mansedumbre. Roca Rey no es de los que se echa atrás por nada y menos si enfrente tiene un toro manso pero que precisamente en esa condición puede generar mucha emoción si se le entiende bien. y así creo que lo ha hecho el peruano. Igual que en su anterior toro comienza por estatuarios escalofriantes para plantear una faena en la que la clave era ponerle la muleta y no quitársela para taparle la salida. El toro tenía genio, embestida bronca pero transmitía precisamente por eso en unas tandas vibrantes en redondo, templando todo lo que se podía y ligadas de mucho mérito, igual que alguno de los naturales que recetó, con hondura y clase y un epílogo por manoletinas también de cortar la respiración demostrando el valor, la entrega y la disposición del peruano que, a mi modo de ver, lo hizo todo bien y sacó el máximo que tenían sus toros, siendo también fiel a su forma de entender el toreo. Creo que poco más se puede pedir.
Antonio Vallejo
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